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Bangladesh: Hornos modernos para fabricar ladrillos reportan beneficios en materia de desarrollo

Asia/Bangladesh/2 de agosto de 2106/Fuente y Autor: Banco Mundial/Sandrine Boukerche
  • Proyecto del Banco Mundial apoya una nueva tecnología de hornos menos contaminantes y más eficientes.
  • Trabajadores producen y ganan más, y tienen una mejor calidad de vida.
  • Dinero que se obtiene de los créditos de carbono se puede destinar a la atención de salud y mejores instalaciones.

La vida de Hafiza en los hornos de ladrillos de Bangladesh es una historia de un antes y un después.

Hace un tiempo, ella era una de los miles de trabajadores de temporada que se desempeñaban en condiciones de extremo calor bajo chimeneas de cinco pisos de hornos de chimenea fija que arrojaban enormes cantidades de hollín y otros contaminantes, que destruían la vegetación en los alrededores.

Los albergues temporales carecían de acceso a agua potable o atención de salud local, y las familias como la de ella se mudaban en busca de otros trabajos cuando los hornos cerraban durante el periodo de los monzones..

“Antes, trabajaba esporádicamente en varios empleos a lo largo del año: en los campos, en hornos tradicionales, en obras de construcción o como asesora del hogar”, dijo Hafiza, quien es originaria del empobrecido distrito de Jamalpur. “Me pagaban poco y nunca tenía seguridad sobre el próximo trabajo o los ingresos”.

Una historia de un antes y un después

En la actualidad, Hafiza trabaja en un tipo diferente de horno de ladrillos en el marco de un proyecto apoyado por el Grupo Banco Mundial.

Se trata de una nueva tecnología que puede funcionar todo el año y emite la mitad de contaminación. Este trabajo de jornada completa significa más dinero y un hogar permanente para su familia. Con el dinero adicional que generan las menores emisiones de carbono que genera el horno se costean atenciones de salud periódicas, nuevos retretes, un comedor y otras instalaciones de mejor calidad.

“Ahora sé que tengo un trabajo todo el año y qué cantidad de dinero traeré a casa a fines de mes”, dijo Hafiza. “Los empleos en estos hornos no solo son menos agotadores, sino que, además, son más estables y permiten ganar más ingresos que antes, similares a los de los hombres”.

Múltiples beneficios

Los múltiples beneficios —menor contaminación, mejor calidad de vida, mayores oportunidades, más eficiencia en la producción— son un ejemplo del desarrollo de energía limpia que el mundo necesita para minimizar el cambio climático en las próximas décadas.

“Este proyecto es un modelo del tipo de desarrollo que es necesario para alcanzar las metas del Grupo Banco Mundial de poner fin a la pobreza extrema, aumentando la prosperidad compartida y transformando las economías y las sociedades hacia un futuro con bajo nivel de emisiones de carbono”, señaló Sandrine Boukerche, especialista del Banco Mundial en el tema de financiamiento del carbono, quien recientemente visitó Bangladesh.

La producción de ladrillos es uno de los pilares de la economía en Bangladesh, uno de los países más pobres de Asia meridional. A medida que la rápida urbanización provoca el aumento de las obras de construcción y la demanda de ladrillos, la floreciente industria emplea a trabajadores vulnerables como Hafiza en los tradicionales hornos de chimenea fija que se concentran alrededor de las zonas urbanas.

Unos 8000 hornos tradicionales emiten una cantidad estimada de 10 millones de toneladas de CO2 equivalente (tCO2e) y otros elementos contaminantes ambientales a la atmósfera cada año, provocando un impacto dañino sobre la salud, el rendimiento agrícola y el cambio climático. Los trabajadores, muchos de los cuales carecen de los zapatos o equipos de protección adecuados, ganan salarios muy bajos en duras condiciones debido a normas laborales deficientes y que raramente se cumplen.

En 2008, el proyecto sobre hornos híbridos Hoffman (HHK) en Bangladesh comenzó a preparar el terreno para tener tecnologías más limpias de fabricación de ladrillos así como mejores condiciones de vida y condiciones laborales para los trabajadores.

Nueva tecnología

La tecnología de los HHK, originalmente desarrollada en Alemania, fue importada a Bangladesh después de ser mejorada en China, y en la actualidad ha sido rediseñada para adaptarla a las condiciones del suelo, los niveles de humedad y el clima locales. Usa una mezcla de carbón pulverizado y arcilla para mejorar la calidad y la quema apropiada de los ladrillos. Además, el calor residual de los hornos se recupera y se reutiliza para secar los ladrillos húmedos antes de que entren en los hornos. Debido a estas innovaciones, los hornos híbridos Hoffman utilizan solo la mitad de la cantidad de carbón en comparación con los hornos de chimenea fija y retienen las partículas de carbón dentro del ladrillo para prevenir que se conviertan en ceniza que se transporta por el aire.

El proyecto del Grupo Banco Mundial se asoció con Industrial and Infrastructure Development Finance Company Limited (IIDFC)[MIS1] , una institución financiera privada no bancaria, para proporcionar el financiamiento y la asistencia técnica para nueve hornos de ladrillos con esta tecnología en Bangladesh

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Los hornos de chimenea fija son una de las principales fuentes de contaminación en Bangladesh.

Crédito: IIDFC Ltd. de Bangladesh.

Créditos de carbono

Registrados como proyectos (i) del Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), se espera que reduzcan las emisiones en cerca de 75 000 tCO2e anuales , cifra que equivale a sacar de circulación a unos 15 843 automóviles.

Como los hornos híbridos Hoffman disminuyen las emisiones de carbono, obtienen créditos de carbono certificados (CER, por sus siglas en inglés) que se venden alFondo del Carbono para el Desarrollo Comunitario (CDCF, por sus siglas en inglés) (i) administrado por el Grupo Banco Mundial y al Gobierno danés. Hasta la fecha, se han emitido créditos por alrededor de 67 000 tCO2e y se están sometiendo a verificación otras 53 000 toneladas.

Los ingresos por concepto de los créditos de carbono proporcionan a los dueños de los hornos un flujo adicional de dinero, el que parcialmente se destina a beneficiar a los trabajadores de la comunidad. El dinero del carbono sirve para financiar visitas médicas bimensuales, instalaciones sanitarias separadas para los hombres y las mujeres, comedores, y equipo de protección, incluidos guantes, botas, máscaras y cascos. Estas ventajas e instalaciones no existen en los hornos de chimenea fija tradicionales.

Entre otros beneficios están la mecanización que reduce el trabajo duro para permitir la igualdad salarial entre hombres y mujeres, las techumbres para proteger a los trabajadores del sol y una mejor calidad del aire que permite a los trabajadores cultivar en los alrededores donde se ubican los hornos.

Beneficios colaterales

Los beneficios colaterales aumentan las oportunidades para algunas de las personas más vulnerables en Bangladesh, mujeres pobres como Hafiza o Basana, quien también trabaja en uno de los hornos del proyecto. Junto con un mejor salario, un trabajo menos exigente, una atención de salud periódica y mejores instalaciones, Basana puede ahora enviar a su hijo de 11 años a una escuela de inglés.

En promedio, un horno híbrido dHoffman puede producir 15 millones de ladrillos al año —comparado con la producción de 4 millones de un horno de chimenea fija—, reduciendo al mismo tiempo la contaminación en un 50 %. Sin embargo, la construcción de esta tecnología cuesta hasta 15 veces más que los hornos tradicionales.

Las herramientas y los mecanismos de financiamiento del carbono desempeñaron un papel catalizador para incentivar a los primeros empresarios que adoptaron una tecnología menos contaminante para fabricar ladrillos y proporcionar seguridad adicional a las instituciones financieras dispuestas a entregar préstamos a la misma tasa aplicable a los clientes preferenciales. Ahora están surgiendo más tecnologías limpias y las normas laborales continúan mejorando como respuesta al proyecto pionero del Banco Mundial y otros programas respaldados por el Gobierno de Bangladesh, el Grupo Banco Mundial y asociados en la tarea del desarrollo.

Además, el Gobierno en 2014 prohibió la nueva construcción y operación de los hornos existentes de chimenea fija cerca de las viviendas o los bosques, alentando todavía más la expansión de los hornos híbridos Hoffman y otras tecnologías inocuas para el clima.

El camino a seguir

A pesar de los avances, se necesita hacer más. Se estima que costará USD 3000 millones construir 1000 hornos híbridos Hoffman u otros tipos de tecnología avanzada necesarios para sustituir los hornos tradicionales existentes.

El Acuerdo de París sobre Cambio Climático, alcanzado el año pasado en el vigésimo primer periodo de sesiones de la Conferencia de las Partes (COP 21) y ratificado por más de 175 países, incluye planes nacionales para emprender la transformación económica y social desde la dependencia de los combustibles fósiles al uso de fuentes de energía menos contaminantes.

“Ahora el desafío es avanzar en este y otros modelos para hacer realidad los compromisos del Acuerdo de París en las próximas décadas”, dijo Vikram Widge, jefe saliente de la Unidad de Financiamiento del Carbono e Iniciativas Climáticas del Grupo Banco Mundial.

Fuente:http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/07/20/modern-brick-kilns-yield-development-benefits-in-bangladesh

Imagen: http://www.bancomundial.org/content/dam/photos/780×439/2016/jul-3/Bangladesh_brick-kiln.jpg

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Bangladesh apuesta a las adolescentes del medio rural

Bangladesh, 14 de julio de 2016/Fuente: ipsnoticias

(IPS) – Organizaciones no gubernamentales (ONG) de Bangladesh aplican un programa llamado Shonglap que promueve la inversión en las adolescentes, el tema del Día Mundial de la Población, que se celebra este lunes 11.

Hace cuatro años, Farzana Aktar Ruma, actualmente de 18 años, estuvo a punto de contraer matrimonio contra su voluntad con un hombre a quien sus padres consideraban que le ofrecería un buen pasar a su hija mayor.

«Poco después de su pubertad una chica es considerada una carga para la familia y los padres buscan oportunidades para deshacerse de ella lo antes posible»: Abul Kaiser.

El tema, es la inversión en las adolescentes.”Pensé que era una bendición cuando un amigo de la familia nos dijo que el futuro novio tenía su propio negocio y un hogar listo en… Barisal, no muy lejos de donde vivimos”, relató el padre de Farzana, Mohammad Yusuf Ali, a IPS.

Yusuf es un hombre influyente en Char Nurul Amin, un pueblo de Bhola, un distrito insular en la costa de Bangladesh, donde la mayoría de la población vive de la agricultura y la pesca.

Por lo tanto, sin consultar a su hija de 14 años, Yusuf dio su mano en compromiso.

Farzana no quería casarse, pero no sabía a dónde acudir. Entonces una vecina, Selina Aktar, le ofreció ayuda. “Estaba asombrada por la manera en que los padres aceptan fácilmente este tipo de propuestas de matrimonio sin tener en cuenta la edad de sus hijas”, expresó Aktar.

En la víspera de la boda, Aktar organizó una reunión con los padres de Farzana y les pidió que la cancelaran y dejaran que su hija continuara la escuela secundaria hasta la graduación.

Aktar trabaja en la organización Servicios Legales de la Comunidad, que asesora sobre derechos legales, incluidos los derechos de los adolescentes.

“Tras varias horas de discusiones pudimos convencer a los padres de Farzana que una chica educada tenía más valor que una considerada una carga para su familia a una edad temprana”, explicó.

“La sociedad está plagada de mitos y la mayoría de los padres aún creen en estas creencias medievales que favorecen el matrimonio precoz. Poco después de su pubertad una chica es considerada una carga para la familia y los padres buscan oportunidades para deshacerse de ella lo antes posible a cambio de la llamada ‘protección’ de sus hijas”, afirmó Abul Kaiser, un asesor jurídico de Coast, una organización que combate la inequidad social.

“La sociedad tiene que empoderarse con información sobre los derechos de esas adolescentes, y es lo que estamos facilitando. Es previsible que la mayoría de los padres que no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela se comporten así, pero nuestro propósito es cambiar esa mentalidad”, explicó el director de Coast, Rezaul Karim Chowdhury.

Bangladesh apuesta a las adolescentes del medio rural

En Radio Meghna, jóvenes adolescentes de Bangladesh trasmiten un programa destinado a prevenir el matrimonio precoz y a permanecer en la escuela. Crédito: Naimul Haq / IPS

Radio Meghna, una radio comunitaria que funciona desde febrero de 2015 en el sur de Bhola Char Fassion, transmite programas enfocados a erradicar esos mitos a través de programas de aprendizaje informal.

“Tenemos un gran público y por lo tanto tenemos la oportunidad de educar a los adolescentes y también a sus padres con respecto a los méritos y deméritos del matrimonio precoz”, afirmó Fatema Aktar Champa, una productora de la emisora.

“Invitamos a expertos… a hablar acerca de la salud reproductiva, los derechos legales de los adolescentes, la necesidad de la educación y los valores, las injusticias sociales y muchos temas más”, agregó.

A diferencia de otras emisoras radiales comunitarias, Radio Meghna está dirigida por un equipo exclusivamente femenino de 20 adolescentes.

“En muchas ocasiones trasmitimos programas solo para generar la confianza de los padres sobre las decisiones con el fin de prevenir el matrimonio precoz y permitir la enseñanza”, indicó Khadiza Banu, una de las productoras.

La educación es clave para el desarrollo y la educación de las niñas y jóvenes es especialmente importante, ya que se enfrentan a las normas culturales patriarcales.

En el distrito de Cox’s Bazar, Coast adoptó una estrategia diferente para empoderar a las adolescentes con el fin de que reclamen sus derechos.

Las adolescentes de muchas regiones de Bangladesh reciben la ayuda de un programa llamado Shonglap – diálogo que busca generar capacidades y desarrollar aptitudes laborales para los grupos marginados de la sociedad.

Priyanka Rani Das, que abandonó la escuela en 2012 debido a su pobreza extrema, se incorporó al Shonglap en el sur de Delpara, Khurushkul.

Integrante de un grupo de 35 adolescentes, Das, que perdió a su padre en 2009, desempeña un papel de liderazgo entre las jóvenes que se reúnen seis días a la semana en la sesión Shonglap en un suburbio de Delpara.

“Tuve que dejar la escuela porque tenía que trabajar como empleada doméstica y mantener a mi familia de seis personas”, contó a IPS.

Una vecina, Jahanara Begum, que asistía a clases informales de una sesión Shonglap cercana, convenció a Das de que la conclusión de su educación le ayudaría a tener un mejor pasar a largo plazo.

“Me di cuenta de que las niñas están atrasadas y desatendidas en la sociedad dominada por el hombre debido a nuestra falta de conocimiento. Así que dejé el trabajo y me sumé a Shonglap, donde me demostraron que el poder del conocimiento es la clave del éxito”, señaló Das.

Ella es una de las aproximadamente 3.000 adolescentes de Cox´s Bazar que regresaron a la escuela después de haber tomado clases de formación básica y cursos como costura, reparación de productos electrónicos, cría de animales domésticos, cerámica, trabajos en madera y otras actividades generadoras de ingresos.

“A aquellas que se gradúan también se las apoya con préstamos sin interés para iniciar una empresa – y hasta ahora más de 1.600 de esas chicas generan ingresos para apoyar a sus familias”, observó Jahangir Alam, director del programa Shonglap.

“Shonglap es básicamente una plataforma para que las adolescentes menos favorecidas se unan y reúnan fuerza a través de diálogos comunes. Tal química durante 12 meses les da la fuerza moral para recuperar las esperanzas perdidas”, sostuvo Ruksana Aktar, líder de grupo en Delpara.

Mosammet Deena Islam, de 17 años, proviene de una familia de zapateros y nunca asistió a la escuela debido a que la pobreza se lo impidió, aunque la educación es gratuita en Bangladesh.

La joven se sumó al Shonglap en Delpara y después de unos meses en el grupo se inscribió en una escuela estatal donde asiste en la actualidad.

Rashed K Chowdhury, director ejecutivo de la Campaña por la Educación Popular (Campe),  dijo a IPS que “la exclusión educativa de las niñas es un problema importante, especialmente en el contexto sociocultural de Bangladesh. Las niñas aún contraen matrimonio a una edad precoz, a pesar de las leyes estrictas contra tales actos punibles”.

El programa Shonglap, que abarca a 33 distritos de Bangladesh en una red de más de 4.600 de estos grupos, procura darles voz a estas jóvenes para que puedan defender sus propios derechos.

El programa es aplicado por Coast y otras organizaciones con financiación de la Fundación Stromme, de Noruega.

Traducido por Álvaro Queiruga

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2016/07/bangladesh-apuesta-a-las-adolescentes-del-medio-rural/

Imagen: http://cdn.ipsnoticias.net/wp-content/uploads/2016/07/bangladesh-shonglap-640-629×472-629×472.jpg

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‘Prime time’ contra el matrimonio infantil en Bangladesh

Bangladesh/5 de julio de 2016/ Fuente: el pais

El 74% de las bangladesíes se casa antes de cumplir los 18. El programa más visto de la televisión denuncia esta lacra con un corto satírico interpretado por extranjeros.

Hace un sol abrasador en una farm house del distrito bangladesí de Savar, en las afueras de Dacca. Unos 40 extranjeros residentes en Bangladesh ensayan diálogos en bengalí entre ocas y gallinas que pululan por un patio de tierra. Practican los gestos. Descansan en la espera. Ellos van vestidos con holgadas camisas y lunguis, unas faldillas que cubren hasta los tobillos, y ellas llevan tradicionales saris, más alegres o apagados en función de la edad; las mejillas de los malos de la trama están tatuadas con exageradas cicatrices y cuanto más villanos son más barba tienen, mientras que las chicas jóvenes van adornadas con trenzas y moños envueltos por lazos de colores. Y luego está, claro, la estrella principal: la niña objeto del deseo, con una mirada inmaculada y coloretes que resaltan su inocencia. Hanif Sanket, el director, se mueve de un lado para otro con la cabeza gacha y los ojos sobresaliendo sobre las gafas, clavados en algún punto inexacto que solo su mente conoce. No hay tiempo que perder, dice. «Acción».

—Un momento, paraos— dice Idrish, un miembro del consejo rural a sus asociados mientras observa desde la distancia a Sufia, una chica bonita, adolescente, que camina por una vereda del pueblo junto a varias amigas.

—Ese viejo canalla ojeroso —murmura con disgusto Sufia a sus compañeras al sentirse observada.

—Debes tener la edad de su hija… ¡pero cómo te mira!— secunda una de ellas.

—Señor, ¿le gusta la chica? Solo tiene que ordenarlo y se la conseguiremos—, le dicen a Idris sus acólitos.

En efecto, al miembro del consejo le gusta la chica, aunque ni siquiera sabe cómo se llama ni cuántos años tiene, ni de qué familia es. Desconoce si ha terminado de estudiar y si tiene aspiraciones o sueños. Pero Idrish moverá hilos para casarse con una niña de la que se ha encaprichado y a la que saca mucha edad. El consentimiento del resto de las partes implicadas es prescindible para alguien poderoso.

La realidad supera la ficción

La trama es pura ficción y corresponde a un sketch de unos seis minutos de duración, pero refleja una realidad tan cotidiana como desayunar o dormir. Escruta una de las lacras más bochornosas de Bangladesh, un país de 160 millones de habitantes y mayoría musulmana donde los matrimonios infantiles ocurren desde tiempos inmemoriales. Según datos de Unicef, casi tres cuartas partes de las bangladesíes se casan antes de cumplir la mayoría de edad. El país ostenta el dudoso honor de tener la segunda tasa más alta de matrimonios infantiles del planeta en esta franja y la primera en menores de 15 años. La trama en sí no tiene excesivo misterio, más allá del entusiasmo de los protagonistas. Un día de rodaje, cuatro semanas de ensayos intermitentes, actores aficionados, maquillaje exprés, guiones a menudo aprendidos deprisa y corriendo, extranjeros balbuceando en bengalí. Un popurrí de acentazos variados con dejes de lenguas como francés, español, holandés, italiano, inglés o alemán.

Es poco probable que alguno de estos actores improvisados gane un Óscar en la próxima edición, pero la importancia del corto no radica tanto en el plano artístico como en ser un potente altavoz, al formar parte del programa más popular de la televisión en Bangladesh. Ittadi (Etcétera, en castellano), que Hanif Sanket lleva dirigiendo casi tres décadas, se emite un puñado de veces al año y el de esta ocasión es una suerte de especial de Nochevieja de Televisión Española pues es difundido en el punto más álgido del Eid-ul-Fitr, festival comparado con la Navidad cristiana que corona el final del mes sagrado islámico del Ramadán. Entre 80 y 90 millones de espectadores, más de la mitad de la población, se pondrán frente al televisor esa jornada para ver las peripecias y sobreactuaciones de los extranjeros residentes en Bangladesh y reírse con unsketch cargado de sátira que les transportará este año, como otros, a un terreno conocido, muchas veces tolerado e impune. ¿Agitará sus conciencias?

Un corto, más efectivo que cientos de proyectos

«Este corto llega a multitudes. Es muy importante para la gente y puede ser más efectivo que todos los proyectos financiados por donantes extranjeros, con sentido del humor y utilizando la sátira, sin ser demasiado moralista, pero poniendo el dedo en la llaga en asuntos muy serios», dice Niels van den Berge, un consultor holandés residente en Dacca que en el pasado ejerció de diputado por la Izquierda Verde en su país natal y que en Ittadi encarna al malo más malo, Idrish, con una mirada siempre agresiva, la obligada cicatriz y una poblada barba anaranjada con henna.

Casi tres cuartas partes de las bangladesíes se casan antes de cumplir la mayoría de edad

«Esta es la historia de un hombre poderoso que quiere casarse con una joven bella probablemente de familia pobre, y esto es algo que pasa en Bangladesh», lamenta. Van den Berge califica de «preocupantes» los matrimonios concertados, que si bien son tradición con frecuencia se convierten en «matrimonios forzosos». «La parte buena del sketch es que tiene un final feliz, en contraposición con la realidad. La realidad muchas veces nos dice que el hombre mayor acaba casándose con la niña», reflexiona Van den Berge.

—Eres tan bonita— dice Idrish a Sufia, entre gestos serviles de sus asociados, mientras se prepara la inminente boda.

—¡Y tú eres un primate!— responde ella, triste, en una actitud inusual fuera del mundo del celuloide.

—¡Joder, no trates así a tu marido! Dentro de dos días serás mi esposa.

—Si hace falta, me quitaré la vida.

Entretanto, muchos lugareños se oponen al casamiento y se movilizan liderados por el joven Bashir, que ha regresado a la aldea tras terminar la carrera universitaria en la capital. Bashir, a quien desde siempre Sufia ha hecho tilín, llega con ideas más modernas sobre las relaciones entre hombres y mujeres. «Paremos la opresión hacia las mujeres / arranquemos la piel del miembro del consejo», gritan las masas. El pueblo está con Sufia y su familia, pero poco le importa eso a Idrish y sus secuaces, que secuestran a la niña y a su padre y los acaban llevando a la ceremonia. Una vez allí, entre un mar de lágrimas y mientras el mulá registra el matrimonio, aparecen sorpresivamente unos agentes de la Policía cargando viejos fusiles. De nada sirve que el poderoso del pueblo amenace con transferir a los agentes a un distrito remoto. Ellos, incorruptibles y enteros, algo que no siempre es así, contestan que le enviarán antes a él a prisión. Al final Bashir, convertido en héroe, promete al padre de Sufia casarse con su hija para restaurar el honor de la familia una vez haya cumplido los 18. Y como colofón para una historia complicada pero con final feliz: un baile estilo Bollywood, o mejor dicho Dhallywood, como se conoce a la menos internacional industria cinematográfica bangladesí.

Sin baile no hay arte ni final feliz

«La experiencia es fantástica. Acabas agotado pero es muy divertido. Es una situación en la que todos ganan. Para muchos es la primera vez delante de una cámara», dice Monja McKey, una neoyorquina que trabaja desde hace dos años en Dacca como profesora de arte dramático en una escuela internacional. McKey interpreta el papel de la madre de la niña y al tiempo ha aportado dosis de paciencia, ayudando al equipo a preparar la coreografía del baile.

El país ostenta la tasa más alta de matrimonios infantiles del planeta en menores de 15 años

«Casi todo el arte aquí gira en torno a la danza y el movimiento. Apenas existen programas televisivos o películas que no incluyan baile. Es una parte intrínseca de su cultura que tiene mucha relación con la India, con la religión (hindú)», agrega. Aplaude McKey que Ittadi ponga en la palestra un asunto como los matrimonios infantiles teniendo en cuenta que el público está nutrido principalmente por clases bajas y medias que van desde rickshawalas (conductores) a vendedores de té o amas de casa, es decir, «aquella parte de la población más susceptible de casar a sus hijas a una edad temprana».

«La gente adora este espectáculo. Tengo amigos que han participado en otras ocasiones y aunque hayan dicho solo tres palabras son reconocidos en la calle. La gente repite sus frases. Incluso en zonas remotas como los Chittagong Hill Tracts (en la frontera con Birmania) se han topado con personas que meses después del episodio se acuerdan», afirma. Y sentencia con ironía: «Yo fui actriz, me subí a escenarios, pero nunca tuve 90 millones de espectadores en toda mi carrera». El mensaje está en camino. La audiencia, aguarda impaciente.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/07/01/planeta_futuro/1467382154_067484.html

Imagen:http://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2016/07/01/planeta_futuro/1467382154_067484_1467382940_noticia_normal_recorte1.jpg

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Escuelas inaccesibles para millones

Londres/09 de Junio de 2016/hrw.org

Por: Human Rights Watch

La adopción de leyes y políticas discriminatorias, y la falta de voluntad política para dar cumplimiento a obligaciones básicas en materia de derechos humanos por países de todas las regiones del mundo, impiden que millones de niños y adolescentes puedan asistir a la escuela, señaló Human Rights Watch en un informe difundido hoy. Altos funcionarios gubernamentales del área de educación, responsables de políticas globales y agencias de financiamiento se reunirán en Noruega del 13 al 16 de junio para adoptar medidas que mejoren el acceso a la educación de calidad a nivel mundial.

El informe de 89 páginas, denominado “The Educaction Deficit: Failures to Protect and Fulfill the Right to Education in Global Development Agendas» [Déficits en materia educativa: ausencia de medidas de protección y cumplimiento del derecho a la educación en las agendas globales de desarrollo], sostiene que, dos décadas atrás, los gobiernos de países de distintas regiones del mundo expresaron el compromiso de eliminar los obstáculos a la educación para las generaciones venideras. Sin embargo, Human Rights Watch evidenció que, en muchos países, las leyes y prácticas discriminatorias, los aranceles elevados, la violencia y otros factores excluyen a niños y adolescentes de las escuelas. El informe se elaboró a partir de investigaciones   llevadas a cabo por Human Rights Watch en más de 40 países, a lo largo de casi dos décadas. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO,  ha informado que 124 millones de niños y adolescentes no asisten a la escuela.

“Es inconcebible que, en 2016, se niegue el derecho a la educación a millones de niños y adolescentes de todo el mundo”, manifestó Elin Martínez, investigadora de derechos del niño de Human Rights Watch. “La escasa supervisión gubernamental y la carencia de políticas que prohíban de manera absoluta la discriminación a menudo permiten que los funcionarios del área educativa tengan atribuciones ilimitadas para decidir quiénes pueden entrar a una escuela y quiénes quedan afuera”.

La totalidad de los 196 países miembros de la ONU han asumido obligaciones jurídicas frente a todos los niños en su territorio. La Convención sobre los Derechos del Niño, que ha sido ampliamente ratificada, así como varios otros tratados internacionales y regionales, estipulan requisitos detallados para proteger el derecho a la educación. En septiembre de 2015, los gobiernos acordaron trabajar conjuntamente con el fin de “garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos» para el año 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsados por la ONU, y establecieron así como meta global el acceso a la educación secundaria por primera vez. Los objetivos de desarrollo anteriores, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, procuraron asegurar en forma plena el acceso a la educación primaria y su finalización, aunque todavía no han sido alcanzados no han sido alcanzados.

A pesar de la obligación de eliminar los aranceles en la escuela primaria y otros costos asociados, que se encuentra en numerosos tratados internacionales, muchos países —como la República Democrática del Congo y Sudáfrica— aplican aranceles que las familias no pueden solventar. Los aranceles y costos asociados de la educación secundaria impiden que millones de adolescentes en Bangladesh, Indonesia y Nepal, por ejemplo, puedan completar al menos nueve años de educación.

“Mi último año de escuela fue el primer semestre del primer año de la escuela media. Deseaba realmente continuar estudiando, pero la verdad es que no tenía el dinero necesario”, contó Endah, que abandonó la escuela en Indonesia para emplearse en el servicio doméstico cuando tenía 15 años. “El arancel de la escuela era de 15.000 rupias (USD 1,10) por mes. Pero lo que realmente no podía pagar era el ‘arancel edilicio’ y el uniforme. Tenía un valor de 500.000 rupias (USD 37)… Luego, cada semestre teníamos que comprar libros”.

La violencia en contextos escolares afecta a más de 246 millones de niños, según indica el organismo de la ONU para la infancia, UNICEF. Los castigos físicos en las escuelas —una práctica que equivale a tortura y trato degradante, y afecta negativamente la capacidad de aprendizaje de los niños— es lícita o sigue siendo generalizada en países como Tanzania, Sudáfrica y muchos estados de EE. UU.

Entre los factores que propician que las jovencitas a

bandonen la escuela, se incluyen el carácter extendido de los abusos sexuales y la violencia por parte de docentes y pares, pruebas físicas de virginidad abusivas e irrelevantes, pruebas de embarazo obligatorias, y políticas que excluyen a jovencitas embarazadas de las escuelas. Las condiciones insalubres e inadecuadas en escuelas, incluida la falta de instalaciones donde atender los cuidados relativos al ciclo menstrual con privacidad y en forma digna, provocan que muchas adolescentes, incluidas jóvenes con discapacidad, tengan una asistencia irregular o abandonen los estudios. El matrimonio infantil es, a la vez, una causa y una consecuencia de la falta de acceso a educación de calidad en países como Bangladesh, Nepal, Tanzania y Zimbabwe.

Millones de niños con discapacidad en China y Sudáfrica, así como niños de diversos grupos étnicos, idiomáticos o religiosos en la India, sufren habitualmente discriminación por parte de funcionarios gubernamentales cuando intentan inscribirse en escuelas. Una vez que ingresan a las escuelas, muchos de estos niños son asignados a aulas segregadas, donde reciben educación de calidad inferior. Muchos niños con discapacidad abandonan la escuela debido a la ausencia de docentes especialmente preparados, falta de apoyo o porque no son admitidos para pasar a niveles más avanzados de educación. En Rusia y Serbia, por ejemplo, existe una cantidad desproporcionada de niños con discapacidad confinados en instituciones, que con frecuencia solo reciben educación de baja calidad, o directamente ninguna educación.

Una cantidad cada vez mayor de niños que viven en contextos de crisis humanitarias y conflicto a largo plazo no pueden hacer valer su derecho a la educación, dado que las escuelas son inaccesibles o inseguras. Los ataques a escuelas y la ocupación de estas instituciones con fines militares han impedido que millones de niños en Afganistán, Nigeria, Palestina, Ucrania y Yemen pudieran ir a la escuela.

También en países de ingresos medios y altos se crean obstáculos a la educación, a través de prácticas discriminatorias contra minorías, refugiados, migrantes y niños LGBT.

Todos los gobiernos deberían garantizar que la educación primaria sea verdaderamente gratuita y obligatoria, y que la escuela secundaria sea gratuita. Los gobiernos deberían eliminar las políticas o reglamentaciones discriminatorias que permiten que las escuelas excluyan a niños y adolescentes, y asegurar que las escuelas atiendan las necesidades de las jovencitas, los niños con discapacidad, los niños que pertenecen a minorías y los niños LGBT.

Los gobiernos deberían abolir por ley los castigos físicos y adoptar medidas más rigurosas para garantizar que los niños estén seguros frente a violencia, abusos y hostigamiento en las escuelas.

Los donantes —incluidas las instituciones financieras multilaterales como el Banco Mundial y la Alianza Mundial para la Educación— y los organismos internacionales que ayudan a los gobiernos a implementar sus planes educativos, deberían observar los estándares de derechos humanos y no hacer ningún tipo de concesiones ante abusos que excluyan de las escuelas a niños y adolescentes.

El Secretario General de la ONU y la UNESCO deberían garantizar que los “países líderes” —que encabezan iniciativas globales en materia de educación— cumplan sus propias obligaciones de derechos humanos y pongan fin a los abusos en sus propios sistemas educativos.

“No debería haber ningún grado de tolerancia ante el incumplimiento de estas obligaciones, cuando de lo que se trata es de garantizar el acceso a la educación a todos los niños y adolescentes del mundo”, apuntó Martínez. “Los niños no pueden esperar otros 15 años, ni tampoco otro año lectivo, para que sus gobiernos garanticen plenamente su derecho a prepararse para el futuro”.

Citas extraídas del informe

“La mayoría [de los alumnos en] las principales escuelas no tienen que pagar. Pero nosotros sí tenemos que pagar los aranceles. Muchos padres que tienen hijos con discapacidad no podemos trabajar, y debemos ocuparnos de ellos las 24 horas. Las escuelas nos escriben para preguntarnos por qué no hemos pagado, pero no entienden nuestra situación”.
–Padre de un joven de 8 años con autismo, Johannesburgo, Sudáfrica

“Mi prima y yo somos las únicas niñas sirias de la clase. Los demás alumnos se confabularon en contra nuestra y andan diciendo que hablamos mucho y que nos portamos mal. El maestro nos envió al fondo del aula. Todos los maestros me tratan mal porque soy siria. Cuando uno de los maestros le pregunta algo a una niña jordana y ella responde correctamente, le dice ‘¡Bravo!’. En cambio, cuando soy yo quien contesta bien, no me dice nada”.
–Hadeel (seudónimo), 11, Al-Zarqa, Jordania

“Me golpeaban cuando el maestro no los veía, y como mi maestro no veía lo que pasaba no hacía nada para impedirlo. Mi padre se presentó ante el director de la escuela para quejarse, y este le dijo: ‘Si le preocupa, entonces no debería seguir mandándola a la escuela…’. En Siria me encantaba ir a la escuela. Tenía amigos. Me gustaba muchísimo aprender”.
–Fatima, 12, Turgutlu, Turquía

“Un [maestro] intentó persuadirme para que tuviera relaciones sexuales, y entonces yo no quería avanzar a Nivel 2 para evitar tener que pasar por eso. Dejé de ir [a educación física]. Lo hice porque temía que si me encontraba con él, me llevara a algún sitio para hacerme cosas. Me sentía mal y [los maestros] me llamaron para decirme que no me estaba concentrando o estudiando y que entonces mi desempeño no era bueno… Decidí dejar la escuela y no seguir malgastando el dinero de mis padres”.
–Ana, 16, Mwanza, Tanzania

“El sistema educativo japonés es realmente muy estricto con el tema del género. Les inculca claramente a los alumnos adónde pertenecen y adónde no; en los años más avanzados, cuando la división de géneros es más marcada, los niños transgénero comienzan realmente a sufrir. Tienen que ocultar su realidad y mentir, o actuar como ellos mismos y exponerse así al hostigamiento y la exclusión”.
–Docente transgénero de escuela secundaria, Japón

“Mis tíos me obligaron a contraer matrimonio con un hombre que tenía edad suficiente para ser mi abuelo. Yo iba a la escuela y estaba en sexto grado. Me gustaba la escuela. Si hubiera tenido la posibilidad de terminar los estudios, no habría tenido estos problemas; no estaría trabajando de mesera y separada de mi esposo”.
–Akur L., casada a los 13 años, Sudán del Sur

“Quedé embarazada el año pasado, cuando tenía 14. Tuve que dejar de ir a la escuela ese mismo año porque mi madre, que trabaja como empleada doméstica y cobra un salario de USD 50 por mes, no podía cubrir el costo de que yo fuera a la escuela. Tuve una relación sentimental con un hombre mayor que estaba casado. Fui al hospital y di a luz un niño que murió pocos minutos después… Quisiera volver a la escuela porque todavía soy una niña”.
–Abigail C., 15, Zimbabwe

“[El ejército] disparó contra mi escuela con un tanque… Cuando huí corriendo, un shabiha [miembro de milicia apoyada por el Estado] me tomó por el hombro, pero tras forcejar conseguí escaparme. El shabiha entró a la escuela y disparó contra las ventanas y rompió las computadoras. Luego de eso, solamente volví para rendir mis exámenes”.
–Rami, 12 años, refugiado procedente de la gobernación de Daraa en Siria, entrevistado en Ramtha, Jordania.

Fuente: https://www.hrw.org/es/news/2016/06/09/escuelas-inaccesibles-para-millones

 

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La esclavitud moderna, sobre todo en Asia

Asia/02 de junio de 2016/Fuente:DW

La esclavitud toma en nuestros tiempos diversas formas. Unos 46 millones de personas están afectadas, de acuerdo con un estudio realizado por la Fundación Walk Free. Especialmente en Asia, como nos explica su directora.

Deutsche Welle: Según el Índice Global de la Esclavitud 2016, la mayoría de esclavos de nuestro tiempo viven en Asia. ¿Cuál es la razón?

Fiona David: Calculamos que dos tercios de los aproximadamente 46 millones de personas que viven en condiciones de esclavitud se encuentran en Asia. Hablamos de trabajadores forzados en las fábricas de ladrillos, niños mendigos en Afganistán y la India, gente que trabaja la tierra o en el sector textil obligada por sus deudas. La creciente población y su integración en las cadenas de valor globales de la región de Asia y el Pacífico puede dar como resultado unos costos laborales muy bajos en la producción de bienes y servicios que todos nosotros consumimos.

46 millones de personas viven en condiciones de esclavitud

El informe publicado por la fundación australiana Walk Free apunta a la India, China, Pakistán, Bangladesh y Uzbekistán como los países más permisivos con la explotación. (31.05.2016)

Francisco: explotación laboral es «pecado mortal»

Trabajo infantil – El peligro de ser explotados

Juicio histórico por esclavitud sexual en Guatemala

El Caribe exige a Cameron compensaciones por esclavitud

¿En qué condiciones trabajan y viven estas personas?

En condiciones miserables. Un caso actual en Indonesia puede servir de ejemplo: el gobierno ha rescatado a más de dos mil personas en la remota isla de Benjinio. Algunos trabajaban desde hace años como prisioneros en los barcos de pesca. Eran maltratados y obligados a trabajar sin cobrar. Algunos estaban en jaulas. No es sólo una cuestión de salario, sino de violenta privación de libertad.

Según el informe, en la India hay 18,3 millones, cuatro más que hace dos años. ¿Cómo se explica este aumento?

No creo que el número absoluto de personas que viven en condiciones de esclavitud haya aumentado. Lo que pasa es que nuestras estimaciones anteriores se basaban en fuentes secundarias y ahora hemos podido realizar encuestas y entrevistas personales en 15 de los 29 estados del país, en ocho idiomas, por lo que tenemos una imagen más clara de la situación real, incluyendo el problema de los matrimonios forzados.

¿Cómo podría abordar el problema el gobierno indio?

Es positivo que, desde hace años, el gobierno indio se esté tomando en serio el problema. La primera medida en respuesta a estos problemas es hacer leyes apropiadas. Por ejemplo, la que penaliza la servidumbre por deudas lleva en vigor desde la década de 1970. Pero ahora se hace un seguimiento de las medidas y para comprobar que estén funcionando.

Nordkorea Zwangsarbeiter im AuslandEl norcoreano Lee Yong-ho fue enviado como trabajador forzado a Rusia.

¿Y los demás países?

Hay algunos que están haciendo muy buen trabajo. Pero hay gobiernos que no hacen nada para abordar el problema. Ellos son parte del problema. Por ejemplo, el gobierno de Corea del Norte es la principal causa de la perseverancia del trabajo forzado allí. No sólo mantiene campos de trabajo forzoso en el país, sino que obliga a sus ciudadanos a trabajos forzosos en el extranjero para remitir sus ganancias al régimen. Estos trabajadores saben que, si se niegan, pueden poner en peligro a sus familias.

¿Qué ayuda necesitan los países asiáticos para erradicar este tipo de prácticas de explotación?

Fiona David Walk Free FoundationFiona David, directora de la australiana Walk Free Foundation, autora del Índice Global de Esclavitud.

Especialmente que los consumidores y empresarios se conciencien y utilicen su influencia. Nadie quiere llevar nada producido en condiciones inhumanas, o comer pescado capturado por esclavos en un restaurante donde los norcoreanos están trabajando en contra de su voluntad. Así que tenemos que informar adecuadamente para que los consumidores puedan tomar sus decisiones.
Pero los gobiernos, especialmente los de las diez mayores economías de la región, entre ellas China, Japón y la India, tienen que hacer más. Deben adoptar mecanismos que obliguen a las empresas internacionales a revisar su cadena de suministro para evitar la presencia de la esclavitud y el trabajo forzoso.

Fiona David es la directora ejecutiva de la australiana Walk Free Foundation, que elabora el Índice Global de la Esclavitud.

Fuente: http://www.dw.com/es/la-esclavitud-moderna-sobre-todo-en-asia/a-19297018

Imagen: http://www.dw.com/image/0,,19227616_303,00.jpg

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Asía: Top favorite educational sites in Bangladesh

Asía/Bangladesh/Abril 2016/Fuente:Educationnewsbd24.com /Autor:Shahriar Kobir

Resumen: La información presenta un listado de los principales sitios web educativos de Bangladesh.

Top Favorite Educational Sites in Bangladesh are hand counting. Education is the backbone of a nation. No nation can prosper in life without education.There are various online Educational sites in Bangladesh. But the Top Favorite Educational sites in Bangladesh working  with authenticity & Creativity show the best performance. The  following best Top Favorite Educational sites in Bangladesh link can help you to get immediate news.

Most Favorite Educational sites in Bangladesh are:

There are various education sites in Bangladesh. But Top Favorite Educational Sites in Bangladesh are hand counting. Everybody can prosper in life by the light of education. Even Every nation can prosper in life by the light of education also. So education site is very most important here in Bangladesh. The Top Most favorite education sites in Bangladesh are as follows:

  1. www.educationnewsbd24.com
  2. http://www.allbdresult.com/
  3. http://healthebd24.com/
  4. http://resultinbd.net/
  5. http://examresultbd.com
  6. http://bangladeshresult.com/
  7. http://allbdresults.com/
  8. http://teachingbd.com/
  9. http://lekhaporabd.com/
  10. http://www.amarpathshala.com/

Ignorance is similar to darkness. So there is no alternative without education. Education assists a country to goes ahead in a day by days.

Welcome to the Top most Favorite Educational sites in Bangladesh. Hope you can easily solve your purpose with authentication. you can see others list of education site here: All Educational Site in Bangladesh

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If you want to get the available information regarding “Top Favorite Educational Sites in Bangladesh” please always stays and follows this site:educationnewsbd24.com

Fuente de la noticia:http://educationnewsbd24.com/top-favorite-educational-sites-in-bangladesh/

Fuente de la imagen:http://i0.wp.com/i.imgur.com/nB0Dc27.jpg?resize=300%2C300

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Se Vende Infancia por 10 Euros al Mes en Bangladesh

Bangladesh/ Agosto 2015/ Autora: Alejandra Agudo/Fuente: El País

“No tengo tiempo de jugar”. Emon Hawlader se divierte tan solo los viernes por la tarde, el único tiempo libre del que dispone desde que empezó a trabajar hace dos años y medio como mecánico de vehículos. “Juego solo, tirando una pelota a la pared”, dice el chico tímido, triste y sucio de hollín y aceite de motor. Tiene solo 13 años, vive en una chabola de chapa de unos nueve metros cuadrados que comparte con los otros cinco miembros de su familia, sus padres y tres hermanas pequeñas, muy cerca de las vías del tren en un slum de Dacca, capital de Bangladesh. El crío es uno de los 168 millones de menores víctimas del trabajo infantil en el mundo y uno de los 7,9 millones niños obreros que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que hay en su país.

Emon Hawlader gana 1.500 takas (17,5 euros) al mes. A cambio, trabaja los 365 días del año, nueve horas diarias, aunque a veces alarga su jornada toda la noche si hay muchos vehículos que reparar. Aguanta las bofetadas, martillazos u otras agresiones de su jefe cuando se equivoca, y se lleva algún golpe en la cabeza cuando está debajo de un coche y hace algún mal movimiento. ¿Por qué un niño de 13 años está arreglando bujías y pistones en vez de jugando al fútbol con amigos en el recreo del colegio entre clases? El patrón dice que está aprendiendo el oficio y «sacándose un dinerillo mientras estudia». «Sé que está prohibido, pero no le exploto», apostilla. La madre explica que el sueldo del padre, ayudante de un conductor de camioneta, no da para comer y pagar el alquiler. Por eso, su hijo y la mayor de las chicas, de 11 años, trabajan.

Así lo relata el niño: “No se supone que tenga estar feliz o sentirme bien, sino ayudar a la familia. El jefe me regaña, no se porta bien conmigo, pero si trabajas en un taller es normal que te peguen”.

“Es por la pobreza”, sentencia Abdus Shahid Mahmood, presidente de la Bangladesh Shishu Adhikar Forum (BSAF), una coalición de organizaciones contra el trabajo infantil. La ecuación es así de sencilla. En Bangladesh, un 43,25% de sus 156,5 millones de habitantes vive en situación de pobreza extrema —con menos de 1,25 dólares al día—. Y un 80% de los que tienen un empleo subsiste con menos de dos dólares diarios. Gran parte de ese abultado porcentaje de miseria lo engrosan y sufren los niños, que representan un 40% de la población del país (más de 60 millones). El resultado: abundante mano de obra muy barata.

“De acuerdo con la legislación, los menores de 14 años no pueden trabajar. Y los que tienen entre 15 y 17 pueden ser contratados, pero no en empleos peligrosos para su salud física o mental”, apunta Shahid Mahmood en referencia a la Bangladesh Labour Act (ley del trabajo) de 2006 y la Child Labour Elimination Policy (NCLEP) aprobada en 2010. Pero tales leyes no se cumplen. Casi ocho millones de niños son la prueba; el 93,3% trabaja informalmente por salarios pírricos de entre 10 y 20 euros al mes, en condiciones infrahumanas y sin derecho alguno. Así lo revela la última estadística oficial disponible realizada por el Gobierno en 2003. “Y sabemos que el número ha aumentado desde entonces. Calculamos que ahora hay 10 millones, pues la población aumenta, hay más inmigración de las zonas rurales a la ciudad y los pequeños encuentran empleo más fácilmente para mantener a la familia”, abunda. Si esa cifra se confirmase en la nueva encuesta pública al respecto que está elaborando el actual Gobierno y cuyos resultados se conocerán a finales de 2015, más del 16% de los niños del país estarían en esta situación. Multiplicarían por cinco la plantilla de la empresa privada con más empleados del mundo: Wallmart.

“No hay castigo ni acciones públicas para acabar con este problema. El Gobierno tiene planes, pero hay que implementarlos”, se queja este testigo de abundantes injusticias. “Los políticos deberían hacer más para proteger a la infancia. Las autoridades deberían ir a los slums, pero no van, y cuando lo hacen es para recibir dinero y mirar para otro lado”, acusa Shahid Mahmood ya casi exhausto en su enfado. La madre de Emon sabe bien que la policía podría multarles —a los padres y al empleador—, pero que eso no ocurrirá. “Nunca vienen por aquí”, reconoce encogiendo los hombros, sentada en su única cama, que ocupa la mitad del espacio de su vivienda en el poblado de chabolas de Shampur.

Basta conversar con alguno de los 16 millones de vecinos de Dacca, especialmente aquellos de los barrios más pobres, para comprobar el alto grado de aceptación del trabajo infantil. “Bangladesh es así”, dice la mayoría. “Somos pobres”, alegan los progenitores. “Son pobres”, justifican los empleadores. Ante este panorama, hay dos tipos de intervenciones posibles, en opinión de Mohammad Jasim Uddin Kabir, director del programa contra el trabajo infantil de la ONG española Educo, en Bangladesh: sacarles de su empleo o apoyarles con educación.

“Para muchos es prácticamente imposible dejar su trabajo, pues sus familias dependen de sus salarios”, apostilla Uddin Kabir. Por eso, Educo comenzó en el 2000 un programa de educación adaptada a niños trabajadores. No sin críticas, reconocen en la organización, pues hay quienes les consideran cómplices del problema. En la ONG arguyen, sin embargo, que a través de la formación consiguen el doble efecto de mejorar las aptitudes de los pequeños para conseguir empleos mejores y romper el círculo de la pobreza en el futuro y, en los mejores de los casos, convencer a los chavales y sus padres de que abandonar el trabajo para la dedicación exclusiva a la escuela es la mejor opción. A veces, lo consiguen.

Kanchon Rani Das dejó su empleo como sirvienta en una casa hace tres meses después de cuatro años de servicio. “Ahora dibujo y estudio más inglés”, dice la niña de 11 años en la lengua de Shakespeare. “Es un idioma internacional y quiero viajar al extranjero”, continúa sonriente. Alumna de 5º de primaria, pronto se someterá al Somapony, el examen oficial que los estudiantes deben pasar para obtener el título y continuar su formación. «Desde 2012, seguimos el plan de estudios oficial y así nos aseguramos de que nuestros alumnos puedan presentarse y obtener el certificado», puntualiza Uddin Kabir. Desde entonces, todos los estudiantes de Educo han pasado la prueba. «El 51% de los niños de las escuelas para trabajadores saca la máxima calificación con más del 80% de las preguntas bien contestadas», destaca el responsable del proyecto, no sin atribuirles a los chiquillos su parte de éxito. «Son más inteligentes, aplicados y prácticos que los que no trabajan», opina.

«I want to go to university and be a teacher», continúa resuelta Kanchon. Su madre, Joshowda Rani, de 40 años, la observa orgullosa mientras la niña relata en inglés sus planes de ir a la universidad y ser profesora. «Estoy muy contenta y sorprendida de que hable otro idioma», apunta la progenitora. «Su padre y yo trabajamos duro para que ella pueda estudiar y ser libre», añade. Ahora que se ha quitado la losa de la jornada laboral, ha podido colgarse definitivamente la mochila. Acude siete horas a la escuela, recibe clases adicionales y tiene tiempo para repasar la lección en casa. «El trabajo infantil debe parar. Pero la realidad es así. Los niños trabajan porque necesitan dinero debido a la mala situación económica de sus familias», resuelve, conocedora en primera persona de lo que habla, ella que lavaba la ropa, hacía la comida y barría la casa de otros por dinero.

«Ellos [sus empleadores] eran felices; tenían frigorífico y televisión, y sus hijos estudiaban en buenas escuelas. Y me preguntaba por qué yo vivía de esa manera. Ahora creo que si estudio mucho podré llegar a tener ese tipo de vida, tener una casa de madera fuera del slum y que mis padres se vengan conmigo», afirma convencida.

Otros no tienen la oportunidad de dejar su empleo y van a clase tres horas al día antes, durante o después de su jornada laboral. Alamin, de 11 años, es uno de ellos. Se levanta temprano, se asea y desayuna un cuenco de arroz antes de irse a trabajar. Durante diez horas diarias fabrica chanclas de plástico marca Raty junto a otros diez chavales de su edad. Ninguno para, ni sonríe, ni habla. Cuando acaba a las diez de la noche, regresa a casa, donde volverá a cenar arroz, quizá aderezado con curry, después de ducharse. Y dormirá en el suelo, pues la única cama de la vivienda familiar en el barrio chabolista de Hazaribag, en Dacca, la ocupan sus padres, su hermano pequeño y la enferma abuela de 80 años.

Así ha sido la vida de Alamin desde hace dos años y medio. Porque necesita los 1.000 takas al mes (11,75 euros) que recibe por su trabajo para ayudar a la economía doméstica. Sobre sus hombros excesivamente musculados para su edad pesa la responsabilidad de pagar la mitad del alquiler de la casa, ya que su madre cuida de la anciana y su padre sufre algún tipo de discapacidad y no consigue empleos bien remunerados de manera continua.»Algunos días vende verduras en el mercado», detalla la progenitora, que asegura que Alamin no trabajaría si no fuera por necesidad. «Ninguna madre quiere esto para sus hijos, pero tenemos suerte de que su jefe le deja estudiar», concluye.

Raton Das, de 40 años y dueño de la fábrica de chanclas en una cochambrosa edificación en el slum de Hazaribag fue, de hecho, quien animó al chico a matricularse en la escuela que Educo tiene en el barrio. Después de que la ONG evaluara su caso y resolviera aceptarle por su situación extrema, Alamin empezó la primaria el pasado enero. «Me gusta aprender a sumar y restar», señala sin dar muestra de alegría en su rostro o su voz. ¿Qué desea para el futuro? «Un buen empleo», responde escueto antes de volver a su mecánica labor.

«Los niños son muy pobres y vienen a pedir trabajo porque aquí tienen una oportunidad de ganar un salario», alega el jefe cuando se le plantea la ilegalidad de que toda su plantilla esté compuesta por menores de 14 años. «Los adultos no accederían a realizar este trabajo por este sueldo. Tendría que pagarles más», expone sin atisbo de culpa. Eso sí, no quiere que su hijo de tres años tenga el mismo destino que los necesitados críos que se asoman por la puerta para solicitar empleo. «Espero que solo estudie». Con todo, Raton Das no es el peor de los patronos posibles. Concienciado de la importancia de la educación, preside una asociación para promover que otros empresarios del barrio permitan a sus pequeños obreros acudir a la escuela. «Si estudian, será beneficioso para todo el país», manifiesta.

Esta idea es compartida por los responsables de la ONG española, que ha levantado en Bangladesh cinco escuelas propias para estos críos. En Korail, el más grande de los slums de Dacca, con unos 200.000 habitantes en el centro de la ciudad hacinados en chabolas junto a un vertedero, Educo dispone de tres escuelas, dos corrientes y una especializada en niños trabajadores. Cada año admiten a 30 nuevos alumnos en cada una de ellas. Además, otras organizaciones como Save the Children también han abierto colegios en el barrio y es fácil encontrarse con pequeños grupos de uniformados de rojo, azul o verde, dependiendo de que ONG sea la titular de su escuela. Puntadas de colores para coser un gran roto que se remienda por un lado mientras se desgarra por el otro.

Así, mientras Jasmin, de 25 años, y Siddik, de 27, abrían respectivamente sus fábricas de aluminio en un barrio industrial de la capital bengalí, gracias a que habían aprendido a escribir, sumar, restar y llevar una contabilidad básica, como ellos mismos relatan; Shopon se iniciaba como repartidor de comida en un restaurante con tan solo ocho años. Después de que el padre abandonara a la familia, la madre empezó a mendigar y el niño a reciclar plástico y otros materiales de valor ed la basura. Desde hace un año, el vertedero de Korail es su oficina; y hoy, como cada día, este crío de 11 años con el rostro cruzado por cicatrices y los pies descalzos llenos de heridas abiertas por los cristales o cualquier objeto punzante traicioneramente mezclado con los desperdicios y los gusanos, se pasará las horas matinales a la caza de tapones, botellas o cables con preciado cobre en su interior, que luego venderá al peso.

Algún día, por la simple razón del paso de los años, Shopon dejará de ser un niño trabajador, una ilegalidad, una vergüenza para quienes son responsables de su infancia perdida. Quizá llegue a cumplir su sueño de ser policía «para perseguir a los ladrones». De momento, está aprendiendo los números.

Alamin, Kanchon, Emon, Shopon… y tantos otros (hasta ocho millones) son el último eslabón de una cadena de producción y un sistema económico que, en busca del máximo beneficio, se aprovecha de los más débiles y necesitados, hasta que ya no hay nadie más debajo. Quedan solo ellos: los niños sin infancia de las fábricas.

Fuente de la Noticia: http://elpais.com/elpais/2015/08/03/planeta_futuro/1438592115_306609.html

Información de las Fotografías:

Emon Hawlader tiene 13 años. Vive en el ‘slum’ de Shampur, en Dacca. Trabaja entre nueve y diez horas diarias reparando motores de vehículos desde hace dos años y medio. A mitad de jornada acude a la escuela. Pero a veces, por el estrés, la carga de trabajo o las agresiones de su jefe, no puede asistir a clase. (Fotografía de Sofía Moro)

Fuente de las Fotografías: http://elpais.com/elpais/2015/08/03/album/1438594078_621078.html#1438594078_621078_1438595378

 Procesado por:

María Magdalena Sarraute Requesens. Doctorado en Ciencias de la Educación, Magister en Desarrollo Curricular, Licenciada en Relaciones Industriales y con cursos de postgrados no conducentes a grado académico. Co-creadora de diferentes escuelas de postgrados. Diseñadora y evaluadora curricular de cientos de programas de pre y postgrados. Docente – Investigadora Educativa del CIM y reconocida por el PEII en la Categoría B, Coordinadora General del Centro Nacional de Investigaciones Educativas, Integrante de la SVEC e Integrante Fundadora de la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa.

 

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