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La educación en el cambio de siglo

Chile / 1 de febrero de 2018 / Autor: Malva Villalón / Fuente: Scielo

Resumen
Pocas veces la arquitectura, en cuanto recrear y construir un mundo, es tan elocuente. Para un niño, la escuela es la primera visión de lo que es la sociedad más allá de las puertas de su casa; como tal, se convierte en modelo inaugural de las relaciones extra familiares. Como lo entendía Sánchez Ferlosio, es la entrada del ciudadano en el ámbito de lo público (y de lo impersonal), enfrentándolo sistemáticamente a los otros en una marcadora primera experiencia de urbanidad. ¿Qué pasa hoy con los espacios para la educación, como formadores de sociabilidad? ¿ha invadido la familia el territorio social del colegio? ¿cómo la arquitectura refleja los cambios de una educación que se acomoda cada vez más a la individualidad de cada estudiante?
En un momento en que se han reformulado los roles de padres y profesores, vale la pena preguntarse si las escuelas son las únicas depositarias posibles de la tarea educadora: la necesaria continuidad del proceso más bien hace pensar en una ciudad que es, toda ella, una escuela: abierta, pública, transparente.
Palabras clave: Educación, ensayos – experiencias pedagógicas, establecimientos educacionales, colegios urbanos, escuelas.

La educadora infantil ideal debería tener un físico fuerte, una personalidad agradable y modales tranquilos y firmes. Ser equilibrada y con un carácter moral sólido, fuerte pero no impetuosa, al ser mordida o rasguñada. Su educación debería incluir un doctorado en psicología y medicina, siendo aconsejable que cuente también con estudios de sociología. Su formación tendría que incluir, al menos, cinco años de práctica en carpintería, gasfitería, música y poesía. Tener la capacidad de observar a las personas y evaluar su carácter, relacionándose con gente de todas las edades. Ser capaz de hipnotizar a los padres de sus jóvenes alumnos, y lograr que cambien su forma de pensar luego de dos reuniones de apoderados (Stanton, 1990). (1)

En este perfil es posible reconocer la influencia del filósofo y pedagogo John Dewey (1859-1952), para quien la democracia es la fuerza rectora de la educación y quien concibe la experiencia como el origen del conocimiento y del desarrollo de las personas. Sus ideas guiaron los movimientos pedagógicos iniciados a comienzos del siglo XX. En un período de fuerte expansión de los sistemas educativos, se buscó renovar, a partir de sus principios, la educación en las escuelas y desde éstas a la sociedad completa (Ravitch, 2000). En un tono ciertamente humorístico, este perfil del profesor ideal propuesto al inicio del siglo pone de relieve la amplitud de las demandas impuestas al profesional de la educación. Su figura aparece como la clave del proceso educativo, dotado de unas condiciones personales y de una formación amplia que lo hace capaz de enfrentar en solitario las resistencias de los niños y compensar la falta de preparación de los padres de familia para hacerse cargo de la educación de sus hijos. Estos ideales, así como la época y el contexto en el cual surgen, pueden ser vistos como una de las claves fundamentales para comprender el cuestionamiento al que está sometida la educación escolar en la actualidad.

El proceso de desarrollo de los sistemas escolares alcanzó mayor fuerza desde la segunda mitad del siglo XIX y el comienzo del siglo XX, potenciado por la convergencia de demandas de desarrollo de distinto origen. Por una parte, los requerimientos de personal cualificado desde el sector productivo; por otra, las presiones sociales dirigidas a lograr una mayor igualdad de oportunidades y también la influencia del pensamiento ilustrado, que relaciona el acceso al conocimiento con una mayor equidad social. En este contexto, los sistemas escolares nacionales fueron vistos como el medio más adecuado de responder a estas demandas, compensando las desigualdades determinadas por la situación familiar, especialmente en el caso de los grupos más pobres y marginados. Se instauró la educación básica obligatoria, la que fue complementada con programas de atención a la infancia y con la oferta de programas de educación secundaria, tanto en los países industrializados como en los países en desarrollo más avanzados del mundo occidental (Delors, 1996). Esta concepción de la educación como aspecto clave del cambio social y como tarea del Estado también se hizo sentir en nuestro país.

La consigna “Gobernar es educar” que presidió la campaña que llevó a Pedro Aguirre Cerda a ser elegido Presidente de Chile en 1939, ilustra la relevancia de esta convicción en las políticas gubernamentales de la época, como parte de una tendencia que marcó el desarrollo de los países a lo largo del siglo. Los recursos y esfuerzos se orientaron a garantizar el acceso de la población infantil a la educación básica, a través de la construcción y la dotación de escuelas (Barnard, 2000). Los edificios escolares se convirtieron en un elemento característico del entorno urbano, tanto como las formas sociales propias de la cultura escolar se articularon con el resto de la vida social de todos los sectores. El desarrollo sostenido del sistema escolar llevó a que los profesores llegaran a ser uno de los grupos profesionales más numerosos en todos los países. Diversos especialistas de distintos ámbitos influyeron en la introducción de cambios en los métodos pedagógicos, los objetivos y los contenidos curriculares, los materiales educativos y la formación de los profesores, los sistemas de evaluación y promoción del sistema escolar, buscando incorporar a la enseñanza los hallazgos de la investigación científica y la innovación tecnológica. La profundidad y el ritmo de estos cambios no fueron los mismos en todos los países, influidos por la presión de distintos grupos e instituciones sociales y por la mayor o menor disponibilidad de recursos, pero la tendencia universal fue de un creciente reconocimiento de la importancia de la educación para el desarrollo social y económico (Delors, 1996).

El aumento de los recursos económicos destinados a la educación a través del siglo llevó a un interés creciente por los resultados alcanzados por el sistema escolar, que se hizo más amplio durante las últimas décadas. Títulos como “La escuela ¿Cómplice del fracaso escolar?” (Filp, Cardemil, Donoso, Torres, Diéguez y Schiefelbein, 1981), publicado en Chile o “Una nación en riesgo” (National Commission on Excellence in Education, 1983), en Estados Unidos, permiten ilustrar este contexto de preocupación y denuncia. Durante la segunda mitad del siglo XX, y especialmente desde la década de los setenta y los ochenta, comenzaron a implementarse sistemas de evaluación de los aprendizajes escolares, primero a nivel local y luego a nivel nacional e internacional, estableciéndose comparaciones entre distintos segmentos de la población (Marchesi y Martín, 1998). Los resultados obtenidos mostraron la distancia existente entre las metas propuestas y los logros alcanzados en la asimilación de aquellos conocimientos definidos como básicos para que las personas puedan participar plenamente de la vida en sociedad. Desde entonces se han multiplicado los informes que muestran las dificultades que presenta una mayoría de los alumnos de distintos grados escolares y los egresados del sistema escolar, para resolver problemas matemáticos, comprender lo que leen y expresarse por escrito de acuerdo a los objetivos de los programas cursados (Bruer, 1993). Estas dificultades han probado ser aun mayores para los grupos más vulnerables de la sociedad, entre los que se dan niveles altos de repitencia y deserción escolar. Como consecuencia de este panorama, el interés de los especialistas se ha centrado en la identificación de los factores que determinan la calidad de la enseñanza. Los métodos pedagógicos, las actividades de aprendizaje, el papel del director en la gestión escolar y las relaciones de los centros educativos con las familias y el contexto social inmediato son algunos de los aspectos que han sido reconocidos como los más relevantes para mejorar el rendimiento de los alumnos (Marchesi y Martín, 1998).

Los antecedentes aportados por estos estudios han servido de base para el desarrollo de programas de intervención orientados a lograr una educación más efectiva a partir de la realidad de las escuelas. En este contexto, el perfil del profesor ideal no corresponde al planteado al inicio. El número de profesores que se requiere para atender a toda la población infantil y juvenil no permite esperar una homogeneidad en las características personales de los profesores, tampoco en la calidad de la formación inicial recibida (Delors, 1996). Diversos estudios muestran que en los centros de calidad el desempeño efectivo aparece como el resultado de un trabajo colaborativo de todo el equipo docente del centro escolar y no como un producto del esfuerzo individual de cada profesor con sus alumnos (Barberá, 2003). Tampoco el período de formación profesional inicial resulta suficiente para que los profesores puedan cumplir con su tarea, en una sociedad en la que el conocimiento se renueva de una manera acelerada. Esta formación sólo puede plantearse como la primera etapa de una formación que debe ser continua. Por otra parte, más que imponer a los padres sus puntos de vista, se ha demostrado que es preciso que los profesores valoren y tomen en cuenta la influencia de la familia en el proceso de aprendizaje. De esta forma se logra que ésta se potencie a través de la educación escolar y que se alcancen los resultados de aprendizaje esperados.

Sin embargo, frente al optimismo de esta postura, representada por quienes creen que el problema está en identificar y superar los carencias específicas que presentan los distintos niveles del sistema escolar, se alza un conjunto de voces críticas que plantean que es necesaria una revisión más profunda de la relación entre la educación y la escolarización, es decir, entre la formación intelectual y moral de las personas y el aprendizaje en las escuelas. Desde esta perspectiva de crítica más radical se advierte que el error fundamental está en que se ha llegado a una identificación arbitraria de ambos términos, educación y escolarización. Se afirma que en el intento de dar solución a todos los problemas que plantea la formación de las personas se ha perdido de vista el sentido más restringido del aprendizaje escolar, que es el de enseñar un conjunto de conocimientos, destrezas y actitudes que son la base del desarrollo personal y de la vida en sociedad (Coll, 1999; Letwin, 2000).

En esta perspectiva crítica, se ha puesto de relieve que el traspaso de todas las responsabilidades relacionadas con el desarrollo de los niños y los jóvenes a la educación escolar ha implicado simultáneamente una des-responsabilización del resto de las instituciones sociales en esta tarea (Coll, 1999). El entorno social se percibe como nocivo para la salud física, psicológica y moral de los niños y los jóvenes, en una situación agravada por el debilitamiento de la influencia familiar. Estas condiciones han hecho de los centros educativos un lugar que se considera adecuado para proteger a los niños y los jóvenes del abandono y la negligencia, de las carencias físicas y afectivas, de la violencia, el abuso sexual y las drogas. Se espera también que la educación escolar garantice el desarrollo de hábitos de vida saludables y de formas de convivencia colaborativa que preparen a los alumnos a integrarse a la sociedad. La experiencia ha demostrado, sin embargo, que estas demandas no pueden ser una tarea exclusiva de los profesores y las actividades escolares (Ghilardi, 1993). La importancia del conocimiento y del dominio tecnológico en el contexto globalizado actual plantea exigencias de una formación amplia y continua que superan los recursos con los que cuentan los centros escolares (Barberá, 2003). En este escenario han surgido iniciativas que plantean la necesidad de hacer de la educación una tarea social más amplia, en la que participen activamente las distintas instituciones de la sociedad. El caso del Proyecto Educativo de Ciudad, llevado adelante por la ciudad de Barcelona desde 1988, permite ilustrar esta postura innovadora acerca de la educación (Institut d’Educació de Barcelona, 1998). A través de este proyecto se ha revisado el papel de los municipios y de la ciudad en la organización y la provisión de servicios educativos, generándose un conjunto de iniciativas en las que todos los sectores aportan a la educación, desde su área de especialidad, en ámbitos tan diversos como la conservación del patrimonio artístico o el reciclaje de los residuos. Cada una de estas instituciones ha sido invitada a reflexionar y a proponer experiencias para aportar a la educación de las nuevas generaciones. En otras ciudades y regiones, especialmente en Gran Bretaña, Australia y Canadá, han surgido también proyectos similares, desde 1990 (2). En ellos se ha aplicado el concepto de comunidades de aprendizaje, como una forma de poner de relieve la responsabilidad compartida con la que es necesario llevar adelante la educación de las nuevas generaciones (Yarnit, 2000). En un contexto en el que el conocimiento está ampliamente distribuido y se renueva a un ritmo vertiginoso, parece necesario distribuir también la tarea de traspasarlo, cambiando sustancialmente el perfil del educador y de su actual marco institucional.

 notas
1. En el verano de 1920 Jessie Stanton elaboró un perfil del profesor ideal. Este trabajo fue parte del programa de innovación pedagógica al que asistió con todo el equipo docente de la escuela de la ciudad de Nueva York en la que trabajaba como educadora de párvulos. Este programa estaba dirigido a preparar a los profesores que participarían en las nuevas escuelas experimentales que se iniciaron en ese período. Jessie Stanton fue más tarde reconocida como una autoridad en educación infantil, como directora de un centro educativo y profesora de la Universidad de Nueva York, además de autora de numerosos artículos especializados. Su ensayo acerca del profesor ideal fue publicado en 1954 y nuevamente en 1990, como una propuesta vigente a través del tiempo.
2. Las propuestas y experiencias surgidas en torno a este concepto de comunidades de aprendizaje pueden encontrarse en sitios de internet como: Learning Communities Network, http://www.lc-network.com/, en el que se presentan antecedentes acerca del programa desarrollado en Gran Bretaña, incluyendo documentos de referencia. En el sitio: http://www.bcn.es/imeb/pec/, es posible acceder a las diversas iniciativas que incluye el proyecto desarrollado por la ciudad de Barcelona: PEC- Projecte Educatiu de Ciutat. En la dirección http://www.ala.asn.au/cities.html, se presenta el proyecto de educación de adultos desarrollado en Australia, propuesto como una red de aprendizaje comunitario ajustado a las necesidades de las personas.

Bibliografía
Barberá, Elena; “Profesores para la era de la Información ¿Cuál es el perfil?”.         [ Links ]Pensamiento Educativo, Vol. 32, 2003, pp. 190-203.         [ Links ]
Barnard, Anne; “Growing with equity: Social change and challenges to education in Chile”.         [ Links ] En: Mazurek, K.; Winzer, M. y Majorek, C. (Eds.); Education in a global society: A comparative perspective. Allyn & Bacon, Boston, 2000.         [ Links ]
Bruer, John T.; Schools for thought: A science of learning in the classroom. MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1993.         [ Links ]
Coll, César; “Algunos desafíos de la educación básica en el umbral del nuevo milenio”.         [ Links ]Perfiles Educativos, 83/84, 1999. pp. 8-26.         [ Links ]
Delors, Jacques; La educación encierra un tesoro. Ediciones UNESCO, París, 1996.         [ Links ]
Filp, Johanna; Cardemil, Cecilia; Donoso, Sebastián; Torres, Jaime; “La escuela ¿cómplice del fracaso escolar?”.         [ Links ]Revista de Tecnología Educativa (OEA), Nº4, Vol. 7, 1981, pp. 340-358.         [ Links ]
Ghilardi, Francesco; Crisis y perspectivas de la profesión docente. Gedisa, Barcelona, 1993[         [ Links ]STANDARDIZEDENDPARAG]
Institut d’Educació de Barcelona Projecte Educatiu de Ciutat; Barcelona educació. Monogràfic Nº 2, Barcelona, 1998.
Letwin, Olivier; “Objetivos de la enseñanza escolar: La importancia de la base”.         [ Links ]Estudios Públicos, 78, 2000, pp. 165-172.         [ Links ]
Marchesi, Alvaro, Martín, Elena; Calidad de la enseñanza en tiempos de cambio. Alianza Editorial, Madrid, 1998.         [ Links ]
National Commission on Excellence in Education; A nation at risk: The imperative for educational reform. A report to the nation and the Secretary of Education, United States Department of Education, Washington, 1983.         [ Links ]
Ravitch, Diane; Left back: A century of failed school reforms. Simon & Schuster, Nueva York, 2000.         [ Links ]
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Yarnit, Martin; Towns, cities and regions in the learning age: A survey of learning communities. A report submitted to the CERI/OCDE, 2000.         [ Links ]

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https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-69962004005600003

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La única competencia que hay que enseñar en la escuela

España / 1 de febrero de 2018 / Autor: José Antonio Marina / Fuente: El Confidencial

La función de la inteligencia no es conocer, sino dirigir la acción. Por eso, el objetivo central de la educación es mejorar la capacidad de cada alumno para tomar decisiones

La semana pasada comenté que la pedagogía actual renuncia a educar personas y se contenta con educar competencias, destrezas o habilidades. Lo hace, tal vez, porque cree que intentar ir más allá supondría adoctrinamiento o meterse en camisas de once varas. Eso piensan los que dicen que la educación es cosa de la familia y que la escuela solo tiene que instruir. Es verdad que en todos los textos oficiales se habla siempre de «educación integral» o del «pleno desarrollo de la personalidad» o, como el Informe Delors, de “aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser”. Pero pasar de esas propuestas generales a la concreción de los currículos resulta muy difícil.

En consecuencia, todo el mundo se ha lanzado a la búsqueda de las destrezas o competencias que se deben fomentar en la educación. La Unión Europea organizó el Proyecto DeSeCo para estudiarlas. Al final, propuso las ocho que están en las ultimas leyes españolas de educación. En el resto del mundo hay otras iniciativas. En Estados Unidos, por ejemplo, destacan el Marco de Aprendizaje del siglo XXI, del Partnership for 21st Century Skills, alianza forjada el año 2002 entre el Departamento de Educación y lideres educativos, empresariales y sociales; ‘The Learning Curve 2014’, elaborado por Pearson y The Economist Intelligence Unit, y un comité organizado por el National Resarch Council que se encarga de estudiar el “aprendizaje más profundo [‘deeper learning’]y las destrezas del siglo XXI”. El canadiense Michael Fullan encabeza la iniciativa New Pedagogies for Deep Learning. He recogido más datos en ‘El bosque pedagógico’.

Hay un lema educativo que me parece irrebatible: debemos conocer para comprender, y debemos comprender para tomar buenas decisiones y actuar

Reconociendo la importancia de estas competencias, creo que son secundarias respecto a la gran jurisdicción que necesitamos fomentar y adquirir, y que resulta decisiva en los tiempos actuales, que van a ser —están siendo— de profundo cambio cultural. Para explicarla, tengo que recordar que la función de la inteligencia no es conocer, no es sentir, sino dirigir la acción. Todo lo demás —el conocimiento, las emociones, la motivación, la resolución de problemas, la elaboración de proyectos— está orientado al comportamiento. Por eso, el objetivo central de la educación es mejorar la capacidad de cada alumno para tomar decisiones. Esto implica el fortalecimiento de las estructuras psicológicas llamadas ejecutivas (atención, elección, planificación, realización, mantenimiento del esfuerzo, evaluación, etcétera). Pero, además, para tomar decisiones hace falta tener los conocimientos precisos, porque la ignorancia es mala consejera. No puedo tomar decisiones si no conozco el mundo.

Hay un lema educativo que me parece irrebatible: Debemos conocer para comprender y debemos comprender para tomar buenas decisiones y actuar. Como el campo de nuestras decisiones es muy variado —personal, afectivo, profesional, social, político, religioso, ético, etc.—, el conjunto de conocimientos que debemos adquirir es muy amplio. Esto es lo que debe dirigir la selección de asignaturas y de currículos. Y como los conocimientos inertes no sirven para nada, necesitamos adquirir las destrezas para operar con ellos, por ejemplo, la razón o la creatividad. Por último, es evidente que la toma de decisiones está influida por los estados emocionales que pueden sesgarla o impedirla. La indecisión, el miedo o el fanatismo son grandes obstáculos. Como dijo Baltasar Gracián, “de nada vale que el entendimiento se adelante, si el corazón se queda”.

Teoría y práctica

La psicología y la neurología están muy interesadas en el tema de la decisión. De hecho, es el objetivo de la ‘neuroeconomía‘, pero con frecuencia el lenguaje nos juega una mala pasada, porque la palabra ‘decidir’ suele utilizarse para designar la elección de una alternativa, cuando esto es solo la primera etapa, pues lo importante es su realización. Reviso varios textos sobre el tema. Ninguno habla de la acción. Es fácil elegir hacer un régimen de adelgazamiento o dejar de fumar, pero es muy difícil ponerlo en práctica. La realización es lo que da consistencia a la elección. Decidir es, por lo tanto, iniciar la marcha. En un viaje, primero hay que elegir la ruta y luego emprender la navegación. En Occidente, la fascinación por el conocimiento teórico nos ha jugado malas pasadas, porque se ocupa de problemas teóricos, que son aquellos que se resuelven cuando se conoce la solución. En cambio, la vida tiene que ver con problemas prácticos, que son aquellos que no se resuelven cuando se conoce la solución, sino cuando se pone en práctica, que suele ser lo difícil. Me recuerda la anécdota del diplomático que decía: “El conflicto entre judíos y palestinos tiene una fácil solución. ¡Basta con que todos se comporten como buenos cristianos!”.
Foto: iStock.
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Basar la educación en una “teoría de la decisión emprendedora”, es decir, de la que conduce a la acción, nos permite integrar muchos aspectos: la teoría y la práctica, el conocimiento para elegir y las virtudes de la acción, la educación de la autonomía, la construcción de la libertad, la preparación para la vida, la conducta responsable. La acción sintetiza todas las competencias. Nuestras ideas y sentimientos pueden mantenerse en estado vaporoso hasta que cristalizan en la acción. Este enfoque nos sirve también para aclarar los métodos educativos a todos los niveles. ¿Cuál es el objetivo de la formación de un juez? Que pronuncie sentencias justas. ¿Cuál es el objetivo de la formación de un cirujano? Que realice con eficiencia sus operaciones. ¿Cuál es el objetivo de la formación de un docente? Que consiga que sus alumnos aprendan. ¿Cuál es el objetivo de la formación de un ciudadano? Que actúe cívicamente. En la escuela tenemos que ir acompañando al niño en su proceso de ir tomando sus propias decisiones, ganando sus propias batallas, ayudándole a hacerse cargo de su vida en buena forma.

No estoy diciendo nada nuevo, porque toda la práctica educativa, la teoría clásica de las virtudes y el pragmatismo filosófico han estado orientados a la acción, aunque el auge de la psicología cognitiva lo haya oscurecido. Recordar esa finalidad es especialmente urgente en este momento. Cada vez se habla más del impacto que van a tener en la sociedad los potentes sistemas de inteligencia artificial. El ser humano no puede competir con su capacidad de manejar información. Incluso podremos delegar en ella para ‘seleccionar’ las alternativas, pero el paso a la acción, la orden de marcha, la decisión de actuar nos seguirán perteneciendo. El ordenador elegirá nuestro mejor régimen de entrenamiento, pero hacer gimnasia es inevitablemente cosa nuestra. El mundo de la información es abstracto. El de la acción es inevitablemente concreto. Las decisiones tomadas por un ordenador solo son absolutamente eficientes si las obedece un robot, y en la lógica de la eficiencia podría resultar deseable que todos nos comportásemos como tales.

La teoría de la decisión/acción puede ayudarnos a eliminar el miedo al adoctrinamiento y la desesperanza. Antoine de Saint-Exupéry escribió: “No conocemos las soluciones, lo único que podemos hacer es ayudar a formar personas que sean capaces de encontrarlas”. La educación no puede aspirar a más. Pero es suficiente.

Fuente del Artículo:

https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2018-01-30/toma-decisiones-competencia-escuela_1513431/

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Causas y Efectos del Fracaso Educativo

México / 1 de febrero de 2018 / Autor: Juan Carlos Miranda Arroyo / Fuente: SDP Noticias

A raíz de la presentación, la semana pasada, de resultados de la evaluación Planea Secundaria (3o.) 2017, del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), que da cuenta del bajo logro académico de la mayoría de los estudiantes mexicanos en ese nivel educativo, se hace necesario entrar al análisis de los resultados en cuestión tanto para la comprensión del fenómeno como para trazar algunas líneas de solución.

¿Por qué una tercera parte de los estudiantes de secundaria en México tiene graves dificultades para comprender e interpretar textos sencillos? ¿Por qué dos terceras partes de los estudiantes de ese nivel educativo presentan serios problemas para resolver planteamientos matemáticos, por ejemplo, de sumas o restas de fracciones (relaciones parte-todo)?

Aparte de los factores históricos, culturales y generacionales, considero que hay factores «internos» a la organización y accionar de la escuela, así como causas «externas» que generan los pésimos resultados académicos (en términos de los aprendizajes), y que ahora ratifican lo que ya sabíamos acerca de la fenomenología del Sistema Educativo Nacional (SEM).

Los factores llamados «internos» tienen que ver con los niveles de responsabilidad y el compromiso con la enseñanza y los aprendizajes que asumen los miembros de la comunidad escolar: docentes, directivos, personal de apoyo a la educación, familias y estudiantes. También en este rubro entran en juego la planificación didáctica, la intervención pedagógica y los procedimientos y recursos-instrumentos pertinentes para evaluar el progreso en los aprendizajes, que llevan a cabo los docentes y deben supervisar los directivos escolares.

Otros aspectos del proceso educativo tienen que ver con las técnicas de autoestudio y autoaprendizaje de los estudiantes; así como con la (des)organización de los tiempos y de las actividades que llevan a cabo cotidianamente las figuras educativas al interior del plantel escolar.  Aquí cabe preguntar: ¿se requiere aumentar el tiempo escolar para alcanzar cabalmente los propósitos de los planes y programas de estudio? ¿o más bien lo que se necesita es ocupar de una manera adecuada y efectiva el tiempo escolar?

Entre los factores «externos» podemos mencionar a la estructura burocrática de la educación, (federal, estatal y local), que determina en buena medida, en el caso de la escuela pública que atiende a la mayoría de los niños, niñas y jóvenes del país, el avance o retroceso de los procesos educativos: políticas de ingreso y selección de estudiantes; autorización sobre la cantidad de alumnos por grupo; decisiones sobre el contenido y uso de los libros de texto y demás recursos didácticos; políticas específicas sobre el acompañamiento y la actualización permanente de los docentes y directivos, así como sobre la formación inicial de ambos; definición, desde el escritorio, sobre la infraestructura escolar, los recursos materiales e insumos básicos para el adecuado «funcionamiento» de la escuela; políticas salariales y de profesionalización de las figuras educativas. Además, tiene que ver el código de cumplimiento de las normas de selección, promoción y permanencia del personal docente y directivo para cada escuela o zona escolar; el diseño y la valoración del currículo escolar; la (des)articulación entre niveles educativos; la movilidad de ambas figuras educativas (continuidad y discontinuidad del trabajo docente); y, entre otros problemas, la comunicación organizacional y la falta de identidad institucional de parte de los funcionarios federales, estatales y locales, en torno a los procesos micro educativos en el aula, el taller, el laboratorio o el patio de recreo, eventos y juegos, y en otros espacios educativos.

A estos factores «externos», por decirles de algún modo, que impactan el desempeño de los estudiantes en lo académico (conocimientos, habilidades y actitudes o valores), hay que agregar una larga lista de variables sociales que juegan un papel clave en la fenomenología de estos procesos, y que no necesariamente están a cargo de docentes o directivos: conflictos intrafamiliares, entornos sociales de marginalidad social, económica y cultural; por lo anterior, problemas de nutrición en niños, niñas y jóvenes; serios problemas de adicción de sustancias tóxicas; delincuencia con y sin violencia; embarazos en menores de edad, ausentismo por problemas de salud, entre otros.

Cabe mencionar que todos estos factores, que ya han sido descritos por la literatura científica en materia educativa, no son exclusivos de la Educación Secundaria, ni sólo de la Escuela Pública en su conjunto, sino que también están presentes y actúan, de manera directa o indirecta, en todos los niveles educativos y en las diferentes formas de sostenimiento y organización escolares.

Entonces no es sólo el entorno social el causante de los bajos niveles de logro en la escuela, sino también hay que reconocer que existen responsabilidades puntuales de las figuras que participan en la escuela; vista ésta como una comunidad educativa compleja, en la cual se relacionan personas con propósitos de aprendizaje, y no simplemente la escuela como un edificio con aulas, mesas y sillas.

En una entrega anterior, argumenté y hoy sostengo una vez más, que éste es un asunto (el «fracaso» educativo) que tiene que ver con el diseño y aplicación de políticas educativas nacionales y estatales. Precisamente el 20 de octubre de 2017, en un ejercicio de análisis similar, reflexioné acerca de los resultados del ejercicio Planea de Educación Media Superior (EMS) 2017 del mismo INEE, (ver SDP Noticias, 20 de octubre, 2017), y veo que guardan íntima relación con los resultados encontrados con el Planea Secundaria 2017.

En esa oportunidad y en apoyo a los argumentos expuestos, reproduje las consideraciones finales que dio a conocer en el documento de presentación el propio INEE.  El punto número 9 de dichas consideraciones, en particular, retomo hoy, que a la letra dice: «9. El logro académico de los estudiantes de EMS está vinculado con los resultados de los niveles educativos previos. Para atender esta situación, es necesario reducir las brechas de conocimiento, oportunidades y condiciones generales de la enseñanza y del aprendizaje, desde el inicio de la educación obligatoria

Veo dos posibles interpretaciones en el contenido de estas afirmaciones: 1) Hay un vínculo orgánico y estructural (diría fenomenológico) entre las causas y efectos de los logros académicos de los estudiantes de Educación Media Superior y los correspondientes de la Educación Básica (Preescolar, Primaria y Secundaria), y 2) Existe la necesidad de reducir las brechas educativas y junto con ello, impactar en los indicadores educativos de los niveles previos y de la propia EMS, en términos de aprendizajes y de las condiciones que habrán de establecerse para desarrollarlos. En otras palabras, el asunto está en la construcción de los cimientos, no tanto en los techos.

El problema es cómo y con qué herramientas se podrán cambiar estas estructuras y los patrones sociales que, en consecuencia, se generan, y que ya parecen crónicos en el Sistema Educativo del país. Pienso que para ello se requiere un nuevo tipo de concertación; un renovado «contrato social» sobre la educación en México, en el cual funcionarios, directivos, docentes, personal de apoyo, estudiantes, representaciones sindicales y familias; así como otros agentes, como los medios de comunicación, asuman un cambio en el qué y en los cómo del quehacer cotidiano en torno a los procesos educativos, y específicamente sobre los aprendizajes escolares.

Tiempos de cambio. La coyuntura que hoy vive el país, da como para repensar en la nueva ruta que habrá de seguir o requiere nuestro sistema educativo nacional, pero también es oportunidad para echar a andar fórmulas novedosas e imaginativas acerca de cómo sacar al país del «socavón» que significa este «fracaso» de la educación nacional.

Fuente del Artículo:

https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/01/29/causas-y-efectos-del-fracaso-educativo

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El falso debate sobre la LOMCE

España / 1 de febrero de 2018 / Autor: Silvia R. Court / Fuente: El Diario

Las movilizaciones masivas y las expectativas de millones de personas reclamando la derogación de la LOMCE se desvanecieron.

La marea verde ocupó las calles recobrando la palabra robada por el Gobierno estatal y por algunos Gobiernos de distintas comunidades autónomas. En todos los territorios del Estado español se crearon foros de debates con análisis sobre las consecuencias que traería para la Educación pública la implantación de dicha Ley. Asimismo se plantearon alternativas concretas y globales que desgranaban cada uno de los aspectos perniciosos de la LOMCE, defendiendo el carácter público, laico y democrático de la Educación. Se reclamaba un modelo y sistema educativo que garantizara el derecho universal a una educación pública y el principio de igualdad de oportunidades.

Aquella bocanada de aire fresco esparcida por todos los rincones en los ámbitos educativos abrió puertas a la esperanza: era posible tumbar la LOMCE tras las elecciones generales, atendiendo al compromiso contraído por la gran mayoría de los partidos políticos y sellados en sus programas electorales. Mientras tanto, se empezaba a fraguar un pacto por una nueva Ley educativa consensuada con la participación de los distintos agentes educativos. Se sucedieron diversos borradores e intercambios en encuentros a nivel estatal.

¿Qué ha sucedido desde entonces? Cabría señalar en primer término que actualmente es una realidad la implantación de la LOMCE. Este tema podría ser objeto de análisis en otro artículo de opinión.

El PP logró centrar el debate en la paralización de las reválidas –que no en su derogación-, mientras se profundizaba en una política de recortes dirigida a desmantelar la educación pública y a empeorar las condiciones laborales y profesionales del conjunto del profesorado. Se acometía una brutal embestida contra la labor docente y el alumnado, por un PP más débil que antes pero rodeado de fuerzas políticas que o bien consentían la puesta en práctica de la LOMCE, o respondían reclamando “medidas que amortiguaran dicho impacto”, o delegaban en una comisión parlamentaria la elaboración de una Ley alternativa. Una minoría siguió apostando por vertebrar ese pacto educativo fuera del Parlamento español, pero con poca capacidad de respuesta, ya que la marea verde quedó disuelta. Había perdido la batalla de impedir que la LOMCE entrara en los centros educativos. Una marea verde que se encontró en un callejón sin salida, exhausta, después de innumerables huelgas y movilizaciones sin obtener resultado alguno.

El PP logró imponer la Ley Wert y parece haberse naturalizado su aplicación en los distintos territorios del Estado español. En lo que respecta a Canarias nos encontramos con un Gobierno –el de Coalición Canaria- que no cuestiona cada paso que da el PP y que practica un seguidismo fiel a sus dictados.

Desde hace un año se constituyó una Comisión de Educación del Congreso de los Diputados y en estos días el debate se centra en cuál ha de ser el sistema de voto para introducir modificaciones o para derogar la LOMCE. Todos los grupos parlamentarios hacen sus recuentos y sumas proponiendo algunos una mayoría cualificada, otros una mayoría absoluta o una unanimidad como sistemas de voto.

No parece que ese sea el debate que más preocupe a los agentes del ámbito educativo ni tampoco la vía, si no se implican en las propuestas alternativas también las organizaciones sindicales, sociales y las comunidades educativas y si finalmente no se deroga la LOMCE y tan solo se introducen pequeños cambios en la misma, como pretenden, entre otros, el PP y Ciudadanos.

¿Y el Gobierno de Canarias? En esta legislatura no se ha posicionado de un modo explícito ni Coalición Canaria ni la Consejería de Educación respecto a la LOMCE. Sin embargo, prevalece su mutismo y la aceptación implícita de la misma.

La Ley Canaria de Educación (LCE) se elaboró y aprobó entre otras razones para que sirviera de muro de contención frente a la LOMCE. Sin embargo, la interpretación sesgada que está haciendo el Gobierno de Canarias de la LCE está sirviendo para reforzar los postulados y la filosofía de la LOMCE.

La derogación de la Ley Wert es una necesidad imperiosa e inaplazable. El servicio público educativo está en peligro.

Fuente del Artículo:

http://www.eldiario.es/canariasahora/canariasopina/falso-debate-LOMCE_6_732536747.html

Fuente de la Imagen:

http://www.iuelviso.org/9-de-mayo-huelga-general-de-educacion-contra-lomce

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La educación y el crecimiento inclusivo

Colombia / 1 de febrero de 2018 / Autor: Luis Felipe Gómez Restrepo / Fuente: La República

Esperamos que muy pronto Colombia pueda sentarse en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) entre Chile y Corea, lugar que nos tienen ya “reservado”. Luego de pasar por 20 de los 23 comités técnicos para la admisión, Colombia está a un paso de su ingreso, proceso que inició en el 2013. Este club de buenas prácticas, que en el fondo busca armonizar y alinear los intereses del sector privado y de la política pública para asegurar una competitividad de los países, nos ha permitido, entre otros, compararnos en el tema educativo.

Los parámetros de la Ocde nos han exigido hacer muchos ajustes institucionales, y por supuesto, a mirar seriamente la importancia del sector educativo. Una educación de excelencia es causa y consecuencia del papel que el sector desempeña en un modelo donde se promueve tanto la inclusión como el crecimiento económico.

El informe educativo de la Ocde de 2017 ayuda a pensar en los ajustes que son necesarios en nuestro sistema, no para “ser como los otros”, sino para mejorar la competitividad y el crecimiento del país, yendo de una visión sectorial hacia una visión de país.

La medición de la educación ha dejado en evidencia sus falencias. Uno de ellos es el desempeño que obtiene Colombia en las pruebas Pisa, muy por debajo de los resultados de los países miembros. El informe muestra que entre cerca de 40 países, Colombia queda en último lugar tanto en el desempeño de los estudiantes en la prueba PISA de 2015, como en el grado de desigualdad en las condiciones socioeconómicas de los estudiantes que las presentaron.

Se han realizado esfuerzos importantes en educación. El informe muestra que el gasto en este sector como porcentaje del PIB en Colombia en 2015 fue de 5,8% frente al 5,2% de los países del Ocde y el gasto público fue de 14,1% del total, frente al 11,3% en promedio de la Organización. Lo que inmediatamente nos hace pensar en los problemas de eficiencia en el gasto público, como también ser realistas que en valor absoluto el monto invertido no es muy grande porque nuestra economía no ha logrado salir de la trampa del ingreso medio y el universo, PIB, es pobre relativamente. También se aprecia que el gasto en educación es compartido de forma importante entre el sector privado y el público, siendo que en el país, el sector privado aporta el 1,9% del gasto frente al 0,8% del Ocde. Aquí las políticas públicas de fortalecimiento de la universidad pública y el subsidio para ingreso en la universidad privada, serán tareas indispensables a profundizar en el inmediato futuro. Igualmente, hay que pensar en una mayor coordinación y complementación entre ambos sectores, más que profundizar tensiones sobre cuál tipo de educación debe apoyarse o fortalecerse, máxime cuando es el mismo servicio público que prestan ambas.

Con todo, estos indicadores no verán reflejados los esfuerzos en el mejoramiento global del sistema si no se enfrentan, al mismo tiempo, tanto la inequidad como el dinamismo económico necesario para aprovechar las nuevas capacidades que se pretenden incrementar en las personas que se educan. Junto a una fuerte apuesta por la calidad y relevancia de la educación para el mercado laboral, la innovación y el emprendimiento, se conectan proyectos con perspectiva territorial y para una gobernanza efectiva, una visión integradora de lo rural-urbano, la inversión en Tic’s y en infraestructura que aportan externalidades a la cadena de valor. Esta es la idea del “crecimiento inclusivo” que está en juego desde lo económico y una visión de país compartida por los líderes políticos y sociales, en el horizonte del posacuerdo y la reconciliación en Colombia.

Llegar a la Ocde es una gran oportunidad que nos puede ayudar a dar saltos cualitativos, pero sin olvidar que el país tiene como prioridad, más que el mero crecimiento, el fortalecimiento de nuestra sociedad en clave de mayor justicia y equidad.

Fuente del Artículo:

https://www.larepublica.co/analisis/luis-felipe-gomez-restrepo-2524772/la-educacion-y-el-crecimiento-inclusivo-2593869

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Cuadro de Mando para un crecimiento inclusivo

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Lectura, un hábito en extinción

México / 1 de febrero de 2018 / Autor: Alejandro Vázquez Cárdenas / Fuente: Cambio de Michoacán

Una aclaración: este artículo fue escrito hace varios años, desde esa fecha el problema que se analiza no sólo no se ha resuelto, al contrario, vamos peor. Nuevamente lo publico prácticamente sin cambios, sólo para recordar que no vamos por el camino correcto.

Son preocupantes las cifras que manejan los organismos encargados de la educación a escala mundial pues muestran las malas condiciones en que se encuentra la educación en México. En un reciente estudio sobre conocimientos científicos elaborado con escolares de 59 países por la UNESCO (Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas), resultamos en el poco honroso lugar 55 (casi los últimos). En otro estudio, éste del Laboratorio de Evaluación de la Calidad de la Educación (IEA) realizado en 27 países, también quedamos en los últimos lugares, pero además con el agravante de que se resalta el “significativamente bajo nivel de comprensión e interpretación de la lectura”, o sea, la mayoría en nuestro país no entiende lo que lee, y para rematar, en un estudio realizado por la OCDE, que agrupa países muy desarrollados pero agregando otros francamente atrasados como Irán y Chipre, resultamos en último lugar, increíblemente detrás de Irán, que uno los supondría más atrasados por ser una teocracia fundamentalista.

Otro dato incómodo aparece cuando revisamos el hábito de lectura en México. Resulta que en un estudio de 108 países ocupamos el lugar 107 en cuanto a cantidad y calidad de lectura, las estadísticas más optimistas nos dan un consumo de dos libros por año por persona, cuando el mínimo deseable es de cuatro. Si nos comparamos con Argentina estamos mal, pues ellos leen un promedio de seis libros por año, y peor nos va comparándonos con Inglaterra y Francia, que tienen en promedio 20 libros por habitante.

¿Cómo andamos en librerías? Mal, muy mal, resulta que sólo un par de ciudades de España, Madrid y Barcelona, tienen más librerías que todo México, 572 contra apenas unas pocas más de 500 de México. Aquí ya sabemos que instalar una librería es prácticamente garantía de quiebra a corto plazo.

Más datos para reflexionar son los siguientes: en México, menos del 16 por ciento de la población tiene nivel de licenciatura terminada, y ese porcentaje de mexicanos es el que adquiere la mitad de todos los libros que se compran en México, pero además resulta que en la mitad de esos hogares de profesionistas sólo hay escasamente 30 libros o menos. Para empeorar las cosas, resulta que una cuarta parte de los profesionistas jamás han acudido a una biblioteca, seis de cada diez mexicanos nunca han visitado una biblioteca ni por curiosidad, seis de cada diez hogares de mexicanos no han comprado un solo libro en los últimos doce meses, y si los compran es más bien porque hacen juego con el color de su sala o la alfombra, no porque tengan intención de leerlo.

¿Qué hacer ante este panorama desolador? Evidentemente existe la necesidad de formar el hábito de lectura en la población, que los analfabetos no lean es un problema, pero lo más grave es que alguien tenga diez o 20 años de instrucción escolar sin haber adquirido el hábito de lectura, es terrible que quien termina una carrera universitaria no haya conocido sino los libros de texto. Recordemos la definición de lo que es un lector: “alguien que lee por voluntad propia, lee todos los días, comprende lo que lee, está habituado a dar un significado al texto y suele comprar libros”.

Evidentemente, por lo anterior, es más que urgente elevar el nivel de calidad de educación en México pues juzgando por los resultados, el sistema educativo actual es muy deficiente. Y aunque a algunos les resulta increíble, la verdad es que sí podemos empeorar, y mucho.

Fuente del Artículo:

http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc36556

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¿Consolidar, revisar o cancelar la Reforma Educativa?

México / 1 de febrero de 2018 / Autor: Fidel Quiñones Marín / Fuente: Insurgencia Magisterial

En los mensajes dirigidos a los militantes y simpatizantes de los diferentes partidos políticos, los precandidatos comienzan a perfilar sus propuestas y promesas.  Como se esperaba, la Reforma Educativa es parte de la agenda electoral dirigida a los ciudadanos en general, y al magisterio en particular, con la intención de sumar preferencias de la población, los docentes y sus familias.  A la fecha los representantes de las 3 principales coaliciones se han pronunciado por alguna de las tres posturas: consolidar, revisar o cancelar la reforma educativa.

Consolidar la reforma educativa.

El autodenominado ciudadano Meade, de la recién renombrada coalición “Todos por México”, fiel a la tradición del Pacto con México, considera desde su discurso que mantener la reforma educativa es fundamental para garantizar la educación de los niños y jóvenes y la formación de los maestros del país. Reconoce que en el 2018 la reforma educativa se encuentra “en riesgo” y solamente ganando las elecciones se podrá asegurar una mejor educación. Ha dicho, en el ánimo de agenciarse simpatizantes que “en la reforma educativa vamos para adelante, en la reforma educativa vamos para construir y en la reforma educativa vamos para ganar”.

Revisar la reforma educativa.

Para el ciudadano Anaya, de la coalición “Por México, al frente”, pretendiendo marcar distancia del Pacto por México, que forma parte de su (favorable o no) capital político, recientemente ha anunciado que “La implementación (de la reforma) ha sido muy deficiente por parte del gobierno federal. Nuestra apertura a revisar cualquier pieza legislativa de cualquier ley siempre debe haberla, porque las leyes son siempre perfectibles”. Deslindándose de la participación de su partido en la imposición de la reforma educativa, señala la evaluación como punitiva porque “es inaceptable que se haya puesto todo el acento en la evaluación, sin que se haya hecho un esfuerzo serio en materia de capacitación”

Cancelar la reforma educativa.

Por su parte, el ciudadano López Obrador, de la coalición “Juntos haremos historia”, desde el inicio de la precampaña señaló “Quiero hacer el compromiso con todo el magisterio nacional que al triunfo de nuestro movimiento (en las elecciones de 2018) se va a cancelar la mal llamada reforma educativa”, porque considera que se trata de un mecanismo para humillar y ofender a los maestros. Ha propuesto un nuevo acuerdo con el magisterio y padres de familia para alcanzar una “verdadera reforma” que mejore la calidad de la educación en el país, así como un “Plan educativo para mejorar la calidad de la enseñanza”. Asimismo, dentro del “Proyecto de Nación 2018-2024” se puntualiza que es necesario propiciar el cambio del sistema educativo orientado por “un proceso de formación continua, la participación magisterial en una reforma a fondo de los planes y programas, así como el mejoramiento sustantivo de las condiciones de estudio y de trabajo en las escuelas normales y universidades pedagógicas”. Asegurando que “los maestros del país deben tener la garantía de que será respetado su derecho al trabajo en condiciones dignas, con un salario suficiente y prestaciones de ley”.

Recapitulando.

En este primer acercamiento, se puede señalar que:

  1. Desde la lógica de la consolidación: los problemas, afectaciones y consecuencias de la reforma se solucionarán con más aplicación de la reforma (y sus leyes). El espíritu de la reforma se mantiene y perfecciona.
  2. Desde la lógica de la revisión, los problemas de la reforma educativa sólo son de implementación y se solucionarán revisando la legislación con ajustes a la evaluación.
  3. Desde la lógica de la cancelación, se reconoce la participación del magisterio nacional hacia una verdadera reforma y se recupera el papel de las escuelas normales en la formación docente. El espíritu de la reforma educativa se reorienta hacia la defensa de la escuela pública y el reconocimiento del magisterio nacional.

Fuente del Artículo:

http://insurgenciamagisterial.com/consolidar-revisar-o-cancelar-la-reforma-educativa/

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