Colombia: Encuentros de la ADE con estudiantes, padres y docentes para debatir sobre la paz

América del Sur /Colombia/ Septiembre 2016/Noticias/http://www.adebogota.org/

 

Esta semana, la Escuela Sindical y la Junta Directiva de la ADE han programado una serie de actividades para la presente semana. Iniciando con el Encuentro Estudiantil el jueves 8 de septiembre, que abordará el tema del plebiscito por la paz.

Mario Fonseca, coordinador de la Escuela Sindical de la ADE, indicó que el interés es conocer “toda la posición del estudiantado frente a este escenario y su incidencia directa en este proceso. La idea es con los estudiantes de los colegios distritales, trabajemos esta problemática, con el propósito de hacerles ver la importancia y la trascendencia que tiene para el país este acuerdo que se ha dado y que se finiquitará el 2 de octubre con el plebiscito”.

Luego, el sábado 10 de septiembre a partir de las 10 de la mañana, será la tercera sesión del Diplomado en Formación Político-Sindical y Pedagógica, con el tema de pedagogía y didáctica para la paz y la etapa de posconflicto. Se busca dar argumentos que los maestros y maestras deben manejar en el aula con los alumnos y en la escuela con padres y madres de familia.

El domingo 11 a las 11 de la mañana, en las instalaciones de la ADE Sur, la cita es con padres y madres de familia.

“La idea con estos espacios de formación es fortalecer los lazos de unidad que deben existir siempre entre todos los miembros de la comunidad educativa. Esperamos contar con su asistencia en cada uno de estos escenarios”, expresó Fonseca.

Fuente :

http://www.adebogota.org/index.php/comisiones/escuela-sindical/5613-encuentros-de-la-ade-con-estudiantes-padres-y-docentes-para-debatir-sobre-la-paz

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/ejBMGWA6RTwiXUkYefI20RJa1hzD1GFtz39Vk8CyqYfEPwcRNjYMS3iXxHevhfR-0uUSdg=s85

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“Lápiz, tinta”… y tiza.

«Tenemos a los que denominamos con ironía y cierta sorna como ‘desertores de la tiza’, algunos de los cuales, tras olvidar rápido que han sido compañeros de faenas educativas, vienen a sentar cátedra a los colegios e institutos y sermonearnos con las cuatro consignas gubernamentales bien aprendidas y a darnos lecciones de cómo se debe enseñar, precisamente ellos, los que han abandonado todo contacto con las aulas ¡Tiene miga el asunto!»

Europa/España/Fuente: http://www.eldiario.es/

Por:Jose Jeronimo Rodriguez Carrasco.

Al llegar a una determinada edad “en el limbo del tiempo que se nos va” y con un buen trecho ya recorrido, tanto en el itinerario de la vida como en el del ejercicio profesional, toca pararse en la vera del camino, mirar hacia arriba, decir al viento “libro, nube, este es mi destino” y recogerse “en la templanza  que (…) da la anestesia del recuerdo” para reflexionar sobre todo aquello que ha quedado atrás.

Lejos del manido tópico de: “¡qué largas vacaciones tienen los profesores!”, la realidad educativa del día a día en un centro educativo es muy distinta a la que mucha gente imagina ya que esta se manifiesta como compleja, poliédrica, llena de matices…y, algunas veces, frustrante.

Durante los últimos años los profesores en la Enseñanza Pública hemos sufrido una cascada de leyes y medidas preventivas que estigmatizan de entrada a todo el profesorado con la etiqueta de “malos”. Por unos pocos, la Administración ha puesto el ventilador parar tratar de esparcir el olor a podrido que genera una minoría absentista y despreocupada sobre todo el colectivo docente. ¡Qué podemos esperar si hasta una antigua ministra del ramo nos ha puesto en la picota! ¡La misma que dice no haberse enterado de tener como mano derecha a un corrupto durante su etapa como gobernante madrileña!

No obstante, mi impresión en los distintos centros donde he trabajado durante más de dos décadas ha sido la de toparme con un nutrido grupo de excelentes profesionales que siempre han dado lo mejor de sí para explorar nuevas vías  didácticas con las llegar mejor a sus alumnos.

Por otra parte, tenemos a los que denominamos con ironía y cierta sorna como “desertores de la tiza”, algunos de los cuales, tras olvidar rápido que han sido compañeros de faenas educativas, vienen a  sentar cátedra a los colegios e institutos y sermonearnos con las cuatro consignas gubernamentales bien aprendidas y a darnos lecciones de cómo se debe enseñar, precisamente ellos, los que han abandonado todo contacto con las aulas ¡Tiene miga el asunto!

Mientras escribo este artículo me viene a la mente el oportuno comentario que hizo una chica de 2º de Bachillerato durante el Acto de Graduación del pasado curso 2015 -2016 en mi Instituto. Comenzó su intervención diciendo que se consideraba como una auténtica superviviente del mareo producido por esa legión de leyes educativas de los últimos tiempos…LOCE, LOE, LOMCE. Ese mismo sentimiento de ser una especie de náufragos perdidos en el mar de la ausencia de un marco legal estable y duradero en materia educativa es una percepción muy extendida entre el profesorado.

A ello habría que sumar algunas limitaciones insalvables propias de las infraestructuras de los centros y que condicionan de forma grave las estrategias didácticas. ¡Cuántas veces en las reuniones de tutores nos hemos lamentado por esas mesas absurdamente ancladas al suelo en las aulas para sostener unos ordenadores obsoletos! ¿En esas condiciones y con clases llenas hasta la bandera, en las que no hay un espacio libre, cómo trabajar en grupos con los alumnos?

Además,  en los últimos tiempos estamos inmersos en un serio retroceso en las condiciones laborales y de pérdida de derechos del profesorado. El aumento de las horas lectivas de unos ha sido la excusa perfecta para meter las tijeras en los puestos de trabajo de otros. En el caso de retraimiento de derechos tan solo un botón de muestra entre otros muchos: la progresiva falta de control de los claustros de profesores sobre las direcciones de los centros educativos, las cuales han pasado de ser elegidos primero por el propio profesorado, más tarde por la comunidad educativa a través de los Consejos Escolares y ahora de forma directa por la Administración.

Por si esto fuera poco, se constata que no hay una verdadera voluntad política y de la sociedad en general para coger el toro por los cuernos de los auténticos males que aquejan a la Enseñanza Pública, en especial, la todavía alarmante tasa de fracaso escolar.

Otro aspecto a  resaltar es el de la progresiva burocratización de la vida del enseñante en la que cada vez se exigen más “papeles” (programaciones, memorias, informes, evaluaciones…), que son completamente inoperativos y que, a mi parecer, encubren  el fracaso de unas políticas educativas que no quieren ir a la verdadera raíz de los problemas de la enseñanza. Decía Carandell, el antiguo y brillante cronista parlamentario ya desaparecido, que los políticos del signo que fueran cuando querían que un asunto durmiera el sueño de los justos creaban una comisión. Ahora tenemos esas comisiones convertidas en montañas de papeles inútiles.

En mi opinión, las verdaderas reformas educativas son las que se emprenden desde abajo por un puñado de quijotes que, por su cuenta y riesgo, de forma altruista, con muy pocos recursos y escaso apoyo, tratan de explorar nuevas vías educativas que se salgan de la inercia en la que está metida este gigantesco mastodonte desfasado que es nuestro actual sistema educativo. Uno de estos valientes innovadores es César Bona, quien en el libro la “Nueva Educación” trata de recuperar para las aulas principios básicos como la estimulación de la imaginación, la creatividad, la curiosidad… También nos recuerda este maestro ejemplar la necesidad de fomentar la empatía  hacia los alumnos, de promover en  niños y jóvenes la formación y la expresión  de opiniones libres y críticas  y de favorecer modelos que convivencia en los que compartir prevalezca sobre competir.

Pero también toca entonar el “mea culpa” y asumir nuestra propia responsabilidad en todo que ha ocurrido por la gran pasividad y desunión que hemos mostrado el profesorado de la Enseñanza Pública, curso a curso, sin ser capaces de articular una única voz de protesta contra esta situación continuada de degradación y de abuso, -a excepción de esas combativas “mareas verdes”-; e igualmente debemos reconocer que, bien por comodidad o desidia,  no intentamos ir más allá y dar alternativas a este modelo caduco de repetición de conocimientos, de “examinitis” y de “notitis”.

Por otra parte, después de años y años de asistir como convidados de piedra a esa dilapidación de recursos públicos en forma de evaluaciones externas de “diagnóstico”,  que, por mucho que se hagan una y otra vez, siguen mostrando de forma terca los mismos síntomas de una enfermedad, para la que no hay más remedio desde arriba que “la cebada al rabo del burro muerto”… ahora, encima, nos vienen con las reválidas. ¡Si no quieres evaluaciones, pues tres  cazos de revalidas!

En las aulas cada vez se ve un creciente ambiente de competición entre los alumnos por la nota pura y dura y los profesores observamos  alarmados el aumento de casos de ansiedad entre los chicos y chicas jóvenes  por la calificación de un examen de dos temas o una mala nota, ¿qué ocurrirá con un niño de Primaria o un chaval de Secundaria que se juegue en un examen el tener o no un título?, y además  ¿qué valor tendrán a partir de ahora las calificaciones dadas por los maestros y profesores frente al negocio de unos evaluadores privados  externos pagados con dinero público?

Me perece una auténtica locura meter a los alumnos desde una temprana edad dentro de esta espiral insana de competición a la que nos están encaminando estos gurús del individualismo y del neoliberalismo político y económico y que, para mayor desgracia, es aceptada de forma acrítica y preocupante por una mayoría  social ¿En qué quedará el placer de saber, de descubrir, de caminar y crecer junto a otros, si todo se limita una combate feroz por la mejor nota de examen en examen, de prueba en prueba y de reválida en reválida?

Sin embargo, a pesar de los recortes de profesores, del empeoramiento de las condiciones laborales, de la falta de respuesta desde el poder político a los acuciantes desafíos de la educación,  de la desunión del colectivo docente, de sufrir el escarnio de una parte de la sociedad… a partir de septiembre, con el comienzo de un nuevo curso escolar intentaré convertirme en un “maestro salmón”, como dice César Bona, para saltar y sortear los obstáculos, y me podré con ilusiones renovadas delante de nuevos grupos de alumnos para cantar junto al “Ultimo de la Fila”:

“Ahora quiero sentir, caminar; ahora quiero pintar, percibir; lápiz, tinta,…tiza y el placer de reencontrar”.

Fuente: http://www.eldiario.es/eldiarioex/sociedad/Lapiz-tinta-tiza_0_545945745.html

Imagen: 

http://images.eldiario.es/eldiarioex/sociedad/Lapiz-tinta-tiza_EDIIMA20160808_0246_5.jpg

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Película : La Lengua de las mariposas.

La lengua de las mariposas es una película española de 1999 dirigida por José Luis Cuerda basada en el relato homónimo de Manuel Rivas, del volumen ¿Qué me quieres, amor?

Fecha de estreno: 24 de septiembre de 1999 (España)

El cuento de “La lengua de las mariposas” de Manuel Rivas trata sobre la relación de un niño y su maestro durante los meses previos del Alzamiento Nacional del 17 y 18 de julio de 1936 que dieron comienzo a la guerra civil española. Empieza con el niño, Moncho (Manuel Lozano), quien tiene miedo de ir a la escuela ya que lo habían asustado al decirle que los maestros golpeaban a los estudiantes. Moncho no quiere ir a la clase porque teme que el maestro le pegue, como era costumbre en la educación represiva de la época. Pero don Gregorio no es así. Su maestro, don Gregorio, es un maestro que utiliza el método de observación como enseñanza. Durante estos sucesos, está ocurriendo la guerra en Madrid, y en el cuento, relatan sobre las bases políticas del pueblo.

Don Gregorio le enseña muchas cosas a Moncho, principalmente sobre la libertad. Cuando los fascistas sublevados en julio de 1936 se hacen con el gobierno civil y militar provincial, se llevan a varios republicanos en un camión, y también al maestro. En el camión, se encontraban varios republicanos, pero en particular se encontraba don Gregorio. Los padres de Moncho, especialmente su madre, le exhortaba a su familia que gritaran a los republicanos, mostrando su “postura” política. Le gritaban «¡Rojos! ¡Asesinos!» Pero al final, Moncho se fue corriendo detrás del camión, tirando piedras y gritándole a don Gregorio: “¡Tilonorrinco! ¡Espiritrompa!” Estas fueron dos cosas que Moncho aprendió con su maestro.

Fuente: https://youtu.be/UYNyrPVTbIk

Imagen:

https://encrypted-tbn2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTQXhgsr0lZhW1qMRaEkxxnbpBbXWHOehUcP1YRWqf-od_2k-3h9A

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Más sobre el blindaje de la reforma educativa

Por: Blanca Heredia

En mi artículo de la semana pasada me preguntaba sobre si sería importante blindar la reforma educativa y, tras señalar que la idea de defenderla y buscar mecanismos para sostenerla sólo interesa si pensamos que esa reforma tiene elementos que vale la pena sostener, me concentré en las (muy importantes) amenazas externas que dicha reforma enfrenta de cara a las elecciones y el cambio de gobierno del 2018.

Para discutir en serio este asunto, conviene, sin embargo, reparar en el hecho de que la perdurabilidad de la reforma no sólo depende de amenazas externas, sino también de qué tan fuerte o débil es la reforma internamente para enfrentarlas. Dicho de otra manera, el grado de amenaza al que se ve sometida la sustentabilidad la reforma educativa depende tanto de factores externos (presencia y fuerza de factores o actores interesados en echarla abajo o de no prestarle la atención suficiente para que persista) como de factores internos (diseño e implementación) a la propia reforma.

Me explico:

Frente a una tormenta, por ejemplo, no da igual para la capacidad de respuesta y del nivel de daño, la calidad de la construcción del inmueble afectado. Tampoco da lo mismo si existen o no sistemas de alerta temprana, o la naturaleza y operatividad efectiva de los arreglos (formales o informales) que definen responsabilidades y formas de coordinación de los agentes a cargo de la gestión del inmueble o de la respuesta colectiva en caso de emergencias. En suma, un inmueble mal construido y una comunidad poco organizada serán más vulnerables frente a una disrupción exógena (no controlable) que una edificación más sólida y un grupo de personas mejor organizadas para lidiar con la ocurrencia de un desastre.

En el caso de la reforma educativa, detecto dos debilidades críticas de carácter interno que pudieran dificultar su perdurabilidad en el tiempo.

Ello, básicamente, pues exacerban su vulnerabilidad frente a posibles amenazas externas. Primero, el asunto relativo a la gobernanza y conducción tanto del propio proceso de reforma como del nuevo sistema educativo que busca producir esta. Segundo, los problemas y fallas en la implementación de las transformaciones concretas que, en conjunto, integran la reforma.

En materia de gobernanza, tanto sobre la transformación mandatada por la reforma como sobre el nuevo sistema que aspira a construir esta, identifico dos áreas de vulnerabilidad principales: la tensión y falta de claridad suficiente en lo tocante a la distribución de responsabilidades entre la SEP y el INEE, por un lado, y, por otro: confusión, falta de precisión, déficits en exigibilidad (enforcement) y jaloneos en lo que se refiere a los ámbitos de responsabilidad y capacidades concretas, respectivamente, del gobierno federal y los gobiernos subnacionales.

El gran demonio de cualquier cambio o iniciativa de política pública es la instrumentación. En el caso mexicano, ese demonio ha sido, una y otra vez, el enterrador más frecuente de muchos intentos –más o menos certeros– de impulsar transformaciones en muy diversos ámbitos de la vida nacional a través de nuevas acciones de gobierno y/o de modificaciones a normas o instituciones.

Los retos planteados para la instrumentación de una reforma educativa como la iniciada en 2013 son de sí enormes. Ello, por la multitud y diversidad de actores involucrados en hacerla realidad, por los importantes márgenes de discrecionalidad de los que disponen y requieren para ello dichos actores, así como por el tiempo (considerable) y el esfuerzo sostenido requeridos para hacer realidad los cambios propuestos.

A esa complejidad mayúscula de base, sin embargo, hay que sumarle ingredientes adicionales sobre cuya presencia o magnitud han tenido mayor control sus arquitectos. Entre otros: las fallas o lagunas en algunos aspectos de su diseño, mismas que dificultan su aplicación en términos técnicos; la sobrecarga burocrática producida por el alud acumulativo de iniciativas y programas en un muy breve espacio de tiempo; las tensiones e inconsistencias en el tiempo entre su aplicación strictu sensu y la necesidad de hacer pausas o excepciones para administrar presiones políticas; y la incapacidad de la reforma para generar ganadores claros y suficientes como para contrapesar a sus muchos perdedores.

De todo ello, lo que resulta es una reforma educativa que se asemeja a un edificio frágil. Frágil, no sólo por el largo trecho por recorrer para terminar su construcción, sino frágil, también, por los diversos huecos y vulnerabilidades (evitables y, quizá, todavía, remediables) frente a los posibles vendavales del 2018.

 

Tomado de:

Más sobre el blindaje de la reforma educativa

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