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Adiós a Sartori

Blanca Heredia

Cáustico y polémico, sin duda, pero también pensador lúcido, creativo y preciso, como pocos. Leí la noticia acerca de su muerte y sentí un quiebre interno con la historia. Con la mía, sí, pero también con la grande, con la de todos. Sartori, eminente politólogo e intelectual público italiano, encarnaba uno de esos goznes privilegiados entre el conocimiento acumulado de Occidente y la realidad presente, abarcada y escudriñada, desde una mirada filosa, ordenada, sabia e irreverente.

Giovanni Sartori nació en Florencia en 1924, estudió filosofía y ciencias sociales en Italia y fue el primer catedrático en ciencia política en ese país. Hacia mediados de los setenta, se mudó a Estados Unidos y fue profesor de esa misma disciplina en Stanford, Harvard, Yale y Columbia. En esta última, ocupó la Cátedra Albert Schweitzer para las Humanidades entre 1979 y 1994, y a su retiro fue nombrado profesor emérito.

Tras su retiro de la Universidad de Columbia, regresa a vivir a Italia, pero no para de viajar por el mundo (y de visitar, con frecuencia México y América Latina). En su tierra natal, sigue escribiendo y asume un rol crecientemente visible como intelectual público y como crítico de todo lo que ve como negador y empobrecedor de la razón y la democracia (Berlusconi, el multiculturalismo, el predominio de la imagen por sobre el pensamiento abstracto). Publica su último libro –El camino hacia ningún lugar: Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro– en el 2015 y alcanza, en una entrevista en 2016, a referirse a la posible victoria de Trump como el augurio y símbolo de la “la consagración del homo cretinus”.

Sartori es especialmente conocido por sus contribuciones centralísimas al estudio de la democracia, los partidos políticos y la ingeniería constitucional comparada desde una perspectiva que, sin renunciar a los ideales, concentra su atención en analizar las realidades del poder y la política. Menos conocidas (especialmente en castellano), aunque igualmente significativas, son sus aportaciones sobre los aspectos metodológicos y conceptuales de la ciencia política, en particular, y de las ciencias sociales, en general.

Nuestro conocimiento de la realidad, señaló Sartori una y otra vez en su obra, está irremediablemente mediado por el lenguaje. Si el lenguaje que empleamos para preguntarnos sobre de qué está hecho y qué significa un determinado fenómeno es impreciso, el conocimiento resultante tenderá a ser, inevitablemente, deficiente. Coincido con Sartori: somos prisioneros del lenguaje. Sólo vemos y aquello para lo cual tenemos palabras y conceptos; sólo podemos pensar, en sentido fuerte, si contamos con términos y conceptos precisos. Sin ellos, no podemos ver ni entender nada.

Las palabras son como lentes: entre más borrosos y carentes de foco, menos útiles para orientarnos y para distinguir unas cosas de otras. La ambigüedad de un concepto o de un término puede resultar muy provechoso para el político que no tiene ninguna intención de comprometerse realmente con nada o para evitarnos a todos (en público o en privado) tener que fijar una posición y asumir la responsabilidad correspondiente. Para conocer la realidad y para intentar transformarla, así como para comunicarnos en serio con alguien con quien nos interese comunicarnos, el dejar en el aire el posible significado de un término no suele resultar especialmente útil.

Lo de Sartori eran la precisión conceptual, la claridad analítica y una capacidad inigualable para nombrar lo no nombrado y, en ese acto, organizarnos el mundo. A esa habilidad genial suya para conceptualizar y nombrar lo antes informe o invisible le debemos, entre otros, conceptos tales como “partido hegemónico” (el PRI) u “homo videns” (el que sólo puede aprehender lo que ve y es incapaz de pensamiento abstracto).

Hombre singularmente elegante y singularmente intolerante frente a la ignorancia y la tontería. Amante de la buena vida, conversador extraordinario y polemista brillante. Pensador, reitero, capaz de traer a colación, para iluminar el presente y el futuro de nuestra vida social y política, lo mejor de la tradición intelectual de Occidente (la duda metódica, el amor por las palabras bien definidas). Una mente poderosa en la que combinaban, de manera inusualmente clara y consistente, el rigor lógico, la crítica exigente y la creatividad a borbotones.

Una mirada valiente y ordenada, siempre abierta a las sorpresas y vicisitudes del presente. Una mirada abarcadora y aguda, comprometida con el valor de la libertad y la necesidad imperativa de hacerse cargo de las realidades luminosas y oscuras del poder político.

Nos quedan sus libros, sus entrevistas, su artículos académicos y los del Corriere della Sera. Se nos fue, sin embargo, ese hombre con porte de príncipe que reunía, en una misma persona, la honestidad intelectual a pruebas de balas; el crítico implacable de la democracia liberal y su defensor más denodado; el maestro inigualable; y esa presencia suya, fortísima, animada por la pasión no por glosar el devenir social y político, sino por entenderlo y hacer comprensible su arquitectura de fondo.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/adios-a-sartori.html

Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2017/04/04/58e3e0a206693.jpg

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La ignorancia y la igualdad en Rancière

Por: Gastón Gutierrez

Todo libro y toda historia tienen su efecto, y este libro de Rancière, y la historia del maestro ignorante, lo tiene incluso en las escalas más inesperadas. Situación: aula pequeña, escuela bonaerense, decenas de jóvenes distraídos, maestro absorto e impotente, y una chica aplicada pide “¡dicte profe dicte!”. Y el efecto apareció de repente: “no vamos a dictar porque no hay nada que dictar”. La historia de Joseph Jacotot apareció (aunque sea para salir del paso), y cuando hubo finalizado el relato sobre el maestro ignorante la atención juvenil, expresada en sus ojos, había cambiado por completo. Se llevaron algo más que el concepto de una clase (en este caso una mala definición manualística de “cultura”, que por cierto no copiaron), se llevaron la certeza subjetiva de que sabían de qué se estaba  hablando, que podían conocer más partiendo de lo que ya conocen, y especialmente que todas las inteligencias son iguales.

La igualdad de las inteligencias

La anécdota es modesta, pero multiplicada por miles de anécdotas similares, que deben repetirse en muchas geografías en los últimos tiempos, uno se puede dar una idea del efecto que una nueva edición de El maestro ignorante. Cinco lecciones para la emancipación intelectual de Jacques Rancière, puede tener1. Ciertamente no llegará a renovar la pedagogía habitual en un sistema educativo en crisis, ni fomentará un auge plebeyo del autodidactismo, pero por lo menos transmitirán la premisa sencilla de que todas las inteligencias son iguales (imprescindible en una coyuntura en que neurobiólogos macristas contabilizan cómo el “capital mental” se distribuye entre las clases2).

Publicado por primera vez en 1987, El maestro ignorante repone la experiencia pedagógica de Jacotot y su método de emancipación intelectual. Es la historia de un hombre del siglo XVIII, que atraviesa la Revolución francesa a los 19 años y participa como artillero en el ejército republicano. Desarrolla una carrera de instructor militar y llega a director de la Escuela Politécnica y diputado nacional. La Restauración Borbónica lo obliga al exilio en Bélgica y allí pasa por una experiencia de enseñanza que lo trastoca profundamente. Enseña con una versión bilingüe del Telémaco de Fenelón el francés a jóvenes belgas, sin conocer una palabra de holandés. Incapacitado de transmitir saber alguno, su método fue transmitir la voluntad de aprender. Dejarlos solos con el texto, ya que el saber estaba ahí para que ellos lo tomaran por sí mismos. La sorpresa es que al poco tiempo los alumnos podían replicar frases coherentes, comprendían el francés y componían estructuras argumentativas. Por azar Jacotot encontró que la inteligencia de los alumnos replicaba la inteligencia del niño al aprender la lengua materna (escucha, retiene, imita; compara, corrige, repite). Su teoría, como todas, parte de una práctica generalizada. Sacando conclusiones de esta experiencia Jacotot plantea su tesis: hay que partir de la premisa de que todas las inteligencias son iguales.

El impacto de esta idea en su tiempo generó un movimiento igualitarista y pedagógico revolucionario, pleno de equívocos y apropiaciones diversas, que a fin de cuentas hablaba de un método humanista nacido del impulso igualitario de la Revolución francesa (específicamente del contexto de su “urgencia” revolucionaria, donde Jacotot vio excelentes matemáticos militares y otras proezas científicas motorizadas por la voluntad revolucionaria del pueblo). El maestro ignorante es un voluntarista, “anarquizante” según Rancière, que se aleja de la “instrucción popular” que supone la dirección progresista de la burguesía, y se interesa en primer lugar por los pobres porque combate la desigualdad. El discurso contra la desigualdad de los hombres se basa en la igualdad de las inteligencias como una premisa o un axioma, por lo que no es demostrable científicamente, ni quiere serlo. Es un presupuesto que se prueba un poco como el budín inglés de Engels: en la práctica de comerlo3. Y aunque una axiomática no es una teoría del conocimiento, Jacotot se pregunta cómo se conoce en una práctica emancipada, criticando para ello el trasfondo filosófico del mito pedagógico y el atontamiento que produce. Contra Sócrates, Jacotot señala que éste no es la figura del emancipador sino “la del embrutecedor por excelencia, que organiza una puesta en escena en la cual el alumno debe ser confrontado a las lagunas y aporías de su propio discurso”. Embrutece porque pone en primer plano “el sentimiento de la propia incapacidad”4. Si en vez de partir del “sólo sé que no sé nada” se responde que se conoce una cosa (todos conocemos alguna cosa) y luego se vincula a ella todo lo demás, se “espolea” la voluntad de conocer, se pone en marcha el procedimiento de la comparación y diferenciación y se sale del “círculo del atontamiento”. Más aún se puede enseñar lo que no se sabe, precisamente porque no se enseña lo que se sabe. Para Jacotot la “opresión no es la sujeción de una voluntad a otra” que deba dejar paso a “una relación de inteligencia a inteligencia”. Al contrario, en ésta última es dónde “se demuestra mejor la desigualdad de las inteligencias, la necesidad de que una inteligencia sea guiada por otra inteligencia”. Mientras el maestro ignorante “no establece ninguna relación de inteligencia a inteligencia”5 es solo una “voluntad que ordena al ignorante que haga su camino. Es decir, echa a andar las capacidades que el alumno ya posee”6.

Rancière no llegó a Jacotot buscando una buena nueva filosófica, sino hurgando en los archivos de la historia de la clase obrera de la primera mitad del siglo XIX. Allí encontró un espacio y un tiempo de autonomía de los obreros, por las noches, donde se ponían en juego filosofías, poesías, artes, y en donde se le apareció la figura del maestro ignorante en la formación de “Louis Vinçard, instruido por su madre en el arte de la lectura, lo que no tendría nada de extraordinario si esta mujer, casi iletrada, no hubiera enseñado lo que ella misma no sabía”7. Sin saberlo, esa madre había aplicado el método de la emancipación intelectual. A fin de cuentas ¿de qué es ignorante el maestro ignorante? De la desigualdad. Contra el “orden explicador” que lo instaura, inevitablemente, Rancière propone invertir la lógica del maestro, abandonar toda proposición de que el que no sabe es una “tabula rasa” que debe dejar sus prenociones de lado (Durkheim-Bourdieu) o desprenderse de la ideología para llegar a la ciencia (Althusser). En este punto Rancière se emparenta con el Marx de las “Tesis sobre Feuerbach” que señalan que el educador debe ser educado8. Postula que el mito pedagógico divide el mundo en dos y supone el encuentro de dos inteligencias escondiendo el encuentro entre dos voluntades, una de las cuales se sabe impotente. Al contrario se puede ensenar lo que se ignora, sólo hay que dar el principio de esta instrucción: “hay que aprender alguna cosa y relacionar con ella todo el resto según este principio: todas las inteligencias son iguales”9.

Contra los maestros del atontamiento

Reponiendo el método de la emancipación intelectual Rancière construye un libro de historia y filosofía alternando posiciones jacotistas (repuestas interesantemente en su contexto) y consideraciones propias para pensar las implicancias de la emancipación intelectual, la filosofía de la emancipación y su relación con el marxismo. Las investigaciones sobre la vida obrera aparecen como campo de interés para Rancière luego de Mayo del ‘68, y de manera contrapuesta al marxismo estalinizado del PCF (donde tiene una breve militancia juvenil) y particularmente contra el marxismo de Althusser, con el que había colaborado en la obra colectiva Para leer El Capital. En 1969, ya alejado de Althusser y Balibar, va a realizar una crítica a la rígida teoría de la ideología althusseriana como una que no dejaba espacio para la libertad del sujeto. Le contrapone a este marxismo una reivindicación de la emancipación intelectual por parte del obrero como un momento imprescindible de la emancipación social (aunque se distinga de él). La ruptura con el althusserianismo se completa en La lección de Althusser, donde éste es denunciado como el filósofo del “orden” tanto universitario como del PCF. Un maestro burocrático alejado de la revuelta obrera y estudiantil y galvanizado contra los planteos más innovadores de Mayo. Motorizado por una activa militancia en el “segundo aliento” del movimiento del ’68, Rancière se integra al maoísmo de Izquierda Proletaria (Gauche Prolétarienne) y activa en la universidad de Vincennes, en las fábricas (donde reside su verdadero interés por los sucesos de Mayo) y colabora, junto a su esposa, en el movimiento del GIP (Grupo de Información de las Prisiones que tenía a Foucault como impulsor). De manera especular al estalinismo, Izquierda Proletaria postulaba una tesis populista que depositaba en el obrero el lugar de la “verdad”. Lo que por supuesto no impidió la espectacular metamorfosis derechista del maoísmo francés, y la disolución del grupo. A mitad de los ‘70 Rancière atraviesa esta “crisis de la izquierda” estableciendo una distancia tanto de la izquierda reformista (refortalecida con la conformación de la Unión de Gauche de estalinistas y socialistas), como con los nuevos filósofos que abren el camino a la reacción ideológica (el punto que lo distancia de Foucault). Pero también mantiene distancia de la continuidad de las organizaciones marxistas revolucionarias trotskistas y se concentra en sus estudios y en la revista Les revoltes logiques10. Su investigación había comenzado originalmente con el objetivo de dar cuenta del encuentro y desacuerdo del marxismo y la clase obrera francesa desde inicios del siglo XIX hasta la constitución del PCF. Ahora ese objetivo había mutado y conservando algunos tópicos va a tener su modulación más nítida en el periodo de la llamada “crisis del marxismo”11.

La aparición de El maestro ignorante coincide con la llegada de los socialistas al poder en los ‘80 en Francia y se escribe en parte para tomar distancia del “sociologismo progresista” (Bourdieu) que ponía el acento en las formas de llegada del saber para las poblaciones desfavorecidas, y en general contra la idea de que es el saber el que otorga el medio para la igualdad. Se anudan allí el rechazo del althusserianismo que oponía ciencia/ideología, con las teorías sociológicas de la dominación, y en general con todo el marxismo en el que se había formado al que ve como uno que “pinta la ley de la dominación como una fuerza que se apodera de todo lo que pretende impugnarla”12. La conclusión es que hay que salir del funcionamiento social que está siempre basado en las desigualdades y que dejan a los individuos impotentes de su propia emancipación. La cuestión es cómo.

El método de la igualdad y el marxismo

El camino de la emancipación intelectual a la emancipación social no es una vía regia. Al contrario, la emancipación intelectual es un proceso individual, es una lógica que “sólo trata, en definitiva, de las relaciones individuales”13 y que para Rancière en principio no puede definir una política colectiva. Una lógica que no carece obviamente de implicancias en “lo social”, pero que deja en un lugar de suspenso el sentido que ésta pueda tener: “El emancipado puede tener sueños de emancipación social, o simplemente querer un mejor lugar en la sociedad. La emancipación intelectual tiene un lado suspensivo con relación a los usos sociales”14.

Sin embargo, Rancière oscila entre establecer vínculos y analogías limitadas entre ambas emancipaciones o adoptar una extensión más o menos directa del principio de la igualdad. En la emancipación intelectual se adopta la presuposición de la igualdad y se la verifica, “mientras que en la política se verifica la igualdad que el otro nos está negando”15. El “método de la igualdad” deriva así del método Jacotot y establece un uso general posible en el que la emancipación social se compone de actos individuales que se contraponen a los límites establecidos por aquellos que sólo ven el “círculo continuo de la dominación”. Éstos no pueden ver cómo:

Las lógicas individuales, en el sentido de lógicas de los individuos, normalmente reproducen al infinito las lógicas sociales dominantes. Entonces, es necesario que alguna cosa, un evento, un dispositivo, un individuo, se ponga en disfuncionamiento con respecto a ese funcionamiento “normal” de la lógica social, para que un individuo se ponga a hacer trabajar su inteligencia por sí misma16.

Al igual que en la emancipación intelectual, el método de la igualdad es un postulado. Pero a diferencia del terreno de las desigualdades intelectuales (ciertamente más ilusorias que reales) en el terreno de las desigualdades sociales es más difícil conjugar esa apuesta. El apego a coyunturas críticas que cambian las percepciones sociales continúa sanamente el espíritu del ‘68 (el cual ciertamente Althusser y algunos más no pudieron ver). Sin embargo, a posteriori Rancière lee ésto menos como un asunto de la “lucha de clases” en Francia que como un acontecimiento que cambia el “reparto de lo sensible” y que debe ser pensado con otra lógica:

… yo siempre rechacé la explicación por lo social, en el sentido de la explicación por la base, por lo que está debajo, ese pensar escalonado en que los cambios en la sociedad van a explicar los cambios en la política, en la ideología17.

Para Rancière una revolución es “el momento en que todo un orden de lo visible, de lo pensable, de lo posible, se encuentra brutalmente despachado y reemplazado”18. Ocurre cuando se da “la interrupción brutal de todo un orden simbólico dado, y donde aparecen como posibles cosas que eran absolutamente impensables”19. Esto conlleva rechazar también la búsqueda de la “figura correcta del proletariado” (lo que lo aleja tanto de los marxistas revolucionarios como del neo-autonomismo de Negri). Rancière conserva sin embargo una resonancia manifiesta de Marx, al retomar la lógica entre la parte y el todo del proletariado tan presente en textos de juventud como la Introducción a Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Con la enorme diferencia de que el “proletariado” pasa a nominarse como la “parte de los sin parte” y así el camino de Marx de buscar en “lo social” las potencialidades de un sujeto de lucha con pretensión universal (aún en su heterogeneidad el colectivo de los trabajadores) es abandonado. Alejado de los análisis de clases, en ausencia de una teoría de la ideología y la alienación de la clase trabajadora y dejando en un plano muy simplificado y abstracto la teoría de la reproducción (y la dominación del Estado), es el “reparto de lo sensible” lo que se pone en cuestión en las situaciones revolucionarias. Aquellos que son “parte de los sin parte”, los que carecían de tiempo y espacio en el “consenso” y expresan un “disenso” de proporciones frente a éste pueden tomar cartas en el asunto. Ahora dos modos de sensibilidad confrontan y disputan el sentido de la experiencia en el espacio y en el tiempo. Y donde las palabras y los símbolos muestran la constitución de los sujetos. Es según sus palabras una “guerra de discursos” en la que la “parte de los sin parte” reclaman ser tratados como iguales. ¿Y quiénes son esa parte de los sin parte? Son los que lo hacen, no hay predeterminaciones sociales, más bien dependen de las formas de dominación de las clases dominantes y adoptan actualmente la forma de revueltas populares sin claros contornos de clase desde Egipto y Túnez hasta Madrid y París. Sin dudas todos esos sucesos son cuestionamientos más o menos profundos en el “reparto de lo sensible” dando cuenta de cambios en los modos de pensar, pero no alcanzan a trastocar las relaciones de clase, y la extensión del “método Jacotot” no permite pensar los límites que estas situaciones tienen para dar curso a una emancipación social.

  1. Edición ampliada de libros del Zorzal, Buenos Aires, 2016.
  2. M. Kaniuka, “El ‘capital mental’ y el discurso neoliberal de Facundo Manes”, La Izquierda Diario, 11/07/2016.
  3. Véase el alegato del astrofísico Neil deGrasse Tyson en el sitio de Noospora (www.facebook.com/noospora).
  4. J. Rancière, “La actualidad del maestro ignorante”, entrevista de Patrice Vermeren, Laurence Cornu y Andrea Benvenuto, Cuaderno de Pedagogía, Rosario, 2003, p. 4.
  5. Ídem.
  6. Ibídem, p. 5.
  7. J. Rancière, La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero, Buenos Aires, Tinta Limón Ediciones, 2010, p. 84.
  8. Para una buena lectura comparativa ver Juan Dal Maso, “La potencia del maestro ignorante”, blog Los Galos de Asterix (losgalosdeasterix.blogspot.com.ar).
  9. “La actualidad…”, ob. cit., p. 5.
  10. J. Rancière, El método de la igualdad. Conversaciones con Laurent Jeanpierre y Dork Zabunyan, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2014.
  11. G. Gutiérrez, “Cartografías intelectuales. Notas críticas sobre Hemisferio Izquierda de Razmig Keucheyan”, IdZ 16, diciembre 2014.
  12. J. Rancière, “Las desventuras del pensamiento crítico”, en El espectador emancipado, Buenos Aires, Ediciones Manantial, 2010.
  13. “La actualidad…”, ob. cit., p. 8.
  14. Ibídem, p. 11.
  15. El método de la igualdad…, ob. cit., p.104.
  16. Ibídem, p. 10.
  17. Ibídem, p. 174.
  18. Ibídem, p. 213.
  19. Ibídem, p. 214.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/ideasdeizquierda/la-ignorancia-y-la-igualdad-en-ranciere/

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¿Filosoqué?

Por: Pablo Bujalance.

Los profesores de Filosofía de los institutos de la provincia mantuvieron ayer una reunión en la Universidad en la que se les informó del procedimiento a seguir en la próxima Selectividad, o lo que sea, o como se llame. Y, bueno, la cosa no difiere mucho de lo que ya dictaminó el Gobierno: únicamente optarán a examinarse de Filosofía los estudiantes que aspiren a subir nota.

Como materias obligatorias quedan, entre otras, Lengua Española e Historia de España, lo que, y que Dios me perdone, no deja de resonar a valores del Movimiento. Pero hay un detalle que me resulta altamente significativo: para los (a todas luces pocos) exámenes de Filosofía que se celebren en Selectividad, Reválida, PAU, Sacramento de la Confirmación o como quieran llamarlo, queda exenta la filosofía contemporánea. Es decir, nada de Marx ni de Nietzsche. Ni nada posterior a Santo Tomás, por si las moscas. Su poquito de Platón, su poquito de Aristóteles y va que chuta. Es curioso, pero leí hace poco un artículo sobre las susceptibilidades que despierta todavía el estudio de la filosofía marxista en no pocas universidades estadounidenses, dada la alegría con la que se confunde este estudio con la divulgación del comunismo.

Pues bien, los temerosos guardianes del conservadurismo académico yanqui son unos pardillos al lado de nuestros próceres educativos. Resulta rematadamente difícil justificar semejante disparate con una excusa distinta del control ideológico.

La filosofía, y muy especialmente la de Marx, Nietzsche, Foucault, Sloterdijk (ya puestos) y demás indeseables, contribuye a hacer de las personas ciudadanos críticos. Es una invitación continua a zafarse de la caverna platónica, de lo asentado y establecido, y mirar qué hay al otro lado. Y, claro, a los que echan la culpa al viento de que los días de más frío coincidan con los máximos del precio de la electricidad les puede gustar cualquier cosa menos un ciudadano crítico.

Los que cantaban felices la derogación de la ley mordaza no se dan cuenta de que la normativa sigue vigente y enterita con efectos proactivos; al cabo, resulta mucho más rentable y eficaz negar el alimento al espíritu cuando se está a tiempo que liarse a cerrar bocas cuando ya es demasiado tarde.

El mayor problema, sin embargo, no es tanto que quien pueda ahorrarse agentes díscolos de antemano lo lleve a cabo, sino que quien teóricamente no debería permitirlo haga la vista gorda, mire para otro lado o incluso dé por buena la medida. El criterio competitivo y economicista en la educación no proviene únicamente de Ciudadanos ni del credo neoliberal: su éxito procede del hecho de que la mayor parte de la sociedad española, empezando por no pocos profesores y continuando con una amplia gama de la izquierda, se ha tragado el sapo de que los jóvenes tienen que estudiar cosas útiles, que les sirvan para prosperar en un medio agresivo y para devorar al adversario. Que hay que darle a Europa y a PISA lo que piden, y sin rechistar. Entonces, bueno, lo de la Filosofía puede considerarse un precio menor a pagar. Qué le vamos a hacer. Luego, cuando ves a los adalides de la tecnocracia horrorizados por la reproducción de clichés machistas, violentos, catetos, racistas, patrióticos y deshumanizados en las aulas, casi entran ganas de reír. ¿No queríais peones? Pues aquí los tenéis.

Fuente: http://www.malagahoy.es/opinion/articulos/Filosoque_0_1108089685.html

Imagen: https://yt3.ggpht.com/–y3DecVqQ-M/AAAAAAAAAAI/AAAAAAAAAAA/T2UMCdPJk4A/s900-c-k-no-mo-rj-c0xffffff/photo.jpg

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Derecho a desconectarse

Por: Ignacio Mantilla

Dos noticias importantes me han sorprendido en los primeros días de este nuevo año. La primera fue la entrada en vigencia en Francia, desde el 1 de enero, de la ley que incorpora un nuevo derecho: el derecho a desconectarse fuera del horario laboral. La segunda fue la muerte, a la edad de 91 años, del sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman, ocurrida el 9 de enero pasado.

Los dos hechos aparentemente no podrían relacionarse de manera alguna. Sin embargo, las dos noticias guardan una interesante relación y parecería como si Bauman hubiese podido ahora descansar en paz, al comprobar que Francia se adelanta a reconocer el nuevo derecho de sus ciudadanos a disfrutar del tiempo libre, sin que les estén obligando a continuar su trabajo en forma remota, permanentemente y sin ningún respeto por sus horas de descanso o por los días de vacaciones.

Bauman se hizo famoso por el desarrollo conceptual de lo que él llamó: “modernidad líquida”, una etapa en la cual lo que era sólido se ha licuado, una etapa en la que “nuestros acuerdos son temporales, pasajeros, válidos solo hasta nuevo aviso”. Bauman escribió también abundantemente sobre la globalización, el consumismo y lo que él denominó “la nueva pobreza”.

Y son de un especial valor sus reflexiones sobre el nuevo comportamiento social, influenciado por las tecnologías que ofrecen otras oportunidades y facilitan las comunicaciones en grupo mediante una permanente interconexión que ha creado un mundo digital en donde las relaciones personales se disuelven. Examinemos algunas de sus frases más famosas, que como veremos, conectan perfectamente con el espíritu de la nueva ley francesa y más bien parecen ideas para la exposición de motivos, de esta interesante disposición. Decía Bauman:

–     “El viejo límite sagrado entre el horario laboral y el tiempo personal ha desaparecido, estamos permanentemente disponibles, siempre en el puesto de trabajo”.

–     “Ha sido una catástrofe arrastrar la clase media a lo precario. El conflicto ya no es entre clases, sino de cada uno con la sociedad”.

–     “Todo es fácil en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad”.

–     “Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho. Lo que se consume, lo que se compra, son solo sedantes morales que tranquilizan tus escrúpulos éticos”.

–     “Todas las medidas emprendidas en nombre del «rescate de la economía» se convierten, como tocadas por una varita mágica, en medidas que sirven para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres”.

Pero hay una de sus frases, que me parece especial:
–       “Con nuestro culto a la satisfacción inmediata, muchos de nosotros hemos perdido la capacidad de esperar”.

Hoy Internet, las redes sociales y la increíble interconexión a través de nuestros dispositivos electrónicos ha provocado que todo esté al alcance de un click. Pero estos medios no nos permiten un instante de silencio, una conversación tranquila o la mínima contemplación de nuestro entorno, porque siempre la adicción por la inmediatez nos atrae con fuerza hacia Internet.

La frase de Bauman, a mi entender, devela el principio que encuentra el sociólogo como sustento del actual comportamiento, que desconoce las fronteras entre la vida personal y familiar y la laboral y profesional.

De acuerdo con los informes de estudios realizados por los franceses en la discusión de la ley mencionada, más de uno de cada tres trabajadores activos (el 37%) reconoce su esclavitud del celular o del computador, incluso durante los fines de semana y en vacaciones. Para luchar contra este fenómeno, Francia ha decidido crear el derecho a la desconexión. Y es que como lo dice Bauman, se ha vuelto costumbre tener que estar siempre disponibles, en el puesto de trabajo. Recibimos correos electrónicos y mensajes a horas intempestivas y en muchos casos debemos cargar un sentimiento de culpa por no responder inmediatamente asuntos que pueden esperar a la mañana siguiente.

El fenómeno seguramente se origina, como bien lo expresa Bauman, porque se ha perdido la capacidad de esperar. La paciencia pasó a ser un concepto caduco y olvidado en nuestra actual forma de vida social.

De este fenómeno no se escapan las comunicaciones entre estudiantes y profesores. Por una parte, los estudiantes creen que sus profesores están obligados a atender toda clase de dudas, en forma inmediata, en cualquier horario, a través de correos electrónicos o mensajes de texto. No es extraño, por ejemplo, que en horas previas a un examen de matemáticas el profesor sea bombardeado con mensajes como: “profe, para preguntarle cómo se hace el ejercicio 9”. Y cuando finalmente, minutos antes de las 7 de la mañana, hora programada del examen, el profesor puede revisar su correo, encuentre 15 mensajes similares y un grupo de estudiantes esperándole en la puerta del salón para reclamarle por no haber atendido sus preguntas.

Pero de otra parte también existen los profesores “intensos”, que a la media noche dejan tareas, vía correos electrónicos, con límites horarios perentorios imposibles de cumplir para su envío o entrega, desconociendo que también los estudiantes tienen derecho a descansar.

Se ha perdido entonces, en muchos casos, el derecho y deber de unos y otros de fijar horarios de atención, y de poder usar un tablero en una oficina para plantear las inquietudes, enriquecer el aprendizaje y resolver las dudas en forma directa y presencial.

Desde la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, invito a empleados, directivos, trabajadores, jefes, profesores y estudiantes para que sigamos el ejemplo de Francia y respetemos el derecho de todos a desconectarse unas horas al día y así empecemos a recuperar nuestra devaluada capacidad de esperar.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/derecho-desconectarse

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EL legado de Leibniz

Por: Ignacio Mantilla

De esos grandes personajes que trascienden en la historia, hay sin embargo muy pocos que son realmente universales. Y precisamente el año 2016 ha permitido conmemorar, hace apenas unas semanas, tres siglos de la muerte de uno de estos grandes hombres, de los más sobresalientes en las ciencias. Se trata de Gottfried Wilhelm Leibniz, un nombre que nos resulta familiar para quienes hemos estudiado formalmente las matemáticas o la filosofía.

De Leibniz se afirma que fue el último hombre capaz de dominar todas las ciencias en su época. En efecto, ocupa un lugar igualmente importante tanto en la filosofía como en la matemática, se anticipó a desarrollos científicos y contribuyó con nuevas nociones a otras áreas como Medicina, Ciencias de la Computación, Ingeniería, Teología, Geología, Biología, Derecho, Mecánica, Astronomía, Política y Diplomacia, Lingüística, Historia; en fin, a todas las existentes en su época y algunas que estaban por aparecer.

Sus aportes en matemáticas son especialmente conocidos y reconocidos. Contemporáneo de Newton, los trabajos de ellos dos en matemáticas convergieron, en forma independiente, a los mismos importantes resultados que dan la paternidad al Cálculo y al Análisis Matemático formal. A Leibniz se le atribuye haber “inventado” el Cálculo Infinitesimal y haber introducido la notación científica que aún hoy se usa.

En efecto, todos los lectores que hayan tenido que aprender (o estudiar) Cálculo Diferencial recordarán la regla para derivar un producto. Pues fue Leibniz, quien en 1675 introdujo por primera vez, en un manuscrito, con toda sencillez esta expresión, que para un matemático es como un hermoso verso: d(xy)=xdy+ydx.

De la misma forma en que los aficionados disfrutan de un partido de fútbol cuando se juega “bonito” y los jugadores exhiben gran talento, también quienes nos dedicamos a las matemáticas podemos deleitarnos y disfrutar con la elegancia de la demostración de un teorema o con la ingeniosa presentación de una solución. Y ese es el caso de Leibniz.

Por ejemplo sus aportes al estudio de las series son fascinantes. Y para que todos los lectores lo comprendan mejor, me voy a permitir ilustrar con sólo un pequeño ejemplo, una de sus geniales contribuciones: en 1672 el profesor Huygens despertó el interés de Leibniz en el tema de las series infinitas cuando le planteó el problema de calcular la suma S=1/2+1/6+1/12+1/20+1/30+···. A Leibniz se le ocurrió escribir el término general de la serie, 1/[n(n+1)], en la forma [1/n]-[1/(n+1)] y luego de demostrar que esta suma S es igual a 1, se decidió entonces por hacer un estudio general de las series alternadas. Una de las más conocidas hoy es:  Pi/4 = 1-1/3+1/5-1/7+-···.

Un invento de Leibniz, poco conocido, es una máquina diseñada y construida por él mismo hacia 1672, capaz de realizar cálculos aritméticos. Es la primera invención de su género y una clara demostración de su interés por la computación. La máquina, conocida como la “Stepped Reckoner” fue presentada a la Royal Society de Londres y por esta contribución se le nombró miembro externo.

La mente inquieta de Leibniz produjo también obras de gran valor para la filosofía y se le reconoce como uno de los tres principales filósofos de la escuela racionalista, al mismo nivel de Spinoza y de otro portento matemático como lo fue René Descartes.

Como racionalista, su filosofía se concentró en demostrar que todo lo que sucede en el universo depende de un único principio, el Principio de Razón Suficiente, que en últimas postula que todo lo que ocurre tiene una causa de ser como es. Ahora bien, como buen hijo de su época, Leibniz, científico, filósofo y político era un ferviente creyente en Dios y en su propuesta  filosófica pudo ubicarlo sin contradicción en el lugar más importante. Para Leibniz, dado que todo tiene una causa o razón, si uno rastrea las razones de todo lo que pasa en nuestro mundo, se encontrará con que al final de esa investigación hay una única causa de donde todo se deriva. El origen, el punto inicial de todo, esa “causa incausada», es para Leibniz el mismo Dios.

Su referencia a Dios se hace explícita y frecuente en sus escritos. De acuerdo con el matemático E. E. Kummer, al final de su trabajo sobre series infinitas alternadas, por ejemplo, expresa su admiración por las propiedades impredecibles que él mismo descubre, con la cita: «Gott freut sich über die ungeraden Zahlen» (“Dios se alegra de los números impares”).

Leibniz fue un escritor prolífico, además de los numerosos libros publicados en vida y que en ocasiones firmó con seudónimos, escribió cerca de 15 000 cartas dirigidas a más de mil destinatarios; muchas de ellas más que cartas eran tratados sobre las distintas materias que en su momento le interesaban. Por esta abundante razón, aún hoy se sigue editando la obra completa de Leibniz que ya supera los 25 volúmenes.

Este legado que acaba de cumplir 300 años debe ser apreciado con la vigencia actual de sus trabajos, aunque pase inadvertida en nuestro medio la conmemoración de su muerte ocurrida el sábado 14 de noviembre del año 16 del siglo XVIII.

Recibamos con mucho optimismo este nuevo año impar 2017, que además es un número primo. A propósito ¿sabe usted, apreciado lector, cuál será el siguiente año primo?

“Numero Deus impare gaudet!” – Virgilio.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/el-legado-de-leibniz

Imagen: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Leipzig_Leibniz_Denkmal_07.JPG

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El problema filosófico que demuestra que sabes menos de lo que piensas

Por: Hector G. Barnés

Pongamos que tiene que volver a la universidad y hacer un examen tipo test sobre una materia que desconoce por completo. Por ejemplo, imagine que es de ciencias y le colocan ante un examen de Historia en el que una pregunta es “¿en qué año llegó Aníbal a las puertas de Roma?” Las respuestas son el 544 a.C., el 216 a.C. o el año 42 d.C. Desconoce la respuesta, pero prueba a ver si acierta y da en el clavo: fue en el 216 a.C. ¿Sabía usted realmente que Aníbal había culminado su hazaña en ese año? No, pero de cara al examinador, lo sabe tan bien como un especialista en historia clásica que hubiese ofrecido la misma respuesta.

¿Conocemos lo que consideramos cierto? ¿Creemos en lo que conocemos? ¿Todo lo que sabemos es conocimiento? Estas son algunas de las preguntas que se hizo el filósofo estadounidense Edmund Gettier en un popular ‘paper’ llamado “¿Es conocimiento la creencia verdadera y justificada?” y publicado en ‘Analysis’, uno de los hitos de la epistemología del siglo XX. Desde su alumbramiento en 1964, el breve ensayo ha sido discutido por decenas de filósofos y expertos en lógica proposicional. Veamos el primer caso (contraejemplo) propuesto por Gettier:

Durante mucho tiempo se ha mantenido que algo es conocimiento si existe una creencia, esta es verdad y este conocimiento está justificado

“Smith y Jones quieren el mismo puesto de trabajo. Smith tiene pistas de que la siguiente proposición conjuntiva es cierta: Jones conseguirá el trabajo y tiene 10 monedas en su bolsillo. Las pistas que tiene es que el presidente de la compañía le ha asegurado que contratará a Jones, y no a él, y que él mismo ha contado las monedas de su competidor. Por lo tanto, Smith considera que el hombre que va a conseguir el trabajo tiene 10 monedas en su bolsillo.

Ahora viene el giro. Finalmente, no es Jones, sino Smith, el que consigue el trabajo. Entonces, mira su bolsillo y, de repente, se da cuenta que tiene 10 monedas en el bolsillo. ¿Terrorífico? En dicho caso, se puede decir que su creencia de que el hombre que iba a conseguir el trabajo tenía diez monedas en su bolsillo era verdadera”.

¿Sabía Smith, de verdad, que su creencia era verdadera? Esa lógica tiene multitud de implicaciones, pero la principal, aquella por la que Gettier utilizó dichos contraejemplos, es que la noción de creencia verdadera justificada como conocimiento, popularizada desde Platón, no siempre es válida. En definitiva, durante mucho tiempo se ha mantenido que algo es conocimiento si existe una creencia, esta creencia es verdad y, además, este conocimiento está justificado. En el caso de Aníbal, por ejemplo, por mucho que hayamos acertado la fecha (es decir, es verdad), quizá no creamos en ello ni tengamos razones para pensar que es esa y no otra.

¿Dónde está Brown? (iStock)
¿Dónde está Brown? (iStock)

Veamos el segundo contraejemplo, muy español, por cierto:

“Smith considera que Jones tiene un automóvil Ford. Lo sabe porque siempre le ha visto montado en él, y de hecho, le acaba de llevar a casa. Smith tiene otro amigo que se llama Brown, pero no sabe mucho de su vida. De repente, Smith, que es un poco juguetón, piensa en tres proposiciones: ‘O Jones tiene un Ford, o Brown está en Boston’; ‘O Jones tiene un Ford, o Brown está en Barcelona’; ‘O Jones tiene un Ford, o está en Brest-Litovsk’. Smith tiene buenas razones para considerar que todas ellas son verdaderas, porque sabe que Jones tiene un coche de esa marca, con lo cual, cualquier disyunción que coloque junto a esta proposición será verdadera, esté donde esté Brown.

Otros filósofos como Descartes dudaron de esta asunción, y Gettier mantenía que era difícil describir qué era conocimiento realmente

¿Y si, de repente, Brown estuviese en Barcelona de verdad? ¿Y si, al mismo tiempo, estuviese equivocado y Jones no tuviese coche, y este fuese alquilado?”

Una vez más, Smith está en lo cierto, pero sin tener ni la menor idea de lo que está ocurriendo. Tenía una creencia, era verdadera y estaba justificada, pero su conocimiento era nulo. Veamos ahora otro ejemplo quizá aún más elocuente, diseñado por el filósofo estadounidense Roderick M. Chisholm, platonista y racionalista:

“Un turista llega a un campo inglés. Allí, a lo lejos, observa lo que parece una oveja, por lo que considera que, efectivamente, en ese campo hay ovejas. Pero no era un animal bovino, sino un perro. Aquí llega el giro: aunque no fuese una oveja, sí que había otra tras una cerca que no había alcanzado a ver”.

Captura de un vídeo de 'Total Philosophy'.
Captura de un vídeo de ‘Total Philosophy’.

Una vez más, el protagonista tiene una creencia justificada y verdadera. ¿Pero verdaderamente sabía que había ovejas, si su percepción le ha engañado? Los contraejemplos de Gettier y colaboradores siguen la larga tradición de otros filósofos como Descartes, que dudaron de la asunción de que una creencia verdadera y justificada era verdaderamente conocimiento. El problema, sugería Gettier, es que es muy difícil saber qué es exactamente conocimiento… pero también, que estamos confundidos en muchas de nuestras percepciones sobre lo que sabemos y lo que no.

Entre el azar y las pistas falsas

Hay diversas teorías que han intentado resolver esta aparente paradoja. Las dos más populares probablemente sean la de “supresión del azar”, que recuerda que en los contraejemplos la suerte juega un papel demasiado decisivo, y la de “análisis de la causalidad”, que recuerda que las creencias deben tener una relación causal con los hechos. Sea como sea, lo que está claro es que a menudo incurrimos, intencionadamente o sin querer, en llamar “conocimiento” a lo que no lo es.

O uno u otro... o el que gane en Ohio. (Reuters)
O uno u otro… o el que gane en Ohio. (Reuters)

Pongamos un ejemplo cotidiano: la politología. Tenemos a nuestro amigo Landelino, que se gana la vida adivinando resultados electorales, y le toca analizar la pasada campaña estadounidense. Él tiene buenas razones para pensar que va a ganar Hillary Clinton, puesto que las encuestas a las que solo él tiene acceso le han dicho que Hillary va a ganar y se va a alzar, con total seguridad, con el Estado de Ohio. Así que publica un artículo que se titula “el ganador de las elecciones se llevará el Estado de Ohio”.

Llega el 9 de octubre y Trump arrasa en Ohio, por lo que se hace con dicho Estado. También con otros en los que en principio se esperaba su derrota, como Florida o Iowa. Sin embargo, el titular de su artículo, que empieza a compartirse en redes sociales, da en el clavo: efectivamente, el ganador de las elecciones se ha llevado el Estado de Ohio. El problema es que, si uno entra a leer el análisis del artículo, se dará cuenta de que su candidato era Clinton, y no Trump, por lo que no se puede decir que tuviese la menor idea de lo que iba a ocurrir… a pesar de haber acertado de pleno.

El amigo del matrimonio, sorprendido, descubre que tenía razón y sus amigos se lo recuerdan… aunque él no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo

Puede que no sea el mejor ejemplo, ya que hay una relación causal entre vencer en Ohio y ganar las elecciones. Pensemos en una relación de pareja: el amigo de un matrimonio formado por María y Juan sospecha que la mujer está engañando a su marido, puesto que así se lo ha dicho una tercera persona. Además, también sabe que lo está haciendo con Pedro, un amigo del matrimonio. Por lo tanto, piensa que Pedro va a ser el desencadenante de su divorcio, y así se lo transmite a sus amigos sin dar más detalles. Y tiene razón: tras unos meses, deciden firmar la separación, pero porque Juan, que realmente es bisexual, ha comenzado una relación con Pedro. El amigo del matrimonio, sorprendido, descubre que tenía razón… al mismo tiempo que no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, por mucho que sus amigos le pregunten dónde consigue información tan buena.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-01-03/problema-gettier-filosofia_1311424/

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España: El Ministerio de Educación cede y retira la Filosofía de la reválida de Bachillerato

Europa/España/19 Noviembre 2016/Fuente: Levante/Autor : Rafel Montaner

La evaluación final de cuarto de ESO sólo se hará en una muestra de centros

El Ministerio de Educación ha cedido ante la presión de las autonomías y la mayoría de la comunidad educativa retirando de las reválidas de Bachillerato y ESO las cuestiones que más rechazo han levantado. Así, en el examen final de Bachillerato que sustituye a la selectividad sólo entrarán las asignaturas troncales generales de segundo curso, lo que supone que finalmente no entrará la Filosofía de primero. El otro punto más polémico era el carácter generalizado de la prueba final de cuarto de ESO, que pasa a tener carácter muestral. Es decir, que esta reválida únicamente se hará en los centros educativos que designen las autonomías.

Estas son las dos grandes bazas del nuevo proyecto de Real Decreto sobre las evaluaciones finales de la Ley de Mejora de la Calidad de la Educación (Lomce) que el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, llevará a la conferencia intersectorial con los consejeros autonómicos del próximo lunes 28 de noviembre, según avanzó ayer Onda Cero.

Este borrador, que sustituirá al Real Decreto del 30 de julio, confirma que la reválida de 2º de Bachillerato será muy similar a las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) finiquitadas por la Lomce, tal como reclama el conseller de Educación, Vicent Marzà, y sus homólogos de las otras siete autonomías en las que gobierna el PSOE en solitario o en coalición (Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria, Castilla-La Mancha y Extremadura). Una demanda en la que también han hecho suya la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) e incluso en autonomías presididas por el PP como Castilla y León.

En cuanto a la reválida de ESO, que al igual que la de Bachillerato no se exigirá aprobarla para lograr el título hasta que no se alcance un pacto de Estado por la Educación, ya no tendrá carácter censal sino muestral. Así pues, no la deberán realizar todos los alumnos. Las CC AA socialistas se negaban a ello por el excesivo coste que supone, alrededor de un millón de euros sólo en la Comunitat Valenciana. La rectificación de la ley Wert por parte de Méndez de Vigo en aras de buscar el consenso se traduce en que dicha prueba sólo se hará en una muestra representativa de centros educativos que diseñarán las autonomías.

Fuente de la noticia: http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2016/11/18/educacion-cede-retira-filosofia-revalida/1493777.html

Fuente de la imagen: http://imagenes-cdn.farodevigo.es/multimedia/videos/2016/04/27/100915/nueva-selectividad-mantendra-caracter-revalida-bachillerato-unica-novedad-1_g.jpg

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