Page 1 of 2
1 2

Verdades ocultas

Por Carolina Vásquez Araya

El mundo secreto de la impunidad por abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes.


La violencia implícita en el acercamiento de carácter sexual hacia un niño o una niña es algo que la sociedad adulta todavía no alcanza a comprender. Es como si aquellos hombres y mujeres que alguna vez sufrieron el acoso o la violación en carne propia hubieran enterrado la experiencia en un sitio tan remoto de sus memorias, como para haber borrado incluso su capacidad de empatía hacia quienes lo han experimentado después. Durante siglos, la tragedia oculta de esos crímenes ha sido el secreto mejor guardado y sus víctimas, aún cuando pueden contarse a nivel de un buen porcentaje de la población infantil, han debido enfrentar el silencio y la negación, o el castigo por tener el valor de denunciar.

He pasado muchas décadas vinculada a medios de comunicación escrita como para haber visto en primera fila cómo los reportajes y artículos de fondo relacionados con la violencia extrema hacia mujeres, niñas y niños han tenido que entrar a codazos en las salas de redacción. Un acercamiento consciente y con carácter analítico y preventivo parece haber sido considerado marginal frente a la coyuntura política, la economía e incluso el deporte; y, cuando se asume su importancia, rara vez se presenta en las primeras cinco páginas. Cuando comencé a darle prioridad en mis columnas, alguien del medio en donde las publicaba me dijo que esos no eran temas relevantes, eran “temas de mujeres”.

Al revisar estadísticas de agresión y abuso sexual es fácil comprender, entonces, por qué las víctimas deciden no denunciar y cómo desde ese momento comienza a funcionar el mecanismo de la negación. Lo primero que surge en una víctima de violación es la vergüenza -propia y de su entorno cercano- y han pasado siglos antes de que esa puerta se abriera para dejar constancia de este aberrante tipo de violencia. Sin embargo, aun cuando los textos jurídicos han incluido en sus códigos estos crímenes -después de fuertes y prolongadas luchas de quienes han creído en la igualdad de derechos entre personas de distinto sexo- todavía no existe una actitud decidida para atacarlos y castigar con firmeza a sus perpetradores, porque tampoco se ha desarrollado un criterio de justicia a nivel institucional.

De este modo, la niñez nace sin derechos. En términos generales, se encuentra sujeta -sin paliativo alguno- a la decisión y la autoridad de quienes les aventajan en edad. Sus padres, tíos, hermanos, maestros, sacerdotes, pastores, vecinos y quienquiera les puedan imponer su voluntad es un posible ejecutor de uno de los crímenes más impactantes y destructivos contra la niñez. Carente, esta, de la capacidad de defenderse frente a quien le supere en fuerza y credibilidad, se encuentra muchas veces, y en todos los ámbitos sociales y culturales, a merced de sus victimarios.

La huella del abuso sexual en la mente de una niña o un niño en pleno proceso de desarrollo ocasiona un daño severo que se mantiene por el resto de su vida. Esa experiencia traumática, la cual muchas veces se repite durante largo tiempo sin posibilidad de resistencia por parte de quien la sufre, persiste en forma de rechazo, miedo y vergüenza, además de tener un impacto severo en la vida sexual y la visión de sí misma. El daño permea las relaciones humanas a un nivel tan profundo como persistente y solo esa cauda debería ser suficiente motivo para dar a la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes, una prioridad absoluta en la prevención, investigación y correcta administración de justicia.

Las verdades ocultas en ese mundo siniestro y extendido en todos los ámbitos -el abuso sexual contra la niñez- son el germen de sociedades incapaces de sostener sus valores, de sociedades trastornadas por un sistema patriarcal fuerte y poderoso que las sume en el dolor y la injusticia y cuyos códigos han sido elaborados en función de un poder adulto cargado de misoginia y desprecio por este sector fundamental de la comunidad humana.

No existirá entorno seguro para la niñez, en tanto no sea objeto del respeto que merece.

Fuente: https://rebelion.org/verdades-ocultas/

 

Comparte este contenido:

Entornos seguros y de respeto y una educación inclusiva, necesarios para que artistas LGBTIQ fortalezcan la diversidad cultural y artística en México

América del Norte/México/21-05-2021/Autor(a) y Fuente: es.unesco.org/news

Escuchar, reconocer y visibilizar la diversidad de las realidades sociales y culturales a través de políticas y programas culturales y artísticos, de una política afectiva, de trabajos colectivos y comunitarios, de programas de capacitación y un renovado concepto sobre el patrimonio y la educación, son propuestas que se expusieron durante el primer Diálogo ResiliArt de la UNESCO en México con la comunidad LGBTIQ, para fortalecer un entorno cultural equitativo, de respeto y de paz.

El conversatorio “Narraciones disidentes hacia una cultura sostenible en México”, desarrollado en el contexto del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (17 de mayo), se transmitió en vivo por el Facebook Live de la UNESCO en México y contó con la participación de Alicia Cruz, del Laboratorio de Arte “Diversa”; Fabián Cháirez, artista plástico; Lía García “La novia sirena”, pedagoga artística; Shakiboy, artista drag; así como La Bruja de Texcoco y Raymix, compositores e intérpretes de música regional mexicana.

Alicia Cruz señaló que la comunidad de la diversidad sexual y de género, así como otros grupos, han sido desplazados del terreno artístico y cultural establecido, por lo que han tenido que crear sus propios espacios, sus propias memorias, bibliografías y anaqueles de manera comunitaria y colectiva, lo cual demuestra las posibilidades de una renovada “pedagogía del patrimonio”, que reconozca las experiencias de las personas y las estrategias que se desarrollan en todo momento en diferentes entornos, como en los barrios y en las colonias, para evitar el olvido de sus historias e identidades.

Asimismo, indicó que el alcance de esas acciones que ya se hacen en comunidad puede incrementarse con el compromiso de las instituciones y las organizaciones culturales a través de políticas que integren en sus agendas el apoyo financiero y de difusión de artistas y obras de grupos como el de la diversidad sexual y de género. Para ello, dijo, son necesarios programas de capacitación sobre género, feminismo y diversidad sexual pues, quienes trabajan en distintas áreas de las instituciones u organizaciones, en ocasiones no saben cómo responder o guiarse frente a diferentes obras y proyectos artísticos.

En el diálogo del Movimiento Global ResiliArt de la UNESCO «La Bruja de Texcoco” sugirió que, además de políticas inclusivas, “se construya una verdadera ‘nueva normalidad’ que fomente la inclusión y el respeto desde las infancias, mediante una educación y un verdadero cambio alejado del machismo y la misoginia”, pues ello ha limitado el reconocimiento y el desarrollo de una diversidad de realidades sociales y culturales. La artista explicó que la feminidad le brindó otra sensibilidad creativa y le colocó en un nuevo lugar con grandes posibilidades, aunque aún con riesgos y obstáculos.

En esta línea, Raymix sugirió “incluir plenamente contenidos sobre la diversidad sexual” en la educación básica y en libros de texto para reconocerla como una realidad y fomentar espacios seguros, por ejemplo, erradicando el acoso escolar homofóbico.

El productor de “electrocumbia” también comentó que en algunos géneros musicales predominan los machismos y ciertas masculinidades que orillan a que algunas personas de la disidencia sexual vivan en secreto, por lo que es necesario crear un entorno que permita reconocer a los artistas por sus obras, respetando sus propias identidades, y entonces disipar el miedo prevaleciente en algunos entornos.

Shakiboy, por su parte, destacó no sólo la necesidad de espacios seguros para las personas de la comunidad LGBTIQ, sino también para otros grupos, como los migrantes. La reflexión de este artista parte de su experiencia en un centro de retención por su situación de movilidad en México.

Ante estas y otras problemáticas, Lía García señaló que, con la pandemia actual, se ha encarnado la necesidad de una política afectiva, cuya propuesta proviene de diferentes disidencias que luchan por recuperar el cuerpo, la memoria y los afectos, un desafío en el que las infancias deben recibir un mensaje para “seguir resistiendo”, ante las transformaciones de interacción social que se dieron con la pandemia actual.

Fabián Cháirez, junto a los y las participantes del diálogo, apuntó la necesidad de que las y los artistas, quienes ya cuentan con trayectoria y plataformas de exposición, brinden apoyo y espacio a otras personas que cuenten con menos posibilidades de visibilidad, para fortalecer el reconocimiento de otras realidades.

En este sentido, también destacaron la importancia de fortalecer una narrativa desde la alegría y el amor, para revitalizar las aportaciones que la diversidad sexual y de género han brindado al arte, a la cultura y a sus comunidades, aún frente a “los desafíos que enfrentan para su reconocimiento pleno, en temas relacionados con la libertad artística, que es fundamental para la libertad de expresión”, como señaló el Director y Representante de la Oficina de la UNESCO en México, Frédéric Vacheron, al abrir la sesión del Diálogo, y destacar el papel de la diversidad en la construcción de la paz y un diálogo guiado por el respeto.

Frente a la pandemia, el uso de medios sociales y otras estrategias digitales han mantenido al arte y la cultura a flote, sin embargo, las y los ponentes concordaron en que deben ser evaluadas estas prácticas para identificar cómo realizarlo de una manera coherente y saludable, además de que no todas las personas tienen acceso a servicios de Internet, por lo que también invitaron a realmente reformular la idea de una “nueva normalidad” en la que todas las personas y todas las diversidades estén presentes.

Consulte el mensaje de la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia.

La UNESCO en México celebró el primer diálogo ResiliArt con personas de la comunidad LGBTI, en el contexto del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (17 de mayo). Con el cual se sumó al llamado de las Naciones Unidas por incluir estas realidades en los planes de respuesta y recuperación ante la pandemia de COVID-19.

Fuente: https://es.unesco.org/news/entornos-seguros-y-respeto-y-educacion-inclusiva-necesarios-que-artistas-lgbtiq-fortalezcan

Comparte este contenido:

Derecho a decidir. El mercado y el cuerpo de la mujer

Reseñas/Noviembre 2020/rebelion.org

Autora: Carmen Domingo
Prólogo: Almudena Grandes
Presentación: Pascual Serrano
Ediciones: Akal 2020
ISBN: 978-84-460-4901-2

Una nueva misogínia nacida del calor de las doctrinas ultraliberales que campean en la jungla del mercantilismo salvaje, aplica al cuerpo de las mujeres señala Almudena Grandes

Aquel grito feminista del siglo pasado, el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, ha terminado en manos del mercado, convertido en un bumerán sobre las mujeres… Lo que denuncia Carmen Domingo es que parece que, cuando se trata del cuerpo de la mujer es cuándo los límites del mercado dejan de existir y ya todo se puede comprar o vender dice en la presentación del libro Pascual Serrano

En los últimos años ha aumentado de forma significativa la reflexión sobre los problemas que atañen a las mujeres, los dilemas que asedian sus cuerpos y, como consecuencia, las demandas feministas para tratar de solucionarlos. Así ha sido como, en la actualidad, vivimos un nuevo ciclo de movilizaciones y una diversificación de los discursos feministas, en especial de aquellos relacionados con un tema que parecía superado ya en el siglo XXI: «El derecho de las mujeres a decidir sobre nuestro cuerpo». Un derecho a decidir ⎯asumida ya la legitimidad del aborto⎯ que atañe a muchos dilemas: la abolición o regularización de la prostitución; las prohibiciones e imposiciones religiosas; las tiranías estéticas que viven muchas mujeres en Occidente para poder acceder a realizar trabajos de distinta índole, o la ilegalidad, que quieren convertir en legalidad, de alquilar a una mujer con el propósito de dejarla embarazada y acabar comprándole el hijo tras dar a luz.

Temas que, sin duda, ponen el foco en la condición, todavía subalterna y vulnerable, que viven las mujeres y señalan sus cuerpos como objetos, depósitos del placer, susceptibles de ser comprados, alquilados y vendidos por los hombres. Asuntos acerca de la dignidad y hasta el orgullo de «otros» que, por extraño que parezca, les dejan, en no pocas ocasiones, escaso margen de maniobra para decidir qué hacer al respecto.

Temas ⎯los cuatro⎯ a través de los que se evidencia cómo, en la mayoría de casos, la clase política huye del debate, de uno o de todos, porque ⎯sin importarle demasiado la situación en la que se debe encontrar una mujer que llega a ese escenario⎯ va de la mano de grupos de presión y lobbies que se desenvuelven con soltura y sin complejos en el marco de democracias despolitizadas y preocupadas sólo por los beneficios económicos.

Parece que no debería generar ninguna duda que, cuando existe una necesidad básica, lo que decide cualquier mujer para conseguirla no es una reacción fruto de su libertad, sino condicionada, precisamente, porque no la tiene. Así pues, en realidad, no siempre tienen el «derecho a decidir sobre nuestros cuerpos», tal como sería deseable en pleno siglo XXI. Ya lo decía con claridad Rousseau en el lejano siglo XVIII, en El contrato social: la auténtica libertad surge de las condiciones materiales. Quizá la solución pasa por que «nadie sea tan pobre como para querer venderse y nadie sea tan rico como para poder comprar a otros»; sólo así la mujer conseguirá , de verdad, poder decidir sobre su cuerpo.

Derecho a decidir. Editorial AKAL

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/derecho-a-decidir-el-mercado-y-el-cuerpo-de-la-mujer/

Comparte este contenido:

Entrevista a Marcela Lagarde: “Es misógino acusar a las feministas de una pandemia mundial”

Entrevista/11 Junio 2020/Autora: Meritxell Freixas Martorell/eldiariolaeducacion.com

  • La antropóloga feminista Marcela Lagarde y de los Ríos (1948) habla desde su confinamiento en México, donde el coronavirus ya se ha cobrado más de 12.500 vidas y también donde cada día diez mujeres son asesinadas por hombres. Referente del feminismo latinoamericano, Lagarde fue militante del Partido Comunista y luego diputada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Desde el Congreso mexicano impulsó la Ley General para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007) y, a raíz de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, acuñó el concepto de feminicidio, utilizado hoy en las legislaciones de distintos países.

La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental”, escribía Lagarde en Soledad y Desolación hace dos años, cuando cuarentenas y confinamientos estaban lejos de ser una realidad. Hoy, desde su casa, al otro lado del teléfono, hace balance de lo que la crisis sanitaria global ha supuesto para miles de mujeres del mundo, sobre todo, para las más vulnerables. Convencida de que la humanidad atraviesa un cambio de civilización, apunta los principales ejes del nuevo paradigma que cree que regirá el mundo.

¿Qué ha desvelado la crisis del Covid-19 sobre la realidad que viven las mujeres?

Ha desvelado muchas cosas que se habían vuelto invisibles por el tratamiento que la sociedad les ha dado. La pandemia ha tocado múltiples factores y relaciones vinculadas a la manera de ordenar el espacio privado. La crisis se ha agudizado porque mujeres y hombres estaban organizados por espacios, horarios y calendarios que ahora se han modificado. El mundo privado, la vida cotidiana, de repente ha sido ocupado por los hombres. Estamos en una campaña mundial de confinamiento. Es la fórmula que han encontrado para que no nos contagiemos porque no hay vacuna y no hay cura. Hay que aislar y el mundo adoptó esta forma, pero los gobiernos e instituciones internacionales de salud han dejado a mujeres y hombres que sean ellos mismos quienes gestionen la crisis que se ocasiona con esta presencia renovada de los hombres en el espacio privado.

¿En qué se ha traducido eso?

En lugares como México, India, Brasil y en países donde hay una dominación patriarcal de género intensa, la presencia de los hombres en el espacio privado ha significado un incremento de las llamadas telefónicas de las mujeres en búsqueda de protección. Hay muchas fricciones por el espacio, las normas, quién hace qué. Eso ha evidenciado la crisis del sistema reproductivo, que deja a las mujeres a cargo de la casa, el hogar, el cuidado de niños, niñas, adolescentes, ancianos, enfermos o personas con una discapacidad. Ahora que estamos pasando por la estrechez de la vida cotidiana, se ha comprobado lo que hemos dicho siempre las mujeres: que este es un trabajo fundamental que ha sido invisibilizado siempre, pero que permite el desarrollo y la reproducción misma de la sociedad, la cultura y del poder. Se ha señalado muchísimo esta injusticia y la falta de apoyo de las instancias públicas. Muchas mujeres trabajamos por nuestra cuenta, como emprendedoras o asalariadas por el trabajo del hogar. Además, nos hacemos cargo de la casa y la familia como podemos. En México, por ejemplo, una gran cantidad de mujeres se constituyen en familias monoparentales. Si ellas no trabajan, nadie lleva ingreso y ahí se produce una crisis enorme. En la frontera norte vemos que una gran cantidad de migrantes mexicanas van a Estados Unidos a hacer el trabajo del hogar y regresan a México después de su jornada. Pero ahora, todos estos trabajos se suspendieron y también se suspendieron las industrias en las que trabajan las mujeres, sin entregarles salarios sustitutivos. Tampoco hay una renta básica.

¿Cómo podremos revertir esos efectos del confinamiento en las mujeres?

Tendríamos que tener la claridad de aprovechar esta ola enorme de confinamiento y trastocamiento de las normas de convivencia, sobre todo en el espacio privado, para evitar volver a relaciones que ya conocemos porque las tuvimos en el pasado. Reforzar esta conciencia social nueva sobre el papel de las mujeres en la vida social privada y pública, incluso en la gobernanza. Los 10 mejores gobiernos de esta pandemia son liderados por primeras ministras y presidentas mujeres. Fuera del esencialismo, el análisis es que ellas han estado menos tocadas por esquemas patriarcales y han luchado por los derechos, por la participación, con una sensibilidad distinta y una visión feminista. Gobiernan diferente por eso, no porque sean naturalmente así. No podemos desechar la oportunidad que tenemos: estamos viviendo un gran cambio civilizatorio y para salir de esta crisis hay que sintonizar con todos los sujetos sociales, todas las alternativas progresistas, como la Internacional Progresista que se ha formado tras el llamado de varios intelectuales. Hay que construir una opción de desarrollo humano sustentable, verde y feminista. Tenemos que lograr que la desescalada tenga un sentido humano, que tenga eso que el feminismo siempre ha criticado al humanismo androcéntrico que coloca en el centro al hombre y a los hombres, pero no a la humanidad y a las personas.

La extrema derecha en España ha acusado a las organizaciones feministas, periodistas y convocantes de las manifestaciones del 8M de provocar la propagación de la pandemia. ¿Qué opina?

Las redes que convocaron el 8M no pueden ser acusadas de nada, al contrario. La convocatoria fue para avanzar en la construcción de los derechos humanos y la democracia desde una perspectiva de género. Es misógino acusar a las feministas de una pandemia mundial. Me parece desproporcionado, con falta de perspectiva y no científico. No es posible probar eso. No sólo hubo manifestaciones feministas, hubo partidos de fútbol con mucho público, ceremonias religiosas, bodas, misas, gente en las calles y en el transporte público. Necesitamos un esfuerzo de resiliencia y no aceptar las acusaciones gratuitas contra las feministas. Es central discutir cómo hacer que en esta crisis la sociedad sea coadyuvante y no solo víctima. En vez de culpar y acusar a las mujeres de expandir la pandemia, cosa que es falsa, tendríamos que aprovechar la sabiduría del movimiento feminista para integrar el feminismo en la gobernanza democrática, en la participación de la sociedad civil, en la construcción de un planeta verde. Tenemos que enfrentar lo que viene de manera compleja, sostenida, profesional y velando por el interés de las personas, de las comunidades y del pueblo en general. Hay que tratar de que prevalezca la ética. El fin de la pandemia está lejos, pero tenemos el espacio para colocar en el centro del desconfinamiento un debate ético sobre el nuevo paradigma que queremos impulsar.

¿Cómo hacer que los partidos de ultraderecha de todo el mundo no interfieran en la construcción de este nuevo paradigma?

Lo primero es observar que la derecha en el mundo tiene sus centros, su potencia, sus millones en juego, como está sucediendo en Estados Unidos con el neofascista presidente Trump. La gente progresista, las feministas, los ecologistas tenemos que ser conscientes de que ahora es el momento. En marzo se produjo un auge en la ola actual del feminismo en la que participan millones de mujeres y hombres de distintas generaciones que ya se están apropiando de la cultura feminista. Tenemos que difundir esta cultura. Convocar a la resiliencia, a lograr capacidades de restauración, de conservación y de innovación para empoderar el proceso de erradicación de la pandemia. Tenemos que escuchar a los científicos que muestran cómo estamos destruyendo la tierra, los territorios y que eso nos va a llevar a tragedias impensables. La desigualdad enorme que hay en el mundo se cobra vidas con la epidemia con las personas en mayor riesgo, las comunidades más frágiles. Debemos impulsar un sistema internacional, nacional y local del cuidado para tener una orientación de cuidados permanente y no solo para emergencias y que lleve a cuidar, a reparar y a innovar con lenguajes nuevos y acercamientos diversos. […] Las feministas hace tiempo estamos proponiendo como alternativa una economía solidaria, la economía feminista, que pone en el centro a las personas y que busca la calidad de vida, la salud, la educación, y tener mejores condiciones de vida, de trabajo y de convivencia con los hombres sin violencia.

¿Qué nos dejará esta crisis?

De esta crisis tiene que salir algo mejor. Al principio fue resistir, como la canción –“Resistiré”–, pero ahora, además de resistir, nos hemos propuesto transformar el mundo para privilegiar el ecosistema, el patrimonio histórico y cultural y los derechos humanos. Estamos incursionando en un cambio cultural civilizatorio porque por primera vez podemos hablar de una crisis que afecta a todos los territorios del mundo y a todas las personas a la vez, hablar de humanidad. Eso es un cambio paradigmático y exige que seamos capaces de llevar ese nuevo modelo a todos los espacios y que la política se ponga al servicio de construir esa nueva cultura del cuidado propio y de los otros, del medio ambiente, del patrimonio y de todo lo que tiene un valor para nosotros.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/06/10/es-misogino-acusar-a-las-feministas-de-una-pandemia-mundial/
Comparte este contenido:

“Sin pensar agarré lo que pude y escapé con mis hijas”/México

América/México/27/05/2020/ Autorxs: Gloria Muñoz Ramírez, Karen Moreno, Iolany Pérez Y Héctor Madariaga/Fuente: desinformemonos.org

Especial “Coronavirus desde otras miradas”

Tercera Entrega

 

El confinamiento forzoso para evitar la propagación del coronavirus se ha convertido en caldo de cultivo de otro virus de efectos devastadores: la violencia machista. Las llamadas de auxilio y denuncias de mujeres maltratadas se han disparado en México, El Salvador y Honduras.

Alejandra, de 19 años, y Lucero, de 30, (ambas utilizan seudónimos por motivos de seguridad) están ingresadas desde hace unas semanas en un refugio para mujeres maltratadas en la Ciudad de México. Intentan recuperarse del tormento. En plena pandemia del Covid-19 el marido de Alejandra mató a su bebé de nueve meses y la emprendió a golpes contra ella. Lucero vivía encerrada en casa. Su pareja no la dejaba salir y el abuso era constante. Ante la amenaza de la violencia machista y del coronavirus, el confinamiento en una casa refugio es la protección de Alejandra y Lucero, que no tienen ningunas ganas de volver a su “normalidad”.

Las cifras por violencia de género en México eran alarmantes antes de la pandemia. María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), que agrupa a 40 organizaciones de 22 estados del país, señala que unas diez mujeres eran asesinadas cada día. Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, el primer trimestre de 2020 ha sido el más violento para las mujeres mexicanas en los últimos cinco años, con 964 homicidios. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador declara que la tendencia en el feminicidio “está a la baja”.

Con apenas 19 años de edad, Alejandra vive refugiada durante la contingencia sanitaria. Foto/ Refugio de mujeres

Lo que ocurre, precisa María de la Luz Estrada, es que de los 964 asesinatos, 720 están clasificados como homicidios dolosos y sólo 244 como feminicidios. Este último término define el asesinato de una mujer por la condición de serlo, cometido siempre por un hombre y con una clara connotación machista. Un número creciente de países han incorporado el feminicidio a su legislación penal.

El primer caso de Covid-19 en México se detecta el 28 de febrero. En las semanas siguientes se dictan medidas de aislamiento preventivo, y el 23 de marzo, con 316 casos confirmados y dos muertes, la Secretaría de Salud declara la Jornada Nacional de Sana Distancia, y poco después la campaña “Quédate en casa”. El 30 de marzo se declara una “emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor” y el 21 de abril comienza la fase 3, con medidas que extienden el confinamiento. Los casos de violencia de género, –agresión físicas, sexual y emocional—se disparan de manera alarmante, según advierten mujeres víctimas de violencia, madres de mujeres asesinadas, activistas, y organizaciones feministas y de defensa de derechos humanos.

Machismo y misoginia en El Salvador

Son más de las 2 de la madrugada del 29 de abril en una vivienda humilde del municipio de Mejicanos, en San Salvador. Cristina, de 17 años, salta de la cama al escuchar ruido. A través de la cortina que divide el cuarto minúsculo vislumbra la silueta de su padre. “¡Qué haces!”, le grita. Salta por encima de la litera donde duerme su hermano de 10 años, enciende la luz y ve una escena dantesca. La madre ensangrentada en su cama, con el cuerpo del marido encima que trata de ahogarla. La muchacha consigue apartar al padre, y levanta a la mujer malherida.

Los gritos despiertan a su tío, Marvin Regalado, quien da un brinco y ve en el cuarto contiguo a su cuñado Edwin Alexander López Rivas, con los brazos extendidos, cubiertos de sangre. “Mátame, mirá lo que he hecho”, susurra el agresor. Detrás ve a su hermana, Susan Daly Regalado, que se tambalea agonizante.

Marvin avisa a la policía, mientras su sobrina recuesta a su madre, con los ojos cerrados y la lengua fuera. De camino al hospital Marvin graba con su teléfono celular a Susan, recostada en el asiento posterior del vehículo policial, con una toalla ensangrentada en la cabeza. Tiene puñaladas en el cuello, mejilla y frente. En pocos minutos llega a la casa otra patrulla de la Policía, que detiene al agresor.

A las 3 de la madrugada, frente al Hospital Zacamil, en San Salvador, un médico sube a la parte trasera del vehículo policial para auxiliar a Susan. Demasiado tarde. “Lo siento, ya no se puede hacer nada. Está muerta”.

El 1 de mayo se presenta ante el juzgado el requerimiento fiscal contra Edwin Alexander López, por el delito de feminicidio agravado de Susan Daly, que en El Salvador está tipificado y sancionado con una pena de entre 30 y 50 años de prisión. López Rivas está detenido por orden judicial y Fiscalía sigue realizando diligencias en la etapa de instrucción.

Edwin Alexander López, antes de la audiencia inicial en el Juzgado Segundo de Paz de Mejicanos, San Salvador. Foto/Émerson Flores

El confinamiento forzado de la población a causa de la pandemia ha agravado la violencia contra las mujeres. El Gobierno ha olvidado otro virus, más letal y menos combatido: el machismo y la misoginia. Desde la entrada en vigor de la cuarentena en marzo, el covid-19 ha causado la muerte de al menos cinco mujeres hasta el 13 de mayo. En el mismo período ha habido 18 asesinatos de mujeres, según la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), y el Centro de Atención Legal ha recibido 158 denuncias, que representa un aumento de la violencia del 58% respecto de meses anteriores.

Una “condena” de dos meses en Honduras

En los últimos cuatro meses el Sistema de Emergencia 911 de Honduras ha registrado más de 32.500 llamadas telefónicas de auxilio de mujeres, que denuncian agresiones de su marido o de algún otro miembro de la familia. Según el Ministerio Público, durante el confinamiento se presentan entre 15 y 20 denuncias diarias por violencia doméstica sólo en Tegucigalpa y San Pedro Sula, las dos principales ciudades del país.

Una de las llamadas es de una joven, Angie García, hasta ese momento desconocida para el gran público, que denuncia a su marido por maltrato físico y verbal. La noche del 13 de abril, la Policía detiene en su domicilio, en Tegucigalpa, a Román Rubilio Castillo, futbolista de la selección hondureña y delantero centro del emblemático club Motagua.

El vídeo de la detención se hace viral en redes sociales, así como una foto de la paliza que Castillo propinó a su esposa y madre de un hijo. El futbolista pasa 24 horas en dependencias policiales, tal y como estipula la legislación de Honduras, donde la violencia doméstica es tipificada como falta y no como delito.

El Ministerio Público confirma que el deportista estaba ebrio cuando fue detenido. Después de varios rodeos el caso ingresa en el juzgado de familia, y Castillo es “condenado” a dos meses de trabajo comunitario. Melvin Duarte, portavoz del poder judicial, afirma que el acusado reconoció los hechos denunciados por su esposa, “por violencia psicológica y física”, lo que fue confirmado “por un dictamen preliminar en materia forense”.

En Honduras 390 mujeres fueron asesinadas en 2019. El 60% de las víctimas, por ataques de sus parejas, exparejas o alguien con quien tuvieron una relación afectiva, según un informe del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Las organizaciones de mujeres registran más casos, y alertan sobre la altísima impunidad: nueve de cada 10 crímenes contra mujeres no se investigan y los asesinos están libres.

Cristina Alvarado, dirigente feminista de la Organización de Mujeres Visitación Padilla, asegura que la violencia de género en las familias es una constante en Honduras. “La pandemia del Covid-19 sólo ha evidenciado la realidad histórica que viven las mujeres, producto de la violencia en el hogar. Esto lo venimos denunciando desde hace años las organizaciones feministas y de mujeres”, dice Alvarado.

La presión de la sociedad civil

En México, durante el primer mes de confinamiento las llamadas y mensajes de auxilio a los refugios de mujeres aumentan en un 80%, según explica Pilar Sánchez Rivera, directora de Espacio Mujeres para una Vida Digna y Libre de Violencia, uno de los 69 centros de la Red Nacional de Refugios. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador declara en una de sus conferencias de prensa “mañaneras” que el 90% de las llamadas de auxilio sobre violencia contra las mujeres son falsas, aunque los registros oficiales hasta marzo digan lo contrario.

Marilú Rasso, directora ejecutiva del mismo refugio, asegura que en la situación de encierro por el covid-19 “a las mujeres se les vuelve a meter en un papel de servicio obligatorio, y cualquier pretexto funciona para que el agresor ejerza violencia”.

En marzo, Alejandra y su hija de nueve meses sufren una vez más las agresiones del marido y padre. La pequeña pierde el conocimiento y la madre logra escapar con el bebé, que llega al hospital sin vida. El personal sanitario llama al Servicio Médico Forense y a la Fiscalía. “Les dije que en casa vivía amenazada, y que el papá nos golpeó a mi hija y a mí. No estaba borracho ni drogado, sólo se aburría porque no trabajaba”.

Diez mujeres son asesinadas en México todos los días. Foto / Brian Torres

Un informe de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) da cuenta de un 97% de impunidad en los feminicidios. Entre el 3% restante se encuentra el marido de Alejandra, que está en la cárcel por homicidio.

La historia de maltrato de Lucero empieza poco después del comienzo de la relación con su pareja hace 11 años. Madre de cuatro hijas de 10, 8, 6 y 5 años de edad, Lucero es víctima primero de violencia emocional. “Me insultaba, me decía que yo no valía nada y que si salía de la casa no iba a poder sola”. Cansada de los golpes y del engaño, Lucero da el paso: “Sin pensar agarré lo que pude y me fui con mis hijas. Una amiga nos acompañó hasta el Centro de Justicia.” Los exámenes físicos y psicológicos demoran una semana por falta de recursos humanos derivada de la contingencia, y después envían a la madre y a tres de sus hijas a un refugio. La mayor inquietud de Lucero es que la hija mayor está con el padre.

Despliegue militar contra el virus y las pandillas

En El Salvador, el Gobierno del presidente Nayib Bukele convierte una base militar en el primer centro de confinamiento para las personas que llegan del exterior. El 14 de marzo, la Asamblea Legislativa aprueba la “Ley de Restricción Temporal” o régimen de excepción, y el estado de emergencia y calamidad, para hacer frente al coronavirus. El plan Control Territorial, cuyo contenido era desconocido por la sociedad civil, había permitido anteriormente el despliegue militar y policial en todo el país para actuar contra las pandillas Mara Salvatrucha-13 y Barrio 18. El Salvador, un país de 6,7 millones de habitantes, tiene uno de los índices de violencia más alto del mundo.

Los datos del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública indican que en 2019 se cometieron 230 asesinatos de mujeres, de un total de 2.398 homicidios, casi 1.000 menos que el año anterior. El Gobierno presenta esta tendencia a la baja como un éxito del plan Control Territorial, que entró en vigor en junio de 2019.

Con la ejecución del último decreto aprobado “la Fuerza Armada mantiene el 100% de sus efectivos colaborando en la lucha contra el covid-19”, declara el ministro de Defensa, René Merino Monroy. Las personas que, a juicio de las fuerzas de seguridad, no tienen una justificación válida para salir de casa, son detenidas. Más de 2.420 personas están retenidas en condiciones inmundas en centros de contención por violar la cuarentena.

Los militares y policías comandan los más de 800 cordones sanitarios implementados en el territorio nacional. Foto/Émerson Flores

La arbitrariedad de la actuación policial en muchos casos ha provocado choques del presidente con la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Bukele ha desafiado al alto tribunal al hacer caso omiso a las resoluciones judiciales, y la CSJ ha admitido innumerables habeas corpus de personas que denuncian arbitrariedades.

Si bien El Salvador fue uno de los primeros países en cerrar el aeropuerto para vuelos comerciales, la improvisación ha sido la nota predominante en la estrategia de Bukele. Adultos mayores, los más vulnerables ante el contagio, han sido confinados en los mismos centros que las personas procedentes de países considerados focos infecciosos.

El regreso a casa del agresor

La pasividad de la Justicia hondureña provoca que muchas mujeres retiren las denuncias, y que los familiares de las víctimas renuncien a luchar. El miedo se apodera cuando el Estado es claramente ineficiente y no responde a las víctimas.

El caso del futbolista Castillo, denunciado por agresión por su esposa, da un vuelco en cuestión de días, cuando Angie García se retracta de sus acusaciones y dice, a través de las redes, que su marido puede volver a casa.“No entraré en polémica, simplemente quiero aclarar que las fotos expuestas en redes sociales no son de mi persona. Pido respeten mi privacidad, no es justo que mi familia sea el centro de atracción”, escribe la cónyuge del jugador.

La legislación permite a las autoridades ordenar la puesta en libertad del agresor, para regresar a casa y convivir de nuevo con la víctima, si no es un caso reincidente. En opinión de la dirigente feminista Cristina Alvarado, la vuelta del agresor al hogar supone un alto riesgo para la víctima. “Lo que estamos promoviendo como organización es que las mujeres agredidas vayan a las casas refugio, o con familiares o amigos. Por lo general, el gran problema es que la violencia doméstica está tipificada como una falta y no como un delito, entonces el enfoque de la ley es preventivo nada más”.

Jueza Claudia Isabela López – Honduras / Foto Radio Progreso

La jueza Claudia Isabela López puntualiza que, si el agresor no cumple con las medidas que dicte un juzgado, el proceso se convierte en penal. “El antecedente de violencia doméstica, cuando es reiterativo, pasa a ser un proceso judicial”.

Ciudad Juárez, cuna del feminicidio

La propagación del virus ha provocado la suspensión de las clases en todos los niveles educativos de México. Muchas madres y padres que aún trabajan han dejado a sus hijos en manos de familiares. Es el caso de Miguel Ángel Z y María Guadalupe M, en Ciudad Juárez (Chihuahua), que quedan al cuidado de su nieta de seis años. El padre de la niña no vive en la ciudad. El 11 de abril, en plena contingencia sanitaria, la pequeña presenta una insuficiencia respiratoria grave que acaba con su vida. La primera sospecha de los padres apunta a coronavirus, pero el informe médico revela que la niña fue violada, golpeada y estrangulada.

El abuelo es el principal sospechoso y es detenido junto con su esposa. Yadira Soledad Cortés, coordinadora de la Red Mesa de Mujeres Juárez, dice que éste es uno de los muchos casos en plena pandemia: “La violencia sexual infantil se da principalmente por un conocido o un familiar, y las niñas confinadas están más expuestas”.

Ciudad Juárez es un municipio emblemático de los asesinatos de mujeres en México. En los primeros años de la década de los 90 se propagó en esta ciudad fronteriza una ola de homicidios de mujeres, en su mayoría trabajadoras de las maquilas y habitantes de las colonias populares. Aquí nacieron organizaciones de defensa de mujeres como “Ni una más”, “Nuestras Hijas de Regreso a Casa” y “Mesa de Mujeres Juárez”, que aglutina a una decena de colectivos.

Del 1 de enero al 14 de mayo se han registrado en esta ciudad 65 feminicidios, un 27% más que en el mismo periodo de 2019, según la Mesa de Mujeres.

El aumento de la violencia de género se repite en todo el país. En enero hubo 15.851 denuncias por violencia familiar en México, en febrero, 13.000, y en marzo, ya con las medidas de confinamiento, se abrieron 20.000 casos. Las llamadas al teléfono oficial de emergencia (911) se multiplican cada mes.

El panorama ya era difícil antes de la pandemia, señala Irinea Buendía, madre de una joven estrangulada por su pareja y referente nacional en la búsqueda de justicia. “Vivíamos una emergencia nacional, pero nadie nos hizo caso, y por eso hubo una manifestación histórica el 8 de marzo, y un paro nacional de mujeres, sin precedentes en México, el 9 de marzo”. Pero al presidente López Obrador “en ese momento le importaba más el sorteo simbólico del avión presidencial y despreció nuestras denuncias”, acusa Buendía.

Mensaje de impunidad

La historia de El Salvador está marcada por la muerte, la guerra, levantamientos campesinos, mártires y dictaduras militares. El conflicto armado de los años 80 entre la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Ejército, generado por la injusticia social, se prolonga 12 años, hasta la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992. El problema de fondo, como en toda la región, se resume en dos palabras: desigualdad y exclusión de la gran mayoría. Según Oxfam, los 160 más ricos acaparan el 87% de la riqueza. Y la mayoría vive al día.

“El presente no está desvinculado del pasado”, subraya Silvia Juárez, de la organización de mujeres Ormusa, que cita como ejemplo el informe De la locura a la esperanza, elaborado por la Comisión de la Verdad tras la firma de la paz. Dicho informe describe la violencia sexual como un hecho colateral y no como una violación sistemática contra las mujeres.

Tras la firma de los acuerdos de paz no hay un proceso de reconciliación nacional. El año siguiente, en 1993, la Asamblea Legislativa aprueba la ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz, que pone en libertad a todos los presos involucrados en violaciones de derechos humanos durante la guerra civil.

Después de décadas de reclamos por parte de las víctimas, en 2016 la Corte Suprema anula la ley de Amnistía. Los enfrentamientos en la Asamblea Legislativa continúan y el 26 de febrero pasado, el pleno aprueba una ley de amnistía disfrazada, la llamada Ley Especial de Justicia Transicional, Reparación y Reconciliación Nacional. “Si ni siquiera se reconoce esta violación, estamos lejos de construir la paz”, lamenta Silvia Juárez.

En El Salvador, la violencia deja las trincheras y muta en forma de grupos pandilleros. Hasta el 30 de abril, la Fiscalía General de la República (FGR) reporta dos casos en los que hay indicios de asesinatos de mujeres a manos de pandillas o maras desde que comenzó la cuarentena domiciliaria.

Las autoridades policiales y militares cierran las calles para implementar el cerco sanitario y habilitan un acceso. Foto/Emerson Flores

La coordinadora de la mujer de la Fiscalía, Graciela Sagastume, explica que no hay diferencia en cuanto al procedimiento de mujeres asesinadas por integrantes de maras, porque en todos los casos se aplica el protocolo de feminicidio. Según las reglas de las pandillas, las mujeres no tienen voz y no pueden opinar ni decidir. La coordinadora fiscal considera que los feminicidios dentro del mundo de las pandillas son un problema estructural. “En la medida que el Estado invierta en problemas sociales, las mujeres podrán salir de ese mundo”.

San Pedro Sula, violencia y emigración

Iberoamérica es la región más violenta del planeta, según un estudio de la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. De las 50 ciudades con más homicidios 15 están en México (con Tijuana a la cabeza), dos en Honduras (San Pedro Sula y Tegucigalpa), y una en Guatemala (Ciudad de Guatemala) y una en El Salvador (San Salvador).

San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras con 1,1 millones de habitantes, estuvo considerada durante cuatro años consecutivos, de 2011 a 2014, la ciudad más violenta del mundo. Llegó a registrar 142 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Autónoma de Honduras. San Pedro Sula es también el epicentro del éxodo migratorio de Centroamérica hacia Estados Unidos.

Una de las zonas más conflictivas de la ciudad es Chamelecón, un suburbio pobre, de calles de tierra, donde pandillas y grupos criminales ligados al narcotráfico libran su propia guerra por el control territorial. Aquí se registra el 5 de mayo un caso de violencia que sacude la ciudad. Un abogado asesina a su esposa, después a su hijo y finalmente se suicida. Los vecinos declaran que escucharon gritos y una fuerte discusión.

Para la abogada y feminista Karol Bobadilla, quien integra el Foro de Mujeres por la Vida, en Honduras no hay condiciones para que las mujeres permanezcan en cuarentena y, sobretodo en casos donde tienen un agresor al lado.

¿Qué explicación tiene tanta violencia en Honduras? Tiene raíces profundas, según detalla un análisis político del sacerdote Ismael Moreno: “La acumulación de riqueza, tierra y recursos en pocas manos, y la acumulación de poder en instituciones del Estado controladas por esas mismas personas ha generado una violencia que hoy nos parece incontrolable”.

La oligarquía hondureña, bajo la tutela del capital multinacional y con el aval de las instituciones del Estado, ha logrado el control de todos los hilos: del capital comercial, especulativo y agroindustrial, de la energía, las comunicaciones, el turismo y el transporte. “Las decisiones que de verdad pesan son las que toman estas familias, que en su conjunto no pasan de doce apellidos”, explica Moreno.

Una segunda característica es la cantidad de conflictos sin resolver: “Educación y salud deficientes, recaudación de impuestos, inseguridad y violencia. Es como una enorme olla de presión a punto de estallar”.

El tercer rasgo, según Ismael Moreno, es la subordinación del Estado al sistema de partidos políticos. “Es una institucionalidad que genera violencia, y que sirve como refugio a personas que se dedican a delinquir, a establecer alianzas con organizaciones criminales transnacionales, convirtiendo a instituciones enteras, como la Policía Nacional, en maquinarias delictivas”. La violencia impregna toda la sociedad hondureña y abona el sistema patriarcal, que convierte muchos hogares en campos de batalla, donde muchas de las víctimas son mujeres.

Inseguridad en la UNAM

Antes de que el coronavirus llegue a México, las movilizaciones de mujeres contra las distintas formas de violencia de género están en un punto álgido. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la de mayor prestigio de América Latina, según la página UniRank, vive una convulsión inédita debido al incremento de la violencia y a la falta de respuesta de las autoridades universitarias.

Una joven es encontrada sin vida el 2 de mayo en la Ciudad de México, en plena fase 3 de la pandemia. Foto / Brian Torres

Durante más de cinco meses, hasta el 14 de abril, la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM ha estado ocupada por un colectivo de mujeres estudiantes denominado Mujeres Organizadas, que exigen el fin del acoso sexual, de las violaciones y desapariciones de estudiantes en la facultad y en el resto de la Universidad. La alumna Mariela Vanessa desapareció en 2018 sin dejar rastro, cuando se dirigía desde su casa a la facultad.

Mientras dura la protesta, las ocupantes de la facultad de Filosofía y Letras son “vigiladas, perseguidas por todos los medios posibles, agredidas y criminalizadas”. Lo que no consiguen las amenazas ni las autoridades lo logra la pandemia, y finalmente tienen que desalojar las instalaciones al no contar con “las herramientas necesarias para hacer frente” al covid-19.

****

Las historias de México, El Salvador y Honduras, reflejadas en este trabajo colectivo, ponen de relieve que la pandemia del covid-19 sólo echa más leña al fuego de la violencia machista. El confinamiento forzoso ha convertido muchos hogares en auténticos infiernos para las mujeres.

La conclusión más tremenda, a la luz de lo que ocurre en estos tres países, es que la violencia intrafamiliar o de género no es por temporadas, ni se detendrá una vez pasada la pandemia. Como afirma la fiscal salvadoreña Gabriela Sagastume, la violencia hacia la mujer está sostenida por los patrones socioculturales que imperan en El Salvador, que no difieren mucho de los de México o de Honduras.

Antes del coronavirus las agresiones de toda magnitud a mujeres, incluido el feminicidio, se repetían diariamente en cada uno de los tres países. La pandemia esboza una nueva realidad llena de claroscuros. Las instituciones del Estado brillan por su ausencia cuando son más requeridas que nunca, pero en contrapartida la sociedad civil muestra vigor y capacidad de presión para ser tenida en cuenta. En medio, las mujeres, las víctimas, empiezan a perder el miedo y a romper el silencio.

Para ver el fotoreportaje, click aquí

Para oír el podcast, click aquí

Mira la primera entrega

Mira la segunda entrega

*Otras Miradas es una alianza de periodismo colaborativo integrada por medios independientes de México y Centroamérica. Como parte de esta iniciativa presentamos la serie “Coronavirus desde otras miradas” en la que participan Desinformémonos (México), Chiapas Paralelo (México), Agencia Ocote (Guatemala), No-Ficción (Guatemala), Gato Encerrado (El Salvador), Contracorriente (Honduras), Radio Progreso (Honduras) Nicaragua Investiga (Nicaragua), Onda Local (Nicaragua) y Confidencial (Nicaragua).

Fuente: https://desinformemonos.org/sin-pensar-agarre-lo-que-pude-y-escape-con-mis-hijas-2/

Imagen:  Brian Torres

Comparte este contenido:

El sexismo y la misoginia de los académicos afrodescendientes

Por Esther Pineda

El movimiento negro/afrodescendiente se constituyó y organizó con el propósito de visibilizar la violencia colonial contra las comunidades africanas y sus descendientes en la diáspora, denunciar y actuar ante las múltiples y sistemáticas formas de discriminación racial existentes en nuestras sociedades contemporáneas, rescatar la herencia africana ante el continuo asedio de la supremacía blanca y, promover el autorreconocimiento étnico; sin embargo, para nadie es un secreto que el movimiento negro/afrodescendiente se ha caracterizado desde sus inicios por su sexismo y misoginia.

El movimiento negro/afrodescendiente si bien durante décadas se ha nutrido del esfuerzo, movilización, teorización y acción de las mujeres negras y afrodescendientes, poco se ha preocupado por su situación social y por la triple opresión (sexo, raza y clase) que estas mujeres experimentan; quienes se encuentran expuestas a diversas formas de discriminación y victimación por el hecho de ser mujeres pero también por ser afrodescendientes (lo cual las coloca en condición de mayor vulnerabilidad con respecto al grupo de mujeres víctimas del sexismo patriarcal pero no racializadas y de los hombres racializados pero no sexualizados).

En el pasado y aún en la actualidad, este movimiento ha estado monopolizado por los hombres negros y afrodescendientes; son ellos quienes detentan el poder en los espacios académicos, políticos y de activismo, quienes monopolizan el prestigio y los recursos, quienes publican papers, libros y coordinan antologías, quienes dictan conferencias magistrales, quienes deciden quienes formarán parte de sus simposios e integrarán sus paneles de discusión; y son ellos quienes coordinan cátedras en las universidades más prestigiosas del mundo pues, aunque en su discurso repiten hasta el cansancio “pachamama”, “babylon” y “antimperialismo”, detentan sus posiciones principalmente allí, en los predios del segregacionista Estados Unidos y de la colonialista Europa que tanto desdeñan.

Estos hombres racializados pero privilegiados por el patriarcado, ante las demandas de las mujeres negras organizadas les piden paciencia, siempre afirman que no es el momento, que primero debe atenderse en términos generales y colectivos la situación de las comunidades afrodescendientes y la discriminación racial, que pueden y deben esperar; en definitiva, que el problema es racial y no de género. Incluso algunas de estas respuestas se presentan de forma más agresivas y violentas, en las que se acusa a las mujeres negras y afrodescendientes de mezquinas por pensar en sus opresiones, intereses y necesidades; al mismo tiempo que se les señala por supuestamente fragmentar y dividir el movimiento negro/afrodescendiente.

Estos hombres negros y afrodescendientes son los mismos que tras una conferencia o un panel en el que participan mujeres negras y afrodescendientes académicas o activistas rápidamente se les aproximan, no para discutir su trabajo, sus aportes o la calidad de sus intervenciones, sino para cosificarlas, hipersexualizarlas, realizar acercamientos no deseados e intentar seducirlas. Algunos aprovechan estos espacios para conocer mujeres negras a las cuales posteriormente se dedican a acosar sexualmente a través de las redes sociales y otros medios de comunicación. También abundan los casos en los que estos hombres académicos y activistas negros, prestigiosos y privilegiados contactan a jóvenes mujeres académicas y activistas que se inician en dicho ámbito de estudio, trabajo o acción social, para organizar reuniones con fines de trabajo; reuniones que la más de las veces encubren otras intenciones y por lo cual generalmente son convocadas por los sujetos en cuestión en los hoteles de las ciudades donde ellos se hospedan.

Algunos de estos hombres racializados son confesos golpeadores de sus esposas y novias negras y afrodescendientes, algunos ejercen violencia psicológica y abusan de las mujeres bajo el discurso del amor afrocentrado; mientras que otros recurren a su poder para acosar a jóvenes estudiantes y utilizan sus privilegios económicos, académicos y políticos para evadir la justicia ante casos de violación perpetrados contra mujeres negras y afrodescendientes. Lamentablemente estos hechos de violencia son continuamente ignorados y encubiertos por el movimiento negro/afrodescendiente, así como, por el feminismo negro bajo el argumento de no profundizar la situación de opresión de los hombres “nuestros hermanos” ya racializados.

Por ello, es necesario desmitificar y desromantizar las masculinidades negras y afrodescendientes pues, estos hombres también ejercen múltiples formas de violencia, violación y femicidios sobre los cuerpos de las mujeres racializadas. Como ya lo he dicho en otras oportunidades, que la lucha contra el racismo no se convierta en una justificación para profundizar y solapar la violencia contra las mujeres negras; que no se convierta en excusa para encubrir y justificar hombres negros violentos, acosadores, violadores y femicidas.

Fuente: https://iberoamericasocial.com/el-sexismo-y-la-misoginia-de-los-academicos-afrodescendientes/

Comparte este contenido:

Lo que el patriarcado le debe a Evita

Por: Ilka Oliva Corado

La historia que ha sido ultrajada desde la edad de  la humanidad,  por seres patriarcales, misóginos, homofóbicos, racistas, clasistas, xenofóbicos  y; en el caso particular de Latinoamérica seres de  mentes colonizadas, se han encargado de invisibilizar a mujeres como Evita, que nunca calzaron en el yugo patriarcal y que jamás se durmieron en el ronroneo de las mieles del poder, que por el contrario: fueron sus más grandes críticas.

Evita, es la poesía de la rebelión de los pueblos. El patriarcado que carece de ideología la coloca en la historia como un ser pasional, jamás la ha visto como un ser intelectual con un raciocinio de pocos y con unas agallas únicas. Los de la izquierda dicen que es el alma y el corazón del Peronismo, porque Perón fue la intelectualidad y la cordura. Nada más alejado de la realidad, y es que las cosas hay que decirlas como son: No hay  Perón sin Evita. Ni Perón ni el Peronismo existirían sin Evita.

Entonces sin el patriarcado y sin una historia ultrajada por la misoginia, lo que ahora conocemos como Peronismo debería llamarse Evitismo o Evitista, algo así por el estilo para hacer justicia y reivindicar  a quien fue la propulsora. Para ser justos, Perón tuvo suerte de encontrar en su camino a una mujer como Evita,  que lo inmortalizó al sensibilizarlo y acercarlo al pueblo y al dar su palabra y respaldarlo ante los parias, porque sin el respaldo de Evita, Perón  hubiera sido un presidente más.

Y eso que es visto en las mujeres como pasional, como alma y corazón, en los hombres es visto como intelectualidad y agallas, como voz de mando y estabilidad emocional,  así es el  patriarcado. Entonces Evita, de las grandes mentes de Latinoamérica, avanzada a su edad y a su época es vista así, como el alma y el corazón del Peronismo, nada más injusto porque hay que ver sus pronunciamientos ante el pueblo, su manera de actuar, leer sus textos para comprender su genialidad para convertir lo complejo en algo completamente entendible para los obreros, que como ella no tuvieron oportunidad de asistir a una universidad y empaparse de libros y de la educación superior y de las oportunidades de desarrollo que por ejemplo tuvieron personajes como  Perón,  que facilita el camino de la compresión de la política. (No siempre).  Entonces si el alma y el corazón son tan importantes, ¿por qué el patriarcado, que repito, no tiene ideología no dice que Evita era la intelectual y Perón el pasional?

Porque lo hermoso y grandioso de la intelectualidad de Evita, es que es natural, su sensibilidad viene de la pobreza y la miseria, de su origen de paria y ella aún con todas las carencias de las facilidades para aprender, pudo pensar  y sentir lo que muchos egresados de universidad con maestrías y doctorados no pueden. No se quedó ahí, ese análisis lo escribió en numerosos textos y lo dio a conocer en sus pronunciamientos y sus acercamientos al pueblo argentino. Pasó de la pasividad a la acción y es lo que necesita todo el mundo que hagamos los seres humanos. Evita no se convirtió en Evita al casarse con Perón, ya lo era y es ésa la deuda del patriarcado. Que piensan que Perón la convirtió al tener la “misericordia”  de verla y casarse con ella y darle un apellido y una posición económica. Repito, el patriarcado no tiene ideología.

El día que logremos erradicar el patriarcado y la misoginia, mujeres como Evita serán reconocidas por su enorme aporte a la lucha de los derechos humanos y a las políticas de desarrollo de los pueblos del mundo. Era tan pero tan adelantada a su época, que jamás pensó en hombres y mujeres,  o en géneros, si no en seres humanos con los mismos derechos.

El patriarcado es el enemigo más grande que tenemos, parece imposible vencerlo pero lo podemos erradicar, y entonces podemos volver a reescribir la historia y hacerle justicia a tantas mujeres que han luchado por la libertad de  sus pueblos y han sido invisibilizadas por la sombra de sus esposos, compañeros, amantes, padres, hermanos y sus apellidos.

La historia y el patriarcado están en deuda con Evita. Algún  día ella será reconocida como el alma, el corazón y la intelectualidad del una era que cambió la historia de la mujer en la política argentina, latinoamericana y mundial.

Ya es hora…

Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Lo-que-el-patriarcado-le-debe-a-Evita–20180507-0005.html

Comparte este contenido:
Page 1 of 2
1 2