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Los retos para el 2017: democratización, equidad y justicia educativa

Por: PRORED

En la víspera del año nuevo cabe traer a cuenta algunos de los retos que habrán de enfrentarse en materia educativa. Un aspecto central es el financiamiento a la educación, ya que involucra el cumplimiento del derecho a la educación (gratuidad, obligatoriedad, exigibilidad y justiciabilidad). El presupuesto destinado a educación en 2017 será de 31 mil 600 millones de pesos menos de lo que se contó en este año, lo que deja una cantidad de 265 mil 704 millones de pesos, es decir, 4% menos que en 2016.[i] Sin embargo, la desagregación del presupuesto permite dimensionar las prioridades en el gasto. El rubro “erogaciones para el desarrollo de los jóvenes” es el que concentra la mayor cantidad, con 204 mil 405 millones de pesos. En él se encuentran los programas que integran los niveles del sistema educativo formal, desde el nivel básico hasta el posgrado. En cambio, el rubro para la “atención a grupos vulnerables” concentra la menor cantidad, con mil 392 millones de pesos. Aquí se encuentran Programas Nacionales como el de Becas y de Convivencia Escolar y el Programa para la Inclusión y la Equidad Educativa. Por su parte, el programa de Expansión de la Educación Media Superior y Superior recibirá mil 123 millones de pesos. [ii] Esto nos indica que hay una necesidad de diluir paulatinamente el carácter compensatorio de la educación para la población vulnerable y de incrementar los esfuerzos de integración de la población joven y excluida del sistema educativo.

Relacionado con lo anterior, la política de reubicación de 3.2 millones de niños de escuelas rurales en localidades dispersas y con los resultados más desfavorables[iii] va en sentido contrario de la observación hecha a la distribución del presupuesto. La visión de esta política es crear un ambiente en donde se generen condiciones óptimas para el aprendizaje, con infraestructura y maestros de calidad, a la vez que se ejerza un gasto más eficiente. Sin embargo, esto genera una tendencia a la segregación. Lejos de crear modalidades diferenciadas es necesario promover una nivelación entre los distintos contextos, de lo contrario se acentuará el carácter compensatorio de la escuela rural, como ocurre con el rubro de las poblaciones vulnerables.

Esto nos lleva a plantear los aportes que la ciudadanía puede hacer, no sólo en el ámbito urbano sino también en el rural. La educación en la escuela se complementa con el entorno social, en ese sentido, la apropiación del espacio público con fines recreativos e integradores del tejido social resulta crucial para la formación integral de los niños y jóvenes, en una perspectiva de aprendizaje a lo largo de la vida. En lo que respecta al ámbito escolar, se vuelve apremiante construir espacios de participación de los docentes y actores vinculados con la educación en la toma de decisiones. No obstante, la autonomía de gestión se concentra en soluciones procedimentales, que dependen fundamentalmente del gasto que los municipios destinen, por lo que se requiere articular los espacios escolares con los comunitarios.

En la construcción del nuevo modelo educativo, vasto en principios, pero desprovisto de la ruta operativa para cumplirlos, se observa un distanciamiento del México profundo, en tanto que se concibe un sujeto cosmopolita que habla inglés, que usa las TIC, etc.[iv] Sin embargo, el estancamiento de 10 años observado en los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés) en su edición 2015, desdibujan el imaginario que se viene construyendo sobre ese sujeto cosmopolita, que en el caso de México se sitúa 70 puntos por debajo de la media de la OCDE, que es de 493.[v] Una conclusión se deriva de este resultado y es que de nada sirve evaluar si los resultados no se usan para generar un cambio. Por otro lado, si bien la evaluación se ha logrado incorporar en las mentalidades de los docentes y en la dinámica de las escuelas, se requieren prácticas de evaluación más colaborativas y contextuales, entre pares y entre una escuela y otra. Esto también nos obliga a mirar más allá de PISA y crear indicadores más pertinentes a nuestra realidad histórica y heterogénea culturalmente.

Aquí cabe preguntarse por el papel que la investigación ha estado haciendo para aportar soluciones. Díaz Barriga[vi] ha señalado que hay una omisión de la investigación educativa en la planificación, lo cual se revela en la elaboración del modelo educativo propuesto por la SEP. Por lo tanto, hacia 2017 se requiere de una participación más activa de la academia. Un ámbito donde se puede contribuir es en la interacción con las escuelas, aportando conocimiento a la sociedad sobre lo que ocurre en ellas, a la vez que les devuelva una mirada sobre sí mismas. En este proceso se crea una interacción que contribuye a la generación de redes en las que se comparten experiencias. Para este propósito la propia academia requiere ampliar sus alcances y su actividad política. Si bien el magisterio organizado ya se ha pronunciado por la necesidad de ser tomados en cuenta en la elaboración de las reformas, la suma de otras voces en dicha demanda contribuye indefectiblemente a la tarea por la democratización de la educación pública.

[i] Aceves, Patricia, “Opacidad y engaños en el presupuesto 2017 para educación, ciencia y tecnología”, La Jornada, 24.09.16.

[ii] Presidencia de la República, Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2017., pp. 92, 96-97.

[iii] Poy, Laura, “Anuncia la SEP programa de reconcentración de escuelas”, La Jornada, 21 noviembre 2016.

[iv] Boletín IISUE, “Expertos analizan el modelo educativo”, 15.11.16.

[v] Poy, Laura, “México, sin avances en matemáticas, lectura y ciencia en una década”, La Jornada, 06.12.16

[vi] Boletín IISUE, Op. Cit.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-retos-para-el-2017-democratizacion-equidad-y-justicia-educativa/

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Costa Rica aprueba plan piloto para aplicar modelo alemán de educación dual.

Centro América/Costa Rica/13.12.2016/Autor y Fuente:http://www.telemetro.com/

El Consejo Superior de Educación de Costa Rica aprobó hoy un plan piloto para aplicar el modelo alemán de educación dual, que busca enlazar la formación técnica con la preparación académica.

En el proyecto participa el Ministerio de Educación Pública (MEP), el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), así como la Universidad Técnica Nacional (UTN) y cuenta con la cooperación del Gobierno de Alemania y la Universidad alemana de Osnabrück.

El plan «Modelo dual: Institucionalización de una alternativa para el fortalecimiento del sistema educativo y la inserción laboral de los jóvenes en Costa Rica», será aplicado a partir del curso lectivo 2017.

El acuerdo de cooperación fue aprobado por el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, y la canciller alemana, Angela Merkel, tras una reunión bilateral realizada en junio del año 2015.

La educación dual es un sistema ideado por Alemania que permite la vinculación de universidades, colegios técnicos y la empresa privada, con el objetivo de crear más trabajo para las personas jóvenes y atender las necesidades del mercado laboral.

«Enlazamos la formación técnica con la preparación académica, con el fin de permitirle a los estudiantes seguir avanzando hacia niveles superiores de la educación y, por ende, aspirar a mejores puestos de trabajo y formas de innovación», afirmó en conferencia de prensa la ministra de Educación, Sonia Marta Mora.

La ministra añadió que «la formación en la empresa les permitirá a los jóvenes desarrollar habilidades y competencias que elevan sus posibilidades de empleabilidad y de esta forma se favorezca la movilidad social ascendente».

El proyecto piloto se aplicará a cuatro grupos de entre 15 y 20 estudiantes de educación técnica profesional de la especialidad automotriz.

Fuente: http://www.telemetro.com/internacionales/Costa-Rica-aprueba-aplicar-educacion_0_979102712.html

Imagen: http://images.holaciudad.com/2016/12/08/noticias/Costa-Rica-aprueba-aplicar-educacion_979112281_13246089_667x375.jpg

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Australia: why school funding is the Rorschach test of Australian politics

Australia/Diciembre de 2016/Fuente: The Guardian

RESUMEN: La disminución de los resultados escolares se ha convertido en la prueba de Rorschach de la política australiana: la Coalición y el Trabajo ambos ven lo que quieren en cada conjunto de cifras decepcionantes. Hubo la noticia de que el desempeño de Australia en matemáticas y ciencias se ha reducido en los últimos 20 años y ha disminuido en comparación con los países comparables. Luego, el Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes mostró una disminución a largo plazo en los resultados de los estudiantes del año 9 de Australia en matemáticas, ciencias y alfabetización en lectura. Las estadísticas publicadas por el ministro federal de Educación, Simon Birmingham, mostraron que el gasto educativo por estudiante había aumentado en un 49,6% entre 2003 y 2015, y un 11,9% entre 2011 y 2015, pero no había conseguido mejores resultados. Birmingham ha utilizado las cifras para reforzar su argumento de que un «alto nivel de financiación para nuestras escuelas es obviamente importante», pero el gobierno debe centrarse en la reforma escolar para ayudar mejor a los estudiantes. Pisa resultados no se ven bien, pero vamos a ver lo que podemos aprender antes de entrar en pánico.

Declining school results have become the Rorschach test of Australian politics: the Coalition and Labor both see what they want in each set of disappointing figures.

There was the news that Australia’s performance in maths and science has flatlined for the past 20 years and slipped relative to comparable countries. Then the Programme for International Student Assessment showed a long-term decline in Australian year 9 students’ results in maths, science and reading literacy.

Statistics released by the federal education minister, Simon Birmingham, showed that per-student education spending had increased by 49.6% between 2003 and 2015, and by 11.9% between 2011 and 2015, but had failed to buy better results.

Birmingham has used the figures to bolster his argument that a “strong level of funding for our schools is obviously important”, but the government must focus on school reform to best help students.

The deputy opposition leader and shadow education minister, Tanya Plibersek, on the other hand, is persuaded that more funding is needed.

Birmingham cites OECD research that found higher expenditure on education did not guarantee better student performance. Among high-income economies, the amount spent on education is less important than how those resources are used.

Plibersek points out that less than 10% of needs-based funding had been distributed when students sat tests that turned in the flagging results.

The debate is heating up because the nation’s education ministers will meet on 16 December and discuss a new funding model for 2018 onwards. Demands for higher funding will be top of the states’ list.

But the federal government won’t make a formal proposal until 2017, when the Council of Australian Governments must approve it.

Plibersek says there is a false dichotomy between more funding and school reforms.

“This idea that money doesn’t matter, it’s all about the reforms – we agree it’s all about the reforms, but you need extra money to deliver them,” she tells Guardian Australia.

“If you want to do continuing professional development for teachers and have them spend a day with a highly qualified peer leader teacher in their classroom, you’ve got to pay for that teacher’s relief day.

“If you’re going to send them to do a coding workshop at university, an intensive day or week, you’ve got to pay for a relief teacher. All of this costs money.”

The experience of Glenroy Central primary school in Victoria illustrates Plibersek’s argument.

Its principal, Jo Money, says the school spent its $321,152 in equity funding in 2016 on maths education, including online assessment tools and teacher training.

The school got an injection of equity funding because of its high proportion of students from low socio-economic backgrounds and high proportion students for whom English is not their or their parents’ first language.

“To actually provide the time for teachers to observe each other is very expensive,” Money says. “We invested in technology so kids can get online results immediately and it all costs money we just don’t have.”

She says Glenroy Central didn’t have “the sort of community that we could ask to pay” for those improvements. The school had to buy computers for kids who otherwise wouldn’t have access to them, and it teaches a number of refugees who need everything provided, including uniforms.

The school got a boost in its Naplan maths results and Money speaks glowingly of the “snowballing confidence” the schools’ teachers and students experienced.

Labor does not want to be pigeon-holed as the party that just wants more money. Plibersek rattles off reforms that Labor has agreed to in principle: better entry standards for teaching courses, greater principals’ autonomy, continuing education for teachers and evidence-based policies.

The Coalition released its quality school reforms in May, including measures to reward more experienced teachers, improve teacher quality and test phonics skills in year one students.

Plibersek says the reforms Australian schools needed are already contained in the previous Labor government’s national education reform agreement, but blames the former education minister Christopher Pyne for stripping conditions out to allow schools to chart their own course to improvement.

She says Birmingham can talk the talk of boosting school standards, but since that decision, Australia has been spinning its wheels and wasting time that should have been spent improving teacher quality.

Birmingham has said he welcomes Labor to the school reform debate, which he suggests the Coalition is leading while Labor “muddied the waters” with “lies” about cuts to funding – which is still growing.

Which brings us back to the funding debate. At the 2013 election the Liberal leader, Tony Abbott, promised no cuts to education.

After the Coalition won the election, Pyne announced the government intended to renegotiate Labor’s needs-based funding agreements, arguing the Coalition had only agreed the total amount of funding would be the same, not that every school would get the same.

The Coalition backed down, but then in the 2014 budget the government cut $29bn from schools’ projected funding growth over 10 years, arguing Labor had never properly funded it.

The Coalition stuck to the same funding levels for the first four years of Labor’s needs-based funding deals, but did not guarantee the fifth and sixth years of funding despite some states signing six-year deals.

This drew the battle lines for the 2016 election. Labor promised a further $37.3bn over 10 years for the “full Gonski” needs-based funding.

The Coalition promised less for schools than Labor, but that federal funding would still grow from $16bn in 2016 to around $20.1bn in 2020. Funding would also be allocated on need, but the model for how that is distributed is still up in the air.

Birmingham tells Guardian Australia he “wouldn’t pre-empt discussions on the specific details of a new model”, which won’t be finalised until the first half of 2017.

“Everyone agrees that funding needs to be distributed according to need and we all want to help boost student outcomes,” he says.

“I’m looking forward to working with my state and territory colleagues to iron out the problems with the current distribution of funding and to implement reforms in our schools that are proven to lift student performance.”

“Ironing out” problems means revisiting the agreements Labor struck to implement needs-based funding, then parcel it up differently, while still adhering to the principle that the most disadvantaged students get more funding.

Birmingham has taken up the argument that Labor’s plan is a “corruption” of Gonski principles, as it was labelled by one of its architects, Ken Boston. The minister argues Labor struck 27 “inconsistent” deals with states, territories and their public, Catholic and independent school sectors.

Birmingham gave an example that under the current arrangements “a disadvantaged student in one state receives up to $1,500 less federal funding than a student in another state in the exact same circumstance”.

“Contrary to some claims, these gaps actually get worse with time, where in 2019 the difference blows out to more than $2,100,” he said.

Birmingham says Labor’s school funding deal “fails their own fairness test, where a child’s postcode or the state they live in is determining the different federal funding they receive, or where special deals from years ago are entrenched for decades to come”.

Plibersek says Birmingham’s talk of 27 different agreements and “corruption” of Gonski principles is “an attempt to distract” from the cuts in the 2014 budget, which she says were a broken promise because states and voters expected the same funding from both sides.

She says the education minister is “pitting state against state, saying some states are doing better than others, school against school and system against system”.

The states are also pushing back against plans to renegotiate deals that could leave them worse off.

Victoria calculates that not implementing the deals will cost its education system almost $1bn a year every year from 2018, although the federal government criticises the state for not confirming it will fund its part of the deal.

The Victorian education minister, James Merlino, has said the federal government “has no formal policy” to replace existing funding agreements, and the slated funding increase was inadequate and only amounted to an increase to indexation.

As Guardian Australia reported on Saturday, Merlino wants states to have more say in the new funding model and has rejected federal conditions that, he says, interfere with operational issues that are state responsibilities.

The New South Wales premier, Mike Baird, and its education minister, Adrian Piccoli, have called for the federal government to honour its six-year deal with the state and will do so again next week.

In October Baird said there was “absolutely no doubt” that needs-based funding benefited students.

“The extra support students are receiving is showing real results,” he says. “Funding now follows students and their needs, and principals have the flexibility to make local decisions based on the specific needs of their students.”

Piccoli says NSW is on board with the federal reform agenda, which mirrors its own efforts, and would push for higher entry standards for teachers.

Western Australia supports renegotiation of funding agreements, which Plibersek attributes to the fact that the state signed a “dud deal” with Pyne rather than signing up under the previous Labor government.

In late November the Grattan Institute lent support to the idea that the Julia Gillard-era deals were not implementing needs-based funding as quickly as possible.

It found current trajectories for growth of funding entrenched disparities between schools because all schools receive annual funding increases between 3% and 4.7%

Restructuring the funding agreements could see the neediest schools reach the funding standard sooner by cutting taxpayer support for “overfunded” schools.

In a blitz of interviews to defend higher levels of school funding, Plibersek was repeatedly drawn into debates about whether some private schools were overfunded as a result of Labor’s promise no school would go backwards.

She called the argument “a distraction” because, even if the Grattan Institute reforms were implemented, cutting “overfunded” private schools’ allocation would raise just $200m compared with a $4bn cut in years five and six of Gonski funding.

Plibersek has previously said there was “no compelling case” to cut the funding. Now she delivers a crisper formulation: she doesn’t want to give the idea any oxygen.

Asked whether Labor will keep its pledge for $37.3bn over 10 years, Plibersek says it will stick with a “very significant financial commitment”, but will “accept there might be changes [the government may] make along the way”. It leaves wiggle room to accept cuts to “overfunded” schools, if they come.

Plibersek accuses Birmingham of not having developed a concrete proposal for how schools should be funded from 2018.

“It’s very easy to say you don’t like this system or what we inherited, but he hasn’t put any positive suggestions yet,” she says. “There’s the suggestion some private schools are overfunded, without saying whether he intends to take their money away.”

For Plibersek, the education minister has to answer and answer quickly: what comes next?

She says there were different agreements because each state and territory came from a different starting position, and there is a public, Catholic and independent system in each.

“The idea that you’d have one agreement meeting all this is nonsense – it’s always been nonsense,” Plibersek said.

A “cookie cutter” funding model is not possible overnight, but by 2020 states and territories will hit 95% of the school resourcing standard, she says.

“Share the better model with schools if you think there is one,” Plibersek challenges Birmingham.

State and territory education ministers don’t expect a concrete proposal on 16 December. But the lines have been drawn between a federal government determined to push for much better performance from a system with modest increases in funding, and an opposition keen to argue you get what you pay for and significant improvements will require significant investment.

Fuente: https://www.theguardian.com/australia-news/2016/dec/11/this-costs-money-why-school-funding-is-the-rorschach-test-of-australian-politics

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Australia’s real education problem is the equity gap

Australia/Diciembre de 2016/Autora: Kelsey Munro/Fuente: The Sydney Morning Herald

RESUMEN: Ahorre un pensamiento para los 15 años de Australia. Si no tienen suficiente para enfrentarse, entre las exigencias inmediatas de Snapchat y el futuro de los robots robando sus empleos, ahora tienen que soportar el peso del orgullo despreciado de una nación. Los últimos resultados de PISA están fuera, y no son buenos. Las habilidades de resolución de problemas de la vida real de los adolescentes de Australia están disminuyendo en los campos de matemáticas, ciencias y lectura, de acuerdo con el Programa Mundial para la Evaluación Internacional de Estudiantes que es tomado por más de medio millón de jóvenes de 15 años. Los estudiantes australianos han retrocedido en relación con sus pares internacionales, pero también con respecto a los australianos de 15 años de edad, en 2000, cuando PISA comenzó.

Spare a thought for Australia’s 15-year-olds. If they don’t have enough to contend with, between the immediate demands of Snapchat and a future of robots stealing their jobs, now they have to bear the brunt of a nation’s slighted pride.

The latest PISA results are out, and they are not good.

The real-life problem-solving skills of Australia’s teenagers are declining in the fields of maths, science and reading, according to the global Programme for International Student Assessment that’s taken by over half a million 15-year-olds.

Australian students have gone backwards relative to their international peers, but also relative to Australian 15-year-olds in 2000 when PISA started.

This has implications for literally everything, from the way we fund schools, to our future competitiveness in the global innovation economy, to the way we market ourselves as a major exporter of quality higher education to the world.

The data churned out by PISA is rich and deep, and education experts will be wading through it for years to come. Rather like the postmortem of an election, interested parties can slice and dice the data in many ways to find evidence to back their preferred argument.

So the federal education minister Simon Birmingham will quite reasonably point out that at a systemic level we have record levels of funding, but that money hasn’t led to improved results.

But Labor, who suspects the government of sophistry to justify not funding the full Gonski, will see confirmation of why it introduced needs-based funding in the first place.

Researchers will point out that the money has often not been going where it would make the most difference.

Some will blame teachers, or the shortage of qualified maths teachers, or the education unions, who themselves will point out that our culture undervalues teachers compared with high-performing countries like Singapore and South Korea. And places a higher burden of paperwork on them.

And some will argue with the ref: questioning the cultural bias or methodology or legitimacy of the test.

One problem with that, though. Countries reasonably comparable to Australia did better than us, like Canada and Ireland. (Even though some are sliding backwards too.)

The international league tables get the headlines – can we really have been beaten in maths by obscure upstarts like Estonia? Poland? Vietnam? And, god help us, New Zealand?

But there’s actually a bigger problem than being worse at maths, reading and science than literally all of east Asia.

It’s buried in the Results by Student Background part of the report.

If you compare Australian students in the top and bottom quarter by their parents’ socio economic background, the bottom 25 per cent are on average three years of schooling behind the top 25 per cent.

That’s in all three tested areas in PISA: scientific, mathematical and reading literacy. And it means that a kid born poor, by no fault of their own, is on average getting a far crappier education than a kid born rich. The achievement gap is almost as bad for indigenous kids.

You don’t need to smash your PISA results to see that’s deeply unfair, and a waste of human potential.

As Dr Sue Thomson from the Australian Council for Education Research points out, we’re just not dealing with the equity gap.

«I was quite saddened to look at that data,» she said. «There’s no difference over 16 years of reading, 13 years of maths – no changes. We are still not attending to those gaps.»

So why is this everyone’s problem? If you’re not moved by the fairness argument, try broad self-interest.

The PISA results deal in averages.

«The deterioration in Australia’s performance is because we now have more low performing students and fewer high performing students,» as Dr Jennifer Buckingham from the Centre for Independent Studies said.

So just leaving the bottom quartile to languish drags the whole system down, and that impacts on everyone.

But there is no future in promoting anti-elitism in the name of egalitarianism, either.

We have to do both: improve Australia’s results by lifting the bottom end, as well as the top. An OECD report from 2012 revealed that the world’s best-performing education systems actually have both high quality and high equity, or access for all.

As for the top end, most of the states have a gifted and talented education policy, but there’s virtually no systemic investment or resources to back it. That needs action. Needs-based funding should extend to the needs of high-potential kids too.

As for the bottom, the evidence suggests two things will make the most difference. Systemic investment in universal high quality early childhood education; and needs-based funding.

So the policy debate circles back to Gonski. A genuine sector-blind, needs-based funding model would distribute government funding by metrics of student need, with additional loading for remote and regional schools, disabled students, indigenous students and low SES students, wherever they are at school.

If there is to be no more money than the government has already committed for school funding, then that means one thing: redistributing the funding available on a more effective and equitable basis.

Easy, right?

But there’s logic, and then there’s political reality. The school funding debate is at a stalemate.

The country’s education ministers have their work cut out for them at COAG next week.

Fuente: http://www.smh.com.au/comment/australias-real-education-problem-is-the-equity-gap-20161206-gt5jwh.html

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Desde el histórico despacho

Por Manuel Gil Antón

El escritorio de Vasconcelos está en una oficina en la que no se ocupa casco, como en la escuela de Ahome, Sinaloa, para evitar el descalabro por un trozo de techo que se desprenda. Desde su superficie, plana y tersa, se diseñan planes y emiten instrucciones para que la educación del país prospere, sin hacerse cargo de lo escarpado de nuestra tierra: geografía uncida a los socavones que la desigualdad añeja han generado. Hay decisiones que pintan muy bien en la profusa propaganda: la reforma educativa avanza. “El nuevo modelo educativo es responsabilidad de todos. Involúcrate. Primero el presente. Primero los niños”. ¿De veras? Un profesor que atiende a las escuelas que reciben a los niños que migran con sus padres, siguiendo las diversas temporadas de cosecha, relata: acá en el norte teníamos dos turnos —matutino y vespertino.

Las autoridades decidieron suspender el vespertino para que los menores no trabajen. Sin actividades en las tardes, supusieron, los pequeños asistirían a la escuela por las mañanas respetando el interés superior del niño: no deben trabajar, es ilegal. ¿El resultado? La mayoría dejó la escuela. No se dan cuenta que, para estas familias, hay un interés “más superior”: paliar el hambre incrementando los ingresos con lo que juntan los chavos en sus canastas.

Será poco pero cuenta, y cuenta mucho. Además las niñas, que no van a la pizca, se quedan en el campamento a cuidar a los más chicos. Iban en la tarde a clases. Los que mandan están lejos de comprender esta lógica y creen que su proyecto es impecable. Ese cambio impide que en la tarde, un rato, algo aprendan los chamacos. ¿No debieron preguntarnos primero, para pensar otros caminos? Ni nos ven ni nos oyen. Como siempre.

Otra ocurrencia: habrá “reconcentración” de escuelas. Tres millones 200 mil alumnos de preescolar hasta secundaria, que asisten a cerca de cien mil escuelas localizadas en comunidades rurales pequeñas, serán reubicados en escuelas completas. A partir del estudio de Diego Juárez, las escuelas multigrado (“establecidas en pequeñas comunidades rurales, en las que por el número de alumnos laboran uno o pocos maestros que atienden al mismo tiempo a niños de varios grados escolares”) son importantes.

Requieren, sin duda, un tipo de docente especializado, pues ha de generar procesos de aprendizaje cooperativo entre los estudiantes. En primaria, 43% de las 98 mil escuelas primarias son multigrado. Cerca de 2 millones de niños asisten a ellas, y 11 millones a las que tienen profesores por cada grado escolar. No son la mayoría, pero sí los más pobres. Tienen, hoy, muchos problemas, y hay dificultades para conseguir aprendizajes sólidos. Es cierto. ¿La mejor idea es concentrarlos lejos de sus comunidades? ¿No sería factible formar maestros especializados en esa modalidad? En esos poblados, la escuela es el único espacio cultural y las comunidades la aprecian: muchas veces la construyeron y sostienen. ¿Fortalecer esa modalidad, reorganizarla, con el apoyo ahora ausente o precario del Estado, o descartarla a pesar de ser una opción con grandes posibilidades de innovación pedagógica?

Un dato que aporta Juárez: en Finlandia, tan alabada, 30% de las escuelas son multigrado. Claro, sin que multigrado signifique abandono como en nuestro país. Renovar y enriquecer esta modalidad sería parte central del nuevo modelo educativo. ¿Por qué no averiguar las posibilidades de este modelo, antes de eliminarlo? Quizá encontremos en ese tipo de procesos mucho que aprender para las escuelas “completas”, sobre todo la interacción entre alumnos. Es cosa de preguntar, escuchar e imaginar alternativas antes de actuar: justo lo ausente en esta reforma. El escritorio estorba si es límite. Oculta al país y su áspera diversidad. Luce para la foto, pero apoltrona y marea.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/desde-el-historico-despacho/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2015/05/sep.jpg

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Cuba: Fidel y la educación revolucionaria

Centro América/Cuba/03 Diciembre 2016/Fuente: Telesur
Para Fidel Castro, la educación de los pueblos tenía un valor incalculable, por esa razón fue promotor de grandes programas de alfabetización en Cuba, en  América Latina y el Caribe.

Uno de los pilares más valiosos de la obra revolucionaria de Fidel Castro fue propiciar y garantizar a todo el pueblo de Cuba, el derecho pleno a la educación.

Así lo tenía previsto el líder revolucionario cuando en «La historia me absolverá» expuso el programa social que implementarían una vez estuviera la Revolución Cubana en el poder. La principal tarea era la alfabetización.

La educación en Cuba después de la revolución

El año 1959 representó para Cuba un nuevo amanecer. Durante el proceso de cambio de la sociedad cubana, aplicar una reforma general que garantizara el carácter integral, laico, democrático y gratuito de la educación, así como su acceso a todos los ciudadanos sin discriminaciones.

A solo un mes del triunfo revolucionario, se impulsó con métodos novedosos, la alfabetización e instrucción del campesinado. La primera dificultad en el campo educacional eran los niños sin escuelas.

Debido a la pobre infraestructura se crearon nuevas aulas a las que se sumaron los cuarteles militares existentes en ese momento y todos fueron convertidos en centros educativos. El líder de la Revolución Cubana transformó 69 fortalezas militares en centros de enseñanza y unidades completas del Ejército apoyaron la construcción de escuelas en zonas rurales.

El proceso de alfabetización llegó hasta cada rincón del país. La gesta más humanista de esta etapa fue la Campaña de Alfabetización iniciada en diciembre de 1960. Un año más tarde Cuba fue declarada territorio libre de analfabetismo, el 22 de diciembre de 1961.

Logros de la educación en Cuba y el mundo

Los logros de la educación cubana son baluartes valiosos que heredó la sociedad actual. Fidel Castro promovió la enseñanza integral para todos, tomando como base el principio martiano de que «ser cultos era el único modo de ser libres«

Lo que fue una idea del comandante Fidel, pasó a ser un programa, después un hecho y hoy una realidad. Cuba es referente mundial en materia de educación.

Novedosos programas educacionales se perfilan en  el sistema actual de la isla caribeña que abarcan desde la enseñanza pre-escolar hasta la educación al adulto mayor, en su mayoría reconocidos a nivel mundial por el carácter integral e inclusivo que brinda a la sociedad cubana.

Integración, que en materia de educación, se extendió a Latinoamérica, el Caribe y otras regiones del mundo, cuando en el año 2002 comienza a aplicarse el método de alfabetización «Yo, sí puedo» realizado por Cuba.

Hoy millones de personas se benefician con este programa de alfabetización, que se extendió  a 30 países.

Disponible en la url: http://www.telesurtv.net/news/Fidel-y-la-educacion-revolucionaria-20161201-0034.html

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El examen más duro del mundo: el ‘gaokao’ o selectividad china

Por: Hector G. Barnés

Todos los 7 y 8 de junio, China disfruta de dos días de vacaciones. Aunque “disfrutar” quizá no sea el verbo que mejor describe lo que sienten los miles de estudiantes que en esas dos jornadas se examinan del ‘gaokao’, la prueba que decidirá si pueden pasar a la universidad o por el contrario deberán buscarse su futuro de otra manera. Se trata de un examen que ha sido criticado por la presión a la que somete a los estudiantes, el exagerado control de los mismos durante la prueba y un diseño que favorece a los alumnos de los entornos privilegiados y perjudica a los nacidos en el campo.

¿En qué consiste exactamente? Se trata de cuatro pruebas de tres horas de duración, que ponen a prueba los conocimientos de Chino, Inglés, Matemáticas de los estudiantes, además de una optativa de ciencias (Biología, Química, Física) o Humanidades (Geografía, Historia, Política). La mayoría de estas pruebas son tipo test, excepto la de Chino, en la cual los alumnos deben desarrollar un tema a su elección. El año pasado, como recuerda un reciente y muy completo reportaje publicado en ‘The Guardian’, las preguntas fueron “¿Tienen color las alas de la mariposa?” o “¿A quién admiras más, a un investigador de biotecnología, a un ingeniero técnico o a un fotógrafo?” A partir de los resultados de dichas pruebas se obtiene una nota de un máximo de 750 que decidirá quién aparecerá en los medios de toda China como el mejor estudiante del mundo o tendrá que buscarse la vida de otra manera.

La historia de este examen se remonta a 1952, cuando fue establecido por el gobierno comunista, aunque fue suspendido durante la revolución cultural de Mao. El diseño actual proviene de 1977, en la China postmaoísta y desde el primer año se convirtió en una dura competición para ocupar una de las contadas plazas universitarias que se ofertan en China. Este mismo año, como recuerda ‘NBC’, 9,4 millones de estudiantes chinos se han presentado a la prueba, un amplio porcentaje de los cuales (varía dependiendo de la región) no podrán acceder a la universidad.

Tal es la histeria que rodea a esta prueba que las autoridades se han visto obligadas a tomar cartas en el asunto. La policía se aposta en la entrada de los colegios, el tráfico se desvía, las ambulancias aguardan en la puerta por si algún estudiante se siente indispuesto y los exámenes se custodian con rigores casi militares. Muchos colegios vigilan que sus alumnos no copien con cámaras de circuito cerrado. Este año, muchos medios de comunicación anunciaron que los estudiantes chinos pueden enfrentarse hasta con siete años de cárcel si se les pilla copiando, y aunque probablemente sea una medida más preventiva que otra cosa, en Mongolia Interior 1.465 estudiantes fueron descalificados al descubrir que su identidad era falsa.

¿Por qué es tan importante?

En España, si un adolescente no aprueba la antiguamente conocida como Selectividad, siempre tiene más posibilidades. En China tan solo tienen otra oportunidad, de ahí que se dedique tanto tiempo y esfuerzo a que los alumnos consigan las mejores notas. Como recuerda ‘The Guardian’, no solo hay una gran diferencia en las posibilidades de acceso al empleo entre aquellos que han pasado por la universidad y los que no, sino también depende del centro en el que se haya estudiado. “Mientras que la entrada en la universidad es competitiva en todos los países, en China las mejores pueden llegar a seleccionar uno solo de cada 50.000 candidatos”, explica el reportaje. “La competencia es muy fuerte en los empleos de cuello blanco, con una tasa de desempleo entre licenciados de un 16%, y a qué centro acude un estudiante tiene un impacto inmediato en su carrera e incluso en sus posibilidades de casarse”.

Hace poco explicábamos cómo Singapur, el país líder en la enseñanza de las matemáticas, estaba replanteando su sistema de evaluación ante la gran ansiedad que causaba en los alumnos. Aún peor es el ‘gaokao’, que ha conducido al suicidio a un gran número de estudiantes. Según el Libro Azul de Educación que se publica anualmente en China, el 93% de los suicidios de estudiantes tenía que ver con la ansiedad que el examen genera. Una triste realidad que llevó a que el año pasado los colegios instalasen barreras “antisuicidio” en sus centros, como informaba ‘The Telegraph’.

Durante los últimos años se han producido pequeñas reformas que han intentado aliviar la dureza del examen. Desde 2000, cada región puede decidir el contenido de sus exámenes. Sin embargo, la propuesta realizada en este mismo año de que 80.000 de las plazas de las regiones de Jiangsu y Hubei se reservasen para estudiantes de regiones más pobres fue recibida con protestas que terminaron paralizándola. Un síntoma que pone de manifiesto un problema aún mayor: el ‘gaokao’ puede parecer el colmo de la meritocracia, pero en realidad, tal y como está planeado, es un examen que favorece a los sectores más pudientes de la sociedad.

Entrenando para ser el mejor

En apariencia, que el futuro de cada estudiante se decida a través de un examen parece lo más justo. Sin embargo, muchos han planteado que realmente no es así. “Las puntuaciones tienen mucho que ver con el estatus socioeconómico”, explica Trey Menefee, un investigador del Instituto de Educación de Hong Kong en ‘The Guardian’. “Lo único meritocrático es que es igual de malo para todo el mundo”. No se refiere únicamente a que regiones más ricas como Pekín o Shanghái dispongan de más plazas para las mejores universidades sino que debido a la dificultad de las pruebas, el que tiene acceso a los mejores profesores, gana.

“Los niños de los entornos más pobres que llegan al ‘gaokao’ tienen que enfrentarse con una dificultad: la competición con candidatos mejor preparados de las alrededor de 700 escuelas clave”, explicaba un reportaje publicado en ‘The Economist’. “Estas reciben una mayor financiación por estudiante que los colegios medios, tienen mejores profesores y unas instalaciones más lujosas”. De ahí que hayan surgido emigrantes del ‘gaokao’, que han provocado que muchas familias se muden a las regiones más deshabitadas, donde la menor competencia provoca que sea más fácil entrar en la universidad.

Otra consecuencia es que desde que en 2008 el número de estudiantes que intentó pasar el ‘gaokao’ fuese de 10,5 millones, su máximo histórico, el número ha descendido imparablemente. Como recuerda ‘ICEF Monitor’, ahora tan solo 9,4 millones se presentan al examen. Un dato que se explica tanto por el declive demográfico de China como por el hecho de que muchas familias hayan emigrado a otros países occidentales para que sus hijos estudien: hay 300.000 chinos en las universidades americanas y 90.000 en las ingleses, según los datos de ‘The Guardian’. Además, muchos han descartado la educación universitaria en favor de la Formación Profesional, que ha mejorado su reputación durante los últimos años.

El nuevo contexto, sugiere la página, es que pronto las universidades tendrán que competir por los estudiantes y no al revés. Las tasas de admisión han aumentado desde el 25% a principios de los años 90 al 76% de 2014, algo a lo que también ha contribuido el crecimiento de centros de estudio en China, de 1.400 en el año 2000 a 2.553 el pasado año. Sin embargo, es poco probable que ello contribuya a aliviar la carga psicológica de unos exámenes a los que ya rodea la leyenda. Para millones de adolescentes chinos, la palabra ‘gaokao’ seguirá provocando un escalofrío cada vez que la oigan.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-10-18/gaokao-examen-mas-difici_1275940/

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