Page 73 of 80
1 71 72 73 74 75 80

El aula inteligente.

Por:Armando Gomez Villalpando.

El aula inteligente es un constructo creativo, un conjunto de saberes que se plasman en una pedagogía singular. Entenderemos aula inteligente como una comunidad de aprendizaje, cuyo objetivo principal es el desarrollo de la inteligencia y de los valores de los alumnos, que planifican, realizan y regulan su propio trabajo, bajo la mediación de los profesores, por medio de métodos didácticos diversificados y tareas auténticas, evaluados por alumnos y profesores, en un espacio multiuso abierto, tecnológicamente equipado y organizado según los principios de la calidad total en la gestión.

El aula inteligente ayuda a cada individuo a centrarse y descubrir sus saberes y potencialidades. Así entendida la acción educativa, las tareas a destacar serán las de aprender a pensar críticamente, aprender a vivir creativamente para eliminar la rutina y desafiar los modos convencionales de hacer y pensar las cosas, aprender a elegir libre y responsablemente y, finalmente, aprender a actuar éticamente.

En el aula inteligente la aplicación del enfoque constructivista del aprendizaje se aborda desde el replanteamiento de la enseñanza en una cuádruple perspectiva: contextual, comprensiva, estratégica y funcional. El enfoque contextual abarca las claves del contexto educativo a ser tenidas en cuenta por el profesor: las ideas previas, las tareas, las preguntas y el trabajo cooperativo.

El enfoque comprensivo enfatiza el desarrollo de la comprensión significativa del alumno en torno a cualquier idea. La perspectiva estratégica postula un desarrollo necesario de las estrategias de aprendizaje. El enfoque disposicional establece la necesidad de generar en los alumnos la voluntad de aprender, sólo así podrán actuar eficazmente los postulados anteriores.

La cultura escolar que promueve el aula inteligente define un marco de instrucción que se adapta a la diversidad del alumnado. Es un diseño instruccional abierto, que permite a cada alumno aprender según su propio ritmo y estilo cognitivo.

Es un diseño interactivo y constructivo que reformula los diferentes componentes del aprendizaje tradicional: el papel del profesor y el del alumno, las metas y objetivos, los procesos y tareas, la secuencia y proceso de instrucción y los modos de evaluación. Es un diseño autorregulado porque se basa en una metodología investigadora, que promueve el trabajo y la planificación autónoma en función de los intereses de cada alumno.

El aula inteligente incorpora la tecnología informática, poniéndola al servicio de la educación. Considera que su papel es el de promover la inteligencia y los valores de los alumnos. En este sentido, la tecnología educativa debe convertirse en una “herramienta cognitiva” de gran poder para el aprendizaje constructivo, y su lugar debe estar, por tanto, en el aula junto al alumno. Este nuevo paradigma escolar se concibe como una comunidad de aprendizaje, un proyecto común y en permanente renovación, en el que todos los miembros se sienten comprometidos por igual.

En el aula inteligente el profesor es un inspirador que abona el germen de la curiosidad y la solidaridad entre sus estudiantes. De acuerdo con este modelo de gestión de la calidad, el aula inteligente es un elemento coherente y lógico, cuya eficacia pedagógica es totalmente válida para dar respuesta a las nuevas habilidades y características necesarias en los individuos, como consecuencia de las nuevas formas de organización del trabajo

Fuente: http://www.am.com.mx/2016/08/06/guanajuato/opinion/el-aula-inteligente-304189

Imagen: http://3.bp.blogspot.com/_irR09w62cTs/S-brvsM0ZOI/AAAAAAAAACM/flDwkjnyjzc/s1600/aula_inteligente1.gif

Comparte este contenido:

«Educación popular, calidad educativa y ‘buen vivir'», por Benito Fernández

Por Benito Fernández F. 

La “calidad educativa” se ha convertido en un lugar recurrente de debate y propuesta para quienes desde diferentes horizontes, estado y sociedad civil, organismos internacionales, ministerios de Educación, organizaciones de base… están involucrados, directa o indirectamente, en la problemática educativa. Lo que resalta en estos debates es la pluralidad de enfoques, y por tanto de sentidos que se la a la calidad educativa. Se trata, en efecto, de una categoría íntimamente ligada a las visiones y a los proyectos políticos presentes o en incubación en nuestras sociedades. Tal vez los dos polos en que se concretan estas visiones están en “la educación como excelencia” versus la “educación como derecho”.

En la primera, la calidad educativa aparece estrechamente ligada a los resultados de la enseñanza donde lo importante resulta ser el grado de cumplimiento de las metas educativas, el rendimiento escolar, expresado en indicadores verificables. El ser “competente” en determinada área o especialización es considerado un factor esencial para la inserción exitosa en la sociedad y el acceso al mercado laboral.

Para lograr esos resultados “de calidad” es importante contratar educadores y docentes “competentes”, y realizar inversiones substanciales en la infraestructura, coliseos, salas de todo tipo, campos deportivos… Junto a estos elementos externos, los aspectos organizativos: planificación, administración, informes académicos, promociones… Una gestión eficiente (uso de los medios) y eficaz (buenos resultados) proporciona a la institución educativa una “marca” de calidad”, base para su imagen y promoción social.

El enfoque de la excelencia ha tenido, entre otras consecuencias:

• la mercantilización de la educación, vista como un “servicio” que debe ser pagado de acuerdo a las posibilidades del “cliente”. El educando consumidor más que sujeto educativo. La institución educativa
es entendida más que como “servicio público”, como una agencia de servicios encargada de satisfacer “eficazmente” a unos consumidores que hacen valer sus intereses particulares.
• Se pierde poco a poco la perspectiva de la gratuidad de la educación, y se amplía la brecha entre educación privada y la educación pública;
• La educación de primera, de segunda, de tercera, dependiendo del bolsillo de quienes acceden a ella. La elitización de la educación. Calidad versus Igualdad;
• la educación simplemente como un medio para una mejor inserción en la sociedad y el mercado.
• La imposición de visiones ideológicas y culturales, que no respetan la pluralidad ideológica y la diversidad de culturas.
• Abandono y repitencia debido a factores de no pertinencia de los aprendizajes o la poca atención a las características de los educandos.

Sin negar la importancia de tomar en cuenta los factores que hacen a una enseñanza de calidad y excelente, la educación como derecho pone mayor énfasis en la democratización de la educación, le educación como bien social público, la pertinencia de los aprendizajes, los contextos de donde provienen y en los que se desenvuelven los sujetos educativos, el modelo de sociedad al que apunta la educación… Es decir, el educando llamado a realizarse como ser humano junto y en solidaridad con los demás seres humanos.

En este contexto de debate sobre la “calidad educativa”, se da paralelamente otro debate no menos importante, que es acerca del horizonte que se traza la humanidad Es decir, sobre el sentido global de nuestro ser en el mundo en un contexto de globalización y de crisis planetaria. La crisis económica y financiera, es al mismo tiempo una crisis de sobrevivencia de la especie humana y de la vida en el planeta Tierra. La inseguridad alimentaria, la sobreexplotación de las fuentes energéticas no renovables, el incremento de la carrera armamentística y lo conflictos bélicos, el cambio climático, todo ello con graves consecuencias sobre todo en los países más pobres, donde ha crecido de forma alarmante la brecha entre ricos y pobres, la violencia y la inseguridad ciudadana, y se ha incrementado el desempleo, la pobreza y el hambre, obligando a millones de familias a buscar lugares más seguros, pero muy riesgosos también, a través de la migración masiva.

Se trata, en otras palabras, de una crisis de civilización y de paradigma de modelo de desarrollo y de mundo que queremos. Nuestro gran desafío será “la construcción de un mundo en el que valga la pena vivir” [1]. Y aquí nos encontramos con el “buen vivir”, el “vivir bien”, la “vida plena”, como alternativas inspiradas en la experiencia de los pueblos indígenas de nuestra América, y que se han vuelto discurso en numerosos documentos y en las Constituciones de los países, particularmente andinos [2].

La Educación Popular, comprometida con los procesos de liberación y emancipación, ha encontrado en el “buen vivir” un sentido ético y político que enriquece su comprometida trayectoria a favor de la liberación de los pueblos. Desde la educación popular y el paradigma del “vivir bien” nos preguntamos de qué forma la EP hace aportes al debate actual sobre la “calidad educativa”, enriqueciendo el enfoque de la “educación como derecho” y contribuyendo a innovar este campo de la pedagogía actual.

El posicionamiento de lo pedagógico en la educación popular 

En la producción teórica de la EP, la reflexión sobre la calidad educativa es algo relativamente nuevo. El componente pedagógico de la EP estuvo por mucho tiempo subordinado a la cualidad política del discurso y la práctica de los educadores populares. Para muchos lo verdaderamente importante no ha sido ni es el debate pedagógico sino el debate político. La necesidad de una mayor profundización pedagógica en la EP surge a raíz de la crisis de identidad y ubicación de la EP en la década de los 90, en pleno auge de las políticas de ajuste estructural y del neoliberalismo. Se abre un debate que gira en torno a la “refundamentación de la EP” [3].

Jorge Osorio al hacer el balance de la refundamentación de la educación popular resalta el déficit pedagógico en la EP: “La crisis no sólo es de dirección y de intencionalidad político-ética sino que también es pedagógica. La pedagogía se fue diluyendo en cuanto componente del análisis de la práctica de la educación popular, lo que ocasionó que ésta se fuera haciendo rutinaria y vacía de contenidos; haciéndose algo superficial Esta situación produjo que las acciones de educación popular bajaran de calidad y su intencionalidad propiamente educativa. Se confundió la pedagogía con la política y lo propiamente educativo quedó muy sesgado y muy difuso e las prácticas concretas”[4].

Los temas que apuntaban el reposicionamiento de lo pedagógico en la EP tenían que ver con la diversidad de los sujetos y contextos, la relación teoría/práctica y el rol investigativo de los educadores populares. La EP trabajó por muchos años con conceptos bastante homogéneos como ser el de sujetos revolucionarios (fundamentalmente la clase obrera) y el Movimiento Popular. El neoliberalismo, a través de la flexibilidad laboral y el desarrollo de la economía informal, relativizó el rol asignado por la EP a la clase obrera y trabajadora. Si a eso añadimos el fracaso de los socialismos de cuño autoritario y la emergencia de nuevos actores en el escenario político, como los jóvenes, las mujeres, los indígenas, se abre el interrogante de cómo trabajar las diferencias de los sujetos, las subjetividades, con perspectivas e identidades diversas.

En relación a los contextos, la EP avocada al trabajo más directo con los movimientos y organizaciones sociales, descuidó los espacios escolares y académicos, espacios fundamentalmente estatales, donde el tema de los procesos de enseñanza/aprendizaje se hacen más relevantes, dando cabida a teorías innovadoras, como el constructivismo. De hecho la “calidad educativa” ha sido una discusión permanente y renovada particularmente en estos espacios. El ascenso de las izquierdas a espacios democráticos de poder a niveles sobre todo locales y municipales abre para la EP nuevos desafíos como el de la Incidencia en Políticas Públicas.

La relación teoría/práctica en la EP y la generación de nuevos conocimientos, estaba de alguna manera atrapada en el marxismo y la metodología dialéctica, con dificultades para cuestionar las propias certezas, y abrirse al diálogo con otras corrientes en una perspectiva de inter/transdisciplinaridad. La producción teórica de la EP, vía IAP y la sistematización de experiencias, ha sido escasa y a veces lejana de las prácticas desarrolladas por los educadores populares. La “deconstrucción” (Mejía 1996:19-30)[5], el “diálogo cultural” (Germán Mariño)[6], la “interlocución de saberes” (Mario Osorio)[7], la “recreación metodológica” (Alfredo Guiso)[8] cuestionan la versión puramente racionalista de la “conciencia crítica” y la metodología dialéctica para abrirse a los planteamientos de pensamiento complejo y plural.

Finalmente, y no podía ser de otra forma, a la luz de las anteriores reflexiones cobra nuevos sentidos el “rol” del educador popular. En la línea de la Pedagogía Crítica, no será suficiente entenderlo sólo como activista comprometido con las luchas populares, o simplemente “facilitador” de procesos educativos, sino como actor en el campo pedagógico y del conocimiento, como “intelectual transformativo” (Mclaren, Giroux) o como “investigador de la práctica” (Kemmis), abocado a cuestionar el orden cultural establecido, a elaborar diferentes tipos de conocimiento con potencial de cambio de las injusticias e inequidades existentes. El reposicionamiento de lo pedagógico en la EP va unido a la preocupación por la calidad educativa de los procesos de educación popular, de forma que éstos sean significativos para los sujetos con los que se trabaja, que tomen en cuenta la diversidad de sujetos y contextos, y por tanto la pertinencia cultural más en consonancia con el pensamiento complejo y el pluralismo epistemológico.

La educación popular hoy día ha asumido plenamente en su agenda el debate pedagógico, y se ha alineado con la lucha por una educación de calidad, universal y gratuita. Reflejo de ese compromiso es su participación activa en el tema de incidencia en políticas públicas educativas [9] en el marco de la educación como derecho a lo largo de toda la vida. En muchos casos estas políticas educativas ven en la educación popular un componente innovador por su cercanía a los sectores populares y excluidos, y su propuesta de participación y desarrollo de la conciencia crítica.

Educacion popular y buen vivir

Si entendemos la educación popular como un conjunto de procesos de aprendizaje articulados a los procesos de liberación de los pueblos, desde opciones éticas, políticas, pedagógicas y epistemológicas, el “buen vivir” actualiza y enriquece el tradicional concepto de sociedad “sin explotadores ni explotados”, sociedad de hermandad, libertad y justicia social, horizonte utópico de los discursos de la EP.

En la trayectoria de la EP este horizonte asume diferentes formas: en sus inicios predominó el “socialismo” como rostro concreto de esa utopía, pero después ha evolucionado en formas como la “democracia participativa”, con plena vigencia de los derechos humanos, individuales y colectivos, y, recientemente, su adscripción al “buen vivir”. Para la EP la calidad educativa debe estar íntimamente ligada a este horizonte utópico. Se trata de una apuesta ética y política que le da sentido al accionar del educador popular.

¿Por qué la EP se adscribe al “buen vivir”? Porque es el que mejor traduce hoy día ese horizonte utópico, cuyos antecedentes son milenarias tradiciones religiosas (“el reino de Dios”) o ideales presentes en todas las revoluciones que se han dado en la historia de la humanidad. El “buen vivir” está además en el corazón de los pueblos indígenas y en el centro de las grandes contradicciones por la que atraviesa hoy día nuestro mundo globalizado, los humanos estamos volviendo nuestra casa inhabitable. El “buen vivir” cuestiona el poder o los poderes que están llevando al mundo a su destrucción y el darwinismo social que impregna nuestras sociedades. Al mismo tiempo abre pistas promisorias de transformación en lo económico, político y cultural. ¿Qué implica asumir la perspectiva ética y política
del “buen vivir”?[10].

Qué anuncia

• opción por la vida, en todas sus manifestaciones: la vida humana, sin discriminación y exclusión, y la vida de la naturaleza. Opción por la “vida plena”, “recuperar el sentido de la vida”[11].
• el universo y el planeta tierra son nuestra casa, nuestro hogar, para nosotros y para las futuras generaciones;
• El cuidado de la naturaleza, la Madre Tierra (Pachamama)[12], nos lleva a reconocer los derechos de la naturaleza del mismo nivel que los derechos humanos, individuales y colectivos. La justicia social y ecológica no pueden ser disociadas porque ambas sirven al desarrollo de la vida;
• La afirmación de la diversidad al interior de la especie humana. Vivir en diversidad es reconocer la historia y la cosmovisión mía y del otro. Reconocer nuestras historias desde el respeto mutuo, luchar por los mismos derechos por la vida desde la diversidad en igualdad de condiciones. Afirmar, por tato, la dignidad inherente de todos los seres humanos y su potencial intelectual, artístico, ético e espiritual.
• La defensa de todo lo que interviene en el desarrollo de la vida: agua, bosques, aire, la vida animal, alimentos, medicinas, las lenguas, las expresiones culturales y artísticas, los saberes populares, las religiones, la educación, la salud…considerados bienes comunes, no sujetos a transacciones mercantiles[13].
• Afirmación y desarrollo de los valores esenciales al cuidado de la vida: La reciprocidad, la solidaridad, la igualdad, la libertad, el respeto mutuo en la diversidad, la complementaridad, entendida como apoyarse mutuamente para desarrollar e impulsar sueños conjuntos; la convivencia pacífica con todos los seres humanos y con los seres de la naturaleza porque todos somos hijos e hijas de la Madre Tierra y somos corresponsables por el mismo destino común; la compasión por todos los que sufren en la sociedad y la naturaleza; el espíritu de cooperación, de hermandad universal y de amor incondicional.
• Valores a resaltar en nuestro convulsionado mundo de guerras y rechazos son la paz y la hospitalidad[14] ante la violencia y las persistentes olas de la migración.
• El cambio en las relaciones de poder, más democrático y participativo, la convivencia intercultural, que reconozca y aplique las diversas formas de participación, y la autodeterminación de las nacionalidades indígenas.

Que denuncia

El Buen Vivir es portador de un claro mensaje contestatario del actual sistema mundial hegemónico, depredador del medio ambiente, consumista y explotador de la fuerza de trabajo, a favor del incremento del capital y contra la vida[15].

Por ello denuncia[16]:

• La actual matriz civilizatoria, de corte capitalista, mercantilista, consumista y racista, basada en la expoliación de los recursos naturales y la explotación de la fuerza de trabajo con objetivos de optimizar beneficios para unos pocos países, grupos de poder y personas a costa de las mayorías y de la naturaleza;
• Los modelos desarrollistas y extractivistas.
• La privatización de los recursos naturales y servicios estratégicos.
• Los agrotóxicos y transgénicos, que envenenan la tierra, atentando contra la soberanía alimentaria y la alimentación sana, siendo causantes de muchas enfermedades.
• La militarización de los Estados y territorios.
• Los mecanismos perversos que hacen posible y perpetúan el traficar con la vida como los tratados de libre comercio que ponen candados jurídicos al impedir que los pueblos intervengan.
• El consumismo y el pragmatismo, que contradicen los valores esenciales a la vida, que no es tener más objetos aunque sean inútiles, y desmovilizan a la gente, despolitizandola e impidiendo una verdadera participación en la transformación.
• La razón instrumental y la tecnología, de matriz occidental y colonial, cuando es asumida como pensamiento único y herramienta eficaz en la solución de los problemas.
• El uso “ideológico” del “buen vivir”, contradictorio de la “práctica del Buen Vivir”.Si bien el “buen vivir” forma parte de las Constituciones y ha impregnado el discurso y las campañas políticas, de gobiernos que buscan legitimarse como un símbolo de progresismo y alternatividad al modelo capitalista sucede que en la práctica promueven políticas de desarrollo con un fuerte componente extractivista y depredador de los recursos naturales, persiguiendo y criminalizando a quienes desde la sociedad civil y las organizaciones indígenas se oponen a esas políticas.
• La folklorización de las culturas, objeto de consumo y no portadoras de visiones y propuestas de transformación social;
• La desigualdad, la discriminación, el racismo.
• La llamada “economía verde”, una de las expresiones de la actual fase financiera del capitalismo que también hace uso de los de viejos y nuevos mecanismos, tales como la profundización de la deuda pública-privada, el superestímulo del consumo, la propiedad y concentración de las nuevas tecnologías, los mercados de carbono y biodiversidad, el acaparamiento y extranjerización de la tierra y
las alianzas públicas-privadas, entre otros.

Que propone

La construcción de sociedades y formas de relacionamiento entre los seres humanos y con la naturaleza, y a favor de la vida en todas sus manifestaciones, no será posible sino en la lucha y alianza entre quienes apuestan por la vida, en primer plano las organizaciones de los pueblos indígenas comprometidas con la defensa de la vida. En nuestro actual contexto, con hegemonía del capital, está lucha asume entre otras metas:

• La consolidación de los derechos reconocidos y adquiridos a nivel internacional y de los países, ampliándolos y exigiéndolos, a través de la movilización y la participación directa en los escenarios políticos de toma de decisiones.
• El ejercicio de la autodeterminación de los pueblos indígenas para la consulta y al consentimiento libre, previo e informado, sobre la explotación y uso de los recursos naturales basado en los principios de buena fe y vinculante, de acuerdo con el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, 2007.
• Una consigna de particular importancia en estas movilizaciones es el reconocimiento de la Deuda histórica, Social y Ecológica[17] y la cancelación de deudas económicas injustas.
• El establecimiento de una amplia red de seguridad y protección social, entendida como un derecho humano, así como políticas públicas que garanticen formas de trabajo digno.
• La defensa de los espacios públicos en las ciudades, con gestión democrática:
• El desarrollo de la economía cooperativa y solidaria, como un nuevo paradigma de producción, distribución y consumo, en la perspectiva de la soberanía alimentaria.
• El cambio de matriz energética, impulsando un nuevo modelo basado en energías renovables descentralizada y que garantice energía para la población y no para las corporaciones.
• La libertad de expresión y organización, con la democratización de los medios de comunicación y el fortalecimiento de organizaciones y colectivos particularmente afectados en sus derechos individuales y colectivos, en especial las mujeres y los pueblos indígenas.

Calidad de los aprendizajes desde el “buen vivir”

La opción ética y política por el “buen vivir” debe reflejarse en la dimensión pedagógica y en la “calidad educativa” de la que es portadora la educación popular. El “buen vivir” necesita personas, comunidades y colectivos que asuman sus planteamientos y se inserten consciente y organizadamente en las luchas por la vida. Se trata, en algunos casos, de reforzar planteamientos pedagógicos desarrollados por la EP, pero también de incorporar elementos nuevos a esos planteamientos desde la perspectiva del Buen Vivir.

Haremos el intento tomando en cuenta elementos claves del proceso educativo.

1. Las concepciones del aprendizaje. 

Asumir coherentemente que el aprendizaje es vida, y que la vida es aprender. Procesos de vida y procesos de aprendizaje son, en el fondo, la misma cosa. “Se aprende durante toda la vida y mediante todas las formas de vivir. Procesos cognitivos y procesos vitales se encuentran…Conocer es un proceso biológico. Cada ser, principalmente el ser vivo, para existir y para vivir tiene que flexibilizarse, adaptarse, reestructurarse, interactuar, crear…tiene que convertirse en un ser que aprende, en un sujeto aprendiente. En caso contrario muere. Así ocurre también con el ser humano” (Leonardo Boff).

Aprender desde la situación de exclusión y a partir de las capacidades intelectuales, éticas, culturales, espirituales, organizativas y comunicacionales de todos aquellos que sienten vulnerados sus derechos y aspiran a una vida digna. Aprender desde la diversidad de sujetos y contextos.

2. Los objetivos de la educación tensionados hacia la construcción de un nuevo paradigma civilizatorio, un nuevo modelo de persona y políticas educativas eficaces y participativas para la democratización,
equidad y pertinencia de los aprendizajes. 

Ambos aspectos interactúan. El nuevo modelo de persona se afirma ya en el proceso de construcción de la alternativa.

Tomando en cuenta las metas señaladas en el anterior punto son objetivos trascendentales formar actores y sujetos políticos de cambio.

Ciudadanos interculturales imbuidos de una conciencia planetaria.

Fortalecimiento de las economías locales y solidarias, con gestión autónoma, dándole contenido concreto a la autodeterminación en la satisfacción de las necesidades económicas, sociales y culturales (sostenibilidad social) y a la preservación de la naturaleza (sostenibilidad ecológica). Las cualidades más importantes de la persona comprometida con este proyecto emancipador son el compromiso, la capacidad crítica, la autonomía intelectual, la creatividad y el ser solidario.

En el marco del buen vivir la calidad de la educación no puede ser elitista, de acuerdo a los muchos o pocos recursos que tenga la gente, su capacidad adquisitiva, sino afirmada como un derecho universal en función de las necesidades educativas de las personas. Políticas públicas inclusivas llevadas a la práctica será un indicador importante del buen vivir.

3. Contenidos ética, política y culturalmente relevantes.

• defensa y promoción de la vida, como hilo conductor del currículo;
• los derechos humanos, individuales y colectivos, junto a los derechos de la naturaleza;
• visibilizar mecanismos políticos, sociales y culturales atentatorios al disfrute de los bienes públicos que garantizan esos derechos;
• el derecho a una educación pública, gratuita y de calidad, clave para garantizar una vida digna, sobre todo de las clases populares;
• desmontaje de la cultura del pragmatismo y el consumismo;
• análisis de los problemas emergentes que afectan a la humanidad y a la naturaleza y búsqueda de alternativas;
• afirmación de la interculturalidad, recuperar saberes y conocimientos a favor de la vida;
• afianzar valores que promueven la vida: solidaridad, justicia, reciprocidad, espiritualidad, hospitalidad…;
• el horizonte político de una democracia participativa intercultural;
• alternativas populares al desarrollismo y extractivismo;
• comunicación alternativa, formas no cooptables de elaborar y difundir mensajes.

4. Estrategias, métodos y técnicas que faciliten el interaprendizaje y el diálogo intercultural.

Cobra particular importancia el interaprendizaje, los métodos y técnicas participativos, enfocadas con carácter cooperativo y colaborativo. Destacamos por su potencial de interaprendizaje el diálogo intercultural. Muchas de estas estrategias ya han sido utilizadas exitosamente en la Educación Popular. Pensemos en las metodologías de la deconstrucción, de la IAP y la sistematización participativa. Propuestas y prácticas que aportan sustantivamente a la “calidad educativa”, orientada al “buen vivir”.

Sin embargo, no siempre logran superar la persistente barrera que tradicionalmente ha separado los conocimientos “científicos” y “técnicos” de los conocimientos insertos en las culturas populares, particularmente indígenas. Encontramos todavía limitaciones para trabajar pedagógicamente las múltiples subjetividades que concurren en el campo popular en el marco de una “pedagogía de la diversidad”, de una “pedagogía de la vida y para la vida”, donde las identidades culturales encuentren el clima apropiado para su afirmación en la relación intercultural orientada hacia la transformación[18]. Es relevante, entonces, incorporar el pensamiento complejo, la inter/transdisciplinaridad y la incertidumbre en el tratamiento de los temas emergentes que hacen a la defensa y promoción de la vida[19].

El uso y desarrollo de las lenguas originarias en los espacios educativos. La lengua no es mero instrumento de comunicación, sino que refleja la historia, la visión y los saberes acumulados que tienen los pueblos sobre la realidad. Rescatarla y promoverla es requerida para afirmar la propia identidad cultural, siendo clave en el diálogo intercultural. Las diversas expresiones artísticas han sido también herramientas que permiten el aflorar de las subjetividades, con sus potencialidades propias y diversas, huyendo de la homogenización. Enraizada en la tradición freiriana y del teatrero brasileño Augusto Boal encontramos hoy día el Teatro del Oprimido (TDO), una variable artística de gran impacto para trabajar temas ligados a la reproducción de la vida en contextos de vulneración de derechos con una intencionalidad emancipadora[20].

Y no olvidemos el potencial de concientización, organización y transformación demostrado por esa “pedagogía de calle” que han sido las marchas y manifestaciones callejeras a favor de la madre tierra y un nuevo modelo de desarrollo en contra de los intentos gubernamentales de extraer y comercializar, a como dé lugar y en alianza con las empresas transnacionales, nuestros recursos naturales. Un caso elocuente ha sido la movilización de los pueblos indígenas del TIPNIS21, en la amazonía boliviana, que aparte de desnudar los discursos “pachamamistas” del actual gobierno, han logrado afirmarse como sujetos transformadores, concientizar y movilizar a la población urbana hacia el objetivo de la defensa de la Madre Tierra.

Aprendizajes importantes han sido que el sujeto de los cambios no viene dado a priori, no se define artificialmente, sino que demuestra serlo en el proceso de construcción de ese proyecto popular y su capacidad de generar hegemonía. Que la autodeterminación de los pueblos no es auténtica sino es solidaria. Que la autonomía de pensamiento y acción es condición para impulsar los cambios. Que la lucha no es para tomar el poder sino para cambiarlo, como afirman los zapatistas. Que otro desarrollo, otra forma de hacer política, otra comunicación, otro liderazgo… son posibles.

La marcha logró articular la exigibilidad de los derechos, la coherencia entre teoría y práctica, el respeto al otro, el apego a las leyes, el fracaso del diálogo cuando éste no parte del reconocimiento del otro y es sólo una estratagema de impostura, la fuerza de la razón frente a la razón de la fuerza…

5. El papel del educador popular como “intelectual orgánico y partera de los nuevos sujetos”.

Esta condición del educador popular es subrayada por Giulio Girardi (Girardi 1999: 196) a través de una clara analogía con los procesos vitales. En efecto, su tarea principal será la de engendrar y suscitar sujetos autónomos, valorando sus capacidades intelectuales, espirituales, creativas y de compromiso hacia los verdaderos cambios.

Notas

[1] Slogan de la VIII Asamblea Mundial del ICAE, Malmö, Suecia, junio 2011.

[2] Acosta, Alberto y Martínez, Esperanza (comp.): “El Buen Vivir. Una vía para el desarrollo”, Abya-Yala, Quito 2009; Schavelzon, Salvador: “Plurinacionalidad y vivir bien/buen vivir. Dos conceptos leídos desde Bolivia y Ecuador post-constituyentes”, Abya Yala, Clacso, Quito 2015.

[3] Destacamos entre la abundante bibliografía de la época los trabajos de Rocío Tábora: “Pedagogía y Educación Popular. Elementos para el debate sobre educación en América Latina”, p/m., Tegucigalpa, mayo 1995; “La producción de conocimientos para la refundamentación de la educación popular” (1990-1994), p/m, Santiago de Chile, febrero 1995; “Educación y política en América Latina: tensiones y afirmaciones emergentes para una refundamentación de la Educación Popular”, Papeles del CEAAL, n.7, Santiago Nov. 1994; “Pedagogía y Política”, Rev. APORTES, n. 41, Dimensión Educativa, Bogotá, marzo 1994; “Educación popular. Refundamentación”, IB., n.46, oct. 1996. Memoria del Taller sobre Refundamentación de la Educación Popular. Nuevos escenarios y nuevos discursos en la EP”, Pátzcuaro, Feb. 1996. Varios artículos de La Piragua 12-13, Santiago 1996. Carlos Nuñez: “¿Refundamentación de la educación popular?”, en Rev. LA PIRAGUA, CEAAL, n. 18, II/2000, México, pp.30-33.

[4} Jorge Osorio: “Hacia un balance de la refundamentación de la educación popular”, en Rev. APORTES, n.46, 1996, Dimensión educativa, Bogotá, pp. 9-17.

[5] Marco Raúl Mejía J.: “Pedagogía, política y poder”, en Rev. LA PIRAGUA, n.12-13, CEAAL, Santiago 1996 pp. 19-30.

[6] Germán Mariño: “El diálogo cultural. Reflexiones en torno a su fundamentación, su metodología y su didáctica”, En RE APORTES, n. 41, Dimensión educativa, Bogotá 1994, pp.95-122.

[7] Mario Osorio M.: “La pedagogía de la neomodernidad o la pedagogía de la interlocución de los saberes en el EP”. IB., pp.9-18.

[8] Alfredo Ghiso: “Sospechas y supuestos para la recreación metodológica en las propuestas de educación popular hoy”, en CEAAL, Metodología de la Educación Popular hoy, Bogotá 1998, pp.23-38

[9] La Revista LA PIRAGUA dedica a esta temática dos números: “Incidencia en políticas educativas”, n.22, CEAAL, Panamá, 2005; y “Incidencia en políticas educativas: construyendo poder”, n.26, CEAAL, Panamá, 2007.

[10] Son ilustrativos sobre este punto la Carta de la Tierra (Río de Janeiro 1992) la “Declaración universal del Bien Común de la Tierra y la Humanidad (D’ Escoto B., Miguel y Boff, Leonardo, 2010), la Declaración final Cumbre de los Pueblos en Río +20 por Justicia Social y Ambiental. En defensa de los bienes comunes, contra la mercantilización de la vida” (Río de Janeiro, 2012), Carta Encíclica LAUDATO SI, sobre del cuidado de la Casa Común, del Papa Francisco, Roma 2015).

[11] Sumak Kawsay, Sumak Qamaña en idiomas quechua y aymara. En aymara, suma es bien y qamaña es vivir. Pero qamaña es una forma de vivir y pensar de forma equilibrada y espiritual de estar consigo mismo, con el otro y con la naturaleza.

[12] “Para los pueblos, la Pachamama es vida, escomo el vientre de nuestra madre, ella nos abriga, nos alimenta, nos da trabajo, en ella encontramos la alegría, por eso hay que cuidarla, hay que quererla, porque es la vida misma”. (Blanca Chancosa, lidereza quechua).

[13] D’ Escoto B., Miguel y Boff, Leonardo: “Declaración universal del Bien Común de la Tierra y la Humanidad”, en Rev. América Latina en Movimiento, número 453, marzo 2010, ALAI, Quito, pp.25-29.

[14] Cit., art. 15, p. 29.

[15] Los planteamientos del “buen vivir” están todavía abiertos al debate, que muestran diferentes tendencias e interpretaciones. Los debates en Europa son impulsados, entre otros, por el Grupo Permanente de Trabajo sobre Alternativas al Desarrollo de la Fundación Rosa Luxemburg, y difundidos en publicaciones: “Alternativas al capitalismo/colonialismo del siglo XXI”, Abya Yala, Quito 2013; Schavelzon, Salvador: “Plurinacionalidad y vivir bien/buen vivir. Dos conceptos leídos desde Bolivia y Ecuador postconstituyentes”, Abya Yala, Clacso, Quito 2015.

[16] Ver en particular, la Declaración final Cumbre de los Pueblos en Río +20 por Justicia Social y Ambiental. En defensa de los bienes comunes, contra la mercantilización de la vida” (Río de Janeiro,
2012).

[17] “Hay una verdadera «deuda ecológica», particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países. Las exportaciones de materias primas para satisfacer los mercados en el Norte industrializado han producido daños locales”. (Carta Encíclica LAUDATO SI, sobre del cuidado de la Casa Común, del Papa Francisco, Roma 2015).

[18] Benito Fernández: “Educación popular y diversidad cultural. Desafíos emergentes. Sistematización de experiencias de interculturalidad en contextos de desarrollo rural”, en Rev. La Piragua, número 39, CEAAL, Lima 2014, pp. 25-45.Ver también, Carlos W.Porto-Goncalvez y Milton Betancourt S.: “El conflicto del Tipnis y sus implicaciones civilizatorias”, Ed, Autodeterminación, La Paz 2013.

[19] “El nuevo paradigma emancipador (…) propone integrar las categorías de redes, de diversidad y complejidad en las búsquedas educativas, porque la intuición, la subjetividad y la irrupción de los imprevisto y el azar son parte del conocimiento y alternativas a la realidad. Se trata de una propuesta de una nueva transdisciplinaridad (…) donde lo instituido no tiene carácter absoluto porque se trata de espacios educativos preparados para cambiar, que promueven la pregunta, la duda, la creatividad y la posibilidad de alternativa, que escuchan las distintas tonalidades y no reprimen las voces discrepantes”, Pilar Ubilla, “Educación popular y calidad educativa”, en Rev. La Piragua, número 26, CEAAL, Panamá 2007, p .17.

[20] Roberto Mazzini: “Teatro de Oprimido (TDO) y desarrollo sostenible”, en Rev. ALTERN@CTIVA, n.15-16, cit., pp. 55-62.

[21] Fernández, B.: “La marcha del Tipnis. Nuevos horizontes para la educación popular”, en El Rey Desnudo, CENPROTAC, La Paz 2012, pp.73-93.

Referencias bibliográficas

ACOSTA, Alberto y Martínez, Esperanza (comp.) (2009). “El Buen Vivir. Una vía para el desarrollo”. Quito: Abya-Yala.

ASSMANN, Hugo (2002). “Placer y ternura en la educación. Hacia una sociedad aprendiente”. Madrid: Narcea.

CROSSO Camila y otros (2012). “Educación y buen vivir. Reflexiones sobre su construcción”. Quito: Contrato Social para la educación.

D’ ESCOTO B., Miguel y Boff, Leonardo (2010). “Declaración universal del Bien Común de la Tierra y la Humanidad”. América Latina en Movimiento. Quito: ALAI, número 453, pp. 25-29.

FERNÁNDEZ, Benito (2012). “Aprendizajes de la vida y para la vida: nuevos desafíos para la educación de personas jóvenes y adultas”. ALTERN@CTIVA. La Paz: AAEA, número 15-16.

GIRARDI, Giulio (1999). “Entre la globalización neoliberal y el desarrollo local sostenible. Para la refundación de la esperanza”. Quito: Abya-Yala, p.196.

MEJÍA J., Marco Raúl. (1996). “Pedagogía, política y poder”, La Piragua. Santiago: CEAAL, número12-13 pp. 19-30.

SCHAVELZON, Salvador (2015): “Plurinacionalidad y vivir bien/buen vivir. Dos conceptos leídos desde Bolivia y Ecuador postconstituyentes”. Quito: Abya-Yala, Clacso.

UBILLA, Pilar (2007). “Educación popular y calidad educativa”. La Piragua. Panamá: CEAAL, número 26.

Fuente: http://www.debatebuenaeducacion.org/index.php/articulos/44-articulo-educacion-popular-calidad-educativa-y-buen-vivir

Imagen: http://www.debatebuenaeducacion.org/images/inforegion_2.jpg

Comparte este contenido:

Educación preventiva.

Todas las opiniones coinciden en que una necesidad fundamental del país para su desarrollo es la educación.

Por:Guillermo Rolla Pimentel.

Todas las opiniones coinciden en que una necesidad fundamental del país para su desarrollo es la educación. No solo en lo formal y académico, sino también en lo ideológico, ético, filosófico y la humanística. Hoy hay una gran preocupación ciudadana por algo cotidiano y vital para todos. La formación y educación sexual preventiva. Y este debate expresa la seriedad con que la opinión pública ha tomado este asunto.

Me ha correspondido actuar en varios países y organizaciones sobre el tema y en todas partes surgen las mismas dificultades por lo profundo y polémico de los argumentos expuestos que patéticamente motivan confrontaciones muy desagradables, por los elevados niveles culturales en que se dan.

Las religiones por sabias y por experiencias aportan adopciones facilitadoras a las realidades del mundo. La FLASSES, Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual, hace años está solicitando a sus integrantes elaborar sus leyes y normas como efectiva fórmula para prevenir todos los problemas que traen la ‘IGNORANCIA ‘ y los ‘ABUSOS ‘que son nuestros reales enemigos.

Todo el que tenga la audacia de actuar en esta esfera científica, además de una formación académica, debe ir con una mentalidad abierta democrática, asertiva, solidaria, respetuosa, documentada, científica, ajena a rígidos dogmatismos, con una actitud positiva de entenderse, dispuesto a argumentar serenamente, sabiendo que el éxito de una buena norma es llegar a coincidir en las formas más factibles práctica, aceptables y toleradas por la mayor cantidad sobre todo de adolescentes y niños.

La triste realidad de la sociedad en todos los estratos es la distorsionada publicidad comercial engañosa, los objetivos del mercadeo consumista. Las incidencias de políticas demográficas, que son cómplices de orientaciones riesgosas para toda la sociedad. Entonces el punto inicial de todas estas comisiones es comprometerse a tener la suficiente técnica, habilidad e inteligencia emocional para entenderse, comprenderse, aceptarse y ofrecerles a los muchachos los modelos que ellos puedan adoptar y cumplir con los grandes objetivos de superarse, hacer bien al prójimo y lograr una vida feliz de bienestar y calidad psicológica, sociológica, económica. De salud biológica y trabajo productivo con paz y progreso para todos.

Las trágicas y siniestras consecuencias las conocemos todos con estadísticas. Las recetas y planes vuelan por los escritorios de los burócratas. Los resultados, muchas veces manipulados para conseguir presupuestos, son orientados o dirigidos por rígidos y antiguos conceptos filosóficos políticos o comerciales. Cualquier procedimiento, método pedagógico, tesis psicológica o todas las razones, actitudes y conductas que se quieran emplear tienen que ser prácticas nacidas en el seno mismo del campo o del barrio en que se ejecutan.

Hay que erradicar los estímulos negativos con la participación de los grandes educadores sociales que son los medios de comunicación: la radio, TV y las redes sociales; y, por el contrario, aplicarlos como aliados en promover ejemplos y actividades concretas de orientación juvenil.

El ser humano evoluciona, madura anatómica y fisiológicamente y se enriquece en el tiempo. El medio ambiente en que crece lo nutre, lo forma, lo perfecciona. Esa es la sociedad, la familia y la escuela. Países desarrollados han superado estas etapas y hoy disponen de recursos humanos y técnicos para dar una adecuada e integral educación sexual a sus jóvenes. Igual que un adulto, los jóvenes humanos tienen sus hormonas y órganos que actúan inexorablemente en el sentido natural, salvo excepcionalmente por enfermedades, traumas o trastornos genéticos, y lógicamente en el área psicosexual aparecen la líbido y el orgasmo que fueron creaciones divinas para la satisfacción psicoendocrina y la reproducción de la especie.

Los jóvenes reciben el fuerte impulso de la sexualidad y hay que apoyarlos en manejar sus reacciones, sus sentimientos, sus emociones. Aceptar el amor como unidad, como conocimiento mutuo, como aprender a prevenir todos los posibles problemas, como buscar la información que necesiten. Este destino complementario de los sexos, genital, hormonal y cerebral, establece el concepto biológico y social de la sexualidad, diferentes, pero ajustados a una mutua atracción en todos los sentidos, pero sin discriminación, aversiones o incoordinaciones.

El género es una realidad evidente en todos los aspectos de la vida. No tomarlo ni desviarlo para apoyar asuntos personales del área privada y menos darle características docentes irregulares. Sus distorsiones y alteraciones deben ser prevenidas y evitadas, pero aceptar que pueden presentarse como otras condiciones, y que no deben promover discriminaciones. El sexo motiva el amor, el placer, la felicidad, la familia, los hijos. Nos crea hombres y mujeres. La buena calidad de la relación sexual de la pareja crea una buena familia sin disfunciones (anorgasmia, trastornos de eyaculación) con estabilidad, armonía que sea el modelo de las futuras generaciones.

Esto es Dios, la biología, el humanismo. Es evitar las disfunciones sexuales, los divorcios, la violencia doméstica. Algunos aspectos muy discutidos que deben abordarse cuidadosamente para no interferir en el objetivo básico que es la educación preventiva, son las realidades como el isosexualismo (lesbianas, homosexuales) que aún son conductas en plena discusión sobre su génesis y hoy una buena prevención es justamente la educación sexual integral en una familia bien estructurada.

De allí la trascendental importancia de una familia que también tengan educación sexual. Otro aspecto que siempre se plantea es el aborto. El aborto es ilegal y no aceptado en ninguna cultura. El aborto es causante de mortalidad materno-fetal y graves complicaciones. En los últimos años, ha disminuido, al utilizarse los métodos anticonceptivos. El control de la natalidad es aceptada por algunas religiones, si se trata de métodos naturales de abstinencia y controles de la fecha de ovulación. Estos métodos aceptados religiosamente tienen un alto porcentaje de fracasos, lo cual crea ansiedades y conflictos de conciencia de sus seguidoras.

Los embriones potencialmente vivos deben dejarse evolucionar a la vida. La ciencia hoy dispone de recursos para protegerlos. Sin embargo, la sociedad injusta, subdesarrollada y aún salvaje, a veces promueve situaciones antagónicas. Sus madres, que los construyeron, no deben destruirlos, excepto cuando se ponga en riesgo la vida de la madre.

La vida, la felicidad humana, el amor es toda una organización social y todos tenemos que participar en conservarla y perfeccionarla. La mujer es la más perfecta creación. Bellas, creadoras de humanos y educadoras por excelencia. Educar es prevenir. La Educción Sexual es ampliar nuestro canal cultural. Es Pro Panamá Beneficio.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/educacion-preventiva/23953630

Imagen: http://laestrella.com.pa/media/news/image/256890_800x600_crop_579c14d4711b5.jpg

Comparte este contenido:

Entrevista: La Banalización del Bullying

Por: Por Dolores Curia

Entrevistada: Ana Campelo

Lo primero que se encuentra después de una masacre que aterroriza al mundo son las causas secretas del asesino. “Ali David Sonboly, alemán iraní, víctima del bullying, autor de la Masacre de Munich” o también “detienen a un joven afgano, amigo del autor del tiroteo”. La edad, la nacionalidad, el bullying, la homofobia puede volver a alguien víctima o victimario. Las etiquetas que son las mismas que se utilizan a mansalva para arriesgar las razones que llevan a alguien al suicidio (de hecho estas masacres implican una instancia suidida) van armando el identikit de los que pueden ser burlados y los que pueden volverse criminales. ¿De qué hablamos cuando decimos tantas veces la palabra bullying?¿De qué volvemos a dejar de hablar? Por estos días se presenta el libro Bullying y criminalización de la infancia (Noveduc) donde su autora, Ana Campelo, se hace interesantes preguntas sobre los peligros de la banalización de un problema de convivencia que es muy grave, existió desde siempre en el discurso de la criminología.

¿El bullying está de moda? Escuchar esa palabra en boca de conductores de TV para hablar de casos de violencia infantil es parte del murmullo cotidiano. Pero también se ha ido expandiendo como muletilla burlesca y comodín para casi cualquier forma del agravio en público, a cualquier edad: “Me hizo bullying/me bullió”. Si a la situación de hostigamiento frecuente que pone en la mira a los nerds, los raros o a cualquiera que muestre una hilacha centímetros por fuera de la norma se la conoció siempre como “tomar de punto”, ¿qué hay de nuevo en llamarlo de este modo?

Ana Campelo ha sido coordinadora del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas y como asesora en la Cámara de Diputados colaboró en la elaboración de la Ley de Promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad en las instituciones educativas, presentada por la legisladora Mara Brauer y sancionada en 2013. Campelo se refiere a esa ley como “la mal llamada ley de bullying” y es precisamente ese término en inglés el que da letra al libro que acaba de publicar: Bullying y criminalización de la infancia (Noveduc). Allí, Campelo interpela la tendencia a presentar al acoso escolar como si hubiera nacido ayer. Pero sobre todo alerta: de tanto repetirlo se vacía de contenido. Y demuestra cómo desde su origen, entre estudiosos y luego en la jerga popular, la idea de bullying ha estado ligada a la victimología (ciencia que desde el siglo XIX estudia al “delito y al hombre delincuente”) y a la psiquiatría. Dice la autora: “El del bullying es un discurso fuertemente criminalizante. La equiparación entre problemas de convivencia y hechos delictivos es recurrente en la legislación, en las campañas, en los diversos textos que circulan sobre el tema. Su germen ya se encuentra presente desde los inicios de su investigación y hoy recrudece al compás de la época”.

¿Por qué un libro sobre bullying?

–Lo que me motivó a investigar fue ser testigo, mientras trabajaba en el Observatorio de Violencia en las Escuelas, de casos en los que abogados intervenían en problemas entre chicos muy chicos. Las escuelas se ponían a la defensiva y conflictos que se podrían haber resueltos de otro modo terminaban acrecentándose. El atajo judicial anulaba el camino pedagógico. También vi un abuso de las categorías de víctima y victimario, que son dicotómicas, centradas en el individuo, que borran los contextos, aplicadas a los problemas entre pares en la escuela.

Es decir, una salida punitiva…

–Una analogía entre el delito y situaciones entre menores dentro de la escuela… sianalisás la legislación antibullying de la mayoría de los países reina la confusión, por ejemplo, se habla de grooming como si fuera lo mismo que el bullying, cuando son sustancialmente diferentes. El grooming involucra a mayores abusando de menores de edad.

¿A partir de cuándo se empieza a hablar de bullying?

–El origen de la palabra remite a un psicólogo noruego, Dan Olweus. Cuando en los 80 se vuelca a investigarlo su base teórica es la criminología. Un ejemplo de esto es el énfasis en la denuncia que hacen las leyes antibullying. Olweus toma muchas ideas de la victimología. Establece perfiles de “victimario” y de “víctima”. Y también perfiles de víctimas: la víctima pasiva, la víctima provocadora. Esas son categorías de Mendelson, fundador de la victimología, una rama del derecho penal… no de la pedagogía.

Tolerancia cero

“La teoría clásica del bullying obedece a una lógica del mercado de la psiquiatrización de la infancia, que busca patologizar a la mayor cantidad de sujetos posible. Espectaculariza los vínculos sociales estableciendo roles fijos: ‘niño bueno’ y ‘niño malo’. Cuando en verdad el bullying tiene que ver con la imposibilidad de acercarme al otro”, dice Gabriela Carpineti, abogada especialista en criminología crítica, y sigue: “Para entender el tema en su complejidad hay que desprenderse de la idea de que hay sujetos ‘buenos’ y ‘malos’ desde la infancia, adaptados o inadaptados por naturaleza. Lo que la teoría clásica del bullying esconde es que el que recibe la agresión es en algún grado merecedor de ella, es esperable que sea agredido. Y al mismo tiempo desdibuja lo más profundo del conflicto: cómo construir un vínculo con el otro al margen de estereotipos y prejuicios. Esa pregunta excede al ‘bully’ y al ‘buleado’, involucra también a los adultos que los rodean”. El problema, sin duda, no empieza ni termina en la escuela. Se da no sólo en un contexto que segrega las diferencias y alienta todas las formas posibles de ese todos contra uno que el bullying engloba, sino también en el marco de una comunidad de ansiedades que delinean una narrativa de la inseguridad, y modalidades de control para combatirla.

La ley y el orden

Hace algunas semanas Emily Suski, especialista estadounidense en educación y derecho, señalaba en el periódico británico The Guardian, en torno a la ola de leyes antibullying sancionadas en su país en los últimos años, que: “en casi todos los estados están funcionando ahora leyes antibullying. Sin embargo, muy pocas abordan eficazmente el problema. El bullying no ha disminuido. De hecho, la gran mayoría de estas leyes sólo exigen castigo para el agresor: suspensión o expulsión. Cuando Montana se convirtió en el último estado en aprobar su legislación contra el acoso escolar el año pasado, simplemente se prohibió el bullying por escrito, así sin más. La ley de Idaho fue más allá en su punitivismo: incorporó al bullying a su código penal. Ser castigado por bullying en la escuela significa en Montana enfrentar sanciones penales.” Esto no es privativo de Estados Unidos. Ana Campelo desde el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas ha sido testigo de cada vez más frecuentes intervenciones de abogados especializados en bullying que ofrecen combos a padres y madres para demandar a los colegios, de delirantes propuestas de provincias que apuestan a prevenir la violencia escolar con detectores de metales y cámaras de seguridad, hasta hubo quien propuso imponer el uso de mochilas transparentes a todos los alumnos. En Mendoza, por ejemplo, una empresa de cobertura médica ofrece a los colegios privados un seguro en caso de que resulten demandados por bullying y deban afrontar los gastos de los tratamientos de quienes lo hayan padecido. El efecto sancionatorio se extiende por el continente: en México, Chile y Colombia se pena a los docentes que no hayan actuado a tiempo y consistentemente contra el maltrato. En Estados Unidos, escribe Campelo, “el three strikes and you are out (tres faltas y estás fuera) –la versión escolar de las políticas de tolerancia cero del ámbito penal–, la idea de resarcimiento a las víctimas presente en numerosas legislaciones son una analogía o transposición del campo criminológico al pedagógico.”

¿Qué ha cambiado en cómo se aborda el bullying de los 90 hasta ahora?

–Casi nada. Olweus es quien empieza a recomendar dictar legislación antibullying. Y surge una fuerte oleada de leyes y una gran presión social y mediática para hacerlo. En estas leyes empiezan a aparecer palabras propias de la victimología como “resarcimiento”. Hoy hay un estado mexicano, por ejemplo, en el que los padres del “agresor” deben costear los tratamientos psicológicos de la víctima. Estos discursos encuentran cabida en una sociedad que vio fragmentarse el lazo social. Desde el punto de vista de la pedagogía, las medidas que tomemos contra el bullying deberían ir a favor de reparar el lazo y no se seguir destruyéndolo. Lo curioso es que en los 90 Olweus dice que ha elegido investigar el tema porque “habría crecido”. Sin basarse en ninguna estadística sino, como él mismo escribe, en “resonados casos mediáticos”. Acá ha pasado algo similar en los últimos años: no sabemos si creció o no, pero definitivamente ha crecido como tema de interés mediático.

Entonces, ¿decís que el bullying es un fenómeno dibujado?

–No. No niego su existencia. Tampoco es nuevo. Antes se le decía “tomar de punto” a alguien. Claro que hay bullying, lo que digo es que no hay ningún elemento que nos permita decir que ha crecido.

¿No existen estadísticas acá?

–La estadística oficial es la del Observatorio de Violencia en las Escuelas, que hizo tres mediciones: en 2007, 2010 y 2013. En esos estudios no se indagaba específicamente sobre el bullying sino sobre muchas formas de violencia, desde la perspectiva de los chicos. De esos resultados se desprende que los casos de violencia descienden levemente del 2007 al 2010, y aumentan levemente de 2010 a 2013. Para decir que un fenómeno creció tenés que tener una serie mucho más extensa en el tiempo que te permita comparar. Por otro lado, de una encuesta a otra cambiaron las preguntas y es difícil concluir algo de la comparación. Sí hay mayor reporte de casos de bullying, pero siempre que se visibiliza un fenómeno aumentan los reportes, que coincide con un auge en la agenda mediática del tema. Nombrarlo, detectarlo, sirve para combatirlo. Lo que cuestiono es el modo en el que se lo quiere combatir.

¿De qué modo?

–De un modo que erosiona los lazos. Sobre todo mediante las representaciones que se construyen sobre el otro. El otro como fuente de peligro. El otro excluido. Si analizás todos los discursos, campañas, legislaciones antibullying, una idea que aparece todo el tiempo es que los docentes no van a hacer nada para protegerte. Los padres van con ese preconcepto, muchas veces directamente a demandar a la escuela. Si te digo todo el tiempo “los docentes no te van a ayudar”, habilito la venganza.

Suena un poco a allanar el camino para la justicia por mano propia…

–Hay un videojuego que se llama “Bully”. El argumento es: un chico ha sido acosado por sus compañeros, los docentes no hicieron nada, entonces, se venga. Va ganando puntos en la medida en que tortura a quienes lo agredieron, con métodos como hundirles la cabeza en un inodoro. En una serie de MTV hay un ring de box al que se suben quienes han padecido la agresión para vengarse. Esto no está aislado de un fenómeno global. Pienso en los linchamientos: ¿qué es lo que hace que una parte considerable de la población no los vea como algo condenable? Hay ahí un discurso victimizante, que lleva a la idea de que te tenés que arreglar sólo. Como contracara de esto están los organismos de DDHH de la Argentina, que nunca se han colocado en ese lugar, siempre han estado muy por fuera de la venganza.

¿Qué peso ha tenido el discurso médico?

–Hay un paralelo entre la elaboración de los DSM (manuales de clasificación de las patologías mentales de la APA, Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos, muy cuestionada por su ligazón a los intereses de la industria farmacéutica, como estrategia de venta de medicamentos y terapias cognitivas) y las investigaciones de Olweus, que empieza a publicar sobre bullying en los 90. El momento en el que en Argentina y en el mundo se aviva mediáticamente el tema es simultáneo a la edición de la quinta edición del DSM, 2013. Acá no se conocen casos de medicalización por bullying, pero sí el antecedente del trastorno por dificultades de atención e hiperactividad (TDAH), un caso testigo de medicalización de la infancia.

Decís en el libro que el bullying tiene también un costado comercial.

–En Internet circulan muchísimas cartas modelo para demandar por bullying a la escuela. Muchos abogados ven un nicho, sobre todo en escuelas de clase media-alta. Hay abogados “especialistas”. He investigado cuánto cobran y es mucho y por adelantado. Y muchas otras medidas relacionadas con la judicialización: líneas de denuncia; detectores de metales, cámaras en las escuelas. Dispositivos que hablan de un clima de época, de cierto discurso sobre la seguridad.

El fenómeno existe pero cuestionás los métodos con los que se lo encara. ¿Qué alternativa propondrías?

–El bullying es un fenómeno de relaciones de poder entre pares. Algunos chicos buscan reconocimiento a través demaltratar a otros pero, cuando esto sucede, lejos de ser fuertes o poderosos, lo que se pone en evidencia es su profunda vulnerabilidad: la dificultad de encontrar otro lugar en el grupo. La intervención docente debe apuntar a proponerles otras identificaciones posibles. Esa escena de demostración de poder no puede explicarse sin tener en cuenta el contexto, el social y el institucional. Por supuesto que entran en juego cuestiones subjetivas, pero son posiciones o roles, no características inherentes de los sujetos, mucho menos cuando se trata de niños, en pleno proceso de formación.

Entonces, ¿qué se puede hacer?

–No alcanza con preguntarnos por los sujetos involucrados, tenemos que preguntarnosqué sucede en la escuela: ¿cómo se van conformando los grupos? ¿cómo intervenimos los adultos en los vínculos?¿ofrecemos oportunidades para que cada uno sea reconocido porun rasgo que lo singularice? Desde esta concepción, nos oponemos al uso de categorías que reducen la complejidad del problema como, por ejemplo, las de víctima y victimario. Estas son estigmatizantes, colocan el problema en los individuos y dejan a la sombra las condiciones en que las relaciones tienen lugar, fijan posiciones. Son propias de los enfoques “centrados en el individuo”, mientras que lo que proponemos es una perspectiva institucional.

Mencionás en el libro un proyecto, “Bill 13”, en Toronto, que proponía la creación de clubes para chicxs lgbti, que promovieran el empoderamiento frente al bullying. Decís que no te parece un buen camino. ¿Por qué?

–La idea de este proyecto era que a través de estos clubes se agrupen y empoderen en defensa de posibles agresiones. Quienes se opusieron en ese momento al proyecto lo hicieron con argumentos altamente homofóbicos. Mi crítica obviamente va por otro lado: el problema para mí es la identificación de potenciales víctimas. Es estigmatizante y suma a la lógicade la identificación con el lugar de víctima. Y si me preocupa la conformación de colectivos de potenciales víctimas, es por los efectos en la subjetividad y en el lazo. No cuestiono que haya colectivos lgbti, pero en mi opinión no es ésa una función que empodere, es mucho más interesante, por ejemplo, la lucha por la ampliación de los erechos de las minorías. La identificación de algunos chicos como potenciales víctimas o victimarios no previene e lbullying, por el contrario, son intervenciones que refuerzan la lógica del maltrato.

Hablás de los roles de víctima y victimario como intercambiables. Pero también es verdad que hay chicos que ocupan posiciones que pueden volverlos más propensos que otros a ser blanco de agresiones. ¿Cómo entran en juego en esas relaciones de poder cuestiones como el racismo y la homofobia?

–El bullying no es un fenómeno aislado, descontextualizado. Asume diferentes formas según las sociedades. En sociedades más racistas u homofóbicas, muy probablemente el bullying asuma ese sesgo, se combine con la discriminación. Sin embargo, “bullying” y “discriminación” no son lo mismo.

¿Cómo los diferenciás?

–Hay bullying siempre que un chico sea reiteradamente objeto de las agresiones de uno o más compañeros. Un acto de discriminación no siempre supone reiteración, lo que desde ya no desmerece su gravedad. Cuando la discriminación recae sistemáticamente sobre un mismo sujeto, entonces sí podemos hablar de bullying. Por otra parte, no necesariamente sonblanco del maltrato de sus compañeros quienes reúnen alguno de los rasgos que habitualmente constituyen pretextos de discriminación en nuestras sociedades.

Pero da la impresión de que esos dos tipos de pretextos generalmente coinciden…

–En diferentes investigaciones, cuando se les pregunta a los chicos en base a qué pretextos son discriminados, son mencionados la orientaciónsexual (o, más precisamente, que se los identifique con determinadas orientación sexual), aunque también son pretextos muy recurrentes rasgos físicos o la vestimenta como el “freaky”, el “gordo”, el que “se viste raro”. Cuanto más discriminatoria sea una sociedad habrá mayor coincidencia entre ambas formas de maltrato, pero muchas veces las relaciones de poder entre los chicos son inversas a las jerarquías que establece la escuela y sociedad, son así blanco de las agresiones el traga de antes y el nerd de ahora, la “linda”, etc.

¿Por qué decís que llamar “ley de bullying” a la ley que popularmente se conoce de ese modo es un error?

–La ley se llama Ley de Promoción de la Convivencia y Abordaje de la Conflictividad Social en las Instituciones Educativas, participé en el debate que tuvo como resultado su sanción por unanimidad. Las presiones de la sociedad por una ley antibullying, con las características que venimos enumerando, eran muchas y, como se desprende del título, la ley finalmente aprobada no obedeció a las mismas. Su objeto era más amplio: la experiencia de vivir junto a otros en la escuela. Fue una batalla ganada. No sucedió lo mismo en los medios de comunicación, que al día de hoy insisten en mal denominarla “Ley de Bullying”.

 

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-4665-2016-07-31.html

Foto: http://notife.com/wp-content/uploads/2016/07/school-bullying.jpg

Comparte este contenido:

Una educación de excelencia con docentes de calidad

Panamá/Julio de 2016/La Estrella de Panamá

Por: Lucas Rodríguez

Es por ello, que el desarrollo docente es fundamental y estratégico para el éxito en cualquiera ecuación educativa.

Los sistemas educativos son dinámicos, complejos y regularmente impulsan procesos de transformación dirigidos a mejorar la calidad de la formación en cada uno de sus niveles y subsistemas.

Estos cambios educativos implican una mirada reflexiva acerca del rol de los diferentes actores directos e indirectos en el proceso de enseñanza-aprendizaje que se desarrolla en el aula o desde ella.

Uno de los protagonistas principales que regularmente es consultado, es el sector docente, ya que ellos son los que deben conocer, manejar e interpretar adecuadamente las políticas y lineamientos del cambio educativo y hacerlo práctico a sus estudiante en los diferentes escenarios donde el sistema tenga presencia.

Es por ello, que el desarrollo docente es fundamental y estratégico para el éxito en cualquiera ecuación educativa.

La UNESCO, PRELAC (2015), plantea el desafío que enfrentan las políticas públicas en el sector educación para potenciar la calidad del desempeño docente, que las propuestas tradicionales ya no son suficientes para las demandas actuales en donde el mayor reto es poner en práctica la mejora de calidad del sistema educativo.

Este importante reto, es planteado de igual manera para las instituciones de educación superior universitaria, que en Panamá, a partir de los procesos de evaluación y acreditación institucional desarrollados por el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria en el 2012, se ha impulsado de manera significativa las iniciativas dirigidas a contar con docentes cada vez mejor cualificados para desarrollar las labores formativas en las diversas ofertas académicas de las más de 25 universidades que funcionan en el país.

Ante este hecho relevante, la Universidad Especializada de las Américas ha definido como uno de sus proyectos estratégicos, la organización, estructuración, ejecución y seguimiento de un sistema de carrera docente dirigido a fomentar su desarrollo profesional de excelencia, que asegure la formación de calidad de los estudiantes que participan del proceso educativo en la universidad.

Este proyecto tiene cinco componentes específicos que conducen a fortalecer las capacidades institucionales, así como las oportunidades de formación y movilidad, tales como:

Marco Normativo: implica la revisión, actualización y elaboración de los reglamentos, procedimientos, manuales e instrumentos necesarios para el establecimiento y ejecución del sistema de carrera docente, pertinentes con las políticas, principios, misión y visión institucional.

Formación y actualización permanente: incluye planes y acciones continuas de capacitación en dos áreas fundamentales: en docencia universitaria, hacia el fomento de las capacidades pedagógicas y andragógicas; y en las áreas de especialidad, dirigidas a fortalecer las didácticas en las diversas disciplinas humanísticas, científicas y sociales.

Movilidad docente: esta iniciativa se impulsa como parte de las acciones de cooperación, que promueve la participación de docentes en pasantías, becas, intercambios y capacitación internacional.

Evaluación del desempeño: es imprescindible evaluar la gestión docente, sus aportes cualitativos y cuantitativos en la formación de los estudiantes, para lo cual se revisan, actualizan y validan los instrumentos de evaluación, que brinden insumos para la mejora continua del profesorado.

Innovación Docente: se trata de una línea de acción dirigida a reconocer e impulsar las buenas prácticas e innovación del docente en la promoción de aprendizajes de calidad, pertinentes con el modelo universitario udelista. De igual manera, se estimula el interés por la gestión de la investigación a través de la red de docentes investigadores.

Este esfuerzo se ha potenciado con la definición de una instancia administrativa encargada del desarrollo docente. La universidad es consciente que el profesorado es el principal recurso humano institucional con el que asume el compromiso de formación integral de calidad en cada una de las carreras que se imparten a nivel nacional.

Fuente: http://laestrella.com.pa/panama/nacional/educacion-excelencia-docentes-calidad/23953325

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=Una+educaci%C3%B3n+de+excelencia+con+docentes+de+calidad&biw=1024&bih=623&espv=2&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwiUrajGopbOAhXBNSYKHe_fBQUQ_AUIBigB&dpr=1#imgrc=W_CJtH_ZNQyZkM%3A

Comparte este contenido:

Pedagogía de la Tierra y Cultura de la Sustentabilidad

América del Sur/Brasil/Julio del 2016/Moacir Gadotti/www.uyitskaan.org/

Por primera vez en la historia de la humanidad, no por efecto de armas nucleares, pero por el descontrol de la producción, podemos destruir toda la vida del planeta. Es a esa posibilidad que podemos llamar la era de la exterminación.

Pasamos del modo de producción al modo de la destrucción; tendremos que vivir de ahora en adelante enfrentando el permanente desafío de reconstruir el planeta. Tenemos quizás un poco más de 50 años para decidir si deseamos o no destruir el planeta. Los paradigmas clásicos que orientaron hasta ahora la producción y la reproducción de la existencia en el planeta pusieron en riesgo no solamente la vida del ser humano, sino todas las formas de vida existentes en la Tierra.

Las alertas se han dado durante varias décadas por científicos y filósofos desde los años ’60. Necesitamos de un nuevo paradigma que tenga como fundamento la Tierra. Por otra parte, vivimos en una era de la información próspera en tiempo real, de la globalización de la economía, pero para pocos, de la realidad virtual, de la Internet, de la eliminación de fronteras entre naciones, de educación a distancia, de oficinas virtuales, de robótica y de sistemas de producción automatizados y del entretenimiento. Vivimos el ciberespacio de la formación continuada.

Las nuevas tecnologías de información y de comunicación marcaron todo el siglo XX. Marx sostenía que el cambio en los medios de producción transformaba el modo y las relaciones de producción. Eso mismo sucedió con la invención de la escritura, del alfabeto, de la prensa, de la televisión y hoy está sucediendo con la Internet.

El desarrollo espectacular de la información, ya sea en lo que dice respecto a las fuentes, ya sea la capacidad de difusión, está generando una verdadera revolución que afecta no solamente la producción y el trabajo, pero principalmente la educación y la formación. El escenario está dado: globalización provocada por el avance de la revolución tecnológica, caracterizada por la internacionalización de la producción y por la expansión de los flujos financieros; regionalización caracterizada por la formación de bloques económicos; fragmentación que divide globalizadores y globalizados, centro y periferia, los que mueren de hambre y los que mueren por el excesivo consumo de alimentos, rivalidades regionales, enfrentamientos políticos, étnicos y confesionales, terrorismo.

El término «sustentabilidad» puede no ser muy apropiado para lo que pretendemos exponer a continuación, que es darle a ese concepto un nuevo significado. De hecho, es un término «sustentable» que asociado al desarrollo, sufrió un gran desgaste. Mientras para algunos es solamente un rótulo, para otros se tornó la propia expresión del absurdo lógico: desarrollo y sustentabilidad serian lógicamente incompatibles. Para nosotros es más que un calificativo del desarrollo. Va más allá de la preservación de los recursos naturales y de la viabilidad de un desarrollo sin agresión al medio ambiente. Implica un equilibrio del ser humano con él mismo y con el planeta, más aún, con el universo.

La sustentabilidad que defendemos se refiere al propio sentido de lo que somos, de dónde venimos y para donde vamos, como seres del sentido y donantes de sentido de todo lo que nos rodea.

Ese tema deberá dominar los debates educativos de las próximas décadas. ¿Qué estamos estudiando en las escuelas? ¿No estaremos construyendo una ciencia y una cultura que sirven para la degradación del planeta y de los seres humanos? La categoría de sustentabilidad debe ser asociada a la de planetaridad. La Tierra como un nuevo paradigma. Complejidad, universalidad, y la transdisciplinable aparecen como categorías asociadas al tema de planetaridad. ¿Qué implicaciones tiene esa visión del mundo sobre la educación?

El tema nos transporta a una ciudadanía planetaria, a una civilización planetaria, una conciencia planetaria. Una cultura de la sustentabilidad es también, por tanto, una cultura de planetaridad, o sea, una cultura que parte del principio de que la Tierra es constituida por una sola comunidad de seres humanos, los terráqueos, y que son ciudadanos de una única nación.

1. Sociedad sustentable Nuestra intención es lanzar a continuación el debate a respecto a una Pedagogía de la Tierra, que comprenda la ecopedagogía y la educación sustentable. Ese debate ya tuvo su inicio con el nacimiento del concepto de «desarrollo sustentable» utilizado por primera vez por la ONU en 1979, indicando que el desarrollo podría ser un proceso integral que debería incluir las dimensiones culturales, étnicas, políticas, sociales, y ambientales, y no solamente las dimensiones económicas. Ese concepto fue diseminado mundialmente por los informes del Worldwatch Institute en la década de los 80 y particularmente por el informe «Nuestro Futuro Común» elaborado por la Comisión de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, en 1987.

Muchas fueron las críticas hechas a ese concepto posteriormente, en numerosas ocasiones por su uso reducible y trivialización, a pesar de parecer «políticamente correcto» y «moralmente noble». Existen otras expresiones que tienen una base conceptual común y que son complementarias, tales como: «desarrollo humano», «desarrollo humano sustentable» y «transformación productiva con equidad». La expresión «desarrollo humano» tiene la ventaja de situar el ser humano en el centro del desarrollo. El concepto de desarrollo humano, cuyos ejes centrales son «equidad» y «participación», es un concepto aún en fase evolutiva y que se opone a la concepción neoliberal del desarrollo. Concibe la sociedad desarrollada como una sociedad equitativa que será lograda a través de la participación de las personas. Como el concepto de desarrollo sustentable, el concepto de desarrollo humano es mucho más amplio y, algunas veces, aún un poco vago. Las Naciones Unidas, en los últimos años, pasaron a usar la expresión «desarrollo humano» como indicador de calidad de vida basada en índices de salud, longevidad, madurez psicológica, educación, ambiente limpio, espíritu comunitario y entretenimiento creativo, que son también los indicadores de una sociedad sustentable, o sea, una sociedad capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones de hoy sin comprometer la capacidad ni las oportunidades de las generaciones futuras.

Las críticas al concepto de desarrollo sustentable y a la propia idea de sustentabilidad parten del hecho que el ambientalismo trata separadamente los asuntos sociales y los asuntos ambientales. El movimiento conservacionista apareció como una tentativa elitista de los países ricos en el sentido de reservar grandes áreas naturales preservadas para su entretenimiento y contemplación, la Amazonía, por ejemplo.

No era una preocupación por la sustentabilidad del planeta, pero sí por la continuidad de sus privilegios, en contraste con las necesidades de la mayoría de la población. Ante esas críticas, el éxito de la lucha ecológica hoy depende mucho de la capacidad de los ecologistas de convencer a la mayoría de la población, al sector más pobre, de que se trata no solamente de limpiar los ríos, descontaminar el aire, reforestar los campos devastados para que podamos vivir en un planeta mejor en un futuro distante. Se trata de dar una solución, simultáneamente, a los problemas ambientales y a los problemas sociales. Los problemas que trata la ecología afectan no sólo al medio ambiente, sino que afectan al ser más complejo de la naturaleza que es el ser humano.

El concepto de «desarrollo» no es un concepto neutro. Tiene un contexto bien definido dentro de una ideología del progreso, que supone una concepción de historia, de economía, de sociedad y del propio ser humano. El concepto fue utilizado en una visión colonizadora, durante muchos años, la cual dividió a los países del globo en «desarrollados», «en desarrollo» y «subdesarrollados»… sujeto siempre a un patrón de industrialización y de consumo. Este concepto supone que todas las sociedades deberán orientarse por una única vía de acceso al bienestar y a la felicidad, alcanzables únicamente por la acumulación de bienes materiales. Se impusieron metas de desarrollo por medio de políticas económicas neo-colonialistas de los países llamados «desarrollados», en muchos casos, con un gran aumento de la miseria, de la violencia y del desempleo.

Conjuntamente con ese modelo económico, con sus ajustes a veces criminosos, fueron trasplantados valores éticos e ideales políticos que condujeron a la falta de estructuración de pueblos y naciones. No es de sorprenderse, por lo tanto, que muchos tengan reservas cuando se habla en desarrollo sustentable.

El tema desarrollo llevó a una «agonía del planeta». Tenemos hoy conciencia de una inminente catástrofe si no traducimos esa conciencia en acciones para retirar del desarrollo esa visión predatoria, concebirlo de una forma más antropológica y menos economista y salvar la Tierra.

Parece claro que entre sustentabilidad y capitalismo existe una incompatibilidad de principios. Esa es una contradicción de base que está incluso en el centro de todos los debates de la Carta de la Tierra y que puede hacerla inviable. Se intenta conciliar dos términos inconciliables. No son inconciliables en sí, metafísicamente. Son inconciliables en el actual contexto de la globalización capitalista. El concepto de desarrollo sustentable es impensable e inaplicable en ese contexto. El fracaso de la Agenda 21 lo demuestra. En ese contexto, el «desarrollo sustentable» es tan inconciliable como la «transformación productiva con equidad» defendida por la CEPAL. ¿Cómo puede existir un crecimiento con equidad, un crecimiento sustentable en una economía volcada hacía la ganancia, por la acumulación ilimitada, por la exploración del trabajo y no por las necesidades de las personas? Llevado a sus últimas consecuencias, la utopía o el proyecto del «desarrollo sustentable», pone en duda no solamente el crecimiento económico ilimitado y predador de la naturaleza, sino las formas de la producción capitalista. Eso solamente tendría sentido en una economía solidaria, una economía volcada a la «compasión» y no a la ganancia

Los graves problemas socio-ambientales y las críticas al modelo de desarrollo fueron generando en la sociedad mayor conciencia ecológica en las últimas décadas. Aunque esa conciencia no haya aún provocado cambios significativos en el modelo económico y en los rumbos de las políticas gubernamentales, algunas experiencias concretas apuntan hacia una creciente sociedad sustentable en marcha, como lo demostró la Conferencia de Asentamientos Humanos Hábitat II, organizada por las Naciones Unidas en Estambul, Turquía, en 1997. En esa Conferencia fueron presentadas experiencias concretas de lucha contra la «crisis urbana», como es la violencia, el desempleo, la falta de vivienda, transporte y salubridad, que viene degradando el medio ambiente y la calidad de vida. Esas experiencias apuntan hacia el nacimiento de una ciudad sustentable. Las políticas de sustentabilidad económica y social, poco a poco, van apareciendo, constituyéndose en una esperanza real de que aún estamos a tiempo para enfrentar «nuestros desafíos globales».

2. Educación sustentable La sensación de pertenencia al universo no comienza en la edad adulta, ni tampoco por un acto razonable. Desde la infancia, nos sentimos unidos con algo que es mucho mayor que nosotros. Desde niños nos sentimos profundamente unidos al universo y nos colocamos delante de él con una expresión mixta de respeto y asombro. A través de nuestra vida, buscamos respuestas a lo que somos, de dónde vinimos, para dónde vamos, en fin, cual es el sentido de nuestra existencia. Es una búsqueda incesante que jamás termina. La educación puede jugar un papel preponderante en ese proceso si nos enseña a valorar muchos asuntos filosóficas fundamentales, pero también, se logra explorar al lado del conocimiento esa capacidad que todos tenemos de encantarnos con nuestro universo. Hoy, tomamos conciencia de que el sentido de nuestras vidas no está separado del sentido del propio planeta. Frente a la degradación de nuestras vidas en el planeta llegamos a una verdadera encrucijada entre un caminoTecnozoico, que pone toda la fe en la capacidad de la tecnología de sacarnos de la crisis sin cambiar nuestro estilo contaminador y consumista de vida, y un camino Ecozoico, basado en una nueva relación saludable con el planeta, reconociendo que somos parte de un mundo natural, viviendo en armonía con el universo, caracterizado por las actuales preocupaciones ecológicas. Tenemos que escoger. Esto definirá nuestro futuro. Realmente, no me parece que sean caminos totalmente opuestos. La tecnología y el humanismo no se contraponen. Pero, claro está, hubo excesos en nuestro estilo contaminador y consumista de vida que no es producto de la tecnología, sino del modelo económico. Esto es lo que debe ser visto como la causa, y constituye uno de los roles en el que deberá orientarnos la educación sustentable o ecológica.

El desarrollo sustentable, visto de una forma crítica, tiene un componente educativo formidable: la preservación del medio ambiente depende de una conciencia ecológica y la formación de la conciencia depende de la educación. Aquí entra en escena la Pedagogía de la Tierra, la ecopedagogía. Ésta constituye una pedagogía para la promoción del aprendizaje del «sentido de las cosas a partir de la vida cotidiana», como dicen Francisco Gutiérrez y Cruz Prado en su libro ecopedagogía y ciudadanía planetaria (São Paulo, IPF/Cortez, 1998). Encontramos el sentido al caminar, viviendo el contexto y el proceso de abrir nuevos caminos; no solamente observando el camino.

Es, por consiguiente, una pedagogía democrática y solidaria. La investigación de Francisco Gutiérrez y Cruz Prado sobre la ecopedagogía se originó en la preocupación en el sentido de la vida cotidiana. La formación está ligada al espacio/tiempo en el cual se realizan concretamente las relaciones entre el ser humano y el medio ambiente. Éstas se encuentran sobre todo a nivel de sensibilidad del individuo, mucho más que en a nivel de la conciencia. Por lo tanto, se encuentran mucho más al nivel de la subconciencia: no las percibimos y, muchas veces, no sabemos cómo suceden. Es necesaria una ecoformación para volverlas conscientes. Y la ecoformación necesita de una ecopedagogía. Como destaca Gastón Pineau en su libro De l’air: essai sur l’écoformation (París, Païdeia, 1992) una serie de referencias se asocian para eso:

la inspiración bachelardiana, los estudios del imaginario, el abordaje de la transversalidad, de la transdisciplinalidad y de la interculturalidad, el constructivismo y la pedagogía de la alternancia. Necesitamos una ecopedagogía y una ecoformación hoy, necesitamos de una Pedagogía de la Tierra, justamente

Necesitamos una ecopedagogía y una ecoformación hoy, necesitamos de una Pedagogía de la Tierra, justamente porque sin esa pedagogía para la reeducación del hombre o la mujer, principalmente del hombre occidental, prisionero de una cultura cristiana predatoria, no podremos hablar más de la Tierra como un hogar, como un abrigo, para el «bicho-hombre», como lo dice Paulo Freire. Sin una educación sustentable, la Tierra continuará solamente siendo considerada como el espacio de nuestro sustento y del dominio técnico-tecnológico, objeto de nuestras investigaciones, ensayos, y, algunas veces, de nuestra contemplación. Pero no será el espacio de vida, el espacio de nuestro abrigo, del «cuidado» (Leonardo Boff, Saber cuidar, Petrópolis, Vozes, 1999). No aprendemos a amar la Tierra leyendo libros sobre esa materia, ni tampoco en libros de ecología integral. La experiencia propia es lo que cuenta. Sembrar y acompañar el crecimiento de un árbol o de una plantita, caminando por las calles de la ciudad o aventurándose en una floresta, escuchando el canto de los pájaros en las mañanas asoleadas o quien sabe, observando como el viento mueve las hojas, sintiendo la arena caliente de nuestras playas, mirando las estrellas en una noche oscura.

Existen muchas formas de encantamiento y de emoción frente a las maravillas que la naturaleza nos brinda. Es lógico que exista la polución, la degradación ambiental para recordarnos que podemos destruir esa maravilla y para formar nuestra conciencia ecológica y movernos hacia la acción.

Acariciar una planta, contemplar con ternura una puesta del sol, oler el perfume de una hoja de pitanga (frutilla), de guayaba, de naranja o de ciprés, del eucalipto… son múltiples formas de vivir en relación permanente con este planeta generoso y compartir la vida con todos los que en él habitan o lo componen. La vida tiene sentido, pero ella sólo existe cuando existe en relación. Como dice el poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade: «Soy un hombre disuelto en la naturaleza. Estoy floreciendo en todos los robles». Eso Drummond sólo podría decirlo aquí en la Tierra. Se estuviese en otro planeta del sistema solar, no diría lo mismo. Solamente la Tierra es amigable con el ser humano. Los demás planetas son, honestamente, hostiles a él, aunque hayan sido originados por el mismo polvo cósmico. ¿Existirán otros planetas fuera del sistema solar que alberguen vida, quizás una vida inteligente? Si tomamos en consideración que la materia de la cual se originó el universo es la misma, es muy probable que así sea. Pero, por ahora, solo contamos con uno que es indudablemente nuestro amigo.

Tenemos que aprender a amarlo. ¿Cómo se traduce en la educación el principio de la sustentabilidad? Se traduce por preguntas como: ¿Hasta qué punto hay sentido en lo que hacemos? ¿Hasta qué punto nuestras acciones contribuyen con la calidad de vida de los pueblos y con su felicidad? ¿Es la sustentabilidad un principio reorientador de la educación y principalmente de los currículos, objetivos y métodos? Es en ese contexto de evolución de la propia ecología que aparece, y que aún gatea, lo que llamamos «ecopedagogía», inicialmente llamada de «pedagogía del desarrollo sustentable» y que hoy ultrapasó ese sentido.

La ecopedagogía se está desarrollando sea como un movimiento pedagógico, sea como un abordaje curricularComo la ecología, la ecopedagogía también puede ser entendida como un movimiento social y político. Como todo movimiento nuevo, en proceso, en evolución, él es complejo y, puede tomar diferentes direcciones, y algunas veces contradictorias. Él puede ser entendido diferentemente como lo son las expresiones «desarrollo sustentable» y «medio ambiente». Existe una visión capitalista del desarrollo sustentable y del medio ambiente que, por ser anti-ecológica, debe ser considerada como una «trampa», como viene argumentando Leonardo Boff.

La ecopedagogía también implica una reorientación de los currículos para que incorporen ciertos principios defendidos por ella. Estos principios deberían, por ejemplo, orientar la concepción de los contenidos y la elaboración de los libros didácticos. Jean Piaget nos enseñó que los currículos deben contemplar lo que es significativo para el alumno. Sabemos que eso es correcto, pero incompleto. Los contenidos curriculares tienen que ser significativos para el alumno, y solo serán significativos para él, si esos contenidos son significativos también para la salud del planeta, para un contexto más amplio.

Colocada en este sentido, la ecopedagogía no es una pedagogía a más, al lado de otras pedagogías. Ella solo tiene sentido como proyecto alternativo global donde la preocupación no está apenas en la preservación de la naturaleza (Ecología Natural) o en el impacto de las sociedades humanas sobre los ambientes naturales (Ecología Social), pero en un nuevo modelo de civilización sustentable desde el punto de vista ecológico (Ecología Integral) que implica un cambio en las estructuras económicas, sociales y culturales. Ella está unida, por lo tanto, a un proyecto utópico: cambiar las relaciones humanas, sociales y ambientales que tenemos hoy. Aquí está el sentido profundo de la ecopedagogía, el de una Pedagogía de la Tierra, como la llamamos.

La ecopedagogía no se opone a la educación ambiental. Todo lo contrario, para la ecopedagogía la educación ambiental es una conjetura. La ecopedagogía la incorpora y ofrece estrategias, propuestas y medios para su realización concreta. Fue justamente durante la realización del Foro Global 92, en el cual se discutió mucho la educación ambiental, que se percibió la importancia de una pedagogía del desarrollo sustentable o de una ecopedagogía. Hoy, sin embargo, la ecopedagogía se ha convertido en un movimiento y en una perspectiva de educación mayor que una pedagogía del desarrollo sustentable. Ésta se inclina más hacia la educación sustentable, hacia una ecoeducación, que es mucho más amplia que la educación ambiental. La educación sustentable no se preocupa solamente por una relación saludable con el medio ambiente, sino también con el sentido más profundo de lo que hacemos con nuestra existencia, a partir de nuestra vida cotidiana.

Conciencia planetaria, ciudadanía planetaria, civilización planetaria La globalización, impulsada sobre todo por la tecnología, parece determinar cada vez más nuestras vidas. Las decisiones sobre lo que nos pasa en nuestro día a día parece que se nos escapa, por tomarlas lejos de nosotros mismos, comprometiendo nuestro papel de sujetos de la historia. Pero esto no está bien. Como fenómeno y como proceso, la globalización se volvió irreversible, pero no ese tipo de globalización. el globalismo. al cual estamos sometidos hoy: la globalización capitalista. Sus efectos más inmediatos son el desempleo, la profundización de las diferencias entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco, la pérdida de poder y autonomía de muchos Estados y de muchas Naciones.

Tenemos entonces que distinguir los países que hoy comandan la globalización, los globalizadores (países ricos), de los países que sufren la globalización, los países globalizados (pobres). Dentro de este complejo fenómeno podemos distinguir también la globalización económica, realizada por las transnacionales, de la globalización de la ciudadanía. Ambas se utilizan de la misma base tecnológica, pero con lógicas opuestas. La primera, sometiendo Estados y Naciones, es comandada por el interés capitalista; la segunda globalización es la realizada a través de la Organización de la Sociedad Civil. La Sociedad Civil globalizada es la respuesta que la Sociedad Civil como un todo y las ONGs están dando hoy a la globalización capitalista. En este sentido, el Foro Global 92 se constituyó en un evento de los más significativos del final del siglo XX: dio gran impulso a la globalización de la ciudadanía. Hoy, el debate con relación a la Carta de la Tierra se está constituyendo en un factor importante de construcción de esta ciudadanía planetaria. Cualquier pedagogía, pensada fuera de la globalización y del movimiento ecológico, tiene hoy serios problemas de contextualización.

«Extranjero yo no voy a ser. Ciudadano del mundo yo soy», dice una de las letras de una música cantada por el cantante brasileño Milton Nascimento. Si los niños de nuestras escuelas entendiesen con profundidad el significado de las palabras de esta canción, estarían iniciando una verdadera revolución pedagógica y curricular. ¿Cómo puedo sentirme extranjero en cualquier territorio del planeta si pertenezco a un único territorio, la Tierra? ¡No hay lugar para extranjero entre los terráqueos, en la Tierra! Si soy ciudadano del mundo, no pueden existir para mí las fronteras. Las diferencias culturales, geográficas, raciales y todas las demás diferencias se debilitan, frente de mi sentimiento de pertenencia a la Humanidad.

La noción de ciudadanía planetaria (mundial) se sustenta en la visión unificadora del planeta y de una sociedad mundial. Ella se manifiesta en diferentes expresiones: «nuestra humanidad común», «unidad en la diversidad», «nuestro futuro común», «nuestra patria común», «ciudadanía planetaria». Ciudadanía Planetaria es una expresión adoptada para expresar un conjunto de principios, valores, actitudes y comportamientos que demuestra una nueva percepción de la Tierra como una única comunidad, con frecuencia asociada al «desarrollo sustentable», mucho más amplia de lo que esa relación con la economía. Se trata de un punto de referencia ético indisociable de la civilización planetaria y de la ecología. La Tierra es «Gaia», un súper organismo vivo y en evolución, todo lo que sea hecho en ella se verá reflejado en todos sus hijos.

La cultura de la sustentabilidad supone una pedagogía de sustentabilidad que tome conciencia de la gran tarea de formar la ciudadanía planetaria. Ese es un proceso ya en marcha. La educación para la ciudadanía planetaria está comenzando a través de numerosas experiencias que, aunque muchas de ellas sean locales, apuntan hacia una educación para sentirnos miembros mucho más allá de la Tierra, para vivir una ciudadanía cósmica. Los desafíos son enormes tanto para los educadores como para los responsables de los sistemas educativos. Pero ya existen ciertas señales, en la propia sociedad, que apuntan hacia una creciente búsqueda no solamente de temas espirituales y de autoayuda, sino de un conocimiento científico más profundo del universo.

Movimiento por la ecopedagogía Esa travesía del milenio se caracteriza por un gran avance tecnológico y también por una enorme inmadurez política: mientras que la Internet nos pone en el centro de la Era de la Información, el gobierno humano sigue siendo muy pobre, generando miserias y deterioración. Podemos destruir toda la vida del planeta. Quinientas (500) empresas transnacionales controlan un 25% de la actividad económica mundial y un 80% de las innovaciones tecnológicas. La globalización económica capitalista debilitó los Estados Nacionales imponiendo límites para su autonomía, subordinándolos a la lógica económica de las transnacionales. Gigantescas deudas externas gobiernan algunos países e impiden la implantación de políticas sociales ecualizadores.

Las empresas transnacionales trabajan para 10% de la población mundial que se sitúa en los países más ricos, generando una tremenda exclusión. Ese es el escenario de la travesía, un escenario aún más problemático por la falta de alternativas. Los paradigmas clásicos están agotando sus posibilidades de responder adecuadamente a ese nuevo contexto. No logran explicar esa travesía, mucho menos, pasar por ella.

Muchos falsos profetas y charlatanes ofrecen soluciones mágicas. Una nueva espiritualidad surge muy bien aprovechada por las merco-religiones. La respuesta dada por el estatismo burocrático y autoritario es tan deficiente como el neoliberalismo del dios mercado. El neoliberalismo propone más poder para las transnacionales y los estadistas proponen más poder para el Estado, reforzando sus estructuras. En el medio de todo eso está el ciudadano común que no es, ni empresario, ni Estado. La respuesta parece estar más allá de estos dos modelos clásicos, pero seguramente no en una supuesta «tercera vía» que desea solamente dar sobrevida al capitalismo sofisticando la dominación política, la exploración económica y provocando una enorme exclusión social. La respuesta parece venir hoy del fortalecimiento del control ciudadano frente al Estado y al Mercado, a la Sociedad Civil fortaleciendo su capacidad de gobernarse y controlar el desarrollo. Aquí entra el papel importante de la educación, de la formación para la ciudadanía activa.

Podemos decir que hay una comunidad sustentable que vive en armonía con su medio ambiente, no provocando daños a otras comunidades, ni para la comunidad de hoy, y ni para la de mañana. Y eso no puede constituirse solamente en un compromiso ecológico, pero ético-político, alimentado por una pedagogía, o sea, por una ciencia de la educación y una práctica social definida. En ese sentido, la ecopedagogía, inserta en ese movimiento socio-histórico, formando ciudadanos capaces de escoger los indicadores de calidad de su futuro, se constituye en una pedagogía completamente nueva e intensamente democrática.

Las pedagogías clásicas eran antropocéntricas. La ecopedagogía parte de una conciencia planetaria (géneros, especies, reinos, educación formal, informal y no-formal…). Ampliemos nuestro punto de vista. Del hombre para el planeta, por encima de géneros, especies y reinos. De una visión antropocéntrica para una conciencia planetaria, para una práctica de ciudadanía planetaria y para una nueva referencia ética y social: la civilización planetaria. No se puede decir que la ecopedagogía representa ya una tendencia concreta y notable en la práctica de la educación contemporánea. Si ella ya tuviera sus categorías definidas y elaboradas, ella estaría totalmente equivocada, pues una perspectiva pedagógica no puede nacer de un discurso elaborado por especialistas. Al contrario, el discurso pedagógico elaborado es el que nace de una práctica concreta, probada y comprobada.

Laecopedagogía está aún en formación y en formulación como teoría de la educación. Ella está manifestándose en muchas prácticas educativas que el «Movimiento por la ecopedagogía», liderado por el Instituto Paulo Freire, intenta congregar. El Movimiento por la ecopedagogía, nacido en el seno de la iniciativa de la Carta de la Tierra, está dando apoyo al proceso de discusión de la Carta de la Tierra, indicando justamente una metodología apropiada que no sea la metodología de la simple «proclamación» gubernamental, de una declaración formal, pero la traducción de un proceso vivido y por la participación crítica de la «demanda», como lo dice Francisco Gutiérrez. La Carta de la Tierra debe ser entendida sobretodo como un movimiento ético global para llegarse a un código de ética planetario, sosteniendo un núcleo de principios y valores que hacen frente a la injusticia social e a la falta de equidad reinante en el planeta. Cinco cimientos sostienen a ese núcleo: a) derechos humanos; b) democracia y participación; c) equidad; d) protección de la minoría; e) resolución pacífica de los conflictos. Esos cimientos son frutos de una visión del mundo solidaria y respetuosa de la diferencia (conciencia planetaria). El intercambio planetario que ocurre hoy en función de la expansión de las oportunidades de acceso a la comunicación, notablemente a través de la Internet, deberá facilitar el diálogo ínter y transcultural y el desarrollo de esta nueva ética planetaria. La campaña de la Carta de la Tierra agrega un nuevo valor y ofrece un nuevo impulso a ese movimiento por la ética en la política, en la economía, en la educación, etc. Ella se hará realmente fuerte y, quizás, decisiva, en el momento en que representar un proyecto de futuro un contra proyecto global y local al proyecto político-pedagógico, social y económico neoliberal, que no solamente es intrínsecamente insostenible, como también esencialmente injusto y deshumano.

La Tierra como paradigma Gaia, igual vida. Muchos entienden que es ilegítimo considerar la Tierra como un organismo vivo. Esta calidad la Tierra no tendría. Miremos la vida solamente por la percepción que tenemos de la nuestra y de la vida de los animales y de las plantas. Es verdad, no tenemos el distanciamiento que tienen, en el espacio, los astronautas, pero podemos tener el mismo distanciamiento de los astronautas en el tiempo, mucho más dilatado que el nuestro propio tiempo de vida. La «hipótesis Gaia» que concibe la Tierra como un súper organismo complejo, vivo y en evolución, encuentra respaldo en su historia de billones de años. La primera célula apareció hace ya 4 billones de años. De ese tiempo hacia ahora el proceso evolucionado de la vida no ha cesado de presentar complejidad, formando ecosistemas interdependientes dentro del macrosistema Tierra que, por su vez, es un microsistema, si comparado con el macrosistema del Universo. Solamente logramos entender la Tierra como un ser vivo distanciándonos de ella en el tiempo y en el espacio.

La visión que los astronautas tuvieron «de lejos» los cambió muchísimo a ellos y también a nosotros mismos que no vivimos directamente esa fantástica experiencia. No solo ella fue vista como una bola azul en el medio de la oscuridad del universo, pero fue percibida como una sola unidad. Por lo tanto interfirió también en la visión que tenemos de nosotros mismos, como una «única comunidad» (Leonardo Boff), como un «sistema vivo» (Fritjop Capra). Esa visión cambió nuestra conciencia, con el paradigma que nos orientaba hasta entonces. Con la conciencia planetaria nació nuestra conciencia de ciudadanía planetaria.

Es verdad, el paradigma de la razón instrumental nos condujo a la violencia y a la negación de valores humanos fundamentales como la intuición, la emoción, la sensibilidad. Somos humanos porque sentimos, percibimos, amamos, soñamos. Pero hay también un peligro o una trampa en ese nuevo paradigma: él puede llevarnos a la contemplación de la naturaleza y hasta a la mistificación de la realidad, a una espiritualidad canalizada por una religiosidad basada en la pasividad. En vez de la solidaridad y de la lucha por la justicia, estaríamos esperando por un mundo mejor sin trabajo, sin esfuerzo, sin conquista, sin sacrificios. Nuevos valores humanos que no toman en cuenta la complejidad y la contradicción inherente a todos los seres, objetos y procesos destruye la posibilidad de un cambio cualitativo en dirección de un nuevo y necesario proyecto civilizacional. Para dimensionarnos como miembros de un inmenso cosmos, para que asumamos nuevos valores, basados en la solidaridad, en la afectividad, en la trascendencia y en la espiritualidad, para superar la lógica de la competitividad y de la acumulación capitalista, debemos abrir un difícil camino. Ningún cambio es pacífico.

Pero él no se hará realidad, orando, rezando, solamente por nuestro puro y sincero deseo de cambiar el mundo. Como nos enseñó Paulo Freire, cambiar el mundo es urgente, difícil y necesario. Pero para cambiar el mundo es necesario conocer, leer el mundo, entender el mundo, también científicamente, no solamente emocionalmente, y, sobretodo, intervenir en él, organizacionalmente. El racionalismo debe ser condenado sin condenar el uso de la razón. La lógica racionalista nos llevó a saquear la naturaleza, nos llevó a la muerte en nombre del progreso. Pero la razón también nos llevó a la descubierta de la planetarización. La poética y emocionante afirmación de los astronautas de que la Tierra era azul fue posible después de millones de años de dominio racional de las leyes de la propia naturaleza.

Debemos condenar la racionalización sin condenar la racionalidad. Al llegar a la Luna por primera vez, el astronauta Neil Amstrong afirmó: «un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad». Eso fue posible a través de un descomunal esfuerzo humano colectivo que tomó en consideración todo el conocimiento técnico, científico y tecnológico acumulado hasta entonces por la humanidad.

Eso no es nada despreciable. Si hoy formamos redes de redes en el enmarañado mundo de la comunicación planetaria por la Internet, eso fue posible gracias al uso tanto de la imaginación, de la intuición, de la emoción, cuanto de la razón, por el gigantesco y sufrido esfuerzo humano para descubrir cómo podremos vivir mejor en este planeta, como podremos interactuar con él. Es cierto que lo hemos hecho de manera equivocada. Nos consideramos «superiores» gracias a nuestra racionalidad y exploramos la naturaleza sin cuidado, sin respecto por ella. No nos relacionamos con la Tierra ni con la vida con emoción, con afecto, con sensibilidad. En ese campo estamos apenas gateando. Pero, estamos aprendiendo. Estamos presenciando el nacimiento del ciudadano planetario.

Aún no logramos imaginarnos todas las consecuencias de ese singular evento. En ese momento sentimos, percibimos, nos emocionamos con ese hecho, pero no conseguimos adecuar nuestras mentes y nuestras formas de vida a ese acontecimiento espectacular en la historia de la humanidad. Percibimos, como Edgar Morin, que es necesario ecologizar todo, y así, ensayaremos la vida en este nuestro planeta cuyos habitantes descubrirán la planetarización. ¿Qué podemos hacer desde ya? Podemos interrogarnos profundamente sobre los paradigmas que nos orientaron hasta hoy y ensayar la vivencia de un nuevo paradigma que es la Tierra vista como una única comunidad. Y continuar caminando, juntos, para que logremos llegar «allá» aún a tiempo. Moacir Gadotti es profesor titular de la Universidad de São Paulo, Director del Instituto Paulo Freire y autor de varias obras, entre ellas: La educación contra la educación (Paz y Tierra, 1979: Francés y Portugués), Invitación a la lectura de Paulo Freire (Scipione, 1988: Portugués, Español, Inglés, Japonés e Italiano), Historia de las ideas pedagógicas (Ática, 1993: Portugués y Español), Pedagogía de praxis (Cortes, 1994: Portugués, Español e Inglés), Perspectivas actuales de la educación (Artes Médicas, 2000) y Pedagogía de la Tierra (Petrópolis, 2000). Este artículo es el resultado de diversos debates en encuentros y en congresos y especialmente en la Conferencia Continental de las Américas, en diciembre de 1998, en Cuiabá (MT) y durante el Primer Encuentro Internacional de la Carta de la Tierra en la Perspectiva de la Educación, organizado por el Instituto Paulo, con el apoyo del Consejo de la Tierra y de la UNESCO, del 23 al 26 de Agosto de 1999, en São Paulo y del I Foro Internacional sobre Ecopedagogía, realizado en la Facultad de Sicología y Ciencias de la Educación de la Universidad del Porto, Portugal, del 24 al 26 de marzo de 2000. El autor viene acompañando ese tema desde 1992 cuando representó la ICEA (Internacional Community Education Association) en la Rio-92 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo), llamada de «Cúpula de la Tierra», que elaboró y aprobó la Agenda 21. En el Foro Global-92, en la misma época, coordinó, al lado de Moema Viezer, Fabio Cascino, Nilo Diniz y Marcos Sorrentino, la «Jornada Internacional de Educación Ambiental» que elaboró el «Tratado de Educación Ambiental para Sociedades Sustentables y Responsabilidad Global». Este texto retoma ideas tratadas en el libro Pedagogía de la Tierra publicado por la Editora Petrópolis de São Paulo.

Fuente:http://www.uyitskaan.org/wp-content/uploads/2015/06/Pedagog%C3%ADa-de-la-Tierra-y-Cultura-de-la-Sustentabilidad.pdf

Fuente imagen : https://quintacohorte2013.files.wordpress.com/2015/05/environmental-protection-326923_1280.jpg?w=551&h=367

Comparte este contenido:
Page 73 of 80
1 71 72 73 74 75 80