Por: Sydia Candanedo de Zúñiga
La Universidad de Panamá (UP), que a partir del 1 de octubre de 2016 iniciará un período con nuevas autoridades, es la única institución que podría sacar a nuestra Educación del desastre en que se encuentra. Este equipo que asumirá la dirección de la UP, llegará a la Colina inspirado en un mensaje renovador, ético y democratizador, pero, para lograr sus propósitos, tendrá mucho trabajo, por delante, en la construcción de las bases sobre las que deben descansar la Educación panameña y las futuras generaciones.
Es una doble e inmensa tarea, salvar a la Universidad y salvar al país. De manera que, si logramos tener una UP decente y preparada, ella estará en la capacidad de forjar el Estado docente que lleve al desarrollo humanístico al que aspira todo ciudadano honesto. Se sabe que la Educación es función social y es por ello que el Estado tiene que ser docente. Los educadores así lo deben entender. Es cierto que la UP es autónoma, pero ello no es obstáculo para que camine en forma unísona con el Estado. ¿En qué forma?, siguiendo el Estado las leyes educativas que lo rigen, que son las mismas que contempla la Primera Casa de Estudios.
Un Estado docente es aquel en que el Estado es el eje rector de la educación, la que debe ser laica, no atea, sino que permita diferentes religiones, que cultive la conciencia nacional, en el que las instituciones giren alrededor de la Educación. El Estado debe colocar cada institución en sintonía con la Universidad y las escuelas. Si es en Obras Públicas, se deben tener las infraestructuras eficientes y puentes y carreteras de acceso a sus centros de estudios. El Ministerio de Gobierno debe ser una fuente de docencia, brindando programas y noticias educativas. Si se trata del Ministerio de Salud, el Estado debe preocuparse por la salud física y espiritual de estudiantes y profesores. En la actualidad ni siquiera el Meduca ni el Mides están dirigidos a reforzar una idea de Estado docente, porque hay tal desconocimiento y falta de voluntad de parte de las autoridades que no tienen las metas dirigidas a ese fin. La educación en un Estado docente debe ser ‘ integral ‘, para formar seres con conocimiento, personalidad, espíritu y cultura, pero no pensando en una supuesta educación sexual ‘integral ‘, concepto que confunde el propósito de lo que es la educación integral.
Los cimientos de esos conocimientos pedagógicos que iniciarían los cambios profundos, deben nacer en la Facultad de Educación de la UP. La universidad estatal que debe ser luz y guía, no solo en conocimientos académicos, sino en dar las directrices y hacer respetar nuestra verdadera identidad nacional. Allí, en la Facultad de Educación, es donde tenemos que iniciar los cambios, porque es la esfera donde se preparan los profesores que educarán, a su vez, a los maestros de primaria en las escuelas normales. Esos maestros salidos de las escuelas normales, que podrán preparar eficazmente al niño de primaria.
Por otro lado, los profesores, educadores que egresan de las distintas facultades para enseñar su especialidad, en ocasiones no están preparados ni pedagógicamente ni académicamente. Eso también hay que corregirlo. Además, estos no pueden aspirar a ser maestros, porque les falta el bagaje personal de los pedagogos y maestros de aula. Los maestros deben salir de escuelas normales. La Universidad debe revisar sus programas educativos de la Facultad de Educación de manera que los profesores que enseñarán a los maestros, deben tener una instrucción diferente a la de los profesores que se preparan para educar en secundaria las diversas especialidades. La práctica docente metodológica que es verdaderamente especializada, no puede ser igual para primaria que para secundaria.
El pensum académico del profesor formado en la Universidad y que luego enseñará al futuro maestro y al futuro educador de secundaria tiene que ser reforzado en Pedagogía y en Metodología de la Enseñanza. Hay que establecer Escuelas Anexas de Práctica Docente. Además, para ello tendríamos que crear una mística que contagie a todo el Estado en esta misión.
Desde luego, compete a la UP igualmente, hacer los análisis pertinentes a través de organismos tales como el Centro de Estudios Nacionales, para indicar al Gobierno Central cómo hacer para atacar los problemas educativos con el fin de enfrentar la corrupción.
Empero, el primer gran desafío antes de iniciar estos cambios, es adecentar a la UP. La Universidad adecentada tendrá la capacidad de hacer docencia y la autoridad moral para obligar al Estado a convertirse al fin en un Estado docente. Todo esto será posible, si tenemos una Universidad decente, dispuesta a romper con el pasado y a forjar las bases de nuestro futuro.
Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/universidad-decente-para-estado-docente/23955435