La lucha por la Hegemonía Educativa en México. Una lectura

Por: Mauro Jarquín

Desde la promulgación de la —así nombrada— Reforma Educativa a principios de 2013, el Gobierno Federal no ha desistido en insistir que el tema educativo en México no debe ser objeto de politización, que la Reforma es parte de un proyecto de desarrollo nacional, y que sus lineamientos se acotan a la estricta necesidad de mejorar la educación pública mexicana, haciendo de la calidad educativa su mayor estandarte.

No obstante, las declaraciones del Gobierno Federal han chocado de frente una y otra vez con la realidad. Lo que al principio se había presentado como parte de un proyecto de desarrollo nacional —por cierto, construido a partir de un acuerdo oligárquico llamado Pacto por México— rápidamente se evidenció como la muestra más transparente de un proceso de larga data. Nos referimos al largo camino en la lucha por la hegemonía educativa en México, la cual, si bien se ha constituido en los últimos 25 años, se ha agudizado en los meses recientes. (Importante leer nota al pie).

Comprender la especificidad del conflicto educativo actual, requiere que nos remontemos hacia fines de los años 80, momento clave en la constitución del desarrollo educativo en nuestro país.
En consonancia con el ambiente político en materia educativa que durante los 80 y principios de 90 predominó en América Latina, distintos grupos de la derecha empresarial y la nueva élite tecnocrática coincidieron en generar una crítica constante al sistema educativo nacional, heredero de los ideales posrevolucionarios. Los principales cuestionamientos residieron, entre otros, en la incapacidad de la política educativa para hacer frente a las necesidades de modernización, apertura comercial y competencia, propias de la globalización.

Estas críticas no encontraron oídos sordos en el Gobierno Federal, ya que en estricto sentido, se encontraban en consonancia con los objetivos de impulsar a la economía nacional en el proceso de integración económica mundial. Lo anterior se cristalizaría en el Programa para la Modernización Educativa 1988-1994 , que sería la punta de lanza del Acuerdo Nacional para la Modernización de Educación Básica de 1992, eje rector de la política educativa del salinismo. Es en este contexto, en el cual, hacia 1989, se presenta el momento constitutivo de la política educativa y la política de la educación en México, en el cual confluyeron tres elementos:

1) Consolidación del proyecto neoliberal en nuestro país, iniciado formalmente durante el sexenio de Miguel de la Madrid.
2) Acercamiento institucional en materia educativa entre el Gobierno Federal y las organizaciones empresariales de élite, específicamente la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX).
3) Fortalecimiento político y periodo de movilización política por parte del magisterio disidente, —aglutinado principalmente en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)— huelga nacional de abril a mayo de 1989, en busca de la democratización del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Este proceso desembocaría en la reafirmación del control corporativo en el SNTE debido al arribo de Elba Esther Gordillo a su dirigencia, con el beneplácito del Gobierno Federal.

Los acontecimientos mencionados son centrales a la hora de abordar la problemática actual en materia educativa. Lo anterior se debe a que en este momento político se generarían, si bien de forma seminal, las dos principales tendencias que —a nuestra interpretación— han configurado la lucha por la hegemonía en materia educativa en nuestro país, una en un sentido de violento avance y la otra de resistencia. Esto es, por un lado, la tendencia que llamaremos neoliberal-tecnocrática, y por otro la popular-posrevolucionaria.

La primera tendencia se constituye a finales de los años 80, a raíz del favorable posicionamiento de ciertos burócratas con estudios en universidades privadas o posgrados en el extranjero, en el Gobierno Federal. Generalmente críticos a las líneas políticas del populismo cardenista y el priísmo posrevolucionarios, preferían optar por la teoría económica de la Escuela de Chicago, y adscribirse a la derecha política. La crisis de la deuda de principios de los años 80’s permitió que instancias internacionales favorecieran la consolidación política de estos grupos en importantes puestos de dirección político-administrativa . Gran parte de estos tecnócratas, seguidores de Gary Becker, se sumaron a las ya mencionadas críticas neo-liberales y neo-conservadoras sobre los sistemas escolares de finales del siglo XX en América Latina, vinculados al liberalismo pedagógico, y en el caso de México, a una herencia posrevolucionaria de equidad y universalización.

Las propuestas pedagógicas del neoliberalismo encontraron su posibilidad de realización a partir del arribo tecnocrático al aparato de Estado, así como del acercamiento de éste con las principales organizaciones empresariales. De esta forma, la derecha empresarial y sus representantes en la burocracia decidieron que el futuro de la educación mexicana tenía que estar enfocado a las necesidades del mercado, la producción y la economía, todo ello ad hoc a la globalización y la incursión de México al primer mundo. A la luz de este proceso, se conformó paulatinamente algo que en otro espacio hemos nombrado el bloque de la reforma, el cual actualmente opera en favor de la Reforma Educativa promulgada hace 3 años. Este bloque, con la cobertura de los mass media, el impulso de la derecha empresarial y las cadenas de mando que operan a su favor en el aparato de Estado, parece estar muy cerca de lograr sus objetivos.

Por su parte, la segunda tendencia se conforma, principalmente, de dos vertientes: la herencia posrevolucionaria de un paradigma educativo que, si bien no iniciado, sí fue impulsado por Cárdenas, cristalizado en las normales rurales aglutinadas en la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas de México (FECSM), y la disidencia del sindicato oficialista del magisterio, aglutinada en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Características generales de esta tendencia son: lucha por los derechos de los pueblos originarios, un nacionalismo de izquierdas que en ocasiones se empapa de discursos socialistas, (marxistas-leninistas, en el caso de la FECSM), la aceptación de los principios posrevolucionarios de la educación en tanto una oportunidad de equidad social y universalización de oportunidades, la particular atención a las necesidades pedagógicas regionales, etc.

Si bien ambas organizaciones no se construyeron en el mismo ambiente, tiempo o razones (la FECSM nace en 1935, y la CNTE en 1979) a lo largo del tiempo sí han generado ciertos elementos comunes de organización, como lo son su negativa hacia la intervención del capital privado en la educación, el intento de construir una educación humanista y colectiva, la búsqueda de un currículum en el cual las necesidades regionales, sobre todo del medio rural se tomen en cuenta, etc. Esto sin contar el vínculo histórico que ambas organizaciones comparten con el movimiento estudiantil, la lucha popular, la democratización de los gobiernos estatales e incluso la lucha armada, específicamente la guerrilla rural.

Ante el empoderamiento cada vez más evidente del neoliberalismo educativo, ambas organizaciones han mantenido programas de lucha que han sido fuertemente cuestionados, principalmente por los mass media comerciales, y por importantes sectores de la población, ya sea de forma inducida o no. Y no es para menos, el bloqueo de carreteras, del cierre de calles, la toma de espacios públicos, etc., han afectado la economía de ciertos sectores sociales, y han molestado a muchos más, de origen social distinto. Sin embargo, la acción política en las calles ha sido el único recurso efectivo que los críticos de la tecnocracia han tenido para hacerse escuchar por las instituciones de Gobierno.

Pero la movilización en las calles no ha sido el único eje de lucha magisterial y popular. La creación de propuestas pedagógicas alternativas, a la sazón irrelevantes para los gobiernos federal y estales, ha fomentado continuos debates en diversas partes del país. El Plan por la Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO) o las propuestas educativas en Chiapas, Guerrero o Michoacán, muestran otra faceta del movimiento.
Ahora bien, ¿en qué radica la dimensión política de todo esto?

La actual pugna por la educación no reside únicamente en qué enseñarle a quienes se educan o de qué forma educar, sino en determinar qué construir socialmente con los conocimientos referidos en el currículo y prácticas docentes en el aula. Esa construcción de determinada forma social va ligada a un ejercicio político, la lucha por la hegemonía en México.

La lucha por la hegemonía social incluye la lucha por el poder político, el poder de Estado así como su materialidad. No obstante, esta lucha no se circunscribe a esa dimensión, conlleva también una disputa por el dominio cultural y del sentido común en sociedad. Y ahí radica la importancia de la escuela en tanto espacio de socialización.

El proyecto neoliberal ha copado la directriz del aparato de Estado a través de sus agentes; la política macroeconómica se ha ajustado a las necesidades del pago de la deuda externa y la disciplina fiscal, en detrimento del gasto público. Los tecnócratas mantienen su fortaleza y la capacidad de coerción física del Estado es un garante de su estabilidad política. Los partidos políticos se han alineado a los intereses de la derecha empresarial y los mismos empresarios de élite son quienes ahora se encuentran en la alta burocracia.

No obstante, no ha logrado construir una dirección política y moral en la sociedad, y ante el descrédito popular del cual son objeto en nuestro país, la educación es un camino posible en el cual fomentar su perspectiva de la vida y —dicho sea de paso— cortar de tajo con aquellas resistencias político-pedagógicas que se encuentren.

A este tenor, propuesta popular, sustentada por la CNTE, FECSM, profesores universitarios, estudiantes y organizaciones sociales, representan esa resistencia que hasta la fecha no ha permitido que el neoliberalismo se haga con la educación pública en México. La discusión sí es por saber qué hacer de la escuela, pero también por saber qué proyecto construir de una nación que día a día muestra estar desintegrándose.
La “Reforma Educativa” es un proyecto de clase, y basta analizar tanto sus presupuestos pedagógicos, de evaluación o de operatividad, para saber que aquello de no politizar la educación, es puro cuento neoliberal.

Fuentes:
1. Sin lugar a dudas, el conflicto político en materia educativa en nuestro país ha estado presente desde la propia conformación de México como una nación independiente. Distintos agentes han participado, tomando un protagonismo periódico. Durante el siglo XIX, la Iglesia católica y sus conflictos con el Estado a favor de la “libertad de enseñanza” fueron claves. Más adelante, a lo largo del siglo XX, otros actores tomaron esa posición. Por ejemplo, el enfrentamiento entre el Gobierno Federal, apoyado por empresarios, frente a grupos organizados del magisterio encabezados por Othón Salazar a finales de los 50, dan cuenta de ello. Esto sin mencionar la creación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en 1979, y sus continuos conflictos con los tres niveles de gobierno, o los enfrentamientos entre las normales rurales, aglutinadas en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), creada en 1935 y los gobiernos federal y estatales, conflictos en los que se cuenta la represión de 1969, con el cierre de casi la mitad de las normales por orden expresa del presidente Díaz Ordaz, a lo cual se suma la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, hace ya 2 años, hecho que ha marcado definitivamente este sexenio.

2. Para un panorama de las discusiones sobre la “modernización educativa”, véase: Espinazo Valle, Víctor, El SNTE ante la modernización educativa y la alternancia política en Baja California disponible en la web en: https://www.colef.mx/fronteranorte/wp-content/uploads/2013/10/8-f17_El_SNTE_ante_modernizacion_educativa_y_alternancia_politica.pdf
3. Véase: Babb Sarah, Los profesionales en el gobierno y el problema de la tecnocracia: el caso de los economistas en México, Disponible en la web en: http://codex.colmex.mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/FKRI12R6LPMINDNNRSHNAU1GJ5BGRG.pdf
4. Véase: Jarquín, Mauro, Los aliados de Nuño y el futuro de la educación mexicana, Disponible en la web en: http://tmposmodernos.com/los-aliados-de-nuno-y-el-futuro-de-la-educacion-mexicana/
5. Pereyra, Carlos, Filosofía, historia y política, México, FCE,2010, p. 456

Fuente del articulo: https://tmposmodernos.com/la-lucha-por-la-hegemonia-educativa-en-mexico-una-lectura/

Fuente de la imagen: Periodico el metropolitan

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Mauro Jarquin

Estudiante de Ciencias Políticas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y Consejero Técnico Estudiante de Ciencia Política. Ha sido ponente en distintos coloquios sobre la historia de la Ciencia Política en México y la teoría y práctica de las tradiciones socialistas. Actualmente es colaborador de la Revista Horizontes, del CELA-UNAM.

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