América del Sur/Chile/14 Mayo 2017/Fuente:biobiochile /Autor:Mauro Basaur
La circular de la Superintendencia de Educación orientada al resguardo del derecho a la educación de niños y jóvenes transexuales desató la reacción de la Iglesia Católica y de la Corporación Nacional de Colegios Particulares de Chile (Conacep), las cuales alegan que es sancionatoria e inconsulta. Una reacción que sorprende, pues uno hubiese esperado que hace mucho tiempo ellos mismos se hubiesen ocupado de tratar institucionalmente la situación de esos niños y jóvenes.
En sus colegios ambas instituciones han tenido que enfrentarse al sufrimiento de estos menores, muchas veces se han equivocado y han perdido a niños y adolescentes que han desertado, e incluso llegado al suicidio, por la incomprensión, la falta de apoyo, de guías y de acción concretas para evitar su vulneración.
Ellos conocen esta realidad, han visto que los padres muchas veces no saben qué hacer, que a veces sin querer son ellos mismos quienes les generan las mayores dificultades a estos niños. Saben que sus maestros apenas conocen de qué se trata la transexualidad. Saben además que, en muchos de sus colegios, gracias a experiencias que no han resultado bien, maestros y apoderados han querido tratar el tema y lo han hecho con mayor o menor éxito; pero lo han hecho.
Por eso sorprende el que no se expandieran estas experiencias como buenas prácticas a todos sus colegios; que no se tengan en cada colegio a pedagogos especialmente calificados para tratar las cuestiones de identidad de género desde el punto de vista del aseguramiento de un entorno seguro para cada niño y joven.
Son gravísimas las consecuencias de que los niños y jóvenes transexuales no cuenten hoy con herramientas y guías para tratar esta situación. Por eso esta realidad no se puede dejar a la buena voluntad de esta o este miembro de la comunidad educativa de este u otro establecimiento.
Quien es padre o madre, imagínese obligando diariamente a su hijo varón, que se siente y vive como niño varón, a usar un uniforme de niña. Imagine a su hija que adora a las princesas, obligarla a usar el pelo corto y uniforme de niño. Sólo falta imaginar eso (para no hablar de los baños) para entender siquiera un poco sólo una de las violencias cometidas contra niños y jóvenes transexuales en este mismo minuto.
Por eso es bienvenida esta circular de la Superintendencia de Educación que exige lo básico, lo mínimo en realidad, para que esos niños y jóvenes no piensen en suicidarse o dejar los estudios. Por eso cuesta entender por qué quienes han sabido de esto hace años no abordaron el tema y cuando lo hacen es para cuestionar el carácter de esta circular.
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