Por: elperiodicodearagon.com/14-03-2018
Belén Dieste Gracias, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, relata su experiencia como voluntaria en Nicaragua y destaca el valor de la educación para el desarrollo
La reorganización económica y política se ha convertido en un fenómeno de carácter global que está suponiendo un aumento significativo de las desigualdades sociales. Es un hecho que este escenario está conllevando «un impacto considerable en la redefinición de los conceptos de ciudadanía y conocimiento y por tanto de la educación» (Sancho, Hernández y Rivera, 2016, 25). Las implicaciones del contexto social y la cultura existentes serán de imprescindible consideración en el estudio de una realidad educativa.
La Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global (EpDCG) se presenta en este contexto como un instrumento para desarrollar procesos y acciones de cambio, aprendiendo a cooperar, a entender la dinámica del cambio de actitudes, habilidades y competencias en el ámbito educativo.
Con este objetivo daba comienzo mi viaje hacia León, para colaborar y tejer redes con la Universidad Autónoma de Nicaragua. Tuve la oportunidad de poner mi granito de arena en este proyecto, en un contexto donde las distintas partes implicadas, universidad, Administración y profesorado, trabajan en una misma dirección: dignificar y conceder a esta etapa educativa la importancia que se merece.
Me cautivaron las ganas de aprender del profesorado y del alumnado, con los que pude intercambiar y compartir conocimientos y experiencias sobre didáctica y organización escolar. Inevitablemente, la mente te lleva a comparar tu experiencia y trabajo en la Universidad de Zaragoza con lo visto y vivido allí.
Volviendo al inicio de este artículo, intento no desligar de este análisis el contexto social y económico de cada país, así como específica Montenegro (2013) la cultura dominante y/o el pensamiento domesticado en cada contexto educativo. Pese a partir de análisis contextuales muy diversos, encuentro un profesorado y alumnado universitario con unas inquietudes y una concepción de la educación infantil muy cercana a la que yo transmito y comparto con mi alumnado en clase.
Cada universidad, anclada en contextos –me atrevo a decir– muy diferentes, trabaja por empoderar la profesión de maestras y maestros y enseñar desde las voces del alumnado. Aunque es verdad que se debe seguir trabajando hacia una educación crítica y transformadora (en ambos escenarios) me llevé de este país su luz, su empuje y su capacidad de escucha y aprendizaje. En palabras de su gran poeta Rubén Darío, me voy…
Exprimido de ideas, y de orgullo y cariño,
de esencia de recuerdo, de arte de corazón,
concreto ahora todos mis ensueños de niño
sobre la crin anciana de mi amado León.
*Fuente: http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/espacio3/transformar-aula_1270833.html