Somaya Faruqi, Campeona Mundial de la ECW, reflexiona sobre los dos años transcurridos desde la toma del poder de facto en Afganistán y la prohibición impuesta a la educación de las niñas.
Hace hoy dos años, Somaya Faruqi, entonces una adolescente de 19 años, estaba junto a otras nueve chicas de su equipo de robótica en de Kabul cuando las autoridades de facto tomaron el poder en Afganistán. El equipo había acudido a la capital para participar en una competición de robótica. Nunca imaginaron que aquello marcaría el comienzo de un viaje que las alejaría de su querido país y cambiaría sus vidas para siempre.
Somaya mira fijamente a lo lejos mientras recuerda el momento en el que se dirigían al aeropuerto de Kabul. Junto a ellas había otros miles de personas: hombres armados patrullando las calles, niños perdidos llorando por sus padres, madres buscándoles histéricas por los edificios, cadáveres y heridos por el suelo.
«Las soñadoras afganas», su equipo robótica había aparecido regularmente en las noticias afganas por su trabajo en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) y por su participación activa en la sociedad. Pero de un día para otro ya no estaban a salvo en Afganistán. Así que Somaya y los miembros de su equipo tuvieron que huir y ponerse a buen recaudo en Qatar.
Durante dos meses permanecieron en Doha. «Fue un periodo difícil. La mayoría de nosotras nos sentíamos muy deprimidas. Cada vez que empezábamos a hablar de Afganistán, llorábamos. Era difícil hablar de lo que habíamos presenciado en esos últimos días», recuerda Somaya.
El 18 de septiembre, a las pocas semanas de tomar el poder, las autoridades de facto impusieron la prohibición de que las niñas asistieran a la escuela secundaria. A pesar de sus promesas de reabrir la escuela a todas las niñas en unos meses, la prohibición se ha mantenido estrictamente, y se ha ampliado en los últimos dos años.
Lejos de casa
Somaya terminó el 12º curso en Qatar, desde donde solicitó plaza en la universidad y recibió una beca del Fondo Qatarí para el Desarrollo para cursar estudios de ingeniería en Estados Unidos. Desde niña sólo soñaba con ser ingeniera, pero nunca imaginó que tendría que dejar su país para conseguirlo.
«Lo que había soñado de niña comparado con mi realidad de ahora es muy diferente. Estudio lo que siempre quise estudiar, pero nunca imaginé que tendría que huir de mi país para hacerlo. A veces, me siento culpable de poder estudiar cuando mis antiguas compañeras ni siquiera pueden ir a la escuela en Afganistán, y algunas se han visto obligadas a casarse a una edad temprana», explica Somaya.
Hoy, mientras Somaya cursa una carrera de ingeniería en Estados Unidos, no puede creer que haya pasado un segundo año y que a sus amigas de Afganistán se les haya negado su derecho humano inherente a la educación, a aprender y a perseguir sus propios sueños.
La necesidad de seguir apoyando a las mujeres y niñas afganas
Ahora, con 21 años, Somaya afirma que la situación de las niñas en el país es incomprensible. «A las niñas se les ha prohibido el acceso a los espacios públicos: escuelas, gimnasios, parques; no se les permite hacer nada; sólo quedarse en casa. Muchas se han visto obligadas a casarse», afirma, y añade que la situación está afectando enormemente a la salud mental de las niñas. «La depresión es generalizada. La tasa de suicidios de niñas ha aumentado mucho en los últimos dos años. Es trágico».
Somaya insiste en la urgente necesidad de apoyar recursos de salud mental en línea para ayudar a las niñas y mujeres atrapadas en casa a sobrellevar las penurias que sufren y ayudarlas a recuperarse y mantener la esperanza. «La situación es especialmente difícil para las niñas obligadas a casarse. Tiene que haber más esfuerzos y campañas para concienciar y cambiar las normas culturales que empujan a las familias a casar a sus hijas.»
¿Qué la hace seguir adelante en los días más difíciles?
La resistencia de las niñas afganas que viven en una situación imposible pero se aferran a la esperanza de volver a la escuela algún día. Y, las mujeres afganas en las calles arriesgando sus vidas para protestar por sus derechos.
«La valentía de estas niñas de Afganistán me da fuerzas para usar mi propia voz como activista y como Campeona Mundial de la ECW para amplificar sus voces ante el mundo. También me inspira en mis propios estudios de ingeniería porque conozco el valor de la oportunidad de educación que tengo, una que a ellas se les niega de forma inaceptable.»
Nota: Desde septiembre de 2021, la prohibición ha dejado a 1,1 millones de niñas y mujeres jóvenes del país sin acceso a la educación formal. En diciembre de 2022 se prohibió además la educación universitaria para las mujeres.
Para alzar las voces de las niñas de Afganistán a las que se niega el acceso a la educación y al futuro por el que han trabajado y con el que han soñado. La ECW, en colaboración con Somaya Faruqi, lanza el 15 de agosto de 2015 la campaña #AfghanGirlsVoices, que durará un mes y pondrá de relieve sus voces.
Imagen: Somaya Faruqi, Campeona Mundial de la ECW
Fuente: ECW
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