¿En qué consiste la racionalización de los horarios españoles? ¿Cuál es el principal problema que tenemos?
Es un tema transversal que incumbe a todos los ciudadanos y a sus representantes, fuerzas sociales y Administraciones. No nos referimos exclusivamente a equipararnos con los países de Europa en materia horaria. Hablamos también de lograr un entorno que permita mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. De mejorar las condiciones de trabajo optando por la flexibilidad horaria y de desterrar la cultura del presentismo en el ámbito laboral para lograr mayor eficiencia, productividad e implicación de los trabajadores y así conseguir una auténtica conciliación de la vida personal, familiar y laboral.
Tal vez el principal problema, entre otros muchos, sería que en nuestro país no se respeta un lema que entendemos está en la base de nuestra peculiaridad horaria: ocho horas para trabajar, ocho horas de descanso y ocho horas para el ocio, la familia, etc. El día tiene 24 horas que dan para mucho si se sabe gestionar el tiempo, una asignatura por desgracia aún pendiente en nuestro país.
¿Qué acciones están llevando a cabo desde la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles?
Resulta difícil detallarlas todas pero el arco abarca desde labores de concienciación ante la opinión pública hasta la colaboración para el logro de iniciativas parlamentarias referidas a la racionalización. En los sucesivos Congresos Nacionales que llevamos haciendo desde hace diez años, contando con el aval y colaboración de numerosas empresas, fuerzas sociales y entidades oficiales, se han llevado a cabo estudios muy serios sobre la problemática horaria en España. Campañas para retomar el huso horario que nos corresponde, para la racionalización de los horarios de las televisiones, publicaciones, ciclos sobre horarios racionales, concursos escolares, y un largo etcétera son otras de nuestras actividades.
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios en España, que ha comparado los horarios escolares en diversos países de la UE y concluye que España e Italia son los únicos países de la Unión Europea en los que los niños realizan jornada partida. ¿De qué forma perjudica a los estudiantes?
Entendemos que con la jornada partida el niño puede disponer de menos tiempo para sus deberes escolares y, no menos importante, para sus actividades lúdicas. Teniendo en cuenta que los padres, por desgracia, muy frecuentes sufren jornadas laborales maratonianas, el caso se complica aún más.
¿Qué pros y contras tiene la jornada continua en los centros educativos?
Esta cuestión no tiene respuesta fácil, máxime cuando en el ámbito educativo y entre los propios padres existen posturas encontradas. Parece evidente que con este tipo de jornada los niños dispondrían de mayor tiempo para sus trabajos en casa y para actividades extraescolares, pero por el contrario puede abocar en el fenómeno de «los niños de la llave», es decir, niños solos en casa sin control por parte de sus padres. Que en otros países exista este tipo de jornada es un hecho que está en relación directa con los horarios laborales de sus padres que al disponer en general de horarios más racionales (fin del trabajo a las 17 o 18 horas, medidas de flexibilidad horaria, etc.) pueden dedicar más tiempo a sus hijos.
¿Cómo se vincula la racionalización de los horarios escolares con la eficiencia académica?
No existen diferencias entre la racionalización de horarios escolares y los laborales ya que en ambos casos hablamos de gestionar el tiempo de forma lo más correcta posible. Por más tiempo que se esté sentado en una silla ante la mesa de trabajo o de estudio no se garantiza una mayor eficiencia ni productividad. La cuestión estriba en organizar el trabajo de acuerdo a unas estrictas pautas temporales teniendo en cuenta los objetivos a lograr; y esto es aplicable en ambos ámbitos, el laboral y el escolar.
¿Es necesario racionalizar los horarios escolares para evitar que el alumnado tenga «horas muertas»?
Parece evidente que sí. Desde ARHOE abogamos, en el ámbito laboral, por suprimir las largas comidas ajustándolas a un tiempo «racional» o por abreviar las largas reuniones de trabajo que en la mayoría de los casos exceden en mucho el tiempo necesario. En base a estos ejemplos, en el mundo educativo no tiene por qué ser distinto; es imposible enseñar a un niño la correcta gestión del tiempo si su propio colegio no la aplica.
Algunas familias se muestran disconformes con la jornada continua en los centros escolares. ¿De qué forma se puede compaginar con los horarios laborales de los padres y madres?
Puede que éste sea el gran dilema. Lograr una coordinación entre los horarios escolares, laborales, y comerciales es una de nuestras reivindicaciones. No es posible conseguir ese objetivo si los padres salen de trabajar a las 20 horas, agotados e incapaces de dedicar a sus hijos el tiempo que merecen. En ese caso poco importará si la jornada es continua o partida, sólo será una fuente de frustración para padres e hijos.
Además de la flexibilización horaria, otra de nuestras reivindicaciones es que la jornada intensiva, que muchas empresas aplican en los meses de verano sin menoscabo de la productividad, se amplíe a todo el año.
Resumiendo, hablar de la jornada escolar a espaldas de la jornada laboral de los padres es complicado si no se adoptan medidas de racionalización de los horarios laborales de nuestro país.