México/06 de Enero de 2017/Sipse
El periodo vacacional por los festejos de Navidad y Año Nuevo es de trabajo duro para René, alumno del sexto año de primaria de la escuela Alberto Correa, quien a diario enfrenta circunstancias difíciles, porque además de estudiar ayuda a sus padres en la confección y venta de artesanías.
René es uno de los 65 niños con orígenes otomí y huichol que encontraron en esta escuela una oportunidad para estudiar y no ser dados de baja ante los periodos prolongados de ausencia en los que viajan a sus comunidades de origen en Querétaro y Jalisco para participar en labores de siembra y cosechas, así como en las festividades.
Durante la presidencia de Vicente Fox se abrió el proyecto para promover a la escuela, ubicada en la colonia Roma Norte, con carácter intercultural de atención especial para la comunidad indígena.
La primaria Alberto Correa es la única con estas características de las cuatro mil 194 que existen en Ciudad de México, aunque todos los niños hablan español no tienen materiales para estudiar en su lengua materna y fue hasta este ciclo escolar que llegó un maestro de educación indígena.
El proyecto de la escuela pretende que los niños estudien y concluyan la primaria a pesar de que por una cuestión cultural deban trabajar con sus padres migrantes, quienes viven en Ciudad de México por algunos periodos en los que se dedican a vender artesanías, muñequitas mexicanas de trapo con listones de colores, además de chicles y dulces en las calles de la Zona Rosa, Chapultepec y Álvaro Obregón.
Matemáticas y ciencias son las materias preferidas de René y en los últimos exámenes obtuvo una calificación de nueve en matemáticas, porque se equivocó en el cálculo de un porcentaje y sacó 10 en Ciencias. Tiene buenos resultados a pesar de que solo cuenta con 15 minutos para hacer la tarea, porque debe ayudar en la venta de artesanías a su madre en el mercado de la Ciudadela.
Entrevistado en el patio de la escuela durante el recreo, René confiesa que todos los días parecen «igual de difíciles», porque «se cansa mucho», particularmente en las últimas semanas en las que ya tiene que ayudar a su papá a realizar figuras de barro, pero los días de celebraciones no estuvo con su padres.
Tuvo que viajar en compañía de su primo a Santa Catarina, en Jalisco, donde en estas fechas la temperatura es muy baja para ayudar en la cosecha a su tío.
«Voy a trabajar y voy a ir a mi pueblo a ayudarle a mi tío, nada más que hace mucho frío. Se llama Santa Catarina. Él no vende nada, en el campo siembra maíz, tomate, chile y zanahoria», explica.
Lizeth es una de sus compañeras, es Otomí y nació en Metzquititlán, Querétaro, habla hñahñu y ayuda a su mamá a vender dulces, asegura que le gusta ayudar a sus padres y que no le da pena vender los mazapanes, chicles y paletas, que cuestan tres pesos.
Plantel solicita apoyo de la SEP
Para la directora de la escuela Yenicsi Yaneli Jiménez se podrían obtener mejor resultados académicos si se tuviera de parte de la Secretaría de Educación Pública. Apoyos en materiales y asesoría de especialistas para los maestros de la escuela, con el fin de motivar que los niños no dejen la lengua materna.
Incluso, no se conoce la cifra exacta de los niños indígenas que han egresado de la escuela y menos un seguimiento de cuántos continúan con sus estudios de secundaria y demás grados.
La situación de enseñanza- aprendizaje se complica por el nivel socioeconómico de las familias de estos alumnos, que enfrentan situaciones de pobreza, desnutrición, la poca convivencia familiar y su falta de derecho al descanso y esparcimiento, además de abusos por parte de los adultos porque están expuestos en las calles, afirmó la directora.
Además, refirió la anécdota de un niño proveniente de Querétaro que de pronto dejó de asistir a la escuela por la falta de integración familiar, hasta que se le buscó en las calles y fue una de sus propias compañeras quien lo encontró pidiendo dinero en la glorieta de Insurgentes, presentando algún nivel de desnutrición, pero después regresó a la escuela.
La directora aclaró que la escuela es regular y tiene el plus de que llegan los niños indígenas que enriquecen la práctica educativa, pero «si me gustaría contar con mucho más apoyo del gobierno, de la SEP, para que pudiéramos dar más opciones», como turnos de tiempo completo a fin de que los alumnos estén más alejados del trabajo infantil.
Es decir, apunta Jiménez, que se cumpla la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, así como sus derechos constitucionales para que no trabajen, aunque entre los familiares se tenga la idea de que es un apoyo para la familia; además de que se implemente un programa que dé seguimiento a los niños a fin de continúen sus estudios de educación secundaria.
Por lo pronto, René regresará en enero próximo con la ilusión de que los Reyes Magos le traigan unos tenis negros, porque los que tiene ya se le están rompiendo y Lizeth con del deseo de dejar de vender dulces en las calles.