Cuba/Febrero de 2017/Autor: Orfilio Pelaez/Fuente: Granma
Mientras transcurría la etapa final de la enseñanza media en el habanero Instituto Preuniversitario Raúl Cepero Bonilla, en la barriada de La Víbora, el joven Rolando Pérez Rodríguez ya manifestaba una vocación y curiosidad insaciable hacia la Física.
Tuvo la suerte de tener allí magníficos profesores y eso lo motivó no solo a participar en varios concursos de conocimientos y ser monitor de la asignatura, sino también a figurar dentro del reducido número de alumnos que estando en el último año del pre respondió afirmativamente a una captación para estudiar Física Nuclear.
Así en 1969 ingresó en la Escuela de Física de la Universidad de La Habana, donde además de sobresalir por sus excelentes notas ocupó la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y llegó a integrar el secretariado de esa organización y del Comité de la Unión de Jóvenes Comunistas de la Facultad de Ciencias.
«Pero ya estando en la carrera de Física, el proyecto de especializarme en el tema nuclear se frustró por determinadas razones y me gradué finalmente en 1973 solo con el título de Licenciado en Física. Casi de inmediato ocurrió algo que marcó un giro importante en mi vida profesional. Por esa fecha el doctor Agustín Lage había iniciado sus trabajos de investigación en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR) y, al ser tan buenos amigos, habló conmigo y me convenció de que el pensamiento de los físicos podría contribuir mucho al desarrollo de las ciencias biológicas en el país».
Narra Rolando que, incentivado por aquella conversación, hizo las averiguaciones pertinentes en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) y en pocas semanas figuraba entre los estudiantes del curso de posgrado en la especialidad de Biología Molecular.
Luego de terminarlo tres años después, comienza a trabajar en el INOR, insertándose en el complejo pero fascinante mundo de las investigaciones sobre el cáncer.
«El Oncológico fue una verdadera escuela. Ahí empecé a trabajar en disímiles campos relacionados con la bioquímica de la célula neoplásica, factores de crecimiento y cáncer de mama, además de hacer mis primeras incursiones en inmunología molecular e inmunoterapia de los tumores malignos, línea a la cual todavía me dedico hoy».
Según refleja su amplia trayectoria profesional de más de cuatro décadas, durante su estancia en esa institución Rolando Pérez defendió su Tesis de Doctorado en Ciencias Biológicas en 1982, ocupó la jefatura del departamento de Bioquímica, fue miembro del Consejo de Dirección y del Consejo Científico, así como del Consejo de Redacción de la Revista Cubana de Oncología y jefe del tema de investigación «Factores de crecimiento en el cáncer humano».
De proverbial sencillez, afable y conversador nato, este reconocido investigador y fundador del Centro de Inmunología Molecular (CIM), cuya sede actual fue inaugurada por Fidel el 5 de diciembre de 1994, es coautor de 22 objetos de invención que han dado lugar a 413 solicitudes de patentes en el exterior, de las cuales 154 ya han sido concedidas.
Pionero en Cuba de los estudios referidos a la expresión del receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR) en el cáncer mamario humano, el doctor Rolando Pérez Rodríguez contribuyó al desarrollo de un nuevo concepto terapéutico contra esa dolencia validado hoy por la clínica, y durante más de veinte años fue supervisor de proyectos relacionados con la Ingeniería de Anticuerpos y Vacunas Terapéuticas de Cáncer.
Fungió como director de Investigaciones del CIM de 1990 al 2010, e integra también el Tribunal Permanente de Grados Científicos en Ciencias Biológicas desde 1987 a la fecha. En el 2014 resultó electo Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba y formó parte del Grupo Nacional de Oncología del Ministerio de Salud Pública por doce años consecutivos.
Es autor o coautor de quince premios nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba, de tres premios especiales del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente al Resultado de Mayor Relevancia Científica en los años 2001, 2002 y 2003, mientras en dos ocasiones recibió la Medalla de Oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, primero en el 2002 por compartir la coautoría de la patente de un anticuerpo monoclonal humanizado para el tratamiento de tumores epiteliales, y luego en el 2015 en su condición de coautor de la patente relacionada con el anticuerpo humanizado Itolizumab (anti-CD6) destinado a la terapia de enfermedades autoinmunes.
Sobre el significado de su larga permanencia en el Centro de Inmunología Molecular, el Doctor en Ciencias Biológicas Rolando Pérez aseveró a Granma que ha tenido el privilegio de trabajar en la fundación y desarrollo de una entidad científica que en apenas cinco lustros logró obtener productos de notable impacto en la salud de la población cubana.
«Veo asimismo con suma satisfacción cómo hay una nueva generación de investigadores que están aportando promisorios resultados a la ciencia nacional. Me place al mismo tiempo ser testigo de la transición del CIM de una organización de investigación-producción a una empresa estatal socialista de alta tecnología».
Califica de extraordinarios los progresos experimentados en el camino de convertir el cáncer avanzado de una enfermedad fatal a una dolencia controlable e incluso curable en algunos tipos de tumores.
«Debemos resaltar siempre que dos tercios de la mortalidad por cáncer potencialmente pudieran reducirse adoptando acciones de prevención y diagnóstico temprano. La acumulación de conocimientos referidos a las bases moleculares y celulares de las neoplasias permiten cada vez más individualizar los tratamientos (la llamada medicina de precisión), lo cual se traduce en un incremento del arsenal terapéutico».
«A la vez la inmunoterapia gana un espacio cada vez mayor y eso abre nuevas perspectivas en el enfrentamiento y control de los tumores malignos. En Cuba la industria biofarmaceútica ya dispone de una carpeta de productos innovadores y biosimilares, que ya tienen una incidencia favorable en la práctica médica oncológica».
Y aunque el doctor Rolando afirma sentir cierta nostalgia por no haber podido hacer realidad el sueño juvenil de convertirse en un físico nuclear, las ciencias biológicas cubanas y en particular los estudios sobre el cáncer, mucho agradecen aquella fortuita decisión que le inclinó definitivamente hacia ellas.
Fuente: http://www.granma.cu/ciencia/2017-02-10/de-fisico-a-investigador-del-cancer-10-02-2017-23-02-49