Por: Gloria Hurtado
Primera escena: en un bus de transporte municipal en Barranquilla, un pasajero se baja por la puerta trasera pero inmediatamente después ingresa por la puerta delantera, salta el torniquete y empieza a agredir al conductor. Una agresión fuerte, constante y sin medida. Le da y le da con sevicia. Dura unos segundos, largos segundos porque no es un golpe y ya. No. Sigue, continúa mientras… los pasajeros van abandonando el vehículo, sin mosquearse, sin intervenir, hablar o protestar. Al cabo de unos momentos, una mujer (si una mujer) es la que enfrenta el hecho y con su actitud y palabra detiene la pelea.
Segunda escena: el pastor Miguel Arrazola en su Iglesia Cristiana, desde su molestia, su rabia e intolerancia, lanza una diatriba de insultos y amenazas contra el periodista, Luis Torres, quién lo ha señalado de abusar de los dineros de los fieles para usufructo personal. El pastor habla de golpizas, hombres a su servicio dispuestos a matar, intento de asesinato, amenazas, en fin…un decálogo de delincuencia difícil de superar. Frente a él, cientos de personas lo escuchan, se ríen, lo aplauden, lo vitorean. En una Iglesia cristiana donde se enseña (eso creo) tolerancia, respeto por la diferencia, amor al prójimo y perdón.
En ambas escenas (reales) hay gente, público, que observa lo que sucede, está en el desarrollo de los hechos, pero pareciera que no vibrara con lo que está pasando, con aquello en lo que son espectadores puesto que no hay ninguna clase de reacción. No, de pronto en la escena del bus hay miedo, pero “no quiero saber, no es conmigo”. Absoluta insolidaridad pero pareciera como si esa insolidaridad fuera natural. Cual zombies, o se evaden, o se invisibilizan o se mimetizan con los hechos, pareciera que no entendieran lo que está sucediendo, donde ellos son participantes pasivos. Y donde habría mucho por hacer, al menos hablar, protestar, no camuflarse.
¿Cuánta gente como esta existe en Colombia? ¿Cuánta en el mundo? ¿Cuántas personas tienen comportamientos semejantes, donde la pasividad, la elementalidad, la dependencia, dominan sus vidas? ¿De qué se puede responsabilizar a una persona que ni siquiera cae en cuenta de lo que sucede? Claro, personas con este nivel de conciencia (no de inteligencia) pueden escuchar cualquier discurso, cualquier planteamiento y cual zombies, seguir como borregos la determinación que se dé. Es tal el nivel de alienación o elementalidad que se acepta cualquier teoría que se plantee. ¿Verdad? ¿Claridad? ¿”Eso” qué significa? La única razón la tiene el que lidera o guía o manipula. Lo demás no existe.
La masa (fea pero real expresión) puede ser manipulada para cualquier emoción. La rabia, el miedo, la desesperanza, la apatía, la indignación. ¿Qué tanta conciencia se tiene de lo que estamos viviendo? Hay personas con un nivel de conciencia de sobrevivencia. Es decir lo único que les importa es su propio mundo porque lo demás “no existe”. Pero no se les puede exigir nada mas… ¡No pueden dar mas! O ayudamos a despertar conciencia o seguiremos en lo mismo. Cuando encontramos escenas como estas, que se repiten a diario, no podemos desgarrárnoslas vestiduras por lo que sucede. No hay educación para despertar conciencia sólo para estimular inteligencias. A propósito ¿usted sabe qué es conciencia?
Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos