Maestros de escuela cubanos, la pobre remuneración hace inevitable el éxodo

Cuba/09 de mayo 2017/Autor: 

Enseñar a juntar las letras y educar a los niños es mucho más que un trabajo para Adrián, un maestro de la enseñanza primaria en Ciego de Ávila. El pantalón raído y manchado por el polvo de tiza muestra a las claras que no es de los más favorecidos con los cambios económicos que vive la isla, ni siquiera con el reciente aumento de 200 pesos que recibió por atender a 27 niños de tercer grado.

En enero pasado, la Resolución 31 del Ministerio de Educación decretó un aumento selectivo de sueldo entre 200 y 250 pesos (entre 8 y 10 CUC) para aquellos docentes que tienen una mayor cantidad de estudiantes en el aula que lo normado en la educación primaria. En el caso de preuniversitario y la secundaria básica los maestros que impartan más de un programa lectivo también reciben una estimulación en metálico.

“El dinero no es lo principal en la vida, sino la realización y eso me lo da mi profesión”, dice con un orgullo este maestro emergente de 29 años, graduado en los años en que la ausencia crónica de docentes hizo a Fidel Castro lanzar su Batalla de Ideas y graduar a miles de jóvenes como docentes con apenas ocho meses de formación.

En aquel entonces el anzuelo utilizado por el gobierno fue la exención del servicio militar obligatorio y la posibilidad de obtener una carrera universitaria en la facultad de humanidades sin pruebas de ingreso.

La mayoría de los jóvenes que iniciaron el proyecto se marcharon tras los primeros años de esfuerzo en una de las profesiones peor remuneradas del país.

Los daños en la calidad educativa provocados por la falta de preparación de esos docentes “emergentes”, aún está por medirse, aunque con la llegada de Raúl Castro al poder en 2006, ese, como el resto de los programas de la Batalla de Ideas cayó en el olvido.

“En enero nos subieron el sueldo. No lo quieren llamar aumento de salario porque solo afecta a quienes tienen más de 25 muchachos en el aula, pero al menos es algo”, dice.

A comienzos de siglo Cuba se propuso mantener una matrícula de 20 alumnos por aula. El déficit crónico de docentes y el éxodo de profesionales a otras esferas mejor remuneradas impidió que tal propósito se mantuviera.

“Durante años he hecho ese mismo trabajo y no me lo remuneraban”, lamenta Adrián.

“El sindicato de trabajadores solo funciona para pedir dinero y marchar los primeros de mayo en la plaza. Jamás exigen nada”.

Adrián tiene un sueldo de 570 pesos, unos 23 dólares. Vive con su madre, una maestra jubilada de 68 años y es el sostén del hogar. Su salario “no le alcanza”, confiesa, por lo que a escondidas vende golosinas entre los alumnos a la hora de recreo.

“Si no fuera por eso, no podría llegar a fin de mes”, agrega.

“A fin de cuentas, a nadie le alcanza el salario en Cuba”.

Los docentes no pueden realizar actividades comerciales en las escuelas, pero muchos directivos hacen la vista gorda para evitar perder los pocos maestros experimentados que les quedan.

“Dicen que en algunas provincias, como Matanzas, a los docentes les venden productos alimenticios a un precio subsidiado. Si al menos hicieran eso aquí, no tendría que vender caramelos”, agrega.

El salario medio de los profesionales de la educación apenas se ha incrementado en los últimos años. En 2013 era de 512 pesos, dos años después, en 2015, datos oficiales confirman que el salario medio es de 537 pesos cubanos al mes, unos 21 CUC. Sin embargo, el salario real ajustado a la inflación permite solamente cubrir un 28 por ciento del poder adquisitivo de los ingresos de 1989, según cálculos del economista Carmelo Mesa-Lago.

Su madre, Elisa, recuerda los años en que comenzó como maestra Makarenko en los años sesenta y dice que las dificultades de ahora no son nada comparadas a lo que le tocó vivir a su generación.

“Nosotros ganábamos 87 pesos al mes y para ser maestro tenías que subir al Pico Turquino y educar en lugares apartadísimos. No hay nada como enseñar, eso es enseñar a la persona a volar. Es la mejor profesión del mundo. Si algún día pudiera volver a nacer sería maestra nuevamente”, dice.

La cifra de maestros frente al aula disminuyó el pasado curso 2015-2016 en 4,218 docentes. La tendencia se viene acentuando desde el curso 2008-2009 en que las estadísticas oficiales comienzan a reflejar la hemorragia masiva de educadores.

“Con el salario que tienen los maestros y las condiciones de trabajo en las que desempeñan su labor, bastante hacen que permanecen en sus puestos. Un cochero de la ciudad gana en una semana el sueldo de un profesional de la educación en un mes”, dice Elisa.

La docente recibe una jubilación de 230 pesos al mes, unos 9 CUC. En las tardes tiene un pequeño grupo de seis niños a los que repasa por el precio de 2 CUC mensuales.

“Lo hago para ayudar a mi hijo. Tenemos que pagar el refrigerador, y la vida se ha vuelto muy cara. Un litro de aceite cuesta casi un cuarto de mi jubilación y de la leche ni hablemos. Por suerte tengo una úlcera y me dan leche de dieta”, dice la mujer.

Adrián recoge cada tarde las 27 libretas de sus alumnos para revisarlas con detenimiento y corregir los errores ortográficos. Unos de sus alumos “que se le escapó al diablo” lo ayuda a llevarlas hasta su casa.

“Ese niño con nueve años tiene a su madre presa porque era jinetera. Vive con su papá que es alcohólico y lo golpea frecuentemente. Las únicas muestras de cariño que recibe son en la escuela”, comenta Elisa.

“A veces Adriancito le compra hasta los zapatos porque el niño no tiene con qué ir a la escuela. Ser maestro lleva más sacrificio que trabajar ocho horas por un salario miserable”, dice la jubiliada. No es una profesión rentable, pero te enseña a amar”.

Fuente de la Noticia:
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article144743329.html
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