Preparados para el cambio: Ciudades en Transición

Isabel Benitez

El Movimiento de Transición propone alternativas ante las crisis climática y económica que asfixian a nuestras comunidades. 

Imaginen pasear por su localidad y poder recoger un tomate o una ciruela de un jardín público o de uno de los maceteros que decoran las calles. Suena bien, ¿verdad? O encontrar en ese mismo lugar plantas medicinales o hierbas que puedan usar para preparar una reconfortante infusión. Pues bien, ésta que, a priori, puede parecerles una propuesta algo irreal es precisamente una de las ideas por las que una pequeña localidad del norte de Cáceres se ha hecho famosa en nuestra región.

Carcaboso fue el primer municipio extremeño en adherirse al Movimiento de Transición, una revolución internacionalque pretende crear comunidades más sostenibles y autosuficientes capaces de afrontar las crisis climática y económica que nos atenazan.

En sociedades altamente dependientes de los combustibles fósiles y que han llevado el planeta a su límite, el Movimiento de Transición propone empezar desde cero: recuperar la producción y consumo locales (reduciendo intermediarios, empaquetado y cadenas de distribución de miles y miles de kilómetros), facilitar la generación de empleo y riqueza en nuestros barrios, pueblos y ciudades, o, por ejemplo, promover el uso de fuentes de energía limpias. Todo para reducir el impacto que nuestras acciones tienen sobre la naturaleza, reconectarnos con nuestro entorno y nuestra comunidad, y hacernos más libres.

La semilla

El Movimiento de Transición o de Ciudades en Transición (su nombre original es Transition Towns) nació en Irlanda allá por el año 2005.

Todo comenzó cuando Louise Rooney, un estudiante que asistía a las clases de permacultura de Rob Hopkins, decidió dar vida a lo que, hasta el momento, había sido un simple planteamiento teórico. En las aulas, alumnos y docentes habían alumbrado un proyecto para la creación de un futuro más sostenible, por lo que, ansioso de demostrar su viabilidad, Rooney lo llevó al ayuntamiento de su localidad. Las autoridades de Kinsale aceptaron el reto. Un año después, era el propio Hopkins el que trasladaba este modelo a su pueblo natal, Totnes (Inglaterra), ahora convertido en la meca del Movimiento de Transición.

De este modo, lo que empezó como un proyecto piloto no tardó en propagarse como un virus (benigno) y extenderse por toda la geografía británica, Europa y los cuatro continentes restantes. Hoy existen más de 1.800 experiencias en todo el mundo.

En España, estas iniciativas que comenzaron a gestarse en 2008 ya ascienden a 50. Engloban desde barrios aislados de Barcelona hasta pueblos y ciudades enteras como Zarzalejos (donde se celebraba en 2011 la configuración de la Red de Transición de España, la asociación que representa, promueve y apoya este tipo de proyectos en nuestro país), Cardedeu, Puebla de los Infantes, Granada o el propio Carcaboso.

Qué, cómo y por qué

Lorena Rodríguez, la actual alcaldesa de la localidad cacereña, explica con simpatía cómo surgió Carcaboso en Transición. “Carcaboso es un municipio muy chiquitito, y pensamos ‘¡pues en algo tenemos que destacar!’”.

Fue así como esta localidad de 1.200 habitantes creó sus primeros jardines comestibles (precisamente, una de las propuestas más innovadoras de Totnes) y montó su primer gallinero comunitario, inició las cesiones de huertos ecológicos a sus vecinos, y llegó a un acuerdo con restaurantes y tiendas para que priorizaran los productos locales en sus establecimientos. A ellos se unen sus campos de experimentación agrícola, pero también campañas ajenas al sector de la alimentación como la renovación de los sistemas eléctricos para la implantación de energías renovables, o los talleres y seminarios de ecología y economía social. La lista de proyectos es casi interminable.

“Hay una premisa de partida y es que la transición no sólo es necesaria, sino que está sucediendo ya y es inevitable”, explica Juan del Río, miembro de la Red de Transición España. “El modelo socioeconómico en el que vivimos se está cayendo a pedazos. El Movimiento de Transición trabaja para que en ese proceso de cambio vayamos a un futuro coherente, y un mundo en el que podamos vivir de la manera más justa, más feliz y más adaptada a lo local posible.”

Frenos al progreso

Pese a sus nobles intenciones y ambiciosos objetivos, son sin embargo numerosas las iniciativas de transición que se quedan en el camino y no consiguen cuajar. A juicio de Juan del Río, el momento actual ofrece innumerables oportunidades para que germinen las simientes del Movimiento de Transición, pero esta hermosa planta hay que regarla y mimarla y no siempre las condiciones atmosféricas ni los cuidados que le ofrecemos son los más adecuados. Para el también autor de la primera Guía del Movimiento de Transición escrita en español, hay que distinguir entre barreras (externas, sobre las que no se puede actuar, pero que están ahí, como puede ser la falta de apoyo público o de recursos) y dificultades (inherentes al propio grupo o proyecto y que se pueden atajar con más facilidad). Al hablar de estas últimas, Del Río recuerda:

“No estamos acostumbrados a usar herramientas para trabajar de manera colectiva, no sabemos resolver los conflictos u organizarnos de manera cooperativa. También nos cuesta buscarnos la vida para conseguir los recursos necesarios. Y está el tema de cómo nos comunicamos en nuestro barrio, en nuestro pueblo, para hacer llegar este mensaje. Son cosas que tenemos que aprender de nuevo.”

La alcaldesa de Carcaboso destaca el papel que las autoridades locales deben jugar en este proceso de transición:

“Implica cambios de funcionamiento; te olvidas de que la decisión la toma un equipo de gobierno y se abre la participación a los vecinos. Esto va a más, pero cuesta porque los cambios nunca gustan y se hacen despacio. Aún así, en los municipios en los que se está haciendo las ventajas son tremendas.”

La otra parte le toca a los propios ciudadanos:

“Hay que trabajar en que la persona se crea que sus opiniones valen”, asegura Lorena Rodríguez. “Muchas veces la gente tiene miedo a opinar, a decidir y presentar unas propuestas. Me dicen ‘No, no voy a decir una sandez’, y yo siempre les respondo que cuatro ojos ven mucho más que dos”.

Aquí y ahora

El sueño de Carcaboso es convertirse en un municipio autogestionado por sus vecinos, “que seamos autosuficientes y no tengamos que depender de nadie para creer en nuestro pueblo”, en palabras de Lorena Rodríguez. Un reto que muchas otras localidades de nuestra región compartirán. Y es que Extremadura tiene sin duda el potencial para conseguirlo. Posee los recursos naturales pero, sobre todo, el capital humano y ese sentimiento de vecindad y comunidad que en el Movimiento de Transición se antoja tan necesario. Como asegura Juan del Río, “estamos en un momento en que hay que ocuparse más que preocuparse”. Y si la materia prima es buena, el resultado tiene que ser óptimo.Por supuesto, el hecho de que una iniciativa no lleve el apellido de en Transición no significa que sea menos importante o no sea válida en la lucha por el cambio. Pese a que en Extremadura no existen más municipios que se autodenominan de este modo, como Carcaboso, hay proyectos reseñables en ámbitos muy diversos (no sólo valen los grupos de agricultura ecológica y alimentación) que siguen una filosofía muy próxima al modelo de raíces británicas. Las propuestas de moneda social de Logrosán y Almendralejo sirven de prueba.

Fuente del articulo: https://isabelrbenitez.wordpress.com/2015/03/30/ciudades-transicion/

Fuente de la imagen: https://isabelrbenitez.wordpress.com/2015/03/30/ciudades-transicion/jardin-comestible/#main

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Isabel Benítez

Periodista y bloguera de España