Por: Enrique Calderón Alzati
Hoy sin embargo, los libros de texto no responden ya a las necesidades educativas del país, al no tomar en cuenta las diferencias culturales, históricas y económicas de las diferentes regiones de México, conformando una sola verdad histórica
, acorde a los intereses del grupo gobernante, la cual dista mucho de responder a los del pueblo, convirtiéndose de un instrumento para mejorar la educación, en otro de control político. Igualmente grave es que en los últimos años, el índice de lectura entre los adultos mexicanos sea uno de los más reducidos del planeta, lo cual es consecuencia en buena medida del actual programa de los libros de texto gratuitos.
Existen otras razones para explicar el desinterés por la lectura, como la adicción a la televisión, cuyos contenidos violentos, irrelevantes y carentes de valores formativos, han dado lugar a severas críticas al gobierno, por subsidiar y favorecer a las cadenas televisoras, sin tomar en cuenta su impacto negativo en la formación de los niños y jóvenes, así como en el proceso de desculturización del país. Todo esto nos lleva a hacernos algunas preguntas: ¿Debiera el gobierno estar interesado en los problemas que originan la ignorancia en que vive actualmente la mayor parte de la población? ¿Por qué razón, los sucesivos gobiernos federales han ignorado el efecto nocivo de la televisión en la educación? ¿Por qué tanto el gobierno anterior como el actual, lejos de rectificar esas políticas, han premiado a las cadenas televisoras por su relevante papel en la educación
y han buscado su colaboración para seguir incidiendo en las políticas educativas?
Al analizar estos hechos, resulta igualmente relevante preguntarnos por qué a nuestros gobiernos no se les ha ocurrido privatizar la producción de los libros de texto, como lo han hecho con todos los demás sectores económicos, tomando en cuenta que la producción y distribución comercial de los libros de texto gratuitos, debe tener un valor comercial cercano a los 10 mil millones de pesos anuales, los cuales permitirían generar una industria editorial competitiva a escala mundial, con un impacto importante en la cultura nacional y en los ingresos del país.
Desde luego, hacer algo de este tipo podría tener como consecuencia la desaparición de los libros de texto gratuitos, sin embargo no es este el caso, porque bastaría que los niños recibiesen en sus escuelas, monederos electrónicos del Gobierno federal para adquirir los libros que les indicaran sus maestros. En este caso el problema principal de los estudiantes y sus familias, residiría sólo en la inexistencia de librerías en donde comprar los libros, pues actualmente en el país, ellas sólo existen en las grandes ciudades, en virtud del escaso número de lectores adultos que pueda haber en un poblado con menos de 100 mil habitantes, lo cual nos lleva directamente a un círculo vicioso.
¡No hay lectores porque no hay librerías donde adquirir libros y no hay librerías, porque no hay lectores que compren los libros! ¿Se habrán dado cuenta de esto el actual secretario de Educación, así como sus antecesores en el puesto? Si no lo hicieron ¿Se trata de un problema de ineptitud y de falta de imaginación de su parte? ¿O se debe más bien a las política de estado orientadas a controlar el pensamiento de los escolares que luego serán adultos, tal como lo vaticinó George Orwell en su famoso libro 1984? Una consulta al libro de historia de quinto año de primaria nos convencería de que: Quien controla el presente, controla el pasado para controlar también el futuro
.
La magnitud del retroceso educativo (por no decir desastre) generado por el actual gobierno, de acuerdo con los indicadores de desempeño escolar de los estudiantes reportados por los resultados de las pruebas Enlace y Planea aplicadas a lo largo del sexenio y publicados por la misma SEP, debieran generarnos dudas sobre las virtudes de la actual reforma educativa y también sobre la utilidad de los actuales libros de texto. Las tendencias represivas, antidemocráticas y autoritarias del actual gobierno, no nos dejan dudas sobre los intereses y los objetivos del grupo enquistado en el poder.
Actualmente se producen más de 200 millones de libros de texto gratuitos cada año, para los 20 millones de niños y adolescentes que cursan la educación básica, para ello el gobierno dedica dos mil 500 millones de pesos anuales, cantidad por cierto similar a la utilizada en la compra de votos durante las pasadas elecciones del estado de México. Lo que se requiere es que la SEP indique los temas a desarrollar para cada grado, dejando a las editoras la decisión de los contenidos de sus libros y a los maestros de las escuelas la decisión de que libros utilizar en sus clases, de manera que los niños y sus padres los adquieran en las librerías cercanas para ellos, utilizando monederos electrónicos otorgados por el gobierno, siendo además necesario que el Congreso de la República asigne a este rubro, un presupuesto cuatro o cinco veces mayor al utilizado actualmente. Mi propuesta desde luego, no es de carácter mágico, sé que un proceso así puede llevar varios años de esfuerzos cuidadosos y visionarios, que sólo podrán ser realizados por un gobierno democrático, comprometido realmente con la educación.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/07/08/politica/017a1pol