CentroAmérica/Cuba/29.08.2017/Autor y Fuente:http://www.adelante.cu
Pudimos conversar con ella entrada la tarde; los preparativos del nuevo curso escolar ya la traen de aquí para allá recorriendo escuelas rurales y urbanas. De inicio le preocupó su “facha” para la foto de entrevista porque andaba en “ropa de campaña”, mas ante la promesa de la reportera de que el polvo del camino no sale en las instantáneas accedió a regalarnos estas confesiones.
—Más allá de cargos y responsabilidades, ¿quién es Mercedes Escuredo Olazábal?
—Soy una mujer que se sabe realizada profesionalmente y muy comprometida con su responsabilidad; que siente mucho amor por la familia, que es muy corta: mi papá, mi hija, dos nietos, mi esposo. Soy responsable de mis actos, trato de mantener una buena comunicación con mis compañeros, tanto subordinados como superiores. Soy respetuosa. Me gusta estar actualizada de las cuestiones de mi profesión, el magisterio.
“En lo personal procuro mantener una buena apariencia, desde muy joven he sido cuidadosa. Me place ver televisión cuando tengo oportunidad, y leer; no soy amante de la música ni de la cocina, lo hago por necesidad. Eso sí, me agrada en el tiempo libre estar en casa con la familia”.
—¿Dónde están sus raíces?
—Soy floridana. Procedo de una casa humilde; mi madre era ama de casa y mi papá trabajaba en una panadería. Un hogar de bajo nivel cultural, pero me educaron bien, de forma respetuosa, con muy buen lenguaje, nada de discusiones, ni bebida, ni cigarros; una familia estable; mis padres tuvieron un matrimonio para toda la vida, igual que el mío. Me casé en el ‘70 y aún estoy con mi esposo, quien ha sido estoico, estoico… porque desde muy joven tengo responsabilidades.
—¿El magisterio llegó por vocación o por azares de la vida?
—Empecé a estudiar Química en La Habana, pero como era hija única mi mamá casi se enferma y tuve que regresar a Florida. Después de abandonar los estudios trabajé en una secundaria básica sin ser maestra, apenas tenía 17 años y nivel escolar de 10mo. grado. Tuve alumnos mayores que yo. Mi novio en aquel momento, ahora mi esposo, era maestro y me apoyó en ese empeño. Después estudié por encuentros y luego cursé la licenciatura en la Universidad.
“Eso sí, siempre fui monitora de Español y Química, prefería esas asignaturas. Era buena alumna, muy aplicada y en casa había círculos de estudio. Mis padres siempre me apoyaron para que yo estudiara y aprovechara las oportunidades que tenía.
“Luego de graduada me inicié como profesora de Química en la secundaria básica José Martí, en Florida; allí comenzaron las responsabilidades, jefa de cátedra, subdirectora docente, metodóloga municipal, subdirectora y directora municipal en Florida, de donde me promovieron a subdirectora provincial en el año ‘88 y hasta el ‘96. Aquí trabajé con Freddy Arias, del cual aprendí muchísimo.
“Entonces me eligieron como miembro del Buró Provincial del Partido para atender Turismo, Servicio, Comercio y la Alimentaria, una actividad que nada tenía que ver con lo que soy. Después me promovieron a vicepresidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular, donde estuve unos meses, y resulté electa presidenta de la Asamblea, pero no pude terminar el mandato porque mi mamá se enfermó gravemente, y luego falleció.
“Tras reincorporarme en la Dirección Provincial de Educación, en el 2007 fui a cumplir misión a Venezuela, año en que recuerdo con mucha alegría que el sector en la provincia alcanzó primer lugar nacional. Allá fui asesora del Ministro de Educación y jefa de la misión educativa por dos años. Cuando retorné me volvieron a nombrar Directora Provincial. De eso hace siete años”.
—A la vuelta de tantos años, ¿qué le han dejado el magisterio y las labores de dirección?
—El magisterio me ha regalado momentos preciosos. Cuando más cansada y tensa estoy, la visita a un círculo infantil, a una escuela primaria o a la casa de niños sin amparo familiar me reconforta, me relaja. Estuve poco tiempo dando clases y aun así me encuentro alumnos que me recuerdan. Siempre cuidé los límites entre alumno y maestro, y maestro y familia, cuestiones que hoy hay que rescatar y preservar.
“A mí en lo personal el magisterio me deja mucha satisfacción. La labor de educar es dar sin pedir nada a cambio. En las tareas de dirección he tratado de hacer las cosas bien y puedo decir que duermo tranquila. Preparar a las personas más jóvenes para que asuman como cuadros, y respetar a los otros, subordinados y superiores, para que sean recíprocos, me complace. El respeto no se gana por el cargo, sino por tu conducta, tu trabajo, por el día a día. El cargo da una autoridad formal, pero la autoridad real te la da tu conducta: dirigir sin gritar, con rigor y con responsabilidad y decir las cosas en su momento y en su lugar. Reconozco que me molesta que las cosas salgan mal, eso “me pica”. Tales premisas me han ayudado en la vida”.
—Conjugar los roles hogareños, la maternidad y la dirección no es tarea sencilla. ¿Cómo maniobrar con tantas responsabilidades?
—Hace mucha falta el respaldo de la familia. En mi caso fue gracias a mi mamá, que me apoyó con mi hija, y a mi esposo, que se ocupa de los nietos y de mi papá, que tiene 93 años. Él es mi retaguardia, y muy comprensivo con los horarios, pues llego a la casa todos los días después de las ocho de la noche. Ha sido posible porque compartimos las tareas.
“Con el paso de los años comprendí que en determinadas circunstancias debí dar más atención directa a mi hija. Una se da cuenta de que hay algunas carencias, tal vez porque pude hablar más, te percatas después que pasa el tiempo y ya están las personalidades formadas, pero es una realidad de las mujeres que asumen roles en la dirección”.
—Existe en Cuba igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. ¿Está pensado también para las féminas el estilo de dirección en el país?
—La igualdad de oportunidades en Cuba es un hecho, y la Federación de Mujeres Cubanas es una organización que ha luchado mucho por esas conquistas, pero la mujer sigue teniendo una doble jornada. Responsabilidades con la familia, en la casa, que no suele delegar. Es una cuestión que hay que seguir atendiendo.
“En materia de coeficiente intelectual usted se da cuenta de que las mujeres tienen una primacía en el país, pero en materia de dirección hay cuestiones pendientes. Nosotras mismas, las que dirigimos, debemos ser cuidadosas. En mi caso evito por todos los medios convocar una reunión en la noche, por ejemplo. Es una cuestión con la que hay deudas todavía, y necesitamos atender para que las más jóvenes aprecien que dirigir no tiene por qué provocar un fracaso matrimonial, familiar o con los hijos”.
—¿Retos que tenga por delante?
—Tengo dos, lograr que mi nieta pequeña, que tiene 15 años, llegue a ser una profesional comprometida. Creo que la jubilación me ayudará en ese propósito. El otro es el compromiso de terminar la preparación en el curso escolar venidero de los jóvenes que me sustituirán, porque estoy pasada en los años. Sé que ellos lo van a hacer bien.
Mercedita o Mercy, como cariñosamente le dicen, es una de esas mujeres que nos honran con su impronta, su carácter, su compromiso, con su apariencia camagüeyanísima; es parte ya de la estirpe de mujeres plenas, cultas, educadas y revolucionarias del Camagüey.
Fuente: http://www.adelante.cu/index.php/es/a-fondo/25-entrevistas/10431-mercy-esa-dama-que-nos-honra
Imagen: http://www.adelante.cu/images/2017/08/21/zperez/mercy/mercy.JPG