JUAN CARLOS MIRANDA ARROYO.
El Plan y los Programas de Estudio para la Educación Básica: aprendizajes clave para la educación integral, fueron nuevamente publicados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) esta semana, en una versión de «actualización», (DOF, Acuerdo 12/10/17, publicado el 11 de octubre 2017). Se trata de un instrumento de planificación educativa que tiene como finalidad reordenar la programación curricular, publicada en junio pasado, para los niveles de Preescolar, Primaria y Secundaria en todo el país, a efecto de aplicarse a partir del siguiente ciclo escolar 2018-2019. En sus considerandos, el texto recién publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) dice concretamente lo siguiente: «Que a efecto de precisar la dosificación de contenidos y profundizar algunos aspectos de éstos, con el propósito de llevar a los alumnos al máximo logro de sus aprendizajes, resulta necesario actualizar el Acuerdo número 07/06/17 por el que se establece el Plan y los Programas de Estudio para la Educación Básica… publicado en el Diario Oficial de la Federación el 29 de junio de 2017».
¿Cuáles son exactamente las diferencias entre estas dos versiones del plan y los programas de estudio para la educación básica?
Bueno, son distintos y muy variados los aspectos incorporados al nuevo documento, los cuales sin duda lo enriquecen: Mayor énfasis en la importancia de la equidad y la inclusión educativas, en términos de ampliar el radio de acción hacia las diferentes expresiones sociales y culturales, con especial atención a las comunidades rurales e indígenas; renovados planteamientos acerca de la transformación de la educación inicial de los docents (el normalismo); adecuaciones a los esquemas de articulación entre la educación básica y la media superior; y entre otros aspectos, una serie de recomendadiones pedagógicas y didácticas específicas para los docentes que llevarán a cabo la aplicación de los dispositivos curriculares indicados y sugeridos.
El nuevo documento normativo, que consta de más de 400 páginas, luego de hacer un recuento sobre los distintos momentos del diseño y revisión de los dispositivos curriculares, previas consultas públicas realizadas en 2014 y 2016, señala en su introducción que: «Si bien el proceso general de transformación de la educación, que comenzó con la iniciativa de reforma constitucional en materia educativa el 2 dediciembre de 2012, ha permitido sentar las bases del Modelo Educativo y encauzar su desarrollo para convertir el cambio educativo no sólo en una política de Estado, sino en palanca de transformación de la nación, tanto la consolidación del Modelo Educativo como la implementación nacional del plan y programas de estudio para la educación básica serán procesos graduales, y muchos de los cambios planteados en el nuevo currículo requerirán tiempo para su maduración y concreción en las aulas, sin duda más allá del término de esta administración federal. Por ende, resulta conveniente que la vigencia de este plan y programas de estudio para la educación básica se mantenga al menos durante los próximos doce ciclos lectivos consecutivos para permitir su correcta incorporación a las aulas. La vigencia tendrá la flexibilidad necesaria para hacer las adecuaciones puntuales al Plan que resulten de las evaluaciones al desempeño de los alumnos. Con ello se propiciará un proceso de mejora continua.»
«A lo largo de los doce ciclos lectivos de vigencia mínima de este Plan egresará una generación completa de educación básica, diez de preescolar, siete de educación primaria y diez de secundaria.»
Por el momento, y a reserva de elaborar un análisis más riguroso sobre el contenido del documento, me parece que, según lo expresado en la introducción, surgen más preguntas que respuestas: ¿Hay un cálculo político y una clara proyección transexenal en el documento en cuestión? ¿El texto tiene motivaciones políticas electorales o es en verdad un planteamiento que va más allá, es decir, plantea el proyecto de una política educativa de Estado?
Es inevitable, sobre todo en el contecto actual de México, dejar de lado las interpretaciones o lecturas políticas por encima de las consideraciones técnicas u operativas. Por esa razón, me pregunto: ¿El Plan y los Programas de estudio ahora dados a conocer forman parte de las políticas públicas de Estado, de largo plazo (más allá del periodo constitucional del Ejecutivo federal), o son elementos tangibles de una plataforma, y sus respectivas proyecciones políticas, para construir una candidatura con una mirada hacia la elección del 2018? ¿La educación es realmente una palanca de transformación de la nación o una herramienta que forma parte de una estrategia general para alcanzar o retener el poder político?
Puedo intuir y quizá deducir lo que estarían pensando (sin pretensiones «videntes») los académicos orgánicos y funcionles al sistema: Sería sumamente simplista, para ellos, reducir las intencionalidades del Plan y los programas de estudio de la Educación Básica, a un esquema de finalidades político electorales; sin embargo, hay que reconocer, diríamos desde la oposición, que estaríamos incurriendo en una falta en el análisis si nos adelantamos linealmente a los hechos. A estas alturas de la vida pública nacional, no podemos ser o llamar a ser ingenuos, por lo que tampoco podemos descartar «a priori» ninguna de las dos posibilidades: ¿Hay intencionalidad política de Estado o simplemente hay un propósito de política electoral; o ambas?
Lamentablemente lo que hemos aprendido quienes nos dedicamos al análisis de las políticas públicas educativas, en los medios periodísticos y en las redes sociales, es que «lo educativo» siempre va de la mano de «lo político», en términos de las contradictorias relaciones del poder, la hegemonía y el consenso sociales.
El campo de las políticas públicas sobre «lo educativo», como otros temas y procesos de estudio, ciertamente, tiene enorme relevancia para la sociedad, por lo cual éste es un campo de permanentes disputas o conflictos; por lo tanto, sería mezquino restar importancia al lento y complejo proceso de confección y negociación en que se ha visto envuelta la planificación educativa oficial, a nivel del trazo, en especial, del accionar de la escuela pública que queremos y necesitamos como nación.
De tal suerte que no es intención echar por la borda el valor técnico, operativo e instrumental que tiene el documento oficial de la SEP, producto educativo de diversos y difíciles consensos; sino en todo caso advertir en torno a los posibles escenarios que se generían si se sigue el mismo curso de los hechos sucedidos en México, durante los últimos cinco años, acerca de las tendencias y estrategias del cambio educativo (leyes, reglamentos, discursos, narrativa, políticas, recursos, modelos, prioridades).
Conviene en tal sentido ponderar, acaso, algunas ideas y propuestas sobre tales escenarios para convertirlas, en el corto y mediano plazos, en esquemas alternativos para la reflexión y la acción educativas, con la finalidad de que los docentes puedan llevarlos a las aulas, sobre todo de la escuela pública, pues es ahí donde se produce la esencia del cambio educativo, en términos de los aprendizajes y del crecimiento integral de los estudiantes y sus comunidades
Fuente artículo: https://www.sdpnoticias.com/nacional/2017/10/13/sep-algunas-preguntas-sobre-el-plan-y-los-programas-2017