03 Diciembre 2017/Fuente: El País/Autora: KRISTIN SULENG
Gary T. Gardner, del Worldwatch Institute, alerta sobre la necesidad de incidir en las soluciones prácticas al calentamiento global
El politólogo estadounidense Gary T. Gardner es miembro desde hace 23 años del Worldwatch Institute, una de las organizaciones internacionales sin ánimo de lucro más prestigiosas en el estudio científico del impacto de las acciones de la humanidad sobre el medio ambiente y la vida. Gardner visitó Valencia la semana pasada para departir sobre el escenario mundial del cambio climático con motivo de un congreso organizado por la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA), justo después de dejar hace un mes su puesto de director de publicaciones por el de consultor externo en la misma organización, debido a los problemas de financiación del instituto.
“Soy optimista de que llegaremos al momento en el que haremos lo que debemos hacer para vivir una ciudad sostenible. Pero la pregunta es cuánto tiempo durará y cuántas personas van a tener que sufrir en esa transición”, cuestiona Gardner durante la entrevista tras su conferencia en el Oceanogràfic de Valencia.
Pregunta. 15.000 investigadores internacionales alertabanrecientemente a la humanidad de los peligros que implica el cambio climático, como segundo aviso después de 25 años. ¿Cuál es la forma más efectiva de trasladar el mensaje a la sociedad, con la alarma de miles de científicos o con las soluciones de un empresario como Paul Hawken?
Respuesta. En el Worldwatch Institute hemos pensado durante muchos años que tenemos que dar alertas porque la situación es peligrosa, pero estamos convencidos de que las soluciones atraen más la atención del público. La gente no atiende a las noticias negativas. Una perspectiva más positiva tendrá más y mejores resultados. Pero hay quienes al leer el libro de Hawken piensan que el problema está solucionado. Esa tampoco es la idea.
“El problema central en el mundo es que las mujeres en muchos países pobres no tienen el poder de escoger cuántos niños quieren tener”
P. Su idea es que en cambio climático no solo se trata de señalar de lo que hacemos mal, sino que seamos críticos con las soluciones simpáticas pero sin evidencia.
R. Necesitamos soluciones y tener una actitud crítica de las soluciones. No quiere decir que lo que Hawken ha publicado no sea cierto. Lo que no podemos asumir es que lo que dice está listo para aplicarse. Sus iniciativas implican muchos costes que tenemos que debemos estar dispuestos a priorizar y pagar.
P. A su juicio, ¿los medios de comunicación nos pasamos de optimistas cuando hablamos de sustituir unos determinados hábitos por otros para revertir el cambio climático?
R. Muchas veces, los expertos que salen hablan de un cambio en su especialidad, pero no de cambios sistemáticos. La ciudad sostenible no será posible si no cambiamos el sistema en su conjunto. Eso se ve muy bien en la economía circular. Se habla de reciclar, de subir la tasa del reciclaje… todo es bueno, pero solo es una porción de toda la materia que pasa por la economía. Una economía circular implica un pensamiento distinto, ya no vale pensar en las minas, las fábricas y los vertederos. Toda la materia debe circular. No es sustituir una cosa por otra, sino de vivir más sencillamente. Un buen ejemplo es compartir el coche, como ya se ve en muchas ciudades. Para tener acceso y servicio ya no necesita ser dueño.
P. ¿Estamos dispuestos a renunciar a poseer cosas?
R. Lo más importante es el servicio, no la cosa. Si puedo tener el mismo servicio con el coche, entonces puede disminuir el número de automóviles, y eso implica utilizar muchos menos recursos. Se necesita un gran cambio, pero no será doloroso. Puede haber una reducción considerable de recursos y energía sin hacer muchos sacrificios. Pero también necesitamos algunos sacrificios, como comer menos carne, porque no habrá un servicio que la sustituya.
P. Critica que políticos y periodistas no sepan aprovechar las catástrofesambientales para hablar de cambio climático.
“La ciudad sostenible no será posible si no cambiamos el sistema en su conjunto”
R. Hay muchos políticos que conocen muy bien los vínculos entre los desastres y el cambio climático, pero es difícil que lo digan públicamente. En mi país, los republicanos saben manipular muy bien al público y pueden tener más apoyo diciendo que esto es un invento de China, como lo dijera un senador y también el presidente Trump. Han tenido mucho éxito con esas estrategias. Pero en todo esto hay una parte muy alentadora. Los políticos a nivel de estado y ciudades en Estados Unidos se están organizando para combatir el cambio climático. El gobernador de California, Jerry Brown, estuvo en Bonn hace un par de semanas para proponer sus iniciativas a nivel estatal. Es una muestra de que los Estados pueden contrarrestar la política de Trump.
P. Y a nivel internacional, ¿qué efecto puede tener Trump en la política contra el cambio climático?
“Los políticos a nivel de estado y ciudades en Estados Unidos se están organizando para contrarrestar la política de Trump contra el cambio climático”
R. El presidente no tiene tanto poder como él cree, aunque tiene bastante. Ha podido cambiar la política mundial, y está alentando a los líderes más autoritarios como Putin o Duterte. Es una tendencia espantosa que puede tener repercusiones en el clima. Sería muy malo que Trump pudiera persuadir a otros líderes oponiéndose al cambio climático, pero no veo pruebas todavía de que eso pueda suceder. En el congreso no ha tenido ningún efecto, y eso es muy bueno, pero donde tiene poder para nombrar jueces, y eso me preocupa mucho. No creo que para Trump el cambio climático sea una gran prioridad en el campo internacional. A nivel nacional tiene a su gente en el gobierno cambiando muchas leyes medioambientales, pero a nivel estatal no tiene poder.
P. Una de sus líneas de trabajo es la demografía, un tema que se aborda poco al hablar de cambio climático. ¿Qué nos tiene que preocupar del crecimiento de la población?
R. El problema central en el mundo es que las mujeres en muchos países pobres no tienen el poder de escoger cuantos niños quieren tener. Sin ese poder, tendremos una población creciente. En África, una educación mejorada podría resultar en 1.800 millones menos de personas que las Naciones Unidas estima para 2050. La educación para las niñas es la inversión menos costosa y más efectiva. Los países en los que las niñas no acceden a la educación primaria y secundaria cuentan con una alta tasa de crecimiento de la población y una alta fertilidad. La educación ayudará a reducir esa tasa de crecimiento, y a eso no se puede negar los conservadores. Es una solución con la que todos podemos estar de acuerdo. No critico a los sectores religiosos, porque tienen un juego de valores que no siempre coincide con el mantenimiento del crecimiento de la población. Por ejemplo, Polonia es un país muy católico pero su tasa de crecimiento es baja, Italia también.
“Para Trump el cambio climático no es una gran prioridad en el campo internacional”
P. Hasta hace poco usted era el director de publicaciones del Worldwatch Institute, pero ahora, tras los cambios internos debido a la falta de subvenciones y donaciones, los diez miembros del instituto son consultores externos. ¿Es un síntoma de que preocupa poco el estudio del cambio climático?
R. Ha sido una manera de racionalizar las operaciones. Los gerentes quieren asegurarse de tener los fondos necesarios antes de comprometerse en proyectos. Las fundaciones en Estados Unidos están diciendo desde los últimos diez o quince años que quieren ver pruebas del impacto de los proyectos, de lo contrario no dan más dinero. Nosotros hacemos publicaciones y es difícil decir que una determinada publicación ha cambiado una política o los patrones de consumo de las personas. Las fundaciones tienen una visión muy cortoplacista. Otras instituciones tienen el mismo problema, pero lo han resuelto por unirse con el sector privado o aceptando dinero de corporaciones. Eso no queremos hacerlo porque influye en nuestra investigación y reputación.
Fuente de la entrevista: https://elpais.com/elpais/2017/11/21/ciencia/1511283526_948937.html
Fuente de la imagen: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2017/11/21/ciencia/1511283526_9