31 de diciembre de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org/
Por: Mary Simpson
Llevamos dos periodos de planes decenales de educación. Iniciamos un tercero. ¿Hemos alcanzado lo que nos hemos propuesto?
Sin duda plantearse metas a largo plazo es fundamental para establecer derroteros, dar perspectiva y proyección al presente, y así lograr las transformaciones que como sociedad nos proponemos. Ese ha sido el propósito del plan decenal de educación, reglamentado en el título IV de la Ley 115 de 1994, conocida como la ley de educación.
Tiene que ver con la idea de construir una visión compartida de largo plazo. En Colombia, hasta la fecha hemos tenido 2 planes decenales de educación desde entonces (1996-2006 y 2006-2016), y hace apenas unos días el Ministerio presentó el tercero, que tendrá por periodo el rango 2016-2026. Su eslogan es “el camino hacia la calidad y la equidad”.
Algo en común de todos estos planes es que se han diseñado mediante estrategias aparentemente de amplia participación, bajo la hipótesis de que así tienen legitimidad. Los dos últimos tuvieron “movilización” aprovechando el uso de las tecnologías de la información.
Para el último, se constituyeron unas comisiones de expertos que fueron los responsables de concretar las voces de todos los participantes, en unas propuestas. Así que “todos” estamos tapados con la misma cobija, podríamos decir.
El nuevo plan decenal de educación plantea 10 desafíos estratégicos. Luego de leerlos no puedo negar que todo lo que está allí lo necesitamos, pero me parece que ya están en la constitución política, o ya han estado en otros planes: que fomentar la investigación, que contar con lineamientos curriculares pertinentes, que construir un sistema educativo articulado, que construir una sociedad en paz. ¿Quién dice que no a todo lo anterior? ¿Acaso esos no son propósitos que tenemos hace ya varias décadas?
A continuación quiero plantear algunas preguntas que nos lleven a reflexionar sobre la utilidad de este instrumento de política educativa. Reconociendo la importancia de una planeación de largo plazo, que supere los periodos de gobierno ¿Realmente ha sido el instrumento que nos permita alcanzar unos objetivos y metas ciertas? ¿Tenemos claro cuál es el país que queremos? ¿La sociedad que queremos? ¿La economía que queremos?
Las siguientes preguntas a hacerse son, teniendo claro lo anterior ¿en qué queremos concentrar entonces nuestros recursos en educación para alcanzarlo? ¿Cuáles son las claves de nuestra educación si pudiéramos sintetizarlas en 10 puntos concretos y simples?
Reitero, al leer cualquiera de los planes sin duda se plantean propósitos loables. Luego con el devenir de los gobiernos, responsables de operacionalizar las políticas, viene lo que llamaría una especie de activismo que dura 4 años, que busca demostrar que si están haciendo y “cumpliendo”, y deben dejar su sello. Y claro que logramos cosas. Pero no con el ritmo y el foco que necesitamos. Y esto me hace pensar en lo que una amiga bióloga me dijo sobre el fenómeno de la parsimonia en biología.
Me decía que en la naturaleza opera el principio de la parsimonia que dice que las especies que toman el camino más corto y simple son las que logran la adaptación evolutiva. Es decir las que evolucionan. Me pregunto ¿será que nos calmamos y nos acogemos al principio de la parsimonia? Siento que de tanto “hacer” perdemos el foco, y por tanto nuestra capacidad de evolucionar. La naturaleza es sabia. Escuchémosla.
Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/actualidad/articulos-informativos/colombia-tiene-proyecto-educativo