Francia: Móviles, ¿cuándo es demasiado pronto?.

La decisión de Francia de prohibir los teléfonos con internet en los colegios hasta los 15 años reabre el debate. Con el ‘smartphone’ como regalo estrella la noche de Reyes, ¿es buena idea dejar el móvil en manos de niños?

Europa/Francia/09.01.2018/Autor y Fuente: http://www.heraldo.es

Bajo el árbol, muchos niños aragoneses encontraron ayer un móvil como regalo de Reyes. Cada año baja la edad para recibir el primer teléfono conectado a internet y la presión social se sitúa ahora en torno a los diez años. ¿Demasiado pronto? En Aragón, según la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares del año 2017, un 77,9% de los niños de entre 10 y 15 años ya tiene móvil con internet; en el conjunto español, el 25% de los niños de 10 años tiene terminal con internet; al llegar a los 11, un 45% dispone ya de ‘smartphone’, proporción que escala ya al 75% cuando cumplen 12. «Es verdad que la presión social para comprar el primer móvil empieza cuando el niño cumple los 12 años. Los padres se autojustifican diciéndose que es útil para tenerlos localizados cuando no están en casa, pero nunca había hecho falta esta herramienta«, destaca Javier García Campayo, médico psiquiatra del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. Los padres lo quieren para controlar a sus hijos, pero ellos lo piden para entrar en internet y para estar continuamente en contacto con amigos.

Se calcula que un niño de entre 10 y 12 años pasa al menos tres horas al día conectado a internet, «pero tampoco tenemos que llevarnos las manos a la cabeza, porque nosotros de pequeños podríamos pasar las mismas viendo la televisión y nuestros padres no lo entendían», destaca la psicóloga infantil Alejandra García Pueyo, que advierte de que existe cierta incomprensión por parte de los padres respecto a una tecnología que a ellos les es ajena, «igual que a los nuestros les chocaba que pudiéramos pasar tanto rato delante del televisor, ya que ellos en su infancia no lo habían tenido. Siempre se produce ese choque cultural».

Son dos los temas que preocupan respecto al acceso de niños menores de 15 años a las nuevas tecnologías. Uno sería su seguridad, la posibilidad de que no estén preparados para recibir mensajes o solicitudes de personas indeseables (pederastas, estafadores…). La otra, la influencia que puede tener como elemento de distracción respecto a su rendimiento escolar. Precisamente, el ministro de Educación francés, Louis-Philippe Beland, ocupó los titulares a mediados de diciembre cuando su ministerio decidió prohibir los móviles en las escuelas francesas para alumnos menores de 15 años, no solo en clase sino también en el recreo. Y los analistas galos señalan a Brigitte Macron, esposa del presidente Emmanuel Macron, como impulsora de esta medida.

El gobierno francés alude a motivos de «salud pública y educativa», para librar a los preadolescentes del «ensimismamiento y de la distracción» que les producen los dispositivos electrónicos. Según Campayo, experto en ‘mindfulness’ y una de las voces que más alertan de la distracción generalizada causada por las nuevas tecnologías en toda la población, destacaba a este periódico hace unos meses que «vivimos en una sociedad adicta, con millones de ciudadanos dependientes que no pueden pasar ni un solo día sin recibir sus dosis de dopamina que les producen las redes sociales. Y se trata de una adicción tan común que no la tenemos en cuenta, si extrapoláramos esa falta de control a otra actividad, como los juegos de azar, veríamos todo el abuso». Una generación ‘multitarea’ que ostenta el dudoso honor de ser «la generación con menor capacidad de atención de toda la historia. Solo un 2% de la población puede ser totalmente eficaz si ha de trabajar, estar atenta al Whatsapp, al Facebook… El 98% es menos eficaz, ha perdido capacidad de concentración y presenta un comportamiento cada vez más parecido al trastorno de hiperactividad y déficit de atención«. Por eso, Campayo aplaude la decisión de controlar el uso del móvil en colegios, ya que la tecnología presenta «algunas desventajas, por ejemplo que los niños desarrollan mucha menor atención, pero también porque tienden a sustituir a los amigos reales por otros virtuales. Debemos recordar que nosotros también usábamos el teléfono con frecuencia, pero era el fijo que había en casa y era fácilmente controlable por los padres. Eso conseguía que el tiempo dedicado a hablar por teléfono fuese menor. La recomendación de los pedagogos sería que el móvil habría que utilizarlo como pronto a los 12 años, pero preferiblemente a los 14 años. Siempre con control paterno hasta los 16 como mínimo. El acceso a internet también debería contar con filtros parentales».

Alejandra García Pueyo considera que «antes de los 12 años es pronto para que el niño tenga un móvil. La cosa ya cambia con 12 porque empieza la ESO, una nueva vida en el instituto y unas responsabilidades ya crecientes. Aún así, cuando se entrega el primer teléfono tiene que haber un trabajo previo de educación en una familia. No tiene sentido que el niño aprenda con 12 o con 14 años el sentido común y la responsabilidad, eso ha de enseñarse antes».

Pasados de moda

García Pueyo cree que ese alarmismo sobre las nuevas tecnologías «se debe a que algunos padres no entienden que la comunicación ha cambiado. Ahora los grupos de amigos se comunican por las redes y es normal que nuestros hijos estén ahí metidos, cómo no lo van a estar». Y García Campayo añade que «ciertamente cada generación tiene su distracción con capacidad adictiva. En nuestra época sería la televisión, por ejemplo. Pero la tele estaba controlada por nuestros padres, que solían poner unos horarios. Ahora la adicción es mucho mas fácil porque no siempre se da ese control paterno».

Poner límites y llegar a acuerdos es una buena decisión. La psicóloga García Pueyo considera que «los horarios son fundamentales. Por supuesto, no se puede tener el móvil ni tabletas ni ninguna tecnología cuando hay que hacer los deberes o estudiar. Ni tampoco en la mesa o cuando se dan las conversaciones familiares. Pero claro, eso también significa que los adultos tampoco pueden sacar el móvil durante la comida. A veces se da el caso de que los padres son los primeros que están enganchados a las tecnologías pero pretenden que sus hijos tengan otro comportamiento».

Otro problema viene respecto a los chats de los hijos, donde pueden darse conversaciones inocuas pero también situaciones de acoso. «La intimidad debe respetarse, sobre todo llegada una edad. Si cogemos el móvil de nuestros hijos, habrá una pérdida de confianza por su parte. Tampoco los padres deben hacerse jamás perfiles falsos para entrar en las redes de los hijos, no tiene sentido alguno. Por eso, la educación previa es fundamental, para que los hijos sepan cómo utilizar el teléfono, internet, las redes… Porque nosotros no podemos estar ahí eternamente controlando», señala la psicóloga. Y el psiquiatra Javier García Campayo añade que «antes de dar el móvil al niño hay que negociar claramente (a veces puede ser útil un contrato firmado) diciendo en qué condiciones se va a dejar usar. Tiempo al día, control paterno, gasto.., etc. Inicialmente, los niños dicen que sí a todo con tal de tener el móvil, pero en cuanto llevan unos mese usándolo las demandas se van a ir disparando y es útil recordar en qué condiciones se planteó su uso».

Y ese sentido común debe llegar también al aula. A veces el teléfono puede ser necesario si el niño espera un aviso importante, o bien el profesor debe entender que el estudiante quiera hacer una foto a la pizarra para entender mejor el problema. «Se comunican de otra manera, con fotos, con mensajes… En lugar de rechazar su mundo de plano, lo mejor que es que todos lleguemos a un buen acuerdo», concluye García Pueyo.

Fuente: http://www.heraldo.es/noticias/sociedad/tecnologia-videojuegos/2018/01/07/moviles-cuando-demasiado-pronto-1217689-1831024.html

Imagen: http://static01.heraldo.es/uploads/imagenes/6col/2018/01/07/_imagengf1uz8c1_4ff8c538.jpg?7f857d283481cf9778d3d413a6d0f759

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