Educación virtual, un camino que apenas inicia en el país

América del Sur/ Colombia / 30.04.2018 /www.portafolio.co.

Pese a que siempre se ha promocionado como una de las alternativas para que más colombianos puedan acceder a los estudios universitarios, la educación virtual a este nivel está aún en pañales.

Datos del 2016 (los últimos disponibles) muestran que de 2 millones 394 mil estudiantes que tiene el país en educación superior, solo 126.000 corresponden a la modalidad virtual, es decir solo el 5,2 por ciento.

Es cierto que se nota una evolución, si se tiene en cuenta que en el 2010 eran menos de 10.000, y por esa vía existen universidades que pasaron de 3.000 a 30.000 docentes creando centros tutoriales con disponibilidad de tecnología, a donde las personas van a conectarse para tomar las clases a distancia o a recoger los materiales de estudio y presentan sus exámenes.

 Sin embargo, el desarrollo no se ha dado en la magnitud requerida. “Es un rezago bastante grande el que tenemos y hacia allá tenemos que ir”, acepta la viceministra de Educación Superior, Natalia Ruiz.

Entre los motivos del incipiente desarrollo de este tipo de instrucción, la funcionaria menciona los que a su parecer han pesado más: para empezar, todavía muchos colombianos no cuentan con un computador y sigue habiendo zonas donde no entra internet. Así, mientras que la virtualidad puede ser una excelente opción para llegar a áreas alejadas de Bogotá, puede que no lo sea tanto en las ciudades más distantes.

Otro factor es que no existen tantas carreras: de 11.798 programas acreditados ante el Ministerio de Educación, 597 corresponden a metodología virtual, es decir apenas el 5% del total de los ofertados y ello obedece en buena medida a que muchos no logran pasar los estándares mínimos que exige el Gobierno para obtener el registro calificado.

En particular, se ‘rajan’ en disponibilidad de profesores de planta. “La virtualidad no es dejar ahí el contenido (colgado en la web), necesitamos cada vez más interacción; a los jóvenes, que son digitales, no les puede poner un PDF plano, ya que la nueva tecnología da para tener hasta 20 estudiantes en pantalla simultáneamente o en sesiones de chat; hay muchas opciones y esto obliga a ser mejor que los profesores tradicionales”, apunta la Viceministra.
Así mismo, se trata de programas que exigen más disciplina, dedicación y puntualidad de parte de los alumnos; no en vano es la modalidad con mayor deserción (21,29%).

Pero Ruiz aclara que, más que contar con una oferta abundante, los desafíos son mayores en el sentido de que la educación superior, y esta en particular, sea pertinente, se incorpore a los procesos regionales de desarrollo y contribuya a lograr más equidad.
“En ese sentido, tiene que ser un ejercicio de abajo hacia arriba, una construcción que permita formar la gente en lo que pueda ejercer”, dice la funcionaria. Según ella, no es el Mineducación el responsable de definir qué carreras se necesitan, sino que el mercado manda los mensajes al respecto y las universidades los recogen.

No obstante, en la actualidad sí hay una apuesta fuerte de esta cartera por avanzar en la virtualidad. Uno de los componentes de ese esfuerzo es el plan de educación rural, una de cuyas estrategias son las alianzas para la educación. Ya se han celebrado 48 pactos de este tipo en el que se aúna el esfuerzo del Gobierno Nacional y de las administraciones regionales y locales con el de las instituciones educativas y las comunidades. “Cada uno pone lo que tiene”. Una de las exigencias allí es aplicar modelos educativos flexibles que combinen componentes virtuales con clases y prácticas presenciales.

El otro aspecto es que la virtualidad no es la respuesta a raja tabla, sino que habría que considerar la posibilidad de combinarla con otras metodologías. Por ejemplo, hay zonas donde lo único que entra es la radio y por tanto merece no echarse al olvido.

El director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades, Carlos Hernando Forero, afirma que hoy día no es discutible si se debe usar o no la tecnología, porque es evidente que esta resulta esencial para brindar más posibilidades de educación a la gente, pero asiente que “no es una fórmula mágica automática”.

 “La tendencia es que los programas presenciales tengan un componente de virtualidad y al revés, de forma que se complementan, no se oponen. Lo importante es un diseño que dé garantía de la calidad y de las competencias que las personas que se están formando tengan para desempeñarse en el mundo laboral”, dice.

Por otra parte, también depende del tipo de usuarios en cuanto a edad, zona geográfica y otras condiciones. Por ejemplo, mientras que para personas adultas que trabajan es ideal lo virtual, para los jóvenes puede que no lo sea tanto, porque necesitan más contacto social.

DUDAS SOBRE EXTRANJEROS

Carlos Hernando Forero y Natalia Ruiz advierten de la proliferación de programas virtuales desde el exterior cuya calidad deja mucho que desear, hasta el punto de que ofrecen doctorados en menos de un año. El problema es que el único control legal en el país es negar la homologación cuando el graduando se acerca a homologar el título.

También, Forero señala que a la educación virtual no se le puede aplicar el mismo rasero de la presencial. Para él habría que centrar el énfasis en la evaluación de los materia-
les producidos, generar herramientas para garantizar que quien presenta las evaluaciones sí es el alumno matriculado, evaluar el desempeño de los egresados bajo esa modalidad en las Pruebas Saber Pro y en el mundo laboral.

Fuente de la noticia: http://www.portafolio.co/economia/educacion-virtual-un-camino-que-apenas-inicia-en-el-pais-516662.
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