América del Sur/Uruguay/Por Martín Otheguy/Fuente: www.montevideo.com.uy.
«La mente humana no debe ser enseñada a hacer lo que puede hacer una computadora», dijo a Montevideo Portal Joy Tan, manager de Marshall Cavendish Education, que llegó al país para difundir el método que llevo a Singapur al tope de las pruebas PISA.
Las pruebas PISA, las mismas que generan año a año un debate público en nuestro país por los pobres resultados obtenidos por los estudiantes uruguayos, tienen a Singapur en el tope de sus rankings. Según los resultados de estos estudios llevados a cabo por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), los alumnos de este país son los mejores a la hora de resolver problemas, un logro que no es casualidad.
La explicación de este fenómeno, aseguran las autoridades del país asiático, está en el método Singapur (Singapore Math), un conjunto de técnicas de aprendizaje que cambia el paradigma tradicional de enseñanza de las matemáticas. Desde el año 2015 un grupo de colegios privados comenzó a implementar esta técnica en Uruguay. 6.000 estudiantes aplican esta metodología en nuestro país, que pasa ahora también a la esfera pública gracias a una experiencia piloto en algunas escuelas públicas.
Detrás de la popularización de estas experiencias se encuentra Marshall Cavendish Education, una empresa originaria de Singapur que se especializa en soluciones de aprendizaje y libros de texto educativos. Sus responsables aseguran que los niños que comenzaron a aplicar el método en Uruguay tuvieron un cambio perceptible. No solo les va mejor: las matemáticas también le gustan más y aprenden que hay muchas maneras de resolver los problemas.
¿Pero en qué se basa exactamente este método? La manager general de Marshall Cavendish Education, Joy Tan, asegura que no es en realidad un método «sino más bien una combinación de diferentes teorías de aprendizaje», que «se unen en un sistema único».
Durante su pasaje por Uruguay, Joy Tan conversó con Montevideo Portal sobre las características de la metodología y cómo podría cambiar el futuro de la educación en Uruguay.
«El mundo está cambiando muy rápido», aseguró. El ámbito laboral «no es el mismo de hace unos veinte años, y ha habido mucha discusión sobre la necesidad de cambiar la educación para que esté en línea con lo que se requiere en el trabajo». Del mismo modo, también se discute «la necesidad de desarrollar habilidades mentales de siglo XXI», agregó la especialista.
El método Singapur, asegura, «no trata sobre procedimientos de cálculos, porque las computadoras pueden hacer eso hoy». Tan cree que la mente humana no debería ser enseñada a hacer lo que es tarea de las computadoras, sino a resolver problemas. «El principal objetivo del método Singapur no es enseñar matemática en sí, sino desarrollar la capacidad intelectual de una persona y el pensamiento abstracto», apuntó.
Sobre el funcionamiento
El método Singapur tiene algunas características centrales. «La más fácil de observar es el enfoque concreto pictórico abstracto, desarrollado por el psicólogo Jerome Bruner. En este método, los niños comienzan a entender las ideas matemáticas ‘haciendo’. Usan objetos concretos, como cubos, monedas o manzanas», dijo Tan, con lo que comprenden en forma «tangible», por ejemplo, cómo se forma el número 3, creando diferentes combinaciones.
Una vez logrado esto, trabajan con representaciones pictóricas (fotos o dibujos) y finalmente pasan a las representaciones matemáticas abstractas, como los números y los signos de más, menos, igual, etcétera. «Este enfoque progresivo ayuda a entender en forma más profunda los conceptos matemáticos», aseguró la responsable de Marshall Cavendish Education.
Otra característica única del método Singapur es que «es muy visual». Conceptos matemáticos se manejan ahora a través del enfoque del «modelo de barras», que según Tan permite que cosas que se trabajaban solo en Secundaria son resueltas ahora por niños de Primaria, porque «tienen una comprensión más profunda de los conceptos y pueden ahora hacer cosas en una forma muy visual sin tener que recurrir a conceptos abstractos como el álgebra». En lugar de aplicar fórmulas, los estudiantes ven las operaciones matemáticas con una base visual, como en este caso las barras para ilustrar los cálculos.
Otro aspecto interesante es su «sistema en espiral (incrementando los niveles de complejidad)», ya que no se enseña todo en un solo módulo. Por ejemplo, indicó Tan, se enseñan parcialmente las fracciones, se introducen otros conceptos y luego se avanza en forma progresiva, retomando las fracciones más adelante.
Crece desde el pie
Siempre es mejor, dijo la especialista, comenzar a enseñar esta técnica desde que los niños son pequeños, porque empiezan de cero sin tener que cambiar los conceptos ya formados, pero es posible igual hacer una transición en todo tipo de niveles si hay voluntad de los educadores.
En la experiencia de Marshall Cavendish en Estados Unidos, notaron que los niños se entusiasman más con el estudio de las matemáticas gracias a que pueden «jugar con los materiales». «Están más motivados porque no se trata ya de ideas abstractas», explicó. «Disfrutan más las matemáticas y adquieren más confianza. Notamos que en comparación con los métodos tradicionales, los niños no se rinden tan fácilmente cuando se enfrentan a problemas difíciles. Si no lo resuelven de primera, lo intentan de otras formas. Y no tienen tanto miedo a los problemas como antes», dijo.
Hay también una comprensión más profunda por parte de los niños, que resuelven problemas mejor que alumnos de más edad que aprendieron mediante la forma tradicional.
«Definitivamente Uruguay puede mejorar en las pruebas PISA» si aplica el método, señaló Tan, que aclaró que Singapur está al tope en lectura, matemáticas y ciencia, según las cifras de las últimas pruebas.
Pero no solo los niños deben aprender este nuevo método, para que sea exitoso. También los educadores. Según Tan, en Estados Unidos han sido los padres, en muchas ocasiones, los que presionaron para que la metodología comenzara a aplicarse. En otros, la voluntad de los directores de algunas instituciones que creen en esta técnica fue esencial para que se implementara.
«Los maestros tenían miedo al comienzo y no se despegaban del manual, pero algo satisfactorio y alentador es haber escuchado a profesores decir que no son solo los niños los que mejoraron sus matemáticas. Ellos también, y se sienten más seguros luego de usar este enfoque», concluyó.
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