Por: Gabriela Azar.
Existe en la actualidad un consenso consolidado sobre la importancia de una renovación y una recuperación de pedagogías bien definidas y operativas. También, es necesario redefinir la identidad y el rol docente.
2018 ha sido un año de profundos replanteos de la educación nacional. Su arco integra desde cambios en las miradas sobre temas inherentes hasta lo que se debe enseñar en materias tales como matemática, normativas específicas para rever los niveles de calidad de la oferta de formación docente acompañada recientemente de la creación de una Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación de la Calidad de la formación docente, la aprobación del proyecto de ley que dará factibilidad a la creación de la Universidad de la CABA, el pedido de reforma de la ley de Educación Sexual Integral, la inclusión y equidad como compromisos en todos los niveles educativos, la reformulación de diseños para enfatizar capacidades, los cambios propiciados en los reglamentos académicos, marco de evaluación, la inclusión de la discapacidad, entre otros amplios, diversos, ricos y varios temas que plantean innovaciones que aún no están del todo perfiladas y claras.
Sin embargo y a pesar de estos notables esfuerzos por mejorar la calidad educativa en Argentina, estas buenas noticias, chocan muchas veces con una realidad que se juega en cada provincia, en cada localidad, en cada distrito de acuerdo a las fácticas posibilidades que la política y la economía permiten. Así lo decía el maestro Juan Carlos Tedesco, aludiendo a que la educación tiene una fuerte mirada política que permite su avance o retroceso.
Pasamos por paritarias permanentes que son necesarias para garantizar un salario digno, pero muchas veces se soslayan los temas relevantes que tienen que estar en la escena de la política educativa y que no permiten subir la mirada y discutir las grandes cuestiones tales como la secundaria que necesitamos repensar, los métodos innovadores para enseñar en contextos de cambio e incertidumbre, los impactos de las tecnologías de la información y comunicación que generan hoy nuevos desafíos a la escuela, la inclusión de la discapacidad, las aulas heterogéneas, los nuevos modos de enseñar y de aprender, las responsabilidades de la profesión docente para que todos los estudiantes aprendan lo que deben aprender en tiempo y forma, entre otros.
Existe en la actualidad un consenso consolidado, tanto en los ámbitos de las políticas educativas y de la gestión institucional como en el campo académico, sobre la importancia de una renovación y una recuperación de pedagogías bien definidas y operativas. Esto conlleva una nueva mirada desde un humanismo sobre la educación que permita incluir a todos, promoviendo un Aprendizaje Inclusivo y Efectivo (AIE) de calidad, igualitario, plural, libre y en diálogo con distintos contextos y culturas.
Es necesario redefinir la identidad y el rol docente, pensar en renovados objetivos y desafíos, desarrollar nuevas aptitudes que permitan adecuarse a las nuevas necesidades y demandas formativas de la población escolar.
El docente es quien tiene un rol central y para ello es necesario desde el Estado y la sociedad brindarle un espacio, un reconocimiento, los valores y las herramientas necesarias para su labor como profesional de la educación.
Interrogantes que nos interpelan
– ¿Cómo serán los trabajos del futuro y qué perfiles formativos serán requeridos?
– ¿Cómo transformar la enseñanza para dar respuesta a las actuales demandas del mundo laboral o del mundo de los saberes universitarios?
– ¿Qué valores humanos deberemos sostener como ciudadanos del mundo?
– ¿Cuáles serán los formatos de enseñanza y de aprendizaje?
Para responder a estas preguntas, la formación docente renovada requiere una profunda revisión y reconversión de modelos y de recursos. Algunas estrategias para formar a los docentes que el nuevo milenio necesita y mejorar la calidad educativa son:
– Asunción de un nuevo modelo pedagógico centrado en aptitudes, afín a la identidad que se pretende: nueva ética docente, perspectiva social, presencia de la visión humanista, efectividad en los aprendizajes.
– Atención a la dimensión de justicia social e inclusiva del modelo: promoción de una ética que postule que todos pueden aprender óptimamente y que hay que organizar la enseñanza para desarrollar todas las estrategias necesarias hasta lograr este objetivo. Esto implica superar viejos planteos de modelos educativos y apostar a una visión de la enseñanza efectiva para y en la diversidad.
– Desarrollo de estrategias para reclutar, renovar y consolidar de forma sistemática y permanente un claustro docente con un carácter fuerte y la asunción del modelo pedagógico centrado en aptitudes.
– Concentración en la formación y la carrera docente efectiva, que atienda simultáneamente a la formación de directivos, profesionales, funcionarios e investigadores de la educación.
– Consolidación de una visión que permita intervenir distintivamente en los debates educativos, político-institucionales y académicos desde un humanismo social-cristiano, abierto al diálogo y actualizado.
– Gestión en red con otras instituciones. Esto permitirá la consolidación de una comunidad de referencianecesaria para desarrollar un modelo pedagógico intensivo, inclusivo y efectivo que, a su vez, proveerá recursos y alumnos para los programas que se ofrezcan.
– Evaluación por aptitudes y niveles de logro con la finalidad que todos aprendan óptimamente.
– Diseño de programas formativos semipresenciales y virtuales con la finalidad de ampliar la cobertura a diversos públicos e instituciones, renovar el modelo pedagógico mediante la inclusión sistemática de la tecnología y el uso de entornos virtuales de aprendizaje y responder a las demandas que llegan de distintas provincias.
– Diseño de aulas virtuales para formar en el uso de las nuevas tecnologías aplicadas.
– Enseñanza y aprendizaje validados con estrategias novedosas y mucha interacción entre docente y estudiantes y entre pares.
– Tutoría para personalizar el proceso de enseñanza y maximizar resultados de aprendizaje.
– Nueva ética docente, maestros responsables del aprendizaje óptimo de todos los estudiantes.
2018, sin duda, fue el año en el cual mayores esfuerzos se realizaron para repensar la formación de maestros y su didáctica al servicio de una educación de calidad para todos.
Fuente de la reseña: https://tn.com.ar/opinion/temas-relevantes-de-la-educacion-en-la-argentina-en-2018_927758