Por: Katia Rejón.
La sexualidad no es sólo reproducción y órganos sexuales
“La educación sexual es absolutamente insuficiente y deficiente”, dice la doctora Sandra Peniche Quintal, la primera mujer profesionista sexóloga en el sureste del país y directora de la clínica Servicios Humanitarios en Salud Sexual y Reproductiva A.C. Ella fue una de las primeras personas que instó a las escuelas a hablar de sexualidad en la península y describe como una odisea hablarle a los estudiantes sobre el tema. “Para mí, la sexualidad es la base de la salud mental y social porque a partir de ahí nos construimos como personas y establecemos vínculos con los demás”, afirma.
Que no hay educación integral de la sexualidad en Yucatán y en el resto del país es una afirmación en la que coinciden especialistas en ginecología, sexología y mujeres entrevistadas. Opinan que los temas de menstruación, métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual, además de impartirse con un contenido menos que básico, es sólo una pequeña parte de lo que significan las 10 letras de la palabra “sexualidad”. No están, mencionan, el placer, los derechos sexuales o la higiene y los cuidados.
El director del Centro de Estudios Superiores en Sexualidad (Cessex), Frederick Santana Núñez, coincide, a grandes rasgos, con Peniche. Opina que no hay educación integral de la sexualidad porque no hay suficientes profesionales que la aborden de manera laica, desmitificante y científica.
“Quienes estudiamos sexología estamos en una constante revisión de nuestros estereotipos y tabúes, y eso que hemos pasado ya por un proceso.
Desafortunadamente, docentes de todos los niveles siguen enseñando con bases sólo biológicas sin tomar en cuenta aspectos sociológicos e históricos. La sexualidad está conformada por muchas otras áreas: médica, cultural, social, sicológica, emocional”, agrega.
La máxima del ciclo de la vida: naces, creces, te reproduces y mueres marca, según los entrevistados, la educación de las personas. “Se le ha quitado este componente primordial a la sexualidad que es el placer contigo misma y con otras personas”, dice Santana. Incluso el informe de la Consejo Nacional de Población del 2016 titulado Situación de la salud sexual y reproductiva de México se centra únicamente en temas como la anticoncepción, fecundidad y embarazo.
La doctora Peniche asegura que las consecuencias de esto es poner en una condición de vulnerabilidad a la niñez y la juventud. La sociedad en general va reproduciendo mitos: que si no hay penetración, no hay enfermedades de transmisión sexual; o que todas y solo las mujeres que no desean ser madres terminarán con tumores.
Llegar a la vida adulta y sexualmente activa con desconocimiento del cuerpo ha tenido consecuencias para las mujeres entrevistadas. M.L. fue con seis médicos antes de saber que tenía vaginismo, una condición que provoca que el piso pélvico se tense involuntariamente y que, a decir de M., causa muchísimo dolor físico. Lo supo apenas en enero pasado, aunque desde hace dos años comenzó a buscar respuestas: un médico la mandó a un siquiatra sin explicarle por qué; dicho facultativo tampoco supo decirle qué tenía, otro más le pidió que volviera cuando pudiera tener penetración.
“Ha sido una de las peores cosas que me ha pasado. Me ha traído depresión y preguntarme cosas acerca de mi cuerpo. No tener penetración no había sido importante hasta ahora porque me di cuenta de que la gente piensa que si una mujer no puede tener penetración, entonces no está completa”, dice en entrevista.
Dejó de ir con el último doctor porque los ejercicios que le recomendaba estaban enfocados en que pudiera tener coito, pero antes de eso ella quiere usar tampón, ponerse una copa menstrual, pensar en embarazarse o hacerse revisiones médicas como una colposcopia.
“No se trata de eso [penetración], se trata de tener control sobre mi cuerpo. Algunos doctores asumen que no he tenido sexo en mi vida por esta idea falocentrista de que si no tienes penetracion no puedes tener placer sexual”, explica. Aunque es una condición que se puede tratar, en Mérida le ha costado mucho trabajo encontrar ginecólogos expertos en el tema.
También ha intentado contactar a más mujeres, pero todavía no conoce a otra en la ciudad. M.L. dice que esto es estadísticamente imposible, pero tampoco hay estadísticas oficiales sobre cuántas mujeres tienen esta condición. Ensayos académicos calculan que entre un dos y cinco por ciento de la población femenina la padece. Es probable que no estén diagnosticadas o, como dice M., normalicen los síntomas antes de ir con un especialista. De las cosas que le hubiera gustado saber en la escuela está el conocimiento de cómo funciona su cuerpo y lo que tiene que hacer para cuidarlo.
El cuerpo de las mujeres y su sexualidad
“Tú no conociste al doctor Erosa Barbachano pero él ponía empeño en la educación sexual y les enseñaba a los hombres, no a las mujeres, cómo lavarse el pene; sobre todo para los que tienen prepucio, pero ahora ni eso. Las sotanas, que tienen que ver con el control de la población y el abuso de las mujeres, han impedido que haya un avance como debiera de ser del siglo pasado hasta la fecha”, cuenta la doctora Sandra Peniche.
Me recuerda que seis meses antes de que yo naciera se reconoció mundialmente a las mujeres como seres humanos con derechos. Hasta 1993 se pensaba que los derechos de los hombres englobaban los derechos de todos los demás sectores y sus necesidades eran las mismas que las de todas las personas.
“El terreno recorrido desde entonces a la fecha es corto, y ese es un factor del problema que hay en la salud pública y mental. No se puede entender la depresión de las mujeres sin hablar de sexualidad, reproducción y derechos violados”, afirma la doctora Peniche.
P.J. tuvo tres veces cistitis, inflamación de la vejiga urinaria, con intervalos de dos o tres meses cada una. La tercera vez fue con un urólogo quien afirmó que era “muy raro” lo que le pasaba y concluyó que la vagina infectaba las vías urinarias.
“Me mandó a hacer papanicolau, que no tiene relación alguna, y hasta baños de asiento. El segundo urólogo me sugirió una dosis más fuerte de pastillas y si no, tendría que hacerme cirugía. Mandé mail a un tercer urólogo diciendo que mi esposo estaba desesperado porque no podíamos tener sexo [P.J. es soltera] y entonces me atendió muy bien y me mandó a hacer exámenes de laboratorio”, explica.
P.J. investigó por su cuenta y encontró documentos de investigación médica donde explicaba que era un padecimiento muy común entre las mujeres en etapa de premenopausia y activas sexualmente.
“Todas las bacterias o bichos que viven en los intestinos ‘colonizan’ el área perineal, así que terminan infectando las vías urinarias durante el coito. Lo solucioné yo sola con una costumbre india -de la India, me han dicho- : Lavándome el culo en lugar de limpiarme con papel después de ir al baño”, termina.
Otras mujeres compartieron experiencias de malos diagnósticos, tratamientos con demasiados efectos secundarios, falta de empatía e información completa de los diagnósticos y padecimientos, así como de las reacciones que pueda tener un medicamento en el cuerpo y sus secuelas en la salud.
“Estuve al borde del suicidio. Fui a sicólogos, siquiatras (…); mi ginecóloga lo sabía pero supongo que no era importante para ella. Luego de dos años le dije que uno de los efectos secundarios en la caja del anticonceptivo que ella me recetaba era la depresión y no quería seguir tomando ese medicamento. Ella me dijo que no creía que fuera mi caso. Dejé el anticonceptivo y a esa ginecóloga, y volví a cantar”, dice otra entrevistada que prefiere omitir su nombre.
“Todo el personal médico debería sensibilizarse en estas situaciones, pero de entrada no está en su matrícula la sensibilización o inteligencia emocional. Hay un estudio de la doctora Cecilia Leo que es una propuesta para que el personal médico tenga más empatía y humanización al momento de dar diagnósticos. No todo es malo, hay especialistas en ginecología que tienen otra mirada”, confirma Santana.
Además de la falta de confianza con los profesionales de la salud sexual, así como una desinformación en temas de educación sexual, algunas mujeres entrevistadas confesaron una desconexión con sus cuerpos, quizás desde la educación en casa. “Nadie me dijo que era tan importante saber eso, o a lo mejor tenían miedo de que explorara mi sexualidad”, dice otra mujer de 23 años.
La doctora Sandra Peniche ve con preocupación que las mujeres adopten modelos masculinos de comportamiento sexual donde prevalece el irrespeto, abuso y violencia sin que haya una verdadera reflexión sobre sus cuerpos.
“Somos usadas y lo peor que nos puede pasar es que nos usemos en el mismo contexto de los hombres a nosotras mismas”, dice.
El cuidado del cuerpo
El responsable del programa de Cáncer en la Mujer en Yucatán, Jorge Arturo Rubio Cejas, opina que sí hay un esfuerzo de otorgar educación sexual pero el acceso a información incorrecta o la prevalencia de los mitos en torno al tema hace que llegue en menor grado. Coincide en que en algunas ocasiones los estilos de vida son irresponsables en cuanto a la salud sexual y la percepción de riesgo de las personas no es alta, es decir, piensan que no les ocurrirá a ellos.
Cuando las personas comienzan la vida sexual es cuando se exponen a embarazos o enfermedades de transmisión sexual, es por eso que en esta etapa tanto hombres como mujeres deben iniciar sus exámenes periódicos. La edad promedio del inicio de la vida sexual de las mujeres oscila entre los 17 y 18 años de edad. En el caso de las jóvenes con bajo nivel de escolaridad, tienen una mayor posibilidad de ser madres a una edad más temprana.
El examen del papanicolaou, así como otras revisiones anuales tales como la exploración y autoexploración mamaria son fundamentales en el cuidado de la salud sexual de las mujeres. Los expertos aseguran que en general la prevención es algo que no es frecuente. “Si no tienes una enfermedad, ¿quiénes van a sus chequeos? Es impresionante ver que hasta que uno no siente un dolor, no va al médico. No sólo de la salud sexual, a que chequen el azúcar, o a ver si me falta algo. Lo sexual es todavía menos común ¿que yo me vaya a hacer un papanicolau, una prueba de sífilis, de VIH sin un solo síntoma? Muchas de esas infecciones a veces son silenciosas y asintomáticas”, comenta Frederick Santana.
Los tumores malignos son la tercera causa de muerte en las mujeres a nivel mundial, y los más comunes aparecen en las mamas, en el cuello uterino y le sigue el cáncer de ovario en tercer lugar. Le ocurre sobre todo a mujeres entre 25 y 64 años por lo que las campañas de salud se centran en estas edades, comentó Jorge Rubio Cejas, del programa de Cáncer en la Mujer en Yucatán.
En Yucatán existen campañas de programas nacionales para la prevención del cáncer cervicouterino y mamario.
Jorge Arturo Rubio Cejas apuntó que el estado tiene tasas de mortalidad por debajo de la media nacional en el caso de cáncer cervicouterino; y por arriba de la media en el caso del cáncer de mama.
En los dos casos es posible detectar a tiempo. El cáncer de mama tiene un factor genético, entre otros factores de riesgo como atrasar o no dar lactancia, la obesidad, el cigarro y el alcohol. Sucede sobre todo entre mujeres de los 25 a los 69 años de edad por lo que a partir de los 20 años Rubio recomienda una autoexploración mensual y una exploración de rutina, pues con especialistas la probabilidad de encontrar nódulos más pequeños es mayor a la de la autoexploración.
A partir de los 40 años de edad se recomienda hacer el ultrasonido y la mastografía, también se puede solicitar el ultrasonido antes de esa edad si se cuenta con algunos factores de riesgo.
Explica que en Yucatán las mujeres pueden hacerse exploraciones médicas en los centros de salud, y si hay algún indicio de probabilidad, una mastografía en Mérida, Progreso, Valladolid y en una unidad móvil, pero sólo después de haber sido canalizadas por parte de un médico del centro de salud.
“Muchas veces vienen mujeres del interior del estado que nunca antes habían venido a Mérida y las dejan solas. Llegan a un lugar nuevo, ven un aparato enorme y, el procedimiento puede ser incómodo: las van a tocar médicas, les pedirán que tomen posiciones incómodas, probablemente sientan dolor”, agrega.
Comenta que en el Hospital O’Horán hay una Clínica de la Mujer para usuarias del seguro popular donde ofrecen servicios de colposcopia, ginecología, oncología, entre otros para atender cáncer de mama, ovario y cuello uterino.
Para éste último, menciona, no hay un proceso para intervenir antes de que se manifieste.
VPH: muertes que se pueden evitar
Una mujer va por primera vez al ginecólogo a los 25 años de edad y es diagnosticada con papiloma humano. Todo lo que sabe de ese virus es que es mortal y causa del cáncer cervicouterino, ignora que existen más de 200 tipos de VPH y que casi todas las personas sexualmente activas se contagian de algún tipo de este virus a lo largo de su vida.
Todavía más: que cerca del 80 por ciento de los hombres son transmisores del virus en algún momento de su vida.
En el 2013, el Instituto Nacional de Salud Pública de México publicó en su página oficial una declaración del doctor Aurelio Cruz Valdez, titular de esa dependencia en ese entonces: “Hay cifras muy reveladoras sobre la salud en etapas juveniles, como el hecho de que 95 por ciento de las mujeres menores de 30 años con vida sexual activa ya hayan tenido una infección con Virus de Papiloma Humano.
La mayoría llega a controlarlo con su propio sistema inmune, pero aquellas que no logran controlar el virus terminan por desarrollar cáncer temprano”.
Para este reportaje fueron entrevistadas cuatro mujeres diagnosticadas por VPH, todas relacionaron su diagnóstico con cáncer. En algunas ocasiones, dependiendo del grado de la lesión por VPH, ésta puede ser autoeliminada por el sistema inmunológico o motivado por una biopsia.
En otros casos, es necesario un tratamiento más invasivo pero el cáncer cervicouterino causado por el VPH puede ser evitado cuando se detecta a tiempo pues su evolución es muy lenta, ginecólogos mencionaron un lapso de hasta 10 años.
Aún así, en México se registran entre 4 mil y 6 mil casos al año de cáncer cervicouterino y cada día fallecen entre 11 y 13 pacientes, de acuerdo con la doctora Lucely del Carmen Cetina del Instituto Nacional de Cancerología.
Rubio apunta que los factores de riesgo son las infecciones vaginales recurrentes, falta de tratamiento adecuado, múltiples parejas sexuales sin condón, el alcohol y el cigarro. “Pueden dar una infección por el virus mas no tener cáncer. El cáncer es un proceso que puede tardar hasta 10 años, pero si hay factores de riesgo es más rápido el desarrollo”, agrega.
Para detectar el virus del papiloma, las mujeres de entre 25 y 36 años deben hacerse un papanicolau anual; y de 35 a 64 se les hace una prueba PCR. Si hay lesiones, entonces el especialista manda a una atención colposcópica para analizar si se trata de VPH y en qué grado. Cuando el cáncer es muy avanzado, se turna a oncología.
“Algunas mujeres no pueden acceder a un centro de salud y es la población a la que damos apoyo pero también cubrimos a otras usuarias. En el caso de las mujeres en poblaciones alejadas hay caravanas de salud cuya frecuencia es de acuerdo al calendario, puede ser cada semana o cada dos semanas y programan a las pacientes”, indica Rubio Ceja.
Los hombres tienen la facultad de embarazar y enfermar, explica la doctora Peniche, ya que las mujeres heterosexuales no tienen otra manera de adquirir enfermedades si no es a través del coito.
“No hay responsabilidad para ellos porque su propia anatomía les protege. La diferencia biológica es que toda la vagina y la vulva es mucosa, y a la mucosa entra lo que sea; para que el cuello se lastime también tiene que ver con trastornos hormonales y violencia coital. Entonces, cuando a las mujeres les dicen sus esposos: te dio cáncer cervicouterino, deberían contestar: no, tú me lo pegaste”, reclama.
Desde hace años, la asociación que dirige tiene una campaña de prevención tanto para hombres como para mujeres. A través de la colposcopia y el papanicolau se pueden detectar lesiones por el virus del papiloma, pero es necesario que acudan a las revisiones periódicas pues no hay síntomas.
“La colposcopía en el primer nivel de atención porque puedo detectar muchísimo antes de que salga en el papanicolau porque las lesiones se ven antes que eso. Tiene que haber una campaña de educación y promoción de conocimiento público, se tiene que garantizar que por todos los medios se hable de esto e incluir a los hombres, decirles: eres responsable de no infectar”, agrega.
Las campañas de prevención son una alternativa a la falta de educación sexual integral en las escuelas y una posibilidad de ampliarlo a las personas no escolarizadas. Rubio Ceja dice que las campañas de VPH dirigidas a los hombres suelen ser las mismas que las de VIH, pero específicamente las de papiloma son orientadas a las mujeres porque ellas son las afectadas. “Pero es un buen punto el que se está mencionando, incluir a los hombres en las campañas de concientización, al fin y al cabo es una enfermedad de transmisión sexual”, coincide.
“Los hombres podemos tener VPH y en menor medida sucede algo. Sí hay muertes por cáncer de pene pero es menos común y tiene que haber muchos factores de riesgo. Es mucho más sencillo y visible detectar una lesión en los hombres, en el caso de las mujeres las lesiones son internas”, plantea.
Algo importante es que aunque existe ya una vacuna contra VPH para las personas menores de 25 años, ésta no protege de todos los virus del papiloma, no protege de hecho de los más comunes en la entidad, de acuerdo con la doctora Peniche. Rubio Ceja añade que protege de los más cancerígenos, aunque esto no significa que otros tipos de VPH menos oncogénicos no puedan derivar en cáncer.
La educación sexual en el futuro
Por último, el director del Cessex afirma que la nueva reforma de educación contempla la educación integral de la sexualidad como algo transversal, laico y científico. En abril pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue cuestionado sobre el tema y contestó que el contenido será dictado por pedagogos y expertos y tendrá siempre un respaldo científico y no dogmático.
Mientras tanto, en México surgen proyectos como la Pussypedia, una enciclopedia gratuita, online y bilingüe sobre la vagina hecha por 200 expertas en la materia. Porque no hay hasta ahora un libro de biología lo suficientemente grande para explicar la atrofia vulvovaginal, la barrera dental de látex, la congelación de óvulos; con una carta de derechos sexuales, el consentimiento y la advertencia de los efectos secundarios de productos tan promocionados como las duchas vaginales.
La sexualidad, dicen los que saben, es más que el coito y los órganos reproductivos, es todo el abanico de características físicas, emocionales y psicológicas de una persona, y todavía no se ha abierto del todo.