Por: Bartolomé Miranda Jurado
Si adoctrinar es inculcar a alguien determinadas ideas o creencias, es ingenuo discutir sobre quién adoctrina o deja de doctrinar mediante el sistema educativo pues, según esto, la educación, por sí misma, conlleva adoctrinamiento. Por tanto, todo sistema educativo, del régimen o sistema político que sea, incluye, además del conocimiento de determinadas disciplinas científicas, la transmisión de ideas, actitudes y valores relacionados con la moral, la política, el civismo, etc. Es más, cada régimen político, cada gobierno, utiliza el sistema educativo como instrumento de reproducción social, política, económica e ideológica, siempre intentando favorecer sus propios intereses, convirtiéndose la educación en un campo de batalla ideológica. La cuestión, es, ¿qué sistema de valores se quiere inculcar?
Los sistemas dictatoriales, sean del signo político que sean, desde posiciones dogmáticas, presentan modelos de pensamiento único en cuanto a ideología y sistema de valores. En España, durante la dictadura de Franco, en una connivencia entre el poder político y la iglesia católica, sufrimos el modelo fundamentalista del nacionalcatolicismo en la educación, donde se imponía como única verdad la ideología y el sistema de valores del catolicismo; a veces, por la fuerza, con castigos y violencia sobre el alumnado. Todos sabemos de los castigos físicos en el entorno escolar por no saber el catecismo o no asistir a algún acto religioso obligatorio.
Los sistemas llamados democráticos, sobre todo desde la proclamación de los derechos humanos, presentan modelos de pensamiento más abiertos, con mayor diversidad en la moral, en los derechos sociales y civiles; pero en cuanto a modelos socioeconómicos, también se utiliza la educación para sacralizar la democracia representativa (formal) unida al capitalismo (economía de mercado) como mejor sistema posible, transmitiéndose la idea de que la economía no tiene ideología y de que no puede haber más democracia que ésta, ignorando las posibilidades de una verdadera democracia: participación efectiva de los ciudadanos en las decisiones políticas (democracia directa o participativa) y democracia económica (mayor igualdad y justicia social).
Todos los sistemas educativos, por la ideología que impregnan sus leyes, conllevan adoctrinamiento, aunque, por supuesto, es preferible una educación en un sistema democrático que en una dictadura pues, al amparo de los derechos humanos, se favorece más el desarrollo integral de la personas, se ofrece mayor diversidad de perspectivas en diversas temáticas, mayor libertad para pensar y opinar, razonamiento crítico, etc. Por su parte, el profesorado, según el régimen político el que lleva a cabo su labor, según la legislación educativa correspondiente, según su propia ideología y sistema de valores, influye de una u otra manera en este adoctrinamiento.
En nuestros país, en las últimas semanas, se ha levantado una polémica mediática sobre el derecho de los padres a decidir acerca de los contenidos que se imparten a sus hijos, el llamado “veto o PIN parental”, en relación a actividades relacionadas con la igualdad de género, la violencia contra la mujer o la diversidad sexual, tratándose de contenidos incluidos en los programas educativos a través de determinadas materias o como contenidos transversales y competenciales, teniendo como objetivo inculcar valores y actitudes de libertad y respeto,
Se trata de una polémica artificial, llena de informaciones falsas sobre la enseñanza y actividades relacionadas con esas temáticas que llevan años impartiéndose en las aulas. No hay una problemática real en los centros educativo al respecto. Lo que ocurre es que un determinado sector de la sociedad, relacionado con la derecha política (PP, VOX) y la Iglesia católica, desde posturas dogmáticas, quiere volver al pasado, ese en el que ellos ejercían un fuerte adoctrinamiento sobre toda la sociedad a través de la educación y que, en parte, sigue realizando a través de la enseñanza concertada que gestiona la Iglesia o Asociaciones relacionadas con ella, aunque subvencionada con dinero público. O sea, que los sectores sociales que denuncian adoctrinamiento moral en la enseñanza pública de nuestro país son los que favorecen o ejercen un adoctrinamiento sectario católico en la enseñanza concertada y privada relacionada con la Iglesia.
En realidad, este sector social, lo que quiere es imponer una censura, impedir que el alumnado se eduque en la diversidad y con libertad para su desarrollo integral como persona. Resulta paradójico que quienes ahora, desde un supuesto liberalismo, enarbolan la libertad de enseñanza para reclamar ese “veto parental”, no aceptan esa libertad para otros temas como el aborto, la eutanasia o muerte digna, matrimonios de personas del mismo sexo, el uso de métodos anticonceptivos, la diversidad sexual, etc., saliendo a relucir el fundamentalismo católico del que apenas han salido y desde donde les gustaría, como en tiempos pasados, adoctrinar a toda la sociedad.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=264996