Redacción: La Izquierda Diario
La medida de virtualización del ciclo lectivo ha agudizado una serie de dificultades, tanto para el sector estudiantil, como para el sector docente. En La Izquierda Diario conversamos con Isis Campos, docente de Ciencias de la Comunicación Colectiva.
La Izquierda Diario: ¿Cuál es su perspectiva como docente de la virtualidad del semestre, tal como la propone la universidad?
En realidad, la Universidad no ha hecho propuesta alguna con respecto a la virtualización: emitió una orden, pero precisamente la tarea de construir una propuesta ha dependido de Facultades y Unidades Académicas. Yo te puedo hablar de qué hemos construido en Comunicación Colectiva, donde se decidió partir de un criterio de unanimidad: si en un grupo de 25 personas 24 pueden acceder a tales recursos, y una sola persona no, pues ese no es el recursos que se puede utilizar ¿Por dejar fuera a solo una persona? Sí, porque cada persona importa. Te estoy hablando de una Unidad Académica en la cual los recursos tecnológicos forman parte de los diferentes lenguajes, formatos, procesos y campos de estudio: no creo que tengamos resistencia hacia la virtualización, pero sí ante una virtualización que excluya o que te envíe el clarísimo mensaje de que tu realidad no me importa. Una virtualización coherente con el Estatuto Orgánico es una virtualización inclusiva para el mejoramiento de la calidad de vida de cada persona.
La Izquierda Diario: ¿Qué tipo de experiencias conoce de sus estudiantes que se vean afectados y afectadas por la virtualidad?
La suspensión la aprovechamos para consultar esto a las personas estudiantes, precisamente porque si lo ignorás, corrés el riesgo de diseñar un curso virtual para “nadie”. Las respuestas evidenciaron que una importante cantidad de estudiantes que durante el curso lectivo residen con familiares o alquilando cerca de la U se fueron a la casa de sus padres y madres, donde tienen una cobertura de internet deficiente o simplemente nula. Otro grupo son estudiantes que solo cuentan con planes postpago y dependen de los datos que puedan recargar. En un contexto de crisis económica, poner a optar a alguien si dedica 1.000 colones más a la recarga o comprar una bolsa de arroz, es asegurar un sistema educativo expulsivo.
Una importante cantidad de estudiantes se encuentran en casa junto a hermanas y hermanos que están también en la U, en el colegio y en la escuela; en una carrera demencial por acceder a espacios virtuales que se traslapan en términos de tiempo. En el mejor de los casos, a esto también se agrega personas que teletrabajan. Una gran cantidad del estudiantado carece de una computadora y se enfrentan al reto de hacer reportes, ensayos e incluso exámenes en el teclado de su celular. La presión por el alza en la demanda también provoca “huecos” de señal. Está muy bien que la UCR gestionara con el ICE que el ingreso a METICS no consumiera datos; pero hay un importante grupo de estudiantes que no tiene internet y que, ante la tarea asignada, se ve imposibilitada de acceder a búsquedas. Esta situación se vio agravada por el desalojo de estudiantes de residencias: 800 personas de las zonas más alejadas y socioeconómicamente más vulnerables fueron desalojadas también del acceso a internet, en medio del mando de virtualidad.
La Izquierda Diario: ¿Qué tipo de afectaciones pedagógicas considera que genera la virtualidad del semestre?
Definitivamente es otro soporte. Eso significa que la mediación es diferente y las interrelaciones posibles también son diferentes. Por ejemplo, en mi experiencia, se han dado conversaciones de presentación de los grupos mucho más ágiles y participativas que lo que es posible un primer día de presencialidad. Pero la tarea de que cada conglomerado de WhatsApp se pueda convertir en un grupo de referencia para la búsqueda y la oferta de colaboración (académica, económica y emocional) requiere un trabajo de seguimiento.
En tanto existan personas que se ven imposibilitadas de acceder a una clase (sea esta sincrónica o asincrónica) por razones de falta de conectividades, las afectaciones pedagógicas son innegables. Es gente que no está y como las clases se construyen con el conjunto de personas, es gente que nos hace falta.
También es necesario recordar que el tamaño de los grupos de cada curso, corresponden a una lógica de presencialidad. En la inmensa mayoría de los casos, duplica o triplica el tamaño recomendado de los grupos virtuales, que suelen no sobrepasar las quince personas matriculadas. En ese sentido, la atención y el seguimiento docente obviamente se verá afectado.
La Izquierda Diario: ¿Qué opina de poner la universidad en función de mitigar la crisis? Ya que mencionó que ve esta propuesta como un gigantesco TCU
En mi Unidad Académica tenemos varios años de abordar los cursos con un componente –que varía entre básico y alto- de acción social. En cualquiera de los dos escenarios (un semestres de cursos virtuales o todos los recursos universitarios dirigidos a la atención y mitigación de la crisis), es prioritaria la inclusión y la empatía entre la gente. A las personas que ahora están en diferentes comunidades sin conexión y sin computadora, se les debe resolver y ojalá mediante la dotación de conexiones y dispositivos que formen parte de la beca. Si toda la Universidad se dedica a mitigar la crisis son precisamente estas personas quienes se convierten en personas esenciales porque conocen las necesidades de los sectores más vulnerables.
Fuente: http://laizquierdadiario.com/Habla-el-sector-docente-no-queremos-una-virtualizacion-que-excluya-a-nuestros-estudiantes