Por: Sergio Martínez Dunstan
Los festejos del Día del Niño, Día de la Madre, Día del Maestro serán muy distintas a las anteriores. Serán de otra manera si acaso se llevaran a cabo este año. Al menos serían virtuales porque las escuelas se encuentran cerradas. Sería cuestionable que pasaran desapercibidas. No he visto en los medios de comunicación las campañas como en años anteriores. El Gobierno de la República a través de la Secretaría de Educación Pública han estado más preocupados en la instalación del sistema de educación a distancia para salvar el ciclo escolar ante la posibilidad real de extender el periodo de confinamiento para la mitigación de los efectos de la pandemia. Por muy necesario que así sea es conveniente procurar la interacción humana. Somos seres sociales por naturaleza. En los hechos, se deja de lado, lo fundamental.
Como sabemos, la comunidad escolar (directivos, maestros, padres y madres de familia) le hacían fiesta a los alumnos. Echaban la casa por la ventana. ¿Cómo nos imaginamos, ustedes y yo estimados lectores, un festejo virtual bajo estas circunstancias? Igualmente, los directivos, maestros, padres de familia (al menos con su respectivo apoyo económico) y hasta lo alumnos agasajaban a las reinas del hogar. Y ahora, ¿cómo se conmemorará el diez de mayo? A los profesores los homenajeaban sus alumnos en cada salón de clases de manera particular y en todas las escuelas de manera general con el respaldo de los padres de familia (mamá y papá por supuesto), las autoridades escolares, municipales, locales y federales, la organización gremial e incluso entre ellos mismos. ¿Cómo será ahora este quince de mayo? En todas ellas, danzas autóctonas, bailables regionales, bailes modernos, cantos, juegos organizados, poesías individuales y corales, rifas, tómbolas, discursos de oratoria, declamaciones, regalos, comidas y bebidas, salían a relucir. En esta ocasión. tal vez sean para el próximo año. Muchos hallaron el gusto por algunas de esas manifestaciones culturales tanto que se convirtieron en su vocación. Para otros, tomaron conciencia que ese no era su interés primordial y encauzaron sus esfuerzos hacia su desarrollo profesional. De una u otra manera, fue el pretexto perfecto para ensanchar las oportunidades de los encuentros y se estrecharon las relaciones humanas.
Definitivamente, esta circunstancia por la cual estamos atravesando alteró la vida cotidiana. Afectó también el ámbito social además del financiero, laboral y hasta político a diferencia de hechos similares anteriores. Es un parteaguas. Creo que, al menos en el ámbito educativo, nos referiremos como el antes y el después. Muchas situaciones llegaron para quedarse como por ejemplo las plataformas tecnológicas como soporte de la enseñanza y el aprendizaje y como dispositivo alterno listo para implementarse ante cualquier contingencia como ésta. Pero lo que es recomendable fortalecer, sin lugar a dudas, es el vínculo sociedad, familia, escuela. Probablemente nos encontremos frente al umbral de una nueva configuración, de una reconfiguración.
Cuando volvamos a la normalidad a lo mejor ya no será tan igual en vínculo afectivo entre los paterfamilias, los docentes y los estudiantes. Quizás si, quizás no. Desearía que no se desdibujara, que se tomara conciencia del rol de cada uno. Cuando volvamos a la normalidad quisiera que fuera una mejor relación. Sería imperdonable desaprovechar la oportunidad de convertirnos en mejores seres humanos. Espero que de la emergencia brote como fuente de agua natural la hermandad. Deseo que no todo esté perdido.
Mientras tanto, sigamos disfrutando de la ingenuidad, espontaneidad, y alegría infantil. Que las risas y los gritos de los chamacos vuelvan a retumbar en las escuelas. Que corran, salten, brinquen, jueguen. Que sean felices. Que nos den la esperanza de un mañana y continúen siendo nuestra razón de ser, estar y existir. Mi reino por un niño feliz. ¡Feliz Día del Niño!
Fuente: http://www.educacionfutura.org/mi-reino-por-un-nino-feliz/