En Afganistán, una nota del Ministerio de Educación del 10 de marzo ha levantado una ola de ira en las redes sociales, ya que prohíbe a las niñas de 12 años o más cantar en la escuela. El movimiento «#IamMySong» se lanzó en Twitter con una petición en línea que reunió más de 100.000 firmas. Desde entonces, el ministerio ha retirado su nota, modificándola, torpemente. Pero el daño está hecho y la movilización continúa.
Ahmad Sarmast fue quien empezó el movimiento. Es el fundador del Instituto Nacional Afgano de Música (ANIM), el único centro de aprendizaje musical del país, amenazado por los talibanes, entre otros, desde su creación en 2010.
El 10 de marzo, Ahmad Sarmast tuiteó, con el hashtag #IamMySong: «El acceso a la música y al canto es uno de los derechos humanos y ciudadanos más básicos, ni la discriminación ni el sectarismo deben impedir que las mujeres accedan o enseñen este sublime arte». El tuit terminaba con esta invitación: «Únase a la campaña cantando una canción en apoyo del derecho a la música y a la libertad de las mujeres afganas».
Hace unos días, el hashtag tenía más de 600.000 publicaciones en su haber, y vídeos de mujeres públicas en Afganistán comenzaron a proliferar en la red, como la de Shaharzad Akbar, directora de la comisión independiente de derechos humanos, mirando a la cámara con un velo carmesí en la cabeza.
Numerosos activistas de derechos humanos se manifestaron para exigir la retirada de estas notas enviadas a las escuelas. Y funcionó. El ministerio habló de un error en la redacción, de un malentendido explicando que la nota se refería a niñas y niños, y que se trataba más bien de evitar cualquier reunión por la pandemia de Covid-19. Pero nadie cree estas explicaciones, y la campaña sigue su curso.
Para muchos, la nota del ministerio es una prueba de que dentro del propio gobierno afgano, el conservadurismo religioso es la norma. Es una reminiscencia de los oscuros días del régimen talibán entre 1992 y 1996, que prohibía a las mujeres salir de casa sin burka y sin estar acompañadas por un hombre, un régimen que prohibía la educación de las niñas.
Este paso en falso se produce en un momento en que el gobierno está negociando con los talibanes un acuerdo de paz en Doha. Y según una parte de la población, Kabul debería defender los derechos de las mujeres en estas negociaciones, y ¿cómo podría hacerlo si no lo hace dentro de su gobierno y en los territorios que controla? Los defensores de los derechos humanos y de la educación en Afganistán exigen una investigación sobre lo ocurrido.
Fuente: https://www.rfi.fr/es/oriente-medio/20210315-iammysong-las-mujeres-afganas-se-niegan-a-dejar-de-cantar