Dar a luz en China es un parto: el retraso de la maternidad se convierte en un riesgo para el país

Aunque crecen los incentivos para animar a los padres a aumentar la familia, el alto coste de vida y el cambio de mentalidad en los más jóvenes hace que la tasa de nacimientos continúe cayendo en picado en China

nnie entra en la consulta de su ginecólogo después de varios meses intentando quedarse embarazada. Le atiende un doctor de unos cincuenta años que le pregunta por su edad y por algunos detalles de su vida. «Veo que tienes 31 años. ¿Cómo has tardado tanto tiempo hasta decidir tener hijos? A partir de los 30 años, para una mujer, las cosas comienzan a complicarse, la gente de tu generación ya no piensa en esas cosas», le dice el médico. La joven se marcha algo aturdida.

Como Annie, muchas mujeres en China, especialmente en zonas urbanas, deciden darle más importancia a su vida profesional que a la amorosa al terminar los estudios. Si hace unos pocos años existía una verdadera presión por casarse antes de los 27, especialmente para la mujer que podía caer en la categoría de mujer sobrante o ‘shengnu’ como si fuese un plato de sobras de Navidad, ahora, especialmente en grandes ciudades, rechazan ese estereotipo y prefieren concentrarse en otras cosas. Con cerca de 1.500 millones de habitantes y un mercado laboral con una competencia feroz, mujeres como Annie saben que la profesional es una carrera contrarreloj y su éxito laboral, una prioridad. Originaria de Anhui, una de las provincias más pobres de China, pero que en los últimos años ha experimentado una gran transformación gracias al turismo, la joven tuvo la oportunidad de estudiar en Shanghái y cambiar así su destino. Después de graduarse y acumular una extensa experiencia en el mundo de la publicidad, ahora tiene junto a su socia su propia empresa.

Retrasar la maternidad no es el único factor que ha impactado en la tasa de natalidad en los últimos años. En China existe toda una serie de aspectos históricos, sociológicos y económicos que han contribuido a la caída en picado de los nacimientos en el país. Según el último informe publicado por el Centro Nacional de Estadística, la tasa ha batido récords a la baja en 2021 con 7.52 nacimientos por cada 1000 habitantes. La de China no es una situación aislada, esta tendencia ya hace años que amenaza el futuro de las pensiones en otros países asiáticos como Japón o Corea del Sur sin que se haya conseguido revertir la curva negativa hasta el momento. En el gigante asiático todavía supone un mayor reto cambiar esa tendencia, ya que con semejante volumen de población es muy difícil implementar medidas sociales lo suficientemente atractivas como para motivar a los padres a tener más hijos.

Demasiada presión, un hijo es más que suficiente

Aunque desde 2015 en China se puede tener más de un hijo, hoy las parejas pueden tener ya hasta tres, los más de 30 años de política del hijo único han hecho mella en la mentalidad de los ciudadanos chinos. Tener un solo hijo ha pasado de ser una política pública a convertirse más bien en una costumbre o práctica interiorizada por la mayoría de la población. Muchos padres ven más cómodo no sobrecargarse de responsabilidades y cuando se preguntan si deberían tener más de un hijo la mayoría de los entrevistados responden: «¡Ni hablar!».

«Para vivir en Shanghái tenemos que trabajar muchísimo mi marido y yo. Un segundo bebé me quitaría demasiado tiempo y supondría un gasto excesivo. Eso es algo que no puedo ni quiero asumir. No solo tenemos que tener en cuenta el precio del alquiler o si queremos ahorrar para comprar una casa, a esto hay que sumarle el coste de la educación, sobre todo, cuando vaya a la universidad», sentencia la esteticista de treinta y pico años, queriendo decir que no hay solución.
Haber comprado bitcoins o un piso en Shanghái hace unos cuantos años son de esas cosas que a uno hoy en día le podría haber cambiado la vida. El crecimiento del precio de la vivienda ha sido espectacular en la ciudad financiera, con cifras que rondan hoy los 15.000 euros el metro cuadrado en las zonas del centro. La carga financiera que supone la compra de un piso en alguna de las grandes ciudades es algo que pesa sobre los padres y que las autoridades están intentando mejorar activamente con medidas que incluyen el aumento de impuestos a la propiedad y la regulación del precio de la vivienda.

La educación también ha estado en el punto de mira este último año. Las autoridades, preocupadas por el aumento de los costes educativos que contribuyen a la disparidad de riqueza y que desalientan a las familias a tener más hijos, han prohibido las clases extraescolares con ánimo de lucro. Aun así, en un sistema tan competitivo como el chino, muchos padres siguen pensando que invertir todos sus recursos en un único hijo es una apuesta para asegurarles un futuro exitoso. «Si tengo más de un hijo no tendrá las ventajas de otros chicos o chicas de su edad cuyos recursos de dos generaciones irán todos destinados a él», explica un joven de Shanghái que trabaja como informático en una gran empresa. No es solo una cuestión de dinero sino también de tiempo. «Mi hijo tiene tantos deberes que después de trabajar me toca ayudarlo por lo menos dos o tres horas. A veces hago los deberes por él para acabar antes. No me puedo imaginar tener un segundo», dice un profesional del audiovisual.

Bajas de maternidad e incentivos

Sophie cierra la jornada a las puertas del año nuevo chino; por delante le esperan cerca de seis meses de baja por maternidad percibiendo el salario completo. Como en Shanghái, en muchas otras ciudades los gobiernos provinciales han comenzado a extender las bajas de maternidad para incentivar los nacimientos. Aunque la medida se percibe como positiva y es un avance con respecto a muchos otros países, el hecho de que solo puedan beneficiarse las madres hace temer que también se produzcan algunos desajustes. «Ahora mismo es el gobierno el que cubre la mayoría de los costes por maternidad, no las empresas. Aun así, es posible que algunas compañías se decanten por contratar a más hombres por comodidad. Así no tienen que lidiar con buscar un sustituto o ver que quizá el trabajo se vea interrumpido por algunos meses. Aun así, creo que la iniciativa es muy positiva«, explica Sophie, una administrativa embarazada de 28 años.

La extensión de las bajas de maternidad no es la única medida. A esta se le suman otros incentivos económicos impulsados en todo el país como ayudas a la vivienda o dinero en efectivo al dar a luz. Algunos expertos como el jefe financiero de Soochow Securities, Ren Zapping, han dado un paso más proponiendo incluso imprimir dos trillones de yuanes (314 billones de dólares) anualmente durante una década con el fin de cubrir los costes asociados a los 50 millones de posibles recién nacidos durante ese tiempo. Aunque es muy poco probable que una medida semejante se lleve a término, ya se empiezan a escuchar otras propuestas. En un pueblo de la provincia de Guangdong, Huangzhugen, se anunció el pago de 450 euros al mes desde el nacimiento del bebé hasta los dos años y medio. Si bien esta medida que fue publicada por el diario nacional ‘Global Times’ puede ser bastante atractiva en zonas rurales, donde de por sí las tasas de natalidad no son tan bajas, en las grandes ciudades, debido al alto coste de la vivienda y la educación, no parecen ser un factor decisivo para convencer a los padres de aumentar la familia.

Cambio de mentalidad, los ‘dingke’

Entre las razones para no tener más de un hijo o no tener ninguno no solo están los factores económicos, detrás también hay un cambio de mentalidad. Las generaciones de millennials y zeta tienen interiorizados valores muy distintos a los de sus padres. Tener hijos para honrar a los ancestros forma parte de la tradición del confucionismo, vigente durante siglos, y que desde hace unos años la generación de millennials y, sobre todo zeta, ha comenzado a cuestionarse. Algo que hace que muchos padres chinos al ver amenazada la línea de descendencia no duden en tomar cartas en el asunto. «Mis padres llegaban a llamarnos por la noche para saber si nos habíamos puesto a la tarea de hacer un bebé. Puede sonar exagerado, pero no es una broma. No darles un nieto a los abuelos puede ser un motivo de fuertes discusiones familiares«, cuenta este diseñador de videojuegos que ahora tiene un hijo de tres años.

En los últimos años, hay un nuevo término que ha llegado a popularizarse en Weibo, la red social china similar a los blogs occidentales, son los ‘dingke’. Una palabra que deriva del inglés DINK para referirse a parejas con dos sueldos y sin hijos (‘Double Income No Kids’). Este nuevo fenómeno se ha hecho viral y ha dado pie a animados debates en Internet. En general, los ‘dingke’ son jóvenes de grandes urbes bien acomodados que prefieren vivir la vida sin las ataduras de un bebé, centrarse en su éxito profesional y vida personal. «La relación con mis padres se ha enfriado desde que se han dado cuenta de que voy en serio cuando digo que no quiero tener hijos. Con mi mujer tengo una vida que me satisface: podemos viajar, tenemos la libertad para emprender aventuras profesionales sin la preocupación de mantener a nadie más que nosotros», afirma sonriente el diseñador gráfico y multimedia.

En 2003 una empresa publicó una estadística sugiriendo que podría haber más de 600.000 familias DINK en China. Aunque se desconoce el número actual de parejas en esta situación en el gigante asiático, la Comisión de Planificación Familiar en China ha advertido de que el número se habría incrementado rápidamente en los últimos años. «No somos los únicos DINK. En mi grupo de amigos cada vez somos más y la gente ya no se sorprende», dice Zhou mientras saca su teléfono en una céntrica cafetería de la calle de HuaiHai. «Estos son mis dos perros. Mi mujer y mis mascotas son mi familia y no veo la necesidad de extenderla. Quizá porque hay mucha gente como yo, por eso se ha disparado el crecimiento de la industria de mascotas en estos últimos años», concluye Zhou. Aunque los motivos son dispares parece que China tendrá difícil darle un vuelco a la tasa de natalidad en un futuro cercano.

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