Entrevista con Alejandro Villena, psicólogo y sexólogo clínico: «La pornografía está diseñada para vender, no para la educación ni el placer»

Un experto alerta de que «vivimos en una sociedad hipersexualizada, pero con el peor sexo de la historia»

Jerez de la Frontera

«¿Por qué no? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía» es el libro que está haciendo saltar todas las alarmas en una sociedad cada vez más hipersexualizada, donde cada vez se consume mas porno y a edades más tempranas. Su autor es el psicólogo y sexólogo clínico Alejandro Villena, y ha pasado este martes por los micrófonos de Hoy por hoy de Radio Jerez.

«Adolescentes que se aíslan de su entorno social y ya no disfrutan en sus relaciones sexuales. Adultos que han perdido su empleo y hecho daño a su familia debido a su adicción. Internet y la revolución del smartphone han permitido una difusión masiva de la pornografía; en España, la edad media del primer contacto con este material es entre los nueve y los once años», asegura. El problema es que no somos conscientes de sus consecuencias.

Para empezar, desvela que «casi el 80% de los menores no hablan con su familia de pornografía».

Y el problema arranca desde muy atrás, «porque durante muchos años no se pudo hablar de sexualidad, pero el problema es que nos hemos pasado de frenada permitiendo cualquier cosa y hay que replantear. Tenemos una sociedad hipersexualizada, pero con el peor sexo de la historia: desnudos con Inteligencia Artificial, violaciones grupales de menores… Hay que apostar por una sexualidad sana y libre».

Hasta ahora, la oposición a la pornografía estaba vinculada al puritanismo, pero Villena asegura que «esto no tiene que ver con la censura de la libertad, sino con una apuesta por la libertad. Cuando una persona depende de la pornografía no es libre. Cuando tiene condicionado su deseo sexual o su orgasmo o su placer a la pornografía y luego no puede hacerlo en la vida real, eso no va de libertades sexuales».

Sigue explicando que «cuando estamos hablando de prevenir agresiones, un sexo impersonal, una desconexión de la empatía o una adicción, tiene que ver con la ciencia y la educación, y ayudará a los adolescentes a ser más libres. No tiene nada que ver con moralismos ni con puritanismos».

En su opinión, la adicción a la pornografía «se comporta de manera similar a la adicción a la cocaína. Porque produce un efecto de recompensa y de alivio, un refuerzo positivo de placer y me hace evadirme o quitarme la ansiedad o el aburrimiento.

Aunque hay niveles de adicción, Villena está convencido de que «no hay pornografía sin consecuencias. Evidentemente, no todos los que consumen porno son adictos, pero tiene implicaciones como la asociación con la violencia hacia la mujer, desde la construcción de una erótica basada en la dominación y el sometimiento, unas expectativas irreales, unos cuerpos no cercanos a la norma».

En este punto, señala que «la pornografía no está diseñada ni para la educación ni para el placer, está diseñada para vender porque es un producto de consumo».

Como muestra, un botón: «La pornografia tiene el doble de visitas que Tic Toc o que Netflix. Una de las mayores plataformas porno del mundo, el 70 % de sus vídeos eran de explotación de menores, sin el consentimiento de las mujeres o relacionados con la trata y explotación de personas».

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