Inteligencia Artificial (IA) en el cibermundo -4 de 8-
ANDRÉS MEREJO
Harari propone delimitar el poder de la IA y pone énfasis en el ser humano. Su enfoque va por un replanteo en los temas de educación y el diálogo sobre la IA desde una perspectiva crítica y humanista.
Harari, discurso transido ante la IA
El discurso de Harari sobre los efectos sociales, económicos, políticos, culturales, educativos e históricos que trae la IA, se puede analizar en su texto “Hablamos del posible fin de la historia humana” (The Economist, 03/05/2023). En este artículo el autor expresa no solo preocupación por el avance de la IA, sino el temor, la angustia y lo transido, puesto que esta inteligencia nos puede quitar el poder, la libertad, y la dignidad como sujetos.
Además de esto, nos despojaría del lenguaje – discurso- cultura: “La inteligencia artificial ha adquirido notables capacidades para manipular y generar lenguaje, ya sea con palabras, sonidos o imágenes. Y, al hacerlo, ha hackeado el sistema operativo de nuestra civilización” (Harari, 2023, párr.1).
Pienso que esto, más que un despojo, sería uno de esos desafíos a los que nos enfrentamos los sujetos cibernéticos que investigamos y pensamos de forma crítica e innovadora. Por tanto, se ha de construir el discurso crítico, que no asume como bueno y válido los que se nos presenta a simple vista, como si fuesen signos configurados en trucos de magia sacados de una chistera.
Esto implica que se ha de abordar desde la ciberseguridad lo relacionado al control (ciber) y lo límite, dado que:
En un nivel más prosaico, pronto podríamos encontrarnos debatiendo largamente online sobre el aborto, el cambio climático o la invasión rusa de Ucrania con entidades que pensamos que son seres humanos, pero que en realidad son inteligencias artificiales. El problema reside en que resulta del todo inútil que dediquemos tiempo a intentar cambiar las opiniones sostenidas de un bot de inteligencia artificial, y que, en cambio, la inteligencia artificial puede refinar con tanta precisión los mensajes que tendrá muchas posibilidades de influir en nosotros. (párr.6).
Aquí se ha de precisar que cuando Harari aborda el diálogo con la IA, es con software o programas virtuales que el sujeto cibernético (desarrollador y programador) construye y que va acorde con ese sistema. Esto es la IA Débil (IAD) porque la IA General (IAG), también llamada fuerte se coloca todavía en la ciencia ficción, como la película I A (2001) del director Steven Spielberg.
La teorización sigue su curso en el cibermundo, en el seno de la IA G. Generando hipótesis de que si la máquina, androide o dispositivos requeriría una inteligencia igual a la de los sujetos cibernéticos: conciencia de sí misma, experiencia y la capacidad de resolver problemas, planificar el futuro y aprender incluso mejor que los propios sujetos que viven en ese cibermundo.
Harari propone delimitar el poder de la IA y pone énfasis en el ser humano. Su enfoque va por un replanteo en los temas de educación y el diálogo sobre la IA desde una perspectiva crítica y humanista. La filosofía cibernética, tecnocientífica involucra diversas disciplinas del saber y aboga por una cooperación global para regular la IA y garantizar la responsabilidad ética de esta.
El deja bien precisado: “Aunque no hay ningún indicio de que las inteligencias artificiales tengan conciencia ni sentimientos propios, les bastará con lograr que éstos se sientan emocionalmente vinculados a ellas para fomentar una falsa intimidad con los humanos” (párr.7).
El discurso Harari no quiere repetir lo que todos los investigadores dicen con relación a que la IA puede que sea una tecnología que nos ayude a resolver problemas globales como el cambio climático, las enfermedades o la pobreza. Él va más allá de estas bondades y se preocupa porque esta no se apropie de nuestras capacidades cognitivas, emocionales y creativas.
“De todos modos, ni siquiera esos escenarios logran ofrecer la visión de conjunto. De lo que en realidad hablamos es del posible fin de la historia humana. No el fin de la historia, sólo el fin de su parte dominada por los humanos. La historia es la interacción entre biología y cultura; entre necesidades y deseos biológicos de cosas como comida y sexo, y creaciones culturales como las religiones y las leyes. La historia es el proceso mediante el cual las leyes y las religiones moldean la comida y el sexo. (párr.11).
Harari deja entrever su angustia en su discurso y lo transido que se siente, dado que la IA, tendrá influencia en lo que opinamos y en lo que pensamos del mundo, a tal punto que, “Las personas podrían llegar a utilizar un único asesor de inteligencia artificial como oráculo universal omnisapiente. (párr.10).
Ahí es que él analiza el peligro que tiene la IA en el plano de la ciberpolítica, puesto que desde este software de IA virtual se pueda influir y manipular a los ciudadanos en cuanto tomas de decisiones en los procesos políticos, de manera específica en las elecciones presidenciales de un país.
En ese mismo tenor, aunque un poco más complejo, Harari se pregunta: “¿Qué ocurrirá con el curso de la historia cuando la inteligencia artificial se apodere de la cultura y empiece a producir relatos, melodías, leyes y religiones?” Para luego afirmar: “Las herramientas anteriores, como la imprenta y la radio, ayudaron a difundir las ideas culturales de los humanos, pero nunca crearon ideas culturales propias. La inteligencia artificial es en todo punto diferente. La inteligencia artificial puede crear ideas completamente nuevas, una cultura completamente nueva”. (párr.12).
Para luchar contra tales propósitos, se ha de girar en vuelta y revuelta filosófica, nutrirse del pensamiento de la filosofía para cuestionar, dudar, reflexionar y criticar en la medida en que construimos un pensamiento crítico, tal como se valió en el siglo XVII, el filósofo René Descartes, cuando comenzó a pensar la duda y a dudar de esta, a través del pensamiento:
(…) “primero no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar, cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda” (Descartes, 2011, p114).
De ahí su insistencia en mantener nuestra autonomía y nuestro sentido crítico frente a esta inteligencia de software virtual. Para que tales acontecimientos no nos enreden en el proceso de la búsqueda del conocer y del saber, acudir a la epistemología y ciber- epistemología (Merejo, 2015) para comprender los acontecimientos que están ocurriendo estos tiempos cibernéticos y transidos.
Quedarse en la epistemología es vivir en el mundo no así en el cibermundo y sus redes de datos, información conocimientos articulado a los chatbots, donde el ChatGPT, es tan solo un producto de otros que se encuentran en el ciberespacio.
Muchas de estas reflexiones, en parte las habíamos hecho en el (2002) en la República Dominicana en un panel filosófico que participe junto a la pionera en robótica y IA en el país, la ingeniera Rina Familia. Este panel fue coordinando por la escuela de filosofía de la UASD, bajo la moderación del filósofo Rafael Morla, en la librería Mateca, en donde reflexionamos sobre lo cibernético, la IA y como se estaba construyendo el cibermundo como sistema social.
Referencias bibliográficas
Harari, Noah Yuval (2017) Sapiens. De animal adioses (2017a). Barcelona: Penguin Rendón Hoouse Grupo Editorial.
————(2017b).Homo Deus. Barcelona: Penguin Random Hoouse Grupo Editorial.
————(2018).21 lecciones para el siglo XXI. Barcelona: Debate.
————(2023). “Hablamos del posible fin de la historia humana” (The Economist, 03/05/2023): https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20230503/8937187/ia-hackeado-sistema-operativo-civilizacion-humana.html
Fuente de la Información: https://acento.com.do/opinion/inteligencia-artificial-ia-en-el-cibermundo-4-de-8-9200985.html