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INEE y cancelación de la reforma educativa

México / 5 de agosto de 2018 / Autor: Hugo Aboites / Fuente: La Jornada

En la agenda legislativa que AMLO presentó a los legisladores electos se incluye la derogación de la reforma educativa, pero, al mismo tiempo, hay declaraciones –como las del próximo secretario de Educación, Moctezuma Barragán (expresadas en Adela Micha, El Financiero-Bloomberg, 11/07/2018)– que reducen el tema a sólo la cancelación de La Ley General del Servicio Profesional Docente (Lgspd); la que incluye el examen que puede llevar al despido o remoción del maestro. Una vez eliminada esa ley ya no habrá evaluación punitiva y, se piensa, puede crearse un clima sereno, favorable al desarrollo de lo que se considera fundamental: un nuevo proyecto de educación nacido del diálogo con maestros, comunidades, académicos y autoridades.

Se plantea, además, que en ese nuevo proyecto de educación no estaría ausente una evaluación a los maestros, pero claramente orientada no al despido, sino a la mejoría del aprendizaje de los niños y jóvenes. Y, precisamente por eso, se dice, ya hay conversaciones con los del INEE con el fin de ligar evaluación con capacitación y mejoramiento del magisterio.

El problema, sin embargo, es que la llamada evaluación punitiva no es un elemento aislado. La reforma, toda, es punitiva. Y, por eso, el INEE, tiene la misma orientación. Quienes diseñaron la reforma la blindaron para el futuro, por eso hasta lograron un absurdo: que la Constitución se ocupara de exámenes a los maestros y que viniera luego sustentada en un tupido entramado de leyes y disposiciones. Éstas crean lo que en ingeniería se conoce como un sistema redundante, donde si una pieza viene eliminada, el funcionamiento de la estructura sufre sólo daños mínimos. Así, aunque se suprima la Lgspd, por ley y por la modificación de 2012 a la Constitución, al INEE le corresponde asegurar que la evaluación esté orientada a decidir la permanencia del maestro como docente y también puede obligar a la autoridad a aplicarla en esos términos: en efecto dice la ley que “… corresponde al instituto definir los procesos de evaluación a que se refiere la Ley III. Expedir los lineamientos a los que se sujetarán las autoridades educativas para llevar a cabo las funciones de evaluación que les corresponden para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio…” de los maestros (artículo 28). Lo que significa que si bien puede llegarse a un pacto de caballeros mediante el cual los directivos del INEE prometan hacer a un lado una evaluación excluyente, se mantiene incólume la atribución legal de vocación punitiva y en cualquier momento puede ser retomada. Sea porque lo decida él mismo (es autónomo), por la presión de organismos empresariales (como Coparmex) que se oponen a la abrogación de la reforma o porque un juez le ordene que cumpla con su mandato legal. Si se elimina la Lgspd, pero se dejan sin tocar las definiciones sobre evaluación y sus alcances en la llamada Ley del INEE (y en otras disposiciones), queda ahí pendiente y aplicable en cualquier momento del futuro las funciones de evaluación respecto de la permanencia de los maestros. Y ante esa amenaza real, el clima de la relación con el magisterio difícilmente mejorará.

Incluso en el caso de que haciendo caso omiso del INEE, la SEP o las autoridades locales decidieran ensayar otras alternativas de evaluación, legalmente tampoco pueden hacerlo porque se dotó al instituto de tal poder que los lineamientos que éste emita son obligatorios para la SEP y otras autoridades, y si no los acatan podrá ser sancionados: los lineamientos emitidos por el INEE en materia de evaluación serán obligatorios para las autoridades educativas, (y) su incumplimiento será sancionado… (artículo 49). Además, si la SEP, cualquier institución o gobierno aplica evaluaciones a maestros y éstas, a juicio del INEE, se desvían de sus lineamientos, carecerán de valor: los procesos de evaluación realizados por las autoridades educativas en contravención a los lineamientos emitidos por el instituto serán nulos. (artículo 49).

Todo esto significa que, si sólo desaparece la Lgspd y el resto queda intacto, el nuevo gobierno federal y locales difícilmente podrán llevar a cabo un proyecto educativo distinto, con una evaluación discordante del INEE. Y esto es grave, pues desde maestros hasta especialistas muchos consideramos indispensable una evaluación, aunque distinta: desde las escuelas, comunidades y maestros; desde las propias regiones; horizontal y orientada a mejorar la formación de los maestros y el aprendizaje de niños y jóvenes. Es decir, opuesta a la centralizada, autoritaria y punitiva idea de evaluación de la denominada Ley INEE y la Lgspd.

Precisamente porque la intención punitiva era tan fundamental en la reforma, la bien trabada y redundante construcción legal que hasta ayer fue su coraza, ahora es su mayor debilidad: para cancelarla no basta con suprimir una ley.

Fuente del Artículo:

http://www.jornada.com.mx/2018/07/21/opinion/015a2pol

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¿Por qué ha generado polémica la reforma educativa en México?

ove/mahv

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Sepelio y alternativa a la reforma

Por: Hugo Aboites*

En el contexto de la ya iniciada contienda electoral, la educación ha sido reclutada para servir de instrumento contra el contendiente que se evalúa como más peligroso. Así, con exageración y dramatismo se dice que las ocurrencias de un orate que habla de cancelar la llamada Reforma Educativa ponen en peligro el futuro de millones de niños y jóvenes. Y se refieren a Andrés Manuel López Obrador, como antes hablaban de la CNTE.

Sin embargo, de llegar al poder, el nuevo presidente no haría más que piadosamente cerrar los ojos a una reforma ya desde tiempo atrás en estado terminal. Que muera en paz para que deje espacio, que libere el valioso tiempo, emociones y energía que los maestros han tenido que usar para resistir una imposición y, esa sí, una ocurrencia que ya dura un lustro. Mal concebida –hacerla laboral– e impuesta sin consulta; amenazante, punitiva y ariete para la descalificación de los docentes, se enfermó gravemente. Más tarde, además, se le hirió de muerte al convertirla en motivo para que fuerzas federales enfrentaran a golpes y a balazos a profesores y comunidades –como en Nochixtlán–, y la Reforma tuvo que cargar su mortal saldo.

De ahí en adelante no paró de desangrarse, poco a poco, pero sin pausa. Críticas de maestros e investigadores de la educación, bloqueos, protestas, denuncias, un peso acumulado por cinco años, llevaron a que al final ya no se pudiera siquiera hacer evaluaciones, se declararan voluntarias y hasta la entonces presidenta del INEE, viendo el escaso número de evaluados, manifestara que a ese paso la reforma simplemente ya no sería. Al final, hasta el propio comandante en jefe espoleó el caballo y dio la vuelta hacia otro valle, el de la campaña presidencial, dejando atrás una tropa desmoralizada y confundida.

Ahora es imperativo sepultar aquel intento para dar paso a la recuperación de toda la profunda y abundante reflexión sobre educación y evaluación que se fue construyendo en este lustro. Identificar las fuerzas dinámicas capaces de alentar grandes transformaciones y construir una propuesta que abra una amplia y precisa discusión con docentes, comunidades y padres de familia. Sobre todo, reconocer que en el enorme vacío que deja un Estado fallido en la educación, la resistencia de los maestros permite construir una exploración sistemática de alternativas. Y por todas partes hay material valiosísimo para esa tarea.

Hace días, en una ciudad mexicana, la delegación de un sindicato nacional de otro país pudo presenciar una asamblea escolar: suena la campana y cientos de niños de seis años en adelante, jalando su silla salen de los salones. En algarabía pueblan el patio de la escuela, escriben luego en un papel el tema que les interesa, y su nombre y apellido. Viene luego una primera votación a mano alzada donde se definen, entre decenas, las tres o cuatro preocupaciones más importantes.

Los maestros no proponen, sólo llaman a votar y escriben en el pizarrón los resultados que los propios niños escrutadores les transmiten. Y son asuntos cruciales para los niños: Por ejemplo, ¿deben todos los grados convivir en el recreo o crearse zonas separadas? Para responder, se abre la lista de oradores, uno por uno toma el micrófono y vierte no sólo su postura sino, como insisten los maestros, también argumentan: al correr los grandes pueden atropellar a los pequeños, mejor separar. Como es tema controvertido, al final tres intervenciones a favor y tres en contra, para precisar las posiciones y razones. Convivir, dice al fin la votación, y éste resultado es recibido con gran regocijo por unos y otros, pero –integrando la preocupación– con un llamado a que se extremen precauciones con los menores. La comida, el trato que se les da en la puerta, al llegar; la inasistencia de un profesor, música o no en el recreo, sirven para enseñar a los niños a apropiarse de su entorno, evaluarlo y evaluarse, concebirlo como algo transformable por ellos mismos como colectivo, con énfasis en argumentos y con respeto a cada intervención. Los pequeños, los más participantes, abiertos y desinhibidos, los grandes, más cautos, al tanto de las reacciones de sus compañeros. Muchas, pero breves intervenciones. Finalmente, la alegre procesión de niños y sillas va de regreso a los salones y pasa frente a las gratamente sorprendidas visitantes, presidenta y vicepresidentas del Sindicato Nacional Británico de 400 mil integrantes, quienes comentan: esto no sucede en el Reino Unido.

Luego, dentro del salón, en pequeños grupos decenas de niños trabajan en distintos proyectos, hablan, se dan consejos y el maestro va de mesa en mesa apoyando o dando una instrucción sobre cómo resolver un problema. A diferencia de otras escuelas donde la primera y más importante tarea es imponer la ley y el orden, aquí hay un ambiente relajado, maestros en resistencia más abiertos al intercambio horizontal y al trato igualitario. Necesitamos una propuesta educativa que recoja y revitalice todo esto. Allí en la práctica los maestros son evaluados por estudiantes y compañeros, las escuelas mejoran sustancialmente y sí pueden ser una fuerza poderosa para el mañana de este país.

*Rector de la UACM

Fuente del artículo: http://www.jornada.unam.mx/2018/01/20/opinion/016a2pol

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Reconstruir también la educación superior

México / 19 de noviembre de 2017 / Autor: Hugo Aboites / Fuente: La Jornada

Una evaluación realizada hace poco por un grupo de especialistas del INIDE-UIA muestra que 76% de los estudiantes de educación superior en México pertenece a los dos deciles más altos de ingreso familiar. Nuestro sistema de educación superior es, entonces, un territorio ocupado por quienes más tienen y sólo marginalmente ofrece oportunidad de educación a las mayorías empobrecidas del país. Al mismo tiempo, el estudio hace ver que, pese a que las instituciones reflejan un contexto social por sí mismo profundamente inequitativo, sociedad no es destino, y si se toman ciertas decisiones es posible revertir completamente la situación. En efecto, en esa evaluación a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (www.uacm.edu.mx) 65.6% de sus estudiantes de nuevo ingreso provienen de familias con sólo 5 mil pesos o, menos, de ingreso familiar mensual.

Esto no deja de ser inusual porque las políticas privatizadoras han acentuado en la educación pública los rasgos de inequidad. Y esto es peligroso para las instituciones porque van perdiendo una de sus funciones esenciales y la responsabilidad frente a una sociedad desigual: denunciar la inequidad y combatirla. A pesar de críticas y reducciones presupuestales, las universidades autónomas y públicas, sí pueden contribuir a un clima de mínima equidad para la población joven del país. Y es un tema capital porque en un momento en que se han cerrado cientos de escuelas públicas y, además, siete universidades estatales y autónomas están a punto de ir a la quiebra financiera, las repercusiones se harán sentir inmediatamente como agravio en las poblaciones de zonas que ya están más que castigadas por el sismo, inseguridad, inflación y la falta de recursos para la educación.

Por esa razón, la bandera y argumento de los universitarios no puede ser sólo la falta de dinero para pagar la nómina, sino también reivindicar y fortalecer el papel fundamental que tienen de construir conocimiento ahí precisamente en las clases sociales donde es un patrimonio indispensable. ¿Qué decisiones son las que toma una institución que definitivamente quiere ser más incluyente? Para empezar, opta por ser gratuita. Porque para una familia con ingresos de menos de cinco mil pesos una colegiatura de cualquier monto representa un obstáculo definitivo para acudir a la educación superior. Peor aún si se combina con el costo del examen de selección y del registro como aspirante, las credenciales, el pago por exámenes, por servicios. Porque con 5 mil pesos para cuatro o cinco miembros de una familia, el añadir el precio del transporte público, fotocopias, la torta a mediodía, los cuadernos y libros del que estudia, se llega a una cantidad prohibitiva de un ingreso familiar que por necesidad está ya comprometido con lo más elemental de la sobrevivencia. Por eso, además, las becas son tan importantes.

Al mismo tiempo ayuda que sea una universidad que no tiene exámenes de selección porque estos comprobadamente son un filtro basado en la clase social. En el caso del examen del Ceneval, por ejemplo, en la Ciudad de México el número de aciertos favorece a quienes son de la colonia del Valle y no de Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco, Iztacalco, Gustavo A. Madero, Magdalena Contreras. Por eso es importante, además, que sus planteles estén precisamente en las zonas donde viven esas familias, aunque estén alejadas de las áreas de confort urbano

Es importante, además, que no exista un insensible plazo fijo para concluir los estudios porque cerca de 50% de la población escolar trabaja y muchos de la otra mitad tienen compromisos de apoyo a la familia, son madres solteras, indígenas o pobres. Ayuda también que la institución tenga cursos remediales que enseñen a apropiarse de la escritura, la lectura y el lenguaje de las matemáticas, y a usarlo para cambiar su manera de ver el mundo. También ayuda que todos los profesores sean tutores y asesores, además de docentes e investigadores, es decir, de tiempo completo. Esto es clave en una estructura curricular flexible que permite que el estudiante avance en su carrera en el horizonte de muchos otros conocimientos optativos. También es útil el plantear carreras, investigaciones y difusión cultural que retomen la vida y problemas de la Ciudad. Con insuficiente transporte público, la carrera de Ingeniería en Sistemas de Transporte Urbano. Para el riesgo que significa vivir en una zona sísmica, Protección Civil y Gestión del Riesgo. En la lucha por una alimentación saludable, Nutrición y Salud, y para una ciudad sana, Promoción de la Salud. Hacer uso de la ciencia que permite anticipar fenómenos caóticos en una urbe de lo inesperado (Modelación Matemática) y ampliar los horizontes de la salvadora vocación humanista tan fuerte en los jóvenes (Creación Literaria, Comunicación y Cultura, Arte y Patrimonio Cultural, Filosofía e Historia de las Ideas, Historia y Sociedad). Es decir, impulsar una educación, donde adultos y jóvenes se construyan como sujetos con sabiduría en la lucha por transformar su ciudad. Y todo esto es perfectamente posible, basta la intención de los políticos de proteger la educación pública y la de los universitarios por hacer más equitativas e incluyentes sus casas de estudio.

Fuente del Artículo:

http://www.jornada.unam.mx/2017/11/11/opinion/016a1pol

Fuente de la Imagen:

http://www.opinionpublicauvm.mx/projects/la-educaci%C3%B3n-superior-en-m%C3%A9xico

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La herencia

Por Hugo Aboites

En 2007, Robert Hertztein, ex secretario de Comercio Internacional de Estados Unidos y uno de los negociadores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) reveló que en los ochenta, en reunión del Comité de Negocios México-Estados Unidos, “los empresarios mexicanos estaban en shock por la nacionalización de la banca y ahí mismo se estableció un acuerdo que aseguraba para el futuro algunos lineamiento para la protección de inversiones [mexicanas]…” Este acuerdo preliminar derivó luego en un acuerdo internacional que asegura que en adelante un gobierno mexicano jamás podrá decretar unilateralmente una nacionalización. Ese acuerdo es el TLCAN (el mismo que ahora Trump quiere echar abajo), y fue la manera de preservar hacia el futuro y como intocable el territorio económico y político de una poderosa clase social en México. (Ver Aboites, H. La medida de una nación: 167).

En 2000, con el triunfo de Fox, el entonces secretario de Educación Pública, Limón Rojas, manifestaba su preocupación. Después de 80 años de una educación de Estado, nacionalista y conducida por el grupo que se hizo del triunfo en la Revolución de 1910, le tocaba entregar el encargo al panismo, la oposición de derecha. Y en carta pública exhortó al nuevo gobierno a mantener el legado de la educación, a salvaguardar los principios más caros, como el carácter público, laico, gratuito y popular. Por supuesto, el exhorto sirvió poco, pero paradójicamente no por falta de receptividad de los nuevos conductores, sino porque con la firma del TLCAN y el ingreso a la OCDE, aquella herencia educativa construida a partir de los años veinte y treinta, ya había sido socavada radicalmente por los revolucionarios institucionales, los propios encargados de preservarla. El panismo realmente sólo llegó a continuar y fortalecer lineamientos privatizadores y subordinados a la banca internacional, adoptados años antes.

Hoy, casi dos décadas más tarde, de nuevo hay una profunda preocupación en el sector de la educación por el cambio de sexenio. Más que en años anteriores a los morenos hoy se les percibe como el nuevo y amenazante peligro para el futuro de la reforma llamada educativa. Por eso la poderosa (y costosa) campaña publicitaria que insiste en que la reforma no es persecutoria de maestros, es, más bien, Escuelas al Cien, un nuevo y progresista modelo educativo, planteles de tiempo completo, reforma en las normales, y hasta computación e inglés. Se busca generar una percepción de que es una iniciativa que trae beneficios concretos para garantizar así su sobrevivencia transexenal, incluso aunque no gane el PRI. La magnitud de la campaña es un indicador de una gran preocupación que tampoco es reciente. El resultado de las elecciones presidenciales de 2006 pero también la creciente resistencia magisterial desde 2008 obligó al gobierno federal a reforzar dos procesos de largo alcance. El primero, a apoyarse en la alianza de co-conducción con entidades representativas del poder financiero a escala internacional (firma de acuerdos muy específicos con la OCDE) y en el ámbito nacional (adopción de agenda de Mexicanos Primero y grupos afines). Y, el segundo, más importante, el establecimiento de un blindaje para preservar el proyecto educativo privatizador y empresarial. Y éste consistió en la inclusión de lo fundamental de la reforma en el texto constitucional. En efecto, la columna vertebral de la actual reforma es la evaluación como instrumento de contención y control de los maestros. Porque se considera que sin un cambio radical del poder al interior de la educación que someta las inconformidades magisteriales, la actual reforma puede ser fácilmente desechada o transformada de manera que se vuelva irreconocible. Y la evaluación, es decir el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) está para garantizar que nada de eso ocurrirá. Colocado en la Constitución (y leyes) como autónomo se intentó crear un poder paralelo que estuviera por fuera y por encima de cualquier gobierno. Podrán cambiarse algunas cosas en el modelo de reforma, pero la columna vertebral, lo esencial, eso queda como territorio intocable.

Un ejemplo, cuando en 2015 el titular de la SEP, Chuayffet, decidió suspender un examen para que no coincidieran protestas de los maestros con las elecciones intermedias, el INEE públicamente encabezó un beligerante tropel contra el secretario, quien luego tuvo que renunciar. Y recientemente, el INEE reiteró su postura de guardián del legado: ¿No es necesario blindar las evaluaciones para que el gobierno federal no las utilice según el termómetro político?se le pregunta al presidente del instituto. Y éste contesta: El blindaje lo hace la normatividad y para eso se creó una institución autónoma. Estaremos pendientes de que eso (una cancelación) no ocurra. ( El Universal 5/05/17). En otras palabras, si viniera otro gobierno y planteara una reforma que desechara la evaluación y verticalidad autoritaria, ahí estaría el INEE junto con organismos empresariales, para contradecir. En 1992, los empresarios y gobierno mexicanos firmaron el TLCAN para defenderse de alguna futura nacionalización; en 2013 con calzador se colocó en la Constitución al INEE para asegurar la perpetuidad de la reforma, y así obstaculizar la otra que viene desde abajo. Pero no todo resulta igual a como se planea.

*Rector de la UACM

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/08/05/opinion/016a1pol/

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Elecciones y proyecto educativo

Por: Hugo Aboite

Después de cientos de millones de pesos, toneladas de propaganda, mítines, tinacos, promesas y acarreos, el espacio electoral del estado de México ofreció a los mexicanos atentos un resultado gris, sin esperanza, sin resultados claros y contundentes, sin discursos y tampoco hechos (como un esfuerzo de unidad de la izquierda) capaces de sacudir el impasse político-electoral de años que invade cada rincón del país. Si en 1988, en 1994, en 2006, el país se detuvo y por un breve momento se miró a sí mismo como capaz y a punto de transformarse, lo que el Edomex anunció para 2018 fue sólo la perspectiva del ascenso de la insignificancia (Castoriadis). Victorias o derrotas de tres puntos porcentuales no cambian al país, lo entrampan. El mundo electoral, falto de significancia, ya no es parte de la realidad de quienes habitamos este país, lo real ahora es la inseguridad, la violencia desatada, las mujeres asesinadas y los periodistas acallados a balazos, los jóvenes sin escuela, el desempleo, pero, también, un enorme espacio de luchas fragmentadas, dispersas y sin un horizonte de nación. Coronado todo por una clase política –bien representada por algunos preclaros gobernadores– cada vez más frívola y corrupta, un estamento que, evidentemente, tampoco tiene ya algo significativo que decir a los mexicanos; salvo invitarlos a vender el voto y ampliar así la corrupción. Se trata de una crisis ya no política, económica o social sino de fondo, desde el basamento mismo de la ética, de las cavernas que con sus techos en arco sostienen los mundos sociales. Es una inestabilidad creciente que tarde o temprano tenderá a aglutinarse y hacer sentir su enorme peso en algún espacio y momento inesperado. Y del derrumbe aflorarán ahí todos los reclamos, los adeudos históricos, las víctimas, pero también esperamos, los proyectos de una nueva nación.

Porque en todos estos años, lustros, en cada una de esas pequeñas y grandes luchas, se han venido acumulando lecciones, talentos y experiencias. Y éste es el material con el que inevitablemente se tiene que construir un nuevo proyecto. Ahí está lo que lograron los estudiantes del 86-87; lo que hicieron los campesinos de La Laguna y muchos otros mexicanos en 1988; la transformadora saga de los zapatistas en 1994; la lucha de estudiantes en 1999-2000; las autodefensas auténticas en 2000, y la lucha magisterial, todavía en desarrollo, de 2013 hasta la fecha. Éste último ha logrado lo que lastimosamente falta a los partidos: la capacidad para detenerse a pensar, desde cientos de discusiones en todo el país, en un proyecto de educación (y por lo tanto, en un proyecto de nación). Frente al desastre de la desunión de las izquierdas electorales, han mostrado también la capacidad de mantener la unidad, a pesar de estar integrada por muy disímbolos rumbos geográficos y culturales, rurales y urbanos, mestizos e indígenas, todos maestros. Un proyecto que, finalmente, retoma las necesidades y dinámicas locales, que bebe de fuentes diversas y que encarna los deseos más profundos de muchos educadores. Y lo materializa en un documento. Se trata de las Bases para una Propuesta de Educación Alternativa en México (https://es.scribd.com/document/342545317/Bases-Para-Una-Propuesta-de-Educacion-Alternativa-en-Mexico-3-0) (2017, 64 páginas), que abre una reflexión colectiva sobre la educación, una propuesta de proyecto nacional de la educación que en muchos lugares los maestros pueden recuperar para alimentar sus propios esfuerzos.

Ante el fracaso de un proyecto desde arriba, desde el poder centralizado y burocrático, este otro, de hombres y mujeres capaces de resistir y trabajar durante años promete una vitalidad que urgentemente necesita el país y la educación. A diferencia del oficial, no es un documento acabado, especificado al detalle y, por tanto, de aires monolíticos, sino una desarmable propuesta de guía para la reflexión y transformación de la acción educativa, incluyendo grandes principios para la práctica pedagógica, los temas centrales, la evaluación, la relación con la comunidad. Es un documento que, precisamente para ser útil a la nación requiere del complemento y mejora a partir de la reflexión de grupos locales, incluyendo a estudiantes de toda edad, familias y la comunidad a la que sirven. De ahí que es también un documento base para encuentros regionales, estatales e incluso nacionales donde a partir de su experiencia y de sus críticas y reflexiones puede enriquecerse notablemente.

Desde la arena electoral es difícil generar este tipo de iniciativas, la agenda prioritaria es ganar elecciones, algo poco compatible con el enorme y paciente esfuerzo de construcción y participación de cientos de miles para generar un proyecto de educación. Y no es raro que, una vez logrado el triunfo electoral, el intento quede subordinado a la lógica del poder y sus exigencias cotidianas. Por eso, estos procesos de amplia participación y construcción deben hacerse respetar por partidos y gobiernos; requieren de apoyo y de apertura de espacios, pero no de avasallamiento. Es decir, es indispensable la autonomía. Porque ésta hace posible que los que siempre han estado abajo hablen desde arriba. Y marquen así las grandes líneas de la política, sobre todo las de educación. Y, con eso, transformen el país.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/elecciones-y-proyecto-educativo/

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Universidad y la era de Trump

Por: Hugo Aboites

A las comunidades y burocracias universitarias este periodo nos obliga a redefinir nuestro papel, y a profundidad. Lo primero es tener en cuenta que precisamente por ser parte constitutiva de los centros de conocimiento por excelencia, a los universitarios nos corresponde generar e impulsar corrientes vigorosas de pensamiento que favorezcan una comprensión a fondo de lo que está ocurriendo. Ir más allá del nivel de algunos medios de reducir todo a un personaje malvado. Al personalizar en exceso ocultan el panorama real de una poderosa crisis del capitalismo que lo obliga, casi, a recurrir a planteamientos nacionalistas de corte cada vez más fascistas. La xenofobia, la revitalización del patriarcado, la expansión del trabajo precario, la persecución a los periodistas, los maestros y las políticas agresivas contra universidades, así como el belicismo militar han sido los acompañantes y los soportes de salidas con enormes consecuencias en sufrimiento. Sólo la Segunda Guerra Mundial –generada por el proyecto nacional-fascista europeo– costó cerca de 50 millones de muertes, sobre todo de jóvenes soldados, pero también de mujeres, niños y ancianos civiles. En la ola de violencia desatada, se llegó incluso al bombardeo atómico de poblaciones civiles. Puedo estar equivocado o incompleto en esta postura, pero precisamente de eso se trata, de discutir frente a la nación, y qué mejor lugar que hacerlo en y desde las universidades. Académicos, profesores, investigadores y estudiantes tienen hoy una responsabilidad enorme frente al país. Su silencio puede volverlos cómplices de una incomprensión generalizada sobre qué está pasando, y, con eso, comenzar a pensar cuáles son las salidas nuestras, las que podemos obligar a asumir a quienes mandan en el país.

Lo segundo es que a las burocracias universitarias nos toca, como dice el primer precepto médico, non nocere, no perjudicar al enfermo más de lo que ya está. Más que intervenir nocivamente nos toca abrir espacios, difundir la controversia, abrir las puertas y ventanas de la universidad a la discusión y las propuestas, dejar que sea espacio de reconocimiento, de organización y de acción entre los propios universitarios. Reforzar las vinculaciones culturales y de intervención en las comunidades, barrios, pueblos, colonias, unidades habitacionales. Cuando los universitarios se reconocen como agraviados por una situación y reconocen su capacidad de respuesta, en el pasado nunca han dudado en salir masivamente a las calles. Solos o acompañando a otras luchas. Por eso está destinado a fracasar cualquier llamado que no reconozca hoy la crisis de liderazgo nacional y plantee algo claro al respecto, que no tenga en cuenta que somos un país profundamente dividido, y que en los enclaves y cúpulas donde hoy se deciden las estrategias para responder a la salida a la crisis que proponen los Trump y, también, se deciden las candidaturas, no sólo no caben, sino que ni siquiera se perciben las que son hoy las grandes tragedias del pueblo mexicano. Desde Chiapas con los indígenas zapatistas, hasta Chihuahua con los rarámuris asesinados y despojados de sus tierras; desde Tlaltelolco hasta Ayotzinapa; desde las elecciones ganadas, pero nunca reconocidas; desde el desdén por las universidades que quieren ser distintas, hasta las grandes masas de rechazados de la educación superior. Hay un pequeño grupo que hoy decide los destinos de la nación por encima de millones, desde los partidos, pero también desde los medios, y las universidades no deberían estar de ese lado, ni contribuir a que se fortalezca y mantenga esa enorme frontera interna que hasta ahora ha impedido que se muestren y cobren fuerza las luchas mexicanas de siglos. Y esto vale para los universitarios, pero también para los maestros y estudiantes de todos los niveles. Esto puede revitalizar la nación. En México lo vimos en la Revolución, donde el combate a la intervención extranjera pudo darse precisamente porque era un país movilizado. Si no fuera por eso, Lázaro Cárdenas no habría podido expropiar nada menos que el petróleo, ni crear todo un sistema educativo de alcance nacional y popular. ¿Qué liderazgo pueden hoy tener quienes están en contra de la educación y del petróleo como patrimonio nacional?

Lo tercero, finalmente, a la universidad y a la escuela les corresponde como nunca antes no sólo ser un lugar para aprender, sino para que las y los estudiantes y maestros puedan ser también los propios protagonistas de su educación y conductores de su vida comunitaria. Y eso significa una toma de decisiones abierta, representativa puede ser, en los consejos universitarios o de plantel, con la participación primordial y decisiva sobre todo de estudiantes y maestros, los dos grandes protagonistas del proceso educativo. Lo que tanto le falta al país de democracia y participación no puede estar también ausente en la educación. Porque significa perpetuar lo que ahora vivimos. Por otro lado, desde la universidad se pueden tejer alianzas latinoamericanas e incluso en el vecino país. Porque ésta tiene la credibilidad que no tienen ya ni partidos ni gobernantes.

En varias ocasiones millones salimos a defender nuestro voto, y además cientos de miles de estudiantes defendieron la gratuidad. Apenas, hace poco, salieron a la calle 20 mil para defender al México abstracto.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/02/18/opinion/017a2pol

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La politización empresarial de la reforma

Por: Hugo Aboites

Grupos empresarios han decidido incursionar directamente en el conflicto en torno a la llamada reforma educativa y hacen su propia contribución a una crisis nacional. Con su rechazo a pagar impuestos y a invertir recursos en el suroeste del país toman revancha, pero su protesta no es contra el gobierno ni contra los bloqueos y los maestros movilizados; en realidad es contra el diálogo. Sobre todo cuando éste parece ofrecer una respuesta a más de un millón de maestros, cuyos derechos constitucionales claves (artículo 123) fueron cancelados. En efecto, los airados pronunciamientos de estos grupos arrancaron cuando el diálogo comenzó y se creó un ambiente de distensión y hubo acuerdos parciales. Incluso, el amparo promovido por Mexicanos Primero confirma esto al enfocarse en acuerdos con los maestros que son oscuros y concesiones indebidas producto de la debilidad lastimosa de la Segob (La Jornada, 4/8/16, pág. 3).

Es muy significativo que sea Mexicanos Primero el que asume la posición más radical contra el diálogo. Primero, porque representa la voz oficial del gran empresariado en la educación y, ahora, además, añade los medios para llevarla a cabo: sin diálogo, sin acuerdos, sin contemplaciones. Pero también es significativo porque no está sola: comparte postura con una SEP que durante casi un año se mantuvo firme contra un diálogo que no fuera acompañado de la aceptación del marco legal. De hecho, todavía hoy de fondo mantiene la misma postura. Si ya desde 2012-2013 había una estrecha cercanía SEP-Mexicanos Primero respecto de la modificación de normas constitucionales y legales para los maestros (ver la agenda-documento Ahora es cuando, de esa organización), la cercanía actual muestra la clara y firme voluntad de ambos de que no se llegue a la debilidad de acuerdo alguno. Una hipótesis que explicaría esta postura es que, desde su punto de vista, cualquier acuerdo real mostraría que el marco no es inamovible, que en el futuro tendrían ellos que seguir cediendo, y que esto pondría en peligro, de fondo, la visión misma que de la educación necesaria tengan los empresarios. Esta hipótesis explicaría por qué la consulta sobre el modelo educativo se presenta en términos tan perentorios: desde arriba, fragmentada, rápida y procesada unilateralmente. Sugerencias sí, acuerdos no.

Dado el momento actual, otra hipótesis sería la electoral. El factor 2018 tendría ya una poderosa influencia en el ámbito del conflicto y por tanto, en esta vena, un sector empresarial alarmado por la duración y fuerza de las protestas estaría cerrando filas en torno a una postura y a un candidato duro capaz de poner orden en el país en el sexenio venidero. Una tercera hipótesis, por supuesto, sería que, en realidad, los movimientos que hoy presenciamos son meras coincidencias en el tiempo, en los actores, en los temas y en la actitud, nada más.

En cualquiera de las tres hipótesis, lo cierto es que hoy la politización del tema educativo es tal que la consulta a que convoca la SEP difícilmente será significativa y, tampoco, realmente válida. Desde hace casi cuatro años, cuando se optó por despojar de derechos constitucionales básicos a los maestros, sus mismos promotores anticipaban que habría problemas (aunque calcularon mal la amplitud, duración y profundidad de la resistencia), y ahora la víctima son el país, los niños, jóvenes y maestros y padres de familia que se enfrentan a un horizonte educativo lleno de tensiones y contradicciones sin que puedan discutir tranquilamente qué educación es la que se necesita en México. Hoy que las cúpulas empresariales intervienen directamente contra el diálogo y los acuerdos que acerquen a una solución, ellos mismos prolongan y profundizan el conflicto.

Para dejar atrás esta ruta hasta suicida, de aumento creciente en la confrontación, hoy la única salida es precisamente un diálogo efectivo. Y eso requiere reducir la crispación ahí donde ésta primero se inició. Es decir, buscar una forma de abrogación, suspensión o reinterpretación del marco laboral-administrativo para que la discusión no se sitúe allí, sino en el terreno de la transformación de la educación. Y desde ahí repensar entonces qué tipo de marco laboral-administrativo, qué perfiles de los maestros, procesos de formación y actualización, tipo de condiciones de trabajo se requieren. Mientras este replanteamiento no ocurra, los maestros no tienen otro remedio que continuar manifestándose contra la exclusión laboral y al mismo tiempo y con la energía que da el propio movimiento, iniciar con sus aliados un proceso propio, amplio y representativo, una ruta que construya el gran proyecto educativo, abierto, incluyente, ese sí, desde abajo y desde las necesidades de conocimiento de los mexicanos. Y comenzará entonces una etapa a mediano y largo plazos, de una profunda disputa entre proyectos de educación, la de los empresarios por un lado, y, por otro, la de los maestros, estudiantes, padres de familia, comunidades y organizaciones sociales representativas de las grandes mayorías del país. En una circunstancia así, también los universitarios podemos, debemos pronunciarnos.

¿Qué tipo de protestas tendríamos hoy si a los empresarios, precisamente por serlo y sólo a ellos se les cancelaran derechos constitucionales básicos?

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/08/06/opinion/014a1pol

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