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Covid-19: tiempo para reflexionar

Por: Asa Cristina Laurell

Durante las últimas semanas la pandemia ha dado un respiro a los mexicanos, a los directamente involucrados en su combate y a la población en general. El sistemático avance de la vacunación también alienta. Todavía no sabemos cuál va a ser la repercusión de la fuga del encierro a la playa durante la Semana Santa. Este compás de espera debe ser aprovechado para sistematizar y evaluar equilibradamente las experiencias vividas y conocimientos adquiridos durante la pandemia.

Es necesario analizar varias de sus vertientes después de más de un año de experiencias. Conviene hacerlo así porque generalmente están mezcladas en la narrativa sobre la emergencia. En este sentido habría que evaluar e incluir por lo menos las siguientes cuestiones: la epidemiología del SARS-CoV-2, el proceso de atención y la nueva comprensión de lo clínico, conocimientos nuevos sobre el virus y la política de salud. Es una separación conceptual, pero sirve para sacar aprendizajes tanto para las autoridades de salud y la práctica clínica como para el público.

El conocimiento epidemiológico de la SARS-CoV-2, entendido como su comportamiento en los colectivos humanos específicos, ha avanzado mucho. Queda fuera de duda el uso del cubrebocas. Sabemos hoy que las principales características del paciente que condicionan un alto desenlace mortal son edad avanzada y sexo masculino, así como condiciones socioeconómicas precarias. También está probado que es un virus que muta con cierta frecuencia y da origen a variantes nuevas con distintas características en cuanto a su contagiosidad y la gravedad del cuadro clínico; por tanto, de la letalidad.

Cuando se prolongan los procesos de vacunación, por falta de acceso a las vacunas o de recursos para comprarlas, hay nuevas mutaciones y una posposición de la inmunidad de rebaño. A nivel mundial este retraso de la vacunación es obsceno y fatal para todos, tanto para los países que no acceden a las vacunas como para los países ricos. Por ello, los organismos supranacionales como la OMS y la ONU, un grupo importante de países del Sur y algunos OSC pregonan que las vacunas deben ser un bien público, fuera de la esfera de las ganancias privadas. Un último pronóstico epidemiológico es que el Covid-19 es una nueva enfermedad que permanecerá con un comportamiento endémico.

A los investigadores hay que recordarles dos principios básicos de la investigación epidemiológica frecuentemente olvidados. El primero es que la calidad de los datos es determinante para los resultados obtenidos; se aplica el dicho de “si entra basura, sale basura”. Este tema tiene particular importancia en México, donde la autoridad sanitaria reconoce que los datos son subestimados, tanto el número de contagiados como los fallecidos por Covid-19 y no en la misma proporción. El segundo principio es que una asociación estadística no comprueba una relación causal, principio crecientemente olvidado en cuanto avanzan las técnicas estadísticas.

La experiencia clínica adquirida en el tratamiento de millones de enfermos y contagiados y la presencia de muchos grupos de investigación han permitido avanzar en la comprensión de cómo orientar la atención de los pacientes. Este nuevo conocimiento abarca por lo menos dos temas básicos. El primero es cuáles son los criterios para hospitalizar inmediatamente a un paciente o, por el contrario, para tratarlo en su casa. Se ha tenido una letalidad alta, pero ahora una revisión dirigida permite clasificar el riesgo preciso del paciente. Hoy existe cierto consenso respecto de los criterios para el internamiento temprano, qué medicamentos usar y el éxito del tratamiento en cuidados intensivos con especialistas. También hay seguimiento y desarrollo del tratamiento domiciliario con entrega de un paquete y supervisión sistemática con un protocolo y una “televisita” hecho desde las unidades de atención de primer nivel y un enlace directo del enfermo con su médico. Estos nuevos conocimientos han demostrado tener un impacto importante sobre la letalidad.

Es necesario incorporar todos estos elementos en la nueva política de salud formulada por los gobiernos. Esto pasa por una revisión autocrítica de las políticas de salud instrumentadas hasta ahora respecto a la pandemia. Tarea especialmente urgente es la educación amplísima de la población sobre las características de Covid-19 para que tenga elementos objetivos de juicio sobre el tema, que es la única vacuna eficaz contra la infodemia. Sirve además para aprovechar de manera positiva el gran interés por la salud que ha despertado la pandemia.

Fuente: La  jornada

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Narradores gráficos rompen estereotipos del amor romántico

Por: Carlos Priego

En 2014 la editorial Harvard University publicó Unflattening, de Nick Sousanis, novela gráfica que buscó demostrar que el pensamiento en imágenes es indispensable en la educación del siglo XXI.

Más allá de la premisa de los años 70 del argentino Ariel Dorfman y el belga Armand Mattelart con que satanizaron al Pato Donald y querían demostrar cómo las tiras cómicas de Walt Disney buscaban trasmitir a sus lectores un conjunto de reglas naturales que conducían a la aceptación de ideas particulares sobre el capital, la relación de los países desarrollados con el tercer mundo, los papeles de género y otros temas importantes, hoy varios ejercicios miran a la novela gráfica y al cómic con menos desconfianza y tratan de analizar y entender esta forma de expresión como repertorio muy útil para estudiar y expresar el mundo.

El estadunidense Scott McCloud, con su trilogía publicada por Astiberri (Entender el cómic, Reinventing comics y Hacer cómics), y el español Kiko da Silva, con su escuela e ilustración en España y sus novelas publicadas por Dibbuks (FIZ, Curso de Cómic y El infierno del dibujante), son ejemplo de un intento más serio por reflexionar teóricamente el noveno arte desde su propio lenguaje.

Desde que comenzó a vivir en cavernas, el hombre se preocupó por un número finito de temas que llamaron poderosamente su atención: la vida, la muerte y el amor. La práctica de contar historias participó de manera relevante en la formación de estructuras simbólicas que cumplen la función de dar sentido y explicar a las instituciones existentes, o nos dice cómo es el mundo y cómo se espera que nos comportemos en él.

En este sentido, la concepción del amor romantizado también ha sido producto de las industrias culturales. La estructura mítica de la narración amorosa es casi siempre la misma: dos personas se enamoran, se ven separadas por diversas circunstancias (dragones, bosques encantados, monstruos) y barreras (sociales y económicas, religiosas, morales o políticas). Tras superar los obstáculos, la pareja feliz, por fin, puede vivir su amor en libertad; sin embargo, el amor romantizado ha conducido a establecer relaciones afectivas en las que el control, los celos o los sacrificios extremos toleran abusos y llevan a la incapacidad de responder de forma temprana a esas señales, lo que puede derivar en una relación violenta.

El crítico cultural estadunidense, Henry Giroux, en su prólogo para Relatos de la violencia, publicado por Akal, señala que en ningún otro momento de la historia ha sido tan urgente como en el presente desarrollar las herramientas pedagógicas necesarias para criticar las formas de violencia. Puesto que ningún tema se resiste a la capacidad camaleónica del cómic y la ilustración para abordarlo de modo elocuente, incisivo y divulgativo, enumero una serie de novelas gráficas que abordan las relaciones afectivas desde una óptica alternativa.

La estabilidad no existe

Cappucchino Commotion (Nórdica, 2019) es un trabajo de autoficción publicado por la española Rosa Navarro. Recurre a la secuencialidad, al collage y al cuaderno de viajes para trazar un mapa de su itinerario sentimental en la búsqueda (infructuosa) de la estabilidad emocional que en principio ella asoció a la vida en pareja. Para componer este diario, Navarro repasó decenas de cartas de ex novias, amigos, amigas; buceó en fotoblogs y en archivos de redes sociales con los que trazó la cartografía de su complicada epopeya. Su conclusión es que la estabilidad no llega jamás, pero que existen momentos en la vida de toda persona en los que se pueden replantear aspectos en pareja. Por cierto, el libro recibe su nombre por una escena de la película Cosas que nunca te dije, de Isabel Coixet, en la que un personaje sufre una pequeña crisis cuando en el supermercado no encuentra el helado que quiere.

Navarro no es la única historietista que se ocupa de enamoramientos. Después de varios trabajos en los que se ha preocupado por la banalización de la homosexualidad, Julie Maroh publicó en 2017 Cuerpos Sonoros (Dibbuks), álbum que retrata las relaciones de parejas no heteronormativas. Ambientado en Montreal, la francesa relata 21 cuentos en los que captura las diferentes etapas de una relación romántica: los primeros coqueteos, citas, la vida bajo el mismo techo, las rupturas. Sus historias reflejan con extraordinaria maestría que el cuerpo también es político y se aleja de los estereotipos habituales que se trasmiten en los medios. No hay duda de que Francia es el otro ámbito cultural donde se está ensayando en viñetas al más alto nivel.

Entre tantos otros ejemplos posibles podría destacar Fun Home (Reservoir Books, 2016) de Alison Bechdel. Muy probablemente sea una de las novelas gráficas más ambiciosas y originales escritas en los últimos años. Bechdel hace uso de la memoria y documentos personales, como cartas, diarios, anotaciones en fotografías o la mención de libros relacionados con la homosexualidad para contar su historia familiar. Su talento para abordar la intimidad y las bromas gana seriedad cuando se usa para describir una familia en la que los secretos de un hombre convierten a su esposa en una mujer cansada y eclipsan la creciente feminidad y homosexualidad de su hija.

Quiéreme bien (Astiberri, 2018) es una historia de maltrato. En este hábil y honesto trabajo, la escritora e ilustradora Rosalind B. Penfold documenta el paso de una exitosa mujer de negocios a esposa abusada. Con un estilo de dibujo simple e ingenuo y un tono práctico, ilustra cómo alguien seguro de sí puede ser seducido y dominado por otro. La historia comienza cuando conoce a Brian en una fiesta y, tras comenzar una relación, cayó en el horror, el consentimiento, la culpa y el perdón tras el primer golpe, seguida de un beso, la excusa del hogar y los hijos para aferrarse a él, a quien ella consideraba el hombre perfecto.

Amor y entretenimiento

En nuestra época, en que el cánon de la narrativa ha sido invadido por historias de amor con fines de entretenimiento, es muy raro que se celebre la aparición de historias sobre relaciones que se evaporan y se vuelven insalvables. Por esto es tan interesante el fenómeno que ha provocado Siete sitios sin ti (Dibbuks, 2018), magistral crónica sentimental, directamente emparentada con el cine de la Nueva Ola Francesa, que cuenta la crisis de una joven pareja que culmina en la separación, secuenciada en siete pasos. Juan Berrio invita al lector a acompañar a la protagonista en un viaje que le provoca nuevos encuentros, rencuentros y algunos recuerdos.

Es interesante mencionar las catástrofes, la sátira social y las situaciones cotidianas que el mexicano Eduardo Salles aporta con su particular mirada a las relaciones afectivas que establece una generación desbordada por la ansiedad y las redes sociales. En Descripción gráfica (Sexto Piso, 2019) el cofundador de Pictoline, a través de 72 ilustraciones, reflexiona con humor cáustico sobre el amor y otros temas que experimentan hoy los jóvenes.

Tal vez esta selección no sea de las mejores ni las más vendidas, pero sí son novelas gráficas que han generado lectura, debate, entusiasmo, discusión crítica y eco mediático.

En esta selección no se privilegia la producción de una región en particular.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/02/21/cultura/narradores-graficos-rompen-estereotipos-del-amor-romantico/

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Capitalismo digital: desafío regulatorio

Las empresas de redes sociales y de búsquedas por Internet han alcanzado una omnipresencia que vuelve casi imposible concebir a las sociedades contemporáneas sin ellas. Su penetración en hogares, sitios de trabajo, escuelas y cualquier ámbito imaginable se traduce en un descomunal poder económico: Alphabet (Google y YouTube), Facebook (WhatsApp e Instagram), Twitter, Snapchat y LinkedIn tienen un valor de mercado conjunto de 2.5 billones de dólares, con lo cual concentran 13 de cada 100 dólares del valor total de la Bolsa de Nueva York. Esta cifra supone más del doble del producto interno bruto de México.

Si sus dimensiones ya eran colosales, la pandemia vino a potenciarlas con un salto de 10 por ciento en su base de usuarios, con lo que hoy alcanzan a 3 mil 960 millones de seres humanos; la mitad de la población mundial. Es innegable que este crecimiento se asocia con su papel de facilitadoras de un sinfín de actividades que resultarían costosas, complejas o de plano irrealizables sin su concurso en el contexto de distanciamiento físico y confinamiento impuesto por la emergencia sanitaria.

En contraparte, no puede soslayarse que el poderío de estas empresas, todas ellas con sede en Estados Unidos, proviene de la extracción indiscriminada de datos personales de sus usuarios, los cuales son puestos a disposición de otras compañías, así como de gobiernos y otras entidades, que gracias a ellos dirigen a un público concreto la oferta de sus productos, servicios o discursos. Estas operaciones se producen en un marco de casi total ausencia regulatoria, que ha sido terreno fértil para todo tipo de conductas opacas, arbitrarias o francamente abusivas entre un puñado de corporaciones que explotan sin pudor ni ética su inédita capacidad para moldear la opinión pública, decidir los límites de la libertad de expresión, manipular información, y mediar entre las instituciones y los individuos.

Para los ciudadanos, se trata de una constante tensión entre la conveniencia y el deseo de mantener el control sobre su privacidad. Como muestra, el descalabro sufrido el mes pasado por WhatsApp después de que el servicio de mensajería instantánea anunciara cambios en sus términos de uso que implicaban una mayor extracción de datos personales en las comunicaciones sostenidas con cuentas de empresas. Muchas personas todavía son sensibles a esas prácticas cuestionables, incluso cuando éstas se presentan como formas de facilitar sus gestiones diarias. Sin embargo, tales manifestaciones de descontento tienden a ser acotadas y efímeras, y al final los usuarios retornan a estas plataformas debido a que cada día es más complicado llevar la vida cotidiana al margen de ellas.

Por lo anterior, parece claro que los consumidores enfrentan severas limitaciones en su poder para modificar el comportamiento de las empresas de redes sociales, y que dicha tarea únicamente puede ser emprendida por los estados. Pero incluso éstos se encuentran con múltiples desafíos al abordar el ordenamiento de los gigantes digitales, desde el ineludible debate acerca de la libertad de expresión, hasta el uso de los virtualmente ilimitados recursos económicos de estas compañías para frenar cualquier legislación que atente contra sus intereses. Cabe esperar que el bien común y la protección de la privacidad se impongan sobre mezquinas consideraciones pecuniarias, así como sobre la voluntad de algunas de las empresas referidas para erigirse en poderes fácticos, pero para ello será necesario el involucramiento de los ciudadanos en el diseño de un marco legal que cierre el espacio a prácticas abusivas, al mismo tiempo que potencie los beneficios creados por el avance digital.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/02/07/opinion/capitalismo-digital-desafio-regulatorio-20210207/

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México, EU y el caso Cienfuegos

El jueves pasado la Fiscalía General de la República (FGR) determinó no ejercer acción penal contra el general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de Defensa en el sexenio pasado y acusado por la justicia estadunidense de narcotráfico y lavado de dinero. El caso ha dado lugar a un amplio debate en el que se mezclan consideraciones sobre transparencia, soberanía, respeto al debido proceso, combate a la impunidad, violaciones a los derechos humanos en el pasado reciente y hasta el peso real de las fuerzas armadas en las decisiones de gobierno.

El militar fue detenido el 15 de octubre de 2020 con el fin de someterlo a juicio. Días más tarde, el gobierno mexicano envió una nota a Washington en la que señaló que tanto la investigación como la captura representaban una serie de violaciones a la soberanía nacional y al Tratado de Asistencia Jurídica Mutua (TAJM), y pidió que el reo fuera excarcelado y enviado a México, donde la FGR abriría una carpeta de investigación basada en las imputaciones formuladas por la oficina estadunidense de combate a las drogas (DEA, por sus siglas en inglés).

Tal petición fue concedida el 19 de noviembre. Cienfuegos volvió a México, se le notificó que existía una investigación en su contra y el Departamento de Justicia del país vecino envió a la FGR una voluminosa carpeta con los documentos de la acusación. Tras examinarlos, después de una indagación sobre la evolución patrimonial del imputado y luego de escuchar a la defensa, la instancia de procuración determinó que no había elementos para iniciar un proceso penal contra el militar. El presidente Andrés Manuel López Obrador respaldó la decisión de la FGR e instruyó al canciller Marcelo Ebrard dar a conocer a la sociedad la carpeta íntegra enviada por Washington para que los ciudadanos pudieran sacar sus propias conclusiones. La fiscalía, por su parte, divulgó el expediente de la averiguación previa, si bien censurado para proteger datos personales y aspectos confidenciales de la investigación.

Cierto es que en el marco legal de nuestro país el material recopilado por la DEA contra Cienfuegos evidencia una violación a la soberanía, pues fue recopilado sin informar al gobierno mexicano, y no sirve para iniciar un juicio, porque muchas de sus piezas fueron obtenidas de manera ilegal, es decir, mediante intercepciones telefónicas y de datos realizadas sin orden judicial que, a contrapelo de lo que se afirma en Washington, se llevaron a cabo en territorio mexicano. Así, a falta de pruebas válidas y consistentes que pudieran presentar en el futuro las autoridades de cualquiera de los dos países o de ambos, Cienfuegos debe ser considerado inocente respecto de los señalamientos por narcotráfico.

Asimismo, no puede ignorarse que el general exonerado fue el máximo responsable castrense en un sexenio caracterizado por gravísimas violaciones a los derechos humanos perpetradas por militares, entre las que destacan la masacre de 22 civiles en Tlatlaya, estado de México, el 30 de junio de 2014, y la atrocidad cometida en Iguala la noche del 26 de septiembre de ese mismo año, en la que las fuerzas policiales asesinaron a tres estudiantes de la normal de Ayotzinapa y a otras tres personas, hirieron a varias más y desaparecieron a 43 normalistas cuyo paradero sigue sin conocerse, hechos en los que el 27 Batallón de Infantería del Ejército tiene una responsabilidad cuando menos por omisión.

Con esos y otros agravios aún en carne viva en la sociedad, es inevitable que se exprese malestar por la exoneración de Cienfuegos. Sin duda, el episodio de la detención del ex secretario de Defensa hace ver la necesidad de culminar a la brevedad la investigación sobre la noche de Iguala y reactivar las de Tlatlaya y otros muchos casos de violaciones a los derechos humanos cometidos por militares durante el gobierno peñista.

Por último, no es sensato magnificar el roce bilateral generado por el caso: la cooperación México-Estados Unidos en el combate a la delincuencia necesita una reformulación general explícita y en la actual circunstancia este episodio es un problema muy menor para el gobierno y la clase política del país vecino. Por lo demás, todo el caso se originó por violaciones estadunidenses al TAJM, y si el gobierno mexicano lo infringió después al divulgar las imputaciones enviadas por Washington, mucho más relevante fue el servicio a la causa de la transparencia.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/01/18/opinion/mexico-eu-y-el-caso-cienfuegos/

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Resistencia mapuche y colonialismo interno

Por: La Jornada

Desde finales de julio, la región chilena de la Araucanía se encuentra envuelta en una nueva ola de violencia que ha llevado a integrantes del pueblo mapuche a emprender tomas de sedes municipales, levantamiento de barricadas, ataques a casas y locales comerciales e incendio de vehículos.

El gobierno de Sebastián Piñera ha respondido con una feroz represión por parte del cuerpo de Carabineros (policía militarizada), y con una descarada tolerancia ante la arremetida de grupos que cabe calificar como supremacistas: ¡El que no salta es mapuche! y ¡fuera, indios! son algunas de las consignas pronunciadas durante sus ataques contra los indígenas.En serio riesgo de muerte”: La crítica situación de Celestino ...

El antecedente inmediato de la ola de protestas que han tenido eco en la capital nacional, Santiago, se encuentra en la huelga de hambre de 27 presos políticos mapuches y, en particular, la que ha llevado adelante durante 102 días el machi (guía espiritual) Celestino Córdova. En estos momentos, su estado de salud es crítico y se teme que su muerte sea inminente, lo cual movió a indígenas y a sectores progresistas de la sociedad chilena a manifestarse en favor suyo y de la causa mapuche.

Condenado a 18 años de prisión por un incendio en el que murieron dos personas, en un proceso judicial ampliamente criticado por su parcialidad y las irregularidades que lo caracterizaron, Córdova busca que se le permita pasar seis meses en su casa de la ciudad de Temuco con la finalidad de renovar su rewe o energía espiritual. Ayer, la Corte Suprema de Justicia le dio portazo a una salida institucional a la crisis al negarle la prisión domiciliaria.

Estos sucesos no son sino los episodios más recientes del centenario colonialismo interno que la República de Chile ha llevado adelante como heredera de la Corona española en la tradición de asedio y despojo contra las comunidades indígenas.

Este proceso de expolio ha reducido los territorios del pueblo mapuche a apenas cinco por ciento de su área original, obligándolo a luchar no sólo por la restitución de sus tierras, sino para frenar el saqueo sistemático a que se ven sometidas por la dinámica extractivista impuesta por los grupos de poder que despachan desde la capital, las multinacionales, y los colonos que se apropiaron de vastas extensiones de la región.

La incapacidad del gobierno chileno para procesar el conflicto a través de cauces democráticos, hace urgente una intermediación internacional humanitaria que evite la muerte de Córdova, tanto por un elemental sentido humano como por las incalculables consecuencias que su deceso tendría en una situación que ya es sumamente delicada.

Más allá de la coyuntura, la crisis permanente en que viven los 700 mil integrantes del pueblo mapuche sólo podrá desactivarse mediante la restitución plena de sus derechos sobre la tierra, el aire y el agua que les fueron arrebatados por el Estado chileno, erigido en fuerza de ocupación interna.

El camino para cerrar esta fractura, y así poner fin a una opresión que impide a los mapuches considerarse parte de la sociedad chilena, pasa de manera insoslayable por derogar la actual Constitución, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet y perpetuadora del orden colonial racista. Desde el año pasado, la sociedad chilena ha mostrado en las calles estar a la altura de este desafío, pero para lograrlo el Estado deberá asumir su responsabilidad histórica con los pueblos originarios.

Fuente e imagen:  https://www.surysur.net/resistencia-mapuche-y-colonialismo-interno/

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Teletrabajo: beneficios y riesgos

Por: La Jornada

Es un hecho conocido que la pandemia de Covid-19 ha dado un auge sin precedente al teletrabajo, trabajo en casa o home office, un hecho lógico e incluso inevitable en circunstancias en que millones de personas en todo el mundo deben permanecer confinadas, sea porque pertenecen a algún grupo de riesgo ante los efectos del coronavirus, o bien porque deben acatar disposiciones gubernamentales de permanecer en casa.

Tal práctica no sólo da un respiro a la economía y a innumerables empresas, que pueden seguir operando en forma total o parcial, sin tener a sus empleados en un local físico; es benéfica, por añadidura, para el ambiente y para reducir el estrés en los centros urbanos, los cuales ven atenuados, así sea de manera provisional, sus problemas de movilidad.

Incluso antes de que se declarara la actual emergencia sanitaria, el teletrabajo había cobrado auge desde los años 80 del siglo pasado por diversas razones: la primera, es obvio, fue la revolución en las telecomunicaciones digitales que lo hizo posible, así como la paulatina masificación de dispositivos capaces de interconectarse.

La solución resultaba interesante para los empleadores, en una lógica de reducción de costos de operación, pues al tener a menos personal en sus empresas pagaban montos menores por los servicios y ocupaban menos espacio físico; para muchos trabajadores, el realizar sus funciones desde casa representaba la posibilidad de ahorrar tiempo y dinero en transporte.

Así, hace más de 30 años, en Francia se llevaron a cabo los primeros programas piloto de teletrabajo impulsados por el gobierno, aprovechando la infraestructura del entonces novedoso sistema Minitel. Pese a las perspectivas positivas, tales programas piloto evidenciaron muy pronto algunos efectos indeseables del trabajo en casa: el traslado de la carga laboral a los hogares tendía a incrementar las tensiones familiares y de pareja.

En el tiempo transcurrido desde entonces el vertiginoso desarrollo de Internet, de aplicaciones colaborativas y de actividades económicas nativas de la red multiplicaron el número de personas que trabajan en casa mediante una conexión remota. Con ese antecedente, ante la angustiosa situación económica creada por la pandemia en curso para países, regiones y hogares, el teletrabajo parecía, si no una panacea, cuando menos una herramienta de indiscutible utilidad. Y lo es, en efecto.

Pero, más allá de las consecuencias negativas intrínsecas a la fusión del lugar de trabajo con la vivienda –que, en palabras de Jesús Uribe Prado, profesor-investigador de la Facultad de Sicología de la UNAM, implica romper la línea entre lo público y lo privado–, al calor de la crisis epidémica se ha constatado un patrón de abusos por parte de los patrones, algunos de los cuales se aprovechan de la circunstancia para abusar de sus trabajadores, como si por estar laborando en sus hogares diera pie a disponer de ellos más allá de la jornada laboral regular e incluso a deshoras o en días de descanso.

Otras inquietudes surgen de la indefinición de la seguridad, los riesgos y los accidentes laborales en situaciones de trabajo en casa y de los peligros que se ciernen sobre la seguridad de la información corporativa cuando ésta transita por enlaces remotos.

Con estas consideraciones en mente resulta claro que, con o sin pandemia, el home office seguirá al alza en las sociedades modernas y es urgente extender y complementar las legislaciones laborales con el fin de garantizar que esta modalidad de trabajo no se traduzca en situaciones de explotación, en riesgos injustificables para los asalariados ni en procesos de alteración y desintegración familiar.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/07/07/opinion/002a1edi

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Saludable celebración virtual LGBT+

Por: La jornada

Pese a las limitaciones impuestas por la pandemia que mantiene acotada la actividad del mundo entero, se realizó una vez más en México –el sábado 27– la llamada Marcha del Orgullo LGBT+ que tiene lugar desde 1978. Esta vez la celebración, ciñéndose a las restricciones de movilidad dictadas para evitar la difusión del Covid-19, tuvo un carácter virtual; es decir, se llevó a cabo a través de la transmisión por redes sociales de una serie de presentaciones artísticas alusivas al tema, así como de cápsulas informativas, conversaciones sobre pasado, presente y futuro del movimiento organizador, y temas específicos como homologación de derechos para todas las personas en el país y reconocimiento de los derechos para las familias diversas.

Aunque la historia de dicha celebración tiene muchos antecedentes, no fue sino hasta 1999 cuando la marcha llegó por primera vez al zócalo de la Ciudad de México, y cambió su original nombre de Marcha del orgullo gay por el de Marcha del orgullo lésbico, gay, bisexual, y transgenérico (es decir, las siglas LGBT+, como se le conoce ahora, tras agregarse a la lista otras diversas opciones sexuales).

En sus inicios, rechazado o cuando menos mirado con desconfianza por los sectores más conservadores de la sociedad, el movimiento cumplió otro año de bregar por la visibilización pública de sus integrantes –y por extensión de todas las personas que tienen elecciones sexuales consideradas diferentes– se inscribe en un marco más amplio, donde prevalecen las nociones de coexistencia, modos de relación social y formas de habitar el planeta. En tal sentido, como espacio que abre el pensamiento y las prácticas humanas a otros planos que diferentes de los tradicionales, ocupa ya un lugar bien ganado entre los agentes activos para la construcción de órdenes sociales.

Pero no es corto el camino que todavía le queda por recorrer al movimiento LGBT+ en su búsqueda de pleno reconocimiento. De hecho, la discriminación de que son objeto las personas cuya orientación sexual e identidad de género les son negadas, aún constituye un escollo difícil de sortear en amplios sectores de la sociedad. Las variadas formas de violencia ejercidas en su contra –con su máxima y más repudiable expresión, los crímenes de odio– son todavía moneda corriente en muchas naciones del mundo, la nuestra incluida.

La celebración virtual efectuada ayer, sin embargo, representa otro paso adelante no sólo para el colectivo encargado de darle vida, sino también para todos los sectores sociales convencidos de que es preciso desterrar del mundo, para siempre, la exclusión, el prejuicio y la segregación.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/06/28/opinion/002a1edi

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