Page 5 of 18
1 3 4 5 6 7 18

La esperanza cristalizada en un enter

Por: Manuel Gil Antón

En memoria de Josefa Sacristán Roy,

Republicana allá y aquí, siempre.

No me deja pasar de esta página, ¿qué hago? Va la imagen. ¿A alguien le ha salido esto? NO HAY RESPUESTA. Llevo horas y se queda pasmada cuando pide CONFIRMAR LA CURP. Ni esto saben hacer estos güeyes… (aunque no paraba de insistir). En todo el día no pude registrar a mi mamá, ¿alguien sabe cómo? Ya pude registrarme, la página está funcionando ahora – las 5 de la mañana, y no importaba despertar a los del chat: no se dilaten que luego se cae de nuevo. Me registró mi hijo que vive en Canadá. ¿Alguien me ayuda desde otro país, estado, barrio u otra computadora con distinto buscador? Dizque ya pude, pero luego de enviar los datos no me sale el comprobante. No tienes registro hasta que te salga esto: “Le informamos que el Gobierno de México ha recibido… y tengas un número de folio. Nos aprendimos los 18 caracteres de nuestra CURP, la de un hermano o la abuela si el abuelo ya no está. No paraba el intercambio: mentadas, preguntas, trucos, explicaciones: es normal, somos millones. Paciencia. Se perdió la conexión con el Registro Nacional de Población, por eso no te deja pasar; esa página se cayó y se calló. No se vale, Manuel, que des explicaciones si no sabes de lo que hablas: son una mierda los Servidores de la Nación. No los defiendas. Yo solo quería echar la mano. No es una fila ordenada por fecha y hora del registro, va a ser por edades. Ya aprobaron la rusa. Ni madres, a mí no me ponen esa. No me voy a registrar: no quiero ser parte de un experimento ni darle datos a MORENA. Tranquila, entra. Ya si te toca la rusa o la china, decides. Yo solo la que aprueben los gringos, las demás son patito. Pude registrar a mis padres. Borra las cookies, refresca la página y funciona. Pinches pendejos: hasta un estudiante de segundo semestre hace mejor el programa que estos inútiles. Batallamos para quedar apuntados y nos pongan una vacuna que no hay. Ya me harté. Creo que mi máquina está boletinada; no me abre nada. Tu compu es fifí. No te burles, no juegues con la esperanza de la gente.

Entendí. Esa era la clave: más allá de millones de intentos, intercambios, sugerencias, maldiciones, peticiones de paciencia y acusaciones de defender a incapaces estaba, frente a nosotros, eso que llamamos esperanza. Entre la mañana del 2 de febrero y hasta entrado el jueves 4 que los registros empezaron a fluir, brotó un fenómeno social muy relevante para quien quiera verlo: tener un trozo de esperanza. Como en la lotería, si no juegas, lo seguro es que no ganas. El comprobante de registro era como un cachito. Aunque sea, de reintegro, la rusa. Yo me pongo la que haya.

Estamos aterrados. Y tener un número en la lista era un quizá, un ojalá, un pasito tal vez a lo que no sucedería, pero por si acaso. Otros, al tenerlo, estaban ciertos de haber asegurado que un día les inyectaran chance de vivir.

Con coraje, ilusión, desconfianza o certeza, durante dos días y medio los mayores, o nuestros mayores, necesitaban ese pasaporte a la posibilidad, remota o segura, de tener algo de luz. Fue un movimiento social, una marcha tecleadora terca, incesante. Un poco de expectativa: que esto se acabe, carajo. En la semana más reciente, 7777 personas murieron de acuerdo a cifras oficiales. Han de ser más. No quiero ser, ni que mis abuelos o padres sean, parte de un número infame en el futuro.

Conmovedor, complejo. Encorajinados o tranquilos, millones nos aferramos al boleto-clavo para no morir. El que sepa ver, que vea, y entienda. Con la esperanza social no se juega: es jacaranda.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México.

mgil@colmex.mx

@ManuelGilAnton

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-esperanza-cristalizada-en-un-enter/

Imagen: mohamed Hassan en Pixabay

Comparte este contenido:

Organismos Constitucionalmente Autónomos, sí, pero no así

Por: Manuel Gil Antón

Ante el blanco y negro: grises intermedios. Frente al juicio sumario que los descalifica de manera absoluta, no es adecuada una actitud que los defienda de la misma manera. Discrepar de la desautorización que, sin matices, ha expresado el presidente a los Organismos Constitucionalmente Autónomos (OCA), no debe conducir a entronizarlos como indispensables tal y como ahora operan sin un ejercicio crítico de sus características. El argumento de su idoneidad ha de eludir tropezar con la misma piedra de quien los considera inútiles per se: una generalización tosca e inválida.

Valga un ejemplo: luego de la experiencia (durante décadas) de lo pernicioso que era que los gobiernos organizaran las elecciones y realizaran el conteo de los votos en las que está de por medio su continuidad, no dudo – ni dudé – que era necesaria una entidad pública sin relación orgánica con el gobierno en turno, que se encargara de esas funciones para que el voto contara y fuera bien contado. La creación del Instituto Federal Electoral, IFE, como OCA al frente de los procesos electorales, fue una demanda de la generación a la que pertenezco. Es indispensable porque en esa tarea el poder constituido no debe ser juez y parte. ¿Se sigue de esta convicción apoyar, sin más, su forma de organización, la manera en que se conforma el conjunto de los consejeros, el tamaño de su burocracia o las tareas que las sucesivas leyes le han asignado, por mencionar algunos aspectos? No. Lo que pedimos y por lo que nos esforzamos fue por contar con una institución autónoma que organizara la renovación de los distintos poderes por medio del voto. Exigimos eso, de lo que no se sigue que tengamos que defender, por ello, la manera en que a lo largo del tiempo se ha legislado y opera el actual Instituto Nacional Electoral (INE).

Por eso, considero vital que defendamos su existencia sin confundir, por esta razón, que equivale a preservar, sin revisión, la estructura, procedimientos, costos y demás aspectos del INE como está ahora. ¿Este organismo es indispensable? Sí, sin duda, pero no necesariamente así. Y la crítica a esos aspectos es, aunque a algunos les parezca paradójico, la mejor manera de defenderlo frente a una tendencia gubernamental que, alegando aspectos criticables en su organización (que los hay, y muchos), estima que debe desaparecer.

Como en otros casos, aunque el ejemplo sea el INE, urge analizar, entre otras cosas, si la manera de elegir a sus directivos es la más adecuada. La injerencia de los partidos en esos nombramientos ha sido muy clara. ¿Evitarla es posible? ¿Cómo? ¿Es factible diseñar formas de elección de sus integrantes que no pasen por la criba oportunista de los partidos en el Congreso? ¿Tiene que ser el ejecutivo quien haga las ternas de quienes conduzcan este y otros OCA y una cámara ser la electora? ¿No podría ser esta tarea encomendada a un conjunto de personas que, de manera transparente y con conocimiento de causa, las integren? En todos los casos en que sea necesario evitar que el gobierno sea juez y parte – como en los derechos humanos, el acceso a información completa o la generación confiable de estadísticas y datos mediante los cuáles se pueda conocer el estado que guardan asuntos que nos importan – es imprescindible la existencia de OCA. Ese es, si no yerro, el valor a defender, y otro, igual de importante, es reivindicar el derecho a debatir si la manera en que se constituyen esos organismos y cómo operan hoy es la adecuada. Ambos, sí, son necesarios.

Fuente:  http://www.educacionfutura.org/organismos-constitucionalmente-autonomos-si-pero-no-asi/

Comparte este contenido:

La «carga» docente en las Universidades

Por: Manuel Gil Antón

Fardo. Loza en la espalda. Quintal de café que se lleva en el lomo. Tratándose de impartir cursos, la referencia es a algo pesado que se ha de soportar. No se dice carga de investigación. Al contrario, se da cuenta de ella con orgullo: desarrollo o participo en tal proyecto.

Hay 400 mil personas que laboran en las Instituciones de Educación Superior (IES) en el país. ¿Tiempos completos? 80 mil, y trabajan por horas – a destajo – 320 millares, el 80%. Es el personal académico al que se denomina de tiempo parcial o de asignatura. Llevan a cabo la mayor parte de la función docente en condiciones de precariedad laboral.

No es un grupo homogéneo: una proporción se conforma por profesionistas que, en otros espacios laborales, tienen el centro de su atención e ingresos (abogados, ingenieros o contadores, a guisa de ejemplo). Acuden a las instituciones haciéndose cargo de pocas horas de clases. Otro subconjunto, encuentra en esa actividad un complemento no menor a sus percepciones totales, o la desempeña por la flexibilidad de horario para poder atender otros trabajos, generalmente en la casa y el cuidado de los hijos y adultos mayores: por inequidad de género en la distribución de estas tareas suelen ser mujeres.

Hay otro sector, cuya cantidad es necesario precisar, que encuentra en la docencia frente a grupo, mal pagada y sin considerar parte de su trabajo ni la preparación de las clases ni la revisión de trabajos o exámenes, su único espacio de empleo. Ya sea en una o varias IES, procuran acumular cursos para sacar el gasto. Son profesoras y profesores de “tiempo repleto”.

Sin embargo, tanto quienes cuentan con vínculos de tiempo completo como el personal de tiempo parcial, tienen responsabilidades en la docencia. Esa función sustantiva que, merced a la valoración dispareja con la investigación, se concibe como carga es vital en la generación de nuevos profesionales y científicos.

Su contratación deriva de la tenencia de diplomas que acreditan su saber, pero no de la capacidad de generar ambientes de aprendizaje, proceso muy diferente a “dar clases”. La capacidad docente se cree derivada de un saber certificado, no de su conjunción con habilidades profesionales para suscitar condiciones para aprender. Pueden dominar el contenido de su especialidad, pero no el dominio pedagógico del contenido programado en los cursos que se les asignan. Cualquiera puede enseñar si sabe del tema.

Se ha reflexionado mucho sobre el impacto de la pandemia en las tareas docentes, como si previo a esta calamidad no hubiera ya fallas tan graves como la ausencia de preparación para llevarlas a cabo. A mi entender, se trasladó a las plataformas virtuales lo mismo que antes se hacía. ¿Se quiere averiguar lo que ha pasado en estos meses de escolarización remota de emergencia (no de educación a distancia)?

Paradójicamente, para responder a esta pregunta es necesario reconocer que concebir a la docencia como carga, y no advertir su complejidad intelectual ni la necesidad de mejorar las condiciones en que se lleva a cabo por parte de los tiempos parciales, son previos a la pandemia. Quizá se hizo más visible su descuido. La solución no es tecnológica. Inicia con la recuperación de la importancia de esta labor, despreciada por el espejismo de la investigación como la moneda de curso legal en la estructura de prestigios e ingresos. Ser diestros en el ZOOM deja inalterable el menosprecio en que se ha sumido la docencia desde hace años. Ahí, a mi juicio, reside el problema.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-cargadocente-en-las-universidades/

Comparte este contenido:

Nostalgia del futuro

Por: Manuel Gil Antón

La nostalgia es como los trenes: hay para el norte y para el sur. Ese “sentimiento de pena por la lejanía, la ausencia, la privación o la pérdida de alguien o algo queridos” se afianza en el pasado. Ahí encuentra su raíz: en el recuerdo. Y desde allá brota el deseo, el ojalá de hallar, de nuevo, en los días o meses por venir lo extraviado. Ese hueco.

Echar en falta o echar de menos es notar que algo o alguien, que debería o solía estar, no está. Por primera vez Julia Antón no ayudó a deshebrar el bacalao ni se sentó a la mesa en la cena del 24, contenta de vernos juntos a todos. Ese lugar se fue con ella y su mirada, o ya no más sus ojos y la ilusión que a ratitos supiese quiénes éramos.

Por vez primera, también, nuestra generación y las más jóvenes no recorrimos el camino a la escuela. Sabemos donde está, y si nos acercamos no se puede abrir la puerta y la hierba ha crecido. Hay cadena y candado, los pupitres habitados por el polvo y el silencio que expulsó al barullo.

El lugar de encuentro con las maestras, de la conversación y la sonrisa con los profes no pudo seguir siendo lo que era. Y las amigas, los cuates, esos que se van a la lista de carnales sin la sangre compartida como mecate que hermana, divierte, a veces asusta o nos rompe la cara cuando no ocurre. Llena de contradicciones, sí, como cualquier espacio social. El lugar que guarda el recreo como la mejor parte de la jornada y que al salir – pese a todo – hacía posible el milagro de una jícama con chile piquín y limón, o una paleta en tiempos en que la calor aprieta.

El salón donde, si había paciencia, la maestra guiaba nuestra mano para ayudarnos a escribir bien las primeras letras y más adelante un cuento, o el maestro ensayaba muchas maneras de comprender eso que la base por altura sobre dos nos daba noticia del tamaño del área de un triángulo. La escuela, autoritaria a veces, espaciosa para la libertad en otras, se nos quitó y con ella las ganas de levantarse temprano pues no sabíamos si la carta de amor en papel cuadriculado le había gustado a la condiscípula anhelada como novia a los 9 años.

No fue poco el esfuerzo de miles de maestras y maestros que, a pesar del candado en la puerta, buscaron no soltar el hilo de la relación con esas personas que llaman suyas porque las quieren a pesar de la fatiga por no hallarle el modo de que se aprenda de fondo por qué es necesario el mínimo común denominador en un quebrado. Ingenio no faltó en muchas ocasiones, pero aprender así, o intentarlo, no sabe a escuela. Y ese sabor que quedó atrás lo queremos para cuando en el futuro se pueda. Nostalgia del futuro.

Nuestra maestra, Elsie Rockwell, escribió ayer: “Sigo de cerca a los trabajos de muchos y muchas docentes en esa lucha por mantener un pequeño hilo de conexión con sus alumnos, por muy diversos medios. Tenemos mucho que aprender. Ojalá nos podamos encontrar enteros y en presencia, que la pantalla no es escuela ni verdadera reunión”.

Ese ojalá que retome lo perdido en la ausencia de la escuela, puede ser cimiento de una nueva escuela en el país en serio. No resultará de la pandemia por sí sola sino del diálogo entre el magisterio y su diversidad generador de nuevos proyectos. Nostalgia de la escuela extraviada. Nostalgia de una escuela futura que se haga cargo de lo vivido en estos largos meses. Es la mera raíz de una reforma educativa desde donde debe surgir: del abajo que, bien visto, es el arriba que puede recuperar lo mejor de la escuela y reparar su grietas. De veras, ojalá.

mgil@colmex.mx

@ManuelGilAnton

Fuente: http://www.educacionfutura.org/nostalgia-del-futuro/

Comparte este contenido:

Temporada de preguntas

Por: Manuel Gil Antón

Cuando la vida tuerce las veredas que creímos firmes. Cuando no queda más remedio que repetir con Monsiváis: “o yo no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba entendiendo”. Cuando lo que sucede no tiene manera de nombrarse y se marcan en el rostro las arrugas del pasmo. Cuando como a la paloma de Alberti se nos extravía el rumbo y por ir al norte vamos al sur. Cuando lo que pasa no cabe. Cuando las escuelas están cerradas y las ganas de aprender nos crecen. Cuando tocamos en clave de sol lo que va en calve de fa y se hace ruido y barullo. Cuando no tenemos ni idea, está seca la mirada y en el suelo la confianza en que algo será según nos dicen. Cuando se hace cotidiana la voz y el violín del grupo Kansas de tanto polvo en el viento. Cuando no hay pa’dónde hacerse. Cuando la Narvarte pierde un par de calles y Zempoala no tiene modo de estar donde solía. Cuando las estadísticas revientan, y el corazón del mundo anda a 143 pulsaciones por minuto. Cuando al amanecer no sabemos qué día es, y este enero pasado está tan lejos como agosto, y ayer tal vez sea un mañana repetido. Cuando creemos que la televisión “da cursos” y la tarea atarea y atolondra en busca de evidencias que muestren que todo sigue igual. Cuando acontezca que este día, a las 8 y media, todos quienes van en tercero aprenderán cómo se hace una suma de fracciones, y un señor en la pantalla nos indique que llegó la hora de activarnos y demos vuelta a la casa de cojito. Cuando la muerte es una presencia contundente pese a que nos ha rondado siempre. Cuando nos falte asidero, y no sepamos para cuándo va a regresar lo que ignoramos cómo es, ni en qué frasco lo venderán en las farmacias cuando vuelva, llegue o surja. Cuando andamos a media cara y somos ojos que buscan otros para saberse acompañados en las dudas. Cuando pasan estas cosas, colegas, lo que más importa, creo, es advertir que no son tiempos de respuestas sino temporada de preguntas.

Sí. Anhelamos respuestas: certidumbres, fechas, plazos, modos de resolver equis o zeta, fórmulas, milagreros iluminados o tronantes. Dígame cómo, dígame cuándo, dígame cuánto falta. Hable claro: requiero un qué, un por qué, un salvador o un culpable, algún discurso ahíto de esperanzas, previsiones y pronósticos. No le hace que no sirvan: dígalo como si fuese seguro.

No tengo coordenadas sin el horario que marca la chicharra de la escuela, sin el orden que en el salón resguarda el escritorio del docente. Ya no aguanto las manos sin rastros de gis o manchas de plumón. El candado que atora a la cadena de la puerta de la escuela se ha oxidado. Ya: urge una fecha y que sea exacta.

¿A qué? ¿Para qué? ¿Para que pase lo mismo de antes? En la temporada que se dilata ante nosotros hay que decidir: ¿compramos respuestas baratas para hacer de cuenta que hay claridad, o aceptamos el filo de la pregunta que nos reta con su incógnita? Es tiempo de parir preguntas fuertes en los grupos de maestras y maestros. Cuestiones compartidas, originales y creativas. ¿Cómo cambiamos las peroratas y dictados por procesos que produzcan ambientes de aprendizaje? Hoy y mañana. Tiempos de pensar juntos, ensayar, equivocarnos, atinar y aprender. No esperar la instrucción de arriba, que controla, sino generar las posibilidades desde abajo, a ras del aula ya no jaula. Como Machado decía, “también la verdad se inventa”. Inventar la realidad y el horizonte. Entonces las respuestas no serán triviales ni ajenas. Serán fértiles y, sobre todo, serán nuestras.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/temporada-de-preguntas/

Comparte este contenido:

El valor de la crítica

Por: Manuel Gil Antón

Siempre hace falta. Vale porque es un valor, un derecho: el modo más nítido en que se expresa la libertad de expresión. Vivimos tiempos en que, si se cuestionó lo que se hizo antes, entonces lo que se realiza ahora no es debatible so pena de traición. O bien que lo que se critica hoy, tiene como cimiento que antaño las cosas estaban la mar de bien.

Si prevalece este sofisma, mutamos la mirada crítica en propaganda del pasado o panegírico del presente. Ambas renuncian al escrutinio libre de lo público, y quebrantan el futuro de todos, aunque en el corto plazo alguna de estas reducciones tenga mayor eco. Llegará el momento en que será la otra la que logre mayor estridencia, pero nada más: vaivén estéril.

¿Es necesario, pongamos por caso, debatir las decisiones que toman actualmente las autoridades del CONACYT en torno a diversos temas del desarrollo científico del país? Por supuesto. ¿Cuestionarlas? Desde luego, y ofrecer argumentos a considerar. Lo que no procede – por ser falso – es sostener que antes de diciembre de 2018 todo era perfecto. Escucho a colegas distinguidos, muy disgustados, porque en nuestros días “no se toma en cuenta a la comunidad científica como antes”. ¿De qué modo se hacía la auscultación? ¿Quién hablaba en nombre de los científicos? La respuesta ha sido interesante: “nos reuníamos con el director de CONACYT y llegábamos a acuerdos”. ¿Quiénes? Nosotros. ¿Y quiénes son ustedes? Los representantes de la comunidad científica, los que sí sabemos lo que es la ciencia, no como los de ahora.

Hay en tal proceder un riesgo: si yo era parte de los interlocutores, se atendía a la comunidad; de no ser así, ya no se hace. ¿Representantes o coordinadores de grupos de interés?

Otros investigadores, con razón, señalan que existía, por ley, el Foro Consultivo, cuya mesa directiva estaba integrada por 17 directivos de varias instituciones, distintas asociaciones académicas y empresariales, más tres investigadores del SNI electos por sus pares. Ese espacio conformaba una instancia de deliberación y asesoría al CONACYT, sus similares estatales y el Congreso. ¿Podría estar mejor integrado, con más académicos electos? Sin duda. ¿Proceder de un modo más participativo? Claro que sí. Pero modificarlo sin ajustarse a la ley vigente es un error y hay que decirlo. La crítica, al hacer estos matices, no sufre mella; jugar al blanco y negro sí, pues la destroza.

Por discrepar de la reforma educativa del Pacto por México, no se sigue que se deba apoyar a toda costa lo que se proponga ahora. Considerar mal encaminada la transformación actual del proyecto educativo, no significa acuerdo pleno con la que se impulsó antes, ni se niega la necesidad de un cambio con respecto a la inercia previa: la distancia constante del poder para contar con perspectiva es necesaria. Hace posible la mirada que en realidad cuestiona.

Estas simplificaciones son inútiles pues el debate público no avanza. Y sin esa discusión no hay camino en la senda democrática. Es victoria pírrica reducir al absurdo a quien piensa diferente, o imputarle intereses inconfesables, contrarios a la patria, a quien difiere de lo que consideramos adecuado. Tampoco hay posición neutral ni desinteresada. Los proyectos para el país difieren.

Por eso, tampoco es necesario, ni conviene, llegar a acuerdos. Lo que sí sería importante es recuperar dos elementos cruciales del quehacer crítico pocas veces recordados en medio de la pasión que ciega y grita: escuchar y pensar con calma. Creo que es preciso.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-valor-de-la-critica/

Comparte este contenido:

Educación: ¿hacernos guajes?

Por. Manuel Gil Antón

No pasa nada. Todo marcha bien. En los estudios que tiene la SEP, 32 millones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ) afirman que están aprendiendo lo esperado como si no hubiera pandemia, como si fuesen a la escuela todos los días. En esas misteriosas indagaciones a las que refiere la autoridad, el millón y pico de maestras y maestros están muy contentos con los avances logrados en Aprende en Casa II (ACII). Las autoridades educativas echan las campanas al vuelo: se avanzó en la capacitación de alumnos y alumnas, del personal docente y de los “padres y madres de familia”. ¿Evidencia? 19.5 millones de nuevas cuentas de correo electrónico entre alumnos y 1.2 millones de maestras y maestros. Gratis. Por eso México dio un “salto adelante en materia digital”.

“¿Cuántas mexicanas y mexicanos se están educando a distancia? Agárrese: ACII está siendo visto por 8.5 millones en tele abierta y otros 7.5 millones a través de sistemas de cable. Ponga en la cuenta a otros 5.9 millones que aprenden a través de la red de televisoras estatales y similares. Por internet, llega a 7.3 millones de usuarios y 1.2 millones más atendidos por la radio y cuadernillos. En total, 30.4 millones están aprendiendo por esos medios cada día. Si añadimos a más de 4 millones inscritos en educación superior, toda la matrícula, y más, está cubierta.

La cosa no para ahí: ha habido, por estos cambios, “reingeniería institucional en la SEP” y de aquí a diciembre se producirán 4,500 programas de televisión y todo lo necesario para las plataformas digitales. “Hay una educación pública en México antes y debe haber otra a partir de la pandemia”. “El aprendizaje no se detuvo, la educación siguió con dos prioridades: la inclusión mediante una amplia cobertura y la excelencia al trabajar sobre los aprendizajes esperados dentro de los planes y programas de estudio. “

Y de remate: “Mente y corazón, conocimientos, inclusión, voluntad, pensamiento crítico, carácter, autoestima, conciencia ambiental, empatía, arte y cultura, sentido de comunidad y justicia, habilidades y destrezas físicas y mentales”. Todas estas cifras, y las partes entre comillas, corresponden a discursos del secretario Moctezuma.

¿Pandemia? Sí, pero quizá seamos el único país que, a pesar de haber detenido la forma presencial de los procesos educativos, no ha resentido ningún problema en lograr aprendizajes. ¿Estamos frente a un verdadero milagro, o contamos con autoridades educativas que han logrado, como la Virgen de Guadalupe, que “no (se) haya hecho igual en ninguna otra Nación”?

Las noticias que llegan de otros lados del país son distintas: a nivel del suelo se viven las cosas de otro modo. Algunos profesores y profesoras reportan que no encuentran a sus pupilos. Madres y padres de familia están desesperados sin saber ya qué inventar para que sus vástagos sigan intentando hacer algo semejante a estudiar. Hay fobias al Zoom, o franca risa o desesperación ante los programas de televisión que dizque enseñan. Muchas niñas ya de tiempo completo dedicadas a cuidar a sus hermanos y otras en la chamba del mercado, por dar un ejemplo. Muchachos colaborando para completar la renta. ¿Tenemos casi una rebelión para salir de las casas y respirar, hartos de la simulación, o la maravilla de la que nos informan los funcionarios?

Creo que lo segundo. En lugar de enfrentar con franqueza los problemas educativos, desde la soberbia de quien puede todo se están haciendo guajes. Igual que siempre. Como es costumbre que no cesa.

Fuente: https://vanguardia.com.mx/articulo/educacion-hacernos-guajes

Comparte este contenido:
Page 5 of 18
1 3 4 5 6 7 18