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La despolitización de la pobreza. meritocracia, positividad y violencia

Por: Fabián Piñeyro

El imaginario colectivo que define los sentidos sociales y organiza la manera en que los sujetos se piensan, se ven, se proyectan y representan, concibe a la pobreza como un signo de incapacidad personal o de inferioridad moral.

A través de complejos dispositivos simbólicos, las élites dominantes han conseguido instalar un marco de sentido que despolitiza a la pobreza y a la desigualdad social.  Marco de sentido que hace que el pobre se sienta culpable de su pobreza y proyecte su enojo y su ira contra sí mismo, lo que obtura la queja y el reclamo.

Ese imaginario se asienta en una narrativa de la voluntad articulada en torno a la idea de que cada individuo es un puro producto de sí mismo.

El esfuerzo, el mérito, la culpa, la responsabilidad, son las nociones que organizan la manera en que se piensa, se conceptualiza y se simboliza, la pobreza y la desigualdad social.

Esas nociones le dan forma a un imaginario que define, en base a frases sencillas y simples sentencias, una legalidad social que ordena admirar al rico y esforzarse, y que prohíbe responsabilizar a los otros por la “suerte” propia. Querer es poder, solo depende de vos, son algunas de esas sentencias, simples y sencillas.

Consignas tan esperanzadoras como culpabilizadoras que estructuran la manera en que se piensa y se conceptualiza, la desigualdad y la pobreza.

Esa legalidad social ordena además la forma en que el pobre se relaciona con su pobreza y la manera en que ve a los ricos.

Ese marco de sentido presenta a la pobreza como un signo de incapacidad, le asigna al individuo toda la responsabilidad y le da forma a una explicación que remite a distintos aspectos de la subjetividad, como la falta de aptitudes, destrezas o habilidades, y la escasa disposición al esfuerzo.

Al devenir en signo de incapacidad personal, la pobreza se vive vergonzosamente. Se disimula, se oculta, solo se alude a ella puertas adentro. El problema deviene así, efectivamente, en drama personal o familiar. Los padecimientos que la pobreza produce no se comentan, y no dan lugar a la queja, porque ésta ha devenido en una confesión implícita de incapacidad e inferioridad subjetiva.

La riqueza aparece, en cambio, como la expresión más evidente de la capacidad, de la astucia, de la habilidad.

Al rico se lo admira, se lo envidia, de manera más o menos disimulada, pero muy rara vez se lo critica. Su lugar, su posición, está legitimada por una narrativa que ve a la riqueza como una consecuencia natural del mérito.

La meritocracia se anuda, se articula con una cultura de la positividad, con una narrativa de la voluntad, que vela, que anula y hasta le niega estatuto de realidad a las restricciones, a la imposibilidad.

En la sociedad de la positividad no hay lugar para el antagonismo, para la contradicción, por eso la riqueza deja de ser vista como la contracara de la pobreza.

El despojo original, que le dio forma al orden capitalista, queda así invisibilizado. Como queda velada la explotación, la apropiación de los frutos del trabajo ajeno. Porque a la propiedad se la presenta como una consecuencia del mérito. El rico es rico porque aportó mucho, porque generó mucho, no porque se apropió de mucho.

Se desdibuja, de esta manera, el carácter social de la producción. Que deviene en una realidad espectral, apenas visible, opaca, casi imposible de percibir tras el brillo rutilante que dimana la subjetividad del heroico emprendedor.

La negación del despojo y la explotación es, por ello -a la misma vez- una negación de las capacidades y portentos del explotado. Porque implica la negación de que fue él, con su trabajo, el que generó la riqueza.

La narrativa del mérito y la positividad, enmascara y oculta la explotación. Y, además, agrede la dignidad y la subjetividad del pobre. El pobre no sabe, no puede, no es capaz, por eso es pobre. Ello oculta el hecho evidente de que la pobreza material impide, restringe, limita, constriñe y torna -a veces- imposible el desarrollo de las capacidades y hasta el de la propia individualidad.

La subjetividad del pobre es agredida por esa narrativa culpabilizadora que lo censura por no poder, cuando no pudo poder.

A esa agresión se le suma la que genera la pobreza en una era de riqueza, en un ecosistema social organizado en torno al consumo y que asigna rangos en base a la relación que se tiene con los objetos. En el marco de una sociedad de la abundancia y el consumo, en la que el acceso al goce está -en gran medida- mediado y condicionado por las posibilidades de adquirir, la pobreza genera una interdicción al placer, y por ello, una intensa frustración.

Esa restricción del goce genera una tensión, que al ver obturada toda posibilidad de convertirse en reclamo, se convierte en angustia.

Una parte del enfado que se produce como consecuencia de esa interdicción, el pobre la dirige contra sí mismo, en tanto él tiende a verse como el responsable principal de su pobreza. Porque la narrativa meritocrática les asigna a los individuos la responsabilidad exclusiva de su situación.

La sociedad de la positividad se asienta, como no podía ser de otra manera, sobre un conjunto de negaciones: la de la existencia de marcos materiales condicionantes; la de unas diferencias en los puntos de partida que perfilan y tornan previsibles las biografías; la de la violencia estructural del sistema capitalista; la del despojo original y la de la explotación.

Esas negaciones permiten estructurar una cultura de la voluntad, el mérito y la responsabilidad personal, que despolitiza la pobreza y la desigualdad, que obtura los contenciosos de clase, porque niega la existencia misma de las clases.

La cultura de la voluntad limita la política al ámbito abstracto e inmaterial de los derechos, porque un sujeto “liberado” todo lo podrá, pero a la vez también podrá ser responsabilizado por todo.

La que queda así, liberada, efectivamente de toda responsabilidad, de toda interpelación, de toda crítica, es la civilización capitalista.

La cultura de la voluntad legitima la violencia estructural, el despojo y la explotación, y mediante complejos mecanismos simbólicos redirige la tensión resultante hacia los costados o hacia abajo.

Esa cultura no encuentra casi contestación alguna, ello explica por qué ha devenido en sentido común una narrativa culpabilizadora de la mayoría pobre y oprimida.

Esa falta de contestación es, en buena medida, consecuencia del disciplinamiento (por la vía de la integración) de aquellos a quienes las mayorías oprimidas le confiaron la tarea de representarlos.

Apelando al pragmatismo como dispositivo de justificación, esos representantes han contribuido fuertemente a limitar la política al mero ámbito de la gestión. El orden, dicen, no solo no puede ser sustituido por otro, sino que tampoco puede ser modificado sustancialmente.

Eso genera la inexistencia de proyectos, de una alternativa, de un algo con el que contrastar lo dado y enjuiciarlo. Y es eso, lo que sustenta la positividad, la negación de toda negatividad.

Fuente de la información e imagen:  https://elsudamericano.wordpress.com

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Víctor Jara, el alma llena de banderas

Por: Oleg Yasinsky

Este 16 de septiembre de 2023 se cumplieron 50 años del asesinato del cantautor, compositor, poeta y director de teatro chileno Víctor Jara. No fue ningún «error» ni un «exceso» en medio del caos represivo después del golpe. Los que conocen el Ejército chileno entenderán que es una máquina perfecta que funciona con absoluto orden o mando vertical, sin la mínima posibilidad para realizar cualquier improvisación.

«…¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada
La sangre para ellos son medallas
La matanza es un acto de heroísmo…»,

escribía Víctor en las últimas horas de su vida desde el Estadio Chile, en el centro de Santiago, convertido por los militares en un campamento de reclusión y tortura. Él era uno de los símbolos artísticos del gobierno de la Unidad Popular, militante comunista, uno de los más talentosos directores teatrales de su generación en América Latina y el embajador cultural de Chile de Salvador Allende.

Tenía que ser uno de los primeros objetivos militares de los golpistas. Después de varios intentos de investigación de su asesinato —la más seria y efectiva fue realizada por el equipo de los periodistas del canal Chilevisión, a cargo de mi amigo Pedro Azocar—, por fin se pudo dar con los autores materiales y varios de ellos terminaron presos casi medio siglo después. Pero todavía no sabemos los nombres de los autores intelectuales ni los detalles del mecanismo de muerte que fluía en aquellos trágicos tiempos, entre Pinochet y los verdugos con uniforme en los centros de tortura y exterminio que funcionaban por todo el país.

El Ejército chileno sigue manteniendo sus macabros secretos y los asesinos siguen muriendo de viejos orgullosos de su «misión» cumplida. A cambio, la generación que en aquellos tiempos cumplía servicio militar continúa alcoholizándose y con graves trastornos sicológicos.
El asesinato de Víctor Jara, al igual que el saqueo del museo de Bagdad bajo la vigilancia de los militares norteamericanos o la destrucción de los monumentos y libros soviéticos por los nazis ucranianos, fue un operativo militar dirigido contra el corazón del enemigo: su cultura.

En 1970, después del asesinato en una manifestación del joven comunista chileno Miguel Ángel Aguilera, Víctor escribió una de sus más tremendas canciones; ‘El alma llena de banderas’ decía:

«Ahí, debajo de la tierra
No estás dormido, hermano, compañero
Tu corazón oye brotar la primavera
Que, como tú, soplando irán los vientos».

Mucho se habló de la profecía de varios de sus textos (‘Soldado, no me dispares’, etc.). No lo creo, era una lógica simplemente racional frente a la cruda realidad de una lucha a muerte, sin necesidad de adornos literarios sobre lo «místico», «los presentimientos» o los «destinos». Víctor, igual que sus compañeros del arte popular y políticamente comprometido, entendía perfectamente a qué se exponía. Fue un combatiente, no una víctima, visto desde esta perspectiva. Simplemente hasta el final cumplió con lo que cantó, igual que el presidente Allende.

Me parece muy escandaloso e increíble que lo que más impresiona a la gente sea la capacidad de los artistas o los políticos de ser consecuentes. Si lo que nos enseñaron como tan normal era cambiarse muchas veces de chaqueta cuando nos convenga, adaptar nuestros discursos «para evitar problemas», o después de escribir más de década sobre los crímenes de la dictadura en Chile, en los tiempos la Unión Soviética, después en la época de Yeltsin pedir luego entrevista a Pinochet para presentarle las disculpas públicas por criticarlo «siendo joven e influenciado por la propaganda comunista»; como lo hizo un conocido periodista ruso y luego, orgulloso, contárselo a sus lectores. Lamentablemente, no fue el único. ¿Cuántos artistas y políticos hicieron últimamente las mismas o peores cosas? En el caso de Chile al revés, muchos ex pinochetistas se arrepintieron y condenaron la dictadura porque hablar bien de Pinochet se hizo oficialmente un mal negocio. En este extraño mundo vivir y morir según lo que cantas o lo que dices parece ser lo más increíble y raro.

Hablar de Víctor Jara hoy no es solo recordar la tragedia de Chile de hace 50 años, es tocar la esencia de la gran construcción antiimperialista nacional y a la vez muy internacionalista latinoamericana del siglo pasado, una urgente búsqueda de la identidad propia y una cultura auténtica, arraigada en nuestras tierras y nuestra sangre. El arte de Víctor y el de los que como él han sido el antídoto a las modas enajenantes que nos imponen, un instrumento de profunda transformación humana:

«…Que no es guitarra de ricos
Ni cosa que se parezca
Mi canto es de los andamios
Para alcanzar las estrellas
Que el canto tiene sentido
Cuando palpita en las venas
Del que morirá cantando
Las verdades verdaderas
No las lisonjas fugaces
Ni las famas extranjeras
Si no el canto de una lonja
Hasta el fondo de la tierra…»

El mes de septiembre es primavera en Chile. Igual que las semillas de las flores del Atacama, que largos años pueden dormir bajo la arena del desierto, despertando cuando las nubes del Pacífico les traen agua, el corazón de Víctor un día escuchará brotar la primavera de Latinoamérica y del mundo. Con tantas letras, tantas notas y tantas vidas sembradas en el mapa musical del mundo, los hijos humanos del futuro descubrirán este sólido y tan necesario continente de sueños, el continente llamado Víctor Jara.

Fuente de la información e imagen: https://www.pressenza.com

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Sobre las declaraciones de que “la SEP busca imponer una educación comunista

Por: El machete

Uno de los principales ataques del bloque PAN-PRI-PRD hacía MORENA y sus aliados ha sido la caracterización de que el gobierno actual tiene un corte o abre las puertas hacia el socialismo-comunismo. La precarización de la vida, los aumentos de precios, el recorte al presupuesto en: educación, salud, ciencia, el aumento de la militarización, el aumento de la persecución política a los estudiantes a los migrantes, la entrega de recursos al poder de los monopolios de México, Estados Unidos, Canadá con el T-MEC ha sido lo que ha caracterizado al gobierno de López Obrador. Ello permite a los grandes monopolios de este país acrecentar sus ganancias e intensificar la explotación. Políticamente e ideológicamente, la gestión del gobierno en curso no tiene nada que ver con los comunistas ni con el marxismo-leninismo.

En los últimos meses se han agudizado las pugnas entre los representantes de la burguesía, es decir, entre el bloque de MORENA contra el bloque del PAN-PRI-PRD, pugna que se profundiza de cara al periodo electoral de 2024, el cual podemos calificar como un circo, en donde los representantes de las burguesías usan todos los medios posibles para atacarse con la finalidad de escalar y quedar mejor posicionados, tal como ocurre cada seis años sin ninguna propuesta real para la clase obrera, las mujeres trabajadoras, los sectores populares y la juventud.

Sin embargo, los comunistas no vamos a tolerar ninguna ofensa, ninguna calumnia hacia el socialismo-comunismo, por ningún personaje o representante de la burguesía, los cuales tratan de relacionar la crisis del sistema educativo con el comunismo, con la finalidad de hacer propaganda en los marcos del circo electoral.

Con declaraciones como que se busca “imponer una educación comunista”, y relacionar esto con que la SEP “no le da importancia a las matemáticas, trae ignorancia y sumisión” o calificar los libros de texto que da la Secretaría de Educación Pública como “virus comunista”.

Sin embargo, cada una de estas aseveraciones caen por el propio peso de su falsedad, pues la Unión Soviética fue pionera, no solo en la erradicación del analfabetismo y la expansión del acceso a la educación superior, sino también en disciplinas como las matemáticas, las ciencias y el deporte como componentes imprescindibles de la educación. Veamos.

“La educación comunista no da importancia a las matemáticas”

En la Unión Soviética la educación fue una prioridad, y se dio gran importancia a la enseñanza de las matemáticas desde una edad temprana. Se consideraba que una base sólida en matemáticas era esencial para el desarrollo del pensamiento lógico y analítico, habilidades fundamentales para el progreso en ciencia y tecnología para tener una sociedad avanzada.

La Unión Soviética también alentó la investigación y la excelencia académica en matemáticas puras. Matemáticos soviéticos como Andrei Kolmogorov y Aleksandr Lyapunov hicieron importantes contribuciones a la teoría matemática y sus aplicaciones. La investigación en matemáticas puras fue valorada no solo por su utilidad práctica sino también por su relevancia para el desarrollo de la ciencia y la cultura en general. En contraste con ese momento histórico, en la actualidad nunca se ha tenido ese avance en educación que da el capitalismo en México ni en ningún país capitalista.

“La educación comunista trae ignorancia”

Éste es uno de los mitos más difundidos a la vez que absurdos en relación a la educación en el socialismo, pues ésta significó una herramienta para la emancipación y en ella se produjeron importantes avances como:

La alfabetización universal: Antes de la Revolución Socialista de Octubre, Rusia y los países que posteriormente conformaron la URSS tenían altos índices de analfabetismo. Sin embargo, durante la construcción del socialismo, se llevó a cabo el programa de alfabetización que logró prácticamente eliminar el analfabetismo.

El combate a la ignorancia: La Unión Soviética contaba con un sólido sistema de educación superior que proporcionaba educación en una amplia variedad de disciplinas. Se fomentó el desarrollo de una educación especializada en áreas como medicina, ingeniería, agricultura y otras ciencias aplicadas.

La educación física y el deporte: Se dio importancia a la salud y el bienestar de los ciudadanos, y se promovió la participación en actividades deportivas y físicas.

El desarrollo de un sistema académico de prestigio: La Unión Soviética fue conocida por su sistema académico de prestigio y sus destacadas instituciones de investigación. Se produjeron importantes avances científicos y tecnológicos gracias a la educación y la investigación de alta calidad en el país.

La educación en la sociedad socialista era accesible, universal, científica, y trajo consigo grandes avances para la construcción socialista y para el mundo. Por el contrario, en México el sistema educativo ha sufrido un constante recorte al presupuesto, el acceder a los centros de estudios cada día cuesta más, la ausencia de una educación científica y popular que responda a los intereses de los trabajadores ha sido lo que ha caracterizado a la gradual crisis del sistema educativo, y ésta es producto de la crisis del sistema capitalista y de los intereses del poder de los monopolios en la educación. Con MORENA se ha agudizado esta crisis, entregando la educación a las ganancias de los monopolios, donde las instituciones educativas buscan beneficios económicos, priorizando las ganancias sobre el acceso equitativo y la calidad educativa. Esto también ha sido la política que gobiernos anteriores han tenido hacia la educación.

Por lo tanto, la educación comunista, no tiene nada que ver con la educación que ofrece el capitalismo. Este tipo de declaraciones solo dan a entender la ignorancia de los representantes de la burguesía y sus medios.

La Juventud Comunista llama a los jóvenes hijos e hijas de los trabajadores a no tomar partido en este circo ni con MORENA que se califica como el gobierno de la “transformación” pero que por el contrario nada ha cambiado, ni con PRI-PAN-PRD. Los problemas en educación, derecho a la cultura y el ocio solo pueden ser erradicados con nuestras propias fuerzas en una sociedad que funcione para los trabajadores, es decir, la sociedad socialista-comunista.

La Comisión de Trabajo Estudiantil del CC del FJC

Fuente de la información e imagen:  https://elmachete.mx/index.php

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Otro tiempo

Por: Diego Sztulwark

Otro tiempo: tal podría haber sido el seudónimo de este pensador que emociona hasta la obsesión. El preciso libro de Susan Bock-Morss “Walter Benjamin. Escritor revolucionario” nos hace saber muchas cosas de este otro tiempo:

  • La posibilidad de una discontinuidad luminosa ahí donde el presente histórico actúa como un continuo sin rupturas.
  • La disposición del “historiador” (lector de Marx) a percibir constelaciones preverbales entre un pasado que no triunfó y un presente en peligro.
  • El asumir sin arrogancia los sueños colectivos como un recuerdo colectivo involuntario.
  • La desconfianza y el pesimismo como lucidez activa (revolucionaria).
  • La íntima relación entre ruptura y conocimiento bajo la forma de una revolución que es revelación.

(Benjamin sobre Kafka, en diálogo con Scholem: la revelación no es actualmente sino nada de revelación. La redención, consiste en extraer algo al reverso de esa masa).

La niñez, en su aspecto perceptivo, remite a formas de acción no estereotipadas (jugar con los residuos del mundo en lugar de aceptar una totalidad preformada). El adulto debería aprender a leer con esa misma imprevisibilidad. El conocimiento como mimesis no como obediencia. La acción revolucionaria no surge al final, como conclusión, sino al comienzo, como reinicio.

(Cine de Chaplin: un cuerpo individual que hace la mimesis de movimientos colectivos).

La fantasmagoría capitalista, el sueño colectivo, aquello que el fetichismo de la mercancía tiene de onírico debe ser tratado como nubes de ilusiones a redimir. La verdad de un objeto es ser expresión simbólica del “sueño de la humanidad “.

(A partir de Freud y en notable resonancia con Leon Rozitchner, Benjamin se interesa por la intersección entre sueño social e infancia).

El sueño capitalista de la industria tuvo varias direcciones: de allí brotó la ilusión de la abundancia de mercancías, la tentación de la administración socialista, y también la acción revolucionaria.

(Del consumo a la prostitución, dice Benjamin, se fusiona cuerpo humano y mercancía, y los deseos sexuales ingresan al mercado de la inmediatez)

El fascismo surge de unas masas formadas en torno a las mercancías. Masas desensibilizadas, tomadas por el miedo y por la movilización suicida. La politizaciones del arte que le responde es rehabilitación sensorial del cuerpo y capacidad de atravesar activamente nuevas tecnologías.

(Estética, en sentido primero, quiere decir percepción sensible: aquello que se anestesia en la experiencia moderna del shock. La estética, lo sensible ensoñado, es una clave de la política antifascista).

El fascismo actúa sobre el cuerpo colectivo anestesiando (en lugar de recrear) la capacidad de formular respuestas políticas. A esta destrucción de las funciones políticas de las masas es preciso atender con urgencia: otro tiempo, como pseudónimo del acto de recuperar la capacidad de reacción política colectiva.

Fuente de la información e imagen:  https://lobosuelto.com

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Esclavitud Moderna

Por: Jorge Majfud

No es que el sagrado mercado no pueda pagar mejor a los trabajadores, sino que no conviene. Una persona en estado de necesidad (atado a deudas o a su pobreza) es un esclavo moderno, dócil, manipulable, funcional. Exactamente como los países endeudados―los endeudados pobres, no los endeudados ricos.

¿Por qué los campesinos en Colombia, responsables de la producción de casi el 80 por ciento del mercado mundial de cocaína, ganan mil dólares por año y solo un kilo de cocaína se vende a 150.000 dólares en Estados Unidos? La respuesta dogmática es una de las mayores estafas del mundo capitalista que se repite en otros rubros, desde el agropecuario, el industrial hasta el profesional: los salarios responden a «la Ley de la oferta y la demanda».

Si los salarios en cualquier cadena productiva estuviesen dictados únicamente por esta ley, los trabajos más duros en la base de la pirámide (donde la oferta laboral es menor que en niveles más altos) o los especialistas en las elites académicas o científicas serían, por lejos, los puestos mejor remunerados. La razón radica en la misma pirámide de poder, justificada por una plétora de excusas propagandísticas que emanan de la micro clase en el poder y se reproducen en sus eslabones funcionales, desde gerentes, subgerentes, expertos en relaciones públicas, comunicadores, propagandistas, políticos, mercenarios, mayordomos, jornaleros hasta mendicantes. Todo fosilizado en instituciones (gobiernos, congresos, medios de comunicación, escuelas, universidades, iglesias, clubes, ejércitos, policías) que garantizan la sacralidad de la propiedad privada como si la existencia de un palacio y una chabola fuesen la demostración de la universalidad de este derecho.

Aparte de la razón capitalista que presiona siempre por una reducción de costos abajo y la maximización de las ganancias arriba, existe una necesidad de mantener a los grupos marginales en estado de perpetua producción a través de la necesidad, como el endeudamiento o la misma pobreza. Este estado perpetuo de necesidad deshumaniza hasta el grado de aleccionar al esclavo para convertirse en esclavista como premio a su propio sacrificio, algo que con suerte el uno por ciento logra y luego es destacado en las tapas de revistas y en las lecciones de los padres a sus pequeños hijos―no porque todos los padres se creen esta ficción histórica, sino porque deben preparar a sus hijos para sobrevivir en un mundo deshumanizado.

Si esos trabajadores semi esclavos de Colombia tuviesen remuneraciones más altas y mejores condiciones de vida, probablemente se educarían y migrarían a otros sectores de producción y servicios―la misma ilegalidad que hace que el producto sea caro, también hace que los productores sean baratos.

Lo mismo ocurre (sólo por poner un ejemplo más) con el trabajo esclavo en diferentes regiones de Asia, África y en América Latina. En muchos casos, los esclavos sin salario del siglo XIX estaban mejor alimentados y menos envenenados que los actuales trabajadores africanos, desde las minas de cobalto del Congo a las montañas de desechos electrónicos de Gana y Tanzania, o a los madereros nativos de Mozambique, con los cuales conviví en los años 90s. Sin duda, en el siglo XIX la diferencia social entre los esclavos y sus amos, aunque obscena, no era tan grande como la que existe hoy entre los productores (llamados hombres y mujeres libres) y los amos de las corporaciones transnacionales.

Como lo expuso el profesor británico Siddharth Kara en su reciente libro Cobalt Red (2023), actualmente cientos de miles de congoleños y decenas de miles de niños son sometidos a las peores formas de esclavitud conocidas para que extraigan cobalto con una pala o con sus manos desnudas. Por un salario de siete dólares diarios cuando tienen suerte (y de dos dólares cuando es un día normal) estos hombres, mujeres y niños desarrollan diferentes enfermedades debido a que el cobalto es toxico al solo contacto con la piel. Sin considerar que esos siete dólares apenas le permite a una familia alimentarse de una forma insuficiente, al tiempo que el largo y doloroso trabajo les impide a sus niños ir a la escuela o tener una infancia digna.

El cobalto es esencial para las baterías recargables de teléfonos, computadoras y automóviles en todo el mundo y el 75 por ciento se extrae del Congo, país que no sólo posee uno de los peores récords de matanzas imperialistas sino de dictaduras brutales seguidas al asesinato del gran Patrice Lumumba por parte de los belgas en complicidad de la CIA, como no podía ser de otra forma. Todo en nombre de la noble defensa del capital, la propiedad privada (de los ricos) y el progreso de los países desarrollados.

Actualmente, los primeros beneficiados de esta nueva violación del Congo son las corporaciones como Apple, Tesla, Samsung y los inversores chinos que se dieron cuenta del gran negocio hace más de una década. Luego siguen los consumidores globales, que en su mayoría ignoran o prefieren ignorar la existencia de esclavos modernos. Los primeros perjudicados son los cientos de miles de congoleños esclavos y el ecosistema global, ya que para que esta actividad minera ocurra se han eliminado y se continúa eliminando grandes áreas de bosques naturales―las clásicas externalidades que nunca entran en la ecuación de ningún negocio exitoso.

El solo hecho de que la minería artesanal sea ilegal, como lo es la producción de cocaína, es irrelevante. A los efectos de este análisis, debemos volver a hacernos la misma pregunta del comienzo: si los esclavos congoleños son esenciales en la cadena de comercialización del cobalto y son esenciales en el funcionamiento de nuestro mundo digital, ¿por qué sus salarios están por debajo de las condiciones mínimas de sobrevivencia y sus derechos por debajo de los derechos de los esclavos de siglos pasados?

Porque la deshumanización es un negocio redondo: deshumanización de los productores y deshumanización de los consumidores. ¿Y después se asustan de que la Inteligencia Artificial llegue un día a apoderarse del mundo? ¿No es un pánico del Primer Mundo, como lo es la idea de que dejarán de ser imperios parasitarios? ¿Cuál es la diferencia para un esclavo moderno, incluso para la clase media global, entre ser dominada por los robots o continuar siendo dominadas y explotadas por las elites humanas de siempre?

Habrá que volver a la misma explicación: mantener una masa de población en estado de necesidad es esencial para mantener el poder en la cima de la pirámide. Cada tanto esta brutalidad se encuentra con algún límite legal, producto de años de activismo social, pero estos límites no son parte de la lógica que gobierna el mundo sino la razón por la cual no todos se han olvidado de que existe algo llamado dignidad humana que, no por mera casualidad, siempre tiene que luchar contra los inconmensurables poderes (económicos, políticos y mediáticos) de los de arriba―y con la complicidad, la indiferencia o la amnesia de unos cuantos de los de abajo.

rebelion.org

Fuente de la información e imagen:  https://elortiba.org

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Ludopedagogía. Una episte-metodología para alargar los horizontes

Por: Ariel Castelo Scelza, Seminario UCSC

Tres ejes de la exposición:

  1. – En transversal: mi práctica se llama Ludopedagogía
  2. – En esta coyuntura: mi experiencia fue la de alcanzar a

Alicia …

  1. – En prospectiva: mi sueño es alargar los horizontes

1 – En transversal: mi práctica se llama Ludopedagogía

Cada juego es una maquinita mágica en que está encerrada la vida, un pequeño mecanismo, un microcosmos. O mejor una microvida, una maqueta viva, un paradigma. (…) Y también en su condición de refugio (…) El otro lado del juego es la zona conjurada, relativamente segura del orden del mundo. 1

El juego auténtico siempre tiene un costado ciego. Una zona desconocida y de incertidumbre respecto de sus resultados. Es una de sus más grandes virtudes. 2

En transversal, me refiero a un extenso trayecto de vida que trasciende la circunstancia especial de esta pandemia de la Covid 19 por la que está atravesando el mundo entero.

Son aprendizajes de largo aliento, en los que nada es improvisado para el momento, sino que, por el contrario, todo ha sido experimentado en la acción práctica de jugar con la intencionalidad tanto profesional como política, tanto individual como colectiva, durante más de cuatro décadas.

El término seminario, con el que se nombra esta instancia de intercambio, ajusta a la perfección con mi intencionalidad última al compartir estas ideas y experiencias profesionales que no es otra que la de “seminar” o sembrar la seme -palabra que proviene del latín y significa semilla- del “deseo de jugar”.

Aun cuando imagino que lo más probable es que este deseo está germinando, acaso floreciendo o tal vez dando ya frutos desde tiempo atrás, dentro de cada una y cada uno.

Confieso que siempre tuve un particular placer en inventar palabras, un juego que seguramente tantas y tantos de uds. también hayan jugado.

Un juego que puede llevar un nombre tan sofisticado técnicamente como el de neologismos.

Para encuadrar esta breve exposición voy a explicitar el sentido que le doy a estos dos neologismos que aparecen en el título de la misma, Ludopedagogía y Episte-metodología.

Ludopedagogía: 3

Desde el año 2005 y con el objetivo de nombrar de manera diferencial el tipo de propuesta que veníamos investigando sobre el juego desde hacía más de quince años en Uruguay, conecté estas dos dimensiones específicas del saber y el hacer humano.

En primer término, la Lúdica, una zona, un territorio, una parte del fenómeno humano de ser, sentir y hacer, donde es posible construir entre la realidad y la no-realidad. Un espacio-tiempo donde hay lugar para que lo imposible se haga posible. Ciertamente una zona de transición desde la que poder mirar y re-inventar la realidad dándole otros sentidos y significados. Un terreno de juego.

En segundo lugar, la Pedagogía, como el campo de saber que tiene como objeto principal el conocimiento, su práctica y su enseñanza. En esta propuesta la intencionalidad es la de conocer las condiciones objetivas y subjetivas de la realidad, considerando como actor clave al sujeto que conoce, tanto al sujeto individual como al sujeto colectivo, en el inter-juego de aprehender para transformar.

Episte-metodología:

También la Epistemología se refiere al campo del conocimiento, pero entiendo que en un sentido más profundo respecto de comprender cuál es el modo en el que se produce el fenómeno del conocimiento.

Desde el año 2014, en oportunidad de haber participado como invitado en el Congreso llamado “Epistemologías del Sur” organizado por el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra en Portugal, dirigido por el sociólogo Boaventura de Sousa Santos, tomé la decisión de conceptualizar la Ludopedagogía como una “epistemetodología” queriendo expresar con ello un modo, una manera particular, un trayecto, claramente definidos por la secuenciación y los recursos didácticos elegidos para recorrerlo y, por proponer un qué y un cómo conocer.

Conocer para transformar, jugar para conocer. 4

La proposición es la de conocer la realidad a fondo y desde todos los ángulos que nos sea posible, comprenderla para así poder transformarla.

La Ludopedagogía es un proyecto político en tanto se propone incidir y transformar las condiciones de existencia de las personas, con la intención de mejorar su calidad de vida y conectar con el profundo sentido que posee la expresión originaria del buen vivir.

Jugar, es la manera de conocer esa realidad que propone la Ludopedagogía.

A continuación, y para ampliar estos conceptos comparto la transcripción de un fragmento de la LudoConferencia: El juego de los espejos presentada en el Coloquio Internacional Epistemologías del Sur, en Portugal el año 2014

… Proponemos una epistemetodología. De este modo quiero llamar a la aventura de alcanzar el conocimiento, y me refiero al conocimiento de la realidad, a través de una ruta peculiar y conmovedora con la que llegar a un puerto todavía desconocido. Es una manera de hacer el viaje que nos cambia el viaje, y por ello nos modifica también el destino, el lugar de arribo. Proponemos el juego como una metáfora del conocimiento de la realidad y osadamente, además, como una forma de intervenir en esa realidad para transformarla emancipatoriamente…

La Ludopedagogía es el modo que hemos creado y desarrollado para conocer la realidad de forma más íntegra, porque las acciones que ella provoca nos invitan a movernos del lugar común, cómodo y fácil de seguridad en el que usualmente elegimos pararnos

… La Ludopedagogía es el modo que hemos creado y desarrollado para conocer la realidad de forma más íntegra, porque las acciones que ella provoca nos invitan a movernos del lugar común, cómodo y fácil de seguridad en el que usualmente elegimos pararnos; desde otro ángulo tenemos otra perspectiva, vemos cosas que hasta ese preciso instante no habíamos detectado, no estaban en nuestro campo de percepción, y sin embargo ahora completan la imagen con fragmentos nuevos que componen un todo distinto. Re-descubrimos y reinventamos el conocimiento de la realidad.

RE-DESCUBRIMOS Y REINVENTAMOS EL CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD

El juego es una actividad libremente elegida, que otorga el permiso de transgredir normas de vida internas y externas; es un satisfactor sinérgico de necesidades humanas, que abarca la dimensión individual y colectiva y tiene incidencia en el ámbito social, cultural y político. (Memorias de la Parca – Libro/memoria del Ir Bienal Internacional del juego 1994 – Centro La Mancha)

La maravillosa virtud de este fenómeno es que nos permite vivenciar esta transgresión con placer, con alegría, con disfrute, con risa y con humor, con la afectividad a flor de piel y la piel dispuesta, con la cabeza abierta a la imaginación y la fantasía; con el cuerpo abierto a la comunicación y la expresión; con la razón atenta pero serena dejándole paso a la emoción y a la intuición.

Nos permite conocer a través, de y con, todas estas capacidades puestas al servicio de un sentido emancipatorio y humanizador de uno mismo, del otro y de lo otro.

Este modo de conocimiento se parece mucho más a la sabiduría. Conocemos con la razón, sabemos con el corazón.

CONOCEMOS CON LA RAZÓN, SABEMOS CON EL CORAZÓN

La acción de jugar puede ser una práctica para emanciparnos, ¿del poder que ostenta el modelo de cultura asentado en una estructura de la razón y que nos aleja de la aventura de la incertidumbre? ¿De un sistema educativo que parcela los saberes y que privilegia lo viso-auditivo como forma de conocer por encima de otros sentidos y otros saberes que nuestro cerebro percibe al margen de aquellos? ¿Del formato social que simplifica y reduce la comunicación humana al lenguaje hablado y la lecto-escritura y no explora ni potencia “otras lenguas” y otras sensibilidades y poéticas? ¿De la cultura del silencio y la dominación a través del lenguaje? ¿De las formas del conocimiento reguladoras y al servicio del paradigma dominante que asesinan otras formas alternativas de conocer? (Una epistemología del SUR – Boaventura de Sousa Santos)

Del juego lo que más nos interesa verdaderamente no es lo que hay que hacer para jugar sino lo que la acción de jugar hace suceder; son esos aconteceres los que provocan los sentires y los movimientos en las y los jugantes; son esas las cosas que se constituyen en valor, valor de lo acontecido, valor de vida puesta en juego.

Hablamos de otra forma del conocimiento de la realidad y en la cual concomitantemente, mientras alguien conoce de esta manera y con este vehículo peculiar que es el juego, se transforma a sí mismo y transforma su realidad circundante…

Me gusta hablar en “verbos”, me remiten al hacer, a la acción, a las prácticas. Por ello quiero cerrar cada uno de estos tres ejes elegidos para compartir estas ideas con un verbo que resume y sintetiza la esencialidad en cada uno de ellos. Para el primero, planteado como transversal, elijo el verbo jugar.

Existe un modo de jugar que puede ser funcional a diversidad de disciplinas y existe otra forma de jugar que siempre es esencial a la existencia humana.

2 – En esta coyuntura: mi experiencia fue la de alcanzar a Alicia…

De modo que ella sentada con los ojos cerrados, casi creía en el País de las Maravillas. aunque sabía que solo tenía que abrirlos para que todo se transformara en obtusa realidad.5

Uno de los principales conocimientos logrados a través de mi práctica ludopedagógica en esta particular situación por la que estamos atravesando: la pandemia, la emergencia sanitaria, el colapso económico, las crisis políticas, ha sido sobre el acto de “comprender”

En el mundo del describir y el explicar, -qué es el mundo del conocimiento

(tecnociencia)- estamos acostumbrados a detectar problemas y diseñar soluciones. Es legítimo en el ámbito del conocimiento. Pero no funciona en el ámbito del comprender. Allí no hay problemas, hay transformaciones de las cuales somos parte. 6

A diferencia que en el acto de “entender y explicar” en el acto de “comprender” me siento parte de la circunstancia. Para el caso, la situación de emergencia sanitaria universal y, busco provocar su transformación vinculando para ello, el hacer lúdico y el jugar, mi práctica de siempre, con el aislamiento y la distancia, es decir con la obligación generada por la circunstancia.

La sensación que tengo es la de haber atravesado el espejo, como Alicia lo hizo en su “País de maravillas” para descubrir un universo de posibilidades nuevas, distintas a las conocidas, inimaginadas, al menos por mí.

En este punto quiero compartir con uds. uno de los hallazgos alcanzado en mi práctica lúdica bajo este contexto singular y aggiornada a la contingencia sanitaria que me propuso incursionar en el formato de lo que me gusta llamar “presencialidad a distancia” a diferencia de “virtualidad”.

Creo de valor rescatar que sin lugar a duda es diversa pero igualmente no deja de ser un modo de estar y de ser “presentes”, no es una ficción, es un tiempo compartido sin compartir el espacio físico, no deja de ser tan real, es un tiempo de vida que no tiene “devolución”, es parte de nuestro devenir en caso de tomar la decisión de atravesarlo.

Pude comprender en mi intento obstinado y resiliente de sostener el juego bajo estas circunstancias que también es posible emocionar, tocar la sensibilidad y afectar la piel, humanizarnos a través de una pantalla, jugando.

No hablo de algo que pretende sustituir lo insustituible.

El beso, el abrazo, la caricia y todo lo que solamente existe cuando se encuentran los cuerpos, afortunadamente no tiene otro modo de existir que el de la excitación epidérmica.

Sin embargo, creo que es posible y deseable bajo estos imperativos proponer una estrategia de aproximación, de sostén del deseo, de búsqueda en lo distante que aproxima.

El obstáculo principal no lo ubico en la técnica o la tecnología que se debe utilizar, con sus beneficios y sus adversidades intrínsecas sino en la incapacidad de trascenderla para encontrar el modo de sostener la intencionalidad, el interés y el deseo de lo que verdaderamente importa, de lo que tiene valor y sentido para correr los riesgos según el sentir y el comprender de cada una/o de nosotras/os.

Dar este paso hace poco más de un año atrás, fue un acto de transgresión y subversión que me impuse a mí mismo y a buena parte de mi elegida indoctrinación, de mi comodidad aseguradora y de mis miedos oscuros.

Estas son las razones por las que, para este segundo eje, propuesto como un modo de ubicarse en la situación y el contexto de actualidad, elijo el verbo exorcizarAtravesar el espejo, romper el límite, liberar la oscuridad, arriesgar para cambiar.

3 – En prospectiva: mi sueño es alargar los horizontes

Tengo el propósito de trascender, de aprender y de aprovechar social y políticamente la circunstancia por la que nos hemos visto obligados a atravesar.

A modo de ejemplo mencionaré uno de sus impactos que percibo en clave de valor positivo. El mismo lo refiero a mi práctica específica, pero entiendo que puede tener el mismo sentido para otras tantas prácticas profesionales y humanas libertarias.

Hoy y bajo este formato de “presencialidad virtual y/o a distancia” se abre la posibilidad de llegar, en mi caso con la propuesta de la Ludopedagogía, a personas que pueden estar en sitios alejados y en lugares que físicamente quizá nunca hubiese logrado alcanzar.

No es poca cosa, políticamente hablando, poder “alargar los horizontes”.

Es la oportunidad de ampliar y amplificar los impactos de nuestras ideas, pensamientos y propuestas con la intención de contribuir a humanizar y mejorar el mundo que habitamos. Es el momento de apasionarnos con una transformación en paz y con rebeldía. Es un tiempo también para enamorarnos con alegría, por existir.

Para el último de los tres ejes expuestos mi elección es por el verbo erotizar7

Movilizar la pasión para que nos empuje con caricias hacia la utopía.

Profundamente agradecido a la Universidad Católica de la Santísima Concepción – UCSC de Chile y en particular a la estimada colega Sonia Stevens por esta invitación y, a todas y todos uds. por la escucha.

17.05.2021 en Ciudad de la Costa, Uruguay

Seminario UCSC, Chile – Prof. Ariel Castelo Scelza, Uruguay
eiludopedagogía@gmail.com(link sends e-mail)

IMÁGENES

Gente jugando. Diferentes juegos

1 Graciela Scheines – Juegos inocentes, juegos terribles

2 Ariel Castelo Scelza – Intervención en Video – Construcción de EPyCA, Argentina – 2020

3 Ariel Castelo – Formación en Ludopedagogía. Inscripción de obra en Biblioteca Nacional – 2009

4 Ariel Castelo – Parafraseando a Carlos Nuñez Hurtado, Educar para transformar, transformar para educar, México 1986

5 Lewis Caroll – Alicia en el País de las Maravillas

6 Manfred Max Neef – El acto creativo, Chile 1991

7 Massimo Recalcati – La hora de clase. Por una erotización de la enseñanza 2016

Fuente de la información e imagen:  https://www.topia.com.ar

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La inteligencia artificial como ansiolíticola inteligencia artificial como ansiolítico

Por: Markus Gabriel

A Markus Gabriel lo llaman «el enfant terrible” desde que sacudió a la filosofía occidental con el Nuevo realismo, la corriente de pensamiento que fundó. Heredero de Schelling, Kant, Adorno, Marx, Freud y Sartre, impulsa la crítica al mundo de la post experiencia, al que entiende sometido a la lógica algorítmica y al discurso de la neurociencia. En este adelanto de El sentido del pensamiento, su último libro, relaciona ficciones como Matrix y Black Mirror con la flexibilización laboral, la injusticia económica y la crisis ecológica. El jueves 27 dará una conferencia en el Centro Cultural de la Ciencia y el viernes 28 estará en el Aula Tanque del Campus Miguelete de la UNSAM.

Compartimos un breve perfil del autor y un adelanto del libro.

Por Julieta Del Campo Castellano y Solana Camaño (Lectura Mundi [UNSAM])

Markus Gabriel nació en 1980 en Remagen, Alemania. A los 28 años ya era catedrático de la Universidad de Bohn, especializado en Metafísica, Epistemología y Filosofía post-kantiana. Hoy es docente de la cátedra Epistemología y Filosofía Moderna y Contemporánea en esa misma Universidad y director del Centro Internacional de Filosofía (IZPh).

Gabriel habla nueve idiomas y escribió trece libros, tres de los cuales están traducidos al castellano, ¿Por qué el mundo no existe? (2013) –convertido en un best seller–, Yo no soy mi cerebro (2017) y El sentido del pensamiento (2019). Se lo considera uno de los máximos representantes del Nuevo realismo, línea teórica que se le ocurrió fundar mientras tomaba un café con Maurizio Ferraris en Nápoles, Italia. Con ella problematizan la metafísica y su pretensión de dar cuenta de la totalidad y, al mismo tiempo, la suposición posmoderna de que no existen los hechos objetivos sino sólo construcciones discursivas. El nuevo realismo asume, así, que “los pensamientos sobre realidades existen con el mismo derecho que los hechos sobre los que reflexionamos”.

El nuevo “enfant terrible” de la filosofía occidental no nos trae, entonces, un discurso disruptivo como lo fuera toda la tradición post estructuralista, ni nos invita a volvernos a enamorar de Nietzsche. Su mensaje tiene la fibra de la lucha contra todo aquello que atente contra el espíritu de la ilustración. La empresa que se propone es monumental: recoger las mejores vertientes de la tradición filosófica europea para hacerla confrontar con el reduccionismo de las tesis naturalistas hegemónicas. Busca no caer en el positivismo, complejizando la idea de ser humano. No es suficiente, afirma, realizar un experimento o contar con información exacta y cuantificable para hacernos una imagen de quiénes somos.

Entre su extensa caja de herramientas conceptuales encontramos una parte importante de la filosofía moderna alemana: Gabriel puede declararse heredero de Schelling y de Kant, pero también de Adorno, Marx y Freud, sin desconocer los aportes de la filosofía existencialista francesa de Jean Paul Sartre.

Este joven pensador alemán no se contenta con la mera discusión académica, ni permanece plácido en la mentada y criticada “torre de marfil”. Él es un intelectual global, su trabajo es reconocido en universidades de distintos países; a través de declaraciones comprometidas con los grandes problemas de la actualidad logró también posicionarse en el debate público europeo.

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Sus reflexiones, plasmadas en un estilo llano, abarcan temáticas variadas: desde cuestiones ampliamente discutidas por la filosofía y la sociología clásica -todavía actual- tales como la explotación capitalista, la ideología, la democracia y la desigualdad, hasta temas que han cobrado valor reciente en el debate académico y político como las redes sociales, la inteligencia artificial y la neurociencia.

 

Entre sus declaraciones públicas podemos encontrar referencias críticas a los nuevos modos de expresión de la ideología dominante. Entre ellas, por ejemplo, la crítica al mandato que impone interpretar la “depresión de un trabajador por cobrar un bajo salario o por no poder vivir sólo a los 40 años” como un problema psicológico antes que político o de organización social. La receta neoliberal para este diagnóstico es conocida: más esfuerzo individual, resiliencia, y consejos de autosuperación que podemos encontrar en la batea de libros de autoayuda. Todas respuestas que evaden la responsabilidad social y política de transformar el statu quo.

 

Pero su discusión no se agota en problemáticas de la vida cotidiana. A Gabriel también le preocupa el aspecto filosófico de la política internacional: las fake news, el marketing digital, las estrategias electorales y sus consecuencias en el escenario de la representación democrática. La opinión difundida en la actualidad de que la inteligencia artificial y las tecnologías vinculadas a ella darían solución a la cuestión social es, para el autor, una idea más naif y peligrosa –incluso fatal– que el mito –desacreditado por los efectos de la Primavera Árabe y el “terrorismo internacional”– de que las redes sociales llevarían deliberadamente a la emancipación política del mundo árabe.

 

Otro de los mitos que contribuye a minar es el relato según el cual nos dirigimos hacia un mundo automatizado, en el que sistemas inteligentes, prescindiendo del ser humano harán mejor la vida de los humanos. Para Markus siempre habrá seres humanos tras esos sistemas, impulsados por intereses no siempre legítimos. La inteligencia artificial aparece, entonces, como una fantasía: lo que existe son programas codificados y pensados por humanos “para explotar a otros humanos”. Así, cada uno de nosotros trabajamos para las redes sociales, usamos las barras de búsqueda, generamos una huella, producimos algo en esa interacción. Somos obreros digitales. El mito de que los sistemas de inteligencia artificial son un espejo nuestro no es más que una ideología al servicio de la explotación digital.

 

En este contexto, uno de los objetivos fundamentales de la filosofía, nos dice, es vérnosla con la realidad para desmitificar aquellos imaginarios que nos permiten permanecer tranquilos ante las injusticias. Es este el objetivo filosófico de la Ilustración recargada que Gabriel pretende actualizar, casi sin pedir permiso. En un rescate de Marx y Engels, de la consabida tesis 11 de Feuerbach nos recuerda que ya no alcanza con explicar el mundo, hay que transformarlo: “Como filósofos no tenemos que diagnosticar, tenemos que reparar”.

 

Inscripciones acá.

***

La inevitable «Matrix»

La primera parte de la trilogía Matrix de los hermanos Wachowski llegó a las pantallas de cine en 1999. Se grabó rápida y profundamente en la memoria cultural porque formula de manera acertada la sospecha posmoderna de que la realidad es bastante deficiente. La siguiente construcción, que me gustaría recapitular brevemente, conforma el eje de la película: sus protagonistas se nos presentan desde un primer momento habitando una realidad ilusoria (una simulación) que se asemeja a un videojuego programado de forma realista. A esta realidad ilusoria la llaman «Matrix».

 Una simulación es, generalmente, una realidad ilusoria que imita otra realidad (del latín simulatio, derivado de simulare = acción y efecto de imitar). Las simulaciones son reales, pero se crean como imitaciones de ciertos aspectos de una realidad que, normalmente, no es una simulación en sí misma. Consideremos algo que en sí mismo no es ni una simulación ni se ha creado como resultado de las intenciones de un ser vivo, como parte de la realidad básica. La realidad básica no es un «sueño muerto de la realidad elemental», sino una categoría que se puede formar muy fácilmente. Hay muchas cosas que no son ni simuladas ni son, de ninguna de las maneras, un artefacto que los seres vivos hayamos producido intencionalmente: la Luna, Marte, el sistema solar, los tumores cerebrales en los humanos, los leptones, los números primos, y una infinidad de cosas más. Podríamos discutir sobre los candidatos a ser elementos pertenecientes a la realidad básica y esto de hecho ocurre en las ciencias naturales y la filosofía. Pero la afirmación de que la categoría de la realidad básica está vacía de contenido es una falacia posmoderna.

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Foto: Magali Del Porte

El experimento mental de Matrix ni siquiera llega a cuestionar la existencia de una realidad básica. Más bien al contrario: porque, en el interior de la película, la Matrix es una simulación que difiere de una triste realidad básica: el hecho de que las máquinas abusan de las personas utilizándolas como plantas generadoras de energía. Para mantener vivos los organismos humanos de manera duradera, las máquinas estimulan los cerebros de las personas mediante la creación de una realidad onírica que a la gente le parece completamente real —una simulación, pues, bastante perfecta—. La idea de simulaciones perfectas a través de la estimulación cerebral es muy recurrente desde hace mucho tiempo en el género de la ciencia ficción. Pensemos también en la obra maestra de David Cronenberg eXistenZ, que saltó a nuestras pantallas en 1999. La punta de lanza de este género cinematográfico, en estos momentos, es la serie británica Black Mirror y su homóloga de éxito similar Electric Dreams. 

El protagonista de Matrix es un tal Neo (interpretado por Keanu Reeves), un hacker dentro de Matrix. Por razones totalmente incomprensibles, algunas personas han logrado defenderse de las máquinas en la realidad básica. Liderados por Morfeo (interpretado por Laurence Fishburne), entran en el programa de conciencia de Neo y lo liberan de la simulación para, a continuación, iniciar una guerra contra las máquinas en la realidad básica.

 La trilogía Matrix desarrolla aún más una mitología que se convirtió en el epítome de la actitud posmoderna hacia la vida que prevalecía, particularmente, en los años noventa del siglo pasado. Desafortunadamente esta mitología no ha sido superada, sino que ha sido transferencia, desde la sociología y filosofía francesa de los años sesenta a los noventa, hasta nuestro todavía joven siglo a través de las neurociencias y la tecnología de la información. En este contexto, una mitología es una estructura narrativa por medio de la cual los seres humanos nos formamos una imagen de nuestra respectiva situación histórica y socioeconómica general. Las mitologías son esencialmente falsas, pero ocultan esto al mantener puntos de referencia plausibles con respecto a la realidad. Por decirlo de entrada y sin rodeos: la imagen transhumanista del ser humano que emerge hoy en día, basada en la idea de que toda nuestra vida y nuestra sociedad podría ser una especie de simulación que solo podríamos superar alineando totalmente nuestra humanidad con el modelo del progreso tecnológico, es una ilusión peligrosa. Debemos desenmascarar esta quimera porque, de lo contrario, nos involucraremos más y más profundamente en la destrucción de las condiciones de vida de los seres humanos, que ya desde hace mucho tiempo viene siendo alarmante y se manifiesta, concretamente, en forma de crisis ecológica.

 

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Pero la crisis ecológica no es ni de lejos el único problema de nuestro tiempo que se ve exacerbado por una mitología difundida desde una perspectiva acrítica. Y esto es así porque está estrechamente entretejida con sistemas globales de explotación y distribución de recursos materiales que, si se examinan más de cerca, son moralmente inaceptables. Esto no solo conduce a formas extremas de pobreza e injusticia económica —visibles para cualquiera que haya viajado alguna vez a Brasil o que haya visto uno de los muchos barrios marginales diseminados por todo el mundo, cuyo horror difícilmente podemos imaginar como habitantes de regiones privilegiadas de Europa—. Estos sistemas conducen más bien a crímenes contra la humanidad y al debilitamiento de nuestros sistemas de valores, lo que no estaríamos dispuestos a aceptar sin más si lo despojáramos de todo adorno y nos percatáramos de ello.

 

La idea actual de que los sistemas de IA y los avances tecnológicos asociados a ellos y las formas de superinteligencia sobrehumana terminarán por aportar más pronto que tarde la solución a los problemas humanos, es aún más ingenua y fatal que la utopía, refutada por las consecuencias de la Primavera Árabe y el terrorismo internacional, de la que las redes sociales conducirán automáticamente a la liberación política del mundo árabe.

 Una de las tareas esenciales del pensamiento filosófico es confrontarnos con la realidad y desenmascarar las construcciones ficticias en las que nos asentamos para calmar nuestra conciencia frente a las injusticias que no podríamos soportar observar con nuestros propios ojos. Esto forma parte de la misión filosófica de la Ilustración, es decir, del «proyecto incompleto de la modernidad», como lo llamó Jürgen Habermas (nacido en 1929).

En nuestro todavía joven siglo XXI se pueden detectar al menos tres remanentes de la llamada era posmoderna:

 1) La idea de que podríamos estar viviendo en una simulación por ordenador, programada por una civilización avanzada del futuro (la hipótesis de la simulación).

2) La idea de que nuestra vida espiritual es una simulación generada por nuestro cuerpo para obtener una ventaja en la lucha por la supervivencia de la especie.

3) La idea de que la sociedad es una construcción social en el sentido de que no es real, sino solo una especie de mascarada que podemos modificar en cualquier momento mediante un cambio de las reglas del juego (constructivismo social).

Fuente de la información e imágenes: https://www.revistaanfibia.com

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