Alumnos, dispuestos a regresar a clases presenciales pero condiciones no son favorables
Irvin Tapia
De acuerdo con los datos obtenidos en la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED), realizada por el Instituto Nacional del Estadística y Geografía (INEGI) en el periodo del 23 de noviembre al 18 de diciembre, se identificó que existe una importante disponibilidad por parte de los estudiantes en México, para regresar a clases presenciales en el presente ciclo escolar si el gobierno, así lo permite.
De acuerdo con el INEGI, la encuesta tuvo una cobertura nacional e incluyó la opinión de 11,080 personas de una muestra de 54,3 millones de personas de entre 3 y 29 años de edad. De acuerdo con los datos recabados vía telefónica, el 70.3% de los estudiantes de entre 3 y 5 años muestran disponibilidad por regresar a clases presenciales. En el caso de los estudiantes de 6 a 12 años corresponde a un 78.7% en el nivel de disponibilidad. Los estudiantes de entre 13 a 18 años representó el segmento mayor de disponibilidad con un total de 79.5%, y finalmente en el caso de los estudiantes situados en el rango de entre 19 a 29 años correspondió a un 72%.
Así mismo, la encuesta arrojó que en el periodo escolar 2020-2021 se inscribieron un total de 32.9 millones de estudiantes. Sin embargo, 5.2 millones de niños y jóvenes quedaron fuera de las aulas virtuales en el presente ciclo escolar. Las causas identificadas se asocian a que los estudiantes consideran que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje, o bien, por escasez de recursos económicos y problemas ocasionados por la COVID-19.
Por otra parte, la economía de las familias en el país tiene un impacto en la disponibilidad de recursos tecnológicos para acceder a clases virtuales. En este sentido, la encuesta demuestra que el 65.7% de los estudiantes utilizó un teléfono inteligente para tomar clases a distancia, el 18.2 % lo hizo a través de una computadora portátil, el 7.2% mediante una computadora de escritorio, el 5.3 con una televisión digital y el 3.6% con una tablet.
Los datos arrojados por la encuesta ECOVID-ED, reflejan que la conjugación de las carencias de acceso a recursos tecnológicos por dificultades en la economía familiar, el desenganche con la educación virtual y el nulo aprendizaje en la percepción de los estudiantes durante este periodo de contingencia sanitaria, ha impactado la opinión de los estudiantes del sistema educativo nacional para el regreso a clases presenciales.
Es importante recordar que actualmente, tres estados se encuentran en semáforo verde, 21 en amarillo, 8 en naranja y ninguno en rojo. Ante este panorama, podría visualizarse un pronto regreso a clases, sin embargo, las autoridades educativas han reiterado que el regreso a clases presenciales se realizará, cuando los estados del país se encuentren en semáforo verde.
Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/alumnos-dispuestos-a-regresar-a-clases-presenciales-pero-condiciones-no-son-favorables/
Los problemas psicológicos surgen en las relaciones y en ellas se encuentra su solución. Por eso creo de corazón que la salida a la asfixia provocada por una arquitectura individualista se llama solidaridad.
Foucault ya nos explicó aquello de que la locura existe necesariamente en sociedad. El sufrimiento psíquico, en sus distintos grados, tiene lugar dentro de un determinado conjunto de normas y relaciones. Lo que sucede en nuestras cabezas no puede ser considerado fuera del mundo en el que vivimos. No al menos si queremos intentar comprenderlo, si queremos atenuarlo.
Vivimos en un orden social capitalista y llevamos prácticamente un año atrapados en una pandemia que ha modificado nuestra existencia de formas que jamás nos habíamos planteado. Por descontado, ambas realidades están profundamente conectadas. La existencia de una crisis sanitaria planetaria no ha logrado desplazar la centralidad del dinero en todos los aspectos de la organización social, y la gestión de las patentes de la vacuna contra la covid-19 es quizás el exponente más cruel de ello. No es de extrañar entonces que, frente a un futuro que sin lugar a dudas se plantea oscuro y cuesta arriba, la angustia que nos atraviesa ofrezca un campo de negocio sin precedentes para una industria que vende eternos procesos de crecimiento personal, desarrollo espiritual y reinvención profesional. Sea cual sea la parcela desde la que se opere, la promesa siempre es idéntica: construir una existencia más plena y llena de sentido. Y para ello la consigna es replegarse en uno mismo, porque la salida es hacia dentro: un asunto íntimo de cada cual, una responsabilidad particular que hay que afrontar con la colaboración de profesionales cualificados para arrojar luz sobre las penumbras del ser humano.
El repliegue forzoso al que estamos siendo sometidos no ha mejorado la salud mental de nadie en mi entorno
La transformación individual como camino para acabar con nuestro sufrimiento psíquico es una idea que casi se vende sola. Encaja con todo cuanto nos han enseñado desde que tenemos uso de razón. Si te esfuerzas lo suficiente, si inviertes el capital necesario, puedes triunfar y alcanzar un estadio superior, y en el caso de no ser así, has sido educado de mil maneras para sentirte culpable y único responsable de la caída. Sin embargo, el repliegue forzoso al que estamos siendo sometidos no ha mejorado la salud mental de nadie en mi entorno. El confinamiento y el conjunto de restricciones que le han seguido no han traído de la mano ninguna iluminación, sino más bien letargo y pesadumbre. El tiempo pandémico que conozco transcurre mayoritariamente entre la pena y la ansiedad. Una vez hemos sido privados de nuestras relaciones con los demás y nos hemos quedado hurgando en nuestro interior, somos multitud quienes hemos experimentado un tipo u otro de colapso. Descartada la posibilidad de salir mejores de esta, aspiramos tan solo al mínimo daño posible. Precisamente cuando se han dado las presuntas condiciones objetivas para que una gran parte de la población pudiera emprender un viaje de autoconocimiento hacia el bienestar emocional, la realidad ha venido a recordarnos lo determinante que resulta el ambiente material y social en aquello que creemos que somos.
Supongo que hay quienes dirán que no nos estamos mirando a nosotros mismos de la manera adecuada, que no contamos con el asesoramiento correcto y necesario para poder alcanzar la transformación. Incluso que no la hemos deseado lo suficiente. Por mi parte, todo lo que respondería es: 2020. Un argumento tenaz –y quizás definitivo– contra toda forma de atomización social. El despertar de mi conciencia no constituye ahora mismo ninguna prioridad en mi vida, no tengo intención alguna de conocerme mejor ni anhelo desarrollar un potencial oculto. Pero cuando echo de menos lo hago con una intensidad que ya apenas recordaba. Y me pierdo en los recuerdos para estar menos solo. Tengo más presentes que nunca a las personas que quiero, precisamente porque la mayoría no están y no hay perspectiva cercana de que lo estén. Lamento las amistades que descuidé y hago inventario de mis errores. En definitiva, pienso en el otro. Le necesito y a estas alturas ya estoy cansado de mí. Quizás por eso hace poco desperté pensando en cómo durante las primeras semanas del 15M salía al trote de la oficina para cruzar Madrid en la línea 1 de Metro y llegar a una plaza atestada en Vallecas. Eso es lo que realmente añoro. Y si ya lo hacía antes de que esta crisis estallase, ahora lo hago más y con mejores motivos.
La soledad es una experiencia central de las sociedades occidentales
¿No es acaso el aislamiento una de las características que definen este mundo que tanto daño nos hace? ¿No está en la base de todo ese espectro informe conocido como “trastornos mentales”? Hace algunos años presencié una ponencia de un psicólogo e investigador finlandés llamado Jaakko Seikkula, quien lleva décadas diseñando e implementando proyectos de intervención comunitaria con personas que tienen experiencias psicóticas. Su notoriedad internacional se debe a que dichos proyectos se asocian a un descenso en las tasas de diagnóstico de esquizofrenia en la población y a un incremento en las de recuperación (tal y como se refleja, por ejemplo, en Five-year experience of first-episode nonaffective psychosis in open-dialogue approach). Recuerdo que en un momento dado de su exposición afirmó que él no había conocido jamás a ningún “esquizofrénico”, que, frente a ese constructo que llamamos “esquizofrenia”, lo que realmente existe es un fracaso social y el aislamiento progresivo de algunas personas. Esta es una idea que comparto y extiendo a la mayor parte de diagnósticos psiquiátricos, y desde luego no lo hago a modo de especulación teórica, sino basándome en mi propia experiencia –así como en mis propios diagnósticos– y en la considerable cantidad de realidades que he conocido durante las más de dos décadas que llevo relacionándome con otras personas psiquiatrizadas. A mayor ensimismamiento y mayor deterioro relacional, más jodidos estamos.
Tal y como se han encargado de señalar numerosas autoras y autores contemporáneos desde distintas perspectivas (Zygmunt Bauman, Fernando Broncano, Maria Dolors Comas…), la soledad es una experiencia central de las sociedades occidentales. Frente a esa realidad incontestable, el triunfo de la psicologización como recurso estandarizado para tratar de entender la realidad se funda en aceptar acríticamente que el malestar, el sufrimiento psíquico o la locura son un asunto privado de cada cual. Y donde no se comparte no hay politización posible. A veces pareciera que el psiquiatra que receta los psicofármacos, el psicólogo clínico, el psicoterapeuta (con sus cien escuelas a elegir), el coach, el profesor de yoga y el responsable de recursos humanos se han conjurado para recordarnos que la solución está dentro de nosotros mismos. Y si alimentamos bien algunos neurotransmisores, o cultivamos la resiliencia, o ejercitamos nuestra inteligencia emocional, o tenemos la cantidad necesaria de fuerza de voluntad, o aprendemos a deshacer los bloqueos energéticos, o nos decidimos de una vez a ser proactivos saldremos de la mierda.
El marketing nunca juega a perder. Siempre te va a hablar de cómo esa mierda está a punto de llegar a tu cuello, y de que si te valoraras lo suficiente, buscarías-comprarías todos los recursos posibles. Pensarías en ti, que sin duda te lo mereces. Disponer de recursos y herramientas es importante, sobre todo cuando son reales (y la mayor parte de ellos son básicamente humo, aunque ese es otro tema), pero algún día habrá que hablar de la mierda en sí. De lo contrario se corre el riesgo de que la vida pase entre bocanada y bocanada de aire, sin llegar a saber que se trata de un problema común.
No hay mecanismo de alienación que pueda ocultar por completo el hecho de que nuestra individualidad se configura a través de la relación social. Son demasiadas las pistas que nos llevan a ello. Los problemas psicológicos surgen en las relaciones y en ellas se encuentra su solución. Por eso creo de corazón que la salida a la asfixia provocada por una arquitectura individualista se llama solidaridad.
Fuente e imagen: https://ctxt.es/es/20210401/Firmas/35590/salud-mental-solidaridad-relaciones-Jaakko-Seikkula.htm
Este año que ha pasado ha tenido duras y gravísimas repercusiones para las personas mayores.
La pandemia mundial provocada por el COVID 19 ha derivado en una situación de crisis generalizada en todo nuestro territorio, agrandando aún más las desigualdades sociales y en especial en lo que afecta a las mujeres, y si nos centramos en nosotros los mayores, nuestro colectivo tan vulnerable, hemos visto acrecentada la desigualdad durante esta crisis sanitaria.
Muchas personas mayores han estado mayormente abandonadas, pues la vejez está «claramente feminizada». Las mujeres somos mayoritarias en la vejez, superando en un 32 % a los hombres.
Y hoy me toca hacer un examen de conciencia para manifestar que las personas mayores hemos estado solas. Solas y abandonadas durante este terrible año de pandemia. Y no es un problema que ha surgido de repente, no ha sido el COVID 19, ni el confinamiento o el temor a no contagiar o ser contagiados.
Estábamos solos y solas.
Y no lo merecemos, pues la mayoría de las personas mayores lo hemos dado todo, hemos sufrido una guerra, divisiones de familias enteras por caer en este o en el otro frente; nos hemos calentado en invierno con el carbón que desprendían los trenes al llegar a la estación de Atocha y que, siendo niñas, recogían en sus faldas para llevarlo a sus casas.
Muchas de nosotras dejamos de estudiar con 14 años y fuimos aprendizas de modistas, de sastras. Trabajaron en la primera camisería en Sol, que luego sería un imperio (El Corte Inglés) y hablo de una generación de mayores, que conozco bien, hago voluntariado con este grupo realizando desde hace años un taller de memoria.
Tienen más de 80 años y en un juego recurrente que les propongo en Navidad “y si te toca la lotería…”. Todas se lo darían todo al hijo en paro, al nieto o nieta para que estudie. Sí, no se quedarían nada.
Y hablo de un perfil muy modesto, con pensiones mínimas y ayudas sociales y parroquiales. Sin ascensor en sus viviendas y, en ocasiones, sin calefacción central.
Pura generosidad.
Y cuando llega el día de venir al taller de memoria, llegan antes de la hora, guapas, pintadas y arregladas como para ir “a misa el domingo” y cuando terminamos no se levantan de la silla. Vienen con tanta ilusión.
Porque ya no socializan apenas, porque a excepción de nuestro taller y de la misa dominical y alguna consulta médica, viven solas. Y todas, sin excepción, tienen familia, hijos e hijas, nietos de los que se sienten muy orgullosas pero que apenas les atienden.
Tampoco ellas lo demandan. No quieren molestar.
Y hablo en femenino, aunque hay 2 o 3 maridos vivos, la mayoría son viudas y al taller vienen solas, hasta este último año que se incorporaron 2 matrimonios. Aquí tengo que contener las lágrimas, pues una de las parejas ya no vendrá más. Primero falleció ella y a la semana él se desplomó. Y del otro matrimonio, también nos dejó Justina.
Y otra alumna, Paquita, la más “picante” de mis alumnas, 97 años, que perdió a un hijo por el COVID 19, murió de pena a los pocos días.
Y siguen solas, y en algún caso que acabo de conocer, son maltratadas, por su marido, por sus hijos que no las atienden y/o miran hacia otro lado.
La sociedad entera ha mirado hacia otro lado.
No hemos aprendido de nuestros antepasados, que veneraban a sus ancianos y los hemos “aparcado” en residencias (donde se les ha dejado morir) o en sus casas, a veces supliendo nuestros afectos y compañía pagando a cuidadoras que limpian nuestras conciencias.
ALGUNOS DATOS SOBRE PERSONAS MAYORES Y VIOLENCIA
Investigadores hablan de cuatro características específicas de la violencia de género en las relaciones de pareja en edades avanzadas:
1.- El inicio de la relación cuando no había conciencia de género.
2.- La larga duración de la violencia en el tiempo.
3.- La utilización de la edad como herramienta de daño.
4.- Y la normalización de la violencia de baja intensidad.
Tanto el entorno cercano a las mujeres mayores como el conjunto de la sociedad e instituciones públicas tienen un papel fundamental para poder terminar con una relación violenta y emprender un proceso de recuperación.
Los hijos e hijas mayores pueden ser un elemento facilitador y de apoyo, pero también pueden suponer una barrera adicional en algunos casos.
Por ello, es importante realizar campañas de sensibilización que también interpelen a los hijos e hijas mayores. Asimismo, incrementar la formación con perspectiva de edad y de género, especialmente, en el ámbito de la salud y la atención sociosanitaria con la implicación de todas las instituciones, Policía, Ayuntamientos y otras (con las que nos une una autentica colaboración y compromiso )
Múltiples estudios indican que la atención primaria juega un papel crucial a la hora de detectar situaciones de violencia y es muy importante que el personal sanitario sepa reconocer situaciones de violencia de género en mujeres mayores y evitar conductas «edadistas», como asociar algunas dolencias a la edad sin indagar en profundidad las verdaderas causas.
Además, el fomento de redes de apoyo es fundamental para abordar problemas como la soledad o el abandono que afecta a las mujeres mayores y que supone un freno para poder salir de una relación violenta.
La realización de actividades lúdicas y de formación destinadas a mujeres mayores también juegan un papel muy importante en la recuperación y puede ayudar a encontrar nuevas amistades y reforzar redes de ayuda y apoyo durante la vejez.
Por último, es esencial que se pongan en marcha campañas específicas para eliminar el «edadismo» en la sociedad, fomentar el trato igualitario hacia las personas mayores, incentivar el empleo y la independencia económica en mayores de 50 años y fomentar una imagen distinta de la vejez, en la que emprender nuevos proyectos vitales sea posible.
«La pandemia de angustia mental que aflige nuestros tiempos no puede ser correctamente entendida, o curada, si es vista como un problema personal padecido por individuos dañado» Mark Fisher
La redacción de este artículo es el resultado de varios meses de trabajo. Sentarse a escribir sobre ansiedad y depresión mientras la experimentas es como asomarse a un pozo interior que no sabes donde acaba -lo más probable que en otra crisis de ansiedad o ataque de pánico. Así que finalmente me decidí a hacerlo asumiendo la escritura como uno más de los muchos ejercicios de exposición que hice durante las sesiones de terapia.
Después de llevar más de medio año sufriendo episodios de ansiedad y pánico y un fuerte trastorno de angustia, no se me ocurre una mejor forma de describir esta espantosa experiencia que aquellas palabras de Antonio Gramsci que decían que vivimos en un mundo grande y terrible. Creo que los dos adjetivos que utiliza describen a la perfección como se nos presenta la cotidianeidad a las personas que padecemos síntomas ansioso-depresivos: como una realidad inabarcable que acentúa nuestra vulnerabilidad y una sensación de malestar dominada por pensamientos negativos sobre todo lo que nos rodea. Además, lo virtuoso de estas palabras es que no reflejan únicamente la percepción individual del afectado, también describe en lo que se ha convertido el mundo que habitamos en la etapa del capitalismo tardío: un caos globalizado en el que predomina el desarraigo y la incertidumbre.
Pese a que es cierto que el padecimiento de la ansiedad o la depresión se proyecta en vivencias muy personalizadas, los orígenes de mi enfermedad es probable que no difieran en gran medida de las causas que han empujado a otras personas a pasar por lo mismo. Mi vida en los últimos años, como la de la gran mayoría de la gente de mi generación, se ha convertido en una carrera de fondo repleta de obstáculos que tiene como meta la acumulación de méritos (académicos, laborales, personales, etc.). Los jóvenes ya no tenemos biografía, sino curriculum vitae. Para los que estamos buscando abrirnos paso en la academia los riesgos de padecer algún tipo de malestar mental son bastantes altos. Según un estudio publicado en la revista Nature, nada más y nada menos que un 41% de las personas que se encuentran doctorando sufren ansiedad, y un 39% depresión1. Para un análisis pormenorizado de los problemas de salud mental asociados a la investigación recomiendo encarecidamente leer el artículo El coste mental de la carrera investigadora, publicado en el diario El Salto2. Crecimos haciendo de la cultura del esfuerzo, el relato por el que se suponía que si te dejabas la piel en algo obtendrías compensación, nuestro habitus, y ahora estamos atrapados en una crisis cíclica de sacrificios sin recompensas o, a lo sumo, con recompensas poco satisfactorias. El futuro se nos presenta como una reiteración ad infinitum del pasado, la linealidad progresiva de la modernidad se ha desvanecido dejando paso a la repetición de corto plazo. No es extraño entonces que la ansiedad, cuya definición clínica es la activación desproporcionada del sistema nervioso central ante la anticipación de un escenario futuro, se haya integrado a nuestro estado de ánimo normal.
Es habitual describir la depresión o la ansiedad como un trastorno pasajero y restarles la importancia que se merece, pero la realidad, lamentablemente, es mucho más trágica y nos enseña que a estos desórdenes mentales también es necesario sobrevivir y que, además, dejan una fuerte impronta en el desarrollo posterior de la vida. Las estadísticas de suicidio entre los jóvenes nos muestran un panorama desolador. Ya en el año 2017 la tasa de suicidio en los menores de 25 años se había triplicado respecto a los inicios de 1990 -no es casualidad, como comentaba Franco Berardi «Bifo» en su libro La fábrica de la infelicidad: nuevas formas de trabajo y movimiento global (Traficantes de Sueños, 2003), que el incremento del consumo de Prozac en los 90 viniera ligado al nuevo paradigma económico del neoliberalismo. Aún no podemos medir con datos el impacto real de la pandemia sobre la salud mental de los más jóvenes, pero aún así creo que ya es posible intuir que tendrá unas consecuencias terribles nada más que hablando con los círculos de amigos más cercanos. No me cabe la menor duda de que la situación será mucho más dramática. En mi caso particular, desde que comencé a sentir los primeros síntomas ansioso-depresivos después del primer confinamiento estricto, ha habido momentos en los que he tenido la sensación de tener que hacer un esfuerzo mayúsculo para sobreponerme a la vida. Recuerdo que en varías ocasiones, familiares y amigos con las mejores intenciones, me han dicho eso de «no te preocupes, tienes toda la vida por delante», y para mi, estas palabras, más que un consuelo, resonaban como una penitencia: el vértigo brutal de tener que cabalgar por inercia hasta el final en un estado de absoluta anhedonia.
Hace tiempo que la juventud se ha convertido en una suerte de Sísifo a la inversa. Si en el mito popularizado por Camus este empuja hacia arriba una piedra muy pesada que caía antes de llegar a la cima, la tarea heroica de los jóvenes es la de sostener una losa insoportable mientras caminamos hacia abajo por una pendiente muy pronunciada y resbaladiza. El lastre que cargamos a la espalda está compuesto por múltiples factores imbricados entre sí. Uno de ellos, como comentaba más arriba, es la carrera de obstáculos laboral, pero a este se le suman muchos otros. Desde el crac financiero de 2008 hasta nuestros días, la renta de los jóvenes de entre 16 y 24 años es un 4,2% más baja. Contrariamente a lo que se podría pensar, que alcanzaría sus mínimos durante la crisis para después comenzar a crecer, o al menos se estabilizaría, los ingresos continúan en caída libre. Esto implica, además, que la brecha generacional entre los mayores de 65 y los menores de 30 es mucho mayor, ha pasado de un 8% en 2008 a más de un 28% en 20203, es decir, nos aproximamos a un abismo generacional. La pauperización de la juventud va de la mano con unos precios de los alquileres cada vez más inflados, una trayectoria creciente que únicamente ha podido ser truncada por los efectos sobre el turismo y, por lo tanto, sobre Airbnb, que ha tenido la pandemia de la COVID-19. Esta serie de factores convergen en lo que el politólogo Pablo Simón explicaba en televisión hace unos días, la diferencia de la situación actual de los menores de 35 años con respecto a las generaciones anteriores se encuentra, básicamente, en la ausencia de expectativas de futuro. Antes, al menos, se vislumbraba un horizonte. De nuevo, la linealidad de la carrera de vida ha quedado interrumpida. La cancelación del mañana tiene un rostro cada vez más visible.
Probablemente, el mayor reto que la juventud tiene por delante es el de hacer del malestar generalizado en todas sus formas una potencia política transformadora. Es importante, y este es el motivo principal por el que finalmente me decidí a escribir este artículo, que combatamos esa idea tan arraigada en el imaginario social de la enfermedad mental como un problema individual y que lo señalemos como lo que realmente es: un problema de salud pública. El estrés, la ansiedad, la depresión o el pánico entre los jóvenes es cada día que pasa más frecuente en nuestras sociedades y su normalización es el resultado de un largo proceso de privatización de la enfermedad. Además, la creciente medicalización de la vida se presenta como una consecuencia lógica de la individualización de las patologías. Unas décadas atrás, por ejemplo, cuando presentabas síntomas de estrés laboral el médico te recomendaba sindicarte, ahora, sin embargo, te receta un cóctel explosivo de ansiolíticos y antidepresivos. En el capitalismo tardío hemos sustituido los convenios colectivos por alprazolam. Al reducir toda esta serie de malestares a una perturbación del funcionamiento neurológico normal, o a un trauma vivido durante la infancia, eliminas la posibilidad de un cuestionamiento colectivo y, por lo tanto, de una transformación radical de la estructura que los produce. Parafraseando a Mark Fisher, me atrevería a decir que en tiempos de depresión generalizada la tarea de repolitizar el ámbito de la salud mental es urgente si la juventud quiere ser capaz de desafiar el realismo capitalista y construir un futuro en común.
Coordinador del Instituto de Estudios Culturales y Cambio Social
El teatro, elemento indispensable para el regreso a clases
Por: Herzel García Márquez*
Publicado por Pluma Invitada
Ante el próximo regreso a clases, el bienestar socioemocional es una preocupación y ocupación prioritaria para cada docente y comunidad educativa.
De acuerdo con el informe: “Los jóvenes y la pandemia de la COVID-19: efectos en los empleos, la educación, los derechos y el bienestar mental”, investigación realizada por la Organización Internacional del Trabajo, “los efectos desproporcionados de la pandemia en los jóvenes han exacerbado la desigualdad y podrían mermar la capacidad productiva de toda una generación” (OIT, 2020).
El informe de la OIT, también señala que la pandemia interrumpió la educación de más de 70% de los jóvenes y que esta abrupta interrupción del aprendizaje y del trabajo, exacerbada por la crisis de salud, ha deteriorado el bienestar mental de los jóvenes a nivel mundial.
Otra interesante revelación del estudio es que el 17% de los jóvenes probablemente sufran ansiedad y depresión, además de que el bienestar mental es menor en mujeres que en varones de 18 años. Finalmente, las conclusiones del trabajo exponen que los jóvenes cuya educación o trabajo fue interrumpido parcial o totalmente, presentaban dos veces más probabilidades de sufrir probablemente ansiedad o depresión que quienes mantuvieron su actividad académica o laboral aún en línea.
Las cifras son alarmantes y presentan grandes retos que requieren, en definitiva, la creación de un proyecto de contención socioemocional para cada agente educativo.
En este sentido, las propuestas son varias y un gran talento del docente radica en seleccionar aquellas actividades que, dentro de un gran rango de propuestas, pueden dinamizar con sus grupos.
Evidentemente, además del esfuerzo individual, se requiere de un proyecto escolar. La comunión de objetivos y esfuerzos paralelos permitirá avanzar conforme a las necesidades de cada contexto; “No es una carrera de velocidad, sino de resistencia” (García de Luca, s/f).
Para lograr alcanzar juntos esa meta, es indispensable que reconozcamos las necesidades como grupo y como individuos en primer lugar, lo que da gran relevancia a la evaluación diagnóstica en la dimensión emocional; hoy más que nunca conocer cómo llegamos, cómo nos encontramos en este regreso a clases (evaluar con objetivos diagnósticos) nos permitirá un reconocimiento más empático. Las circunstancias que cada persona ha vivido en esta pandemia, es tan auténtica como personal.
Cada uno se presenta con la oportunidad de reinventarse en diferentes escenarios; algunos serán nuevos, otros, seguramente, permitirán recrear con paulatina prudencia, respuestas diferentes a las situaciones anteriormente vividas a modo de un ejercicio gestáltico.
La importancia de que la escuela reciba a su comunidad, lista, preparada y acogedora y de que recobre verdadera vida lo antes posible, radica en el impacto que tiene la vida escolar en la reconstrucción social en el regreso a la llamada “nueva normalidad”; ese impacto cobra relevancia a nivel social pero también personal.
Cada agente educativo puede brindar grandes elementos a la vida de la comunidad escolar, es momento de juntar hombros y unir talentos, tal como se ha venido demostrando desde hace más de un año.
La escuela debe abrir espacios que fomenten ambientes en los que esos talentos y esfuerzos logren activarse dentro de la dinámica grupal.
En estos ambientes, el artístico, será uno de nuestros más grandes aliados; los fundamentos logoterapéuticos reconocen en la arte-terapia y en específico, en la arte terapia teatral, una estrategia ideal para desarrollar diferentes procesos psicológicos fundamentados en el enfoque existencialista de la psicología, especialmente el sentido de vida (Cano y Perilla, 2018).
Para reencontrar este sentido vital después de haber vivido una crisis humanitaria como lo es la pandemia, el teatro como estrategia en el proceso de enseñanza aprendizaje, nos brinda una gran oportunidad de colaboración y de contención emocional a partir de la creatividad y el encuentro artístico y por supuesto, del desarrollo de temas universales que atienden a lo humano como centro y meta.
Si bien las bondades del teatro como estrategia didáctica para el logro de los aprendizajes esperados en cada asignatura es indudable, ante los retos del regreso presencial, hay que resaltar su importancia para fomentar el bienestar socioemocional de los estudiantes al asignarles un rol, una tarea y compartir con su grupo un objetivo claro y pertinente, la obra teatral.
Algunos beneficios del ambiente teatral se relacionan directamente con la preparación física y expresión corporal, componentes indispensables para la readaptación en ambientes sociales que en ocasiones pueden generar inseguridad, incomodidad o malestar.
Habrá alumnos que se sentían de alguna forma, cómodos con el aislamiento, pensemos en aquellos estudiantes que vivían una situación social difícil antes de la pandemia y que el resguardo, le brindó una seguridad que se romperá con el regreso a clases. Para estos alumnos, el teatro brinda una oportunidad de ejercitar constantemente esa voz interior, ese lugar seguro, además de trabajar en su voz exterior, por ejemplo, las estrategias de oratoria que se trabajan en el campo teatral ayudan a argumentar y a desarrollar el pensamiento crítico y a actuar conforme a la razón y a la lógica.
El teatro también les permite a todos los estudiantes autogestionar su bienestar a partir del aprendizaje y práctica de ejercicios de meditación, concentración y respiración que acompañan al actor en su preparación y que permiten que el estudiante cree y nutra un espacio interior que le fortalezca intrínsecamente ante cualquier necesidad.
Muchos de nuestros estudiantes se presentarán probablemente con signos de ansiedad. Para ello, el beneficio de la respiración controlada, así como la preparación mental, física y vocal que se practica en el teatro permite reforzar la relajación de la persona.
En vez de tratar de controlar los ambientes físicos en la escuela, cosa que resultaría una tarea interminable, sería conveniente reforzar el ambiente personal de cada estudiante y estas estrategias teatrales, son sumamente útiles para ese objetivo.
La inclusión del teatro como estrategia didáctica para este regreso presencial a la escuela permite un ejercicio de creatividad en cuanto a la reconstrucción social que estamos viviendo ya que la actividad teatral en tanto lúdica permite inventar y proponer nuevas soluciones, ideas y facetas desde el pensamiento y talento de los estudiantes. La preparación de una obra, no hay que olvidarlo, requiere de diálogo y acuerdos constantes.
El público observa en dos horas y un escenario perfecto, el resultado de días, meses, semanas y los sube y baja en montañas rusas de emociones incesantes.
Es aquí en donde el teatro se hace presente como un maestro para sortear la realidad. Desde la preparación de la obra, el teatro nos enseña que, sin esfuerzo individual, no existe el éxito colectivo, por ello, la importancia de la puntualidad, de acudir con “la tarea” hecha, porque para avanzar se necesita que el impulso del otro impacte en mi vuelo.
El teatro permite reconocer las emociones más profundas de nuestros alumnos y al mismo tiempo, les da la oportunidad de vivirlas, expresarlas y procesarlas de manera armoniosa.
Al montar la obra teatral, el alumno se recrea constantemente y en diversas oportunidades, sea cual sea su rol ya que las múltiples actividades involucradas en el montaje permiten descubrir al diseñador gráfico, al ingeniero de sonido y al experto en estructuras, al actor, al interesado en publicidad y administración de empresas, al especialista en leyes, al bailarín, al conductor, al experto electricista, en fin, el teatro, sin duda, es un pretexto maravilloso para probar diferentes papeles, resolver nuevos problemas lo que termina descubriendo nuestros intereses y nuestra vocación muchas veces.
Los diferentes personajes y escenarios permiten crear y recrear roles ampliando las experiencias y permitiendo el autoconocimiento a partir de vivir en los zapatos de otro y decidir qué de eso habla de uno, y qué no.
La experiencia de aprendizaje que permite el teatro es amplia ya que considera una gran oportunidad de transversalidad, aprendizaje basado en proyectos, interdisciplinariedad, y sin duda, una serie de encuentros personales que acogen muy bien a cada estudiante en su regreso a clases.
El valor que tiene el teatro como técnica para favorecer el proceso de enseñanza aprendizaje, es claro; darle protagonismo dentro de los proyectos parece ser un importante acierto en este regreso a clases de manera presencial, ya que permite atender la parte afectiva desarrollando actitudes y hábitos de comunicación y colaboración grupal, así como diversos contenidos curriculares que se pueden abordar desde un diseño transdisciplinar y transversal.
No hay que olvidar que el teatro como aliado en el aula para este regreso a clases trae consigo un elemento clave y que le define como arte, profesión, oficio y por supuesto, estrategia didáctica, y es la gran diversión que implica el mundo teatral.
La diversión, es la promesa cumplida que el teatro brinda al esfuerzo y compromiso docente, reconociendo, por supuesto, el gran camino recorrido y las grandes batallas ganadas. Los tiempos venideros se vislumbran con grandes molinos de viento que más que atemorizarnos, nos invitan a dar lo mejor y seguir, pues como dijera Don Quijote en aquel maravilloso musical, solo hay que “Luchar por un mundo mejor, Perseguir lo mejor que hay en ti, Llegar donde nadie ha llegado, Y soñar, Lo imposible soñar.
Referencias
García de Luca, M. (s/f). RCSA.
OIT (2020). “Los jóvenes y la pandemia de la COVID-19: efectos en los empleos, la educación, los derechos y el bienestar mental.
*Consultora Académica de la Red de Colegios Semper Altius
Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/el-teatro-elemento-indispensable-para-el-regreso-a-clases/
“El apartheid israelí no necesita ninguna excusa para detener a ningún palestino. Cualquier persona en Burin o en otras ciudades de Cisjordania es amenazada con ser arrestada por los colonos y soldados israelíes. Cientos de veces son niños de 10 y 9 años… ¿Qué pueden hacer estos niños contra estas fuerzas armadas? ¿Qué hará una piedra contra un Jeep militar? Nada, no hay excusa. Siempre tienen el mismo pretexto: “es por motivos de seguridad”. Dicen que tienen que matar a nuestros niños antes porque si no ellos los matarán cuando crezcan.”
En el año 2020 fueron arrestados por las fuerzas de ocupación israelíes aproximadamente unos 543 menores palestinos. Se calcula que entre 140 y 180 niños siguen secuestrados en las cárceles de la potencia ocupante.
En 2016, el ente sionista de Israel aprobó la llamada “Ley de la Juventud” por la cual se legitimaba jurídicamente el encarcelamiento de niños palestinos menores de 14 años. Unos meses después de su aprobación, se aceptaba una pena de cárcel mínima de 3 años para jóvenes que tirasen piedras, dando lo mismo que tuvieran una edad de 10 o 20 años. Ese mismo año, fueron 450 los adolescentes encarcelados. Sólo un año después, en 2017, fueron 350, aunque los detenidos aumentaron a 1.467. Desde el año 2.000 hasta día de hoy, se calcula que más de 20.000 menores de edad han sido arrestados por las fuerzas de la ocupación. A ello se unen más de 2.500 niños palestinos asesinados en el período que corre desde 2.000 al 2020.
El Ministerio de Información palestino declaró en 2019 que el 95% de los menores arrestados sufren torturas y degradaciones durante la detención (golpes, patadas, vendaje de ojos, interrogatorios en hebreo -idioma que no conocen-, ausencia de abogado y/o algún familiar durante el interrogatorio, coacciones durante el mismo…). Es usual que estas detenciones se den en las inmediaciones de los puestos militares de control israelíes, conocidos como “check-points” y, principalmente, contra niños que se encuentran en edad escolar.
El Ministerio de Información palestino declaró en 2019 que el 95% de los menores arrestados sufren torturas y degradaciones durante la detención
Es el caso de Mahmoud Drar Qadus, estudiante palestino de 14 años en la escuela mixta “Burin High School” ubicada en un pequeño pueblo de 3.000 habitantes a 7 km al Sur de Nablus (Cisjordania) a quien tuvimos la oportunidad de entrevistar en Julio de 2019 sobre las condiciones que sufren los estudiantes palestinos bajo el asedio israelí.
La primera palabra que enunció Mahmoud fue “miedo”. La lejanía de la escuela con respecto a su hogar, pero a la vez la extrema cercanía de la misma a los check-points acrecienta los sucesivos ataques al personal docente y los alumnos de la escuela. La misma ha sido incendiada tres veces por los colonos israelíes. Esto no nos ha de extrañar si tenemos en cuenta que una de las principales estrategias de guerra sionistas contra los palestinos es el debilitamiento moral incesante a través de la amenaza y el miedo. El proyecto expansionista que moviliza la maquinaria de guerra israelí para la apropiación de la totalidad de la tierra histórica palestina trata de hacer sus vidas tan insoportables que tengan que huir y, así, argüir que “se fueron por su propio pie”, argumento propio de la narrativa sionista que justificó el genocidio en 1948 (La Nakba).
La escuela de Mahmoud ha sido incendiada tres veces por los colonos israelíes
“El principal problema al que nos enfrentamos es que la escuela está muy lejos de casa, pero al lado de un control militar israelí, y eso les da la oportunidad de atacarnos en la ida y la vuelta.”
“Todas las mañanas me aseo y bajo a la escuela para aprender, pero los soldados israelíes siempre interrumpen mi clase con bombas de humo, gas, insultos y golpes. Entonces nunca podemos seguir las clases y tenemos que volver a casa”, nos cuenta algo nervioso y, en un esfuerzo por continuar, nos relata la ocasión en la que un grupo de soldados irrumpió en tres aulas diferentes, entre ellas la de suya, impidiendo el desarrollo de la clase durante dos horas y media. Desafortunadamente, no sólo tratan de imposibilitar que los palestinos encuentren en sus aulas un lugar tranquilo y seguro donde sucede algo positivo para ellos mismos, el aprendizaje, sino que, además, numerosas mañanas bloquean las entradas a la escuela de Burin con los Jeeps blindados del ejército. Asímismo, durante el período de recreo lanzan explosivos entre los barrotes que rodean perimetralmente el patio provocando el pánico e incrementando la sensación de inseguridad entre alumnos y profesores.
“A veces estamos jugando al fútbol en el patio de la escuela y de repente escuchamos gritos y comienzan a lanzar gases lacrimógenos. Cuando vienen a la escuela mientras estamos jugando al fútbol suele haber muchos problemas porque nos pilla desprotegidos. Pero los profesores siempre salen para protegernos de ellos.”
A pesar de todo ello, Mahmoud reconoce que, si bien los momentos más tristes durante el curso son cuando los agreden o cuando hay algún compañero de clase que no asiste porque ha sido herido, también recalca que el cuidado y la protección de sus profesores es uno de los elementos que más feliz le hacen. Y es que la perseverancia y el compromiso del personal docente hacia su pueblo, su trabajo y sus alumnos es ejemplar.
“A veces estamos jugando al fútbol en el patio de la escuela y de repente escuchamos gritos y comienzan a lanzar gases lacrimógenos”
A este respecto, tuvo mucho que contarnos Ghassan Najjar, activista palestino impulsor de un proyecto de cooperativas agrícolas cuyo fin es impulsar una producción palestina que a día de hoy se mantiene asediada por la abusiva hegemonía económica israelí. Él fue nuestro traductor, guía y apoyo fundamental durante nuestra estancia en el territorio. Desafortunadamente, la madrugada del 25 al 26 de junio de 2020 fue secuestrado en su hogar y encarcelado posteriormente en las prisiones israelíes. A día de hoy sigue encerrado y sin que se conocieran los cargos.
“Hay una gran diferencia entre los profesores españoles y los profesores palestinos. En primer lugar, porque los profesores en España trabajan sin la presión y el miedo a la muerte, ello les permite ser capaces de focalizar su trabajo en la clase. Sin embargo, los profesores en Palestina vienen a la escuela, pero no saben si volverán con vida. En eso consiste la presión, en la inseguridad y el terror de ver peligrar sus vidas y la de 300 alumnos a su cargo”, declara. Como si no fuese suficiente con los impedimentos derivados de vivir y trabajar bajo un régimen de apartheid, los profesores han de enfrentarse también a las debilitadas e ineficaces autoridades educativas de Cisjordania que, según nos relataba Ghassan, también son responsables de la precariedad de este sector suyo sueldo, que ronda los 200 shekel mensuales (50 euros) en la escuela mixta de Burin, los condena al pluriempleo. Esto se comprende mejor cuando vemos que el coste de la vida en Palestina aumenta anualmente dada la condición de dependencia económica al coste de la vida israelí. El alquiler de la vivienda lo encontramos en unos 400 euros en una zona normal de la ciudad. Todo ello les hace imposible asegurarse las condiciones materiales para la conservación de sus vidas y un ejercicio profesional digno.
Ghassan Najjar es un activista palestino impulsor de un proyecto de cooperativas agrícolas cuyo fin es impulsar una producción palestina que a día de hoy se mantiene asediada por la abusiva hegemonía económica israelí
“No hay un verdadero apoyo hacia los profesores. Si ellos quieren hacer una huelga para mejorar la situación, el ministro de educación los expulsará de la escuela. Yo recuerdo una huelga del personal docente en la que pedían una subida de los salarios en Cisjordania y, desafortunadamente, cuando la huelga terminó fueron expulsados alrededor de 200 profesores.”
Sin embargo, la actitud del Ministerio de Educación de Cisjordania cambia respecto de otra de las escuelas de Burin. Se trata de la escuela de primaria y secundaria situada en el centro del pueblo y cuya construcción fue financiada por el gobierno alemán con un millón de dólares. Esta es la única escuela en Burin que recibe material y atención institucional. Irónico, por otra parte, que Alemania sea uno de los países europeos más preocupados por estrechar relaciones con el régimen criminal de Israel.
Diferente es el caso de la tercera escuela de Burin, la de preescolar, que acoge a niños/as de 5 a 8 años y que, en palabras de Ghassan “es como una cárcel”. Su infraestructura lleva desde su construcción sin ser revisada ni reformada.
La situación de los jóvenes estudiantes empeora debido al acorralamiento al que están expuestas las tres escuelas de Burin, especialmente la escuela de Mahmoud, donde los 300 estudiantes están cercados por dos de las colonias israelís más violentas de toda la Ribera Occidental de Palestina (Har Brakha; Yitzhar). Junto a ellas hay un campo militar flanqueado por torres de control que monitoriza los movimientos de la población palestina permanentemente durante las 24 horas del día.
La tercera escuela de Burin, la de preescolar, que acoge a niños/as de 5 a 8 años en palabras de Ghassan “es como una cárcel”
“Muchas veces los colonos israelíes han quemado la escuela y, lo peor, es que han quemado la librería. A ello se suma que las instituciones sólo se preocupan por las grandes ciudades y se olvidan de satisfacer nuestras necesidades y la de los campos de refugiados. No tenemos material suficiente para darle a los chavales una educación adecuada.”
Los perjuicios y pérdidas del material escolar debido al hostigamiento y acometidas diarias de los colonos y soldados no sólo pasan por la degradación de las mesas y sillas a causa de los impactos de los explosivos y misiles, sino también por la carbonización de los libros y el calcinamiento de las paredes a consecuencia del hollín que ocasionan las bombas de gas. De tal forma que estudiantes como Mahmoud, nos explica Ghassan, no poseen más libros que los específicos de cada asignatura, más color en sus aulas que el de las bombas de gas adherido a las paredes, ni más paisaje en su patio de recreo que las alambradas metálicas de seguridad. La extrema securitización que se ven obligados a desarrollar para obstaculizar las irrupciones del ejército hace difícil convertir la zona de recreo en una zona jovial y agradable en la que estar.
“Las escuelas necesitan jardines porque los niños sin ellos son mucho más violentos, juegan atacándose. La presión a la que están sometidos todos los días los convierte en monstruos para ellos mismos.”
La privación de espacios que fomenten el desarrollo y potenciación de sus habilidades; la intimidación: la violencia explícita e implícita diaria y el especial ensañamiento contra los menores no son, sin embargo, los únicos factores que inducen en los alumnos problemas psicológicos, identitarios y de expectativas de futuro. No hemos de omitir que el contenido de sus libros de texto depende de la aprobación del gobierno israelí. Mahmoud nos expresó, al preguntarle sobre su asignatura favorita y su opinión sobre el temario lo siguiente:
“Sobre la historia de Palestina nos dan muy poca información, es cuando hay que estudiar sobre la historia de otro país árabe cuando se menciona en los libros algo de Palestina. Pero no hay apartados que hablen sobre nuestro país en particular”.
El contenido de los libros de texto depende de la aprobación del gobierno israelí. “Sobre la historia de Palestina nos dan muy poca información”
Es la clásica maniobra colonial del expansionismo sionista, que busca la construcción del “Gran Israel” en Oriente Medio y, para ello, trata de hacer desaparecer cualquier categoría que haga alusión a Palestina para así despatriar a su población autóctona, los palestinos, diluyéndolos en la categoría general de “árabes”. De esta forma los extirpa de su tierra y los condena a vagar por el resto de los países a la espera de asilo.
“Estamos asediados y la ocupación no nos deja tener tecnologías, no quiere que nos eduquemos, no quieren que tengamos educación porque eso significa que nuestros niños sabrán quiénes son, sabrán su historia y su lucha, y eso los llevaría a luchar por sus derechos. Por este motivo ellos tratan de controlar nuestra educación. Lo que tenemos es una educación y una cultura de guerra con la ocupación, puramente defensiva. Y sin educación y cultura nunca seremos libres.”
El complejo de inferioridad, la confusión identitaria, la frustración, la permanente necesidad de una actitud defensiva, el miedo y la violencia cotidiana a la que están expuestos los alumnos/as de Burin ha llevado a que tengan ciertas necesidades especiales que deben ser comprendidas y tratadas en su especificidadr. La cantidad de problemas psicológicos que presentan estos estudiantes no son, sin embargo, tratados por psicólogos especializados en menores con estrés postraumático derivado de una situación de guerra. “Estamos perdiendo a nuestros niños día a día”, nos confesaba Ghassan preocupado e indignado, “cuando entro a clase a dar el taller de agricultura, los niños no son capaces de concentrarse en lo que digo. Un día fui a dar un entrenamiento, pero no respondían a mis estímulos. Me acerqué a uno de ellos y tenía piedras escondidas debajo de la mochila porque el día antes habían sido atacados en el recreo por un grupo de colonos israelís respaldado por el ejército.” Y añade, “¿Y son capaces de hablar de paz?, ¿qué significa paz?”
“Estamos asediados y la ocupación no quiere que nos eduquemos, no quieren que tengamos educación porque eso significa que nuestros niños sabrán quiénes son, sabrán su historia y su lucha, y eso los llevaría a luchar por sus derechos”
Esta tendencia automática a la defensa por parte de los jóvenes no está, en ocasiones, impulsada por un verdadero conocimiento político de la situación de su país, muchos de ellos no saben por qué ocupan su tierra. Esto es para Ghassan lo verdaderamente preocupante, pues no conocen sus raíces históricas, no entienden por qué lanzan esas piedras más allá del deber de resguardarse de quiénes los intentan matar. Se trata, en muchas ocasiones, de una respuesta defensiva por la supervivencia. “Ellos deberían aprender que Palestina debe ser libre desde el río hasta el mar.”
Ahora bien, durante el curso escolar 2018/19 se incorporó una asignatura-taller sobre agricultura impartida por Ghassan, hecho del que él mismo se alegra debido no sólo al rol fundamental que cumple la tierra en la construcción histórica de la identidad palestina, sino porque fomentar la producción agrícola palestina es vital para crear un mercado económico independiente al impuesto por el asedio israelí. Con todo, Ghassan se muestra firme en ratificar que lo más urgente para los estudiantes es el establecimiento de un plan que calme y aminore el miedo, la ansiedad y el estrés que les provoca vivir y estudiar bajo ocupación. Ver a sus propios compañeros y amigos de clase ser arrancados de sus pupitres y arrestados por los soldados los destruye psicológicamente. Asimismo, la cantidad de alumnos heridos cada semana hace imposible la convivencia en Burin.
“Necesitamos activistas de todas las profesiones y especialidades que vengan a ayudar a nuestros niños, que trabajen con ellos después de la escuela y que se centren en sus problemas psicológicos para mejorar su salud mental destrozada.”
Además, Ghassan reclamaba con urgencia la necesidad de un gobierno para el que la primera preocupación fuese la ocupación ilegal israelí, pero también la creación de un tejido social fuerte que trabajara en grupo para proteger la escuela de los ataques de soldados y colonos. En definitiva, grupos de personas que transmitiesen a los habitantes de Burin que están luchando para mejorar sus vidas. “Tenemos que hacer los estudiantes sientan que nos preocupamos por ellos.” Y, para ello, Ghassan concluyó invitando a todos aquellos activistas internacionales, profesores con formación psicológica, trabajadores y educadores sociales que supieran tratar con niños en contextos de extrema violencia a viajar a Palestina para colaborar solidariamente con los menores en edad escolar no sólo de su pueblo, Burin, sino de otros tantos pueblos y campos de refugiados palestinos que se encuentran en la misma o peor situación. Igualmente, difundir desde nuestros respectivos países el estado de apartheid bajo el ente israelí tiene sometidos a los jóvenes estudiantes en Palestina. Todos podemos poner nuestro grano de arena hablando de ello a nuestros familiares en casa, a nuestros amigos en el parque y a nuestros compañeros de clase y profesores en los colegios e institutos.
“Necesitamos activistas de todas las profesiones y especialidades que vengan a ayudar a nuestros niños, que trabajen con ellos después de la escuela y que se centren en sus problemas psicológicos para mejorar su salud mental destrozada”
A modo de reflexión final, conviene resaltar las palabras con las que Mahmoud quiso dirigirse a todos los estudiantes del estado español, instándoles a la sensibilización con lo que sus homólogos palestinos han de sufrir en su día a día:
“Los derechos de los niños palestinos no son los mismos que los de los niños de España. Nuestras familias siempre tienen miedo de que los soldados maten a sus hijos y por eso no nos dejan salir lejos de casa. Yo les digo a los niños españoles que ellos están bien sin ocupación y que por eso espero que nos puedan apoyar y saber de nosotros.
Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos
Palacio Nacional.
P R E S E N T E.
Mi estimado señor presidente:
Tengo el honor de dirigirme a usted, para expresarle mi reconocimiento y afecto en nombre del Magisterio Unido por una Jubilación Digna, por su gran labor con mucho honor y tenacidad emprendiendo diferentes acciones en beneficio de nuestro País.
Por las acciones tan significativas por su gobierno, el Magisterio Unido por una Jubilación Digna hace de su conocimiento y al mismo tiempo solicita su valiosa intervención, para analizar profundamente una iniciativa en relación a la jubilación y en su momento canalizar dicha iniciativa a la cámara de diputados o donde usted considere su valoración.
Sabemos de antemano que la ley no se puede modificar, si no hay un motivo que enfatice en contra de lo establecido en ella.
Pongo como referencia principal la Reforma que entró en vigor en el año de 2007, dicha Reforma vino a modificar y a afectar nuestros derechos laborales en relación a la ley del ISSSTE, esto de antemano nos quitó el derecho de jubilarnos mujeres a los 28 años de servicio y a los hombres a los 30 años, violando fragante mente nuestros derechos para los cuales fuimos contratados laboralmente. Sabiendo que la ley no puede ser retroactiva en perjuicio de persona alguna, como lo especifica claramente el artículo 14 Constitucional.” A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna o derechos”.
Por este acontecimiento el Magisterio Unido por una Jubilación Digna, solicita la abrogación inmediata de la nueva ley del ISSSTE, impuesta por un gobierno neoliberal que con sus políticas privatizadoras y exterminio dejaron al desamparo al magisterio nacional y en general al pueblo mexicano, por lo acontecido el Magisterio Unido, solicita que se respete lo establecido o estipulado en la ley antes del 2007…
Señor presidente no dudo en lo absoluto su capacidad, su entrega y por su pasión de servir al pueblo, estoy completamente seguro que usted estará interviniendo de manera oportuna para dar seguimiento y solución a la petición del Magisterio Nacional.
¡CON SU GOBIERNO, MAGISTERIO Y PUEBLO UNIDO, JUNTOS LOGRAREMOS LA CUARTA TRANSFORMACIÓN QUE USTED ESTA LLEVANDO A CABO EN BENEFICIO DE NUESTRO PAÍS!
A T E N T A M E N T E
EL REPRESENTANTE DEL MAGISTERIO UNIDO POR UNA JUBILACION DIGNA.
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