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El llamado pensamiento crítico y la Educación Media Superior

México / 19 de agosto de 2018 / Autor: Carlos R. Acosta / Fuente: Educación Futura

Carlos R. Acosta*

Basta echar un vistazo al documento titulado Planes de Estudio de referencia del Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (SEP, 2017), para caer en cuenta del sesgo ideológico práctico-utilitario que le imprimen al llamado pensamiento crítico. Por eso la implementación del llamado Nuevo Modelo Educativo (NME) en la Educación Media Superior (EMS) no es más que la vieja invasión del modelo empresarial a la que hizo frente el Observatorio Filosófico de México hace ya diez años.

Lo anterior se deja claro, de entrada, por la definición que da el documento de pensamiento crítico como “la conjugación de distintas formas de pensamiento, como el analítico, el complejo o el creativo para llevar a cabo una valoración holística de un problema en por lo menos dos sentidos: la comprensión del problema en sus componentes, así como las relaciones con el contexto que le dan lugar y le permiten o impiden sostener su funcionamiento” (pp. 882-3). De esta manera, “valorar” un problema, comprender sus componentes y cómo se relaciona con el contexto ¡funcionalmente!, es pensar críticamente.

Las consecuencias de lo anterior no se dejan ver de manera inmediata, pero queda clara la intención de su uso al encontrar la idea en relación con la “resolución de problemas” (p. 24) o bien con la “innovación y creatividad” (p. 245), que se repiten como letanía a lo largo de toda la presentación de los planes de estudio. Incluso para la asignatura de Filosofía el pensamiento crítico se reduce a “pensar mejor” (analizar información), que tiene como punto de partida y de llegada al individuo como ente aislado, y solo como parte de la sociedad o una comunidad en segundo lugar (p. 777).

En ningún momento se hace referencia al contexto en el que surge y se pretende implementar ese NME, y en el que el pensamiento crítico intenta desarrollarse: la pobreza del 80 por ciento de la población y las condiciones de exclusión y marginación que eso provoca; los antagonismos entre las clases sociales reflejados en la pérdida de los derechos laborales conseguidos a lo largo de las luchas de la clase trabajadora; el proceso de despojo y destrucción de la naturaleza; la difusión y apología de la violencia en los medios de comunicación y redes sociales; el racismo, la xenofobia y los feminicidios que se expanden terroríficamente por todas partes y el lacerante etcétera.

Bajo este panorama, un pensamiento que no asume esa realidad como cuestionable de principio desde el mismo planteamiento del NME, no puede aspirar a ver más allá de la “adaptación” a esas circunstancias de injusticia, reduciendo el actuar de las personas a los límites que, como también se menciona en el documento, impone el ser “un buen ciudadano para el siglo XXI”. Lo que se propone, en pocas palabas, es formar estudiantes que puedan adaptarse plenamente a las exigencias de “innovación” y “agilidad del pensamiento” para responder a las “cambiantes” demandas productivistas del sector tecnológico-empresarial (véase la relación de esto con las llamadas “habilidades socioemocionales” en el certero análisis de Lev M. Velázquez Barriga, https://bit.ly/1UzKbe8).

La intención plasmada en el documento en cuestión, es la de reducir el filo crítico del pensamiento, y con ello su carga de reflexión ética y política, a una cuestión eficientista y de carácter cientificista, en donde el conocimiento y el análisis de la realidad son abordados desde una pretendida neutralidad con objetivos utilitaristas. Pero también en donde se hace un llamado a fomentar la ideología de mercado entre los estudiantes con el llamado “espíritu emprendedor” y una serie de características de corte productivista, como pretexto de “responder a los desafíos del presente”(p. 11).

Entonces ¿cuál debería ser el sentido de la palabra “crítica”? Sin duda uno en donde, sin dejar de lado los elementos fundamentales de cientificidad, incorpore de manera explícita el análisis de lo que de ideológico puede haber en todo análisis o abordaje sobre la realidad social.

De manera que la EMS no sea vista como una instancia neutral en donde pareciera que la totalidad condicionante se encuentra fuera, y la educación no estuviera atravesada por los problemas de cuestiones de género, marginación, clasismo, racismo, discriminación o los ignorados antagonismos entre las clases sociales. El filo crítico, como recordaba hace poco Pablo González Casanova, debe caracterizar a la ciencia y la educación (no sólo al pensamiento), para develar los mecanismos ideológicos y de poder que se encuentran en la realidad social explotadora, patriarcal, destructiva y aniquiladora del capitalismo, para emprender al mismo tiempo su transformación.

*Maestrante en Maestría en Intervención Pedagógica, por la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 22-A. Licenciado en Sociología por la Universidad Autónoma de Querétaro. Profesor del área de Histórico-Social en Educación Media Superior y Superior, y actualmente docente en el Colegio de Bachilleres. j.carlosriac@gmail.com

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ove/mahv

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Un llamado a la contracultura en tiempos y espacios inciertos

Diana Carolina Leguizamón Martínez/Psicóloga Pontificia Universidad Javeriana(Colombia)

Eduardo Sandoval Obando/Psicólogo; Magíster en Educación, Políticas y Gestión Educativa (Chile)

La historia de la humanidad está llena de ejemplos complejos y maravillosos que son el fiel retrato de la idea de que “toda victoria de luz, fue una batalla de sombras”. Los movimientos de contracultura de los años 60s, por ejemplo, nos recuerdan la potencia de las luchas por los derechos civiles con un activismo y una coherencia política tal, que no hay lugar en el mundo que no haya sido tocado por la ola emancipatoria de aquellos tiempos. Muhammad Ali, por ejemplo, subía al ring transmitiendo con su práctica el orgullo por su raza; cuando lo van a mandar a Vietnam él dice: “primero, a mí ningún Viet Cong me ha llamado negro” -pues con esa palabra los discriminaban-, “y segundo, esta es una guerra en la que los blancos mandan a los negros a matar amarillos para quedarse con la tierra que les robaron a los rojos”.

En la actualidad, eventos como las medidas de Trump frente a la migración y los asuntos sociales, las grandes oleadas de refugiados en Europa y una creciente y silenciosa derecha que se opone; los crecientes desplazamientos y muertes de personas en el oriente medio, el desplazamiento interno y violencia política en países latinoamericanos como Colombia, Venezuela o Nicaragua, las profundas desigualdades provocadas por las reformas escolares imperantes, nos llevan a preguntarnos: ¿Hemos retrocedido en todo lo que consiguieron los movimientos de lucha por los Derechos Civiles y Antiguerra en décadas anteriores?

La respuesta es: No. En 1815, cuando derrotan a Napoleón, se hace la Santa Alianza. Todo lo que tiene que ver con la Revolución Francesa, con la autodeterminación de los pueblos, con los derechos del hombre y la ilustración parecen quedar esfumados. En 1815 pareciera que todo estaba perdido y resulta que esa generación es la que posibilitaría la emergencia del Romanticismo, uno de los más importantes y liberadores de Europa. Después de la Segunda Guerra Mundial se perdió todo el discurso de Occidente y fue necesario hacer reivindicaciones: hacer la declaración universal de los derechos humanos y repensar las dinámicas relacionales que organizaban la sociedad, al quedar todo pisoteado por el nazismo. Entonces los derechos son un ideal vuelto práctica, que hay que defender permanentemente. Enfrentamos una época en la que resulta prioritario recordar, resignificar y aprender de los errores cometidos.

Cuando se nace en una generación en donde se piensa que todo retrocedió, esa es la generación que comienza los cambios; por eso Sartre decía: “nunca fuimos más libres que durante la dominación alemana, porque solo bajo los nazis entendimos el verdadero valor de la libertad”. Fue de las frases más polémicas que lanzó, pero lo que decía era que, como humanidad, teníamos que pasar una prueba como esa para entender que la libertad era indispensable.

Ante las actuales crisis sociales, políticas, ambientales, económicas, de legitimidad de estado y de soberanía en Occidente, se ponen a prueba todos nuestros valores una vez más. Cuando los mínimos vitales para la convivencia y vida se encuentran amenazados, es necesario recordar las grandes movilizaciones que nos llevaron a ver hoy con ‘ojos de sentido común’ que los derechos que nos permiten vivir en libertad y dignidad se lograron a través de movilizaciones increíbles. Tales acciones y movimientos ciudadanos, sólo son posibles de reconocer a través de una apreciación crítica y reflexiva de nuestra historia. ¿Cómo vamos a repetir, qué podemos hacer? Todo esto hay que saberlo para no volver a incurrir en las mismas prácticas que fueron el tormento de muchos. Y si ocurre, tenemos que estar preparados para decir: eso ya pasó y no lleva a ningún lugar constructivo para la sociedad.

Nada se acaba y nada se impone definitivamente. Las utopías nacen en los días más oscuros. Estamos hablando de los espíritus de la libertad del hombre, que siempre están amenazados y siempre vuelven a surgir. La contracultura es la narración colectiva del espíritu de la libertad, y eso no depende de una época, es parte de la naturaleza humana, encontrándonos tal vez con un momento histórico para la educación y su enorme influencia sobre los procesos de transformación social tan anhelados, avanzando decididamente en una mayor justicia social para todos y todas.

Correspondencia a: leguizamond@hotmail.com / Correspondencia a: Eduardo.sandoval.o@gmail.com

Artículo enviado por sus autores a la redacción de OVE

Imagen tomada de: https://static.wixstatic.com/media/3520ba_fbf969da64f649fc9dc47a824ff5db59~mv2.png/v1/fill/w_630,h_364,al_c,usm_0.66_1.00_0.01/3520ba_fbf969da64f649fc9dc47a824ff5db59~mv2.png

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Enseñar a sobrevivir es hoy el imperativo de la educación

Por: Javier García Zapata/Pluma Invitada

«Las redes sociales se han vuelto trampas mortales. Tres jovencitas fueron asesinadas en diversos estados de México; casos distintos con denominadores comunes: las contactaron a través de Facebook, les ofrecieron regalarles ropa para sus bebés, las citaron, se las llevaron y les arrebataron la vida.»

Como seguramente el lector sabe, en estos días el Parlamento francés aprobó una ley que prohíbe el uso de celulares por parte de los alumnos en “escuelas maternales, escuelas primarias y colegios”. Es una medida que se había anunciado desde comienzos del año, y fue también una promesa de campaña del actual presidente, Emmanuel Macron. La información no es muy específica en cuanto a qué se refiere con “colegios”, aunque señala que la medida entrará en vigor en septiembre próximo al comenzar el nuevo ciclo.

La disposición ha sido recibida con escepticismo por los docentes, no obstante que el propio ordenamiento establece diferentes niveles de rigor en su aplicación, que van desde la prohibición total hasta el acondicionamiento de áreas o la asignación de horas para la utilización de los dispositivos.

El tema se vuelve más relevante por ser Francia un referente clave en la defensa de los derechos humanos y la libertad, además de que se supondría que cuenta con un sistema educativo de primer mundo. También en tierras galas surgió, encabezado por el Marqués de Condorcet, el proyecto educativo universal, laico, gratuito y obligatorio

De cualquier modo, creo que en los actuales tiempos no hay maestro que haya escapado al tormento de lidiar con alumnos absortos en el celular, ajenos a lo que ocurre en el aula. Pero antes de los móviles también había distracciones y distractores.

En todo caso el reto principal y cotidiano del docente siempre será captar la atención del educando mediante la aplicación de estrategias creativas y efectivas que despierten su interés, lo incentiven, le demuestren la importancia de adquirir tal o cual conocimiento precisamente en la forma en que el maestro lo propone, y de esa manera conseguir que el alumno se involucre de manera determinante en su propio aprendizaje.

Por supuesto, en nuestros días en tales estrategias debe ocupar un lugar preponderante el uso de las TIC. El buen uso, valga subrayar.

El problema es que la tecnología, hoy por hoy, camina varios pasos adelante de nosotros mismos, lo que resulta en una punzante paradoja.

El desarrollo tecnológico amaga con dejarnos muy atrás, escapando a nuestro manejo, control y dominio. De ello, el texto predictivo es un ejemplo simple, claro, frecuente y enfadoso, que hasta malentendidos nos genera y en no pocos líos nos mete.

Hay algo menos “divertido” que esa terquedad de los dispositivos por cambiarnos las palabras y alterar el sentido de lo que deseamos transmitir, o de sorprendernos con anuncios hechos a la medida como si “alguien” adivinara nuestros pensamientos cuando navegamos por internet… y hasta nos provoca espanto en momentos que olvidamos las famosas “galletitas” espía (cookies).

El punto de conflicto es todavía peor.

Y no tanto por el torpe manejo de las TIC, o por la frustración que sufren no pocos usuarios cuando al salir de comprar un teléfono se dan cuenta de que ya es obsoleto porque en lo que hacían el pago ya en los almacenes de la tienda estaban desempacando la nueva versión. Tampoco porque utilizamos sólo una mínima parte de todas las funciones de nuestros aparatos, sea la entrañable cámara de rollo, el “Super phone cien plus mejorado” o la licuadora de doce velocidades.

Lo dramático es que no sabemos usar racionalmente las nuevas tecnologías. Lo poco que aprendemos lo aprendemos poco y además lo aprendemos mal; a prueba y error, guiados por los niños y adolescentes. Y no nos preocupamos, los adultos, por aprender más allá de hacer y contestar llamadas, en un caso, o en prodigar likes y compartir lo que nos parece interesante, sin una visión crítica. Y menos nos preocupamos por el uso que nuestros niños y jóvenes hacen.

Y ahí está el meollo. Ahí asoma la tragedia.

Porque los chicos saben qué teclas oprimir, ¡pero ignoran o subestiman las consecuencias! Esto es, tienen un perfecto dominio técnico, mecánico por decirlo de alguna manera. Son duchos, porque lo han aprendido autodidácticamente, con los amigos, “picándolo aquí y allá” sin miedo alguno, a diferencia de los adultos a quienes nos aterra oprimir el botón digital con el que estallará la pantalla y saltarán tuercas y resortes por todos lados.

Pero de similar manera a como experimentan sin miramientos las funciones de los aparatos, los niños, adolescentes y jóvenes también sin mayores precauciones hacen uso de las redes sociales, que encierran incluso peligros mortales.

En las semanas recientes se conoció del asesinato de tres jovencitas en diversos estados de México. Casos distintos pero con denominadores comunes: las contactaron a través de Facebook, les ofrecieron regalarles ropa para sus bebés, las citaron y se las llevaron. Una de las chicas tenía 8 meses de embarazo y 20 años de vida; otra había dado a luz hace 3 meses, a sus 16 años de edad.

Para los complicados tiempos que estamos viviendo parece no bastar la intervención de la familia en el cuidado de los hijos. De hecho, a la chica asesinada más recientemente se la llevaron junto con su bebé (que luego apareció abandonado), frente a los ojos de la madre, quien la había acompañado a la cita en un jardín. Su intuición materna le dictó esa medida de precaución pero resultó insuficiente, por desgracia.

De manera que no son los celulares en sí el riesgo, ni para las clases ni para la vida. El gran peligro está, por si no nos hemos percatado, en el uso equívoco. En la distracción del fin educativo, que es primero y ante todo el de aprender y enseñar a sobrevivir. Con tecnologías, sin ellas y pese a ellas.

De lo que se trata es de controlar los aparatos y sus aplicaciones, no a las personas.

Es evidente que el orden, el respeto, la disciplina… son principios de convivencia social. Anarquía y libertinaje atentan contra los individuos y contra la sociedad. Lo importante es, en su caso, generar acuerdos.

Los adultos adolecemos de limitaciones en cuanto al dominio de cuestiones técnicas, de conocimiento de aplicaciones y redes, pero también tenemos un poco más desarrollado el sentido común; tenemos olfato, experiencia, malicia. Sabemos más por viejos que por experticia en el manejo de la tecnología.

La escuela, entonces, debe proveer a los alumnos orientación, además de información, de información; alertarlos más que sancionarlos; encaminarlos con prudencia, no prohibirles sin fruto.

Para nadie es desconocido que un alto índice de percances automovilísticos obedecen a la imprudencia de conductores y peatones; accidentes de todo tipo están vinculados al descuido en la utilización del celular en condiciones inadecuadas.

Sin embargo, hay todavía cuestiones más terribles.

Sí. Estamos hablando de tecnología pero también de seguridad y de Ética, de la que el filósofo Fernando Savater dice que después de muchos años estudiándola ha llegado a la conclusión de que toda ella se resume en tres virtudes: “Coraje para vivir, generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir”.

Hay que enseñar a los muchachos cuestiones elementales de sobrevivencia. Sí, aunque nos parezcan obvias esas medidas. Lo son para nosotros, pero no para ellos. A veces los maestros suponemos que los alumnos tienen o deben tener conocimientos que juzgamos de lo más elemental, pero no es así; no los tienen ni en cuanto a datos duros ni en cuanto a aprendizajes empíricos.

Ahora que se comienza a integrar un nuevo modelo educativo, bien se haría en incluir alguna asignatura específica orientada no al cómo del uso de las TIC, sino al por qué y al para qué. Sus riesgos, sus alcances, sus consecuencias. Cómo reaccionar ante el acoso; cómo no creer en bulos ni divulgarlos; cómo realizar una navegación segura; cómo mantener compartida la ubicación desde el teléfono en tiempo real…

Debe ser permanente esa orientación y acompañamiento a cargo de docentes debidamente capacitados, e involucrar a la comunidad toda. Aunque aparente ser asunto nimio. Podría preguntarse a las familias de las chicas que perdieron la vida si a ese tipo de contenidos en los programas escolares lo consideran intrascendente.

Nuestros niños y jóvenes deben aprender el uso eficaz y pertinente de la tecnología, y alejarse de cualquier riesgo por insignificante que les parezca.

Ninguna medida que tomemos al respecto será nunca innecesaria.

Hoy estar atentos y tomar las mayores precauciones es una cuestión vital. Literalmente

Fuente: http://www.educacionfutura.org/ensenar-a-sobrevivir-es-hoy-el-imperativo-de-la-educacion/

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La capacitación intensiva a los docentes, un aprendizaje clave

Por: Pluma Invitada

A unas semanas de terminar el periodo vacacional para más de 25 millones de estudiantes, e iniciar el nuevo ciclo escolar 2018-2019, las actividades en las escuelas retoman su cauce y los objetivos para atender el nuevo modelo educativo se convierten en una prioridad esencialmente para los maestros; como parte de la estrategia para que todos los docentes conozcan e identifiquen la intención de los aprendizajes clave, la SEP anunció que para el inicio del ciclo se contemplan dos semanas de trabajo colegiado, en la primera la actualización sobre los programas de estudio y en la segunda, la fase intensiva del Consejo Técnico Escolar, cuyo propósito es construir la ruta de mejora para atender el trabajo escolar.

En la primer semana con la finalidad de que los maestros tengan un acercamiento a los planes y programas de estudio, e identifiquen los materiales educativos, se diseñaron las guías de trabajo para la semana nacional de actualización, en la que se les solicita a los docentes después de un receso escolar,  conocer los planteamientos curriculares, las orientaciones didácticas, la evaluación formativa, los nuevos materiales educativos, la implementación de la autonomía curricular, así como las acciones encaminadas en el planificación del inicio del ciclo escolar. La tarea se plantea de manera sencilla, ya que se argumenta que el acercamiento al nuevo modelo ha sido progresivo desde anunciamiento hasta la fecha, mediante los diferentes cursos que se ofertaron en línea, el avance de documentos oficiales para conocer los principios pedagógicos del nuevo modelo, así como el estudio individualizado de cada uno de los docentes para identificar los principios básicos del documento aprendizajes clave, e incluso en el mismo documento se enfatiza que hay una familiaridad con los programas de estudio anteriores, por lo tanto se asume, que ante una relación con los planes y programas anteriores difícilmente los docentes desconocerán la propuesta del nuevo modelo educativo.

Sin duda la construcción de referentes comunes o básicos puede colaborar para que los docentes conozcan la intencionalidad del nuevo modelo; sin embargo uno de los objetivos que el plan y programa plantea, se encuentra en lograr transformar la práctica docente, con la intención que esta se acerque lo más posible a los planteamientos centrales y al enfoque del currículo, para que los alumnos logren los aprendizajes clave. Implementar un plan de estudios y asumir que se transforme la práctica docente, suele ser arriesgado o asumir que a partir de las buenas intenciones de los docentes se va a transformar la práctica educativa, es adjudicarle la responsabilidad anticipada al maestro sobre el resultado de una reforma que desde su origen vive en constante tensión. Fullan (2001) plantea que el rol del docente suele transformarse si se vincula su actuar con su agencia de cambio. Se denomina agencia a la capacidad de una persona para actuar en el contexto, en dicha habilidad se definen metas de forma autónoma y objetivos para lograr el cambio.

Un agente de cambio se caracteriza por estar insatisfecho con la realidad actual, y por querer contribuir a mejorarla; por lo tanto tiene el valor de asumir riesgos, con la intención de enriquecer para mejorar su entorno; logra ver posibilidades en una situación en donde los otros ven limitaciones; inspira a otros con su visión y posee la habilidad de procurar el bien social, antes del bien individual. De acuerdo con Fullan (2001), para convertirse en agente de cambio, el docente necesita adquirir cuatro capacidades básicas; la primera construir y actuar en congruencia con una visión personal, la cual consiste en examinar y reexaminar las razones y motivos para ser docente, la visión del docente debe construirse con base en el razonamiento y relacionarse con el mejoramiento de la sociedad; la segunda dominar los contenidos de la profesión, los conocimientos que abarcan, desde los contenidos del curso que se imparte, hasta el conocimiento y aplicación de teorías, principios, conceptos, técnicas y métodos necesarios para lograr metas y objetivos educativos planeados. No es suficiente con que el docente se exponga a nuevas ideas y técnicas; es necesario que reflexione sobre lo que hace y se habilite en nuevas técnicas de enseñanza y aprendizaje.

La tercera capacidad es poder trabajar en colaboración, esencial tanto para el aprendizaje personal de los docentes, como para el mejoramiento organizacional de las escuelas, sabedores de que la participación de los docentes contribuye a lo solicitado en la segunda semana de trabajo en la construcción de la ruta de mejora. Para obtener conocimientos en colaboración, el docente debe tener la capacidad de establecer relaciones y lazos sociales con todos los actores educativos, con la intención de mejorar el entorno educativo. Y por último emplear la investigación para mejorar la práctica; el docente como agente activo en la escuela es capaz de reflexionar sobre su propia práctica, lo que le permite identificar y diagnosticar problemas e intervenir utilizando metodologías apropiadas.

La  docencia es una acción privilegiada, que implica la profesionalización y no solo el compromiso de actualizarse en una jornada de trabajo. Capacitar al docente a partir de la información es posicionarlo en el limbo, es dejarlo a la reserva de un marco de interpretación sobre la idea de aquello que debe ser; es necesario reorientar los marcos de referencia de la profesionalización para transformar intelectualmente el quehacer de la docencia.

No se trata de perfeccionar la docencia a partir de la asimilación y capacitación de nuevos planes y programas de estudio, simplemente hay que desarrollar hábitos intelectuales en los docentes para  que orienten la generación de la información al posible conocimiento, asuman el sentido de la argumentación, así como la elaboración de diversas estrategias que atiendan las necesidades educativas de los alumnos, con la intención de que se contribuya a los aprendizajes, independientemente si son clave o no dentro de la propuesta de un modelo educativo. Los maestros de una escuela son los mediadores de las reformas educativas porque son los responsables del proceso de enseñar y del monitoreo de aprendizaje; pero su forma de mediar depende en gran medida de la calidad de capacitación que se les brinde.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-capacitacion-intensiva-a-los-docentes-un-aprendizaje-clave/

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La (triste) situación de los maestros de inglés en el sistema público mexicano

Por: Pluma Invitada

La lengua inglesa opera como lingua franca en los sectores de economía, negocios, educación, política y entretenimiento. Hoy en día, más del 80% de las interacciones a nivel global ocurren en inglés (Weil & Pullin, 2011). La investigación también sugiere que las personas, sin importar su nacionalidad, creen que es importante aprender inglés. Así, muchos ven a el inglés como el idioma de la superación personal, pues es reconocido que aporta ventajas en el mundo globalizado (Mexicanos Primero, 2015).

Dado que la relevancia del inglés es clara, los gobiernos en América Latina han reconocido que sus sistemas educativos deben proporcionar a los estudiantes la oportunidad de aprender inglés. El ideal es que los sistemas educativos proporcionen una enseñanza de inglés de calidad que permita a los estudiantes no solo comunicarse de manera oral y escrita; sino que el idioma les sirva para aprender, pensar, analizar y crear conocimiento (Hernández y Rojas, en prensa).

El sistema educativo mexicano ha definido en el perfil de egreso de secundaria que todos los alumnos al concluir la educación básica deberán de poseer herramientas básicas para comunicarse en inglés. Para ello, tanto el plan de estudios 2011 como el Nuevo Modelo Educativo establecen la obligatoriedad de la enseñanza del inglés como segunda lengua para todos los alumnos del país a partir de los cinco años. La estrategia para alcanzar tal propósito la lleva a cabo el Programa Nacional de Inglés en la Educación Básica (PRONI) que desde 2011 promueve que los alumnos desde el tercer año de preescolar hasta el último grado de secundaria tengan como mínimo entre 1,060 y 1,900 horas de clase de inglés por ciclo escolar.

Lograr que los estudiantes de educación básica adquieran las competencias necesarias para el dominio de la lengua inglesa es una tarea colosal. Tal tarea requiere de maestros capacitados, de un currículo de calidad, de materiales, tiempo efectivo de clase y ambiente escolar adecuado por mencionar algunos factores. En este artículo quiero enfocarme en los maestros y la problemática que viven para lograr el objetivo de que los estudiantes en el sistema público aprendan inglés.

Los profesores de inglés que trabajan en las escuelas públicas son contratados en su mayoría mediante el PRONI como profesores externos conocidos en el sistema como asesores externos. El tipo de contratación de los maestros de inglés tiene implicaciones importantes en su integración como profesores en las escuelas. Con base en entrevistas y grupos de enfoque realizados en Guanajuato con maestros de inglés en nivel básico en junio de 2018, los maestros reportan que en sus escuelas no son considerados como planta docente. Como resultado no tienen en su mayoría un salón de clases asignado, frecuentemente no son invitados a los Consejos Escolares, pocas veces son invitados a cursos de actualización o capacitación y reportan poco o nulo apoyo por parte del personal directivo y administrativo en sus escuelas. Tal es la situación de aislamiento de los docentes de inglés, considerados como asesores externos, que en sus centros escolares muchos reportan no ser invitados a las fiestas del día del maestro y de cierre de año.

Enseñar inglés en el sistema público tiene sus particularidades. Quizás la más grande es que la clase de inglés no forma parte del plan curricular formal. Ello a pesar de que la enseñanza del inglés es obligatoria en educación básica. De tal manera que la materia de inglés no aparece en la boleta de calificaciones de los estudiantes y con ello no tiene efecto en su progresión escolar.

El status de los profesores de inglés en la escuela; así como, de la materia en el currículo implica que los profesores de no pueden llamar a los padres de familia para hablar sobre el rendimiento escolar de los alumnos y de cómo pueden recibir apoyo en casa. Los profesores entrevistados mencionaron que sólo los maestros titulares pueden convocar a los padres de familia y que depende de su relación con dichos maestros para que se les de tiempo en una reunión para hablar del desempeño escolar en la materia de inglés.

Enseñar inglés en el sector público es un desafío. Los estudiantes tienden a progresar a través del sistema educativo sin adquirir el nivel de inglés de acuerdo a su grado escolar. Así, los estudiantes llegan a secundaria con un muy pobre nivel de inglés a trabajar con libros y un programa para competencias más avanzadas. Los maestros reportan que esa es la razón por la que los estudiantes no adquieren las competencias deseadas, pues en cada ciclo escolar se vuelve a “repasar” conocimientos que debieron ser adquiridos en ciclos anteriores. Conforme crecen los estudiantes el problema se vuelve más grande: “No es lo mismo enseñar los colores y el abecedario en preescolar que hacerlo en secundaria. Si los estudiantes llegan a secundaria sin esos conocimientos ya es muy difícil que un adolescente quiera adquirirlos” comentó un profesor.

En opinión de los profesores, el sistema educativo no les ofrece de condiciones adecuadas para enseñar inglés. Por un lado, la cantidad de horas lectivas por semana que los estudiantes tienen es insuficiente para adquirir las competencias necesarias para aprender una segunda lengua. Por otro lado, dado que la materia de inglés no forma parte del plan de estudios obligatorio, y los aprendizajes de los estudiantes no tienen ningún impacto en su progresión escolar, los estudiantes avanzan de grado de escolar sin tener las competencias necesarias para el siguiente grado escolar en la materia de inglés. Lo anterior se convierte en un ciclo vicioso en el que el resultado es poco aprendizaje significativo de la lengua.

A pesar de que la recolección de información se realizó en una solo entidad de la República Mexicana, los datos cuentan una historia preocupante. Los maestros de inglés están enfrentando una situación adversa. El ser considerado como externos sugiere de la poca importancia que tiene la enseñanza del idioma inglés en las escuelas. Esa falta de importancia la trasmite la escuela y el sistema educativo al no trasmitir a los estudiantes que su desempeño en clase es importante y que tiene consecuencias. Los maestros a su vez se sentirían más motivados si trabajaran en comunidades escolares en las que se sientan incluidos e importantes. La “triste” situación de los maestros de inglés es sin duda uno de los tantos aspectos que el sistema debe considerar para mejorar la experiencia y los aprendizajes de los alumnos en las escuelas públicas.

Referencias:

Hernández- Fernández, Jimena y Rojas, Javier (en presa) English Public Policies in Latin America: Looking for Innovation and Systemic Improvement in Quality English Language Teaching. British Council.

Weil, Markus y Pullin, Patricia (2011).“English as a lingua franca in education. Internationalisation speaks English”, Education permanente. Revue Suisse pour la formation continue, 2011-1, pp.28-29. Disponible en: https://www. academia. edu/459366/English_as_a_lingua_franca_in_education_-_Internationalisation_ speaks_English

Mexicanos Primero (2015) Sorry- El aprendizaje del Inglés en México. Mexicanos Primero

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-triste-situacion-de-los-maestros-de-ingles-en-el-sistema-publico-mexicano/

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Inclusión a la educación superior: ¿una única forma de hacer las cosas?

Por: Pluma Invitada

Cuando este texto se publique ya sabremos quien será el presidente de México para los próximo seis años. Una nueva etapa ha de iniciar después de concluir con tres meses de campañas caracterizadas por la descalificación, y de inacabadas propuestas en materia educativa que han de configurarse paulatinamente en futuro cercano. Ni duda cabe que lo que viene no es tarea fácil ni para quien resulte triunfador en esta contienda electoral, ni para los ciudadanos de a pie. Por un lado, las promesas desmedidas y la posibilidad real de su cumplimiento; por el otro, la expectativa de la continuidad o la promesa de un cambio, aunque sea menor, pero al fin un cambio.

Varios asuntos son relevantes en la agenda educativa, sin embargo, la reciente publicación de  Raúl Zepeda Gil en el blog de educación de la revista Nexos “Del mérito a la inclusión: una oportunidad para repensar la educación superior en México” https://educacion.nexos.com.mx/?p=1302, así como la posterior reflexión en Educación Futura, de mi estimado amigo y colega Pedro Flores Crespo, de la Universidad Autónoma de Querétaro, además del propio trabajo de investigación e intervención que al respecto he desarrollado; me provocaron compartir las siguientes notas al respecto.

Es verdad que la cobertura de la educación superior en México alcanza apenas el 37 por ciento de jóvenes en edad de cursar este nivel educativo, muy por debajo de otros países latinoamericanos, del norte de América y, por supuesto, europeos. También que el actual mecanismo de selección e ingreso a la educación superior basado en un examen de conocimientos, ha privilegiado el mérito académico que necesariamente se vincula a la teorías reproduccionistas que lo asocian con el problema de la desigualdad y la diferenciada posesión de capitales cultural, social y económico de los jóvenes aspirantes. De hecho, cada año son rechazados en la zona metropolitana aproximadamente 300 mil jóvenes que buscan su ingreso a la universidad que, según investigaciones recientes, provienen de los estratos sociales más desfavorecidos de la región. Más allá de las características técnicas, el examen de admisión se ha constituido en un mecanismo de regulación de un mercado material y simbólico cada vez mas competido por la acumulación de jóvenes que no encuentran una oportunidad de acceso o una alternativa equiparable al significado del mismo. Sin duda, ello conduce al llamado efecto Mateo “Dar más a quien más tiene”.

Reitero lo que he dicho en otro momento. Los jóvenes en México libran dos grandes batallas para su ingreso a la universidad. La primera, la selección basado en la aplicación de un examen de conocimientos y la segunda asociada a la disponibilidad de recursos económicos para acceder a instituciones privadas. En este caso el límite es el bolsillo y la calidad de las educación se asocia casi siempre con lo que se paga. Ambas batallas evidencian la desigualdad y la estratificación social y económica que caracteriza al país.

Para Zepeda la propuesta de Andrés Manuel López Obrador de ampliar la cobertura en educación superior en el país, suena congruente y debería avanzar hacia la posibilidad de introducir “criterios más progresivos” y “abandonar definitivamente la preponderancia exclusiva del discurso del mérito para darle paso al discurso de la inclusión”. Pedro Flores, en cambio, alude a la necesidad de reflexionar sobre las condiciones previas a la implementación de examen de ingreso en el acceso a la educación superior: favores personales, ventas de lugares y otras prácticas adversas al espíritu universitario. También cuestiona la falta de información que tenemos sobre experiencias de países que podrían constituirse en un referente para pensar en otras alternativas de inclusión y acceso. Además, evidencia el caso de la UACM y su proceso de sorteo para el ingreso, así como sus escasos aportes a la justicia distributiva.

En mi opinión la solución a esta problemática no debe surgir sólo de las políticas educativas de orden nacional. Éstas han privilegiado dos grandes orientaciones para resarcir la desigualdad en el acceso, la permanencia y el egreso de la educación superior: 1) asignación de becas y 2) diversificación institucional y de nuevas modalidades educativas. No obstante, considero que es posible diseñar e implementar políticas y prácticas institucionales que promuevan una mayor inclusión para incrementar el acceso de oportunidades. El debate en torno a los efectos de los mecanismo vigentes para el acceso, la permanencia y el egreso a la educación superior, debe impulsarse desde el seno mismo de las universidades e instituciones de educación superior. Ya hay evidencia de que es posible generar alternativas que incorporen la viabilidad de un examen de conocimientos como indicador del desarrollo de ciertas habilidades y capacidades de los estudiantes, así como la posibilidad de incorporar a jóvenes que han transitado por los niveles educativos previos en condiciones francamente desfavorables. Es el caso de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) (Buendía y Rivera, 2010).

En la UACh los criterios de ingreso se aprueban anualmente por el H. Consejo Universitario. La política institucional propuesta se aprobó por primera vez el 12 de mayo de 2008 y se ha implementado año con año hasta el 2018. El punto de partida es la aplicación de un examen de conocimientos que valora la situación académica de los jóvenes, sin embargo, la selección de los estudiantes que ingresan incorpora también diversos criterios, a fin ampliar las posibilidades de acceso a los jóvenes que pertenecen a los grupos desfavorecidos. Ello significa un ingreso por cuotas que se han diseñado en función de la misión fundacional de la universidad y de su contexto y desarrollo actual. Hablamos de un modelo de cuotas (etnias indígenas, municipios pobres, telesecundaria o bachillerato, escuela agropecuaria o forestal, mejores por Estado y calificación general), que si bien se limita a un número específico de espacios que la universidad puede brindar, le ofrece una oportunidad única a muchos jóvenes que quedarían excluidos de la educación superior. Algunso testimonios son reveladores (https://www.youtube.com/watch?v=kHksNWApySA).

Mi apuesta es y seguirá siendo el reconocimiento de la diversidad y la complejidad de las instituciones de educación superior mexicanas en general, y de las universidades públicas en lo particular. Hemos sido críticos de la homogeneidad de las políticas para este sector de la educación y de sus efectos perversos o no deseados. No aspiremos al one best way en el problema de cobertura que enfrentamos, pues tenemos amplia evidencia de que eso no funciona. Abramos el debate, la discusión argumentada y la posibilidad de compartir y de implementar políticas y prácticas de orden institucional que podrían generar mejores resultados.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/inclusion-a-la-educacion-superior-una-unica-forma-de-hacer-las-cosas/

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Discapacidad y Educación Superior

Por: Pluma Invitada

La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), es una institución educativa consciente de la riqueza que existe en la diversidad de su población estudiantil. Por ello ha emprendido diferentes acciones, convertidas en programas, para su adecuada atención.

Dentro de la diversidad detectada, en esta ocasión se trata de visibilizar al subgrupo de alumnos con discapacidad yendo más allá de lo que aparentemente reflejan los datos.

Se parte del análisis del seguimiento académico de los alumnos que se inscribieron en el semestre 2017.3 cuyo número asciende a 807.

Como datos generales se señala que:

  • 205 apenas eran de nuevo ingreso a licenciatura y 14 a algún posgrado; el resto, formaba o formó parte de generaciones anteriores.
  • 435 son mujeres y 372, hombres.
  • El grupo de edad predominante, al momento de ingreso a la universidad, es el de 18 a 24 años, observándose presencia de 15 alumnos de 31 años o más, inclusive un caso de 56 años.
  • 514 estudian en sus lugares de origen y 293 tuvieron que trasladarse de su cuidad de origen para continuar estudiando.
  • Cuatro alumnos son de alguna comunidad indígena
  • El registro en estudio, indica que el ingreso de estudiantes con estas características ha ido en incremento año con año, teniendo mayor crecimiento en las generaciones 2016.3 (186) y 2017.3 (205), en relación a las anteriores que tenían entre uno y 94 alumnos.

Para darle mayor objetividad a estos datos, se describe en forma general la distribución geográfica en que se organizan la UAT y el estado de Tamaulipas. De esta forma podemos apreciar tanto el dato de procedencia del alumno como su ubicación geográfica, ya en su calidad de estudiante.

Mientras la primera tiene presencia en 14 municipios del Estado y  se encuentra dispersa en tres grandes zonas: norte, centro y sur, el estado de Tamaulipas está dividido convencionalmente en seis regiones: Fronteriza, Valle de San Fernando, Centro, Sur, Mante y Altiplano. Además, se agrega el dato relativo a alumnos procedentes de otros estados de la República Mexicana así como de otro país.

Al relacionar estos datos con la población estudiantil en estudio, encontramos que atendiendo a la distribución que tiene la UAT de sus facultades y unidades académicas en el estado, la zona centro presenta mayor número de alumnos con discapacidad seguida de las zonas sur y norte. En las zonas norte y centro predomina el tipo de discapacidad visual y, en la zona sur, la auditiva. Vista esta información por regiones del estado de Tamaulipas, la región Sur es la que tiene mayor número de alumnos con discapacidad seguida de las regiones Centro, Fronteriza, otros estados, Mante, Altiplano y, Valle de San Fernando.

Analizando retrospectivamente las generaciones presentes en este estudio, se halló que hasta el momento, se han quedado en el camino un total de 38 alumnos que intentaron superarse vía educación universitaria y no lo lograron; 34 de ellos causaron baja voluntaria y cuatro, baja por sistema.  Aquí resulta necesario preguntarnos, ¿en algún momento la institución notó la ausencia de estos alumnos? Y si la notó ¿conoció las causas que originaron esta situación?, ¿en qué acciones de mejora se reflejó la información obtenida?

Si fijamos nuestra atención en la generación más reciente (2017.3), con no poca preocupación se observa que de los 205 que ingresaron a alguna licenciatura,  15 de ellos ya no se inscribieron en el siguiente semestre por lo que se les identifica como deserción por baja voluntaria ya que, académicamente, podrían haber continuado estudiando. De ellos, nueve cuentan con discapacidad visual, tres con discapacidad de lenguaje, dos con física/motriz y, uno con psicosocial.

A continuación se describe lo encontrado en cuatro apartados que se consideran claves para analizar el desempeño o comportamiento académico.

Discapacidad y situación escolar

En la población de referencia, se ha identificado que 78 alumnos ya concluyeron sus estudios, 64 de manera oportuna y 14 con rezago. Asimismo, que 691 siguen estudiando y, que 38 dejaron de estudiar.

De los 78 que ya egresaron, se ha detectado que sólo 14 han continuado estudiando alguna especialidad (3), maestría (10), o bien, maestría y doctorado (1).

Se encontró relación significativa entre egreso oportuno y las facultades de Comercio y Administración Tampico, Derecho y Ciencias Sociales Tampico y Victoria así como la de Enfermería Victoria; asimismo, entre egreso con rezago y las facultades de Comercio y Administración y Derecho y Ciencias Sociales, las dos de Victoria. En cuanto a deserción por baja voluntaria, se encontró relación significativa con las facultades de: Comercio y Administración y Derecho y Ciencias Sociales, ambas de Victoria. No existe relación significativa entre egreso y deserción con el resto de facultades.

Discapacidad y aprovechamiento académico

Se observa que al momento de ingresar a la universidad, 575 alumnos tenían promedio superior a ocho y, 224 inferior a ocho (no se cuenta con este dato de ocho alumnos). Para el primer año de estudios estos números se modifican de la siguiente manera: 549 tienen promedios superiores a ocho, 189 entre seis y ocho y, 69 lograron promedio menor a seis, es decir reprobatorio.

Este comportamiento nos indica que un 8.55% de la población inicial, está teniendo problemas al término del primer año y por lo tanto, son susceptibles de desertar de sus estudios. Lo que implica que hay que centrar la atención en ellos para apoyarlos a reconocer y superar las diversas situaciones académicas, administrativas o de otra índole, que les estén creando ese estado.

Discapacidad, Traslado, Deserción y Egreso

En diferentes espacios se ha señalado el peso que tiene la variable traslado en el desempeño académico de los alumnos; y, el análisis efectuado en el subgrupo de discapacidad, reafirma este dicho al encontrar relación significativa entre deserción voluntaria, discapacidades (auditiva y de lenguaje) y, traslado de ciudad, para realizar estudios universitarios. De la misma forma, se detecta relación significativa entre deserción por sistema, discapacidad (psicosocial) y traslado.

En cuanto al egreso se identifica relación significativa entre egreso con rezago y discapacidades intelectual y psicosocial. Con egreso oportuno no hay relación significativa.

Discapacidad y estudio de idiomas

De los 807 alumnos en estudio, 241 se han inscrito en algún curso de idiomas (inglés, francés, alemán y japonés) y de éstos sólo 71 (29.47%) continúan estudiando; uno (0.41%) terminó los niveles correspondientes y 169 (70.12%) causaron baja voluntaria o simplemente no se inscribieron en el siguiente semestre.

Dentro de la población total se identificaron cuatro alumnos con discapacidad que proceden de una comunidad indígena o hablan alguna lengua indígena; al respecto se observa que dos no se han inscrito a cursos de idioma adicional (discapacidad física/motriz e intelectual) y dos sí lo hicieron (discapacidad auditiva y psicosocial); sin embargo, éstos últimos sólo se inscribieron pero no presentaron sus asignaturas. Vale la pena destacar que quien tiene discapacidad psicosocial, dejó de estudiar a pesar de que mediante examen de ubicación se le consideró apto para inscribirse en un nivel de inglés avanzado. Se encontró relación altamente significativa entre las discapacidades intelectual y psicosocial y, alumnos que proceden de una comunidad indígena.

Los resultados que se están reportando, han generado una serie de inquietudes que nos llevan a aspirar a desarrollar un trabajo a un nivel más profundo pero también de manera interinstitucional. El tema de discapacidad requiere de una mirada más amplia que sólo el saber si tienen alguna discapacidad y de qué tipo.

En el artículo “La otra cara de la deserción” (publicado en Campus Milenio en mayo 2016) señalé como elemento de análisis para estudiar y comprender mejor el fenómeno de la deserción, la identificación de por lo menos tres grupos: baja por sistema, baja por causas extrínsecas, baja por causas intrínsecas. También, que después de un minucioso análisis llegué a la conclusión de que el área de oportunidad real para intervenir institucionalmente, es el grupo de alumnos que académicamente tiene las condiciones para proseguir pero que deserta por causas extrínsecas a él, como puede ser la economía familiar aunado a que proceden de municipios diferentes al lugar en que estudian (traslado).

Ahora, al realizar este acercamiento con el subgrupo de discapacidad, veo la necesidad de incorporar un elemento más en apoyo a la inclusión y equidad con que se debe conducir toda institución educativa: la honestidad o ética profesional.

Me explico: Mientras hay alumnos que, presentando alguna discapacidad, logran culminar sus estudios universitarios, otros desertan principalmente, porque no pueden desarrollar en el plano académico. Entre los primeros, probablemente hay casos en que se trata de discapacidades muy leves o quizá, adquiridas, lo cual no les impide desarrollar intelectualmente; entre los segundos, es probable que algunos se incorporen al ambiente universitario en un intento de superar las limitaciones que tienen; sin embargo, al analizar su historial académico se puede observar que por lo regular se dan de baja sin siquiera haber presentado alguna asignatura o, habiendo presentado y obtenido notas bajas en alguna de las asignatura en que se inscribieron. ¿Es acaso que, en aras de la inclusión, se les da la oportunidad de ingresar, pensando en que de todas formas van a desistir, pero ya se cumplió con recibirlos?, ¿qué impactos genera esta práctica?

Preguntarnos de manera profesional y honesta, si estamos preparados, como institución, para atender como corresponde a personas con alguna discapacidad; sopesar las implicaciones de recibir o no recibir en nuestras aulas a alumnos con esta característica, que les impida desempeñarse académicamente en forma adecuada, requiere de un nivel supremo de participación interinstitucional, sensibilidad y compromiso, toda vez que es un tema tanto delicado, como controvertido.

   Considero que siempre es preferible no alimentar falsas esperanzas a individuos y familias que luego puedan tener un efecto boomerang al revertirse y transformarse en una frustración mayor; para evitarlo, debemos contar con equipos profesionales que definan con toda claridad los perfiles de ingreso susceptibles de tener acceso a educación superior y a los que se les deba brindar una opción distinta. Si bien es un derecho el poder acceder a la educación en general, es también ineludible atenderlos de acuerdo a sus limitaciones; no sólo permitirles el acceso a la educación universitaria. A la postre, esto no es garantía ni sinónimo de inclusión, tampoco de equidad ni de responsabilidad social.

Identificar oportunamente los subgrupos estudiantiles, permitirá a las instituciones educativas definir las mejores condiciones para atenderlos. Este subgrupo, el de discapacidad, ofrece la oportunidad de darle la importancia que tiene al hecho de actuar con un interés genuino en el desarrollo del otro, transformándolo en acciones viables para su beneficio individual y social. No obstante, su cualidad multifactorial sugiere que la Universidad no debe realizar esta tarea en forma aislada, sino que debe propiciar la convergencia de capacidades de recursos humanos y materiales de instituciones afines.

En este marco, la UAT se está esforzando en: visibilizar una realidad ignorada o poco explorada por la mayoría de las Instituciones de Educación Superior; atender la doble cara de la desigualdad que viven los alumnos con discapacidad y de procedencia indígena, a consecuencia de la discriminación, exclusión y racismo que se genera en su entorno; afrontar, desde la pedagogía y de manera interinstitucional, la problemática en cuestión.

Esta apertura, autocrítica y propuesta con base en realidades… es lo que nos distingue como Universidades.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/discapacidad-y-educacion-superior/

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