Redacción: Theworldnew
Es un patrón que se repite. Cada cambio disruptivo en lo tecnológico y en los modos de producción termina por sustituir trabajo por capital.
Sin embargo, la revolución industrial, capitalista y tecnológica, a pesar de ajustes fuertes en lo inmediato, lejos de reducir empleos, va acompañada a largo plazo de un fenómeno con signo opuesto, en la que lo que varia es la composición y las habilidades demandadas para generar procesos que a la luz de la historia han generado una economía más productiva, con mayor riqueza, mayor demanda de empleo y nuevas ocupaciones, con jornadas de trabajo cada vez más reducidas.
Según datos de la Oficina Planeamiento y Presupuesto (OPP), con el crecimiento de las tecnológicas y los servicios a empresas en general, en Uruguay el sector pasó en 30 años de tener 30 mil empleos a 117 mil.
El pasado miércoles 10 de abril Antel lanzó la red 5G, el nuevo estándar de comunicación móvil que comienza a desplegarse por todo el planeta con la promesa de velocidades que superan en diez y hasta 1200 veces ymás al 4G. De esta manera, Uruguay se convirtió en el primer país que apuesta comercialmente a la transición a las nuevas redes de quinta generación en América Latina y unos de los primeros a nivel mundial.
Esta tecnología implica el aterrizaje, la fase final de la Revolución 4.0 que tanto se viene anunciando, y a su vez, ya está ocurriendo. La llegada del 5 G tendrá un impacto no solo en la velocidad de la transmisión de datos sino también en la conectividad, que permitirá un salto en la productividad de la industria.
La dimensión disruptiva y revolucionaria de este tecnología es tal, que se manifiesta en la disputa entre las dos potencias globales del presente -China y Estados Unidos- por el control de este desarrollo tecnológico, con una guerra que subyace dentro de los entramados del caso Huaewi, la mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones y segunda más importante vendedora mundial de smartphones.
En un comunicado emitido por 5 G Américas, el vicepresidente para América Latina, José Otero, destacó en referencia a Uruguay que esta tecnología traerá grandes avances en distintas actividades “de todas las esferas de la vida humana, desde el trabajo y las actividades económicas como también el transporte, la salud, la educación y muchos otros sectores verticales”.
En ese sentido y considerando la infinita mayor cantidad de información que el Internet de las Cosas va a generar, en el caso de las industrias, las máquinas van a estar mucho más conectadas y coordinadas de lo que están ahora, por lo que se producirá un salto en la productividad y una eficiencia “sin precedentes” en las líneas de producción, según dicen los expertos.
El encargado de soluciones tecnológicas de Nokia -la empresa que asesora a Antel en la instalación de las primeras bases- para el Conosur, Gabriel Benedetti, dijo en el programa Tiempo de Cambio que “el tiempo que demora un sensor en enviar información a otro a kilómetros de distancia es de milisegundos, a velocidades imperceptibles para los seres humanos, aspecto que será clave en lo que tiene que ver con la automatización del proceso industrial”.
“El Internet de las Cosas es algo que estamos esperando y está sucediendo, desde autos que se conducen a sí mismos, a cosas mucho más triviales como aparatos conectados en la casa. De todas formas, aún hablamos de una industria que todavía no se desarrolló lo suficiente para que sea accesible a bajo precio”.
Por su parte, para el chief data officer de Scotiabank, Diego Vallarino, una vez implementada la red 5 G el impacto no va a estar tanto en la velocidad sino en la conectividad que va a permitir esta nueva red. “Se va a dar un salto importante en lo tecnológico que va a producir disrupciones tanto económicas como sociales. Lo que va a haber es una cantidad de aparatos conectados que van a recibir más rápido órdenes, lo que va a generar impactos sociales de distintos tipos”, opinó.
Vallarino dijo que las más afectadas por estos cambios van a ser las ciudades, yendo desde sensores en la iluminación y en el tráfico, para desembocar incluso en una nueva dinámica en el transporte. “Ahora sí va a haber ciudades inteligentes, pero de verdad”, insistió Vallarino.
Otro elemento que destacó es la cantidad de datos con los que van a contar las empresas y las personas para tomar decisiones.
“Este cambio va a permitir entender comportamientos en tiempo real que hoy se escapan. Muchos más aparatos conectados entre sí van a brindar información en tiempo real y a costos marginales casi tendiendo a cero. Esto implica para los que trabajamos con datos e inteligencia artificial una ola de información sobre las cosas, pero en el fondo sobre la interacción de las personas con las cosas”, explicó.
Conectar y controlar a las 12 millones de cabezas vacunas del país, funcionamiento de vehículos autónomos comunicados entre sí, uso de la realidad aumentada o regulación de la basura son solo algunos de los nuevos servicios económicos que surgirán con las oportunidades que se presenten, más todos lo que todavía no se han podido prever ni imaginar, para nuevos consumidores que renovarán sus exigencias y demandas.
Primero infraestrucutura y pruebas
El despliegue de la tecnología de quinta generación comenzó en el país con dos bases instaladas, en Maldonado y Colonia, para continuar en todo el territorio nacional en lo que resta de 2019. Como sucedió con 4G o LTE, el estándar que se usa hasta el día de hoy, mediará un tiempo entre la instalación y lanzamiento y su desembarco en la vida cotidiana de un uruguayo. Uruguay también fue líder en la adopción del 4G –que se lanzó en diciembre de 2011-, pero no fue hasta 2014 cuando la tecnología se asentó y masificó, en buena parte como consecuencia de la transmisión del mundial de fútbol de Brasil en HD a través de Vera TV. Para el caso del 5G Antel estima que la evolución se dará más rápidamente; 2019 será el año que se dedicará a la instalación de las bases para más adelante desembarcar al mercado.