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Reabrirán escuelas en Etiopía pese a propagación de la Covid-19

África/Etiopía/27 Agosto 2020/prensa-latina.cu

Como parte de los preparativos del próximo curso escolar, hoy comienza en Etiopía el registro de estudiantes, pese a la compleja situación epidemiológica generada por la Covid-19.
La matrícula, programada para todos los niveles de enseñanza y por igual en las escuelas privadas que en las públicas, está precedida por la advertencia de cumplimir las medidas encaminadas a evitar la propagación del coronavirus.

Según una comunicación del Ministerio de Educación, que no precisa cuándo comenzará el ciclo lectivo, los centros docentes recibirán mascarillas, desinfectantes para manos y otros medios que serán de uso obligatorio durante las clases.

Las instituciones educacionales, además, deberán establecer estrategias y dinámicas para hacer valer el distanciamiento físico y el resto de los protocolos sanitarios establecidos para regresar a la normalidad, agrega el documento.

El cierre de las escuelas el padado 16 de marzo pasado interrumpió el aprendizaje de alrededor de 26 millones de niños en Etiopía, que carece de recursos e infraestructura para implementar un adecuado programa de educación a distancia.

Por medio de sendas declaraciones, la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia instaron a acelerar la reapertura de las escuelas en África, el último continente al que llegó la pandemia.

Etiopía tiene el propósito de responder a la exhortación pese a que los contagios crecen de manera exponencial desde junio.

Según el Ministerio de Salud, hasta el martes el número de infectados en el país ascendía a 43 mil 688, de los cuales 27 mil 181 permanecen ingresados, 15 mil 796 fueron dados de alta, 709 fallecieron y dos regresaron a su país, Japón.

Worldometer, uno de los principales sitios web con información sobre la pandemia, indicó que Etiopía es ya el segundo país africano con más casos activos, detrás de Sudáfrica (81 mil 797).

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=392010&SEO=reabriran-escuelas-en-etiopia-pese-a-propagacion-de-la-covid-19
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Marruecos decide que el próximo curso escolar se realice a distancia

África/Marruecos/27 Agosto 2020/elpais.com

Resumimos en este hilo, desde el inicio de la crisis, las últimas noticias sobre el impacto sanitario y socioeconómico de la pandemia

En la tarde de este domingo 23 de agosto, África registra ya 1,2 millones de casos positivos de coronavirus después de haber sumado casi cinco mil en las últimas horas. Los muertos llegan a 27.719. El mayor número de enfermos se registra en Sudáfrica, con 607.045 positivos y 13.000 fallecidos. Marruecos, con más de 52.000 personas infectadas y 888 que han perdido la vida, se ha convertido en noticia del día cuando su Gobierno ha anunciado que el próximo curso escolar 2020-2021, que comienza el 7 de septiembre, se va a realizar a distancia en todos los niveles de los sectores públicos y privados.

Docenas de médicos en al menos dos de los 47 condados de Kenia se ha declarado en huelga por el retraso de los salarios, la falta de EPIs y de seguro médico. Kenia tiene 30.636 casos confirmados y 487 muertos. Los médicos que contrajeron la covid-19 se han visto obligados a pagar de su bolsillo por su propio tratamiento, afirma Allan Ochanji, vicepresidente del Sindicato de Médicos de Kenia. «Tenemos colegas que han tenido que pagar las facturas, a pesar de que contrajeron la covid mientras estaban de servicio». Los médicos de Nairobi, la capital, también advirtieron el viernes que se declararían en huelga dentro de una semana si no se cumplían sus demandas. Nairobi tiene el mayor número de casos de coronavirus.

Pese a ser el país con más casos, el ritmo de incidencia se ha ralentizado en Sudáfrica, por lo que se ha levantado la prohibición relacionada con la covid-19 sobre la venta de alcohol y productos de tabaco. La prohibición, que ha sido controvertida y que ningún otro país introdujo de manera conjunta, entró en vigor cuando Sudáfrica entró en un estricto cierre nacional el 27 de marzo de 2020 para detener la propagación del coronavirus. A la par, Sudáfrica ha puesto en marcha un nuevo ensayo para testar en el país una potencial vacuna contra la covid-19, en este caso un tratamiento del laboratorio estadounidense Novavax que se probará en paralelo al experimento de la vacuna de la Universidad de Oxford, iniciado en junio pasado.

Quitado el viernes:

En Túnez, las infecciones por covid-19 casi se han duplicado desde que el pasado 27 de junio reabriera sus fronteras marítimas y terrestres, han advertido las autoridades sanitarias. Según las mismas, en el último mes y medio se han detectado 983 nuevos casos positivos, 424 de ellos importados del exterior y 559 locales. Además, se han producido seis nuevos decesos, lo que eleva a 56 el número de fallecimientos en el país desde que comenzara a registrarse la enfermedad de forma oficial. A la preocupación de las autoridades locales por el ascenso de los contagios se suman las críticas de numerosos médicos y enfermeros locales que denuncian que la mayor parte de los casos no se contabilizan o se tratan como una simple gripe. “Especialmente en los hospitales y clínicas de las provincias del sur, que tienen menos medios y recursos” y que ofrecen un número de contagios extrañamente bajo, explicó a EFE un galeno en la ciudad costera de Monastir.

Ghana, un país en el Golfo de Guinea con unos 28 millones de habitantes, no es ajena a la caótica situación que ha provocado el coronavirus. La pandemia ha dejado ya más de 43.000 casos positivos y casi 300 muertes, aunque ambas cifras caducan con una periodicidad diaria. Pero no todo el mundo la sufre con la misma aspereza. Las personas ciegas han visto incrementadas las dificultades en una nación en la que hablar de problemas y barreras es casi una constante para cualquiera.

El número medio de infecciones diarias de covid-19 en África disminuyó la semana pasada, una señal «positiva», anunció el jueves el director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de la Unión Africana. La media en África la semana pasada era de 10.300 nuevos casos por día, frente a los 11.000 la semana anterior, indicó John Nkengasong, en una rueda de prensa en Adís Abeba.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/08/17/planeta_futuro/1597644244_000340.html

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La migración juvenil del campo a la ciudad daña la agricultura de Malawi

Reseñas/África/Malawi/27 Agosto 2020/rebelion.org

 Las familias del distrito rural de Chiradzulu, en el sur de Malawi, comienzan a preparar sus fincas para la próxima temporada del cultivo de maíz, y Frederick Yohane, de 24 años, es un joven ocupado.

Todas las mañanas labora con sus dos hermanos en la tierra familiar donde cultivan maíz y frijoles de árbol (Cajanus cajan), mientras en las tardes trabaja como jornalero en granjas vecinas, a fin de obtener el dinero que le hace falta para cubrir las necesidades de su familia.

Además, dos veces por semana va en bicicleta a los mercados cercanos para vender pollos que compra en los pueblos de los alrededores y así obtener más recursos.

Esta ha sido su vida desde que tenía 16 años cuando su padre sufrió un derrame cerebral que le paralizó la pierna y el brazo izquierdos. Yohane terminó la escuela secundaria en 2014, dos años después de que su padre se enfermara. Pero no llegó a aprobar los exámenes finales.

Sin un certificado de estudios secundarios, él siguió la ruta de otros muchos jóvenes de este distrito (municipio) rural que viajan a Blantyre, la capital comercial de Malawi, en busca de trabajos precarios, principalmente como ayudantes en tiendas asiáticas o como vendedores ambulantes.

«A través de un amigo, encontré trabajo en una ferretería propiedad de un indio. Pero el dinero no era bueno comparado con lo que ganaba en el pueblo. Así que trabajé dos meses y regresé», dijo a IPS.

Yohane no planea volver a buscar trabajo en esa u otra ciudad. Está convencido que puede ganar más dinero en su pueblo, aunque tenga que trabajar más duro para construirse un buen fututo.

«Además, soy el hijo mayor. Mi padre ya no puede trabajar. Mi madre pasa gran parte de su tiempo cuidándole. Así que los tres hermanos trabajamos en el campo», explicó.

La familia de Yohane es una entre millones que en Malawi dependen del trabajo familiar para mantener sus granjas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indica que en Malawi la agricultura ocupa a 80 por ciento de la población de 17,5 millones de habitantes. De esa población, alrededor de 75 por ciento son agricultores que explotan pequeñas fincas familiares.

Sin embargo, al igual que en el resto de África, Malawi sufre una alta tasa de migración del campo a la ciudad, principalmente de jóvenes que buscan una vida mejor en las ciudades.

Cuando los jóvenes, que constituyen la mayoría de la población de Malawi, migran a los centros urbanos, la productividad de las explotaciones agrícolas familiares decae, según un  estudio encargado por el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA).

En el marco de su programa de Mejora de la Capacidad en la Aplicación de Evidencias Científicas (CARE, en inglés), el IITA trabaja con jóvenes investigadores en África para analizar cómo potenciar el empleo y reducir la pobreza y promover la participación de los jóvenes en los agronegocios y la economía agrícola y no agrícola.

Dentro de ese programa, el investigador Emmanuel Tolani hizo un estudio en dos distritos de Malawi,  Zomba y Lilongwe, conocidos por su alta producción de maíz, el cultivo básico en este país sin salida al mar del sureste de África.

El estudio de CARE se centró en un análisis comparativo entre los hogares donde los jóvenes habían emigrado a los centros urbanos y aquellos donde los jóvenes habían permanecido en sus localidades rurales.

Según el informe final,  titulado «Juventud en movimiento: efectos sobre el bienestar en los hogares de origen», la investigación encontró que los hogares con jóvenes que migraron a las urbes,  producían cada una 13 sacos de 50 kilogramos menos de lo que habrían cosechado si esos jóvenes se hubieran seguido trabajando en la explotación familiar.

«Esto se puede (atribuir) al hecho de que la migración de los miembros jóvenes del hogar estaba provocando una pérdida de mano de obra para la producción agrícola que no fue compensada con mano de obra contratada, utilizando las remesas recibidas (por parte de ellos)», indica el documento.

En el estudio, Tolani recomienda la introducción de actividades generadoras de ingresos entre los hogares rurales para reducir la necesidad de que los hogares busquen otros medios para diversificar sus ingresos, como fomentar la migración de jóvenes.

Timilehin Osunde, responsable de comunicación del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (Fida) y del proyecto de CARE en Nigeria, dijo a IPS que la falta de un entorno adecuado para la agroindustria, la búsqueda de oportunidades educativas y el acceso a servicios y recursos se encuentran entre los factores que provoca el éxodo de los jóvenes del campo a las ciudades en África.

A lo largo de los años, Malawi ha diseñado e implementado programas destinados a mejorar las condiciones sociales y económicas en las zonas rurales, con la intención de contener esa migración interna.

Pero hasta ahora, la migración desde las áreas rurales a las urbes no ha disminuido. La Comisión Nacional de Planificación de Malawi atribuye esto a lo que dice son «inconsistencias en la implementación de políticas entre regímenes políticos».

Este argumento ha ocupado un lugar destacado en el discurso del desarrollo en Malawi, de modo que motivó el establecimiento de la Comisión Nacional de Planificación. Establecida mediante una ley vigente desde 2017, el mandato de la Comisión es garantizar la continuidad de las políticas de desarrollo en todas las administraciones políticas.

Por otro lado, Osunde observa que muchos programas de desarrollo rural en África han fracasado porque fueron diseñados por responsables políticos sin incluir a la parte involucrada: la juventud rural.

«A menudo se implementan con un enfoque ascendente en lugar de utilizar un enfoque ascendente», aseguró la especialista de Fida y CARE

Para ayudar a los gobiernos africanos a detener la marea de la migración de jóvenes del campo a la ciudad, el IITA está implementando una serie de programas específicos de agricultura, además del CARE.

Por ejemplo, el Programa Comenzando Temprano para Ellos,  destinado a cambiar la mentalidad de los jóvenes en las escuelas primarias y secundarias proporcionándoles conocimientos básicos de agricultura para orientarlos hacia carreras relacionadas con esa actividad, dijo Osunde.

IITA también implementa el proyecto Empoderando a los Jóvenes, que brinda oportunidades para aquellos subempleados, motivándolos a establecer empresas agrícolas y mejorar sus habilidades en la agroindustria.

El programa “ayuda a crear un entorno empresarial propicio al promover políticas dirigidas por jóvenes y proporciona una red de comunicación que brinda información agrícola muy necesaria a otros jóvenes involucrados en la agroindustria», explicó Osunde.

Otro proyecto del IITA, el de Jóvenes Agroemprendedores, pretende cambiar las percepciones de los jóvenes en África sobre la agricultura y hacerles percibir que es una actividad apasionante y que puede ser muy gratificante económicamente.

«Dado que la agricultura en África sufre en gran medida las percepciones negativas entre los jóvenes debido a la monotonía que implica, las ganancias financieras insuficientes y la escasez de infraestructura básica, los programas para la juventud de IITA tienen como objetivo cambiar la percepción entre esos jóvenes, así como crear recursos para que comiencen negocios agrícolas en el continente”, explicó la experta.

Osunde precisó que todos ellos son programas específicos para los jóvenes rurales que Malawi puede adoptar para atraer a los jóvenes a la agroindustria.

El director general de la Comisión Nacional de Planificación de Malawi, Thomas Munthali, dice que actualmente están estudiando las zonas donde puedan establecerse proyectos financiables que desarrollen jóvenes del área rural, como una forma de reducir su abandono del campo.

«La idea es crear urbes secundarias en esas zonas basadas en su potencial de tierra cultivable, minería y turismo. Estas se convertirán en centros industriales que ofrecerán trabajos decentes sostenibles y servicios socioeconómicos como en las ciudades», dijo Munthali.

Sin esperar a que esos programas para los jóvenes rurales cristalicen, Yohane ya ha decidido quedarse en su pueblo. Y sueña en grande.

«Cosechamos suficiente maíz para nuestra alimentación. Pero tenemos que ganar dinero. Por eso estamos planeando alquilar otro terreno este año donde podamos cultivar más maíz para la venta”, explicó sobre sus planes.

Para ello, explicó, no necesita contratar mano de obra, pero sí para más adelante, cuando espera comprar más tierra “en la que podamos hacer una agricultura comercial seria”.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/la-migracion-juvenil-del-campo-a-la-ciudad-dana-la-agricultura-de-malawi/

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Mujeres y niñas en Kenia doblemente golpeadas por la covid-19

África/Kenia/27 Agosto 2020/elpais.com

La mutilación genital femenina, los embarazos y los matrimonios infantiles han aumentado de manera alarmante durante la pandemia y no se están aplicando políticas eficaces de protección

“He estado recibiendo cada día llamadas de socorro de las comunidades diciendo ‘muchas niñas están siendo cortadas (mutiladas), por favor haz algo, por favor haz algo, contacta con las autoridades, por favor, rescátalas’”, explica Chesang Domtila en una conversación telefónica que se corta cada dos minutos. Es activista por los derechos de las niñas, fundadora de la organización I_Rep Foundation, y vive en el condado de West Pokot, fronterizo con Uganda, uno de los más golpeados por la mutilación genital femenina (MGF) durante la pandemia.

La MGF es la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos por motivos no médicos. Hay cuatro tipos diferentes de mutilación según el grado de agresividad y se suele practicar entre la infancia y la adolescencia. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Kenia hay un 21% de mujeres entre 15 y 49 años que han sufrido algún tipo de MGF, cifra que se sitúa por debajo de otros países como Somalia (98%), Guinea (97%) o Yibuti (93%), pero que sigue siendo alarmante ya que se trata de una práctica ilegal en el país desde 2011.

Domtila asegura que los casos de mutilación en West Pokot habían bajado mucho, pero durante la pandemia se han disparado y se ha dejado atrás el secretismo para hacerlo en público mediante ceremonias. “Los padres se imaginan que pueden esconderse detrás de la covid-19 para cortar a las niñas y salir impunes; se piensan que el gobierno está demasiado ocupado como para arrestarles”, comenta la activista. La topografía de la zona hace difícil el acceso a muchos de los pueblos pero se ha conseguido arrestar a algunas de las personas responsables gracias a la movilización de líderes locales como Domtila.

A menudo, los rituales de ablación se hacen durante las vacaciones escolares para no llamar la atención y para que las niñas tengan tiempo de curarse. Hay diferentes tradiciones y creencias que envuelven esta práctica y su grado de incidencia varía según el grupo étnico —los somalis tienen un 94% de incidencia, por ejemplo, mientras que los luo tan solo un 0,2%—. Suele ser una práctica más prevalente en las áreas rurales que las urbanas (un 25,9% ante un 13,8%) y entre las comunidades con menor escolarización (un 58,2% ante un 8,6%). Supone un ritual del paso de niña a mujer, aumenta las posibilidades de contraer matrimonio y lleva asociadas una lista de connotaciones culturales de pertenencia a la comunidad que en caso de rechazarlas, acarrea exclusión y estigma.

“Había programas en las escuelas que protegían a las niñas pero ahora estas están cerradas y la comunidad no tiene otra alternativa que celebrar el rito de paso. Las mutilan y así están listas para casarse en dos o tres años”, comenta Domtila, que estima que los casos de ablación femenina en West Pokot han subido a 800 entre marzo y junio. En situaciones de crisis como la actual, el matrimonio es visto como una transacción económica que puede ayudar a la familia de la mujer a mejorar su situación económica gracias a la dote.

En cada comunidad las afectaciones y las medidas están siendo distintas y, de hecho, debido a la limitación de la movilidad por la pandemia y la dificultad de acceder a zonas remotas, no se dispone del número real de chicas afectadas por este o cualquier tipo de violencia. “El impacto actual de la covid-19 se verá realmente cuando las escuelas reabran (en 2021) y todo vuelva a la normalidad; es entonces cuando veremos cuantas niñas regresan al colegio”, dice Tony Mwebia, activista por la igualdad de género y fundador de la organización Men End FGM, centrada en educar a los niños y hombres en torno a la mutilación genital femenina y al matrimonio infantil. Asimismo, cuando se tiene constancia de un caso sigue siendo muy difícil llegar a una condena, ya que depende de la evidencia presentada en el juicio “y eso lo complica porque se supone que las niñas que han sido circuncidadas tienen que testificar y a veces se sienten amenazadas porque quien se lo ha hecho son vecinas o miembros de su propia familia”, añade Mwebia.

Convivencia forzosa con familiares abusadores

Son varios los esfuerzos de la Administración y la sociedad civil para acabar con la incidencia de cualquier violencia contra niñas y mujeres, pero faltan recursos y una mejor organización. “Las estrategias deben ser dirigidas; qué hacer en qué comunidades, ya que no todas tienen las mismas necesidades», explica Eva Komba, investigadora y especialista en género.

“Necesitamos conocer cada casa donde haya niñas entre cuatro y 18 años y ponerlo en una base de datos, de manera que si vas a esa comunidad podrás implementar respuestas específicas”, comenta Komba, que añade que la violencia contra las mujeres forma parte de todo un espectro que debe ser modificado, incluyendo el cambio climático, la seguridad alimentaria, la mejora de la cobertura sanitaria, la escolarización de las niñas, etcétera.

En los últimos meses, Kenia se ha enfrentado no solo a un incremento de la ablación sino también a una subida preocupante de los embarazos adolescentes. En el condado de Machakos, bordeando Nairobi, se registraron 4.000 embarazos  de niñas menores de 19 años tan sólo de enero a abril. Los casos se concentraron sobretodo a partir de marzo cuando los colegios cerraron por el coronavirus, y se especula que puede haber más.

La convivencia forzosa con familiares abusadores ha sido una de las causas, pero también el intercambio de sexo sin protección con hombres mayores por productos de higiene menstrual que antes ofrecía el colegio y ahora son de difícil adquisición para las chicas sin recursos. La menstruación no desaparece ante una pandemia, las ayudas sí.

Recientemente en el condado de Kajiado, el gobierno local junto con organizaciones comunitarias lanzaron una campaña de sensibilización para dar respuesta a este problema. La iniciativa lleva el nombre de “Funga Miguu”, que se traduce en un “Cerrar las piernas”. Y va dirigida exclusivamente a mujeres, hecho que ha generado críticas, ya que, de nuevo, se está responsabilizando a las víctimas del abuso sufrido.

“Involucrar a los hombres en esta lucha es vital”, comenta Tony Mwebia. “Necesitamos transformar la masculinidad de los chicos jóvenes para que puedan entender que las mujeres son seres humanos iguales y que tienen sus derechos y debemos respetarlos y cuidarlos”. Esta es su tarea en la organización Men End FGM, que en situación de normalidad imparte talleres presenciales a grupos de chicos y hombres de todo el país sobre su papel en la desigualdad y la violencia contra las mujeres, y genera un espacio de debate y reflexión.

Iniciativas en red  o puerta a puerta

Las comunidades hace años que trabajan conjuntamente para combatir estas prácticas que amenazan los derechos de las niñas y las mujeres, pero durante la pandemia han visto como su radio de acción ha quedado gravemente afectado y han tenido que extremar sus lazos y buscar alternativas para seguir protegiendo este colectivo.

En algunas localidades rurales los jefes comunitarios van puerta por puerta para controlar que no se circuncide ni se case a ninguna niña, y también se han lanzado campañas de sensibilización por radio, uno de los canales más accesibles para la sociedad. No obstante, hay demandas para una actuación policial más eficaz, ya que parece que todos los esfuerzos van dirigidos únicamente a hacer cumplir las restricciones impuestas por la covid-19.

Las personas que tienen Internet y smartphones disponen de más recursos para hacer frente a estas prácticas durante la pandemia. No sólo es más fácil mantener un contacto directo con líderes locales y centros de rescate sino que también facilita el acceso a aplicaciones como i-Cut, creada en 2017 por un grupo de adolescentes, que permite acceder a ayuda medica y legal antes o después de sufrir la mutilación genital femenina. El principal problema es que aún hay muchas zonas rurales que no tienen acceso a Internet, por lo que cuesta hacer un rastreo o seguimiento de las menores más vulnerables.

Este es uno de los obstáculos con los que se ha encontrado la activista Selina Nkoile desde que empezó la pandemia. Gestiona un internado para niñas llamado Naning’oi en la ciudad masai de Mosiro (Kajiado), el mismo al que ella acudió siendo pequeña y que la salvó de un matrimonio ya pactado. La institución tuvo que cerrar en marzo y Nkoile ha enviado a casa de su madre a las niñas más vulnerables que no podían volver con sus familias y ha intentado mantener contacto telefónico con el resto. Asimismo, trata de tejer una red de colaboración con los líderes locales y las autoridades, pero es un trabajo duro y lento para una sola persona y reconoce estar preocupada porque “las niñas saben que Naning’oi es un sitio seguro donde pueden acudir en caso de violencia o si las van a casar, pero (…) ahora no hay ningún sitio donde puedan escapar si hay un problema, están encerradas en casa con los mismos padres abusivos”.

Para coordinar esfuerzos entre activistas, Tony Mwebia ha creado un ciclo de conversaciones en línea llamado “End FGM Live” en el que participan activistas de todo el país y ponen en común los problemas y las estrategias de sus comunidades. Las llamadas se comparten en directo a través de las redes sociales. «Y de esta forma amplificamos sus voces e intentamos responsabilizar al Gobierno”, explica.

Acabar con la ablación en 2022

Kenia había fijado el año 2022 para la eliminación total de la MGF, y el 2030 para la de todas las formas de violencia de género, pero parece que las actuaciones no están yendo por ese camino, siendo el coronavirus un importante obstáculo. Se realiza mucho trabajo por parte de la sociedad civil pero se necesita más compromiso y apoyo gubernamental para amplificar su incidencia. “No hemos visto los sistemas ni los recursos ni la movilización para asegurar que este objetivo se consiga”, comenta Mwebia.

Se trata de un proceso complejo que requiere la unión de fuerzas de todos los sectores de la sociedad para conseguir una infraestructura externa eficiente que responda a un cambio de mentalidad de la comunidad. La activista Masai Selina Nkoile no duda en su valoración: “En vez de aplicar normas duras desde arriba, introduzcamos medidas en la comunidad para que un padre no llegue ni a plantearse la idea de cortar a su hija”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/08/12/planeta_futuro/1597247467_508576.html

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La escuela, salvavidas contra el coronavirus para los más pobres de Sudáfrica

África/Sudáfrica/lavanguardia.com

«¿Qué habéis oído nuevo sobre el coronavirus?», preguntan los maestros al comenzar cada día en la escuela Streetlights, ubicada en uno de los barrios más conflictivos de Johannesburgo. La pregunta es simple, pero efectiva contra el miedo que se ve sobre las mascarillas, en los ojos de los alumnos.

«Yo he oído que encontraron una cura contra el virus en América»; «En Rusia liberaron leones porque la gente no cumplía las normas» o «No puedes verlo, pero puede matarte» son algunas de las respuestas que se oyen una mañana de mediados de agosto, en el aula de los niños de 8 años.

Las clases de este centro privado, que funciona como proyecto sin ánimo de lucro en el barrio de Jeppestown, se han partido en grupos de 15 alumnos y, pese al devastador efecto de la pandemia en Sudáfrica, estos días comienzan puntuales a las 07.15 de la mañana, con una pequeña sesión de preguntas y respuestas sobre el coronavirus.

Antes, con cara de sueño, mascarilla y pantalla protectora (obsequio de uno de los donantes de la escuela), los estudiantes llegan con margen de tiempo a la puerta de la escuela para que les desinfecten los zapatos y las manos, les tomen la temperatura y les anoten en la lista de entrada.

Cada uno lleva un «cuaderno de bienestar» en el que apuntan como se encuentran físicamente y de ánimo en este contexto extraño. Tan extraño que, al llegar al colegio, en este invierno austral no hay bullicio, ni risas, ni pasos de carreras.

«Cuando empezamos a traer a los niños de vuelta a las primeras clases (en junio pasado), nos quedamos atónitos. Era nuestro grado 5 (unos 9 años) y son un grupo bastante animado. Pero cuando volvieron después del confinamiento, todo lo que podías ver en sus ojos era tristeza. Tristeza y miedo», explica a Efe Tatenda Mafodya, directora de Streetlights School.

«Durante nuestras sesiones de la mañana empezamos a tener conversaciones con ellos y hablamos sobre cuánto miedo tienen, qué pasa si contraen el virus, si pueden morir o si lo pueden llevar a casa y contagiárselo a alguien que quieren», detalla la educadora.

Con esta y otras medidas, especialmente de aforo e higiene, esta escuela sudafricana se las ha arreglado para ir reincorporando de manera progresiva a sus alumnos en las últimas semanas.

Es un logro que no pueden adjudicarse muchos otros centros de la nación más desarrollada de África -epicentro de la pandemia en el continente-, para los que 2020 será prácticamente un curso perdido.

«Los niños ricos y las escuelas privadas se fueron a internet y no han perdido casi nada de aprendizaje, casi no ha habido problemas para ellos. Pero la grandísima mayoría de los estudiantes sudafricanos, el 87 % de los niños, están en el sistema público y no han recibido casi enseñanza en este periodo», lamenta Melanie Smuts, fundadora del proyecto Streetlights School, en conversación con Efe.

MUCHO MÁS QUE PERDER CLASE

Como todos los colegios sudafricanos, Streetlights tuvo que cerrar a mediados de marzo cuando el Gobierno ordenó la suspensión de las clases y, poco después, el confinamiento de toda la población.

En el distrito donde está esta escuela -Jeppestown, uno de los barrios más desfavorecidos y conflictivos de Johannesburgo-, las clases virtuales no eran realmente una opción: los responsables del centro se encontraron con que los padres tenían para ofrecer, como mucho, un móvil con datos suficientes para WhatsApp.

A los 300 alumnos, además, el confinamiento les despojaba no solo de su educación, sino de las dos comidas diarias que la escuela les proporciona y de su espacio seguro para socializar y crecer.

«Lo que realmente importa para los niños que vienen de hogares complicados es la pérdida de ese lugar al que pueden ir cada día que es seguro y predecible, donde los adultos cuidan de ellos y tienen amigos. No tener ese espacio causa un efecto enorme», afirma Smuts.

Durante los meses iniciales del confinamiento, los profesores de esta escuela se organizaron como pudieron con los padres para mandar notas de audio por WhatsApp con las lecciones y los deberes, a fin de que los estudiantes pudieran seguir avanzando.

Poco a poco, también empezaron a mandar paquetes de comida a las familias, a las que las órdenes de confinamiento habían dejado sin recursos para subsistir.

Sólo en junio, la flexibilización de las restricciones permitió empezar a planear una estrategia de retorno a las clases, basada en las experiencias de otras escuelas y de otros países.

Había que evitar a toda costa no sólo que este 2020 fuera un año completamente perdido en lo educativo, sino también devolver a los niños de Jeppestown su «espacio seguro».

LA PANDEMIA SACA A LA LUZ LAS GRIETAS DEL SISTEMA EDUCATIVO

A los países del hemisferio austral, la pandemia les sorprendió con el curso escolar 2020 apenas comenzado y, mientras el norte debate la «vuelta al cole» en septiembre, el sur acumula ya más de cinco meses de interrupciones e incertidumbre.

En Sudáfrica, un país que ostenta el desagradable honor de ser una de las naciones más desiguales del mundo, la crisis ha reventado las costuras de un sistema educativo deficiente que aún lidia con la herencia del pasado de opresión racista del «apartheid» (1948-1990).

Hay niños que estudian con tabletas último modelo en colegios con campo de rugby propio y hay otros cuyas escuelas únicamente tienen letrinas en baños sin agua corriente.

«Las primeras veces que yo visité escuelas con estudiantes pobres tuve una fuerte impresión de que el ‘apartheid’ había terminado políticamente, pero no en el sistema educativo. Es un asunto fundamental de justicia social y si no deshaces de forma activa ese legado, ese legado continúa», opina Smuts

«La crisis (en Sudáfrica) ha hecho lo que en muchos sitios: no es tanto nuevos problemas como que pone un foco en lo que ya estaba ahí. Y cuando miramos al sistema educativo en Sudáfrica, lo que estaba ahí es una tremenda desigualdad», completa.

La escuela Streetlights es, en cierta medida, un puente entre dos mundos. Con instalaciones hechas a base de materiales reciclados, el colegio echó a andar en 2016 como proyecto sin ánimo de lucro.

La escuela se financia a través de donaciones privadas y subsidios estatales y ofrece educación de élite, a nivel de las mejores escuelas privadas, pero en uno de los barrios más conflictivos y pobres de Johannesburgo.

«La mayoría de los alumnos viven en los edificios, si podemos llamarlos así, de alrededor. Son edificios ocupados en los que se han construido pequeñas habitaciones utilizando cajas de cartón», explica a Efe Mafodya.

«A veces, en una habitación muy pequeña hay hasta cuatro miembros de una familia viviendo. De ahí es de donde vienen la mayoría de nuestros niños», resalta la directora de la escuela.

El coste para los padres es mínimo, unos 35 euros al mes, e incluye materiales, uniformes y dos comidas diarias. Este año, ni siquiera se paga eso porque el colegio tuvo que perdonar las cuotas al ver que la mayor parte de los padres se quedaba sin trabajo.

«Nuestros niños -afirma la directora- realmente quieren estar en la escuela. Hemos creado un espacio para ellos y se dan cuenta de que cuando están en la escuela este es un lugar seguro».

«Cuando les trajimos de vuelta, al principio, los padres estaban inseguros: ¿les llevamos otra vez? ¿les dejamos en casa? Decían que preferían dejarlos en casa hasta que vieron lo que habíamos puesto en marcha para protegerlos. Ahora tenemos un alto volumen de padres que dicen ‘los llevo, de hecho, porque van a estar mucho más seguros en la escuela'», asegura Mafodya.

Al final de la jornada, padres y alumnos saben que, de cara al futuro pospandemia, la educación es la única vía para que los niños de Jeppestown puedan, algún día, vivir mejor que sus padres.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/20200820/482913990394/la-escuela-salvavidas-contra-el-coronavirus-para-los-mas-pobres-de-sudafrica.html

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Regresar a la escuela en época de pandemia

Regresar a la escuela en época de pandemia

A medida que las escuelas abren de nuevo sus puertas en algunos países, ¿cómo es la situación para los estudiantes?

Por UNICEF

La educación se ha interrumpido para toda una generación.

En el mes de abril, cuando muchos países tuvieron que imponer rigurosas medidas de confinamiento, los niños de más de 194 países se encontraban desescolarizados; es decir, aproximadamente el 91% de los estudiantes de todo el mundo. Esto ha ocasionado una disrupción enorme en las vidas, el aprendizaje y el bienestar de los niños a nivel mundial.

UNICEF está colaborando con los gobiernos y las escuelas para que los niños, especialmente los más marginados, sigan asistiendo a clase y aprendiendo. No se trata simplemente de reabrir las escuelas, sino de reabrir mejores escuelas.

A medida que las escuelas abren de nuevo sus puertas en algunos países, las estaciones para el lavado de las manos, el distanciamiento físico, el uso de mascarilla y la comprobación de la temperatura se están integrando en la vida escolar. A continuación veremos cómo es el regreso a la escuela para los estudiantes de varios países.

Arriba: En el Japón, varios estudiantes regresaron a la escuela el 5 de junio.

Bután

Girls students standing in their classroom

Las aulas se llenan de actividad en la Escuela Central de Samtengang, distrito de Wangdue, Bhután, que recibió a sus 134 alumnos el 1 de julio, cuando se reiniciaron las clases para los grados 9 y 11 en todo el país.

UNICEF ha colaborado estrechamente con el Ministerio de Educación en la elaboración de directrices nacionales y listas de verificación tanto para la reapertura de las escuelas como para el establecimiento de medidas de seguridad.

China

School children wearing masks get their temperatures checked and hands sanitized by teachers in a school

Antes de ingresar al jardín de infancia en Chongqing, China, que reabrió el 2 de junio, los niños utilizan desinfectante para manos y se comprueba su temperatura. A fin de que los niños se mantengan sanos y seguros, el personal y los maestros han adoptado diversas medidas, como controlar los síntomas de la COVID-19, fomentar las buenas prácticas de higiene y desinfectar las aulas y los dormitorios.

En China, los niños están regresando gradualmente a la escuela tras el brote de la COVID-19. En función de las medidas de control y prevención de la enfermedad, los horarios de asistencia varían según la provincia y el grado escolar.

UNICEF apoyó la Safe School Return campaign (Campaña de regreso a la escuela segura) para ayudar a los estudiantes, los maestros y los padres con consejos prácticos, que se han dado a conocer en las escuelas de todo el país.

Côte d’Ivoire

Students wearing face masks attend class in a school

Los niños asisten a clase en la escuela primaria de San Pedro, en el sudoeste de Côte d’Ivoire. Debido a la COVID-19, las escuelas estuvieron cerradas durante varias semanas. El 18 de mayo se reanudaron las clases en medio de una serie de medidas de precaución: uso de mascarilla, lavado frecuente de las manos y distanciamiento físico.

El Ministerio de Educación anunció recientemente un receso escolar entre finales de junio y septiembre. UNICEF está colaborando con el Ministerio en la elaboración de instrumentos prácticos de orientación y asesoramiento, con el objeto de apoyar a las autoridades locales, las familias y los estudiantes.

Egipto

A boy sits at his desk in school and gets his hands sanitized

Un estudiante se desinfecta las manos en una escuela secundaria de la provincia de Minia, Egipto.

UNICEF está apoyando al Ministerio de Educación en la formulación de directrices para la reapertura de las escuelas en condiciones de seguridad. También hemos apoyado las labores de desinfección en 360 escuelas de las provincias de Minia y Fayoum, contribuyendo a proteger a 338.259 niños. UNICEF ayudará en la desinfección de otras 567 escuelas antes de los exámenes finales del grado 12.

 

República Democrática Popular Lao

Students entering the gates of their school

El 18 de mayo, la escuela pública Lycée de Vientiane, en la capital de la República Democrática Popular Lao, dio la bienvenida a más de 900 de sus estudiantes.

Después del cierre escolar de dos meses y de no registrarse en el país nuevos casos durante más de un mes, el Ministerio de Educación publicó una guía para reabrir las escuelas por fases y de forma segura.

UNICEF prestó apoyo al Ministerio de Educación en la formulación de un plan de respuesta a la COVID-19 y participó en una campaña de regreso a la escuela dirigida a los padres, los maestros y los estudiantes. Como parte de la campaña se distribuyeron carteles a todas las escuelas del país, al igual que mensajes a través de los medios de comunicación digitales y tradicionales.

Viet Nam

Children lined up for temperature checks as they enter their school

Los maestros y los estudiantes toman medidas preventivas el primer día de clases en Lao Cai, Viet Nam, el 11 de mayo. Con estas medidas, que se denominan “nuevos hábitos”, se busca que las escuelas sean más seguras para todos durante la pandemia por COVID-19.

Luego de un largo receso desde el festival del Año Nuevo Lunar, a finales de enero, más de 22 millones de estudiantes de Viet Nam empezaron a regresar a sus escuelas. Para poder reanudar las clases, las escuelas tenían que cumplir una serie de normas de seguridad dictadas por el Ministerio de Educación y Capacitación, destinadas a evitar la propagación de las infecciones. Entre esas normas figuraban la higiene ambiental y alimentaria, la disponibilidad de elementos médicos y de saneamiento (por ejemplo, termómetros y jabón), la comprobación de la temperatura, la utilización de mascarilla y el distanciamiento físico en las aulas.

Con apoyo de UNICEF, las 43.966 escuelas con que cuenta el país han aplicado protocolos de seguridad escolar para propiciar el regreso a la escuela de los estudiantes y los maestros.

Por: UNICEF

Fuente de la Información: https://www.unicef.org/es/coronavirus/regreso-escuela-pandemia

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La nación despojada: Sahara Occidental

La nación despojada: Sahara Occidental

Un leve “roce” diplomático entre Argelia y la monarquía alauita marroquí, trasladó a la memoria de algunos la tragedia del pueblo saharaui, que en 1975 fue despojado de gran parte de su territorio. El recién instalado rey Juan Carlos, quien prácticamente estrenó su reinado con una traición a su mentor, el genocida Francisco Franco, quien había acordado la independencia de la colonia de África Occidental; intentado evitar una encerrona que los Estados Unidos, preparaba con Marruecos, para apoderarse de esos 266 mil kilómetros cuadrados, de piedra y arena, pero con un subsuelo de importantes yacimientos de fosfatos, hierro, petróleo y gas. Con más de mil kilómetros de costa sobre el océano Atlántico, frente a uno de los bancos de pesca más ricos del mundo, hoy explotados fundamentalmente por empresas marroquíes y españolas. Aquel territorio, de un tamaño similar a Nueva Zelanda, en aquel mundo de la Guerra Fría, era clave desde su posición geoestratégica, ya que representaba una de las puertas a un continente en que muchas de sus naciones, en pleno proceso de indepndencia, guerras y revoluciones, veía en Cuba y la Yamahiriya (Estado de Masas) con que el joven coronel Mohammad Gadaffi, impulsaba a Libia a un destino que otras muchas naciones podían aspirar.

Para consumar el despojó al pueblo saharaui, también intervino Francia, que como siempre que en algún despacho del Eliseo se pronuncia la palabra “África” muchos sufren convulsiones concupiscentes, por lo que hizo jugar Mauritania, su ex colonia, para intervenir en el conflicto que se avecinaba.

Marruecos, resultó el gran ganador de este robo, literalmente a mano armada, contra una nación que se estaba apenas reconociéndose, después de casi ciento veinte años de dominación española. Hoy a más de cuatro décadas de dicho saqueo, nadie, tal como sucede con los palestinos, los tuareg o los kurdos, levanta su voz por los derechos conculcados.

La usurpación de los territorios saharauis fue fríamente planeada en una serie de reuniones que terminó con un pacto secreto y siniestro entre Henry Kissinger, el entonces jefe del Departamento de Estado norteamericano, el rey Hassan II, padre del actual monarca de Marruecos Mohamed VI y Juan Carlos I. El acuerdo consolido lo que se conoció como la Marcha Verde, un espasmódico desfile, por el desierto de uno 25 mil soldados del ejército marroquí, acompañados por unos 300 mil campesinos pobres y todo tipo de menesterosos a los que se les había prometido tierras, tras la ocupación de unos 200 mil kilómetros cuadrados de la parte norte de la joven RASD (República Árabe Democrática Saharaui), ningún campesino marroquí recibió un metro de tierra y todos volvieron a su pobreza.

Al tiempo Marruecos, junto a Mauritania, libraba una guerra contra el Frente Polisario (Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra {la zanja roja} y Río de Oro) que se extendió desde 1975 a 1991, en el que murieron uno 5 mil milicianos y cerca de 4 mil civiles saharauis y unos 10 mil soldados de ambos ejércitos. En los años ochenta Rabat comenzaría a construir un muro que separó para siempre al pueblo saharaui. Hoy la RASD tiene poco más de 500 mil ciudadanos, unos 320 mil viven en las regiones costeras de los yermos 70 mil kilómetros, que pudieron conservar tras el asalto y en la capital del país Aaiún, y otros casi 200 mil en los campamentos de Tinduf, sur de Argelia, donde desde 1975 se hacinan los saharauis, en el exilio, sin ninguna posibilidad de retornar a su tierra, con recursos mínimos para apenas sobrevivir, manteniéndose gracias a la cooperación internacional.

El muro de la vergüenza como también se lo llama, fue construido con el asesoramiento técnico de Israel y la financiación de Arabia Saudita, es en realidad un sistema de ocho muros con una extensión total de 2720 kilómetros, protegido por 160 mil efectivos del ejército marroquí y un sistema de radares y drones de última generación; además y sobre todo, un campo minado que se entiende como el más grande del mundo con un número desconocido de explosivos antipersonales que se calcula entre 10 y 40 millones, sembrados a lo largo del muro.

Tras los acuerdos de un alto el fuego entre el Polisario, y Rabat, en 1991, la situación ha quedado congelada, Marruecos considera el Sáhara Occidental como parte indivisible de su territorio y solo ofrece al pueblo saharaui un sistema de autonomía, bajo su soberanía. Al tiempo que el Frente Polisario lo rechaza ciñéndose a la resolución 3437 aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1991, en que se instaba a Rabat a “poner fin a la ocupación militar del Sáhara Occidental y negociar con el Frente Polisario, como representante legítimo del pueblo saharaui”, donde también se exigía: “un alto el fuego y un referéndum sobre autodeterminación de ese pueblo”, lo que sigue sin cumplirse, mientras que la ONU todavía clasifica la patria saharaui como “territorio no autónomo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Despojo e impunidad

La impunidad es el mejor armamento del que dispone Rabat, para consolidar el despojo a la hora de ignorar cualquier reclamo del pueblo saharaui, por lo que cualquier declaración o acto a favor de la RASD, es tomado como un ataque directo a Marruecos, el “roce” diplomático de finales de junio, tiene como centro un informe titulado: “Aspectos del derecho internacional en el conflicto en el Sáhara Occidental”, con fecha de marzo de 2019, que según algunas fuentes fue producido por los servicios de investigación del parlamento alemán, en el que se trata la presencia marroquí, en el territorio reclamado por la nación saharaui, como “anexión y ocupación”. Lo que ya señalaba en 1979, la resolución de Naciones Unidas 3437.
Marruecos expresó su fastidio tras la publicación del informe, el que según la agencia oficial informativa del reino alauita, había sido filtrado por Argelia, con datos “falsos” aportados por el Frente Polisario.

Las relaciones entre Rabat y Argel se siguen tensando, tras conocerse que el 14 de mayo pasado, había llamado al embajador marroquí en Argelia, tras haberse conocido una declaración del cónsul de ese país en la ciudad de Orán, en una reunión con ciudadanos marroquíes varados en esa ciudad, tras el cierre de fronteras a raíz de las medidas de combate contra el COVID-19, en el que el diplomático de reino dijo; “Estamos en un país enemigo, lo digo francamente”. Lo que no deja de ser del todo verdadero, ya que las relaciones entre ambas naciones magrebíes, son muy tensas debido al conflicto en el Sáhara Occidental, por lo que los casi 2mil kilómetros de frontera común continúan cerradas desde 1994.

La cuestión del estado del Sáhara Occidental se ha opuesto a Marruecos durante décadas contra el Frente Polisario, apoyado por Argelia. Esta vasta área desértica bordeada por el Atlántico está controlada en gran medida por Marruecos, que ofrece un plan de autonomía bajo su soberanía. El Polisario exige un referéndum sobre autodeterminación. Las negociaciones lideradas por las Naciones Unidas se han estancado durante varios meses.

En diciembre pasado con la llegada del nuevo presidente argelino Abdelmadjid Tebboune, el rey Mohammed VI, hizo un llamamiento para abrir una “nueva página” en las relaciones entre ambas naciones, lo que en los hechos no se ha constatado.
Europa por su parte, tampoco atiende los pedidos saharauis, y beneficia de manera contaste las pretensiones marroquíes, por ejemplo en enero 2019, el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, votó un texto en el que extiende al territorio en disputa de Sáhara Occidental los aranceles aduaneros preferenciales otorgados por acuerdo comercial a Marruecos, reconociendo de hecho la autoridad de Rabat, sobre esas áreas todavía en disputa, marcando de qué lado está la Unión Europea (UE). Sin duda el acuerdo tiene un ojo puesto en la situación que Marruecos al igual que Libia, se ha convertido en la puerta de entrada a Europa, por la que la UE, entregó unos 100 millones de euros, a Rabat “para la gestión de las fronteras marroquíes”, lo que se pudo atemperar durante 2019, que fueron unos 24 mil, frente a los 57 mil de 2018, cuando en 2017, habían sido apenas poco más de 22 mil. Expertos estiman que Marruecos pudo evitar la llegada entre 2019 y 2020, de unos 75 mil refugiados, de los que nada se sabe ahora.

Este tipo de “favores” de Marruecos a la UE, es lo que permite a Mohamed VI, acciones como la de declarar en pasado enero, las aguas del Sahara Occidental un espacio marítimo propio, con jurisdicción legal de Marruecos sobre el área marítima desde Tánger al norte) hasta Lagouira, ( Mauritania) al sur, lo que fortalece su presencia en los territorios saharauis, sin ningún respeto a sus derechos Las propias declaraciones del Ministro de Asuntos Exteriores, marroquí Nasser Bourita, dejan en claro su intencionalidad: “Estas leyes apuntan a actualizar el arsenal legal nacional, respecto a la soberanía total del reino sobre sus fronteras efectivas de tierra y mar”. Despojando en este caso a los saharauis de sus soberanía sobre las 350 millas náuticas de la plataforma continental.

Al tiempo que naciones africanas como Comoras, Gambia, Guinea y Gabón, que han abierto recientemente representaciones diplomáticas de Rabat, apoyan la marroquinidad del Sahara, con lo que el despojo total de la nación saharaui estaría completo.

 

#FreeSahara #SaharaLibre

Fuente de la Información: https://kaosenlared.net/la-nacion-despojada-sahara-occidental/

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