África/Costa de Marfil/28 Mayo 2020/prensa-latina.cu
Miles de niños con máscaras faciales están de vuelta hoy en las escuelas de Costa de Marfil, uno de los primeros países de África en reiniciar las actividades lectivas tras un cierre de dos meses por el nuevo coronavirus.
Con un total de dos mil 376 casos y docenas de nuevas infecciones cada día, Costa de Marfil aún no ha contenido el virus, pero las autoridades confían en que los alumnos puedan estudiar juntos con seguridad después de la introducción de medidas de higiene adicionales.
Se trata de una disposición arriesgada porque todavía la pandemia no está contenida, y servirá a los países cercanos para evaluar si esta decisión causa un aumento en la infección, apuntan expertos.
El Ministerio de Educación de Costa de Marfil aseguró en una declaración oficial que aprecia la seriedad de su decisión.
Tenemos el deber imperativo de garantizar que los niños que nos confían puedan completar su educación, dijo el funcionario del Ministerio Assoumou Kabran.
De acuerdo con especialistas del área, África no sufre actualmente un golpe tan fuerte como se esperaba de la Covid-19, pero organismos internacionales advirtieron en las últimas semanas que las medidas de relajamiento pudieran echar por tierra la acertada respuesta dada en los inicios de la pandemia.
Un trío de científicos de Durban, en Sudáfrica, relata de un modo casi novelesco cómo interrogaron durante semanas a sanitarios, pacientes y familiares para rastrear cómo se extiende la covid-19
Durban, Sudáfrica, 9 de marzo. Un hombre acude a urgencias del hospital San Agustín. Tose, le duele la cabeza. Le ingresan y comparte estancia con una mujer que ha sufrido un infarto. Ese hombre acaba de llegar de Europa, la señora vive en una residencia de ancianos. Hacía solo cuatro días desde que el país había confirmado su primer positivo de covid-19 y faltaban dos para que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia. Menos de un mes después, el virus se había detectado en 13 personas dentro de ese hospital y matado a tres, una de ellas, la mujer del infarto. El teléfono del profesor Salim Abdool sonó. Era el departamento de salud nacional.
El 4 de abril se presentaron en el edificio tres detectives de enfermedades. El profesor Salim Abdool había encargado la tarea a Richard Lessells, Yunus Moosa y Tulio de Oliveira.
Lo que encontraron en ese centro hospitalario fue pánico. «Todo el mundo quería debatirlo todo, era imposible hablar con una sola persona. Pasamos las primeras cuatro o cinco horas pidiéndoles que se calmaran», explica De Oliveira en una conversación de Skype. En esta llamada a tres bandas también participa Moosa: «Los trabajadores tenían ansiedad, los pacientes y sus familiares estaban histéricos y la dirección no sabía muy bien cómo lidiar con todo esto». Les atiborraron a preguntas: ¿había que llamar a pacientes que podrían haber estado expuestos?, ¿qué hacemos si dan positivo?, ¿debemos decirles que se queden en casa?, ¿podemos volver nosotros a nuestra casa?, ¿tenemos que clausurar las salas en las que ha habido casos sospechosos?.
Los tres especialistas en enfermedades infecciosas estaban a punto de realizar un ejercicio pocas veces visto con semejante nivel de precisión: la radiografía de expansión del virus dentro de los muros de un centro hospitalario. «Esto no se podría hacer en un país como España, donde ya hay muchos infectados, solo es una investigación factible cuando el contagio está en sus primeros pasos», detalla De Oliveira, quien recuerda que Sudáfrica estableció un confinamiento tremendamente estricto desde el principio. «No es una investigación que se pueda llevar a cabo si cada día entran 100 nuevos pacientes que saturan las instalaciones», recalca. Sudáfrica es hoy el país del continente con más positivos, casi 24.500 infectados.
Las primeras personas con las que hablaron fueron tres enfermeras. «Eran las que más sabían sobre el alcance de las infecciones», apunta Moosa. Se encerraron con ellas durante varias horas en un despacho en una zona segura del complejo. A partir de entonces fueron ellos los que realizaron las preguntas y cotejaron todo con los datos almacenados en las bases de datos del hospital. Turnos del personal, labores asignadas, síntomas, distribución de los empleados y los pacientes en las habitaciones…
Los profesores Lessells y Moosa a la entrada del hospital, fotografiados por Oliveira.
Se trata del estudio más completo y específico hasta la fecha sobre cómo se desenvuelve este virus dentro de un hospital. El colectivo sanitario ha sido uno de los más afectados por los contagios en todo el mundo. Su relato se extiende a lo largo de 37 páginas que cuentan de un modo casi novelesco esos días en los que hablaron durante horas con decenas de trabajadores sanitarios, pacientes y familiares. Desmenuzan cómo analizaron los planos del hospital, los historiales médicos, y los resultados de las pruebas genéticas. Cómo llamaron por teléfono a personas que habían pasado por las instalaciones y les pidieron volver a hacerse pruebas si habían presentado síntomas de covid-19. Un examen tan minucioso que el lector casi puede visualizar al virus saltando de persona a persona.
Tres semanas con jornadas de trabajo de 14 horas dentro de San Agustín. «Hemos disfrutado muchísimo cada paso, sabíamos que si no hacíamos bien nuestro trabajo, no serviría para proteger los hospitales», señala De Oliveira. Sus conclusiones arrojan luz sobre uno de los grandes interrogantes en los que los científicos de todo el mundo se han centrado desde el inicio de la pandemia: ¿cómo consigue transmitirse?. «El virus no vuela por el aire. Esta investigación determina claramente que el principal foco de contagio son las manos de los sanitarios que van tratando a diferentes personas y el material que emplean. Si la superficie de una máquina no ha sido desinfectada, es altamente contagiosa», sentencia Moosa.
Hasta el 30 de abril, fecha hasta la que abarca la investigación, este hospital confirmó 119 casos, 80 de ellos de sanitarios. Otra de las conclusiones interesantes es que ninguno de los sanitarios adquirió el virus en la zona de enfermedades infecciosas, sino en otras áreas. Esto puede ser debido a que las medidas se relajan si se considera que hay menos riesgo.
«El virus no vuela por el aire. Esta investigación determina claramente que el principal foco de contagio son las manos de los sanitarios que van tratando a diferentes personas y el material que emplean»
Las lecciones de este proyecto ya se aplican en este centro y en otros en el país, sus autores llevan semanas impartiendo seminarios de formación. Y también se pueden aplicar a otros contextos y para futuras epidemias. «Crear salas específicas de pacientes de covid-19, extremar al límite la limpieza de los utensilios, no mover a un paciente con el virus por todas partes…», enumera Mossa.
Los propios científicos implicados financiaron este proyecto con fondos de su departamento de la Universidad de KwaZulu-Natal para garantizar que fuera completamente independiente. «No queríamos ninguna sombra de duda sobre ingerencias ni del gobierno ni de la red de hospitales privados», puntualiza De Oliveira.
Este equipo ya contaba con experiencia previa en rastrear infecciones en centros hospitalarios, por eso fueron los elegidos. Hace 15 años estuvieron involucrados en el análisis de un caso de transmisión de VIH y hepatitis C a 400 niños en uno en Libia. También investigó cómo se había infectado un bebé de VIH cuya madre no lo tenía. Gracias a su rastreo averiguaron que lo había adquirido porque la tía, que sí era positiva, le había amamantado.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/27/planeta_futuro/1590576696_743324.html
La ministra de Educación Básica de Sudáfrica, Angie Motshekga, aseguró que durante esta semana concluirán los preparativos para recibir en las escuelas a los alumnos de los grados siete y 12, el 1 de junio.
Antes de esa fecha las escuelas deben asegurarse de que se prioricen los requisitos sanitarios y seguridad.
Ello incluye, detalló, el transporte de estudiantes, el suministro de agua, la higiene básica y el saneamiento, el apoyo psicosocial y el reclutamiento y nombramiento de inspectores y personal de limpieza.
Está previsto que Motshekga firme esta semana directivas que abordan asuntos como la emisión de permisos de viaje con fines educativos, exámenes de grado 12, medidas de seguridad y eventos masivos en las escuelas.
A partir del 1 de junio Sudáfrica entra en el nivel 3 de confinamiento, desde al actual cuatro, más riguroso.
La víspera se reunió el Consejo de Ministros de Educación (CEM), encuentro al cual asistió Motshekga, para planificar la reanudación paulatina de las actividades educativas en el país.
La CEM señaló que a pesar de que algunas escuelas aún no han recibido su equipamiento de seguridad, se avanza en la entrega de equipos de protección personal (nasobucos para todos, profesores y estudiantes).
El Consejo tiene previsto ultimar detalles el próximo jueves.
La Organización de la Unidad Africana (OUA), hoy Unidad Africana (UA) ha tenido que lidiar a lo largo de sus 57 años de fundación con numerosos escollos y dificultades que dejaron los siglos de colonialismo que padecieron sus naciones y ahora deberá enfrentar otro gran reto al extenderse por el continente la pandemia del nuevo coronavirus.
Datos oficiales indican que el Sars-Covid-2 ya ha contagiado a alrededor de 90 100 personas y provocado más de 3 000 muertes en 54 de sus 55 naciones.
Las cifras del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África revelan que los países africanos más afectados son Sudáfrica con 14 735 casos confirmados, Egipto con 12 519, Marruecos con 7 441 y Argelia con 7 621.
Mientras en el mundo se ha expandido con gran rapidez la epidemia, en este continente el saldo es muy inferior a los primeros pronósticos a pesar de ser el segundo más poblado del orbe.
Los especialistas aseguran que los gobiernos han tomado medidas más rápido que el resto del planeta a lo que se une la experiencia que tienen por haber enfrentado otras enfermedades como la malaria, tuberculosis, cólera, VIH y ébola, además de tener la población más joven del mundo con promedio de 19,7 años lo que ha ayudado a que el saldo mortal no sea mayor en la región.
Resulta que la UA ha tenido un rol significativo en estos resultados pues a lo largo de estos años ha logrado con mayor o menor grado y con fuerzas propias trabajar por la integridad, el avance de sus afiliados, profundizar en la estabilidad y la paz en el continente.
Con una extensión de 30 221 000 kilómetros cuadrados, 1 300 millones de habitantes que hablan 2 000 lenguas diferentes, la Organización ha tenido progresos relevantes pese a los años de colonialismo, esclavitud, empobrecimiento, dilapidación de los recursos naturales por corporaciones transnacionales y millonarias ventas de armas a las partes en conflicto, entre otras adversidades.
Específicamente, el continente comenzó a liberarse a fines de la década de 1950 y principios de 1960, después de siglos de colonialismo donde primaron las luchas por las independencias nacionales, contra la esclavitud, el saqueo de los territorios y de sus riquezas.
El 25 de mayo de 1963, 31 líderes africanos se reunieron en Addis Abeba y firmaron la Carta de Principios de la OUA, después de un proceso en el que comenzaron a dejar a un lado las diferencias regionales e ideológicas que habían sembrado los colonialistas. Aun quedaban muchos desafíos como la liberación de otras naciones, la lucha contra la discriminación racial y contra el régimen del apartheid.
Analicemos que cuando aún se habla sobre África, muchas personas piensan en pobreza extrema, subdesarrollo, hambre, tráfico de personas o enfermedades. Esa imagen, aunque no es menos cierta porque cuenta con 38 países de los 50 menos desarrollados del mundo, se debe fundamentalmente a los largos siglos de colonialismo y de neocolonialismo.
Esto se ha debido primordialmente a que los medios de comunicación hegemónicos, pagados y controlados por las antiguas naciones colonizadoras y por grandes transnacionales que han saqueado el continente, solo hablan o escriben de África noticias o sucesos peyorativos sin exponer los avances sustanciales desarrollados en casi todas esas naciones.
No es menos cierto que el continente, pese a disponer de abundantes recursos naturales, no ha podido mejorar más la vida de sus ciudadanos porque gran parte de las ganancias se las llevan las compañías transnacionales y también por la incidencia de la corrupción en algunos gobiernos.
Otro factor que ha influido es que las estructuras económicas son altamente dependientes del exterior, mientras los programas de ajustes estructurales impuestos por Occidente para que puedan recibir inversiones, obligan a abrir sus mercados a productos de las naciones ricas, no subvencionar la producción local y pagar una deuda externa que colapsa a varios países.
No obstante, África fue la región que más rápido se recuperó de la recesión económica mundial de 2008. En los últimos 10 años el Producto Interno Bruto (PIB) global alcanzó 5,7 %, y antes de la pandemia varios organismos económicos estimaban que alcanzaría 2,6 billones de dólares en 2020.
El Banco Africano de Desarrollo (BAD) destacó que el número de personas de África que vive en pobreza extrema con menos de 1,25 dólares al día, se redujo del 33 % en 1992 a 22 % en 2019, entre los que destacan Argelia, Etiopía, República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Djibouti, Angola, Gabón, Senegal, Namibia y Guinea Ecuatorial.
En ese sentido, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres instó al mundo a solidarizarse con el continente para que la pandemia no revierta los logros obtenidos con tanto esfuerzo por los africanos.
Al aprobar en 2013 la llamada Agenda 2063, la UA se encuentra enfrascada en buscar avances más tangibles para que el continente alcance un crecimiento integrador con desarrollo sostenible y de bienestar para todos sus ciudadanos.
En el contexto pandémico que vive el planeta, resulta halagüeño citar al director de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, Stephen Karingi, quien afirmó al diario británico The Guardian: “se debe reconocer que las autoridades africanas han estado «haciendo mucho» para contener el brote”. La Unión Africana ha sido esencial en esta enorme tarea.
Fuente del artículo: https://rebelion.org/la-covid-19-un-nuevo-reto-para-la-union-africana/
Education post-COVID-19: customised blended learning is urgently needed
Many well meaning education benefactorsand commentators in South Africa have expressed that in the light of the COVID-19 pandemic online self-guided learning could solve some of the current teaching problems and address the educational backlog. What learners need, the reasoning goes, is to get free internet access to educational support materials on offer online.
Nothing could be further from the truth.
In fact, self-guided online learning is doomed to fail. Research shows an exceptionally high drop-out rate – even in developed countries. Learners simply have no incentive to keep at their studies without peer pressure, a teacher at hand or a structured learning environment.
In South Africa in particular, with socio-economic disparities and related problems, the drop-out rate would be even higher. More so in key subjects like mathematics and physical science where prior knowledge, conceptual understanding and self-motivation to succeed are critical.
The only answer, in the country’s unequal teaching environment, is a customised version of blended learning. Blended learning integrates computer-assisted online activities with traditional face-to-face teaching (chalk-and-talk).
When used by a trained teacher, this approach can add valuable new dimensions to the learning process. It can allow learners to work at their own pace and teachers to fill content gaps.
Blended learning in South Africa
In many developed countries, blended learning is a well-established practice. It has enabled these countries to adapt to the demands of the current pandemic. Digital remote learning and teaching is backed up by dependable infrastructure and skilled, motivated teachers.
By contrast, the differences between South African schools have been thrown into sharp relief. The binary system of a privileged minority of schools and the rest remains, despite the political changes more than 25 years ago.
More than 80% of public schools are under-resourced. They are ill-equipped to respond to the teaching and learning challenges of the 21st century – let alone the latest demands of the pandemic.
The current lockdown has suddenly compelled teachers to adopt predominantly online, blended learning teaching practices. But nearly 90% of all households in South Africa are still without access to the internet at home. Very few schools had adapted to blended learning before lockdown and few schools would be able to adopt it during the lockdown. Therefore the schools that had fewer resources and skills will fall even further behind.
This is especially disappointing since the current cohort of pupils (born after 2000) have long expressed their preference for a blended learning model. Even the recent recognition by the South African government that science, technology, engineering and mathematics are important in the Fourth Industrial Revolution has had little effect on the skills development of teachers, infrastructure or modernisation of resources in schools.
Therefore, in the South African context, mainstream blended learning is not the complete answer. We need to go beyond blended learning.
The bad news is that there’s no way to make the teaching and learning of maths and science easy. But we’ve developed a number of interventions that have lifted the twin burdens of poor training and lack of infrastructure from the shoulders of teachers. Skills development linked to the use of user-friendly and interactive digital resources has allowed teachers to focus on attaining a high quality of teaching with subsequent learning successes.
Over the past decade, the centre has experimented with various combinations of online and offline self-directed teaching methods. It has worked specifically on blended learning for mathematics and physical sciences in secondary schools.
The greatest success has been a blended learning system that uses a combination of online and offline interactive resources with pre-installed apps that are aligned with the South African school curriculum. These can be used as a guide for teaching, home-schooling, after-school study and tutoring. We call it techno-blended learning: a structured approach, using mostly offline apps in an integrated way, with the full participation of a trained or experienced adult mentor or guide.
One of the centre’s more recent interventions is a mini personal computer called the GammaTutor™. This’s an offline device pre-loaded with interactive learning material. These resources have been specifically designed for South African school conditions.
The GammaTutor™ software package is primarily intended for teachers: when plugged into any data projector, a TV or digital screen, it doubles as a flexible maths and science teaching assistant in the classroom and a learner support resource for after school hours. It fits in the palm of a hand, requires no data and is navigated by the click of a mouse. Its small size makes the device easy to keep safe and to take where it’s needed.
What needs to be done
It’s well known that major educational challenges exist in schools as a result of the country’s multi-language society – particularly in the teaching and learning of mathematics. The GammaTutor™ application offers mathematics concept explanations in eight indigenous languages.
The device covers the full curriculum for high school maths and physical sciences, presented in video, PDF or animated PowerPoint format – along with glossaries, exam revision support, translations from English into indigenous languages and many additional teaching support materials. It can be used for interactive teaching online and remotely.
The response from teachers, learners and stakeholders to this approach of teaching and learning has been overwhelmingly positive. Where these interventions have been applied, in pilot schools in the Eastern Cape province, the results have been gratifying. Marks have improved significantly and successful learners have been able to progress to university.
The new urgency for remote teaching caused by the COVID-19 pandemic has created an opportunity for the country to adopt policies to accelerate blending learning practices among teachers and learners. The Govan Mbeki Mathematics Development Centre offers lessons learned through more than a decade of research.
Fuente de la Información: https://theconversation.com/education-post-covid-19-customised-blended-learning-is-urgently-needed-138647
Mount Kenya University has slashed school fees by 30% in a bid to cushion parents and guardians from the effects of Covid-19 pandemic.
MKU Deputy Vice Chancellor Administration, Dr. Evans Mwiti said it would be unfair for the University to charge full fees yet students have not been attending face to face classes.
He said most parents have suffered due to the effects of the pandemic and would be hard pressed to raise fees.
Mwiti said the University in partnership with Telkom and Safaricom introduced online teaching in their May/August Semester to ensure that students complete their studies on time.
He said staff and student will get subsidized bundles to enable them access online learning information and materials.
Dr. Mwiti however said that students who will be unable to access online services will be accorded an opportunity to complete their studies once learning resumes.
The University board of directors Chairman Prof. Simon Gicharu has already established a six member team to implement online learning classes.
The team spearheaded by School of Education Dean Benson Njoroge will also explore the possibility of conducting online examination.
Meanwhile the University has extended the contracts of staff and lecturers that had lapsed or were due for expiry until the institution re-opens.
The Government in March ordered schools and universities to close as a precautionary measure against the spread of coronavirus.
Mount Kenya University reckons that the closure derailed contracts talks and in the process blocking the release of salaries of those whose employment terms had expired.
“Covid-19 has affected normal operations where internal processes are followed to validate the renewals and there is a standing policy that inhibits the directorate of finance from processing salaries for the affected staff whose contracts have expired.” Said a memo signed by MKU chairman and Founder Prof. Simon Gicharu.
“We direct the council to extend all contracts for all staff in and outside Kenya month by month until the university re-opens to enable the affected staff to renegotiate their contracts in the normal manner.” He said.
The pay directive will benefit affected workers at MKU’s eight campuses in Kenya, four open learning centres in Kisii, Kakamega, Kitale and Meru, MKU Rwanda, country offices in Uganda, Somalialand, Puntland, Burundi and Uganda.
In March, MKU and Japan-based Osaka City University jointly won a Ksh 450 million grant from Japan International Cooperation Agency for malaria research.
The funds will be deployed for research on malaria prevalence in Homa Bay.
Source and Image: https://www.kbc.co.ke/mku-reduces-school-fees-by-30pc-to-ease-burden-on-guardians/
Cuatro mujeres se convierten en expertas en energía solar y alumbran la vida de su pueblo en el sudoeste de Madagascar gracias a un programa de formación internacional.
Parece inverosímil que una persona analfabeta pueda dominar los intríngulis de la energía solar. Sin embargo, son muchas las ingenieras iletradas que iluminan y mejoran la vida de sus comunidades. Marie Tsimadiro tiene 47 años, nueve hijos y 12 nietos. No sabe leer ni escribir y ha dedicado toda su vida a cultivar el campo para el sustento de su familia. Pero, ahora, esta abuela malgache compagina la azada con la reparación e instalación de paneles y lámparas solares en Ranomay, una comunidad rural remota de 670 habitantes en la región de Atsimo-Andrefana, en el sudoeste de Madagascar.
Marie junto a Marinasy, Tsiampoizy y Modestine, abuelas las dos primeras y madres las dos segundas, fueron elegidas por sus vecinos para emprender una aventura intercontinental que cambiaría la vida cotidiana de su comunidad. En septiembre de 2018, las cuatro mujeres que apenas se habían alejado 10 kilómetros de Ranomay, viajaron 6.000 hasta Tilonia, en India. Allí asistieron durante seis meses a la formación sobre energía solar fotovoltaica que imparte la Universidad Pies Descalzos (Barefoot College), fundada por el activista social Bunker Roy. “Mi familia al principio se opuso, decían que los aldeanos nunca habíamos estado fuera, que yo no sabía hablar ni inglés ni francés. Fue mi madre la que les convenció diciéndoles que se mirasen a ellos mismos, que por no salir no habían progresado y que yo debía ir para traer el desarrollo”, dice muy seria Tsiampoizy, la más joven de todas.
El programa Mamás Solares, iniciado en 2008, tiene como objetivo formar en el diseño, instalación y mantenimiento de sistemas solares a madres y abuelas iletradas para iluminar de forma sostenible las áreas remotas e inaccesibles de las que provienen. Deben tener entre 35 y 50 años, no estar embarazadas o en periodo de lactancia y contar con la aprobación familiar. Puesto que la gran mayoría nunca fue a la escuela, el método de enseñanza se basa en el lenguaje cromático: “No conocíamos su idioma, pero aprendimos las palabras importantes, nos enseñaron los colores para distinguir los materiales y así nos comunicábamos”, relata Marie.
Según un estudio realizado en 2015 por la Agencia de Desarrollo y Electrificación del Medio Rural (ADER), el 84% de la población de Madagascar, uno de los países más pobres del mundo, no tiene acceso a electricidad. La tasa de accesibilidad en el medio rural no supera el 6%. Para hacer frente a esta pobreza energética y promover las energías renovables, Barefoot College Madagascar se asoció con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en 2012 y, juntos, implementaron el proyecto Mamas Solares en la cuarta isla más grande del mundo. Hoy, con ayuda del Ministerio de Agua, Energía e Hidrocarburos del país, el binomio ha formado a casi 40 mujeres, dado luz a más de 2.000 hogares y puesto en marcha doce centros de formación. La presidenta de Barefoot College Madagascar, Voahirana Randriambola, afirma que su objetivo, de aquí a 2030, es formar a 744 mamás solares que acabarán de manera sostenible con la penumbra de 630.000 hogares.
Y se hizo la luz en Ranomay
Son las siete de la tarde y la oscuridad se cierne sobre Ranomay. Tovondray (18 años) y Lahininiko (16) estudian para su examen de matemáticas, mientras una gallina revolotea a sus anchas por la estancia. Una lámpara solar portátil ayuda a los jóvenes a realizar sus ejercicios sin tener que descifrar los números en la lobreguez. Antes de tener acceso a esa bombilla, ambos estudiaban a la luz de una linterna de pilas, siempre y cuando hubiesen conseguido encontrar las baterías (un bien común en Occidente, pero de difícil acceso en las zonas rurales malgaches). A 20 metros, Noëlson (55), su padre, regenta la típica tienda africana: un tenderete con “un poco de todo”. “Mi tienda es la única que hay en las cuatro aldeas que forman Ranomay. Antes cerraba a las seis de la tarde, pero gracias a los kits de energía solar puedo abrir hasta las diez”, afirma con una sonrisa que deja entrever su orgullo de ser empresario.
La electrificación de Ranomay ha sido un sueño hecho realidad. Hay menos robos de patos y ha mejorado la vida de todos
En la aldea de Ranomay de Arriba, a pocos metros de los ultramarinos de Noëlson, se erige la Casa Solar, un edificio modesto que funciona como centro de operaciones. Es allí donde Marie, Marinasy, Tsiampoizy y Modestine reparan, montan y manipulan los diferentes componentes fotovoltaicos que instalan para sus paisanos. Trabajan en semanas alternas en equipos de dos, así pueden seguir dedicándose a sus quehaceres agrícolas. Las mamás solares han iluminado 155 hogares en solo seis meses. Nantoany Sitra (50), secretario general de la Asociación comunal TSIFA Ranomay, es el encargado de distribuir, gestionar y coordinar los pagos e instalación de los sistemas: “La electrificación de Ranomay ha sido un sueño hecho realidad. Hay muchos menos robos de patos y ha mejorado la vida de todos. Por ejemplo, ya no tenemos que comprar petróleo para las lámparas de queroseno, que son un gran gasto para la economía familiar y los niños pueden hacer los deberes por la noche”.
La población de esta comunidad rural se dedica, principalmente, al sector primario. Los medios de subsistencia son muy limitados o casi nulos. Por eso, para adaptarse a todo tipo de bolsillos, el proyecto ofrece varios equipos de energía solar fotovoltaica a diferentes precios: desde una linterna solar portable con panel solar incluido por 0,70 euros (3.000 MGA), hasta un kit muy completo que incluye un panel solar, baterías de 40W, cuatro linternas portátiles y un regulador de carga solar por el precio de 2,41 euros (10.000 MGA). Cada vecino tiene un contrato que incluye las reparaciones en caso de rotura y debe pagar la cuota mensual de forma presencial.
Realison acude a la Casa Solar con su lámpara. Aunque deja el panel en la puerta de su choza para que atrape todos los rayos del sol, no consigue cargar la batería y su lámpara no se ilumina por las noches. Marie y Marinasy se ponen manos a la obra para devolverle la luz a su vecino. El pescador de 23 años cuenta que los niños enfermaban por el humo de las lámparas de queroseno y la quema de madera, y que la luz solar ha ayudado al desarrollo de su pueblo. Así lo ve también Marinasy: “Ahora nuestro pueblo brilla por las noches. Estoy muy orgullosa porque gracias a nosotras, las técnicas solares, nuestra vida ha cambiado, la luz nos ha cambiado”, cuenta con el rostro iluminado de felicidad. Un cambio que no se manifiesta solo en forma de luz, sino que también ha permitido a las mujeres empoderarse y adquirir otro papel en la sociedad rural. Se han convertido en embajadoras del progreso de sus comunidades: “Creo que ahora los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos”, afirma Marie.
Alumbrar el futuro de manera eficiente
Uno de los infinitos usos que tiene la luz, y quizás el más obvio, es el de alumbrarnos. En los países con más recursos, el hecho de encender y apagar un interruptor es un acto que pasa desapercibido en nuestra cotidianidad. Sin embargo, tal y como apunta el Banco Mundial en un informe publicado en 2019, 840 millones de personas en todo el mundo no tiene acceso a electricidad, y más de la mitad se concentra en las zonas rurales del África subsahariana (573 millones). Para iluminarse por las noches utilizan velas, madera y lámparas de queroseno que provocan la muerte de más de un millón de personas cada año. Por eso, la transformación de luz solar en energía es una manera eficiente y saludable de alumbrar el futuro de estas poblaciones.
ver fotogaleríaTovondray y Lahininiko estudian en el salón de su casa.JUAN MAZA
La directora general de la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Audrey Azoulay, afirma que los beneficios naturales y las aplicaciones científicas y tecnológicas de la luz son muy importantes para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. La implementación de la energía solar fotovoltaica no solo contribuye a lograr el objetivo 7 de los ODS, que pretende garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos, sino que incluye beneficios colaterales. Reduce la pobreza, evita la exposición de las personas a humos insalubres, al mismo tiempo que reduce la contaminación del aire, juega un papel esencial en el mundo de la educación y empodera a las mujeres en el medio rural.
La luz es una fuente incansable de energía, ventajas y beneficios que hay que celebrar. Por eso, cada viernes por la noche, en Ranomay le rinden un homenaje muy especial. Gracias a un generador solar instalado por las cuatro expertas, grandes y pequeños se aglutinan en torno al único televisor que hay en la comunidad. Nunca antes habían visto una película, nunca se habían expuesto a las luces, colores y formas que emergen de la pantalla. Los niños, embobados, celebran cada sonido que emite la televisión. Y así, con este particular ritual, se hace tangible el poder de la luz, que no solo genera desarrollo, sino que también dibuja sonrisas e irradia felicidad.
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