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Hacemos nuestro río: un fotolibro infantil, colectivo y de libre descarga

Por: Linternas y bosques

Oímos como si un cocodrilo saltara al agua. «En el río no hay lagartos, es muy caudaloso para ellos», nos explica Don Beto, lanchero. «Esos andan en corrientes más tranquilas». Lo que se oyó caer fue un lagarto de tierra que desaparece al tocar el agua. El río tiene hambre siempre. Va desgastando los fondos de sus márgenes hasta que se desploman los suelos. Así se forman esos paredones. «En tiempo de secas el Papaloapan parece un cañón», sigue Don Beto. Hay gente que ha perdido su platanal o parte de su milpa. Corre y come el río, consiguió tragarse un cerro entero; un lugar, por cierto, encantado: el Cerro de la Campana, con burros fantasmas y cuevas diabólicas. Navegamos arriba de ese cerro sumergido. En un mes el agua habrá subido tanto que terminará de cubrir algunas copas de árboles que parecen arbustos flotantes. Ahora, una garza morena se posa en un sauce; pronto, se posará un bagre azul.

Hacemos un recorrido río arriba en una lancha del patronato de Tlacojalpan. Nos acompaña también Don Gerardo, cronista ciego que prepara un libro en imágenes de la historia de su municipio. Pregunta por dónde vamos y nos dice qué ver. Mira con su memoria. Y cuando Don Beto apaga el motor de la lancha, Don Gerardo nos invita a sumergirnos: «Escuchen el agua».

A finales de julio de 2021, a lo largo de seis días, escuchamos al río y a quienes lo nombran o callan. Niñas y niños ribereñes que se bañan y juegan en el Papaloapan hasta que les salen escamas o que apenas mojan los pies, a escondidas, y se echan clavados imaginarios en tierra; jóvenes que atraviesan en bici puentes colgantes, cargando matas de plátano o antiguas figuras labradas en piedra; adultos que recuerdan su infancia pescando mojarritas con lombriz y vara de otate o fabricando balsas de lirio acuático para escapar de la escuela…

Las palabras y los cuerpos hacen y deshacen el río ante nosotras y nosotros… que escribimos diarios, grabamos entrevistas, tomamos fotos, dibujamos, conversamos, damos talleres y, al cabo de un año, publicamos un libro.

https://www.instagram.com/cordovadolfo/?utm_source=ig_embed&ig_rid=f281fae4-5481-4196-8ca8-0fe083f5fe6a

Hacemos nuestro río es un fotolibro infantil, compuesto por cuatro cuadernillos, un flipbook y un mapa, realizado por un colectivo del que formé parte e integrado también por las fotógrafas Dolores Medel y Enero y Abril, el ilustrador Cuauhtémoc Wetzka, la mediadora de lectura Cecilia Pompa, la diseñadora Deborah Guzmán, la editora Catalina Pérez Meléndez y la coordinadora editorial Josefa Ortega, también directora de Casa Gallina, un proyecto cultural transdisciplinario ubicado en Ciudad de México que «se concibe como un laboratorio de experiencias grupales de resiliencia, regeneración ecológica y creatividad».

Esta vocación coral de Casa Gallina, también casa editorial de este y muchos libros más, hizo que las autorías se diluyeran. Desde ese título escrito en tercera persona del plural, Hacemos nuestro río, se evidencia una creación resultado de un proceso de colaboración con niñes y jóvenes que describieron al río Papaloapan, intervinieron fotografías, nos contaron historias e imaginaron ríos soñados. En esta publicación de Instagram, algunos ejemplos de esas imaginaciones:

https://www.instagram.com/p/CSNBiElL7Bh/?utm_source=ig_web_copy_link

La colaboración también fue con adultos a través de entrevistas y charlas informales: queríamos mirar desde distintas perspectivas y tiempos al río. La orilla del presente que habitan niñas y niños y la orilla de la memoria desde la que les mayores recuerdan su infancia ribereña. Catalina Pérez, la editora y quien propuso el proyecto a Casa Gallina, es originaria de Tlacojalpan, así que su familia también hizo el libro. Su papá, Don Freddy Pérez y su tía Doralina Pérez Juárez fueron clave, además de Mario Cruz Terán del hostal Luz de Noche, Rosa María Amador Miranda del Complejo Cultural Casa de las Mariposas y el profesor Argimir Rangel Pitalúa. De entrevistas a cada uno de ellos escribí poemas.

Foto: Catalina Pérez.

Los integrantes del grupo hicimos expediciones entre junio y agosto de 2021, de la montaña al mar por el río Papaloapan, el segundo más caudaloso de México; de Mil Islas, Oaxaca, a Alvarado, Veracruz; por carretera y río; en distintos momentos, no siempre todo el colectivo junto.

En mi cuenta de Instagram fui compartiendo algunas de las notas en mi diario de viaje: síntesis de lo que pasaba en los talleres, voces diversas de los habitantes y algunas anécdotas o primeros esbozos de poemas. Uno de los momentos que más recordamos fue el de los clavados en tierra firme:

https://www.instagram.com/p/CRrIBqWqldB/?utm_source=ig_web_button_share_sheet

Regresar un año después, ¿en serio?

Al principio de cada taller, le contábamos a les niñes que estábamos ahí para hacer un fotolibro sobre el río Papaloapan y sobre ellos y ellas. Eso les causaba una primera cara de asombro. Cuando al final nos despedíamos diciéndoles que volveríamos a vernos, al año siguiente, ya con el libro publicado, algunas caras eran de incredulidad (acostumbradas quizás a las muchas promesas adultas no cumplidas). Recuerdo a un niño de Tlacotalpan que me miró suspicaz y me dijo «¿A poco?, ¿en serio?».

¡Sí! ¡Y volvimos! Exctamente un año después, en julio de 2022. Esta vez todo el grupo junto. Y con muchos libros para dar a niños y niñas que habían sido parte y muches otres que recién conocíamos pero que habían aceptado la invitación de participar nuevamente en un taller-expedición para habitar el libro y zambullirnos en ríos.

https://www.instagram.com/p/Cga_-KTu4rT/?utm_source=ig_web_copy_link

La expresión de las niñas y los niños era otra vez de incredulidad cuando veían que en efecto habíamos vuelto con esas cajitas-libro tan bellas y que su voces estaban ahí, en los poemas, y el paisaje que ven diario, en fotos y dibujos o incluso sus propios retratos, pero ahora era esa incredulidad que se nombra como «increíble».

Seguramente fue la primera vez que la mayoría de ellas y ellos tenían en sus manos (y para llevar a casa) un libro que hablaba de niñeces del Papaloapan, de su entorno, con texturas, colores, animales, casas, personas cercanas. Mucho se ha estudiado el efecto positivo, en el proceso de subjetivación que describió Michel Foucault, que implica reconocerse en un libro.

Sigue habiendo tantas infancias no representadas en la literatura infantil y juvenil que circula en la actualidad, que cuando Catalina me invitó a ser parte del proyecto, con características tan inusuales (fotolibro, infantil, colectivo, de distribución gratuita…) acepté sin dudarlo.

Foto: Enero y Abril.
Foto: Enero y Abril.
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Descarga gratuita del fotolibro

Quise dejar testimonio en mi blog de Hacemos nuestro río, no sólo para compartir este y otros libros de libre descarga, sino porque siento que la experiencia es representativa de un año en el que conocí muchos proyectos que buscan la participación creativa y crítica de niñas, niños y jóvenes (y sus comunidades) en el mundo… para hacerlo muchos mundos. Este libro es mi deseo de año nuevo. Más procesos así.

En ese sentido Casa Gallina es modélico. «A través de sus plataformas, Casa Gallina busca inocular, impulsar y vitalizar iniciativas y propuestas sobre resiliencia, medio ambiente, creatividad en modelos alternos de asociación, y estilos de vida de consumo responsable».

Buena parte de sus programas están enfocados en infancias y libros informativos, por eso recomiendo ampliamente echar un ojo a todas sus publicaciones. Aunque la creación de Hacemos nuestro río no tuvo en su centro un objetivo didáctico, sino más bien estético, sí tiene un aspecto documental y de mapeo, del cruce entre cultura, infancia y naturaleza, que puede propiciar reflexiones comunitarias vinculadas al cuidado del entorno (tema que era mi especialidad cuando trabajaba de reportero de tiempo completo y al que disfruté mucho volver con un libro infantil).

Libre descarga del PDF aquí. 

Hacemos nuestro río

«Publicación de contenido fotográfico dirigido a niñas y niños en la cual se presenta el recorrido de las artistas veracruzanas Enero y Abril, y Lola Medel por los paisajes ribereños de la cuenca del Río Papaloapan. Con sus fotos ellas comparten algo de su experiencia, las sensaciones y encuentros con los elementos naturales que convergen con el río. Al mismo tiempo, esta publicación es tejida con la perspectiva literaria del escritor, también veracruzano Adolfo Córdova. Las manos e imaginación del ilustrador originario de la sierra de Zongolica, Cuauhtémoc Wetzka, crearon un mapa con las estrategias mediación de Cecilia Pompa para proyectar cartografías pasadas y presentes que hacen la vida en los diversos puntos de las localidades aledañas a la cuenca mediante elementos contextuales en un mapa que propicie el conocimiento sobre el río y su entorno. Buscamos que esta publicación invite a les niñes habitantes del Río Papaloapan a que lo reconozcan bajo su propia mirada y construyan sus ríos personales. Este proyecto pretende también que pequeños que habitan otras zonas, con o sin ríos, puedan establecer relaciones más empáticas con el resto de las especies con las que compartimos el planeta».

El mapa

Frente y vuelta del mapa-papalote de Cuauhtémoc Wetzka, con sugerencias de actividades de Cecilia Pompa, contenido en el fotolibro:

Il. Cuauhtémoc Wetzka.
Il. Cuauhtémoc Wetzka.

¿Y el libro impreso?

Si eres mediador(a) de lectura mantente pendiente (en las redes sociales de Casa Gallina) de las próximas exposiciones de Hacemos nuestro río en donde habrá ejemplares disponibles para mediadorxs y promotorxs comunitarios.

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Viajantes de ríos

Comparto también una serie de textos (extraídos del cuadernillo «Los viajantes» del fotolibro) en la que todo el grupo cuenta su vínculo con el río y esta experiencia particular. El primer texto es de la editora, Catalina Pérez:

Foto: Dolores Medel.

“El viaje empieza en una biblioteca”, dijo un escritor muy vago que se llama Michel Onfray, y nosotros pensamos que termina cuando lo contamos en una bitácora ¿tú qué piensas?

A los viajeros nos gusta escribir, hacer poemas y mapas, guardar recuerdos, tomar fotos de lugares increíbles y anotar detalles de plantas y animales inclasificables. La verdad, nos emociona mucho contar de todo un poco en nuestras bitácoras.

Y bueno, en el momento en que abriste esta maletita-biblioteca de viajantes,  ¡te convertiste en parte de la tripulación!

Así que como todo buen explorador te toca ahora contarnos de ti, y de tus recorridos por el río de las mariposas o por otros ríos ¿exploras por debajo del agua, sobre una isla de lirios o sobrevuelas el río con un dron? ¡Lo que se te ocurra, cuéntanos!

Los viajantes fuimos Enero y Abril, Dolores, Adolfo, Catalina, Cecilia, Cuauhtémoc y Casa Gallina, y ahora te contamos un poco de nuestros ríos.

Foto: Enero y Abril.

Enero y Abril 

Enero es, (soy) una niña en verano. Las vacaciones más largas.

Todas mis tías y mis primos vuelven a Veracruz. Pasamos esos días viviendo en casa de mi abuela materna, Adela. Algunos días vamos al pueblo vecino, El Aguaje, nos bañamos en las pozas que le dicen Las quintanas. Llevamos comida, pasamos el día ahí. Soy de las más pequeñas así que permanezco cerca de la orilla, en secreto he tenido un par de espantos donde por aventurarme he sentido breves ahogos. Mis primas más grandes se suben a una piedra y se avientan clavados. Cuando no tienen tiempo de llevarnos ahí, nos vamos solas por el traspatio de mi tía Charo a donde hay una zanja. Con piedras hacemos pozas pequeñas, metemos peces en nuestras playeras mojadas como si fueran peceras o albercas. A veces el río crece, sube, incluso encima del puente, y los carros ya no pueden pasar. Una vez se metió a casa de mi tío Gustavo. Otras veces la gente puede cruzar caminando, pero otras el río se lleva árboles, personas. Cuando crece y es fuerte, es de color café, viene revuelto.

También crecí cerca de otro río que se unía con el mar, en el pueblo de mi familia paterna. En Semana Santa hacíamos lunadas a la orilla de ese río/mar (que a veces también crecía y se llevaba las pequeñas construcciones que pretendían sostenerse frente a ellx). Éramos niñxs que corrían solxs, libres entre los ríos, libres con el mar, bajo nuestro propio riesgo y nuestro aventurado cuidado. Los adultos hacían fiestas en las que se olvidaban de ellxs, y también de nosotrxs. Soy Abril y tengo treinta años, sé que mis sobrinas conocen ese mar, pero ya no saben mucho de ese olvido porque las crianzas cambian, ya no saben de esa zanja porque los ríos no siguen como eran antes. Porque las aguas cambian, porque a veces se secan, porque a veces son cafés aun cuando no están revueltas.

Cuando me bajé a tierra después de mi estadía dentro de la laguna, sentí mis pasos raros. Soñé con la sensación de estar en el agua, no nadar, sino vivir flotando, en la superficie de la tierra o golpeando apenas al agua para moverse por encima de ella. Cada mañana de esos días, Tío Lino decía mi nombre en la ventana y salíamos en la mañana fresca, antes de que el calor lo invadiera todo. Tío Lino sabe perfectamente donde se mira el sol, donde se esconden los animales y cómo mirarlos de cerca. Conoce las zonas más altas de los cerros, el camino que conduce cada brazo de la laguna: de ese río/mar, Tío Lino sabe el idioma del agua.

Agradezco a Carlos García por enseñarme el oficio del documental, por su amistad y apoyo.
A la M. en E. Blanca Elizabeth Cortina Julio del Instituto de Investigaciones Biológicas de la Universidad Veracruzana, por la vinculación. A la comunidad de Nacaste por su hospitalidad, generosidad y por todo lo que me permitieron aprender de su región. Principalmente a Tío Lino por ser guía, maestro y mago y a Lucía Ramírez por abrirme su hogar. Gracias a Gigi por encaminarme en este viaje.

A todas las formas del agua por ser clave y fuente de vida en resistencia.

Foto: Dolores Medel.

Dolores Medel 

Cuando fui niña, viví junto a un río. De ese río emergía un nacimiento de agua que nos quitaba la sed cuando jugábamos a ser exploradores de la selva. Luego quise explorar más cosas y más lugares y me convertí en fotógrafa, así que ahora viajo por ríos, mares, selvas y a veces también viajo en el tiempo, solo para hacer fotos.

Gracias a la fotografía juego con mariposas, unicornios y peces de colores que aparecen en mis imágenes y en mis sueños. Y las mariposas brillan como brilla el reflejo del sol en el río, en ese río que nació para ser dador, para mantenerse cálido y nunca dejar de hacernos temblar.

Río remolino, lagarto, rana, ¡salto!, sapo, rata y ratón. Río tortuga, serpiente, pez, manglar, isla, desborde y platanal. Puente colgante, casitas de colores, perritos a nado, lancha, panga, lluvia y humedad.

Nosotros hemos visto el río con ojos de niña, de niño, con la mirada que se extiende cuando se usa una cámara de fotos. Y caminamos, navegamos, vivimos la noche, sentimos el río, escuchamos estrellas, olimos la luna y vimos una barca desaparecer: entonces las mariposas brillaron, brillan siempre.

Gracias a cada una de las personas que se involucraron en esta aventura ribereña, en especial a las infancias que nunca dejan de soñar.

Adolfo Córdova  

Antes de llegar al río, ya había empezado a navegarlo. Primero en mi memoria. Nací cerquita del mar, en el puerto de Veracruz, pero desde pequeño hubo ríos en mis juegos, en las palabras que escuchaba y tras la ventana del auto que manejaba mi papá. El río Jamapa, que desemboca en Boca del Río; el río La Antigua, que me encantaba atravesar por puente colgante; el río Los Pescados y sus rápidos, cerca de Jalcomulco, donde por poco y no la contamos, mi familia y yo; y, claro, el río Papaloapan, el más sonoro y caudaloso de todos. Del mar al río y de regreso. Después de nacer, seguí nadando en alberca, mar y río. “¡Ya pareces mojarra!”, me dijo una vez mi abuelo. Por eso cuando Catalina me invitó a ser parte de este proyecto, fue como escuchar otra vez ¡mojarra! y salté sin dudarlo.

Ya que desde hace 13 años vivo en la Ciudad de México, que solía estar atravesada por muchos ríos, ahora cubiertos de asfalto, la palabra “río” en mi vida se volvió sinónimo de camino, viaducto, carretera (que es también una manera de pensar los ríos). Y por una carretera, que ya se me hacía más río de piedra, llegamos hasta Chacaltianguis. De equipaje, además de cuaderno y pluma, llevé un par de libros con los que había empezado a empaparme meses antes: Ante un cálido norte, poemas del veracruzano José Luis Rivas, y ¿Qué es un río?, poema ilustrado de la búlgara Monika Vaicenavicienè.

Fue un viaje excepcional. A lo largo de una semana fuimos río arriba, hasta Mil Islas, y río abajo, hasta Alvarado, en equipo cómplice, “la comunidad del río”, podríamos decir, encontrándonos con muchas personas que aman la cuenca de las mariposas y otras que no tanto porque no la conocen o conocen sólo una de sus caras, la peligrosa.

Como soy periodista, disfruté mucho conversando con la gente. Al escucharles hablar, escuchaba ya posibles poemas, pues sus palabras fluían con musicalidad de agua. Leyeron o leerán en este libro muchas de esas voces, algunas casi transcritas directamente de mi libreta, otras inventadas, otras que son mezcla. En toda escritura fluyen muchas corrientes. También me inspiraron voces impresas en otros dos libros con los que me topé en el viaje: Sabores ancestrales de la Cuenca de Eréndira Gorbea, Leopoldo Meneses y otros autores y Tlacotalpan en la historia: 1200-1914 de Raúl Márquez Martinez.

Y aunque ya hace varios meses que volví, siento que una parte de mí sigue allá. El Papaloapan revivió los ríos de mi memoria y mi asombro de infancia. De hecho, Guillermo, uno de los niños que conocí, sin saberlo, me regaló un tesoro: el recuerdo de un juego ¡que había olvidado por completo!: llenar una cubeta de agua y hacer un remolino con la mano. Pasé tantas horas en ese juego, fascinado por las formas del agua y su fuerza (provocada por mi propio movimiento), que pienso es una buena manera de resumir mi experiencia de viaje. Siempre que corra agua por mis manos recordaré lo sagrado del juego y del río. Y de encontrarnos entre juegos y ríos.

Muchas gracias a todas las niñas y todos los niños y sus familias, por sumarse a esta aventura de mirar el río con ojos de amor y respeto y jugar a imaginar ríos y cuentos. Gracias por ayudarnos a hacer este libro.

Y en también a nuestro capitán de río y tierra, Don Freddy y a toda la cofradía de amigos y amigas del río Dora, Lalo, Beto, Mario, Argimir Rangel Pitalúa, Mariacris, Pepepaco, Judith Medina, Rochi, Beto Dorantes, Eliseo Hernández “Tallo”, Mario, Gerardo (Don Lalo).

Cecilia Pompa  

Soy Cecilia y me dedicó a compartir actividades, talleres y exploraciones con niños y niñas de la Ciudad de México, enseñándoles algunas cosas que yo también he aprendido sobre arte, naturaleza y el medio ambiente. Durante los últimos años, el espacio donde hago esto se llama Casa Gallina, una casa grande con un huerto muy bonito, donde vecinos de la Colonia Santa María la Ribera hacen diferentes actividades.

He conocido a muchos niños y niñas cuando visitan algunos museos, como el Museo Nacional de Antropología, el Museo Jumex y el Museo de Geología, donde he podido trabajar para que disfruten estos lugares de maneras diferentes a como están acostumbrados.

Estudié en una escuela de Artes en Xochimilco, un lugar dentro de la ciudad pero en el que sobreviven las chinampas y crecen muchas plantas. Eso me hacía no extrañar mucho mi casa, ya que crecí en un pueblo pequeñito del Estado de México llamado Tultepec, donde truenan muchos cohetes y también sobreviven algunas milpas y el campo.

Foto: Dolores Medel.

Cuauhtémoc Wetzka

En un lugar al que llaman altas montañas en Veracruz, nació un río que se llama Tonto, es delgadito pero largo, largo, tan largo, que esculpe la tierra de la Sierra hasta llegar a Oaxaca. Ahí, en las altas montañas, también nací yo, en el pueblo de Zongolica, el pueblo de la “cabellera retorcida”, eso quiere decir en náhuatl: Tzontli, cabellera y Coliuhqui, retorcida. Eso lo sé porque mi lengua materna es el náhuatl. Mis abuelos hablaban nuestra lengua, y a veces aún hablo en náhuatl con mi abuela Trinidad, ella me enseñó a descubrir y a mirar otros mundos.

A mi abuelito ‘No kokoltzi’ Joaquín, cantor, panadero y maestro, lo conocí por su biblioteca. Y así de imaginar y mirar libros, creo que aprendí a dibujar antes que hablar. Ahora soy inventor de paisajes, experimento con diversos materiales para crear mundos que vienen de mi imaginación. Casi con cualquier cosa. Todo lo que encuentro me sirve: cartón, madera, hojitas, fibras de coco, la mancha que se extiende en el mantel, a veces ¡hasta a un panal le encuentro forma de continente!

Hago también una biblioteca de fotos que inspiran mis ilustraciones. Y así “Ne nik temiktia míak iwan ni mawiltia iwan amoxtli”, es decir “Yo sueño mucho y juego con libros”. Distintos tipos de libros. Por ejemplo, un mapa puede ser un libro en el que leas paisajes. Y para nosotros los viajantes, hacer historias de paisajes es hacer nuestra propia historia, por eso me gustó mucho viajar para guardar recuerdos e imaginar una cartografía del Río Papaloapan. En mi viaje platiqué con pescadores, con niños y mujeres, observé aves y peces que no conocía. Me contaron que el río y su entorno ha cambiado mucho y seguirá cambiando. Por eso dibujar también es hacer historias. Ya sea el retrato de un ave que acompañe un poema, mariposas revoloteando entre páginas, o con un gran mapa de un río podemos compartir montón de cosas curiosas sobre un lugar. ¿A ti te gusta crear historias propias de tus viajes y dibujar para otros?

En Zongolica cuando nos despedimos decimos “chikawatika timotaske” esto quiere decir que le deseamos fuerza a la otra persona y esperamos verlo pronto.

Catalina Pérez

De niña cuando viví en Tlacojalpan no tuve oportunidad de visitar, ni de conocer cómo era una biblioteca. A mí desde chiquita me gustaba leer. Y cuando crecí, me hice bibliotecaria. Cuido libros. Me dedico a mirar montones de libros de todo tipo a donde quiera que vaya. Los libros  para niños como éste son de mis favoritos. Ahora con Adolfo, EneroyAbril, Cecilia, Cuauhtémoc, Deborah, Josefa y Lola, hicimos estos libritos para niñes ribereños ¿Pero qué es un niñe ribereño? Yo creo que son niñes como tú que sueñan ríos, le cantan, tiran piedras, nadan en las orillas cuando se forman sus playas, y también pescan.

Mis hermanos y yo nunca fuimos al río de chiquitos. Luego sí, pero creo que como es muuuuy largo el Papaloapan, con muchas curvas, playas  e islitas, pues cómo que aún no sé qué es. Tuve que volver muchas veces. En mi último viaje, me subí a una lancha con mi papá, y me contó que a media hora caminando desde la orilla se llega a Playa María. Ahí viven muchos parientes. Y me mostró el brazo del río viejo, por  que tú sabes que los ríos tienen cuerpo,y  bailan entre rocas, ¿cierto? Bueno, eso lo aprendí hojeando un libro sobre cómo leer paisajes. Me quedé con el ojo cuadrado cuando supe que desde las montañas se van haciendo venitas de agua que escarban sobre la tierra, se vuelven arroyos y se ensanchan hasta convertirse en un río serpenteante como el Papaloapan.

Ahh, fue imposible navegar sobre el brazo del viejito río, sólo con chalupa se puede recorrer. Ni modo. Desde que hicieron la Presa Miguel Alemán, le dijeron al río que tenía que cambiar su forma para que ya no inundara a los pueblos cada vez que él crecía.

Y bueno, donde comenzaba el sobaco del río, se asomaba un cerrito de lodo en medio del agua. Un arbolito seco le habitaba. Salté de la lancha. Mis pies se hundieron y sentí que fundaba el nacimiento de una islita. Sonreí como si tuviera diez años. No recordaba que aún soy una niña ribereña.

A lxs niñes ribereños Chelis, Freddy, Josué, Carmen, Doralina, Alfredo,  Raúl, Laura y Josefa, les doy una sonrisa tamaño tamal tlacojalpeño como agradecimiento por compartir juntos el tránsito por el río de las mariposas. También a la ribereña Casa Gallina.

Casa Gallina

Casa Gallina es una casa en la Ciudad de México en una colonia llamada Santa María la Ribera, lleva ese nombre porque hace mucho tiempo corría un río cerca. El río ahora es una gran avenida y mucha gente no conoció el río, pero el nombre siempre nos recuerda que ahí pasó agua.

La Casa está abierta a todos los vecinos, grandes y pequeños, para que compartan tiempo y espacio alrededor de la mesa, del huerto o atendiendo a las gallinas que la comunidad decidió nombrar como dos plantas: Ruda y Menta. En Casa Gallina tenemos muchas plantas que atraen diversos insectos y aves. Así ellos encuentran un Rincón de Tierra en donde se  alimentan en medio de una gran ciudad con mucho cemento, por lo que si pones atención escuchas el canto de aves, y ves abejas y abejorros bailando entre las flores.

Fachada de Casa Gallina en el barrio Santa María la Ribera. Foto: Casa Gallina.

Otras publicaciones de libre descarga de Casa Gallina:

Puede resultar particularmente útil, a propósito del proceso de creación y edición de Hacemos nuestro río y del trabajo de mediación de lectura de la comunidad que convoca este blog el libro Constelaciones. Manual de herramientas para mapeos colectivos. 

«Constelaciones es un manual que nace de la iniciativa de generar herramientas de conocimiento crítico e interacciones entre las comunidades y sus territorios. Los contenidos fueron desarrollados a partir de la colaboración en 2015 entre Casa Gallina y Los Iconoclasistas, dúo conformado por Julia Risler y Pablo Ares, cuyo trabajo ha sido pionero en el desarrollo de metodologías y herramientas de mapeo colectivo para conocer críticamente los territorios. El contenido que conforma esta publicación busca generar herramientas abiertas de trabajo colectivo en la visibilización de recursos y el diagnóstico de problemáticas y preocupaciones cotidianas de la vida en comunidad. El material está dirigido especialmente a conocer y entender los procesos que amenazan el territorio y las prácticas tradicionales de convivencia con el entorno natural…».

Esta y otras publicaciones en distintas lenguas, las encuentras todas aquí.

Otro librero digital

También recomiendo ampliamente asomarse al librero digital de Alas y raíces donde se encuentran disponibles las nuevas colecciones «Alas de lagartija» y «Las otras tintas», con títulos de literatura infantil seleccionados a través de un concurso a nivel nacional, y otras colecciones emblemáticas como «Poesía para niños» y «Pasamanos».

Activación de Hacemos nuestro río en Reflexionario Mocambo, Veracruz, Ver. Foto: Enero y Abril.

Entrada No. 232.

Autor: Adolfo Córdova. Fotografía de portada: Enero y Abril.

Fecha original de publicación: 29 de diciembre de 2022.

Fuente de la información e imagen:  https://linternasybosques.com

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Cultura de la productividad y precarización, causas de trabajos esclavizantes.

Por: Roberto Pichardo Ramírez

 

La cultura de la productividad, la normalización de las violencias y la precarización han fomentado la generación de espacios de trabajo esclavizantes que llevan a los trabajadores al límite físico y emocional.

Los mexicanos trabajan mucho, descansan poco, no ganan lo suficiente y están estresados. Diferentes estudios lo han revelado: según la OCDE, México es el país que más excede las horas laborales límite (27% de los trabajadores); el 63% de los trabajadores sufre estrés, de acuerdo con Internet MX y OCC Mundial. Por si fuera poco, esto no se traduce en productividad: nuestro país tiene los índices más bajos de PIB por hora trabajada.

Las alteraciones al ciclo del sueño son el factor que detona los mayores riesgos. Cuando las personas descansan menos, los procesos del sistema endócrino se ven afectados y la salud se deteriora de diferentes formas; aunado a ello, el rendimiento laboral baja. “Tenemos que cambiar la narrativa del lugar que ocupa el trabajo en nuestras vidas”, advierte la Dra. Gabriela Roldán Hernández, académica de la IBERO Puebla.

Desde 2016, el Gobierno de México ha comenzado a regular los diferentes factores de riesgo psicosocial: cargas de trabajo desmedidas, estados de vigilia, conductas violentas y accidentes. La promulgación de la NOM-035 en 2018 y su implementación al año siguiente derivaron en una serie de acciones al interior de las organizaciones para fomentar la salud integral. Y entonces, la COVID.

“[La pandemia] vino evidenciar muchas de las condiciones laborales de precariedad”, comenta Roldán Hernández. Al mismo tiempo, la apertura a las discusiones sobre el bienestar en el trabajo contribuyó a redefinir los conceptos claves. Para la catedrática, el estrés en sí mismo es positivo en tanto que contribuye a la realización de tareas diarias. El problema ocurre cuando los niveles sanos de estrés son rebasados.

A la falta de equilibrio entre la vida laboral y la privada, y los raquíticos periodos vacacionales (que recientemente pasaron de 6 a 12 días), durante la contingencia se sumaron los despidos masivos y el crecimiento de la informalidad (que, según el INEGI, llegó hasta el 60% de los empleos en 2022).

Como respuesta, los espacios laborales han estado obligados a presentar evaluaciones recurrentes sobre sus respectivos riesgos psicosociales y a tomar acciones para la prevención y atención de incidencias. Además, el contexto pandémico dio pie a la creación de la NOM-037 relacionada con el teletrabajo y el derecho a la desconexión.

La académica de la Licenciatura en Psicología de la IBERO Puebla considera fundamental contar con liderazgos sensibles que sean capaces de acatar los nuevos lineamientos y propiciar ambientes laborales armónicos. “La gente piensa que hablar de esta norma solamente es hablar del estrés. Sí, todos nos estresamos, pero lo que se busca con esto es que las organizaciones no sean esas fuentes [de estrés]”.

CULTO AL TRABAJO

En su libro La sociedad del cansancio, el filósofo coreano Byung-Chul Han señala la superproductividad como uno de los principales lastres de la sociedad contemporánea. Gabriela Roldán explica que la adicción al trabajo deriva en actitudes perjudiciales para la salud física y mental como trastornos alimenticios, deficiencias en el descanso y consumo de sustancias.

La profesora propone un cambio de paradigma: “Tenemos que modificar esta cultura y este discurso en el que se dice que las personas dentro de nuestro trabajo somos profesionales y tenemos que dejar nuestra vida personal afuera. Somos seres vivos psicosociales, vamos con todo el bagaje que traemos”. Y complementa: “Debemos dejar de ver que la gente se vaya [de la oficina] a tiempo como un tema de falta de compromiso”.

A tres años de su implementación, la NOM-035 representa un primer esfuerzo formal para establecer condiciones laborales dignas; el aumento en los días de vacaciones es uno de sus efectos más plausibles. Roldán Hernández espera que la legislación establezca las bases para una responsabilidad compartida entre patrones y empleados.

Del mismo modo, recalca la importancia de dejar de normalizar las conductas violentas en el trabajo y cambiarlas por una cultura organizacional basada en la salud integral. “La productividad y el cuidado de las personas no están peleados”, sentencia.

“Necesitamos empezar a ser mucho más conscientes, éticos y cuidadosos de nuestras prácticas y cero tolerantes a conductas que vayan en contra de la dignidad, el respeto y la salud de cada uno de los colaboradores”.Dra. Gabriela Roldán

Publicado originalmente en la IBERO Puebla

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Nuevas posiciones para mirar la práctica docente

 

Hace un par de años en una reunión con docentes de educación básica levanté el brazo enseñando la palma de mi mano a una profesora que se encontraba sentada frente a mí, mientras le pregunté – ¿Qué es lo que miras? – Y ella me dijo – Tu mano, veo líneas en tu palma y parece que me estás diciendo que me detenga.  Fue entonces cuando le respondí que yo solo quería enseñarle el color rojo de mis uñas, pero evidentemente la diferencia de posiciones entre ella y yo, impedían que se cumpliera mi intención. La clave fue la posición.

Mucho de lo que pasa dentro de un Centro de Trabajo con docentes de educación básica tiene que ver con posiciones desde donde interpretamos y reaccionamos ante lo que ocurre.

Eisuke Saito y otros advierten que “los maestros están posicionados por las políticas [educativas] de maneras específicas, en consecuencia, emplean estrategias particulares hacia estas políticas” (2018, p.65). Un nuevo plan de estudios responde a una política pública propuesta por un gobierno que se interpreta y genera reacciones desde distintas posiciones.

Cambiar un programa de estudios, mirado desde la posición de un docente, es cambiar la dinámica de trabajo, y eso, por supuesto que genera reacciones.

En los últimos dos cambios de gobierno y por consecuencia de “proyecto educativo”, entre docentes se han escuchado voces con cierto hartazgo y desánimo diciendo: “a penas me adapto a uno y ya me lo cambian”, “es lo mismo pero con otras palabras”, una especie de tautología… pero, ¿de verdad es lo mismo? o ¿los docentes hacemos lo mismo?

Muchas veces en cambios de planes y programas, los docentes hemos terminado solo por cambiar el significante y atribuir el mismo significado a los diversos conceptos: competencias, aprendizajes esperados, aprendizajes clave, diálogos… es igual a “lo que queremos que las alumnas y los alumnos aprendan” o peor “lo que queremos enseñar”. Por supuesto que no debería ser así, hay principios pedagógicos, enfoques de enseñanza propuestos para cada disciplina, perfil de egreso y fines de la educación… pero todo esto es reinterpretado y mediado por docentes que viven lo educativo todos los días. Ya lo dice Elsie Rockwell (1995):

 Desde esta perspectiva cotidiana, se relativizan los referentes usuales de los debates sobre el currículum: la estructura de las disciplinas, las innovaciones pedagógicas, los libros de texto, los planes y programas. Estos elementos entran en el aula siempre mediados por las prácticas y los saberes de los sujetos que ahí se encuentran.  (Rockwell, 1995, p. 9) 

La vida cotidiana se teje en la escuela, desde la posición que ocupan quienes observan y viven el aprendizaje.

Posiciones desde el “Sur”

Todo proyecto educativo tiene influencia ideológica. En el caso del plan 2022, tiene una marcada inspiración en las Epistemologías del Sur, mismas que son necesarias de revisar ya que este concepto es muy amplio e intenta verse reflejado en una forma particular de aproximarse a lo que se enseña y lo que se aprende dentro de la escuela. Su esencia, según Sartorello y Perales (2021) tiene que ver con:

Generar nuevas comprensiones de la socialidad y de las prácticas relacionadas con la construcción de lo común que permitan la emergencia de alternativas societales (ontológicas, epistémicas y políticas) que se asumen contra-sistémicas y altermundistas con respecto de las que surgen desde el paradigma hegemónico vinculado al sistema mundo capitalista. (p.54)

Los conceptos como construir lo común, alternativas societales, contrasistémico y altermundista, nos pueden sonar totalmente desconocidos y complejos de hilar, lo digo en primera persona porque llevo un año tratando de comprender el significado de mi posición sobre cómo conozco el mundo (epistemología), mi forma de ver la naturaleza de la realidad (ontología), lo que representan miradas dominantes y cómo puedo reconocer estas construcciones en mi vida cotidiana y profesional. No obstante, las epistemologías del Sur, me han ayudado a reflexionar desde otra posición que no había pensado, mirar distinto lo que siempre he mirado como normal, sin que pase por alto ser argumentado.

 Esta lógica de reflexionar desde otras posiciones es como ponerse unos nuevos lentes para mirar la realidad, es, por ejemplo, analizar cuánto de mis actitudes y acciones son inspiradas por una lógica utilitaria donde “la persona” se reduce a lo que me pueda “servir” para un fin; es donde me hago consciente de prácticas en la escuela donde utilizo mi rol docente como una forma de control sobre mis alumnos. Sin embargo, ampliar y trasladar la reflexión para analizar cualquier práctica docente, me parece un reto mayúsculo.

Dudas y algunos retos específicos retos para la práctica docente

De manera específica el plan de estudios 2022 “implica cambiar las lógicas y formas de relación pedagógica entre estudiantes y docentes, familias, la comunidad en general y las autoridades educativas mediante la reflexión y el diálogo” (DOF,2022, p.51).

Pensar en cambiar las relaciones, tendría que partir por describir cómo son ahora, y que con esa propuesta de reflexión y diálogo se tenga claridad hacia dónde se quiere llegar, me pregunto ¿por qué cambiar las relaciones?, ¿acaso no hay relaciones que puedan recuperarse?, ¿hasta dónde son sanas y en qué pudieran transformarse?

Así también, se busca que un eje articulador del programa 2022 sea el pensamiento crítico, desde el cual se den “diversos vínculos con la realidad, en cuya interacción se puedan erigir otras formas de relación con el mundo, considerando de manera efectiva la interacción simétrica con diversas culturas, saberes y lenguas” (DOF,2022, p.101).

Entonces, ¿cómo fomentar la interacción simétrica entre docentes y alumnos?, ¿es el tiempo que escuchamos los docentes a los alumnos durante las clases o fuera de ellas?, ¿es la forma en que guardamos la disciplina?, ¿son las actividades de aprendizaje o la forma de evaluar? Un concepto contrario que pudiera ampliar la explicación son las “interacciones de poder”, mismas que:

Están basadas en la violencia física o simbólica que genera una estructura social desigual… En el caso del centro educativo, esto significa que las interacciones entre profesorado y familiares son en cierto grado de poder, porque el profesorado en la estructura escolar dispone de más poder decisorio que las familias. (Aubert et al., 2010, p.129)

Y esto ¿es posible cambiarlo?, ¿las familias tendrían entonces que decidir más dentro del proceso educativo?, ¿son una propuesta eficiente los Consejos Escolares de Participación Social?, ¿puedo interiorizar qué acciones ejercen violencia simbólica en el salón de clases?; y yendo un poco más profundos: ¿qué tradición epistémica tenemos los profesores?, es decir, ¿cómo hemos aprendido?, ¿cómo nos formamos y qué categorías hegemónicas, universalistas, coloniales prevalecen en nuestra mirada?

Relacionarse, reflexionar y dialogar parecen verbos conocidos y hasta ya practicados por muchos de quienes nos llamamos docentes. Sin embargo, ¿cuánto de esto retomamos al recibir una nueva propuesta curricular?

El camino propuesto en materia educativa cambia de nuevo y lleva a preguntarnos, ¿de verdad algo cambiará? Si queremos que en este nuevo plan no solo se cambien formas sino fondo, necesitamos tiempo suficiente además de un urgente y profundo apoyo para el desarrollo profesional docente. 

El panorama podría ser bastante desalentador, pero ojalá que estos momentos y conflictos al tratar de entender nuevos conceptos como las “epistemologías del sur” sirvan como motivo para que docentes podamos reflexionar nuestra posición tan importante en lo cotidiano del tejer educativo, y abrirnos a cambiar de posición para ver y vivir lo que aún nos espera por delante.

Referencias

Aubert, A., Flecha, A., García, C., Flecha, R., & Racionero, S. (2010). Aprendizaje dialógico en la sociedad de la información. Hipatia.

DOF (2022, 14 de agosto). Acuerdo número 14/08/22 por el que se establece el Plan de Estudio para la educación preescolar, primaria y secundaria.

Rockwell, E. (1995). De huellas, bardas y veredas: Una historia cotidiana en la escuela. En La escuela cotidiana. Fondo de cultura económica.

Saito, E., Atencio, M., Khong, T. D. H., Takasawa, N., Murase, M., Tsukui, A., & Sato, M. (2018). The teacher as a ‘colony’: A case study of agentive responses to ‘colonising’ education policy in Vietnam. Cambridge Journal of Education48(1), 65-86. https://doi.org/10.1080/0305764X.2016.1240151

Sartorello, S., & Perales, C. (2021). Una aproximación epistemológica desde el Sur para el estudio de socialidades, tejidos sociales y entramados comunitarios emergentes. En Entre desgarramientos y alternativas emergentes. Aproximaciones críticas al tejido social ante la crisis civilizatoria.

Secretaría de Educación Pública. (2022). Guía para la Fase Intensiva del Consejo Técnico Escolar y el Taller Intensivo de Formación Continua para Docentes: Plan y Programas de Estudio de la Educación Básica 2022. Educación Primaria. Ciclo Escolar 2022-2023.

*Asesora Técnico Pedagógica (ATP) de Primarias en Xalapa, Veracruz; estudiante del Doctorado Interinstitucional en Educación en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.

Publicado originalmente en la primer edición de la revista impresa: https://revistaaula.com/wp-content/uploads/2022/10/Aula-01D.pdf

Fuente de la información e imagen:  https://revistaaula.com

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¿Por qué el programa analítico no es una planeación didáctica?

Por: Abelardo Carro Nava

 

«Con la construcción del programa analítico por parte de los docentes, ¿la SEP considerará la posibilidad de revisar y valorar la pertinencia del Programa Escolar de Mejora Continua en las escuelas de educación básica?»

De entrada, advierto, que las siguientes líneas no pretenden establecer una verdad absoluta en torno a un tema que, desde luego, tiene varias aristas de análisis; tampoco sugieren que, desde este espacio, se le esté haciendo el trabajo a la Secretaría de Educación Pública (SEP) en razón del mismo tema que me ocupó a escribirlas; lo que sí pretende generar, es un momento de reflexión sobre lo que en los últimos días se ha hablado mucho en el sector educativo y que ha generado una serie de interpretaciones al interior de los colectivos docentes derivado del Taller Intensivo de Formación Continua que se desarrolló, del 2 al 6 de enero, en la mayoría de los estados de la República Mexicana, me refiero al programa analítico y la planeación didáctica. Aspectos que, como se sabe, fueron confundidos, en principio, por la Secretaria de Educación, Leticia Ramírez y, posteriormente, en los Consejos Técnicos Escolares (CTE), en virtud de la desorganización que prevalece en la SEP en cuanto a los tiempos en los que emite las orientaciones para que sean trabajados en estos espacios por las maestras y maestros.

Dicho lo anterior, pretendí recuperar de diversas fuentes consultadas, algunos referentes que permitieran vislumbrar por qué el programa analítico no es una planeación didáctica, aunque se ésta última se derive de éste. Veamos.

Si partimos de la búsqueda de un par de definiciones básicas o generales que no necesariamente estén vinculadas con el ámbito educativo, dado que las fuentes que las ofrecen, solo abordan algunos principios genéricos de lo que se entiende por programa, encontraríamos que éste, por un lado, hace referencia a un plan o proyecto organizado de las actividades que se irán a realizar (Significados, 2022), mientras que el otro, con una mirada un poco más específica, alude a un sistema y distribución de las materias de un curso o asignatura, que forman y publican los profesores encargados de realizarlas (RAE, 2023). Consecuentemente, organización y planeación, parecen ser dos conceptos que, de manera inmediata, podrían llamar nuestra atención; ambas definiciones, desde luego, con miras a desarrollarse en un futuro que puede ser inmediato, a mediano o largo plazo, dependiendo de lo que la institución o docente organice y planee. No obstante, si nos detenemos a analizar un poco más la segunda, podremos identificar tres cuestiones: materias, curso o asignatura, y la figura del profesor encargado de diseñar lo que en el medio educativo se conoce como programa de estudios. Un tema que es por demás interesante considerar, sobre todo en el ámbito universitario, donde muchos profesores se encargan de conformar dicho programa, pero, para el caso que nos ocupa, el de la educación básica, por mandato constitucional y/o reglamentario, esta cuestión no la realiza (o realizaba) el docente porque, como sabemos, le corresponde al estado determinar los planes y programas de estudio (Artículo 3º constitucional). Entonces, con la idea propuesta en el Plan de Estudios 2022 denominada codiseño, ¿la SEP estaría incumpliendo el mandato constitucional dado que los profesores tendrían que elaborar un programa analítico con algunos contenidos que se deriven de situaciones locales, institucionales o de su grupo para incorporarlas como parte de su ejercicio docente? No necesariamente; pero de ello escribo unas líneas más adelante.

Dicho lo anterior, qué podríamos entender por programa de estudio. De acuerdo con Díaz Barriga (2009) por programa podemos entender, el documento oficial de carácter nacional en el que se indica el conjunto de contenidos a desarrollar en determinado nivel, mientras que (si) hablamos de programación (podríamos) referirnos al apoyo educativo-didáctico específico desarrollado por los profesores para un grupo de alumnos en concreto. Programa y programación son planteamientos no excluyentes. Entonces, en el ámbito educativo podría decirse, que es un documento en el cual contiene el proceso pedagógico que los docentes deben cumplir durante el año escolar dado que, dicho programa, establece los contenidos, actividades y los objetivos que deben cumplir los docentes con respecto a sus alumnos.

De esta forma, resulta claro que el programa de estudios, es un documento que posibilita el proceso pedagógico que se pondrá en marcha durante un tiempo determinado, cuyo vínculo con el proceso didáctico es, por así decirlo, indisoluble. Qué se enseña (pedagogía) y cómo se enseña (didáctica), es un tema del cual hablaré en los siguientes párrafos, sobre todo cuando aborde lo relacionado al programa sintético y analítico.

Ahora bien, una de las principales funciones que se pueden identificar de un programa de estudios, sería posibilitar la visión global del plan del que forman parte, (de ahí que) acceder a todos los programas nos puede informar del proyecto educativo que adopta la institución (en este caso la SEP) a través de la carga académica semestral o anual, del conjunto de disciplinas o problemas que se propone abordar y de origen global (Díaz-Barriga, 2009), aspectos que resultan sumamente interesantes considerar, en razón de la comprensión de que los programas, como tales, se desprenden de lo que en nuestro caso conocemos como Plan de Estudio que, dicho sea de paso, en la últimos años se ha venido cambiando, prácticamente cada sexenio, aunque en los hechos, sigan operándose en las escuelas de educación básica: 2011, 2017 y, en próximas fechas (esperemos) el 2022.

Vistas las ideas hasta aquí expuestas, encuentra sentido lo que en nuestros días conocemos con el nombre de programa sintético (que bien podría ser equiparado a un programa de estudios de carácter nacional) y programa analítico (que podría ser definido como un programa de estudios local, institucional o grupal elaborado por el docente); el primero, como se sabe, se concibe como aquel que organiza los contenidos que los estudiantes deben aprender, pero que es necesario contextualizar para atender a la diversidad intercultural y social en su acción pedagógica… Plantea que las maestras y los maestros decidan QUÉ ENSEÑAR y CÓMO ENSEÑAR tomando en consideración a la comunidad y sus saberes, a sus estudiantes y conocimientos y (por tanto) el programa de estudios define los contenidos nacionales comunes (SEP, 2022); mientras que, el segundo, es decir, el programa analítico puede entenderse, como una ESTRATEGIA para la contextualización que los maestros, como colectivo escolar, llevan a cabo a partir de los programas sintéticos, de acuerdo con las condiciones de su situación comunitaria, escolar y, en particular, de su grupo escolar… el programa analítico NO ES UN FORMATO que se llene con ALGUNA RECETA, implica organizar de manera específica varias de las acciones QUE YA SE LLEVAN A CABO EN LA ESCUELA, incorporar nuevas o reorientar el sentido de otras para atender las FINALIDADES que el Plan de Estudios 2022 señala… (por tanto) es un DOCUMENTO de trabajo SENCILLO que se elabora, analiza y evalúa durante el ciclo escolar en las sesiones del CTE o en las academias de secundaria, además de los espacios de formación docente… Se configura a partir de tres planos: 1. Análisis del contexto socioeducativo de la escuela; 2. Contextualización; 3. Codiseño. El primero refiere al ejercicio de lectura de la realidad educativa de la escuela, el segundo explica los procesos de integración curricular y contextualización y, el tercero, incorpora especificidades locales (SEP, 2022).

Resulta claro que, mientras el programa sintético define los contenidos nacionales que habrán de trabajar las maestras y maestros durante el ciclo escolar, el programa analítico, los toma como referente para que, mediante un proceso de contextualización que considera la situación comunitaria, la situación de la escuela o del grupo escolar, diseñe o construya el propio; por tanto, el tema que surge en estos momentos, sería el del codiseño, situación que también ha generado diversas reacciones, más por las ambigüedades y confusiones que, como al inicio comentaba, se desprenden de lo que cada actor está entendiendo por este concepto derivado de la desorganización que hasta el momento permea en la SEP, que por el concepto mismo.

Por codiseño se entiende, según la SEP, aquel proceso que: 1. Incorpora problemáticas, temas y asuntos comunitarios locales y regionales como contenidos necesarios para enriquecer la propuesta curricular; 2. Considera que el colectivo docente de cada escuela delibere en torno a los contenidos que se integrarán a los programas analíticos; 3. Reconoce los procesos de decisión curricular que las maestras y maestros llevan a cabo; 4. No elude la observancia obligatoria de los programas de estudio (programa sintético); 5. Implica una visión contextualizada, flexible y realista para la toma de decisiones de los maestros respecto a cómo se enseña (didáctica) en la escuela; 6. Lo nacional tiene que reposicionarse como el espacio de lo común desde la diversidad que nos caracteriza como país (SEP, 2022).

Entonces, este es un proceso de codiseño que, bien podría decirse, de alguna manera la maestra o maestro realiza, en mayor o menor medida, en su quehacer cotidiano, en su grupo y en su escuela. Cierto, tal vez sin la sistematicidad o siguiendo una metodología previamente establecida (dada la escasa formación en diseño curricular que se le pudo haber brindado en su formación inicial), pero sí con algunos elementos que, pienso, son parte de ésta o éstas.

¿No habría la imperiosa necesidad de propiciar que los maestros identifiquen aquellos momentos en los que incorporan temáticas o contenidos locales, institucionales o hasta grupales en su quehacer docente?, ¿no habría la imperiosa necesidad de propiciar un aprendizaje para la identificación y/o construcción de contenidos y su incorporación al programa analítico tomando en cuenta que, tal ejercicio, puede ser sencillo para algunos y complicado para otros?, ¿no habría la imperiosa necesidad de que existiera una formación continua más sólida sobre diseño curricular para que el profesorado mexicano se adentrara en estos temas? En fin. Algunas cuestiones que, desde luego, desearía que pudiera contestar la SEP en otros CTE y como parte de ese proceso “formativo” que está llevando en este ciclo escolar.

Como se ha visto, Plan de Estudios y Programa Sintético (qué se enseña), responden a una serie de documentos que los profesores tienen que tomar en cuenta para construir en colectivo, o tal vez, de manera individual, lo que se ha denominado Programa Analítico (qué se enseña). Documentos que, si bien consideran el tema de la planeación y organización, su lógica es diferente en cuanto a la que sigue una planeación didáctica (cómo se enseña). Entonces, ¿a qué nos referimos con este último término?

La planificación didáctica se puede concebir como un proceso amplio, flexible y mental que no se limita al registro de información en un formato; sino que empieza con la revisión de materiales (programas de estudio, libros de apoyo, recursos didácticos, bibliografía, entre otros), y que termina y se regenera en cada momento que se evalúan los resultados y se toman decisiones… considera diversos aspectos como el conocimiento de los alumnos, del contexto, del contenido que se aborda, de la teoría pedagógica en la que sustenta su práctica, y el conocimiento de enseñanza presentes en los programas de estudio (SEP, 2012).

Entonces, si el programa sintético y analítico definen QUÉ SE ENSEÑA (derivado de un proceso de contextualización y demás elementos referidos), la planeación didáctica alude al CÓMO PODRÍA ENSEÑARSE aquello que se pretende enseñar, por tanto, planear la situación y el trabajo en el aula y en los espacios escolares, implica prever la organización y la secuencia del modelo educativo, así como los métodos, las estrategias, las actividades, las tareas, las interacciones entre los participantes (el lenguaje, el diálogo, la reflexión, los valores que se anticipan cómo podría operar el grupo), los tiempos disponibles y los espacios para la evaluación formativa… (por ello) habrá de anticipar, en lo posible, los procedimientos que ayudarán al estudiante a construir el aprendizaje, es decir, las estrategias didácticas que usará el profesor… (por tanto) la planeación didáctica anticipa la organización, la estructura y la secuencia de los procesos de enseñanza y de aprendizaje; es el momento para seleccionar actividades, la organización del espacio y tiempo de las actividades; la ocasión para anticipar los medios, recursos, apoyos, instrumentos o materiales didácticos (Monry, s/f).

Y para que todo este proceso ocurra, no habría que perder de vista que, en éste, el profesor pone en juego sus capacidades, conocimientos, experiencia, formación, entre otras cuestiones para construir situaciones de aprendizaje que le permitirían eso, generar aprendizajes en sus alumnos, y bueno, planear lo que haya que planear, puede realizarse siguiendo una determinada secuencialidad dado el desarrollo de los aprendizajes planeados, pero también, del desarrollo cognitivo de los alumnos; para el caso que me ocupa, sabemos que una secuencia didáctica es fundamental en este ejercicio porque, como tal , se encuentra en el marco de una planeación dinámica, donde todos los factores de la planeación se afectan entre sí. Su punto de partida es la selección de un contenido (en el marco que tiene el programa de estudios en su conjunto) y con la determinación de una intención de aprendizaje de ese contenido, sea expresada en términos de objetivos, finalidades o propósitos de acuerdo a la visión pedagógica y didáctica de cada docente (Díaz-Barriga, 2013); por tanto, el inicio, desarrollo y cierre, resultan fundamentales para la generación del proceso que conocemos con el nombre de enseñanza y de aprendizaje.

Ahora bien, desafortunadamente, pienso que un ejercicio tan importante como lo es la construcción de una planeación didáctica por parte del profesor, en las dos últimas décadas (aunque no signifique que con anterioridad no se daba), cuando la tan afamada y mal lograda calidad educativa entró de lleno al terreno educativo, perdió su esencia puesto que, además de dar paso a eso que yo llamó “formatitis”, se le exigió al docente, incluir una serie de indicadores aunque éstos no tuvieran relevancia ni trascendencia para el proceso que el profesor estaba diseñando en esos momentos. Y, lo que es peor, fue la imposición de innumerables formatos para que los profesores “reportaran” dicha planeación a sus autoridades educativas inmediatas y éstas a sus superiores, etcétera, sin que se supiera el destino final de éstas y, mucho menos, se retroalimentara a los profesores. ¿Acaso esta acción no generó un “burocratismo” innecesario que llevó al docente a cumplir solo por cumplir cuando en los hechos, muchas veces, elaboraba otra planeación que, siendo flexible como lo es, suele modificarse una vez que comienza el trabajo con el grupo de alumnos?

De hecho, sobre este tema, en los últimos días, me ha llamado la atención la existencia de muchas páginas que circulan en las redes sociales, que ofrecen a las maestras y maestros formatos algunos programas analíticos construidos a partir del diseño, precisamente, de un formato. Pienso, que todo puede ser de utilidad, siempre y cuando se profundice en los elementos conceptuales, teóricos y metodológicos que fundamente una propuesta curricular puesto que, de lo contrario, caeríamos, una y otra vez, en esa “formatitis” que poco abona al proceso de enseñanza y de aprendizaje; por tanto, considero que es necesario que los docentes construyan un documento orientador en el que, tanto los contenidos, como los procesos de aprendizaje, sean la base para la generación del mismo, y no un formato que solo se tenga que entregar porque se tiene que entregar ante la exigencia de una autoridad que, muchas veces, se encuentra un tanto alejada de lo que verdaderamente ocurre en el aula.

Finalmente, pienso que estamos en la antesala de un proceso que, por años, buena parte del magisterio mexicano de educación básica venía solicitando, me refiero a la posibilidad de tener esa libertad para construir un programa a partir de sus propias necesidades, problemáticas y formas de ver y entender la docencia. La idea del codiseño, con mucha seguridad para algunos docentes universitarios no sea del todo desconocida, dado que muchos de ellos construyen el programa de estudios de la materia, asignatura o curso que imparten; en básica, con esta propuesta curricular, comienza a generarse esta idea pues, como se sabe, habrá contenidos nacionales plasmados en el programa sintético, sin embargo, el docente podría incorporar otros en su programa analítico, dependiendo de sus necesidades (diagnóstico) y los demás elementos que ya he señalado; el probable problema que yo veo es que, de alguna forma, el sistema, por la misma normatividad establecida y por la misma cultura que ha permeado por más de tres décadas en el mismo, impide transitar hacia una forma diferente de concebir el quehacer educativo y docente, pero además, si no se cuenta con una formación continua sólida para las maestras y los maestros, todo proyecto, que podría ser extraordinario, quedaría en los anales de la historia como un buen intento.

 

Al tiempo.

Con negritas:

Con la construcción del programa analítico por parte de los docentes, ¿la SEP considerará la posibilidad de revisar y valorar la pertinencia del Programa Escolar de Mejora Continua en las escuelas de educación básica? Una pregunta que, espero, abordar en otras entregas.

Referencias:

SEP. (2022). Avance del contenido para el libro del docente. el diseño creativo. http://gestion.cte.sep.gob.mx/insumos/php/docs/sesion3/El%20dise%C3%B1o%20creativo.%20Avance%20del%20contenido%20del%20Libro%20del%20docente.%20Primer%20grado.pdf

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El empleo decente va a seguir a la espera en América Latina

Con tres máquinas adquiridas con sumo esfuerzo, Cinthya Wipin se inició en la confección de prendas de vestir en el 2019, actividad que se truncó con el inicio de la pandemia. Ella forma parte de los trabajadores informales en Perú, que son 8 de cada 10, sin beneficios ni derechos laborales.

Las perspectivas a corto plazo de mejora del empleo no son optimistas en América Latina y el Caribe, región con 662 millones de habitantes donde el mercado laboral fue uno de los más golpeados durante la pandemia por la covid-19.

Durante el confinamiento se perdieron masivamente los puestos de trabajo, más de 30 millones de personas se quedaron sin sus fuentes de sustento, siendo las más afectadas las mujeres, cuya participación laboral en la región retrocedió 18 años.

Un informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), advirtió en diciembre de 2022 que pese a los avances en la reducción del desempleo en el primer semestre de dicho año, esta tendencia sería difícil de sostener.

Gerhard Reinecke, especialista principal en políticas de empleo de la oficina de la OIT en Santiago de Chile

“El contexto económico global se ha complicado bastante en los últimos meses y tiene un impacto en la dinámica mundial”, dijo a IPS mediante entrevista virtual Gerhard Reinecke, especialista principal en políticas de empleo de la oficina de la OIT en Santiago de Chile.

“Tenemos el menor crecimiento de China por la política de combate a la covid, estábamos acostumbrados a que crezca 7, 8, 9 % y ahora está en 3%; la guerra de Rusia contra Ucrania; y el contexto inflacionario que impacta sobre las perspectivas económicas del mundo y de la región latinoamericana”, agregó Reinecke, coautor del informe de OIT y Cepal, Coyuntura laboral en América Latina y el Caribe, dinámica de productividad laboral.

Cepal proyectó que la desaceleración económica se acentuará en la región en 2023. Estima un crecimiento de 1,3%, porcentaje que limita el optimismo frente a la recuperación del empleo de calidad, tras los indicadores auspiciosos logrados en el primer semestre de 2022.

En ese período disminuyó la tasa de desocupación en los 16 países analizados en el estudio conjunto de OIT y Cepal, ubicándose en 7 %, porcentaje menor al de pre pandemia. Y se incrementó el trabajo asalariado con una mayor demanda en el sector industrial.

Los países que formaron parte del estudio fueron Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Jamaica, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Trinidad y Tabago y Uruguay.

Ocho de ellos mostraron un crecimiento de más de 4 % del empleo total con respecto al 2021: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay y Perú.

El difícil contexto global así como la menor inversión y crecimiento económico de los países, y el alza de la inflación, recortan las expectativas de sostener la recuperación del mercado laboral en la región y de superar el histórico problema de la informalidad, que hace perder derechos a la población trabajadora.

“Al corto plazo esas nubes siguen estando ahí, no se han despejado las perspectivas para un crecimiento tan dinámico como el que se requiere para dar un impulso fuerte a la creación de trabajo decente”, afirmó Reinecke, cientista político y economista de profesión, con más de 20 años de residencia en Chile.

Es difícil tener empleo con derechos

Cinthya Wipin, migrante en Lima de 36 años, proveniente de la ciudad nororiental peruana de Chachapoyas, es parte de los ocho de cada 10 trabajadores que se encuentran en la informalidad y sin gozar de sus derechos laborales en el país andino de 33 millones de habitantes.

Madre de un adolescente de 16 años y de mellizos de seis, decidió estudiar confecciones en 2018 para tener una mejor calidad de vida y garantizar la educación de sus hijos. Terminado su periodo de capacitación, con los ahorros de su labor de entonces como trabajadora del hogar y los de su esposo obrero de construcción civil, más un préstamo familiar, logró comprarse las máquinas necesarias para empezar su negocio.

“Una amiga me vendió su máquina Singer, es antigua pero buenota, es para coser. A una prima le compré su máquina recubridora, que es para hacer los acabados, y en plazos conseguí la remalladora, que es nueva. Y así fue como me inicié”, contó a IPS en su hogar ubicado en un barrio del distrito de San Juan de Miraflores, al sur de Lima.

No imaginó entonces que luego de tres meses se declararía la pandemia y el confinamiento que encerró a las familias en sus casas entre marzo y julio del 2020. “Yo no lo podía creer, había invertido todos mis ahorros, estaba endeudada y con las máquinas paradas… fue un momento desesperante”, recuerda.

A mediados del año decidió anunciar su servicio de confecciones a través del Facebook y le llegaron pedidos. Continúa así en la actualidad y ha logrado sanear sus deudas, pero necesitaría producir 300 poleras al mes para poder lograr ingresos que cubran sus costos de producción y obtener una rentabilidad suficiente para sostenerse y crecer.

“Tendría que generar unos 15000 soles al mes –unos 3900 dólares- para poder contratar a una persona y alquilar un local. Mi sueño es tener un taller, dar trabajo a otras mujeres y surgir haciendo lo que nos apasiona, porque a mí me encanta coser”, remarca.

Frente a sus máquinas, siente que se realiza.

“Mi esposo me dice para qué te esfuerzas tanto, por qué mejor no compras ropa al por mayor y lo vendes. No, le digo, yo misma quiero comprar la tela, trazarla, cortarla, remallar y hacer los acabados”, explica, refiriéndose al proceso de confección de las prendas.

Ella trabaja más de 12 horas al día realizando labores productivas y de cuidado: tres veces por semana es empleada de hogar; todos los días se hace cargo de la alimentación de su familia, en particular de los mellizos; y cada noche destina tiempo para atender los pedidos que le llegan de camisetas, buzos o poleras.

No es mucho, pero le permite mantenerse en actividad en su rubro y no verse absorbida por lo doméstico.

Con su extenuante jornada laboral logra el sustento diario y ahorrar un poco, pues cuenta con los ingresos que aporta su esposo. Pero no sabe lo que son vacaciones, seguridad social, compensación por tiempo de servicios o fondo de pensiones.

“Quién tiene trabajo estable en estos tiempos, unos poquitos serán. Yo siento que dependo solo de mí, de mi esfuerzo, no hay apoyo de las autoridades. Me animo pensando que de aquí a cinco años, cuando mis niños estén grandecitos y tenga más tiempo y un pequeño capital, podré hacer realidad mi sueño de ser una confeccionista que trabaja con otras mujeres”, dice con una sonrisa.

Desafíos para crear empleo formal

Reinecke indicó que la OIT plantea a los Estados estrategias integradas para las políticas orientadas a superar la informalidad, partiendo por las causas que la originan como es el tejido productivo.

“Hay muchas unidades productivas que son estructuralmente débiles y les cuesta asumir los costos de la formalidad; y falta también el conocimiento de cómo hacerlo”, dijo.

Se refirió también a la “informalidad oportunista” que ocurre cuando una empresa de 50 u 80 trabajadores decide tener 10 o 20 sin contrato, sin cobertura, sin cotización a la seguridad social.

“Según cual sea el segmento de informalidad, las medidas de política también son distintas”, precisó.

Añadió que es necesario ajustar los factores para el fomento productivo, que redunden en más recursos para poder asumir los costos de la formalidad. Y, a la vez, garantizar que la formalidad sea más atractiva, con beneficios evidentes, menores costos posibles y con información disponible para proceder.

“Entonces, los desafíos para seguir creciendo y seguir creando empleos formales, trabajos decentes, siguen ahí”, subrayó.

Fuente: https://ipsnoticias.net/2023/01/el-empleo-decente-va-a-seguir-a-la-espera-en-america-latina/

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México: Presume SEP interés de los maestros para apropiarse del nuevo Plan de Estudios

Presume SEP interés de los maestros para apropiarse del nuevo Plan de Estudios

La titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Leticia Ramírez Amaya, afirmó que los Talleres Intensivos de Formación Continua de Docentes sobre los Planes de Estudio para educación preescolar, primaria y secundaria, fortalecen la transformación educativa del País, ya que permiten un diálogo abierto entre autoridades educativas, maestras y maestros. 

Al encabezar la reunión informativa sobre la realización de los talleres, que se llevaron a cabo del 2 al 6 de enero, la funcionaria federal informó que en ellos participaron más de un millón 100 mil docentes, lo cual habla del interés por parte del magisterio de apropiarse del nuevo Plan y los Programas de Estudio para Educación Básica.    

Ramírez Amaya explicó que el taller sirvió para que, a partir de los programas sintéticos y de sus saberes y prácticas docentes, los docentes trabajaran en el proceso del codiseño con base en la problematización, la reflexión y el diálogo acerca de los componentes centrales del Plan de Estudio.  

Puntualizó que las maestras y los maestros que asistieron al taller de la semana pasada, participaron en la construcción colectiva de un esbozo de Programa Analítico por grado, para lo cual se tomó en cuenta su experiencia. 

Fuente de la Información: https://profelandia.com/presume-sep-interes-de-los-maestros-para-apropiarse-del-nuevo-plan-de-estudios/

 

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