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El surgimiento de las Teorías de Dependencia

Por: Claudio Katz

Las Teorías de Dependencia se desenvolvieron en los años 60-70 en torno a tres vertientes. Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos y Vania Bambirra postularon una concepción marxista, que fue complementada por la visión metrópoli-satélite de André Gunder Frank. Ambas miradas confrontaron con la tesis del desarrollo asociado dependiente que propuso Fernando Henrique Cardoso. ¿Cuáles fueron sus divergencias?

SOCIALISMO Y LIBERALISMO

La Teoría Marxista de la Dependencia fue un producto directo de la revolución cubana . Hasta 1960 nadie imaginaba el debut de un proceso anticapitalista a 90 millas de Miami. Se suponía que esas transformaciones serían consecuencia de cambios previos en los centros del poder mundial. El éxito de Cuba trastocó ese escenario y abrió una gran expectativa de horizontes socialistas próximos para América Latina.

Marini, Dos Santos y Bambirra postularon conceptos acordes a esa esperanza. Participaron en organizaciones que luchaban contra las dictaduras militares y alentaban proyectos de izquierda, en el turbulento período comprendido entre el ascenso de la Unidad Popular chilena (1970) y la caída del Sandinismo (1990).

Los tres autores confrontaron con el imperialismo estadounidense y concibieron propuestas de integración latinoamericana y de asociación internacional con el denominado bloque socialista. Propiciaron una drástica ruptura con la estrategia política de los partidos comunistas, que proponían forjar alianzas con la burguesía para gestar modelos de capitalismo nacional.

Los pensadores brasileños buscaron convergencias con las tendencias radicales del nacionalismo y tomaron distancia de las vertientes conservadoras de esa corriente. Sus conceptualizaciones del subdesarrollo se desenvolvieron en estrecha conexión con todos los debates de la izquierda de esa época ( actitud frente a la URSS, posturas frente a los gobiernos reformistas, oportunidad de la lucha armada) (Bambirra, 1986: 113-115, 78-82).

Los teóricos de la dependencia polemizaron con las interpretaciones liberales, que atribuían el atraso regional a la insuficiente absorción de la civilización occidental o a la herencia cultural indígena, mestiza e hispano-portuguesa.

Marini demostró la inconsistencia de esa concepción, recordando la exacción colonial padecida por América Latina y el posterior dominio de oligarquías despilfarradoras (Marini, 2007: 235-247).

También Dos Santos cuestionó la propuesta liberal de repetir el modelo estadounidense mediante la adopción de comportamientos modernizantes. Señaló que la inserción internacional de la región como exportadora de productos agro-mineros obstruía su desarrollo y refutó la falacia de una paulatina convergencia con las economías avanzadas (Dos Santos, 2003). Además, demostró la inconsistencia de todos los indicadores utilizados por los economistas neoclásicos para evaluar el pasaje de una sociedad tradicional a otra industrial (Sotelo, 2005).

Dos Santos rechazó la interpretación liberal dualista del subdesarrollo como un conflicto entre sectores modernos y retardatarios de la economía. Resaltó el carácter artificial de esa antinomia y retrató la estrecha integración entre ambos segmentos (Dos Santos, 1978: 283-198) .

También Frank participó de esa crítica, destacando que el sector atrasado no era una rémora del modelo imperante sino su principal recreador. Señaló que el subdesarrollo latinoamericano no obedecía a la ausencia de capitalismo, sino a la gravitación de una modalidad dependiente de ese sistema.

Este planteo de Frank no sólo confrontó con la mitología liberal que contraponía el rezago regional con la modernización occidental. Al definir al subdesarrollo como un rasgo intrínseco del capitalismo dependiente, sustituyó las miradas centradas en tipologías ideales por caracterizaciones históricas de los regímenes sociales (Laclau, 1973; Wolf, 1993: 38).

DESARROLLISMO Y MARXISMO

Los teóricos marxistas de la dependencia fueron influidos por las concepciones de la CEPAL, que atribuían el retraso de la periferia al deterioro de los términos de intercambio y a la heterogeneidad estructural de economías con alto desempleo, consumismo de las elites y estancamiento de la agricultura.

Los desarrollistas promovían la industrialización mediante la sustitución de importaciones y mayores inversiones del sector público. Cuestionaban la atadura al modelo agro-exportador y auspiciaban políticas económicas favorables a la burguesía nacional.

Marini coincidió con varios diagnósticos de Prebisch sobre el origen del subdesarrollo y con algunas tesis de Furtado sobre el impacto adverso de la oferta laboral en los salarios. Pero nunca compartió la esperanza de resolver esos desequilibrios con políticas burguesas de modernización. Ponderó los hallazgos teóricos de la CEPAL, cuestionando sus expectativas en el desenvolvimiento capitalista autónomo de América Latina (Marini, 1991: 18-19) .

Además, criticó su desconocimiento de la función cumplida por la región en la acumulación de las economías centrales. Marini explicó la brecha centro-periferia por la dinámica del capitalismo y subrayó la inexistencia de otra variante de ese sistema para el Tercer Mundo. Señaló que el subdesarrollo no podía erradicarse con simples políticas correctivas o con mayores dosis de inversión (Marini, 1993).

Dos Santos formuló una crítica semejante. Recordó que el atraso latinoamericano no obedecía a la orfandad de capitales, sino al lugar ocupado por la zona en la división internacional del trabajo (Dos Santos, 1978: 26-27) .

Los teóricos de la dependencia objetaron, además, la presentación del estado como un artífice del crecimiento, ajeno a las limitaciones de las clases dominantes. Por eso descreyeron del margen sugerido por CEPAL para completar la industrialización latinoamericana.

En este abordaje exhibieron una afinidad con los economistas marxistas de otras regiones que renovaron la caracterización del capitalismo de posguerra, evitando la presentación de esta etapa como una simple continuación del escenario leninista precedente (Katz, 2016) .

Dos Santos destacó la nueva gravitación de las empresas multinacionales y la creciente integración global del capital. Empalmó con los diagnósticos de Amin sobre la ley del valor operando a escala mundial y coincidió con la evaluación de Sweezy del protagonismo estadounidense . También Bambirra señaló ese predomino norteamericano en el nuevo circuito de la acumulación global.

Estas miradas conectaron las mutaciones del capitalismo con el estudio de la crisis de ese sistema. Marini evalúo la dinámica de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia en la periferia, recordando que el declive porcentual de la rentabilidad proviene de la reducción del nuevo trabajo vivo incorporado a las mercancías, en relación al trabajo muerto ya objetivado en materias primas y maquinaria. Remarcó que esa modificación reduce la tasa de beneficio en proporción al capital total invertido .

Marini también señaló que la afluencia de capital a la periferia morigeraba ese declive en las economías centrales, mediante incrementos de la explotación de los trabajadores de la periferia y abaratamientos de la provisión de alimentos e insumos para la industria metropolitana. Pero d estacó que esa compensación acentuaba la asfixia de la capacidad de consumo en los países con salarios más reducidos (Marini, 2005).

Dos Santos compartió este razonamiento combinado de la crisis por desequilibrios de valorización (tendencia decreciente de la tasa de ganancia) y tensiones en la realización del valor (insuficiencia del poder de compra) (Dos Santos, 1978: 154-155 ) . Ambos autores adoptaron una mirada multicausal -semejante al enfoque de Mandel- que clarificó varios rasgos de la crisis en la periferia (Katz, 2009:117-119).

Los teóricos de la dependencia convergieron, además, con Mandel y Amin en el registro de las nuevas bifurcaciones presentes en los países subdesarrollados. Por eso Marini indagó los desequilibrios fabriles de economías intermedias afectadas por mayores costos, desventajas tecnológicas y déficits crónicos en la balanza comercial. Su diagnóstico de Brasil (o Argentina y México) fue coincidente con el expuesto por los estudiosos de la industria de países equivalentes de Asia y África.

Marini analizó las economías medianas de Latinoamérica para superar las presentaciones de la periferia como un universo indistinto. Corrigió viejas tradiciones del marxismo que asemejaban a América Latina con regiones de Asia o África .

 El mismo propósito impulsó a Dos Santos a indagar la especificidad de las industrias latinoamericanas, sujetas a encarecimientos externos de importaciones y ahogos internos por estrechez del mercado interno .

Bambirra conceptualizó el mismo problema introduciendo distinciones entre las economías latinoamericanas. Contrastó los países de industrialización antigua (Argentina, México, Brasil), industrialización posterior (Perú, Venezuela) y estructuras agro-exportadoras sin industria (Paraguay, Haití) (Bambirra, 1986: 57-69) . Esta atención por el subdesarrollo desigual de la región fue un pilar analítico de los teóricos de la dependencia.

LAS NUEVAS CATEGORÍAS

Marini interpretó el deterioro de los términos de intercambio como una expresión del intercambio desigual. A firmó que las transferencias de valor hacia el centro no derivaban de la inferioridad de la producción primaria, sino de la dinámica objetiva de la acumulación a escala mundial (Marini, 1973). De esta forma resaltó la gravitación genérica de la ley del valor en ese proceso.

Pero el pensador brasileño no profundizó ese análisis y soslayó el estudio diferenciado de esos fenómenos dentro y fuera de la industria, que iniciaron los teóricos del intercambio desigual (Emnanuel, Amin, Bettelheim). Tampoco exploró la dinámica de rentas petroleras recicladas en circuitos financieros que indagó Mandel. La misma óptica adoptó Dos Santos. Solamente situó el intercambio desigual en el escenario de las pujas comerciales internacionales, que habitualmente afectan a la periferia (Dos Santos, 1978: 322-323, 367) .

Los autores latinoamericanos concentraron su atención en los desequilibrios de la reproducción dependiente. Dos Santos estudió cómo se combinan los desbalances comerciales con los desajustes de endeudamiento e inflación en los países industrializados de la periferia.

Marini conceptualizó el ciclo de financiación, producción y comercialización de esas economías en contraste con los países centrales. Observó que la inversión privada es menor que en las metrópolis y que el capital extranjero drena fondos a través de royalties, utilidades o compras de maquinaria. Describió cómo las empresas obtienen lucros extraordinarios aprovechando la baratura de los salarios e ilustró de qué forma la baja capacidad de compra recorta el mercado interno (Marini, 2012).

De esta forma teorizó la heterogeneidad estructural de la CEPAL en términos marxistas, como un ciclo dependiente. Retomó de Prebisch el diagnóstico de fuertes límites a la acumulación como consecuencia de las desproporciones sectoriales y las restricciones al consumo y estimó que esa adversidad capitalista impedía el desarrollo.

Pero observó estos desequilibrios como contradicciones específicas del capitalismo dependiente e indagó su dinámica utilizando un modelo extraído del tomo II de El Capital. En ese razonamiento evitó presupuestos abstractos de equilibrio y detectó las mismas tensiones en la acumulación industrial que observaron Amin y Mandel.

Marini remarcó la estrechez del poder adquisitivo retomando las hipótesis de sub-consumo de Luxemburg. Pero ubicó el problema en los escenarios periféricos. En lugar de analizar cómo la obstrucción de la demanda interna empuja hacia el exterior al capital metropolitano, estudió los desequilibrios que genera ese proceso en las economías subdesarrolladas.

El pensador brasileño ya conocía la dinámica del consumo de masas en los países centrales y por eso expuso una teoría del fordismo obstruido en las economías medianas de la periferia. Resaltó la existencia de una gran estratificación del consumo entre segmentos bajos y medio-altos y subrayó la ausencia de una masa de adquirientes medios, comparable a los países desarrollados.

Pero Marini situó la principal peculiaridad de las economías periféricas industrializadas en la superexplotación del trabajo. Utilizó ese término para describir la condición de los obreros sometidos al pago de remuneraciones inferiores al valor de su fuerza de trabajo. Señaló que esa anomalía era el trasfondo de la situación dependiente y de la conducta de clases dominantes que lucraban con tasas de plusvalía superiores al centro.

Marini consideró que la burguesía de la periferia compensaba por esa vía las pérdidas derivadas de su lugar subordinado en el mercado mundial. Señaló que los capitalistas latinoamericanos utilizaban el fondo de consumo de los trabajadores como una fuente de acumulación del capital.

El teórico de la dependencia aclaró que la superexplotación sólo era viable en regiones con grandes excedentes de mano de obra, surgidas de la sobrepoblación indígena (México), el éxodo rural (Brasil) o los flujos inmigratorios.

Situó en la forma de generar plusvalía la principal peculiaridad de las economías medianas latinoamericanas. Al igual que Amin resaltó la vigencia de mayores niveles de explotación. Pero en lugar de explicar este dato por diferencias de salarios mayores que las diferencias de productividades, atribuyó el fenómeno a una remuneración cualitativamente inferior de la fuerza de trabajo. Esta evaluación fue formulada con la mira puesta en el proceso de industrialización de un país con enormes desigualdades del ingreso (Brasil).

SUB-IMPERIALISMO Y BURGUESÍA NACIONAL

Marini no se limitó a retomar las viejas denuncias sobre el rol opresor de Estados Unidos. Introdujo el controvertido concepto de sub-imperialismo para retratar la nueva estrategia de la clase dominante brasileña. Describió las tendencias expansivas de grandes empresas afectadas por la estrechez del mercado interno y percibió su promoción de políticas estatales agresivas para incursionar en las economías vecinas.

Esta interpretación se basó en un razonamiento semejante al desarrollado por Luxemburg para caracterizar las tendencias imperiales de Alemania, Francia o Inglaterra. Esa visión subrayaba que esos cursos se implementaron para contrarrestar el reducido poder de compra local (Marini, 2005).

Pero el marxista latinoamericano le asignó al concepto una dimensión geopolítica muy diferente al registro clásico. No postuló que Brasil se incorporaba al club de potencias que disputan el dominio mundial. Más bien resaltó la subordinación de ese país a la estrategia estadounidense. Por eso habló de sub-imperialismo y retrató el papel de gendarme anticomunista regional jugado por la dictadura brasileña durante la guerra fría contra la URSS.

El teórico de la dependencia completó posteriormente ese sentido del sub-imperialismo introduciendo otras nociones como “ estado de contrainsurgencia”. Utilizó ese concepto para describir el papel de tutelaje represivo ejercido por los militares, en la transición hacia regímenes constitucionales (Martins, 2011a; M endonça 2011). 

Marini habló de sub-imperialismo para subrayar que la principal burguesía sudamericana era socia y no títere de Washington. Resaltó especialmente el rol geopolítico autónomo de una clase dominante que buscaba proyectarse como potencia económica y militar a escala regional (Marini, 1985).

Con esta mirada retomó percepciones de los marxistas clásicos sobre el rol de los imperialismos menores e incorporó los nuevos análisis sobre el papel de Estados Unidos en la posguerra. Su tesis sintonizó con la idea de imperialismo colectivo de Amin en tres planos: la creciente asociación mundial de capitales, la función capitalista protectora ejercida por el Pentágono y el nuevo rol de los custodios regionales asociados con Washington.

Mientras que el subimperialismo fue un tema específicamente abordado por Marini, el giro de la burguesía nacional fue tratado por los tres teóricos marxistas de la dependencia. Señalaron el pasaje de una clase industrialista con proyectos de desarrollo independiente a un segmento asociado con empresas extranjeras. El sostén burgués al  golpe de 1964 fue presentado como un contundente indicio de esa renuncia a procesos de acumulación autónomos ( Chilcote, 1983 ).

Los pensadores de la dependencia remarcaron las conexiones con el capital extranjero y no su simple subordinación. Destacaron el nuevo perfil de burguesías industriales más internacionalizadas, puntualizando las diferencias con la vieja oligarquía terrateniente y con el capitalismo nacional precedente. Dos Santos señaló que ese giro creaba un conflicto con sectores de la burocracia apegados al desarrollismo clásico ( Dos Santos, 1978: 34, López Segrera, 2009).

El teórico brasileño profundizó, además, la dimensión política de ese proceso, al definir el status de una situación subordinada. Estimó que la dependencia se verifica cuando cierto grupo de países condiciona el desarrollo de otros ( Dos Santos, 1978: 305) . Retrató esta situación para el caso latinoamericano, mediante un análisis semejante al propuesto por Amin.

En ambos casos la dimensión política de la dependencia fue diferenciada de la polarización económica, aclarando las conexiones entre procesos que no se desenvuelven (necesariamente) en forma simultánea. Los dos pensadores exploraron la especificidad de la subordinación política al poder imperial, que anteriormente era asemejada a la sujeción económica. Pero en un contexto de absorbente primacía de las estrategias socialistas, esas caracterizaciones sólo fueron esbozadas.

TEORÍAS Y SINGULARIDADES

Marini, Bambirra y Dos Santos intentaron amoldar el marxismo al estudio de la nueva realidad latinoamericana de posguerra. Por esa razón se embarcaron en la misma búsqueda de nociones específicas que encararon Baran-Sweezy con el excedente, Amin con el valor mundial y Mandel con las Ondas Largas. Esta indagación siguió, a su vez, la pista inaugurada por Lenin con el desenvolvimiento desigual, por Luxemburg con la revisión de la acumulación primitiva y por Trotsky con el desarrollo desigual y combinado.

Pero el status de la dependencia como teoría suscitó fuertes debates. Se discutió si constituía una concepción, un paradigma o un enfoque, según las distintas interpretaciones en boga de las leyes sociales.

Dos Santos sostuvo que la teoría de la dependencia ya había alcanzado un nivel científico, al definir las leyes que rigen el desarrollo de los países periféricos. Señaló que esos principios esclarecían la evolución del capitalismo dependiente, con razonamientos equivalentes a los utilizados por Lenin para explicar el imperialismo.

El economista brasileño estimó que las reglas de la dependencia clarificaban de qué forma la sujeción comercial, financiera o tecnológico-industrial generaba bloqueos a la acumulación en América Latina (Dos Santos, 1978: 300, 360-366). Marini trabajó en la misma dirección y atribuyó legalidad científica a los mecanismos generadores de plusvalía en las regiones dependientes.

Ambos teóricos estudiaron la peculiaridad de América Latina frente a otras sociedades dependientes y notaron que sus investigaciones eran distintas a las predominantes en Asia o África. En los principales países de esos continentes los interrogantes giraban en torno a las razones históricas que permitieron a Europa superar a viejas civilizaciones, para someterlas a una degradación colonial (India) o semicolonial (Egipto, China)  (Amin, 2005).

En América Latina los enigmas de la dependencia surgían de la renovación de un status subordinado, al cabo de un siglo y medio de independencia política sin parangón en otras zonas del Tercer Mundo. Esta visión estimuló investigaciones sobre las peculiaridades del Caribe, Centroamérica, Brasil, la región andina y el Cono Sur (Dos Santos, 1998).

Estos estudios fueron abordados con una mirada “desde la periferia”, que Marini adoptó en oposición al paternalismo elitista de estudios latinoamericanos localizados en Estados Unidos, Inglaterra o Francia . Propuso revertir esa anomalía generando conocimientos desde la región ( Marini, 1991: 9-10, 42). Con el mismo enfoque Dos Santos intentó corregir a los autores clásicos del imperialismo, que a su juicio no abordaron esa problemática desde una óptica propia de los países dependientes (Dos Santos, 1978: 301-303, 340-345).

Con estas caracterizaciones del status teórico de la dependencia, los tres marxistas brasileños completaron la presentación de un enfoque que trastocó la agenda de las ciencias sociales latinoamericanas. Los conceptos introducidos por Marini, las caracterizaciones políticas de Dos Santos y las miradas de Bambirra sobre el subdesarrollo desigual crearon perdurables referencias analíticas para los pensadores de ese período.

LA VISIÓN METRÓPOLI-SATÉLITE

André Gunder Frank participó activamente en el surgimiento de la teoría marxista de la dependencia y sus tesis tuvieron un impacto inmediato superior al resto de los autores. Pero su mirada fue diferente y su enfoque de metrópolis-satélites constituyó apenas la primera de las tres concepciones que sostuvo a lo largo de su vida. El periodo inicial fue curiosamente el más corto y afamado de esa trayectoria.

Comenzó sus trabajos bajo el fuerte impacto de la revolución cubana, adoptó las críticas de izquierda a la estrategia comunista de etapas y cuestionó la política de apoyo a la burguesía nacional. Subrayó la inexistencia de espacios para repetir el desarrollo clásico del capitalismo, remarcó la inviabilidad del desarrollismo y postuló la necesidad del socialismo ( Frank, 1970: 211-213).

Frank asumió esa actitud radicalizando ideas políticas liberales y abandonando un esquema evolutivo, que identificaba la superación del subdesarrollo con la erradicación de instituciones pre-capitalistas. No maduró su visión asimilando los debates teóricos marxistas que incorporaron otros autores de la dependencia.

Pero la afinidad con ese enfoque fue señalada por Marini, que resaltó el acierto de la fórmula utilizada por Frank para retratar el retraso latinoamericano. Consideró que el “desarrollo del subdesarrollo” ilustraba cómo la consolidación de las economías avanzadas se consumaba a costa de las relegadas (Marini, 1993). 

El pensador estadounidense no expuso ese corolario identificando los mecanismos de la reproducción dependiente. Tampoco enmarcó su caracterización en el funcionamiento global del capitalismo, ni relacionó su teoría con algún diagnóstico del valor, el sub-consumo o la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.

Frank postuló simplemente que el capitalismo generaba subdesarrollo en la periferia del sistema mundial. Señaló que esa inserción subordinada determinaba la apropiación del excedente de las economías relegadas por parte de las avanzadas.

El autor norteamericano presentó la polarización metrópoli-satélite como dos caras de una misma trayectoria mundial. Subrayó la complementariedad de esos procesos y remarcó el carácter excepcional de la interrupción de esa fractura. Recordó que en la era contemporánea ninguna economía sometida alcanzó el status de potencia central y estimó que el debilitamiento de una metrópoli no modificaba el perdurable status de la dependencia ( Frank, 1970: 8-24) .

El teórico estadunidense aplicó este razonamiento a la historia latinoamericana. Ubicó el origen de la relación centro-periferia en la integración subordinada de la región al capitalismo mundial en siglo XVI. Señaló que en ese encadenamiento a la acumulación global un centro metropolitano (Europa) somete a los satélites periféricos (América Latina), a través de la mediación de ciertos países (España, Portugal), que a su vez se convierten en satélites de la potencia dominante (Gran Bretaña).

Al interior de América Latina este mismo circuito conecta al satélite periférico (Chile) con el satélite colonial principal (Perú), que a su vez es manejado por la metrópoli extra-regional (España o Inglaterra). Esta cadena de sometimientos se recrea junto a la confiscación jerárquica de los excedentes ( Frank, 1970: 1-7) .

Frank expuso dos ejemplos de esta conexión. Ilustró cómo Chile quedó sometido a esa subordinación desde la época colonial, a través de una clase dominante local atada a las exigencias de un puñado de firmas extranjeras. En el caso de Brasil, remarcó la inserción dependiente a través de satélites principales (Sao Paulo), que aseguraron la subordinación de los satélites secundarios (Recife) a las metrópolis (primero Portugal, luego Estados Unidos). No observó diferencias significativas entre los dos países ( Frank, 1970: 119-123, 149-154) .

DOS ABORDAJES DIFERENTES

Frank priorizó el análisis de los drenajes que sufre la periferia, en sintonía con los enfoques de polarización absoluta entre el centro y la periferia de la periferia. En cambio Marini, Dos Santos y Bambirra incorporaron un registro de las bifurcaciones existentes entre economías agro-exportadoras (Chile) y parcialmente industrializadas (Brasil).

Esta diferencia determinó abordajes distintos. Mientras que el pensador estadounidense observó la economía latinoamericana como una totalidad uniforme, sus colegas brasileños estudiaron contradicciones nacionales específicas. Establecieron distinciones en lo que Frank observó como subordinaciones equivalentes.

Los teóricos brasileños partieron, además, de caracterizaciones generales del capitalismo de posguerra que Frank no tuvo en cuenta. Su enfoque no incorpora las evaluaciones de empresas multinacionales, las trasformaciones tecnológicas o los cambios de la inversión que señaló Dos Santos.

Por esta omisión Frank sólo notó que en los momentos de crisis del centro se amplían los espacios para el desenvolvimiento de la periferia. Pero con ese señalamiento explicó sólo el debut de la industrialización latinoamericana, sin aclarar lo sucedido posteriormente.

El pensador estadounidense salteó todas las elaboraciones de la fractura centro-periferia que desenvolvieron los economistas marxistas y asimilaron los autores brasileños. Por eso estudió solamente la dinámica de la exacción, mientras Marini captaba las articulaciones con el capitalismo avanzado y Dos Santos percibía los amoldamientos con la mundialización. Ese registro les permitió evitar simplificaciones y notar las nuevas formas de la dependencia.

Dos Santos cuestionó tempranamente la omisión de Frank de las transformaciones internas de los países subdesarrollados. Objetó su mirada estática y la consiguiente sugerencia de inmutabilidad de la sociedad latinoamericana . Atribuyó esa unilateralidad al apego a una metodología estructural-funcionalista ( Dos Santos, 1978: 304-305, 350-352, 346).

Este error se verificó en la presentación de encadenamientos del centro con sus satélites, como si fueran simples piezas de un tablero dirigido por las grandes potencias. En esta visión los sujetos sociales están ausentes o cumplen un mecánico rol, emanado del lugar que ocupan en el dispositivo global. Los antagonismos entre clases sociales, los conflictos entre segmentos capitalistas y las mediaciones del estado no tienen cabida en ese abordaje.

Por el contrario, en el razonamiento de Marini la preeminencia de ciclos dependientes, formas de superexplotación o transferencias del valor, no anula la gravitación protagónica de los opresores y oprimidos en la dinámica de la dependencia.

Los mecanismos económicos que recrean la polaridad centro-periferia en Frank constituyen sólo el punto de partida de Marini, Bambirra o Dos Santos. Por esta razón los teóricos brasileños no utilizaron el término satélite para describir a las economías dependientes. Esa metáfora alude a un cuerpo que gira en forma invariable en torno a cierto centro, sin ninguna autonomía o desenvolvimiento interno.

Ciertamente Frank aportó varias intuiciones provechosas, pero el desarrollo de esas percepciones quedó obturado por su omisión de los sujetos sociales. Su registro de relaciones tripolares es un ejemplo de observaciones acertadas, que no tienen soporte en conceptualizaciones adecuadas.

Frank notó que la jerarquía global desborda la dualidad centro-periferia, pero al mismo tiempo desconoció la especificidad de las formaciones intermedias. Por eso utilizó el mismo razonamiento para indagar la evolución de Chile y Brasil.

Este reduccionismo fue mayor en su mirada de las burguesías nacionales. A diferencia de Marini y Dos Santos se limitó a constatar la defección de ese sector, sin analizar las contradicciones que inauguraba ese cambio. Además, identificó la asociación con empresas extranjeras con una degradación de las clases dominantes locales a la condición de “lumpen-burguesías” ( Frank , 1979).

Esa noción implica una descomposición de los grupos dirigentes que imposibilitaría su conducción del estado. Marini y Dos Santos nunca perdieron de vista que las burguesías latinoamericanas combinan el usufructo de la renta agro-minera con plusvalías extraídas a los trabajadores. Son grupos gobernantes y no simples capas tributarias del capital foráneo.

Los dominadores de la región están sujetos a patrones de competencia, inversión y explotación propios del capitalismo. Esas normas difieren del puro pillaje que implementa una “lumpen-burguesía”. Es a denominación puede ser aplicada, por ejemplo, a las mafias del narcotráfico que blanquean sus fortunas en actividades financieras o productivas. Son capitalistas marginados del club estable de los dominadores ( Katz , 2015: 41-42) .

Frank tampoco incorporó las distinciones entre la polarización económica y dependencia política que concibieron los teóricos brasileños. Esta omisión no fue ajena a su limitada participación política en los procesos que signaron la trayectoria de Marini, Dos Santos y Bambirra.

Estos tres autores estuvieron directamente involucrados en las disyuntivas de Cuba, Chile o la guerrilla. En cambio Frank sólo adoptó en forma entusiasta las banderas de la revolución cubana, sin aportar reflexiones significativas sobre los dilemas políticos de la izquierda. No formó parte del universo militante que definió la obra de la teóricos marxistas de la dependencia. Esta distancia influyó en el viraje posterior de sus trabajos.

DESARROLLO Y DEPENDENCIA

Fernando Henrique Cardoso desenvolvió un enfoque opuesto a Frank, Marini, Dos Santos y Bambirra, pero quedó inicialmente ubicado en el mismo campo de teóricos de la dependencia.

Su texto con Faleto cuestionó la presentación tradicional del retraso regional como un efecto de fracturas entre la sociedad tradicional y moderna. También objetó las explicaciones de Prebisch-Furtado basadas en el deterioro de los términos de intercambio y la heterogeneidad estructural.

Retrató los mecanismos de sujeción económica que acentuaban la integración subordinada de América Latina al mercado mundial, describiendo dos variantes de esa situación. En los modelos de control nacional las elites, burocracias u oligarquías manejan el principal recurso exportado (Brasil, Argentina), en las economías de enclave esa administración queda en manos de compañías extranjeras (pequeñas naciones de Centroamérica o el Caribe). A partir de este esquema Cardoso describió la diversidad de ordenamientos sociales, que en cada país desembocaron en escenarios de estancamiento o crecimiento.

Más que un diagnóstico del subdesarrollo, el teórico brasileño trazó un cuadro de múltiples cursos, subrayando la importancia de las relaciones establecidas entre los grupos dirigentes locales y las potencias centrales. Identificó esas conexiones con distintas situaciones de dependencia en la asociación entre grupos dominantes nacionales y foráneos (Cardoso; Faletto, 1969: 6-19, 20-34, 40-53).

Cardoso no contrapuso la dependencia con el desarrollo. Sólo destacó que ambos rumbos generan modelos diferenciados, que permiten o frustran el desenvolvimiento de largo plazo. Remarcó que esos senderos son determinados por el bloque conductor del estado, la cohesión social y la conformación de órdenes legítimos de consentimiento y obediencia.

En su mirada los grupos dirigentes definen modelos políticos, que a su vez determinan cursos económicos convenientes o adversos para cada en país. Como esa acción exige autonomía, FHC concentró sus análisis en los países medianos con manejo propio de sus recursos productivos. Estimó que en las economías de enclave predominan regímenes políticos excluyentes, con poco espacio para continuar el desarrollo (Cardoso; Faletto, 1969: 39, 83-101).

Cardoso evaluó que Argentina avanzó significativamente en 1900-30, al incorporar a las clases medias a un dinámico proyecto de la burguesía exportadora. Consideró que Brasil mantuvo una confederación de oligarquías sin hegemonías, ni gravitación de los sectores medios y por esa razón su economía se retrasó. La acción política desde el estado determinó ambos resultados.

FHC estimó que en el periodo posterior (1940-60) el distribucionismo afectó la expansión de Argentina, mientras que Brasil logró un mayor desenvolvimiento industrial, mediante auxilios del estado y menores presiones populares. Las articulaciones generadas por el peronismo y el varguismo definieron ese desemboque.

Cardoso concluyó su estudio señalando la generalizada tendencia a superar los límites del desenvolvimiento, mediante mayores inversiones foráneas y asociaciones de los grupos capitalistas nacionales con sus pares extranjeros (Kubistechek, Frondizi) (Cardoso; Faletto, 1969: 54-77, 111-129, 130-135).

CONFUSIÓN DE TEORÍAS

Las tesis de Cardoso no confrontaron con el liberalismo, no compartieron el espíritu crítico de CEPAL y fueron ajenas a la tradición marxista. Sólo presentaron afinidad con la sociología convencional, con el método funcionalista y con ópticas indefinidas en la relación entre dimensión política y estructura económica, que algunos analistas asocian con Weber ( Martins, 2011b: 229-233).

Cardoso asignó formalmente primacía analítica al condicionante económico (control nacional versus enclave), pero en los hechos atribuyó a los actores políticos (clases, burocracias, elites) la capacidad de generar modelos positivos (desarrollo) o negativos (subdesarrollo).

En todos los casos desconoció los límites que impone el capitalismo a los cursos en juego. Concibió a ese sistema como un régimen conflictivo, pero superior a cualquier alternativa. A diferencia de Frank, Dos Santos, Bambirra o Marini, no adoptó ópticas anticapitalistas, ni propuestas socialistas.

FHC sólo contrastó esquemas de mayor o menor efectividad a partir de tipologías construidas en torno a modelos ideales. Asignó total primacía a los determinantes políticos de ese contrapunto. Estimó que en el marco de ciertas posibilidades estructurales, las trayectorias de cada país quedan definidas por el tipo de alianzas políticas predominantes .

Consideró que en cierto momento la presión obrera favorece la acumulación y en otras etapas la obstruye. Supuso lo mismo para los acuerdos de la burguesía industrial con las oligarquías exportadoras o para la afluencia y salida de capitales (Cardoso; Faletto, 1969: 136-143).

Con esta mirada evaluó la compatibilidad de cada proceso con el desarrollo, siguiendo una lógica funcionalista de amoldamiento o inadaptación a los requerimientos del capitalismo. Adoptó a este régimen social como un dato invariable, omitiendo cualquier reflexión sobre la explotación de los trabajadores.

Cardoso eludió opiniones nítidas. Adoptó la actitud de un investigador distante que diseca su objeto de estudio, observando cómo los distintos sujetos capitalistas forjan alianzas entre sí, aprovechando el acompañamiento pasivo del pueblo.

Lo más curioso de este enfoque fue su presentación como una teoría de la dependencia. En el esquema de FHC ese término constituye un ingrediente más de la deducción funcionalista. Algunas situaciones de dependencia son disfuncionales y otras compatibles con el desarrollo.

En esta visión la dependencia no supone necesariamente una adversidad. Por eso es tan sólo registrada sin ninguna denuncia de sus efectos. FHC omitió considerar cualquiera de los mecanismos de la reproducción dependiente que Marini, Dos Santos o Bambirra señalaron como causantes del subdesarrollo.

Cardoso únicamente observó adversidades significativas en los enclaves. En los países con control nacional del recurso exportado, estimó que las situaciones de dependencia podían diluirse con manejos adecuados. La total lejanía de este enfoque con una teoría de la dependencia quedó inicialmente oscurecida por las ambigüedades y el reconocimiento que rodeó a FHC .

UN DEBATE ESCLARECEDOR

La mirada de Cardoso se clarificó en la polémica que entabló con Marini. En un artículo coescrito con Serra acusó al teórico marxista de estancacionismo. C uestionó la consistencia de la superexplotación, objetó el deterioro de los términos de intercambio, rechazó la existencia de un declive de la tasa de ganancia y subrayó el pujante consumo de las clases medias ( Cardoso; Serra, 1978).

En otros artículos complementó esta crítica, puntualizando que las situaciones de dependencia no obstruían el dinamismo de las economías industrializadas de la periferia (Cardoso, 1980; Cardoso, 1978; Cardoso, 1977a). Estimó que la inversión extranjera incentivaba una revolución burguesa, internacionalizaba los mercados y revertía la estrechez del consumo local (Cardoso, 1973; Cardoso, 1977b; Cardoso, 1972).

Marini respondió ilustrando el nivel de explotación de los asalariados Expuso indicadores de prolongación e intensificación del trabajo y aclaró que su concepto del superexplotación estaba referido a esas modalidades. Señaló también que su modelo no implicaba predominio de la plusvalía absoluta, ni ausencia de incrementos de la productividad.

El teórico marxista retrató, además, la severidad de las crisis de realización, observando que en un marco de alto desempleo y deterioro del salario, el surgimiento de clases medias no compensa la debilidad general del poder de compra ( Marini, 1978) .

Marini recordó que el estancacionismo fue un defecto del pesimismo desarrollista de Furtado y de su tesis de la “pastorización” brasileña. Esa visión diagnosticaba una regresión hacia estadios agrícolas, que fue desmentida por el nuevo periodo de industrialización (Marini, 1991: 34).

El revolucionario brasileño nunca fue estancacionista. Escribió Dialéctica de la Dependencia para indagar contradicciones y no estadios finales del capitalismo (Osorio, 2013) . En la valoración de la dinámica expansiva de ese sistema se ubicó más cerca de Mandel que de Sweezy.

La respuesta de Marini permitió aclarar que sus divergencias con Cardoso no giraban en torno a la existencia de una nueva burguesía local, estrechamente asociada al capital extranjero. Ambos autores resaltaban esa novedad. El punto de discordia era la consistencia y alcance de la industrialización en curso.

Para Marini ese proceso no corregía las viejas limitaciones de la economía brasileña, ni equiparaba su desenvolvimiento con los países centrales. Por el contrario, Cardoso suponía que esas restricciones habían quedado atrás y que el país sudamericano ingresaba en un círculo virtuoso de desarrollo.

En el curso de la polémica Marini modificó su visión inicialmente considerada hacia su adversario y estimó que Cardoso había roto con su pasado, para embarcarse en una “grotesca apología al capitalismo vigente en Brasil”..

Esa fascinación le impedía registrar los datos básicos de un país con desigualdades superiores al promedio mundial, mercados internos más segmentados y desequilibrios de industrialización más significativos. Cardoso omitió estos problemas e ignoró la imposibilidad brasileña de alcanzar la performance histórica de Estados Unidos, Francia o Japón (Marini, 2005).

Dos Santos expuso las mismas críticas. Señaló su coincidencia con Cardoso en la existencia de un giro de la burguesía brasileña hacia mayores asociaciones con el capital multinacional. Pero subrayó su total discrepancia con la presentación de ese viraje como un camino al desarrollo. Puntualizó que el modelo adoptado por la clase dominante incrementaba las inversiones, sin repetir el desenvolvimiento auto-sustentado de las economías avanzadas (Dos Santos, 2003).

Todo el debate confirmó que el deslumbramiento de Cardoso con el capital extranjero había germinado en su libro clásico con Faleto. Ya el título de esa obra – Dependencia y desarrollo – había sido expuesto en implícita oposición al Desarrollo del subdesarrollo de Frank .

Allí se expusieron situaciones de dependencia muy alejadas de las dinámicas estructurales de sujeción que retrataron Marini, Dos Santos o Bambirra . Se supuso que el desenvolvimiento se materializa con políticas económicas acertadas y que el capitalismo no obstruye la erradicación del subdesarrollo .

INVOLUCIÓN SOCIO-LIBERAL

La disolución del sentido de la dependencia fue acentuada por Cardoso en la revisión de su libro. Allí utilizó la fórmula “desarrollo dependiente asociado” para caracterizar la gestión conjunta de las empresas multinacionales con las burocracias y las burguesías locales (Cardoso, Faletto, 1977).

FHC señaló que bajo esa administración las inversiones extranjeras facilitan una intensa expansión económica, sin generar los obstáculos señalados por los teóricos marxistas. Rechazó el enfoque de los autores que ilustraban cómo el crecimiento motorizado por el capital foráneo genera desequilibrios superiores a los padecidos por los países centrales. Esta diferencia cualitativa fue olvidada por Cardoso, que transformó a la dependencia en un concepto antagónico a lo imaginado por los gestores de esa idea.

El único límite real al desarrollo que observó Cardoso en los países intermedios fue la existencia de regímenes políticos excluyentes y obstructores de los mercados que integran a toda la población. Supuso que la remoción de esa barrera política erradicaba también la principal causa del subdesarrollo.

En ese período FHC aún consideraba varios caminos para el logro de esa democratización. Pero poco tiempo después estimó que sólo las transiciones negociadas con las dictaduras pavimentaban ese rumbo. Por eso participó activamente en la gestación de las democracias tuteladas, que en los años 80 aseguraron la continuidad del esquema económico neoliberal inaugurado por esas tiranías.

A partir de ese enfoque Cardoso promovió las transiciones pos-dictatoriales como el marco político ideal para atraer capital extranjero. Inició una fervorosa reivindicación del neoliberalismo y sus divergencias con la izquierda se concentraron en torno a esa apología. Las evaluaciones dispares sobre la dependencia quedaron relegadas como una problemático del pasado.

FHC tomó mayor distancia también de la CEPAL y abandonó cualquier presentación del estado como entidad impulsora de la industrialización (López Hernández, 2005). Es cierto que a diferencia del desarrollismo captó la conversión de las viejas burguesías nacionales en asociadas, pero nunca lamentó, ni cuestionó ese giro. Al contrario, lo reivindicó como un acertado camino hacia la prosperidad latinoamericana.

Su crítica a Marini coincidió con la asunción de posturas más derechistas. Cuestionó todos los conceptos de su adversario que chocaban con su fascinación por el mercado y las empresas multinacionales.

En ese período Cardoso introdujo a la Fundación Ford en el medio académico e incentivó el financiamiento privado de las ciencias sociales. Cortó toda referencia a los problemas discutidos con Marini y evitó los debates relacionados con su propio pasado (Correa Prado, 2013).

Posteriormente como presidente de Brasil Cardoso se transformó en el principal artífice de ajustes, privatizaciones, aperturas comerciales y flexibilizaciones laborales. En la última década traspasó nuevos límites hasta convertirse -junto a Vargas Llosa- en el principal adalid de las causas reaccionarias. Actualmente es un vocero de la intervención imperialista en Venezuela y de todos los atropellos del Pentágono.

Por eso no sorprende su activa participación en el reciente golpe judicial-mediático- institucional que desplazó a Dilma Rouseff. FHC tuvo un papel descollante en esa tropelía, al presentarse como un noble estadista que enaltece los valores de la república, reclamando la destitución de una presidenta electa.

Cardoso escribió 22 artículos con ese hipócrita mensaje en el principal periódico de los destituyentes (O Globo) y asumió esa campaña como una venganza personal contra su rival Lula (Anderson, 2016; Feres Júnior, 2016) . Esta actitud ya generó contundentes repudios de la intelectualidad progresista (CLACSO, 2016).

También el socio de FHC en la crítica a Marini -José Serra- ha sido un activo golpista premiado con el cargo de canciller. Desde allí promueve el mayor giro pro-norteamericano de la historia reciente de Brasil (Nepomuceno, 2016).

La involución neoliberal de Cardoso fue anticipada por la crítica de Marini. La polémica entre ambos no fue un episodio coyuntural de los años 70, ni concentró equívocos de ambos lados. El primer autor negó la persistente realidad del atraso y el segundo explicó su continuidad. Esa diferencia los ubica en polos contrapuestos.

En los últimos años comenzó una revalorización de la obra de Marini ( Murua, 2013:1-3; T raspadini, 2013:10-12). Se difunden sus escritos y se retoman trabajos para actualizar su concepción. Algunos investigadores sostienen que construyó una “economía política de la dependencia” y aporta los cimientos para comprender el subdesarrollo (Sotelo, 2005).

Esta caracterización suscita varias preguntas: ¿Los pilares señalados por Marini son suficientes? ¿La valoración de su enfoque se refiere a la época del revolucionario brasileño o se proyecta hasta la actualidad? ¿Cómo evaluar los cuestionamientos que recibió desde el campo del marxismo? En los próximos textos abordaremos esos problemas.

RESUMEN

Tres teorías de la dependencia surgieron en los años 60. Los autores marxistas conceptualizaron el subdesarrollo desde una expectativa socialista próxima. Cuestionaron los mitos liberales, analizaron los desequilibrios de la industrialización desarrollista y explicaron el atraso por los efectos del capitalismo dependiente.

Marini indagó el fordismo obstruido, la superexplotación, el ciclo dependiente y la doble dimensión del sub-imperialismo. Dos Santos teorizó la diferencia entre polarización económica y dependencia política y Bambirra distinguió las variantes desiguales del subdesarrollo. Asignaron un status científico a su concepción y evaluaron la especificidad de América Latina en el universo periférico.

El enfoque metrópoli-satélite de Frank tuvo afinidades con la visión marxista, pero sólo postuló un encadenamiento de excedentes traspasados al centro. No registró bifurcaciones internas, omitió a sujetos sociales y presentó erróneamente a las clases dominantes como segmentos lumpenizados.

Cardoso planteó un enfoque muy diferente. No contrapuso el desarrollo con la dependencia y se limitó a describir retrasos económicos resultantes de modelos políticos divorciados de las prioridades del capitalismo. Con esa mirada ignoró las diferencias cualitativas entre economías medianas y potencias centrales e inició una involución neoliberal.

REFERENCIAS

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Fuente: http://www.lahaine.org/katz/

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Argentina: Abrirán carreras terciarias de informática y tecnología

Argentina/30 Julio 2016/Fuente: Rio Negro

Funcionarios provinciales y nacionales lanzaron ayer un instituto terciario para fortalecer la formación técnica de jóvenes rionegrinos. El INET también presentó un programa para que estudiantes secundarios reparen netbooks del plan Conectar.

El gobierno rionegrino, acompañado por Nación, dio ayer un primer paso hacia la creación de un Instituto Técnico Superior cuya carrera fundante estará orientada a la informática y a las nuevas tecnologías.

El anuncio se hizo en Cipolletti, en el marco de la Mesa de Innovación Informática de la que participaron autoridades junto a representantes de empresas del sector, entre ellas Samsung Electronics S.A., Cisco Systems, y Microsoft.

“El objetivo es trabajar con escuelas técnicas secundarias, tecnicaturas superiores y de formación profesional con la finalidad de pensar lo que es necesario para este momento concreto del desarrollo de las comunicaciones y tecnología, como así también delinear aquellos debates actualizados que hay que ofrecer a los estudiantes”, sostuvo la ministra de Educación, Mónica Silva.

Junto a ella estuvo el titular del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET), Gabriel Sánchez Zinny, quien junto a técnicos de la cartera educativa nacional difundieron los alcances del Programa “Reparo tu netbook”, para que estudiantes de escuelas técnicas reparen netbooks de Conectar Igualdad. También se anunció el Programa “111 mil Analistas del Conocimiento”, que persigue generar en cuatro años 111 mil personas con los conocimientos y destrezas para trabajar en el sector Informático.

Según se detalló oficialmente, el futuro Instituto Superior tendrá carreras en programación y redes informáticas.

En la actividad de ayer también se firmaron dos convenios: uno, con la empresa rionegrina Altec; y el otro, con Invap, “ambos para vincular la educación con el trabajo en dos empresas rionegrinas con tecnología de punta”.

“A veces miramos la educación como algo estanco, separado del mundo del trabajo; pero esta mesa representa el diálogo que debemos tener en el siglo XXI”.
Gabriel Sánchez Zinny, director ejecutivo del INET.
Fuente: http://www.rionegro.com.ar/cipolletti/abriran-carreras-terciarias-de-informatica-y-tecnologia-JN861487
Fuente de la imagen: http://fpagrado.com/wp-content/uploads/2015/04/inform%C3%A1tica-1.jpg
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Argentina: Riera dispone más cambios en el Ministerio de Educación

América del Sur/Argentina/29 de Julio de 2016/Fuente: Ultima hora

El director de Educación Media, Arnaldo Liuzzi; de Educación Inclusiva, Estela Pistilli y de Educación Técnica, Ramón Iriarte, fueron cesados en sus cargos.

En reemplazo de Pistilli, asumirá Raquel Rabito, mientras que en Educación Media fue nombrada Zully Greco de Benítez.

Estos cambios se suman a la designación de José Arce Fariña como viceministro de Educación Superior, tras la destitución de Gerardo Gómez, que se oficializó este martes.

El nuevo viceministro apunta a la transparencia y anunció que hablará con la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior (Aneaes) y el Consejo Nacional de Educación Superior (Cones) sobre la reinserción de estudiantes estafados por universidades privadas.

Riera asumió como ministro de Educación en mayo pasado tras la destitución de Marta Lafuente como consecuencia de las movilizaciones estudiantiles que siguieron a la toma del colegio República Argentina, en Asunción. Antes se desempañaba como presidente del Consejo de la Magistratura.

Fuente: http://www.ultimahora.com/riera-dispone-mas-cambios-el-ministerio-educacion-n1011133.html

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El mapa de las enfermedades ha cambiado

América del Sur/Argentina/29 de Julio de 2016/Autora:Susana Rigoz/Fuente: Defonline

Sin duda, los cambios en el clima tienen repercusiones en la salud que se manifiestan desde en el incremento de muertes por eventos extremos hasta en la reemergencia de enfermedades, entre otros muchos problemas de salud pública. Sobre la relación entre ambiente y salud, conversamos con la doctora Lilian Corra, presidenta de la Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente.

Desastres naturales, fenómenos meteorológicos inusitados, olas de calor, inundaciones, escasez de alimentos y contaminación del aire y del agua son solo algunos de los factores climáticos que repercuten en la salud humana. Según un informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), las consecuencias de este fenómeno ya impactan en la carga de morbilidad global y las proyecciones indican que se agudizarán los problemas relacionados con la mala nutrición infantil, los cambios en la distribución geográfica de enfermedades infecciosas, en especial las transmitidas por vectores y roedores, y el incremento de muertes y afecciones vinculadas al ambiente.

-Dra. Corra, ¿podemos afirmar que defender la salud pública es en la actualidad un desafío mundial?

-Es relativo, porque la relación entre salud y ambiente es vieja como el mundo mismo. Por eso, cuando veo que algunos profesionales se sorprenden ante ciertos temas, me llama profundamente la atención. ¿Acaso es nuevo que una buena calidad de aire o agua es indispensable para no enfermarse? Quizá lo diferente sea que la medicina está cruzando los parámetros con lo ambiental, poniendo blanco sobre negro y actualizando al hombre de hoy las verdades sabidas desde hace muchísimos años. Creo que el problema es que los seres humanos nos hemos creído que podemos seguir adelante aun en el peor entorno; solo así puede explicarse la falta de conciencia en cuestiones tan relevantes.

-¿A qué otras razones atribuye usted esta falta de conciencia?

-Considero que, en el fondo, creemos que alguien, otro, tiene la responsabilidad de ocuparse de los problemas y ese convencimiento nos exime de culpa y cargo. Es entonces cuando relegamos la responsabilidad personal, profesional e institucional y dejamos de hacer lo que está a nuestro alcance. Debemos empezar a interactuar como sociedad, conociendo la opinión de los profesionales de las instituciones colegiadas. La ausencia de diálogo genera que se tomen decisiones sin una previa evaluación integral, desaprovechando las grandes capacidades profesionales que tiene la Argentina.

-Dado que el tema de salud y ambiente atraviesa la mayoría de las áreas, ¿cómo podría lograrse una coordinación efectiva?

-Aunque en los últimos 20 años los temas ambientales se han instalado, hay mucho que aprender. Las responsabilidades son claras: el Estado tiene la obligación de regular y controlar, y el área académica debe educar para las necesidades. La realidad indica que el sector científico no ha acompañado lo suficiente a la sociedad, por lo cual creo que el cambio debe comenzar por la universidad, que es el ámbito donde se enseña a pensar.

-Además del agua y el aire, ¿qué otros factores son determinantes para la salud pública?

-Al hablar de vías de exposición, hablamos del ambiente, agua, aire y alimentos, y también de productos que se utilizan en la casa como cremas, cosméticos, productos de limpieza o telas. Por otra parte, un factor determinante es el acceso a la salud. No es  lo mismo vivir a cuadras de un hospital que tener que llegar a un centro por medio de un carro tirado por bueyes o no tener obra social o dinero para comprar los remedios.

-Ud. mencionaba diversos tipos de productos que uno suele tener en su casa. La pregunta es: si se comercializan libremente, ¿no significa que están avalados por Salud Pública?

-Esta es una problemática, nacional y global, que remite a la seguridad química. En la segunda parte del siglo XX, hubo un cambio importante en la forma de producir, y muchas veces la industria utiliza químicos en productos que comercializa sin dar tiempo a que se estudie su impacto sobre el ambiente y la salud, y sin que el Estado tenga tiempo de regularlas. Es un círculo complejo. La investigación es lenta; lograda la sospecha o evidencia de toxicidad, hay que estudiar la regulación; entonces, surge el problema de explicarle a la industria que el producto en el que invirtió muchísimo dinero puede estar comprometiendo la salud, aunque no sea evidente a primera vista. Dicho de otra forma, aunque la evidencia científica no sea concluyente. Un caso emblemático de la falta de interacción entre los sectores es la decisión de reemplazar las lámparas incandescentes por las de bajo consumo, que contienen mercurio y fósforo, elementos químicos altamente contaminantes. Fue un gran error que puso mercurio en todas las casas, aumentando el peligro de exposición en el caso de ruptura, sin tener solucionado el problema de la recolección y disposición al final de la vida útil del producto. Ahora comienza una negociación internacional en el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente para la eliminación del mercurio y probablemente en los próximos tres años tengamos que retirar estas lámparas, creando un problema ambiental grave y caro.

-¿Cuáles fueron los principales cambios que se produjeron en los últimos 60 años en la industria química?

-Al hablar de cambios, me refiero a la introducción de químicos de síntesis -de laboratorio- al ambiente con el uso masivo de determinados productos que generan, en algunos casos, lo que llamamos “contaminación difusa”, una contaminación que se encuentra en todas partes y ya no se puede controlar. Un buen ejemplo son los plaguicidas utilizados para el control de plagas y pestes desde la década del 40; algunos, como el DDT, han sido prohibidos por su alta toxicidad. Desde la mitad del siglo XX, se introdujeron estos químicos en diversos productos y procesos y se detectaron -la imprecisión se debe a la ausencia de regulaciones para su registro obligatorio- alrededor de 120.000 químicos, de los cuales menos del 10% fueron probados en cuanto a sus efectos en la salud de los organismos en desarrollo, con consecuencias sobre la reproducción y el coeficiente intelectual, entre otras.

ALERTA, SALUD

-¿A qué se denominan enfermedades centinela?

-Son aquellas que deben ser detectadas o monitoreadas, ya que evidencian la exposición de una comunidad a factores ambientales que pueden no ser identificados a primera vista pero cuyas consecuencias pueden ser medidas. Un ejemplo reciente es el incremento de las enfermedades respiratorias debido a la exposición a las cenizas del Puyehue. Otra enfermedad centinela clásica son las diarreas, relacionadas con la contaminación del agua y los alimentos. E hilando más fino, hay enfermedades emergentes o reemergentes -que aparecen en lugares o poblaciones donde no deberían estar- que cumplen la misma función de alerta. También pueden aparecer o incrementarse en edades en que no son frecuentes, por ejemplo el aumento de la diabetes infanto-juvenil, que evidencia la posibilidad de una exposición temprana a químicos durante la concepción. Es un tema complicado de manejar porque en la mayoría de los casos la enfermedad se manifiesta mucho después de haberse producido la exposición al contaminante.

– ¿El cáncer entra dentro de esta categoría?

-Sí, claro, pero en este caso creo que un factor al que debe prestarse especial atención es al cambio en los patrones de la enfermedad -por ejemplo, la aparición en gente cada vez más joven- y también a los tipos de cáncer: el incremento de cánceres glandulares (mama, próstata, testicular), de cáncer de cerebro y leucemias, que son posibles indicadores de exposición temprana a tóxicos. Hay que ser muy cuidadoso en este tema porque es difícil probar la causa efecto y conocer los mecanismos de cada químico. Aún son pocas las sustancias reconocidas cancerígenas -como el benceno y las dioxinas, entre otras- aunque la lista se va incrementando a medida que se investiga y se realizan más estudios de exposición a bajas dosis por largo plazo sobre las poblaciones.

-¿Qué opinión le merece la percepción social que habla de un aumento de las enfermedades?

-Una cosa es la percepción y otra la confirmación. La percepción puede ser real o errónea y necesita de la confirmación a través de la investigación. Le doy un ejemplo. Existe un estudio realizado en mujeres nacidas antes y después de 1935, año en que se empiezan a utilizar los químicos de síntesis, especialmente plaguicidas, de manera masiva. La investigación puso de manifiesto que aquellas mujeres concebidas antes del 35 tenían seis veces menos incidencia de cáncer de mama que las nacidas en años posteriores. Esto se pudo comprobar muchísimos años después de la exposición. El mapa de enfermedades va cambiando y es necesario estar atentos y recolectar la información de manera armonizada y comparable para conocer las variaciones. Y ese es el otro tema fundamental: reunir la información de modo de que sea útil a lo que queremos leer. Un maestro mío decía: “El que no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra”.

-Una expresión muy utilizada en la jerga médica es la de “carga ambiental de una enfermedad”, ¿a qué se refiere?

-Hace alusión a cuánta responsabilidad tiene el factor ambiental en la generación de una enfermedad. En una intoxicación, es el ciento por ciento, pero en el asma, por ejemplo, debe existir además un determinante inmunológico, porque ante el mismo contaminante otra persona puede generar una bronquitis sin espasmo. Por eso, cuando se sospecha de la toxicidad del factor ambiental, debe denunciarse aun sin la certeza científica total. Hablo del conocido principio precautorio: si creo que una sustancia puede ser tóxica, no debo esperar a que se enferme o muera la gente para advertir a las autoridades. Ignorar esta problemática lleva a los médicos a cometer errores muy comunes como no evaluar a un paciente en su contexto -sin indagar en qué trabaja ni dónde vive- y reenviarlo al lugar donde se genera su enfermedad.

-Llegado el caso de que el médico indague y el paciente viva en un lugar como Dock Sud, ¿qué puede hacer?

-En primera instancia, informar y aconsejar, porque hay información que es definitoria para mejorar la calidad de vida y evitar la enfermedad. Por otra parte, si descubre que una comunidad está en una situación de peligro por la presencia de un contaminante, debe dar el alerta a Salud Pública. Particularmente, creo que el caso de la Cuenca Matanza Riachuelo es un tema muy complejo que depende de la decisión política; y además estoy convencida de que nadie se puso a pensar en el alto costo de la inacción. Este lugar está encuadrado dentro de los denominados sitios contaminados. Hay cálculos recientes que indican que la población afectada por estar expuesta a sitios contaminados alcanza cifras similares a la población que sufre de SIDA.

CAMBIO CLIMÁTICO Y SALUD PÚBLICA


-¿Cuáles son las principales consecuencias del cambio climático en la salud?

-Ante todo, se modificó el mapa de las enfermedades, en especial las trasmitidas por vectores, debido a la migración de mosquitos ante el cambio en las condiciones del clima y también porque se corrió el límite de la selva por los desmontes. Hubo una variación de las isotermas -las líneas de igual temperatura- y del régimen de lluvias, lo que produjo un corrimiento de los vectores. El mosquito, como el ser humano, entre los 20 y 30 grados está cómodo, al modificarse las condiciones de calor y humedad, se va desplazando. Después solo se necesita que aparezca una persona infectada para que se propague una enfermedad.

-¿Esta es la razón del resurgimiento de determinadas enfermedades que se consideraban erradicadas?

-Sí, se trata de las llamadas enfermedades emergentes o reemergentes, como las infectocontagiosas transmitidas por vectores, que estaban controladas pero que al trasladarse el hombre y ocupar las zonas de desmonte, en general teniendo peores condiciones de vida, emergen. En Argentina fueron controladas exitosamente en el siglo pasado con medidas de salud pública, pero a  mediados de los 90 resurgieron la malaria y luego la fiebre amarilla, que en este momento afectan la región del noreste y noroeste, por ejemplo, con zonas endémicas y eventuales brotes epidémicos de malaria.

-¿Se puede hablar de enfermedades centinela del cambio climático?

-Sí. Las trasmitidas por vectores como la fiebre amarilla y el dengue; las diarreas -porque cuando hace más calor o hay más lluvia y se contaminan los lugares de donde se saca el agua potable hay mayor reproducción bacteriana-; y las enfermedades respiratorias. Después hay incidencias indirectas porque los cambios del clima -frío, calor, lluvia- van a generar otros cambios ambientales -sequía, inundaciones-, que crean diferentes circunstancias y entornos propicios para otras enfermedades (alergias, parasitosis, etc.). Hay que estar alerta para detectar estos nuevos escenarios. No se puede hablar de cambio climático sin hablar de seguridad química, ya que el primero es consecuencia de una emisión de químicos al ambiente; tampoco se puede hablar de cambio climático sin pensar que los químicos se comportan de una manera distinta en el ambiente debido a las modificaciones en los parámetros de temperatura y humedad. Es necesario empezar a analizar la realidad de una manera holística.

-¿Hay políticas para el control de enfermedades infectocontagiosas?

-No conozco sobre las políticas actuales pero sí hay instituciones en el Estado con un mandato y responsabilidad específicos que deberían atender estos problemas. Creo que el tema de las enfermedades transmitidas por vectores tendría que abordarse con políticas públicas planificadas y efectivas, de largo plazo. Otra cuestión que se debería analizar en profundidad es el uso de plaguicidas en salud pública: cómo y con qué se realiza el control de plagas, preventivo o en las epidemias. Hay acciones que hacen pensar que todavía debemos fortalecer la información. Recuerdo, cuando tuvimos el problema del dengue, las imágenes de un fumigador usando equipos de protección personal inadecuados, entrando a los hogares, exponiendo a las familias o fumigando en un parque entre la gente. Esas imágenes hablaban por sí mismas de la falta de cultura para manejar tóxicos.

-Como en la mayoría de los ámbitos, siempre se llega al tema de la educación.

-Definitivamente. Por eso yo insisto en eso de la responsabilidad individual, profesional e institucional. Creo que un ejemplo clarísimo es el del consumo. Escucho a muchísimos jóvenes preocupados por el ambiente pero que, sin embargo, están a la espera de las últimas novedades para descartar los celulares o sus equipos electrónicos innecesariamente. Por eso creo que hay que hacer hincapié en el mensaje, para generar un cambio de conducta ahora que comenzamos a entender que somos los artífices de nuestro propio destino. Yo lo llamo el “síndrome de Thelma y Louise”, en referencia a la película en que las dos protagonistas iban en el auto hacia el abismo, y aunque lo sabían y conocían las consecuencias, seguían acelerando.

-Ud. es la presidenta Asociación de Médicos Argentinos por el Medio Ambiente. Según su experiencia, ¿son consultados por los responsables de la toma de decisiones?

-Creo que lo más difícil de nuestro trabajo es el diálogo con el sector privado y empresarial. Respecto del área gubernamental, considero que una de sus falencias es no promover estos espacios, aunque el problema más grave es la inacción y la falta de eficiencia para implementar medidas. Siento que las acciones multisectoriales podrían ser de gran ayuda para lograr y establecer cambios, como quedó demostrado cuando se implementaron. De todas formas, más allá de los problemas, yo estoy muy feliz de vivir en mi país. Cuanto más conozco diferentes lugares del mundo, los problemas y charlo con colegas, más reconozco las capacidades locales y el compromiso social que tenemos los argentinos. Aquí, nadie, por más alejado que crea estar de los procesos de decisión, está ajeno del todo.

Fuente: http://www.defonline.com.ar/?p=7091

Fuente de la imagen: http://elmeme.me/milemadeo/15-fotos-de-la-nasa-revelan-el-terrible-cambio-climatico-sufrido-por-nuestro-planeta_113172

 

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CLACSO: Especialización y Curso Internacional en Espistemologías del Sur

29 de julio de 2016/www.clacso.org

El Consejo Lationamericano de Ciencias Sociales y el Centro de Estudios Sociales, proponen la Especialización y Curso Internacional, denominada: Epistemologías del Sur, bajo la modalidad virtual y con el esquema académico que se presenta a continuación:

■ Modalidad virtual

FUNDAMENTACIÓN

Vivimos tiempos turbulentos y complejos. El mundo experimenta una crisis humanitaria que impacta en todas las dimensiones de la vida. En este escenario, las Epistemologías del Sur surgen para poner en discusión la centralidad hegemónica del proyecto moderno de matriz eurocéntrica y apostar al despliegue de una perspectiva radical que promueva el desarrollo social, político e institucional. A partir del diálogo Sur-Sur, buscamos registrar e interpretar las pervivencias coloniales, capitalistas y patriarcales en nuestras sociedades.

Las Epistemologías del Sur plantean que en el Norte Global existe una sensación de agotamiento intelectual y político que se traduce en el fracaso para abordar, de una manera innovadora, los diversos retos que desafían al mundo en las primeras décadas del siglo XXI: la justicia social inter-generacional; los ámbitos culturales, históricos y cognitivos, así como la relación con el ambiente, entre otros. Por el contrario, el Sur Global, en toda su diversidad, se presenta hoy como un amplio campo de innovación económica, social, cultural y política de creciente diversidad, en el cual los diálogos entre saberes traducen las condiciones de la pluriversalidad.

OBJETIVO
Este espacio de formación tiene como objetivo poner en diálogo el conocimiento y la experiencia producida en el Sur, para contribuir a una puesta en común y discusión de las alternativas emancipatorias a la actual crisis neoliberal. El curso se centrará en el estudio y análisis de las luchas concretas y sus impactos institucionales en diferentes contextos.

La Especialización y el Curso Internacional combinan las perspectivas sociológica, antropológica, filosófica y política descolonial y emancipatoria, para abordar diversos campos del conocimiento anticolonial vinculados con los saberes otros y las experiencias alternativas que desarrollan los movimientos sociales, descoloniales, anti-racistas, feministas y de disidencia sexual, ambientalistas, originarios, por el Buen Vivir.

A partir de una Ecología de saberes y una traducción cultural de los Derechos Humanos se proponen enfoques basados en las Epistemologías del Sur, buscando contribuir a la afirmación de los derechos humanos y al fortalecimiento de la participación de las sociedades de los distintos sures.

DESTINATARIOS
La Especialización y el Curso Internacional en Epistemologías del Sur están dirigidos a estudiantes universitarios de grado y de posgrado; docentes de todos los niveles; activistas y militantes de organizaciones sindicales, movimientos sociales y partidos políticos; funcionarios públicos; trabajadores de prensa; miembros y gestores/as de organizaciones no gubernamentales y profesionales interesados en temas sociales del Sur Global y del Norte.

COMITÉ ACADÉMICO
• Boaventura de Sousa Santos (Universidad de Coimbra, Portugal) – Aula inaugural
• María Paula Meneses (Universidad Eduardo Mondlane, Mozambique y Universidad de Coimbra, Portugal)
• Karina Bidaseca (Universidad Nacional de San Martín y Universidad de Buenos Aires, Argentina)
• Walter Mignolo (Duke University, Estados Unidos)
• Roberto Khatlab (Universidad Holy Spirit, Líbano)
• Rosalva Aída Hernández (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México)
• Nilma Gomes (Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil)
• Marta Sierra (Kenyon College, Estados Unidos)
• Mario Rufer (Universidad Autónoma Metropolitana, México)
• Juan Carlos Gimeno Martín (Universidad Autónoma de Madrid, España)
• Jacques Bertrand Mengue Moli (Universidad de Yaounde I, Camerún)
• Teresa Cruz e Silva (Universidad Eduardo Mondlane, Mozambique)
• Giovanna Micarelli (Universidad Javeriana, Colombia)

Tomando de: http://www.clacso.org/sur-sur/especializacion_y_curso_internacional.php?s=7&idioma=

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La sociedad debe exigir una mejor educación

Por Agustina Blanco

La sociedad es consciente de que un país sólo se puede poner de pie si se persigue una visión de largo plazo, basada en un plan estratégico de desarrollo integral. En general, nadie se opone a este axioma. Me pregunto cómo es que, ante la aceptación generalizada de esta concepción, sigan pasando las décadas en la Argentina sin que este recorrido siquiera comience.

Varias de las respuestas son evidentes: la tendencia natural de buscar el interés personal, la necesidad de resolver problemas inmediatos empezando por los económicos, los objetivos de corto plazo de la política y la complejidad misma de semejante emprendimiento. A este panorama agrego una dimensión más, a mi entender la mayor barrera que nos detiene, que es la falta de confianza en nosotros mismos de poder apropiarnos de un proyecto común de nación y trabajar de manera eficiente y colaborativa en función de su logro. Ese proyecto debería enmarcarse en la visión de una nación con reglas claras, expectativas elevadas y mecanismos que garanticen el desarrollo de lo que más importa, el talento humano de todos y cada uno de sus habitantes.

Una reforma educativa requiere también focalizarse en las variables esenciales: garantizar la nutrición y los estímulos afectivos y cognitivos durante la primera infancia; centrar el sistema escolar formal en un marco de altas expectativas para todos los chicos, independientemente de su origen socioeconómico; atraer y formar el mejor talento para la docencia; garantizar los mecanismos que igualen oportunidades a cada ciudadano dentro del sistema escolar.

La sociedad civil debe encarar acciones concretas, sistemáticas e independientes del gobierno, para monitorear los avances del sistema educativo. Además, debe exigir al gobierno políticas que puedan conciliar lo coyuntural con lo estructural. Sin un reclamo explícito y articulado, nunca existirán suficientes incentivos para enfrentar los enormes costos políticos que una reforma genuina conlleva de modo inherente.

Como sociedad debemos adherir a este enorme simbolismo, pero luego debemos desempeñar nuestro rol más difícil, el de velar por el cumplimiento del acuerdo, y exigir el inicio del recorrido hacia una visión de país que nos demuestre a los argentinos que somos capaces de ofrecer a nuestros hijos y nietos una nación como la que soñaron nuestros próceres desde su génesis.

Fuente noticia: http://www.lanacion.com.ar/1888710-la-sociedad-debe-exigir-una-mejor-educacion

Fuente imagen: http://images.eldiario.es/sociedad/Profesores-condiciones-Dia-Mundial-Docentes_EDIIMA20151004_0143_23.jpg

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