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Entrevista a Joao Pedro Stedile, dirigente del Movimiento Sin Tierra, quien habla de la crisis política. Un golpe de estado para robar los recursos

América del Sur/Brasil/13 Agosto 2016/Autor: Geraldina Colotti/Fuente: Alai

Al amparo del penúltimo voto del Senado sobre el impeachment a la presidenta Dilma Rousseff, hemos entrevistado a Joao Pedro Stedile, histórico dirigente del Movimiento Sin Tierra, en primera fila contra “el golpista Temer”

El impeachment contra la presidenta Rousseff está en sus últimas etapas y se multiplican las manifestaciones. ¿Cuál es la estrategia de los Sin Tierra?

El MST ahora participa en dos frentes de lucha. Primero, estamos en el Frente Brasil Popular, al que adhieren más de 60 movimientos y componentes del partido: para articular una amplia alianza popular de izquierda que se oponga al golpe institucional y organice manifestaciones. El otro frente es justo el del MST y se refiere a la reforma agraria. Preparamos movilizaciones en los campos, contra los golpistas. Independientemente de la votación final contra Dilma, el 29 de agosto, seguramente la lucha de los campos se intensificará, aumentaremos movilizaciones y ocupaciones de tierras. Hay un proyecto de ley que el gobierno golpista se ha empeñado en llevar a cabo con los parlamentarios de la derecha, pero que debe ser todavía aprobado, para liberalizar la venta de las tierras brasileñas al capital extranjero. Es un insulto. Los movimientos campesinos han amenazado que si el proyecto se convierte en ley, cada hacienda vendida al capital extranjero será inmediatamente ocupada.

Ustedes han anunciado la posibilidad de una huelga general. ¿Pero existen las condiciones?

En este momento crítico para la lucha de clases en Brasil, en el que la derecha nos ha impuesto un golpe parlamentario y ha expulsado a la presidenta, solamente podemos influenciar sobre las relaciones de fuerzas reales y llevarlas a una amplia participación de la clase trabajadora. Sin embargo, hasta este momento han ido a las calles sobre todo los jóvenes, las mujeres y los sectores obreros más politizados, los militantes, en resumidas cuentas. Y esto hace difícil tener más fuerza para impedir el golpe. Por esto, estamos discutiendo con la base sobre la practicidad de una huelga general. Sin embargo, el movimiento sindical encuentra dificultades, porque son 28 años que no se realiza en el país una huelga política. Y la clase obrera, muy joven, no tiene la experiencia.

¿Y la derecha? ¿Cuánta capacidad de movilización tiene?

La fuerza de la derecha no está en la plaza. En las calles la hemos derrotado. Decían luchar contra la corrupción, pero el gabinete del gobierno golpista, como lo ha dicho el ex ministro Ciro Gomes, es un verdadero sindicato de ladrones. Es de estos días la noticia que el ministro de relaciones Exteriores José Serra ha recibido sobornos de Petrobras por 23 millones de reales a través de la empresa Odebrecht, en el 2010. Y Temer está involucrado. La derecha es la más corrupta, pero su fuerza está en el poder monolítico que tienen sobre la prensa, en la televisión, en el poder judicial, y en la mayoría del Congreso. Esperamos que los senadores tengan un poco de conciencia y lleguen a 27 a impedir el golpe en las votaciones del 29 de agosto.

¿Qué importancia tienen los Juegos para el gobierno interino?

Desde el punto de vista político, las olimpiadas han sido un fracaso, por la falta de legitimidad del gobierno actual: se ha visto sea en la poca presencia de jefes de estado (los pocos presentes, de América Latina, eran de derecha), sea por los silbidos en la apertura de los juegos. Pienso que los presidentes que han venido lo han hecho sobre todo por intereses específicos, o para pasar algunos días de vacaciones en los hoteles de lujo en Copacabana.

Usted había anticipado que, detrás del golpe institucional, estaba la privatización de Petrobras y su exclusión de la gigantesca zona de extracción del pre-sal, que se está verificando. ¿Qué sucedería si Temer se queda en el poder?

El verdadero objetivo del golpe en Brasil no era Dilma, que ha desarrollado un pésimo segundo mandato, subalterno a los empresarios. El problema es que en la crisis profunda de vivimos en cuanto a ser una economía periférica, dependemos del capitalismo internacional. Y los capitalistas tienen necesidad de tener el control completo de la situación para imponer un plan neoliberal. El proyecto neoliberal es la única forma que conocen para proteger sus intereses y salvar únicamente a ellos mismos. El plan prevé la aplicación de las medidas clásicas de los capitalistas en períodos de crisis, o sea: aumentar la explotación del trabajo con más desocupación, menos salario, ampliación de las jornadas de trabajo y pérdida de los derechos históricos; intensificar el asalto a los recursos públicos destinados a la salud, la educación, la reforma agraria, y ponerlo al servicio de la acumulación privada del capital; privatizar los recursos naturales, que abundan en nuestro país, para sacar un beneficio extraordinario que les ayude a salir de la crisis, por esto se están apropiando del petróleo en el pre-sal, de la minas, del agua, de la biodiversidad y, como decía antes, también quieren las tierras; privatizar las últimas empresas estatales, como las del sector eléctrico, de transporte, de los puertos y de los aeropuertos. Este es el plan por el que están actuando.

¿La crisis que atraviesan las fuerzas progresistas en América Latina es también la crisis de las alianzas que han encabezado los presidentes socialistas del siglo XXI y de los partidos construidos desde arriba? ¿Es el difícil parto hacia un nuevo sujeto político más definido?

El problema de Latinoamérica es más profundo, no depende de los partidos o de los gobiernos. En el período histórico precedente el 2000-2015, ha existido una disputa permanente en el continente entre los proyectos de desarrollo: el neoliberalismo de los Estados Unidos, y el neodesarrollismo de Brasil, Argentina, Uruguay y el proyecto de Chávez y de los siete países que adhirieron. Pero, en los últimos tres años, los tres proyectos han entrado en crisis. Todo el continente, para ser sincero, está involucrado en esta crisis. Y no hay ninguna propuesta para salir porque la misma burguesía está en crisis y busca aumentar la explotación de la clase trabajadora, como explicaba antes. Y ni los pueblos, ni las clases trabajadoras tienen una propuesta clara para un nuevo proyecto. Por esto, la crisis continuará por mucho tiempo, hasta que en cada país las fuerzas populares lleguen a construir un proyecto hegemónico, que saque fuera a nuestros países de esta situación.

¿Cómo se inserta en este cuadro la difícil situación de Venezuela en el Mercosur?

El Mercosur desde antes ya no era una propuesta de proyecto de futuro. Ha sido siempre un acuerdo comercial, del que las empresas instaladas en los cinco países buscaban sacar ventaja para evitar pagar los impuestos. Lo ideal para el Mercosur es el de transformarse rápidamente en un acuerdo económico de la UNASUR: precisamente para ampliar las relaciones de integración económica y política de la América del Sur. El problema es que el fracaso del Mercosur está llegando de la peor forma: la de una crisis internacional, con la derecha que está dominando en Argentina, en Paraguay y en Brasil y que ahora quiere excluir a Venezuela. Pero los uruguayos se están comportando bien, impidiendo cualquier retroceso contra Venezuela. De todos modos, repito, la solución no está en el Mercosur, sino en un nuevo acuerdo más amplio, que se dé en el ámbito de la UNASUR. En este modo podremos resolver problemas importantes para cada país y afrontar el Acuerdo del Pacífico de los Estado Unidos. Pero, para ampliar la UNASUR en esta dirección, debemos frenar el golpe en Brasil y superar la crisis en Venezuela. Y también para esta fórmula estamos un poco atrasados.

Traducido por: Gabriela Pereira para ALAI

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/179426

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Río 2016: una Olimpiada, dos países

Por: Pablo Gentili

Fue una explosión de emoción que hizo vibrar al mundo desde Copenhague hasta la arena blanca de Copacabana. El 2 de octubre de 2009, el Comité Olímpico Internacional elegía Río de Janeiro como sede de los Juegos de 2016. Pantallas gigantes en todas las ciudades de Brasil mostraban al ex presidente Lula abrazado a la delegación de su país, llorando de emoción y siendo aplaudido por Barack y Michelle Obama, por el rey Juan Carlos y la reina Sofía, por José Luís Rodríguez Zapatero y el primer ministro de Japón, Yukio Hatoyama. Chicago, Madrid y Tokio habían sido derrotadas por Río. América Latina, también festejaba. Era la primera vez que una Olimpiada se realizaría en el continente. “Los que piensan que Brasil no tiene condiciones de hacer una Olimpiada, se van a sorprender”, anunciaba exultante Lula.

Y se sorprendieron.

El Brasil que se atrevió a soñar con las Olimpiadas

Al día siguiente del anuncio de Copenhague, dentro y fuera de Brasil, supuestos conocedores de la habitual incompetencia organizativa latinoamericana profetizaban que la decisión había sido un verdadero desatino: ¿quién podría suponer que los Juegos Olímpicos podrían llevarse a cabo en un país como Brasil? Sostenían que la incapacidad organizativa de Río haría que el certamen fuera transferido a alguna otra ciudad. Las amenazas continuaron y por momentos se intensificaron durante los últimos siete años, ya sea por el atraso en las obras de infraestructura o por los riesgos que supondría para los atletas la proliferación del virus del dengue y del Zika. El mismo miércoles 3 de agosto, 48 horas antes de la ceremonia inaugural, Thomas Bach, presidente del COI, afirmaba: “es prematuro hacer elogios y temprano para festejar”.

Sin embargo, la noche del viernes 5, en un Maracaná repleto de color y de vida, de música y de celebración a la diversidad humana, Río emocionó al mundo. Los Juegos Olímpicos comenzaban y, más allá de las complicaciones, que también se produjeron en casi todas las ciudades que los organizaron previamente, nada podía ocultar que la fiesta dejaba definitivamente atrás los prejuicios, las conjeturas y sombrías predicciones de algunos medios de comunicación, de los burócratas del deporte internacional y de los atletas susceptibles a los riesgos del subdesarrollo latinoamericano. Lula, el gran arquitecto y articulador del triunfo de la candidatura de Río, sostuvo recientemente que aquel 2 de octubre de 2009, “Brasil ganó el respeto del mundo”.

Las Olimpiadas han comenzado, aunque en un escenario muy diferente del que imaginó el propio Lula y seguramente todos los brasileños y brasileñas, siete años atrás. Río 2016 encuentra el país sumergido en una crisis política, social y económica sin precedentes.

Ser la sede de los Juegos Olímpicos era, para Lula y su gobierno, la posibilidad de presentar al mundo que Brasil podía ser, al mismo tiempo, una inmensa potencia económica y una tierra de oportunidades para aquellos millones de ciudadanos y ciudadanas que habían tenido siempre sus derechos fundamentales negados. Las Olimpiadas iban a mostrar un nuevo Brasil, un país que decidía abandonar el rumbo que lo transformó en una de las naciones más injustas del planeta y cuya historia se había edificado sobre el fértil sedimento de los privilegios y la impunidad. En 2009, Lula promediaba su segundo mandato presidencial y las conquistas sociales de su gobierno lo habían transformado en uno de los líderes mundiales más admirados y queridos. Brasil mostraba que era posible poner a los más pobres en el centro de las prioridades nacionales, destinando recursos y desarrollando políticas públicas que combatían de forma efectiva la exclusión, la pobreza y, progresivamente, la persistente desigualdad.

Fue un momento de gloria que hoy parece haberse desintegrado en el aire.

El Brasil de las Olimpiadas

La joven y vigorosa democracia brasileña ha dejado paso a un proceso de inestabilidad y fragilidad institucional; escenario de un golpe parlamentario (en un sólido régimen político presidencialista), que avanza inexorablemente hacia la destitución de Dilma Rousseff, ni bien concluyan los Juegos de Río. En su lugar, será consagrado presidente Michel Temer, un sombrío dirigente político, detentor ahora del primer record del certamen: haber recibido la mayor silbatina en una ceremonia olímpica. Confiando en la suerte o quizás en el anonimato que le ofrecía la amplia presencia de extranjeros, Temer exigió que no se mencionara su presencia en el palco oficial, quebrando así un protocolo tan antiguo que se le atribuye al propio Zeus. La principal autoridad pública del país parecía un holograma fantasmal durante una fiesta que el mundo consideró memorable.

En Brasil, la situación social empeora cada día con el aumento de los índices de pobreza y a medida que se desmonta la amplia estructura de programas y acciones que contribuían a la reducción de los aún altos niveles de exclusión. Brasil vuelve de forma acelerada a los años 90, un panorama social semejante al que tenía el país cuando Fernando Henrique Cardoso concluyó su mandato presidencial, casi quince años atrás: altísimas tasas de desempleo, fragilidad extrema del sistema de protección social, negación de derechos fundamentales y multiplicación de carencias en una población diezmada por el hambre, la miseria, la falta de oportunidades y el abandono.

Brasil está hoy muy diferente de cómo lo imaginó no sólo el ex presidente Lula sino también, probablemente, los miembros del COI que prefirieron Río de Janeiro en lugar de Madrid, Chicago o Tokio. Sin embargo, no por eso las Olimpiadas dejarán de tener las condiciones de infraestructura, apoyo logístico y seguridad que necesitan y con las cuales se comprometió el país hace siete años.

Podría parecer paradójico y de cierta forma dramático que Brasil se depare, al mismo tiempo, con el éxito y con el fracaso en estas Olimpíadas. Entre tanto, y más allá de las variables políticas, económicas y sociales que contribuyeron a transformar profundamente el escenario imaginado en el 2009, no ha sido ni será un atributo exclusivo de Brasil el que las condiciones que se esperaban hace una década hayan empeorado en vez de mejorar. Errores de cálculo siempre ocurren, antes o después. Lo que parece ser cierto es que las Olimpiadas no inmunizan ni protegen a los países de la posibilidad de enfrentar profundas crisis, como tampoco suelen traer las incalculables ventajas que el Comité Olímpico promete y que los gobernantes locales suelen amplificar y endulzar.

Como quiera que sea, hay un elemento que no deja de ser frustrante en estas Olimpiadas: la desoladora evidencia de que una ciudad como Río de Janeiro puede realizar con gran capacidad, profesionalismo y eficiencia el mayor espectáculo deportivo del planeta, pero aún no ha podido resolver algunos de sus más persistentes y gravísimos problemas sociales.

Lo que debería sorprender no son los excelentes resultados de la organización y de la preparación de estas Olimpiadas, como también lo fueron los del Mundial de Fútbol en el 2014, sino que todo esto haya sido posible en una ciudad donde cuestiones mucho más simples y básicas para la vida de gran parte de la población suelen permanecer en el olvido, en el abandono o en el universo olímpico de la indiferencia que los más ricos y poderosos le dispensan aquí a los más pobres. Dicho de otra forma, Río de Janeiro pudo asumir la organización de las Olimpiadas con el éxito esperado, lo que pone en evidencia que la imposibilidad de resolver los problemas básicos del bienestar y de la seguridad de su población, así como las dificultades para garantizar ciertos derechos elementales a sus sectores más pobres (como el derecho a la vida, a una educación de calidad, a una atención médica básica, a un empleo decente o a una vivienda digna), no pueden ser sino el resultado del inmenso desprecio a la democracia que han detentado las élites que gobernaron esta ciudad desde su misma fundación.

Río de Janeiro, una ciudad capaz de sorprender al mundo con una Olimpiada inolvidable, pero incapaz de evitar el maltrato que viven diariamente buena parte de sus ciudadanos, incapaz de volverse acogedora y generosa con sus propios habitantes.

No se trata ni de una contradicción ni de una anomalía. Así ha sido siempre.

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«Olimpiadas, ¿para quién?». Foto: AFP

Río de Janeiro, ¿ciudad maravillosa?

La realización de las Olimpiadas significó un inmenso esfuerzo de infraestructura pública para mejorar el transporte urbano, reformar estadios, crear una imponente ciudad olímpica y mejorar las comunicaciones. También, un complejo trabajo logístico, de saneamiento ambiental, de seguridad, control policial y la construcción, en tiempo record, de uno de los laboratorios de análisis de dopaje más avanzados del mundo.

En materia de transporte, fueron construidas carreteras, puentes, casi 20 kilómetros de nuevos túneles, más de 150 kilómetros de líneas de autobuses rápidos y 16 kilómetros de líneas de metro, que permiten ahora unir en pocos minutos diversos puntos de la ciudad que, en los momentos de mayor circulación, estaban separados por varias horas de distancia.

El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, que recién asumía sus funciones cuando vibró junto a Lula en Copenhague, ha sostenido con una rara mezcla de franqueza e impudencia que, “la Olimpiada es un excelente argumento para hacer aquello que uno quiere hacer hace mucho tiempo, pero no ha podido”. Una afirmación que tendría todo sentido si el alcalde se estuviera refiriendo al río artificial creado para las competencias de kayak (que reproducen en plena ciudad tropical un salvaje torrente de agua de deshielo semejante a los que existen en Canadá o Noruega). Sin embargo, la frase constituye una evitable torpeza si lo que quiso decir el alcalde era, por ejemplo, que el gobierno había conseguido resolver algunos de los problemas que impiden que los ciudadanos de Río, especialmente los más pobres, tengan derecho a movilizarse en condiciones dignas y seguras dentro de su propia ciudad. Se pudo gracias a la Olimpiada. O, en otras palabras, si no hubieran existido los Juegos de 2016, seguiría todo como siempre estuvo.

En Río de Janeiro, y en casi todas las grandes ciudades brasileñas, los pobres viajan mal y durante largas horas para llegar a sus empleos, a sus escuelas, para tener atención médica o, simplemente, para visitar a sus familiares y amigos. Además, son frecuentes la violencia y los abusos que sufren los niños, niñas y mujeres al desplazarse en el transporte público urbano. Las Olimpiadas muestran que mejorar estas condiciones no dependía de un milagro, sino de una decidida intervención pública, de un gobierno activo y eficiente. Algo que ahora parece no sólo posible, sino también viable en un corto plazo de tiempo.

Si es así, ¿por qué no se hizo esto antes? ¿Cuáles son las razones que le impidieron a los otros alcaldes y gobernadores del estado, realizar semejante proeza? No deja de ser preocupante que todavía quedan por resolver grandes demandas y deficiencias en el transporte urbano carioca. ¿Habrá que esperar a que los Juegos Olímpicos se realicen nuevamente en Río para resolverlos?

Hace unos días, tratando de calmar a la delegación australiana que cuestionaba las malas condiciones de su residencia en la ciudad olímpica, Eduardo Paes prometió mandarles un canguro para que sintieran “como en casa”. La inhabilidad discursiva del alcalde fue más comentada que otra de sus sorprendentes confesiones: realizar la gran diversidad de obras y transformaciones que ha vivido Río de Janeiro en siete años, sólo costó el 1% de lo que la ciudad gastó en salud y educación durante el mismo período. Preocupados con el canguro, algunos medios dejaron de preguntarle a Paes por qué, a pesar de disponer del 99% restante, había tantas dificultades y barreras para atender las principales demandas educativas y sanitarias de los cariocas.

Lo que Paes quería, era responder a las triviales comparaciones o críticas acerca de todo lo que podría hacerse con el dinero que costaron las obras de los Juegos 2016: 200 escuelas, 100 hospitales, miles de viviendas populares. Tratando de responder a las críticas, el jefe del gobierno local dejó al descubierto que, con poco dinero (el 1% de lo que se gasta cada año en educación y salud) “se pueden hacer milagros” y transformar a Río en una ciudad a la altura de Madrid, Chicago y Tokio. “Somos mejores que ellas”, afirmó Paes, un político propenso a la exageración.

Los hospitales y las escuelas públicas de Río enfrentan una crisis profunda. Sus edificios se encuentran en pésimo estado, existe un estructural déficit de personal y de equipamientos, así como una recurrente falta de oportunidades de formación y capacitación para sus cuadros profesionales. Las clases medias de la ciudad hace años han abandonado la escuela pública y no se atienden en los hospitales administrados por el Estado, cuyos servicios quedan restringidos a la población más pobre, sin recursos económicos y con menor capacidad para hacer oír sus demandas y exigir el cumplimiento de sus derechos.

Al finalizar el año pasado, el Estado de Río de Janeiro, que comparte la responsabilidad de la oferta pública de educación y salud con el gobierno de la ciudad, decretó la emergencia sanitaria ante la imposibilidad de financiar y hacer funcionar sus hospitales. Muchas unidades de salud suspendieron la atención. A poca distancia del Estadio Olímpico João Havelange, en el barrio de Meier, se encuentra el Hospital Municipal Salgado Filho, uno de los que será utilizado como referencia para las urgencias y atenciones médicas durante los Juegos. Semanas antes del inicio del certamen, un informe del Consejo Regional de Medicina, denunciaba que el hospital enfrentaba un grave déficit de camas y la superpoblación de las salas de cuidados intensivos, donde se utilizaban medicamentos vencidos. El documento indicó que el sector de atención pediátrica se encontraba en situación crítica: “el espacio es exiguo y absolutamente inadecuado para el cuidado de los niños y sus familiares (…) no existen condiciones para la atención del paciente pediátrico admitido en la emergencia del hospital”, sentenciaba.

Río de Janeiro puede tener estadios a la altura del primer mundo, pero tiene hospitales a la altura del tercero. Ante las críticas o la indiferencia que han generado las Olimpiadas en organizaciones, periodistas o intelectuales de la ciudad, Paes sostuvo que: “hay gente que tiene complejo de perro callejero”. Entre canguros y perros con síndrome de inferioridad, el alcalde de Río agota sus argumentos en defensa de las reformas llevadas a cabo para los Juegos de 2016, sin llegar a entender que el problema es justamente ese, que se puedan hacer con éxito grandes obras de infraestructura en una ciudad que no consigue siquiera que sus hospitales públicos atiendan en buenas condiciones médicas a los niños y niñas que lo necesitan.

Al igual que los centros de salud, las escuelas de Río enfrentan un grave deterioro. El hecho quizás pase desapercibido a los que visitan la ciudad durante las Olimpiadas, ya que la fachada de todas las instituciones educativas localizadas en las áreas próximas al desarrollo de los Juegos han sido pintadas y mejoradas durante los últimos días. Uno de los pocos centros que ha recibido alguna mejora más estructural es la Escuela Municipal Cícero Pena, en plena Avenida Atlántica, en Copacabana, ahora transformada en la Casa del Voleibol de Playa. Nadie sabe, a ciencia cierta, cómo quedará la escuela después de las Olimpíadas, ya que no siempre las necesidades arquitectónicas de una “casa” del voleibol son semejantes a las de una escuela.

Quizás el paradigma del abandono lo represente la Universidad del Estado de Río de Janeiro, que cinco meses antes del inicio de las Olimpiadas, dejó de funcionar ante la falta de seguridad, de limpieza y el corte de los servicios públicos básicos. A esto, se sumó una huelga de trabajadores docentes y no docentes, por los atrasos salariales y por el incumplimiento de acuerdos con los sindicatos del sector por parte del gobierno regional al mando del gobernador, Luiz Fernando Pezão. La Universidad del Estado de Río queda en el mismo emplazamiento urbano que el Maracaná. Es el edificio que se encuentra justo al lado del estadio, unido por una gran pasarela. Comparten la misma estación de metro y, los días en que se realizan presentaciones deportivas, la universidad sirve de estacionamiento para los asistentes al estadio. Ambos pertenecen al Estado de Río de Janeiro. Sin embargo, mientras la universidad ha vivido abandonada en los últimos años, el Maracaná no ha dejado de mejorar, primero para el Mundial, ahora para los Juegos Olímpicos.

De un lado, uno de los mejores estadios del mundo en pleno funcionamiento. Del otro, una de las mejores universidades de América Latina, cerrada, abandonada, en ruinas. A su propia universidad, ni para las Olimpiadas el gobierno de Río la ha vestido de fiesta.

En Río se pueden hacer estadios monumentales sobre la arena (como el que se utilizará para las competencias de voleibol de playa); se pueden realizar túneles atravesando cerros inmensos; Santiago Calatrava puede construir puentes y museos excepcionales;  se puede edificar una impresionante ciudad olímpica con 37 enormes edificios de 17 pisos cada uno. Se pueden construir más de 3.600 apartamentos de tres habitaciones, donde se hospedarán casi 20 mil atletas, entrenadores y miembros de las delegaciones participantes. Pero no se pueden construir pequeñas salas de educación infantil en los barrios populares, no se pueden mejorar las escuelas, ni realizar más inversiones en la formación del magisterio, valorizando su trabajo y pagando mejores remuneraciones a quienes se ocupan de la educación de las futuras generaciones.

El Estado de Río pudo transformar el Maracaná en un estadio de altísimo nivel, pero no tuvo ni el mismo empeño, ni el mismo interés en resolver o, al menos, encarar uno de sus más graves problemas educativos: el abandono de la escuela media por parte de los jóvenes más pobres. De hecho, al mismo tiempo en que avanzaban las obras del Maracaná para la realización del Mundial de Fútbol y de las Olimpiadas, las cifras de abandono educativo en el nivel medio también crecieron. En el 2009, sólo 57,4% de los jóvenes de 19 años que viven en el Estado de Río habían concluido la escuela secundaria. En el 2014, la cifra había caído a 54%. En la ciudad de Río, eran 56,4% en 2009 y 55,8% en 2014. A los problemas estructurales del Maracaná se les encontró una solución. A la exclusión educativa de más del 45% de los jóvenes que no concluyen la escuela media, no.

Quienes hayan llegado estos días a la ciudad de Río, observarán que la autopista que une el aeropuerto del Galeão a las zonas hoteleras, atraviesa un enorme conglomerado popular, el complejo de favelas de Maré, con más de 150 mil habitantes. El barrio está separado de la autopista por paneles de acrílico pintados con los colores de las Olimpiadas, con excepción de un sector donde se observan algunas escuelas recientemente remodeladas o construidas y un gran destacamento de la policía militar. Del lado de afuera, pasan las delegaciones que llegan a Río, una ciudad que siempre ha tratado de ocultar a sus habitantes más pobres, mientras hace de su interés por la educación y la seguridad ciudadana una forma de ostentación propagandística, bastante semejante al engaño.

En definitiva, así ha funcionado el modelo de desarrollo que ha sostenido este país. Una nación que ha llegado a ser la novena potencia económica del planeta, sin dejar de ser profundamente desigual e injusta. Una nación que vuelve a construir su presente como casi siempre construyó su pasado, a dos velocidades, con dos parámetros, dos promesas, dos horizontes. El Brasil de unos pocos: reluciente, dinámico, pujante, emprendedor, generoso. El Brasil Olímpico. Del otro lado, el Brasil de los pobres, de los discriminados, de los excluidos, de los silenciados. El Brasil sin medallas ni reconocimientos. El de millones de brasileños y brasileñas que sueñan con un futuro mejor.

Desde Río de Janeiro

Fuente: http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2016/08/rio2016-olimpiada-dos-paises.html

Imagen: http://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef01b8d20e9905970c-550wi

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¡Ganó el Planeta! Brasil cancela la construcción de la mega represa en Amazonas

www.greenpace.org/08-08-2016/

La Agencia Medioambiental de Brasil (IBAMA) anunció ayer la cancelación de la licencia para la construcción de São Luiz do Tapajós (SLT), una mega represa que hubiera estado ubicada en uno de los últimos tres grandes ríos que fluyen por el Amazonas brasileño. Sin esta licencia, el proceso de aprobación de la mega represa no puede avanzar.

decisión fue celebrada por Greenpeace, que convocó en los últimos meses a más de un millón y medio de personas alrededor del mundo para rechazar la mega represa São Luiz do Tapajós y presionar a compañías multinacionales como Siemens para que tomen distancia del proyecto. De haberse permitido su construcción, los daños ocasionados al medioambiente y a la vida del pueblo Mundurukú, que habita la zona, habrían sido irreversibles.

“Nosotros, el pueblo Mundurukú, estamos muy felices con esta noticia. Ahora continuaremos luchando contra otras represas en nuestro río”, dijo Arnaldo Kabá Munduruku, Jefe General de los Mundurukú.

Greenpeace le exige al gobierno brasileño que complete la demarcación territorial del pueblo Mundurukú de manera inmediata. “Ahora que la licencia ha sido cancelada, el Ministerio de Justicia de Brasil debe reconocer su obligación y actuar con rapidez para demarcar oficialmente el territorio Sawré Muybu”, dijo Leonel Mingo, integrante del equipo de campañas de Greenpeace.

Otras agencias brasileñas como FUNAI (Fundación Nacional Indígena) y fiscales federales del Estado de Pará le recomendaron a IBAMA cancelar la licencia debido a que el proyecto desplazaría al pueblo Mundurukú, violando la constitución brasileña. De esta manera, parte del territorio Mundurukú, que hoy está en proceso de ser reconocido oficialmente como tierra indígena, hubiera sido inundado por la acción de la represa.

Además de la represa São Luiz do Tapajós, hay otros 42 proyectos de represas hidroeléctricas previstas a construirse en la cuenca del río Tapajós y otras cientos en el Amazonas, como parte del modelo económico agresivo que no tiene en cuenta la importancia de proteger a la selva amazónica y sus habitantes. Represas previamente construidas en el Amazonas han tenido impactos significativamente negativos en las comunidades y el medioambiente, y se han visto envueltos en escándalos de corrupción.

La organización ambientalista también demanda que Brasil modifique su matriz energética con fuentes realmente renovables y convertirse en un líder mundial en energía eólica y solar.Ecoportal.net

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Río 2016: Parte de los Juegos Olímpicos se podrá ver con realidad virtual

07 Agosto 2016/Fuente: La Nación/Autor: Miguel Distefano

Los Juegos Olímpicos (JJOO) de Rio de Janeiro comenzaron y muchos ya preparan las valijas para ir a vivir la experiencia olímpica en vivo, visitar el estadio Maracaná, el Cristo Redentor o Ipanema y buscar las distintas locaciones donde se llevarán a cabo las distintas disciplinas. Otros ya están acomodando los horarios de trabajo o estudio para ver todo por TV. Pero hay una opción más para disfrutar de la máxima competencia deportiva como si se estuvieran ahí: Rio 2016 será el primer evento en ser transmitido a través de la realidad virtual (RV).

En total, de acuerdo a la OBS(Olympic Broadcasting Services) la rama del Comité Olímpico Internacional a cargo de la transmisión de los Juegos, se transmitirán entre 85 y 100 horas de programación para realidad virtual. Las transmisiones las harán las cadenas que compraron los derechos (12 hasta ahora de todo el planeta) o bajo demanda, a través de sus aplicaciones diseñadas especialmente. La estadounidense NBC es una de las principales cadenas que lo hará, con su aplicación NBC Sports y todos los eventos se podrán ver, al día siguiente, con el Gear VR, el anteojo de realidad virtual para los Samsung Galaxy S6 y S7 y con anteojos genéricos, como los Google Cardboard.

Los eventos serán grabados en 360 grados con cámaras especiales, diseñadas específicamente para la gran cita deportiva del año. Se trata de algo muy parecido a una bola de bowling, pero llena de lentes en toda su superficie.

No se transmitirá todo en realidad virtual. Los fanáticos del fútbol o el tenis, por ejemplo, deberán esperar a los próximos juegos. Los deportes que se podrán ver a través de esta tecnología son los de básquet masculino (incluidas las semifinales y final), gimnasia, voley de playa, boxeo, saltos ornamentales, boxeo, atletismo y esgrima, así como algunos momentos especiales de otras disciplinas.

Fuente de la noticia: http://www.lanacion.com.ar/1924890-rio-2016-parte-de-los-juegos-olimpicos-se-podra-vivir-gracias-a-la-realidad-virtual

Fuente de la imagen:  http://bucket3.glanacion.com/anexos/fotos/68/tecnologia-2246768w620.jpg

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Revoluciones silenciosas: la convivialidad

Leonardo Boff

Con la caída del muro de Berlín en 1989 y el socialismo que hacía el contrapunto (independientemente de sus graves errores internos), el capitalismo terminó ocupando todos los espacios en la economía y en la política. Con la llegada al poder de Margaret Thatcher en Inglaterra y de Ronald Reagan en Estados Unidos, la lógica capitalista adquirió libre curso: liberalización completa de los mercados con ruptura de todos los controles, introducción del estado mínimo, de las privatizaciones y de la competencia sin fronteras.

La llamada “mundialización feliz” no fue tan feliz.

El premio Nobel de economía, Joseph Stigliz, pudo escribir en 2011: «solamente el 1% de los más ricos hacen funcionar la economía y todo el planeta en función de sus intereses» (“Of the 1% by 1%” en Vanity Fair, mayo 2011). En razón de esto, uno de los mayores multimillonarios, el especulador Warren Buffet se vanagloriaba: «sí, la lucha de clases existe, pero mi clase, la de los ricos, es la que dirige la lucha y la estamos ganando» (Entrevista en la CNN de 2005).

Sólo que todos esos adinerados nunca incluyeron en sus cálculos el factor ecológico, considerando los límites de los bienes y servicios naturales como externalidades despreciables. Esto ocurre también en los debates económicos en nuestro país, retrasado en esta cuestión, con excepción de algunos pocos como L. Dowbor.

Al lado de la hegemonía mundial del sistema del capital, crecen por todas partes revoluciones silenciosas. Son grupos de base, científicos y otros con sentido ecológico que están ensayando alternativas a este tipo de habitar el planeta Tierra. De continuar estresando sin piedad a la Tierra, esta podría cambiar y provocar un desequilibrio capaz de destruir gran parte de nuestra civilización.

En un contexto así de dramático surgió un movimiento llamado “Los convivialistas” que reúne por ahora a más de 3200 personas de todo el mundo (véase www.lesconvivialistes.org). Buscan vivir juntos (de ahí convivialidad), cuidando unos de otros y de la naturaleza, no negando los conflictos, sino haciendo de ellos factores de dinamismo y de creatividad. Es la política del gana-gana.

Cuatro principios sustentan el proyecto: el principio de la común humanidad. Con todas nuestras diferencias, formamos una única humanidad, a mantener unida.

El principio de la común socialidad: el ser humano es social y vive en varios tipos de sociedades, que deben ser respetadas en sus diferencias.

El principio de individuación: aunque siendo social, cada cual tiene derecho a afirmar su individualidad y singularidad, sin perjudicar a los demás.

El principio de la oposición ordenada y creadora: los diferentes pueden oponerse legítimamente, pero teniendo siempre cuidado de no hacer de la diferencia una desigualdad.

Estos principios implican consecuencias éticas, políticas, económicas y ecológicas que no cabe detallar aquí.

Lo importante es empezar: a partir de abajo, con el bio-regionalismo, con las pequeñas unidades de producción orgánica, con la generación de energía a partir de los desperdicios, con sentido de autolimitación y de justa medida, viviendo un consumo frugal y compartido entre todos. Las revoluciones silenciosas están acumulando energía para, en un momento determinado de la historia, poder hacer la gran transformación.

Hoy es importante acentuar la convivialidad porque actualmente hay muchos que ya no quieren vivir juntos.

La convivialidad como concepto fue puesta en circulación por Ivan Illich (1926-2002) con su libro La convivialidad (1975). Illich fue uno de los grandes pensadores proféticos del siglo XX. Austriaco, vivió gran parte de su vida en las dos Américas. Para él la convivialidad consiste en la capacidad de hacer convivir las dimensiones de producción y de cuidado; de efectividad y de compasión; de modelado de los productos y de creatividad; de libertad y de fantasía; de equilibrio multidimensional y de complejidad social: todo para reforzar el sentido de pertenencia universal.

La convivialidad pretende ser también una respuesta adecuada a la crisis ecológica. Ella puede evitar un real crushplanetario.

Habrá un nuevo pacto natural con la Tierra y social entre los pueblos. El primer párrafo del nuevo pacto será el sagrado principio de la autolimitación y de la justa medida; después, el cuidado esencial de todo lo que existe y vive, la gentileza con los humanos y el respeto a la Madre Tierra.

Es posible organizar una sociedad buena, una Tierra de la buena-esperanza (Sachs y Dowbor) en la cual las personas prefieren cooperar y compartir en vez de competir y acumular ilimitadamente.

– Leonardo Boff escribió con M.Hathaway, O Tao da libertação: explorando a ecologia de transformação, Vozes 2012.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Fuente del articulo: http://www.redescristianas.net/revoluciones-silenciosas-la-convivialidadleonardo-boff/

Fuente de la imagen: https://simplyandcreative.files.wordpress.com/2015/05/people-eiffel-tower-lights-night.jpg

 

 

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Juegos olímpicos entre la unidad y la confortación

Por: Guido Zuleta 

El deporte internacional ha sido considerado como una actividad humana que sirve para unir a las personas de diferentes lugares y culturas en un ambiente festivo, apreciando los diferentes talentos humanos.

De allí la existencia de rivales en las diversas disciplinas que tienden a convertirse en amigas y amigos, con el mutuo reconocimiento de sus destrezas. Sin embargo, si bien se ha tratado de apartar esta actividad de la confrontación  humana, como la política y hasta bélica, la actividad deportiva no suele salir indemne.

La inauguración de los Juegos Olímpicos Río 2016 llega en medio de una crisis global y particularmente, en un Brasil conmocionado por el intento de golpe parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, lo cual conlleva no solamente problemas logísticos de última hora, tanto para el funcionamiento del evento y la acogida a los miles de deportistas y visitantes que llegan de todas partes, sino también sentimientos encontrados con manifestaciones que aspiran divulgar  al mundo sus planteamientos frente a la realidad política vivida.

Resaltan así, las anunciadas ausencias en la ceremonia inaugural de los promotores de los Juegos Olímpicos de Río, como la presidenta Dilma Rousseff  y el expresidente Lula Da Silva, quien encabezó el 2 de octubre 2009 la delegación brasileña en Copenhague, cuando el Comité Olímpico Internacional eligió a Río como sede.

Los Juegos llegan en el marco de una fecha especialmente dramática. Un 6 de Agosto de 1945, la humanidad observó horrorizada la explosión atómica contra Hiroshima, Japón. Con más de doscientas mil víctimas fatales. El teólogo brasileño Leonardo Boff  analiza al respecto:  “Hay una propuesta profundamente humanitaria que nos llega de São Paulo, de la Asociación de los Supervivientes de Hiroshima y Nagasaki (llamados hibakusha, se presume que hay unos 118 en Brasil), animada por el militante contra la energía nuclear Chico Whitaker: que el día 6 de agosto, …en los Juegos Olímpicos, se haga un minuto de silencio pensando en las víctimas de Hiroshima. Pero no solo eso, sino que volvamos también nuestras mentes contra la violencia en contra de las mujeres, los refugiados, los negros y pobres que son sistemáticamente diezmados (solamente en Brasil en 2015, 60 mil jóvenes negros), los indígenas, los quilombolas y los sin-tierra y sin-techo, en fin, todas las víctimas de la voracidad de nuestro sistema de acumulación.  En este sentido el alcalde de Hiroshima ya dirigió una carta al Comité Organizador de los Juegos Olímpicos. Esperamos que él se sensibilice y promueva ese grito silencioso contra las guerras de todo tipo y por la paz entre todos los pueblos. (Boff L. “La Bomba Atómica y los Juegos Olímpicos”. 14.06.2016).

En medio de la crisis global, este evento deportivo puede aportar así, un clamor unitario a la conciencia humana hacia la construcción de la paz con la gente y con la Madre Tierra.

*Programa: “LLEGÓ LA HORA” de FUNDALATIN Nº 770. Sábado 06/08/2016  transmitido por Radio Nacional de Venezuela Canal Informativo. Dial 91.1 FM y 630 AM. Los  sábados  de 8.00 a 8.45 AM. Registro Productor Nacional Independiente No.11610.

   Edit_770.OlimpicosUnidadConfrontación.06.08.2016

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«Hay que hablar de por qué la mujer negra es la mayor víctima de violación en Brasil» Entrevista a Djamila Ribeiro, investigadora y profesora de filosofía política en la Universidad Federal de São Paulo y Subsecretaria de Derechos Humanos en la ciudad de São Paulo

Brasil/06 Agosto 2016/Autora: Marina Novaes/Fuente: El País

La violación en grupo de una de 16 años en Río de Janeiro provocó un intenso debate acerca de la cultura de la violación y una serie de manifestaciones en todo el país contra el machismo y también contra el racismo. La razón: la violencia contra las mujeres negras se disparó y, a pesar de que hay quien quiere descalificar el debate (llamándolo cantinela[1] feminista), más allá de este hecho concreto (la víctima era una joven negra y pobre), los datos del Mapa de la Violencia (2015) confirman el problema. Para Djamila Ribeiro, de 35 años y una de las activistas más conocidas del movimiento feminista negro actual, solamente desconstruyendo el mito del país en armonía y libre de racismo será posible crear políticas eficaces para abordar la violencia de género.

Djamila es investigadora y profesora de filosofía política en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), blogger, madre de una niña de 11 años y, desde hace dos meses, Subsecretaria de Derechos Humanos en la ciudad de São Paulo. En una entrevista con El País, habló sobre las diferentes luchas dentro del movimiento feminista y el racismo enraizado en nuestra cultura.

-Marina Novaes: El caso de la violación colectiva en Río en el mes de mayo provocó una reacción muy fuerte entre las mujeres de este país. Además, planteó un debate sobre el tema del racismo y la cultura de la violación. ¿Cuál es la relación entre estas dos cuestiones?

-Djamila Ribeiro: La cultura de la violación era evidente porque se trataba de un acto brutal en Rio. Pero quedó claro que la mayor parte de la sociedad ve eso como un fenómeno, como algo puntual. Ese debate, desarrollado por el movimiento feminista es importante para demostrar que ese hecho no es sino parte de una cultura, una rama del machismo. En cuanto a la cuestión racial, tenemos que analizar por qué las mujeres negras son las que más sufren este tipo de violencia. La encuesta Violencia Sexual, realizada por UNICEF, muestra que las mujeres negras son las principales víctimas de este tipo de violencia. No es un fenómeno. Es parte de una estructura. Si consideramos el contexto histórico de Brasil, tenemos un país con una con herencia esclavista de más de 300 años de esclavitud. Y en el período esclavista las mujeres negras eran sistemáticamente violadas por sus dueños. Cuando hablamos de cultura de la violación es necesario establecer esa relación directa entre la cultura de la violación y la colonización. Todo está conectado, un grupo que combina la doble opresión: además del sexismo, sufre el racismo. Por supuesto, todas las mujeres son vulnerables, susceptibles de ese tipo de violencia sexual. Pero cuando hablamos de las mujeres negras existe ese componente adicional que es el racismo. También está el tema de la ultrasensualización de la mujer negra, haciendo de ella un objeto sexual lascivo… Están tan deshumanizadas que, de alguna manera, incluso se quiere justificar la violencia que se ejerce contra ellas. Si lucho contra el machismo, pero ignoro el racismo, sigo alimentando la misma estructura.

-MN: ¿Hay falta de diálogo dentro del movimiento feminista?

-DR: Dentro del feminismo, hay un tema que las mujeres negras tratan de poner encima de la mesa desde los años 70, referido al hecho de que las mujeres blancas, de alguna manera, universalizaron la categoría mujer, sin darse cuenta de que hay varias posibilidades de ser mujer: la mujer negra, la mujer blanca, la mujer indígena, la mujer lesbiana, la mujer pobre… No obstante, mientras no pensemos con esas categorías entre nosotras, dejaremos un gran grupo de mujeres fuera del debate. El movimiento feminista, durante mucho tiempo, no fue más que un movimiento de mujeres blancas de clase media que estaban preocupadas únicamente por las opresiones que les afectaban a ellas, haciendo caso omiso de las opresiones que sufrían otras mujeres en una posición más vulnerable. No tener esa perspectiva de que somos diferentes a menudo provoca que mujeres que han gozado de algún privilegio reproduzcan opresiones sobre quienes están en una posición más vulnerable. Esta es la cuestión que el movimiento feminista negro pone encima de la mesa. También queremos estar representadas en el movimiento. No se puede pensar sólo en lo que nos afecta, pues en ese caso acabaremos perpetuando el mismo poder que queremos combatir. En ese sentido, es necesario que las mujeres que tienen algún privilegio se abran a ese debate, no que lo vean como una afrenta o un insulto.

-MN: Usted escribió en uno de sus artículos sobre esas luchas diversas dentro del movimiento feminista, señalando cómo en el momento en que las mujeres blancas luchaban por el derecho al voto, las mujeres negras se esforzaban por ser reconocidas como seres humanos en la sociedad. Centrándonos en el momento actual, ¿cuáles son las principales diferencias entre bandos dentro del movimiento?

-DR: Creo que el diálogo ha mejorado bastante desde hace unos años. No obstante, detengámonos en el tema de la violencia doméstica. El estudio Mapa de Violencia 2015 demostró que en los últimos diez años, un período en el que estuvo vigente la Ley Maria da Penha[2], disminuyó un 9,6% el asesinato de mujeres blancas en Brasil y aumentó en un 54,8% de las mujeres negras. Es un número absurdamente alto. Si nos fijamos en el mercado de trabajo, por ejemplo, en el número de trabajadoras domésticas: las mujeres negras siguen siendo la mayoría. La cuestión del aborto: las mujeres negras son las más mueren porque, siendo el aborto un crimen, las mujeres que tienen una mejor condición económica abortan en unas condiciones de seguridad e higiene, por lo que no se .mueren al abortar… Es necesario comprender que las mujeres negras necesitan una mirada específica. Es necesario romper con esa mirada universal que a menudo alcanza solamente a un grupo específico. Si hay un grupo que es más vulnerable, ese grupo es el que necesita más atención. Es una minoría dentro de la minoría.

-MN: El hecho de que no reconocer que las mujeres negras son más vulnerables, ¿tiene su origen en la dificultad que el brasileño tiene para reconocer que es racista? ¿Viene de nuestra educación?

-DR: Esa es una buena pregunta. Brasil es un país de mayoría negra, pero la gente no debate con eficacia contra el racismo. Y creo que eso se debe, en parte, al mito de la democracia racial que se creó en Brasil. Un mito que nos hace pensar que aquí no hay racismo. Que racismo era lo que existía en los Estados Unidos o en Sudáfrica, porque allí el racismo estaba recogido en la Constitución, mientras que aquí, en Brasil, eso no pasa… No reconociendo que aquí hay racismo institucional. Siempre pongo el ejemplo de la Universidad de São Paulo, porque creo que es un clásico: si vas allí y ves, ¿cuál es el color de la gente que está limpiando y cuál el de las personas que están en clases? Además, en tanto que en Brasil la segregación es muy evidente, lo que necesitamos es discutir sobre el racismo de una manera más eficaz, porque hemos crecido en el mito armónico de las razas, de que la gente se lleva bien, de que somos un país de mestizaje, olvidando que el principal motivo de ese mestizaje fue la violación de mujeres negras, de mujeres indígenas… Se quiere alabar los puentes que existen, pero no se quiere hablar de las barreras que nos separan. Y eso, en gran parte, se debe a la dificultad de considerar a Brasil como un país racista. Tenemos que trabajar en ello de manera más efectiva en la educación.

-MN: ¿Cuál debe ser el papel del hombre para ayudar a terminar con el machismo?

-DR: Creo que sobre todo lo que hay que discutir es la cuestión de la masculinidad. La masculinidad hegemónica, tal y como está construido, está directamente relacionado con la cuestión de la violencia y la agresión. Desde muy pequeño los niños son educados para ser el macho, el proveedor, violento, agresivo. Si vivimos en una sociedad donde los hombres violan a las mujeres, es porque estamos creando hombres que piensan que pueden hacerlo. Este debe ser el punto principal: ¿cómo se deconstruye esa masculinidad violenta? Discutiendo entre ellos, creo que sería fundamental. Ellos pueden y deben ser compañeros y aliados apoyando nuestra lucha, dando visibilidad… Si usted es profesor, debatiendo sobre el tema en el aula. Si usted es empleador, pagando el mismo salario a hombres y mujeres por el mismo trabajo, creando alternativas para las madres trabajadoras. Si usted es un profesor de la universidad pública, apoyando la lucha de las estudiantes para que se abran guarderías en las escuelas, ya que la guardería es también residencia de estudiantes. Si está con amigos y un amigo acosó a una mujer, hable con él para decirle que eso es acoso, no una galantería. Si está en casa, divida las tareas del hogar, la responsabilidad de cuidar a los niños. Esa es una gran ayuda para el movimiento feminista, sin necesidad de tener que coger un micrófono y hablar por nosotros. Es mucho lo que los hombres pueden hacer, deben hacer, con esa acción concreta, ya que es la masculinidad hegemónica lo que nos está matando. Es importante que los hombres estén dispuestos a deconstruir.

-MN: Hay mujeres que tienen miedo a considerase feministas, que piensan que el feminismo es malo. ¿Cómo lo ve? DR: Nadie nace conociendo la opresión que sufre. Ahí se llega después de un proceso de toma de conciencia que adquirimos con el tiempo. Además, hay otra cuestión que el machismo sabe hacer muy bien: crear una serie de mitos en torno feminismo, que fue una forma más de evitar que las mujeres se unieran. De hecho, cuanto más se unan las mujeres, mejor se manifestará la ideología feminista. Por eso se inventaron los mitos de que la mujer feminista odia a los hombres, de que la mujer feminista es una mujer muy agresiva… como una forma de aparatar a las mujeres de esa acción. Cuando se entienda qué es el feminismo, no habrá ninguna razón para que no se quiera ser feminista. Si ser feminista es luchar por la igualdad de las mujeres, para que las mujeres sean tratadas como seres humanos, para que podamos vivir en una sociedad igualitaria y justa, no hay ninguna razón para no ser feminista.

-MN: ¿Qué es la interseccionalidad del feminismo?

DR: Los movimientos operan con la misma lógica que la sociedad. Excluyen y eligen su propio objeto de trabajo. En consecuencia, el movimiento negro que lucha contra el racismo, por ejemplo, tiene una mirada muy masculina; el movimiento feminista, tiene una mirada muy blanca; el movimiento LGBT privilegia al hombre gay blanco… En ese sentido, la interseccionalidad busca crear formas de orientar nuestras políticas de manera que nos demos cuenta de esa diversidad. De lo contrario, seguiremos eligiendo qué vidas son importantes y cuáles no. (…) En el momento de pensar políticas necesito tener una mirada interseccional para llegar a los grupos vulnerables, porque si universalizo un grupo o una lucha, no nombro el problema. Y si no lo hago así, esas personas permanecerán invisibles, sus problemas no serán nombrados y, si no nombro sus problemas, nunca seré capaz de pensar una solución.

-MN: Cambiando un poco de tema, ¿qué piensas del movimiento escuela sin partido [3]?

-DR: Es un retroceso. Me parece gracioso el argumento, pues no hay nada exento de ideología. Desde el momento mismo en que usan ese argumento, están hablando de una ideología, una ideología excluyente. Una ideología que supone el fortalecimiento del orden establecido, para conseguir que esas cuestiones permanezcan al margen. Debatir estas cuestiones es sólo para nosotros entender que estas personas existen, hasta qué punto es necesario educar en el respeto. No me gusta el término «tolerancia». Las personas tienen que ser respetadas. Es muy importante tratar esos temas en las escuelas, que pueden ser un espacio muy importante en la transformación mentalidad. Pero, de la manera en que, por lo general, se encuentra en la actualidad, acaba reproduciendo la violencia. Hay que enseñar portugués y matemáticas, pero se deben enseñar temas de género, temas raciales… porque todos esos temas son transversales y tienen que ser trabajados en todas las disciplinas. Cuando la gente empieza a estudiar estos temas, estamos emponderando a esos grupos, dando voz a los grupos que nunca la han tenido, y entonces la gente comenzará a reclamar sus derechos. Y todo eso significa la pérdida de privilegios de quienes están en el poder.

Traducción del portugués: Alfredo Iglesias Diéguez

Notas del traductor

[1] En el texto original la expresión usada es mimimi, una expresión usada de forma peyorativa para describir o imitar a una persona que reclama; es una onomatopeya que imita el sonido de un lloro quejumbroso.

[2] La Ley Maria da Penha, es la denominación popular de la Ley 11.340, de 7 de agosto de 2006 (bajo el mandato del presidente Lula da Silva y auspiciada por Jandira Feghali, del PCdoB), por la que se crean mecanismos para combatir la violencia doméstica y familiar contra la mujer. Su nombre procede de la farmacéutica Maria Penha, quien fue víctima de violencia de género durante los 23 años que duró su matrimonio.

[3] Escuela sin partido es el nombre que se le da al proyecto de Ley 193/2016 de la autoría de Magno Malta, representante de la bancada evangélica en la Cámara de los Diputados, aunque hay otros proyectos en tramitación con el mismo objetivo: lograr la aprobación de una ley inspirada en el movimiento fundado por Miguel Nagib, quien dice estar preocupado ‘por el grado de contaminación político-ideológica en las escuelas brasileñas’. Este proyecto es un elemento clave del gobierno ilegítimo de Temer para desmantelar la educación pública en Brasil y su objetivo es anular el carácter crítico de la formación académica, censurar toda discusión y posicionamiento político y cortar de raíz cualquier discusión que se pueda originar en las aulas sobre temas de género, racismo, políticas de igualdad…

Fuente: http://brasil.elpais.com/brasil/2016/07/14/politica/1468512046_029192.html

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