Por Gustavo Veiga
Marco Antonio Ávila es un profesor de castellano que conduce el Ministerio de Educación chileno desde el 11 de marzo pasado. En su lenguaje se detecta al docente que hay en él. Tiene una larga trayectoria pedagógica que lo respalda pese a su juventud. Con 44 años, nació en la primera etapa de la dictadura de Augusto Pinochet, obtuvo un Magíster en Innovación y Educación y se desempeñó en aulas de escuelas con serios problemas de vulnerabilidad. Pasó por Buenos Aires para asistir a la III Reunión de ministros de su área en la CELAC. De una entrevista que le concedió a PáginaI12 en el hotel donde estuvo alojado, se desprende el rumbo educativo que le dará a su cartera.
– ¿Cuál era el estado de la educación pública en su país cuando llegaron al gobierno con el presidente Gabriel Boric?
– Quisiera señalar que la educación pública en Chile es alrededor del 35 por ciento y el resto una educación particular subvencionada, financiada por el Estado también. El escenario con que nos encontramos hoy es bastante similar en todo el sistema por la cantidad de tiempo que los alumnos estuvieron afuera de las aulas a propósito del confinamiento por la Covid. Los profesores volvieron muy agotados, con mucho cansancio y probablemente porque en los dos años anteriores trabajaron intensamente de forma telemática. Eso hizo que repensáramos las formas en que se hace pedagogía a través de la pantalla y yo diría que además – y en eso hay una responsabilidad del gobierno anterior – porque no se preparó el aterrizaje de estos estudiantes y no se pensó un ingreso gradual, un número de horas acotado como se hace con el jardín de infantes, con la orientación de trabajar cuestiones de carácter socio-emocional o preguntarles a los chicos cómo habían vuelto, que les pasó en su experiencia durante la pandemia, si perdieron un familiar, elementos que no fueron considerados. Las clases volvieron el 2 de marzo y nosotros asumimos el gobierno el 11. Por lo tanto era muy difícil poder revertir cualquier medida.
– Por ejemplo, ¿cuál?
– Nos encontramos con un sistema que está de alguna manera altamente estresado. Y el segundo componente importante y que no es solo responsabilidad del gobierno anterior, sino una cuestión histórica: el deterioro de la infraestructura escolar en Chile. Que debe haberse agudizado por la falta de mantenimiento de los colegios durante estos dos años. Eso en algunos estudiantes es una causal de reivindicación y molestia, de paralización.
– ¿Y su gobierno qué empezó a hacer para revertir lo que describió?
– Nosotros creemos que hoy se deben entregar apoyos al sistema educativo. Hemos hecho una asignación de recursos para reparar infraestructura en cuestiones menores de habitabilidad. Diseñamos una política de apoyo a los profesoras y profesoras para trabajar temas de carácter socio-emocional y algunas herramientas para la recuperación de la lectoescritura, especialmente en niveles de la educación básica o primaria.
-¿Se apunta a modificar esa matriz de mayor oferta educativa que pasa por el sector privado y no por el público?
– Chile tiene una larga tradición mixta en donde probablemente algunas de las situaciones de privilegio podrían haberse dado antes de la ley de Inclusión, que es una ley muy importante de la presidenta Bachelet en su segundo gobierno. Eso cambió radicalmente, por lo tanto toda esta provisión que recibe recursos del Estado tiene prohibición de discriminar o de hacer procesos selectivos. Hoy día, ese 35 por ciento esperamos que siga creciendo y en ningún caso pensando en el deterioro de la educación privada, sino convirtiéndola en una oferta atractiva, valorada por las familias y que nos permita ir incorporándola por todo el país.
– ¿Hacia dónde va conceptualmente en materia educativa este gobierno que apenas lleva tres meses?
– Es parte central del programa del presidente Boric y de las tareas que a mí me tocan, impulsar el desarrollo de la educación pública y eso tiene un proceso de traspaso. La dictadura lo que hizo fue retirarle la educación al estado nacional y colocarla en los municipios que son gobiernos locales. Y lo que se está haciendo con la educación actual es sacársela a los municipios. Un ejercicio gradual porque hoy solo tenemos once servicios locales que es un modelo que se usa en muchos lugares, el de los distritos escolares, muy parecido a lo que hay en Canadá y otros países. Hoy tenemos solo 11 distritos escolares y de acá a 2027 vamos a instalar 70 distritos escolares.
– Usted mencionó en alguna entrevista que hay mucha presión sobre el sistema educativo y que había que descomprimirlo. ¿A qué se refería?
– El sistema educativo chileno tiene muchas cosas positivas que nosotros valoramos enormemente pero una de las más negativas y que está relacionada con un tipo de paradigma específico, se transformó en un sistema, como una cultura de la auditoría… digamos. Se está permanentemente demandando a la escuela y por ende al docente, y eso está muy en la línea de los enfoques de efectividad escolar que hay muchas veces en Estados Unidos donde existen mediciones estandarizadas, categorización de escuelas…
– ¿Qué sería una medición estandarizada, para que se entienda?
– La medición estandarizada para nosotros se llama SIMCE, el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación. Esto provoca un frenesí por sacar buenos resultados porque permite después una categorización. Durante muchos años la prensa hacia rankings y cuando se publicaba esto en el diario de la tarde, salían los mejores y los peores colegios. Las escuelas públicas tenían peores resultados porque no seleccionan y atienden a toda la población, las escuelas subvencionadas muchas veces mejores resultados porque no solo cobraban y además tienen la posibilidad de seleccionar y obviamente las escuelas privadas los resultados superiores. Se daban rendiciones que estresaban al sistema educativo, se estrechaba el currículum donde parece que no hay arte, música ni deporte y solo hay lenguaje y matemática. Después de tres mediciones la escuela puede ser cerrada y eso claramente es muy extraño. Y no puede derivar en que el Estado cierre las escuelas, sino todo lo contrario.
-¿Cómo van a lograr ir hacia la aprobación de una ESI que su país hoy no tiene?
– Chile no tiene una educación sexual integral, lo que tiene es una política de afectividad sexual y género que es antigua y que lo que hizo fue orientar en términos muy generales qué es lo que pueden hacer los establecimientos.
– Hay un tema complejo en Chile que es la situación de los pueblos originarios. ¿Cómo es el acceso a la educación de ese sector de la sociedad?
– Chile tiene una importante tradición de valoración, al menos en el tema educativo, de los pueblos. Siempre ha existido. Y eso se ha ido formalizando en los últimos veinte años, y ha permitido que hoy tengamos diez pueblos reconocidos con toda su cultura. Nosotros en el sistema educativo hemos incorporado educadores tradicionales que tienen una validación desde el Estado para poder impartir clases de lengua y cultura en cada una de esas comunidades.
– El presidente Boric, la ministra Camila Vallejo y usted son emergentes de las luchas estudiantiles y ahora llegaron al gobierno. ¿Qué mensaje tiene para las generaciones que hoy ocupan su lugar en las movilizaciones?
– Nosotros como universitarios teníamos ya molestias de cómo se estaba llevando adelante la vuelta a la democracia y el poco cambio al modelo. Valoro muchísimo lo que hicimos pero creo que se podría haber hecho muchísimo más y desinstalar algunos cimientos del modelo instalado por la dictadura. Hasta que apareció este grupo de jóvenes en 2011, más jóvenes que nosotros y que nos devolvieron la esperanza. Por eso, yo siendo miembro de uno de los partidos del Frente Amplio, Revolución Democrática, creo que la principal enseñanza y el liderazgo del presidente Boric es la capacidad de entender que los momentos de la historia son únicos y que hay que disputar el poder y ganar la capacidad de influir en la vida de las personas. No ganábamos nada si nos quedábamos en la reivindicación callejera y en las marchas, porque debíamos organizarnos, constituir partidos, disputar el poder local para precisamente llegar a disputar el gobierno en algún momento y eso fue lo que hicimos. Por eso hoy la responsabilidad que tenemos es muy grande.
Página 12