¿Cláusulas latinoamericanas en la nueva constitución de Chile?
Chile no puede estar ajeno a este proceso integrador en su nueva constitución. Le hemos dado la espalda a la región por demasiado tiempo, por lo que es el momento propicio de hacer un giro latinoamericano constituyente, que vaya acompañado por políticas de Estado, que estén en directa relación con el resto de los países de América Latina
A solo meses que se realice el plebiscito de salida para una nueva constitución en Chile, la discusión que se tendrá este 2022 sobre los contenidos de la carta magna en el país se comienzan a dilucidar, luego de la presentación de más de 400 iniciativas populares de norma constitucional y más de 183 mil firmas de apoyo a cada una de ellas.
Es así como se han presentado distintas iniciativas ciudadanas, en donde destacan demandas como la regulación de derechos sexuales y reproductivos, educación feminista y no sexista, desprivatización del agua y derechos de la naturaleza, reconocimiento de pueblos indígenas y plurinacionalidad, reconocimiento de diversas formas de familia, incorporación a los animales como sujetos de derecho, entre muchas otras.
No obstante, lo llamativo de todo este proceso participativo en curso, es que aún no se presenta ninguna iniciativa relacionada a algún tipo de integración latinoamericana o regional, luego de revisar las presentadas hasta el momento en las siete comisiones existentes 1.
Asimismo, esta ausencia latinoamericana en las iniciativas populares de norma, tampoco se ha puesto en discusión en medios de información, partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil ni en las y los propios constituyentes, lo que evidencia la nula importancia que se le ha dado a un tema que debiera ser central en la discusión que se tendrá próximamente en el país.
Lamentablemente, como bien plantea el investigador colombiano Juan Camilo Herrera, este desapego de Chile con la región, nos distancia mucho del resto de los países, los cuales en su gran mayoría han incorporado en sus constituciones ciertas cláusulas de integración latinoamericana, impulsadas tanto por sectores liberales, conservadores como progresistas.
De ahí que a pesar de las grandes diferencias existentes entre distintos procesos y momentos políticos en la región, de países como Bolivia Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, tengan preámbulos y artículos en sus constituciones, en donde América Latina aparece mencionada
En consecuencia, solo retrata el profundo racismo histórico e institucional de Chile, el cual con la constitución dictatorial y neoliberal de 1980, impuso violentamente un nacionalismo de mercado, el cual ha estado marcado estos últimos 30 años por una política exterior economicista, que privilegió múltiples tratados de libre comercio con países fuera de la región, en vez de liderar procesos de integración latinoamericana.
Dicho lo anterior y revisando el texto constitucional de 1980, aparece explícitamente en el artículo 32, que es el presidente quien debe “conducir las relaciones políticas con las potencias extranjeras y organismos internacionales, y llevar a cabo las negociaciones; concluir, firmar y ratificar los tratados que estime convenientes para los intereses del país”2.
Es decir, una mirada completamente subordinada a los grandes poderes imperiales (Estados Unidos, China u otro), en desmedro de la construcción de un bloque regional autónomo, que haga cierto contrapeso a esos países y a las grandes empresas transnacionales existentes, las cuales concentran cada vez más la riqueza.
De hecho, revisando la investigación de Juan C. Herrera, en su libro “Las Cláusulas durmientes de integración latinoamericana”, nos muestra como la discusión previa de la constitución de 1980, a través de la Comisión Ortúzar, estuvo marcada por posiciones ultra conservadoras, que incluso compararon a Chile con Inglaterra: “en este momento en este país no solo existe desencanto por lo que pasó, por lo que le pasó a esta democracia nuestra tan orgullosa: «ingleses de América Latina», el país más sólidamente organizado de América del Sur”3).
Una idea de ser los ingleses de la región, que solo reproduce un patrón eurocéntrico y un desprecio por el resto de los países, como si Chile viviera en un oasis de desarrollo, dentro de un mal barrio, lo que se ha traducido en su errático rol en América Latina estas últimas tres décadas, caracterizado por beneficiar a los grandes grupos económicos del mundo.
Se podrá decir que Chile ha sido parte de varios de los distintos organismos regionales creados históricamente (OEA, ALALC, SICA, Parlamento Latinoamericano y Caribeño, CAN, Caricom, SELA, ALADI, Mercosur, Proyecto Mesoamérica, ALBA-TCP, Unasur, Celac, Alianza del Pacífico, Prosur), pero mientras no incorpore explícitamente en la nueva constitución, cláusulas de integración latinoamericana, siempre cumplirá un rol secundario.
Por otro lado, si bien esos organismos han servido para agrupar a países de la región, muchas veces han sido meros medios para agendas propias de algunos Estados, como ha pasado imperialmente con la OEA (Estados Unidos), pero también gubernamentalmente con la Unasur (Venezuela y Bolivia) o con Prosur (Colombia y Chile), en donde sus presidentes lo han usado para protegerse a sí mismos.
Por lo mismo, la integración latinoamericana y la idea de un constitucionalismo transformador, tiene que ser impulsado contra cualquier tipo de injerencismo (estadounidense o chino), pero también más allá de los gobiernos o caudillos de turno de la región, los cuales han cooptado procesos políticos.
Las razones para impulsar aquel derecho común latinoamericano, van mucho más allá de algo nostálgico en nuestra historia (sueño bolivariano) o pragmático (integración económica), ya que tiene que ver con la defensa irrestricta de los Derechos Humanos y también de los Derechos de la Naturaleza.
América Latina (Abya Yala) es la región más biodiversa en el planeta, con mayores reservas de agua, con una alta migración interna y con múltiples pueblos indígenas, por lo que más que una opción se vuelve una necesidad el tener una política regional centrada en proteger las enormes riquezas naturales y humanas existentes.
Nos encontramos como región en un proceso muy complejo para todas y todos quienes vivimos en este gran territorio del sur global, en donde padecemos el extractivismo imperante, la violación a los derechos humanos de parte de gobiernos, la crisis humanitaria de miles de migrantes, la violencia de grandes narcotraficantes, el racismo contra pueblos indígenas y afrodescendientes, la violencia patriarcal contra las mujeres y contra las disidencias sexuales, y los propios efectos sociales y para la salud mental que está generando la pandemia actual.
Frente a esto, que la integración regional nos permita el impulsar políticas que pongan en el centro el cuidado de los bienes comunes y una ecología de saberes entre distintos pueblos, en donde la plurinacionalidad, la sustentabilidad y los buenos vivires, nos hagan ser un referente mundial, dentro de un planeta amenazado por una crisis climática (antropoceno) y civilizatoria (moderna) de más de 500 años.
Por todo lo señalado anteriormente, Chile no puede estar ajeno a este proceso integrador en su nueva constitución. Le hemos dado la espalda a la región por demasiado tiempo, por lo que es el momento propicio de hacer un giro latinoamericano constituyente, que vaya acompañado por políticas de Estado, que estén en directa relación con el resto de los países de América Latina.
Horas antes de presentar su gabinete, un gobierno diverso y con mayoría de mujeres, Boric concedió una entrevista a BBC Mundo, la primera a un medio internacional. Fueron casi dos horas de conversación en las que no solo habló de un «nuevo orden» para Chile, sino también de su relación con la izquierda latinoamericana, sus referentes políticos a nivel mundial o la violencia que se vio durante el estallido social.
Reconoce que él nunca pensó que estaría en este momento.
A punto de cumplir 36 años, edad que lo habilita para sentarse en el Palacio de La Moneda a partir del 11 de marzo, Gabriel Boric Font fuma un cigarrillo tras otro a pocas horas de dar a conocer su gabinete.
En su departamento ubicado en el centro de la capital chilena, el nuevo presidente sabía que daría un golpe a la cátedra.
El equipo que lo va a acompañar para el gobierno que promete transformaciones sociales profundas es probablemente el más diverso que se ha visto en el país: más mujeres que hombres, la mitad formados en la educación pública, miembros de partidos que salen de su coalición política; son un símbolo de un Chile que se aleja de las élites sociales que han gobernado el país desde la vuelta a la democracia.
«En un momento en que el mundo cambia vertiginosamente Chile también tiene que cambiar y adaptarse. Representamos la fuerza de una época«, le dice contundente a BBC Mundo en la primera entrevista que concede a un medio extranjero tras ganar las elecciones.
Fueron casi dos horas de conversación en las que no solo habló de un «nuevo orden» para Chile, sino también de su relación con la izquierda latinoamericana, sus referentes políticos a nivel mundial o la violencia que se vio durante el estallido social.
Acá lo resumimos.
¿Qué piensa que representa usted y que finalmente le permite llegar a La Moneda?
Creo que representamos una energía generacional de transformación que ha aprendido en el camino a valorar la historia que nos constituye. Representamos aire fresco, juventud, novedad, pero con conciencia del encadenamiento histórico de los procesos. Representamos también que el statu quo o el conservadurismo es lo que peor le puede venir a Chile en estos momentos.
En un momento en que el mundo cambia vertiginosamente, Chile también tiene que cambiar y adaptarse. Representamos la fuerza de una época.
Acaba de anunciar un gabinete desequilibrado en cuanto a género, 10 hombres y 14 mujeres…
Qué alegría que se pueda decir eso en estos días. El que hayamos logrado esto es la lucha de miles de mujeres que han empujado las barreras de lo que se entendía posible durante mucho tiempo y ahora con la última ola feminista más aún. Pero no somos los primeros que lo intentamos, la presidenta Bachelet en su primer mandato hizo un esfuerzo por tener un gabinete paritario y las fuerzas del conservadurismo se lo aserrucharon rápidamente.
¿Por qué dice eso?
Porque tuvo que cambiar. El primer gabinete que presentó era paritario y nadie se repite el plato, dijo; y al primer cambio de gabinete tuvo que hacer cambios por presiones que iban más allá de lo que era su genuino deseo. Y hoy día nosotros recogemos esa experiencia también. No quiero presentarnos como pioneros, sino como que estamos recogiendo un legado que va mucho más allá de nosotros.
Y con ministros y ministras que provienen de distintas realidades educacionales… ¿Cuál es la señal que quiere dar?
Que Chile es diverso, y esa diversidad también tiene que expresarse en sus instituciones y en su política. Durante demasiado tiempo la élite chilena era excesivamente endogámica y no lograba ver más allá de sus propias narices y yo siendo parte de una élite creo que tenemos el deber y la responsabilidad de salir de nuestros círculos de confort y pensar un Chile más integral.
Y entre sus ministros tiene un profesor para la cartera de Educación que se formó en la educación pública…
Así es, en San Miguel, en el mismo colegio que Los Prisioneros. Y nos parecía que ese era un gesto importante, además de las competencias profesionales y la vocación de Marco Ávila yo creo que para el sector era un gesto necesario.
Durante demasiado tiempo tuvimos académicos sin aula, ingenieros comerciales dirigiendo la educación en nuestro país y creo que hacía falta un remezón desde el aula que es donde se expresan de manera más clara las desigualdades y los desafíos de la experiencia educativa. Esto no puede ser reforma sin sala, sin los niños y las niñas, no puede ser reforma sin profesores.
Y una mujer de 35 años, la expresidenta del Colegio Médico, Izkia Siches -independiente- en el Ministerio del Interior…
Qué agallas tiene Izkia Siches, pero eso lo ha demostrado con creces durante mucho rato. Es un liderazgo reconocido por la sociedad chilena del rol que jugó en los momentos más difíciles que nos ha tocado con la pandemia.
De opiniones firmes pero a la vez abierta a escuchar y convocar transversalmente para un bien común por sobre los intereses personales; creo que logró darle un sentido de propósito a un colegio médico que durante mucho tiempo solo había defendido intereses de un sector muy reducido y desde ahí le habló a la sociedad y no me cabe ninguna duda que va a cumplir un excelente rol a cargo del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, que es un desafío tremendo, porque es un ministerio que tradicionalmente ha sido ardiente.
Izkia tiene muchas ganas de asumir este desafío también y yo confío plenamente en ella.
¿Qué criterios utilizó para elegir a su equipo?
Los criterios que tuvimos a la vista fueron, por un lado, que tenía que ser un gabinete paritario o más mujeres que hombres; que incorporara diversidad de realidades donde también tuviera presencia la educación publica, tanto a nivel de formación escolar como universitaria; un gabinete que lograra ser una síntesis de generaciones en donde por un lado está nuestra generación que emerge en la vida pública el 2006 y que se ha fogueado a partir de luchas sociales pero también otra que ha administrado el Estado durante mucho tiempo y que tiene experiencias valiosas de las cuales queremos aprender.
Y también un gabinete que represente la amplitud social que logramos convocar en la victoria del 19 de diciembre que es Apruebo Dignidad como su base, pero va más allá de Apruebo Dignidad, con los partidos políticos que nos dieron su apoyo en la segunda vuelta y que tienen representación parlamentaria y también, por cierto, de organizaciones sociales y personas independientes que son las que más se movilizaron y marcaron la diferencia junto con las mujeres.
La señal de elegir al actual presidente del Banco Central para manejar el Ministerio de Hacienda es aplaudida por los empresarios e inversionistas. ¿Cuánto le costó convencer al Partido Comunista (PC) de este nombramiento?
Los nombramientos, de ningún cargo, fueron discutidos en términos de personas con los partidos. Ellos me entregaron plena libertad para designar el gabinete, confinado en el criterio que yo tuviera para conformar nuestro equipo de trabajo. Y en eso agradezco la altura de miras que tuvieron todos los partidos.
¿Fue una decisión colectiva?
Fue una decisión colectiva, yo lo conversé al comienzo del proceso con Apruebo Dignidad, la posibilidad de incorporar a gente independiente y a militantes de partidos políticos que no fueron parte de la coalición y me dieron plena libertad para hacerlo y yo la ejercí como corresponde.
Además, creo que en el caso de Mario Marcel en particular, tiene una trayectoria y una experiencia en el Estado, en la dirección de presupuesto, en el Banco Central y también afuera, en el Banco Mundial, en la OCDE, y esa trayectoria es incuestionable, y que además es una garantía de seriedad para las reformas que tenemos que empujar y que van a ser difíciles y que van a requerir de amplios consensos y que necesitaban, creo yo, esta garantía que una persona como Mario Marcel le puede dar, además de sus firmes convicciones progresistas, como él se define socialdemócrata.
Usted siempre responde en plural, en circunstancias que todas las preguntas se las he hecho a usted, probablemente porque usted toma sus decisiones parlamentando con el resto de su equipo. Me refiero a esa lógica de asamblea que utiliza su conglomerado para tomar las decisiones, que puede que sea muy democrática, pero ¿le parece eficiente a la hora de tomar decisiones?
Hay harto mito en esto de las asambleas. Toda organización requiere de algún tipo de orden. Y el desafío que nosotros tenemos como gobierno es generar un nuevo orden.
Yo diría que el problema de Chile hoy día es que ese orden no existe. El contrato social ha sido roto. Y desde mi punto de vista por las élites. Y, por lo tanto, para poder recuperar el orden, se requieren nuevas formas y no repetir lo mismo del pasado.
¿En qué sentido dice que se ha roto el contrato social?
Cuando vemos que, durante la pandemia, por ejemplo, las principales riquezas de Chile aumentaron de manera sustantiva su capital, mientras que la pobreza y la extrema pobreza por primera vez en décadas crecieron.
Cuando vemos el nivel de precariedad y de vulnerabilidad que tiene la clase media mientras para las personas más ricas de este país el lugar donde se nace sigue determinando de manera muy sustantiva o predictiva el lugar donde se morirá. Y por tanto la promesa de igualdad, más allá de que haya habido sin lugar a dudas un mayor acceso a bienes básicos, ampliación de matrícula, disminución de la pobreza; creo que la promesa de igualdad y de inclusión no ha sido cumplida, y por lo tanto, ese pacto social está roto y necesitamos construir uno nuevo.
¿Puede definir ese «nuevo orden»?
A lo que nosotros aspiramos es a poder construir una sociedad colaborativa, en donde parte de sus integrantes no queden abandonados ni discriminados por las condiciones de vida que les haya tocado vivir, y en donde además el Estado sea capaz de garantizar derechos sociales de manera universal sin importar el lugar donde se nace, la etnia de la que se proviene o el color de la piel. Y eso requiere reformas estructurales.
Sabemos que estas cosas no se logran de la noche a la mañana, sabemos que seguramente nuestro gobierno va a construir sobre lo que se ha construido en Chile en los últimos 30 años, pero además vamos a tener un giro de timón respecto a la lógica neoliberal del sálvese quien pueda en la sociedad, que es algo con lo que tenemos que terminar.
No podemos pasar del «no lo vimos venir» al «aquí no ha pasado nada». En Chile sigue existiendo un profundo malestar que no ha sido resuelto en términos sociales todavía. Hay mucha precariedad.
¿Usted es un hombre de dudas o de certezas?
Yo soy un hombre más de dudas que de certezas. Es importante acompañar a las convicciones que tengo de la posibilidad de dudar sobre ellas, para ir mejorando. Las personas que son demasiado seguras de sí mismas me provocan más bien lejanía y distancia.
No serán pocas las veces en que tendrá que tomar decisiones duras y en soledad, ¿qué tanto le estresan esas circunstancias?
Es súper difícil, no va a ser la primera vez, uno tiene que tener muy claras sus convicciones y principios y actuar siempre en coherencia con ellos y a veces eso implica ir en contra de lo que puede ser más popular en un momento o de lo que te digan tus más cercanos y ahí hay algo que es imposible de medir que es la intuición en política, cuando uno tiene convicciones firmes no anda zigzagueando por la vida y eso te permite tener una trayectoria que sea predecible en ese sentido.
¿Cuáles son las habilidades y competencias que debe tener hoy un presidente?
Yo me he ido formando la convicción de que un buen presidente no es el que está más ocupado, no es el que tiene más papeles a su alrededor. Un buen presidente es el que tiene la capacidad de escuchar, de abrirse a nuevas ideas aunque no provengan de su círculo más intimo, un presidente que tenga la capacidad de reflexionar y de convocar.
Siempre he dicho que la radicalidad de nuestra propuesta no está dada por cuán fuerte uno las diga, por cuántas esdrújulas ocupe en sus intervenciones, sino en la capacidad de convocatoria y por el sentido que le hagan a la gente.
Uno es primero clase dominante antes que clase dirigente. Primero uno hace cambios culturales antes de tener la oportunidad de dirigirlos. Y yo creo que nuestra generación ha sido justamente eso.
Usted ha practicado una nueva forma de relación con las personas, muy horizontal, cercano, cariñoso, la gente le cuenta sus problemas, usted los escucha y anota, ¿no teme generar expectativas imposibles de cumplir?
Es una preocupación, pero yo también siempre le digo a la gente en esas conversaciones que yo no voy a poder cumplir todo. Y hay una sabiduría popular que es mayor de la que se presume en las élites.
La gente sabe que esto va a ser difícil, sabe que los cambios no van a venir de la noche a la mañana, pero quiere que lo intentemos, que seamos honestos en intentarlo. Y una de las cosas que me importa es ir contándoles cuáles son los obstáculos que vamos enfrentando y por qué hay ciertas cosas que hacemos y otras que no podemos hacer.
Y también ir involucrándolos en el proceso de gobierno, que se sientan parte, y ahí vamos a ir en conjunto, moldeando las expectativas en función de la realidad. La realidad es más porfiada que cualquier ideología.
¿Y cuáles son sus expectativas?
Mi expectativa es que al final de nuestro mandato tengamos un Chile que se encuentre, donde colaboremos más que compitamos; un Chile que se escuche, y por sobre todo un Chile más justo en el sentido de que las tremendas desigualdades que hoy marcan a fuego el lugar de origen y el lugar de muerte vayan diluyéndose en función de la trayectoria vital y las posibilidades que tenga cada persona. Y que esas posibilidades sean cada vez más igualitarias.
No es fácil echarse al hombro este país… ¿qué está dispuesto a perder?
Es buena esa pregunta porque en política siempre te preguntan qué es lo que quieres hacer pero no a lo que estás dispuesto a renunciar. Y a mí lo que me importa es mejorar las condiciones de vida de manera sustentable y sostenible en el tiempo de quienes habitan nuestra patria y por lo tanto en eso uno tiene que tener lindes más que fronteras rígidas.
Yo estoy dispuesto a conversar mucho y me importa más llegar a puerto que solamente seguir el camino que me he trazado en un comienzo. Nosotros tenemos una hoja de ruta, pero si nos encontramos con que hay un precipicio en el camino, vamos a buscar la forma de vadearlo, aunque eso haga que el camino sea un poco más largo.
Ha dicho en muchas oportunidades que quiere ser un presidente que al terminar su período tenga menos poder que cuando comenzó. ¿A qué se refiere en concreto?
Eso tiene que ver con el lugar de donde vengo. Yo soy magallánico, nacido y criado a orillas del Estrecho y desde que tengo uso de razón vengo escuchando la palabra descentralización sin que haya tenido mayores efectos en la vida cotidiana de las personas. Y en donde las decisiones se terminan tomando por una élite santiaguina, de clase alta, por sobre las realidades que se viven en las comunas, en los barrios. Y ahí la figura presidencial está al tope de eso.
De hecho, la cantidad de expectativas que hay, tienen que ver con la idealización de la figura presidencial que va mucho más allá de mis características. Es algo que ha pasado muchas veces en la historia de Chile. Por lo tanto, espero, y esto va a estar al alero del proceso constituyente, que podamos construir un país en que seamos democráticos, donde una persona no ostente tanto poder y donde el poder también sea más transparente, no solamente en términos de la presidencia de la república sino también de los famosos poderes fácticos que lo ejercen sin mediar ningún tipo de decisión ni deliberación democrática.
En concreto, espero que al final de nuestro mandato tengamos un Chile descentralizado, que en los barrios, en las comunas, en las regiones, puedan decidir su futuro más que desde la Moneda o el barrio alto de Santiago.
¿Prefiere que le digan presidente o Gabriel a secas?
Es un desafío difícil, pero he ido entendiendo que es importante asimilar la institución presidencial. Porque yo hoy estoy sentándome en una institución que ya existe. Y, por lo tanto, sin perder mi esencia, creo que es importante lo que se construye y lo que se lega a posteriori. Y, en ese sentido, pienso que lo que corresponde en este momento es que se me trate como la institución que represento.
Da la sensación que para usted es muy importante demostrar afecto.
Es que en un país que ha estado tan golpeado últimamente y tan divido, es importante que volvamos a querernos. Y para mí la preocupación por la salud mental ha sido clave en mi desarrollo en los últimos años y el entender que como chilenos y chilenas nos falta afecto, nos falta cariño, y si uno puede contribuir un poquito a darlo, y si además es algo que me nace, en buena hora.
Ahora, el escuchar tiene mucho de reparación. Cuando uno escucha a una persona, aunque no pueda solucionarle su problema, va generando un vínculo distinto consciente, insisto, en que probablemente no se van a resolver todos los problemas. Pero uno va teniendo un termómetro diferente. Si uno se rodea solo de la misma gente que es igual a uno, de la misma clase social que uno, o que piensa igual que uno, finalmente terminas en una burbuja que te distorsiona la realidad. Y eso es un problema endémico de la política que tenemos que tratar de cambiar.
No digo que seamos más virtuosos, ni moralmente impolutos, sino que, aprendiendo, y voy a insistir mucho en esta idea, de los errores y aciertos del pasado, debemos cambiar y mejorar.
Hay una frase que cité hace poquito en un discurso y que me gusta mucho, es del compositor Gustav Mahler, que dice «la tradición no consiste en la adoración de las cenizas sino en la preservación del fuego» y eso, de alguna manera, también es un leitmotiv.
También hay muchos que le temen, o más bien que no confían en su discurso convocante… «lobitodisfrazado de cordero», comentan. ¿Qué representa usted que puede generar miedo en parte de la élite?
Parte de la élite está muy ensimismada, sigue siendo muy endogámica. Como han vivido tanto tiempo en una posición de privilegio, cualquier cambio les genera la incertidumbre que la mayoría de los chilenos vive en el día a día. Y eso genera rechazo. Un rechazo un poco atávico.
Espero por un lado que las élites dejen de tenernos miedo. No espero que estén de acuerdo conmigo, pero sí que dejen de tenernos miedo.
Pero esa desconfianza no es una crítica sin sustento porque de alguna forma usted ha pasado de ser un político de frases y acciones a ratos impetuosas a uno acogedor, moderado...
En el camino de la política, que está cruzado con el de la vida, siempre se tienen aprendizajes y en mi construcción política prefiero ser arcilla más que piedra. Y las experiencias o las acciones en las cuales algunos se basan para hacer esos juicios son también las que me han formado. Porque me he equivocado es que he logrado aprender. Entonces yo no lo vería como un problema sino como parte de un proceso de aprendizaje.
Otra de las dudas es la capacidad de su sector -demasiado millennials para algunos- para asegurar la gobernabilidad del país…
Esa crítica de que somos demasiado millennials es como si alguna vez hubiésemos dicho que los baby boomers jamás podrían haber asumido el poder cuando son los que gobernaron Chile durante los últimos 30 años.
Esa crítica se queda corta de perspectiva histórica cuando uno ve lo que han sido las generaciones anteriores. En el «Balance Patriótico» (Vicente) Huidobro en 1920 lo decía muy claro a propósito de los primeros años de la República, todo lo grande en Chile lo han hecho los jóvenes: Carrera a los 26 años, O’Higgins a los 36, Manuel Rodríguez a los 24… hay que mirar la historia y ver que no es un fenómeno nuevo y al que no hay que tenerle tanto miedo.
Su victoria en las elecciones: ¿es el triunfo de una idea de sociedad o de la mirada de una nueva generación?
Como todo en estas cosas es multicausal. Tiene que ver con la emergencia de una nueva generación, con la necesidad de renovación, con la idea de una sociedad que claramente es opuesta a lo que presentaba el actual gobierno en ejercicio y la candidatura con la cual nos enfrentamos en segunda vuelta de la elección. Es opuesta al gerente 24/7, el self–made man que estudió solo en universidades gringas, sino también tiene que ver con conocer bien la trayectoria de Chile.
Pareciera que su triunfo tiene más de capital político personal, un poco menos de identidad frenteamplista y casi nada de identidad comunista… ¿Qué le aporta el Partido Comunista a su gobierno?
Mucho. Nuestra alianza es Apruebo Dignidad pero hemos convocado al gabinete a partidos que forman parte de otra tradición. Hay que lograr desmitificar los temores frente al PC chileno. Hemos tenido diferencias tácticas y otras en determinados momentos.
El 15 de noviembre (fecha de la firma del acuerdo que convoca a una Convención Constitucional y que el PC no firmó) es el más visible, pero el PC hoy está comprometido con la implementación de nuestro programa. Además, ha sido un partido que en Chile ha sido profundamente democrático y que ha estado al lado de las luchas sociales y los oprimidos, y eso es algo que a mí también me inspira.
Pasados 2 años del estallido social, ¿cómo lee hoy lo que ocurrió allí?
Creo que el estallido social fue un momento de encuentro en la frustración de que las promesas de meritocracia no se estaban cumpliendo. Y hubo una conciencia colectiva que esto no solo ocurría al interior de mi casa, sino que pasaba en distintos lugares del país.
Y ese encuentro llevó a una movilización por fuera de las vías institucionales que congregó a su vez rabia y esperanza. Yo espero que en esto lo que predomine sea la esperanza y por eso el encausamiento en la Convención Constitucional es algo muy importante. Pero, paralelo a eso, mientras discutimos las normas del futuro, tenemos que ser capaces de solucionarle los problemas concretos a la gente, que en pandemia se vio particularmente afectada.
¿Existe una posibilidad de un gobierno de izquierda mesurado y reformista?
Discrepo de la obsesión de parte de la élite de moderarnos en el discurso para encasillarnos con lo del Boric de primera vuelta o el Boric de segunda vuelta. Es más un complejo de ellos que de nosotros. Tenemos una dirección y vamos a avanzar en esa dirección y estamos dispuestos a elegir el mejor camino. Y esa dirección es crear un Estado de Derecho que consagre derechos sociales universales, con pleno respeto a los derechos humanos, que descentralice el poder, que se haga cargo de los desafíos medioambientales, de la crisis climática, y eso no es una fiebre roja, en Chile eso tiene más que ver con el sentido común.
No hablamos de moderación entonces...
Me hace más sentido la idea de ser ponderado que moderado. Hay algunos fanáticos de la moderación que terminan no moviéndose nada y esos fanáticos le han hecho un daño profundo al país. Porque en su miedo atávico de cambio, terminaron haciendo reventar la olla a presión.
¿Usted se ubica más cerca de la socialdemocracia o del comunismo?
Yo provengo de la tradición socialista libertaría americanista chilena. Ese es mi espacio ideológico de referencia. Soy un demócrata, y creo que la democracia tiene que ir cambiando y adaptándose y no petrificándose. Creo que a la democracia en Chile le falta mayor densidad.
Y dentro del concierto latinoamericano, ¿se reconoce en alguno de los gobernantes de izquierda?
Me da mucha esperanza y espero tener un trabajo codo a codo con Lucho Arce en Bolivia, si Lula gana las elecciones en Brasil con Lula, la experiencia de Gustavo Petro si se consolida en Colombia. Creo que ahí se puede armar un eje tremendamente interesante.
Yo entiendo que la pregunta va muy relacionada con Venezuela y Nicaragua. En el caso de Nicaragua no logro encontrarle nada ahí, y en el caso de Venezuela es una experiencia que más bien ha fracasado y la principal demostración de su fracaso son los seis millones de venezolanos en diáspora.
¿Se siente parte de la generación de Jacinda Ardern, Sanna Marin, Emmanuel Macron, incluso Alexandria Ocasio–Cortez? ¿Hay algo más grande, distinto, a que todos sean menores de 45 años?
No conozco en detalle cuáles son las convicciones de cada uno de ellos y el tener la misma edad no necesariamente indica algo.
Yo puedo decir que tengo una cercanía ideológica con García Linera, independiente de la edad que tenga, o una complicidad clara con Podemos en España, que no tiene que ver con un tema de edad, tiene que ver con las convicciones que tenemos. Y valoro mucho la experiencia de Lula pero también trato de leer la de Cardoso. Uno no puede fijarse referentes estáticos.
Lo que sí es cierto es que hoy hay una crisis global en términos de crisis climática de la cual creo que nuestra generación tiene más conciencia que las anteriores. Y eso yo espero sea algo que nos una. Tuve la oportunidad de conversarlo con Justin Trudeau, recibir una carta de Emmanuel Macron, también, en ese sentido, sé que Jacinda Ardern ha tenido esa preocupación, así es que espero que ahí tengamos un punto de encuentro donde forcemos a las generaciones anteriores y a los gobernantes de todos los países, como lo ha dicho Greta, de tomar acción ya.
¿Cuáles son sus prioridades en términos económicos?
Hay que distinguir en materia de plazos. Que podamos tener una consolidación de la reactivación económica que sea justa. Que no reproduzca de manera calcada las desigualdades anteriores. Y eso implica darle mayores herramientas a las pequeñas empresas para que haya una desconcentración del mercado. El 87% de las ventas en Chile están concentradas en las grandes empresas y solo el 13% en la pequeña y mediana empresa. Esa es piedra fundante de la desigualdad en nuestro país.
Tenemos que lograr la combinación entre crecimiento y redistribución. Una distribución más justa de la riqueza. Ninguna es sostenible sin la otra. Todos han crecido, eso es cierto, pero algunos mucho más y eso ha acrecentado la división y la fractura de la sociedad chilena.
Usted habla de un pacto tributario y no de una reforma, una diferencia semántica de fondo, lo primero significa un acuerdo con todos los sectores políticos.
Qué bueno que lo notes porque es a lo que tratamos de aspirar.
Esto no es algo de buenos contra malos sino que queremos que todas las fuerzas productivas del país se pongan de acuerdo en que es necesaria una mejor redistribución de la riqueza para poder crecer. Y que además sea sustentable y sostenible con el medioambiente y a eso esperamos convocar a los trabajadores organizados, las pymes y los grandes empresarios.
Recibirá un país con una de las tasas de inflación más alta en las últimas décadas, con un déficit estructural relevante, ¿en qué minuto piensa comunicarle a la ciudadanía que no será fácil cumplir las promesas de su programa?
Lo estamos haciendo permanentemente. Nos hemos comprometido a respetar el presupuesto aprobado por el congreso que tiene una reducción del gasto fiscal de un 22% y también de avanzar en nuestras reformas en la medida de que vamos asegurando ingresos permanentes aquello que considera gasto permanente. Y esa es una línea de la que no nos podemos desviar. No puede haber atajos irresponsables. Tengo confianza en que la ciudadanía lo vaya entendiendo.
¿Qué tan complejo es instalar un Estado de Bienestar en un país que no tiene los estándares económicos ni sociales que tienen los modelos socialdemócratas más exitosos?
En eso hay que ver el estado en que estaban los países que hoy día tienen estados de bienestar desarrollados, en el momento que eligieron tomar ese camino.
Los desafíos son distintos. En el caso de los países europeos, no solo los nórdicos, tomaron la decisión de crear estados de bienestar que garanticen derechos sociales universales cuando tenían un PIB per cápita parecido o inferior al que tiene Chile hoy. Y ahí yo espero que nos pongamos de acuerdo como sociedad, en el sentido de que hay metas de largo plazo que no van a ver resultados antes de las próximas elecciones y que por lo tanto, muchas de las decisiones que tomemos, no pueden estar mediadas por la ansiedad electoral y que hay frutos que no me va a tocar cortar la cinta a mí.
¿Cuál diría que es nuestro talón de Aquiles?
Hoy, la desigualdad.
¿Y el suyo?
Hay hartas cosas que uno podría decir ahí, pero si tuviera que elegir uno, más que mío personal, el gran riesgo de nuestro gobierno es no poder afirmar nuestra base social de apoyo más allá de nuestras fronteras actuales.
Si nos quedamos solamente con quienes estamos hoy, no vamos a logar hacer las transformaciones que queremos. Por lo tanto, si no nos movemos todos juntos en eso, y no empezamos con el clásico y permanente fraccionamiento de la izquierda, será un desafío muy difícil.
Como dirigente estudiantil usted estuvo muchas veces en la calle. Viene de la protesta por una educación gratuita y de calidad. Muchas de esas manifestaciones terminaron en actos de violencia. Y ustedes mismos hablaban de personas que ensuciaban esas marchas, pero eran pocos… Hoy parecen ser la norma, ¿qué pasó?
No son la norma respecto de la mayoría, lo que sucede es que hay varias explicaciones, pero antes quiero dejar claro que sigo creyendo que la vía no es la violencia, en eso quiero ser muy claro. Yo creo que hay una frustración acumulada al ver que por los caminos institucionales no se podía hacer cambios.
La violencia es un fenómeno que debemos tratar de entender para tratar de erradicar.
Ahora, si quieres asegurarte de que siga habiendo violencia, entonces hay que dejar las cosas tal como están.
Hay un sector de la izquierda que probablemente no le va a conceder espacio para una radicalidad ponderada…y la respuesta puede ser más violencia en las calles. ¿Cómo piensa enfrentar esa violencia?
Tenemos el deber de hacer respetar el orden público, eso no es una opción para el gobierno. Y hacer cumplir la ley. Lo que nosotros esperamos es que mediante el proceso de transformaciones que vamos a iniciar, la convocatoria y la manera en que le hablemos al pueblo de Chile, esos sectores van a ser cada vez más minoritarios.
¿Qué tipo de Constitución le atrae más, una bien reglamentada o una más orientadora?
Me gusta más la idea de una Constitución orientadora pero no aséptica. Una Constitución que consagre derechos sociales universales, que defienda la libertad y la igualdad, una Constitución que descentralice pero una Constitución no abarcadora de todos los temas y todas las problemáticas.
La Constitución no puede estar pensada solo desde el 2021 y el 2022. Tiene que permitir de que incluso preguntas que todavía no tenemos, quepan en la Constitución.
En lo personal, ¿qué ha tenido que transar además de su pelo largo, poleras rockeras y sus guayaberas?
Ahora último la posibilidad de salir a un bar, de ir a una librería, es cada vez más difícil.
¿Bajo qué circunstancias sí usaría una corbata?
Lo de la corbata tiene dos sentidos. Uno estético medio absurdo, pero yo también me di cuenta que cuando pasó lo del reclamo en el Congreso, había un ánimo de disciplinamiento y homogenización de parte de una élite muy cerrada y muy parecida entre sí y por eso me mandaron a la comisión de ética, por andar sin corbata. Ahora se naturalizó completamente y es totalmente normal andar sin corbata en el Parlamento.
Y a propósito de eso, una vez tuve la suerte de conocer a Joan Baez y bailamos y me preguntó (después de haberla escuchado cantar a capella) sobre el tema, porque le contaron la anécdota de la corbata y meses después me llegó una corbata hecha por aborígenes australianos, enviada por Joan Baez. Si algún día tuviera que ocupar una, seguramente sería esa.
¿Y podría ocuparla luego?
No lo tengo pensado. Quizás en el matrimonio de algún amigo.
¿Y no en el cambio de mando?
No, hay límites. Sería simbólicamente renunciar a la esencia.
Viene de una familia creyente, una madre católica, que reza y tiene un altar a la virgen en su casa. ¿Nada de eso le hace sentido en momentos de angustia?
Respeto mucho la fe de mi madre y a veces extraño el don de la fe, pero no es algo que tenga en este momento y no creo que sea algo a lo que se puede recurrir solo en estado de necesidad. Tengo un tema pendiente de cómo trabajar la espiritualidad. Es algo que siempre me ha interesado y nunca me he dado el tiempo de hacerlo.
¿Cómo controla su ansiedad?
A veces comiendo, que no es el mejor método. Leyendo, la lectura me tranquiliza, cuando tengo tiempo de hacer deporte, me gusta jugar fútbol.
¿Y siente que a veces se le escapa de las manos?
He aprendido, acompañado de tratamientos, a ir controlándola. Yo tengo un trastorno obsesivo compulsivo y tomo medicamentos por eso. También es algo que he logrado domesticar gracias la ciencia, esto no solo es voluntad.
Se habló bastante de su salud y también del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) que padece y que usted hizo público. ¿Cree que hubo otras intenciones al relevar este tema durante la campaña electoral?
Sin lugar a dudas. Hay un estigma respecto de la salud mental.
¿Qué situaciones le incomodan?
Me incomoda mucho la mentira intencionada, no el error, me carga la gente que habla en off en el periodismo, me molestan los cahuines.
Usted ha demostrado ser un político bien tolerante al juicio opositor, ¿pero qué ocurre cuando ello apunta a la gente que usted más quiere, como su compañera Irina Karamanos, quien asumirá el rol de primera dama y quien ha sido criticada por ello, principalmente por su sector?
Hay que distinguir entre la crítica constructiva y el debate político que se da al interior del feminismo y que es totalmente legítimo de la crítica oportunista y artera y me parece que ha habido harto de lo primero y poco de lo segundo. Los debates del feminismo son deseables. Tenemos que acostumbrarnos a que el tener divergencias de opinión no significa una tragedia. Pero cuando los ataques son personales, y particularmente contra mis seres queridos, hermanos, padres, amigos o la Irina, es algo que efectivamente me molesta mucho.
¿Cuál es la épica que le gustaría imprimir a su gobierno?
Que a través de la política es posible cambiar el mundo. Que la política no es un espacio de corrupción, mentiras y acomodos. La política puede ser un oficio honesto para las transformaciones sociales, inclusivo, no solo de profesionales.
Docente de Castellano de profesión, tiene experiencia en la dirección de centros educacionales y en el propio Ministerio de Educación.
Una de las sorpresas en el nuevo gabinete fue el nuevo ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, quien es profesor.
Profesor de Castellano, fue jefe de una Unidad Técnico Pedagógica y director de otra institución educativa. Además es magíster en Educación con mención en Currículum e Innovaciones Educativas.
En el Ministerio de Educación coordinó lo relativo a la Educación Media, distinguido en 2007 con el Premio Excelencia Pedagógica por dicha cartera.
En entrevista con Unesco, el ministro Ávila planteó sus desafíos para la educación del futuro: “Creo que la educación, al menos en Chile, que tiene un currículo tan extenso que parece inabarcable, nos limita para generar verdaderos procesos de reflexión que puedan ser acompañados por las y los profesores. Entonces creo en un sueño con más oportunidades para procesos reflexivos, que un estudiante sea capaz de poder enfrentar un desafío, investigar de manera autónoma o mediada por un profesor. Que sea capaz de identificar la información verdadera de la falsa, distinguir buenas fuentes de información, generar una reflexión y comunicarla”.
“Sueño con que tuviéramos más elementos de carácter territorial. Chile es un país largo, muy diverso, más hoy gracias a temas como la migración, lo que es tremendamente positivo, porque lo que hace es enriquecer la cultura, especialmente la nuestra, ya que vivíamos tan aislados por la cordillera de los Andes y el desierto. Necesitamos foco en lo territorial, pero también una visión que nos permita comprender que somos parte de un mundo más amplio, más grande, donde están pasando cosas”.
Finalmente planteó que el último desafío está en “la consciencia de que los procesos educativos se dan en la medida que generemos interés por aquello de lo que estamos aprendiendo. Los niños a veces nos preguntan ¿para qué nos sirve esto? Tenemos que ser capaces de decirles que hay cosas que van a servir en el momento y otras que serán insumos para una exploración futura, para su riqueza, para su reflexión, para generar interés en otras áreas que no han descubierto aún. Eso implica quitar algunos elementos de presión en el sistema educativo que nos han hecho estrechar nuestro currículo y no visualizar la riqueza y la oportunidad que tenemos”.
“Constituye una función suprema y primera responsabilidad financiera del estado, que tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla»
La iniciativa subida a la plataforma de Participación Popular de la Convención Constitucional lleva por nombre “Estatizar la Educación Pública para la Democratización de la Sociedad” y fue presentada por el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores de la Educación – SNTE Chile.
La propuesta de Norma N° 31.814 propone en su primer articulado que “La Educación es un derecho social y un deber ineludible e inexcusable del Estado». La cual “constituye una función suprema y primera responsabilidad financiera del estado, que tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla.» Así también propone que “el Estado asegurará una educación pluralista, inclusiva y diversa, según las necesidades e identidades culturales, productivas, geográficas, territoriales y cosmovisiones de nuestro territorio”.
En palabras de Michael Humaña, presidente del SNTE Chile “Esta propuesta es tarea estratégica para enfrentar a los defensores de la Libertad de Enseñanza y del mercado de la educación consagrado en la falsa libertad de elegir de los padres”. Siendo una de las pocas, sino la única propuesta del mundo social de la educación que rechaza la libertad de enseñanza como pilar constitucional de la educación chilena.
La Iniciativa por la Estatización de la Educación respecto a los objetivos de la nueva educación pública, es clara, según Michael Humaña “La Revuelta Popular nos dejó como primera tarea terminar con los abusos del gran empresariado y el sistema capitalista, por esto entendemos que la nueva Escuela debe tener como objetivo la Democratización plena de la sociedad y la educación es clave para iniciar este proceso”.
En esta línea de ideas la Iniciativa de Norma en su segundo artículo declara: “La Educación será pública, plurinacional, estatal, comunitaria, democrática, pluralista, universal, no sexista, participativa, descolonizadora, inclusiva e integral. Se centrará en el respeto y valoración de los derechos de la Madre Tierra (Ñuke Mapu – Pachamama), preservación y conservación de la biodiversidad, junto con el desarrollo holístico del ser humano, en los marcos de una educación para la democratización, el diálogo intercultural, la equidad de género, la no diferencia de roles, la no violencia y la vigencia plena de los derechos humanos, el resguardo a la libertad de cátedra, el reconocimiento de la riqueza pluricultural y multiétnica de nuestros territorios, las formas de vida colectivas y comunitarias de producción e intercambio con la naturaleza y los demás seres humanos; además de la promoción de los principios de respeto a los adultos mayores y la recuperación de sus saberes, junto a la defensa y difusión de las lenguas de las naciones y pueblos indígenas, de su música, danzas, deportes y demás componentes culturales.”
Recordamos que esta propuesta es elaborada por las y los trabajadores de la educación organizados en distintos Sindicatos y Asociaciones de funcionarios, representativas de docentes y asistentes de la educación de varias regiones del país, los que desde el año 2015 se organizan en el SNTE Chile.
El reconocimiento de las y los trabajadores de la educación en la Nueva Constitución asume un rol estratégico para cumplir con las tareas de transformaciones profundas en la educación chilena, para lo cual el Estado deberá resguardar a las y los trabajadores de la educación “un contrato único, estatal e indefinido en todos sus niveles, con una carrera funcionaria que proteja la igualdad salarial y reconozca la experiencia, especialización y capacitación permanente, la cual será responsabilidad del Estado promover y financiar”, así las cosas, será el Estado el responsable de la capacitación y formación continua de docentes y asistentes de la educación.
Otro de los ejes estratégicos de la IPN 31.814 es referente al rol Comunitario de la Educación, devolviendo el poder de la administración educacional a las comunidades educativas, mediante Consejos Escolares Resolutivos y la participación vinculante de la sociedad civil en la construcción de un Proyecto Educativo Plurinacional, mediante un Congreso de Educación Permanente. “El Control Comunitario es pieza clave para lograr proyectos educativos pluralistas e integrales, relacionados con las necesidades y expectativas de desarrollo de cada comunidad, las familias deben tener el deber y el derecho de participar de manera vinculante en los procesos educativos de las Escuelas en cada territorio”, comenta el dirigente.
La Educación Popular y No Formal también están consideradas en la iniciativa, rompiendo con las viejas caricaturas del Estado hegemónico y apostando al desarrollo del Poder Popular Comunitario. La Norma cita en su último artículo: “El Estado, a través del Sistema Plurinacional de Educación Pública, promoverá la creación y organización de programas educativos populares y comunitarios no formales, los cuales podrán recibir aportes del Estado y serán ejecutados por educadores populares, Kimelfes, Amautas tradicionales y organizaciones e instituciones comunitarias como juntas vecinales, clubes deportivos, centros culturales, conservatorios, universidades, asociaciones culturales y deportivas, sindicatos, centros de pensamiento, entre otras organizaciones jurídicas sin fines de lucro”.
Para finalizar la nota, el profesor Michael Humaña, presidente del SNTE Chile hace un llamado a la juventud y a la ciudadanía en su conjunto a “patrocinar y difundir esta Iniciativa Popular de Norma Constitucional para garantizar transformaciones profundas en el sistema educacional chileno, acorde con las demandas y movilizaciones históricas del sector y en consecuencia con los mandatos emanados de la Revuelta Popular iniciada el 18 de octubre de 2019”, junto con el llamado a la participación el profesor Humaña también se manifestó “no es posible democratizar la sociedad con presos políticos, en consecuencia exigimos la Libertad inmediata de todas y todos de los Presos Políticos de la Revuelta Popular”.
América del Sur/Chile/21-01-2022/Autor(a) y Fuente: www.colegiodeprofesores.cl
Aquí las resoluciones de la instancia que reúne a dirigentes nacionales, regionales, territoriales y comunales del magisterio de todo el país, quienes discutieron y acordaron los lineamientos generales de la organización docente para este año.
Fuente e Imagen: https://www.colegiodeprofesores.cl/2022/01/17/resoluciones-de-la-asamblea-nacional-programatica-2022-del-colegio-de-profesoras-y-profesores-de-chile/
En el marco de la pandemia por Covid-19, muchos estudiantes de escuelas rurales no pudieron tener continuidad en sus clases, debido a que la modalidad online no era factible para ellos ante la falta de internet para poder conectarse, lo que deja en evidencia la brecha digital existente en el país.
De acuerdo a un reporte publicado por Unesco, más de 160 millones de estudiantes de América Latina y El Caribe (LAC) no pudieron asistir a la escuela, por el coronavirus. Chile no escapa a esta lamentable realidad que en 2021 significó que muchos alumnos permanecieran en sus hogares sin poder cumplir su derecho a educarse, lo que además derivó en reducción de su vida social y problemas emocionales al deber permanecer encerrados en sus casas.
Reducir esta brecha resulta fundamental y debe ser considerada como tarea prioritaria por los distintos gobiernos y entidades involucradas en esta materia. Hoy, en medio de una crisis sanitaria, donde la incertidumbre reina ante la aparición de nuevas cepas del virus y no es posible descartar eventuales nuevos confinamientos, el tema está más vigente que nunca.
La tecnología es un elemento nivelador que puede generar mayor equidad, y que las comunidades rurales pueden y deben recibir, aunque se ubiquen un peldaño más abajo por temas de conectividad e infraestructura.
Podemos llevar a cabo iniciativas concretas para apoyarlas y no quedarnos solo con las imágenes de niños haciendo tareas en el techo de su casa por problemas de señal. Por ello, la palabra ‘accionar’ debe tener un significado importante en cuanto a hacerse cargo del tema y ofrecer una solución real.
A modo de ejemplo, en Fundación Apptitudes decidimos hacernos cargo, entregando gratuitamente nuestro software MIDE a escuelas rurales ubicadas en distintas zonas del país, el cual facilita las clases online sin necesidad de Internet permanente. Facilita la continuidad del proceso educativo de las escuelas al permitir que sus estudiantes trabajen en guías, ensayos y evaluaciones sin usar Internet de manera prolongada. Solo requieren conectarse mínimamente, por ejemplo, una vez por semana, para que el material de trabajo se actualice y descarguen los documentos de estudio; luego de eso, pueden trabajar offline.
Así como los actores que trabajan en el mundo de la tecnología pueden contribuir a obtener mejoras en este tema, también es importante generar avances integrales en materia de políticas públicas.
La educación digital debe ser clave hoy en día, tanto para los futuros docentes como para los alumnos, y en el caso de los profesores senior, que no aprendieron en su momento estas herramientas, deben contar con el apoyo necesario para manejarse bien con ellas.
En lo que respecta a las zonas más vulnerables y alejadas del país, es clave que reciban el apoyo necesario para contar con niveles adecuados de internet y que sus estudiantes puedan acceder a dispositivos que les permitan conectarse de manera online a sus actividades, en caso de requerirlo.
Si bien, el gobierno ha indicado que en 2022 las clases serán presenciales -y es deseable que así sea-, la última palabra estará dada por cómo evolucione el Covid-19 en el país, por lo que debemos estar preparados para cualquier escenario.
América del Sur/Chile/14-01-222/Autor(a) y Fuente: www.colegiodeprofesores.cl
La Red conversó con el Presidente del Colegio de Profesoras y Profesores, Carlos Díaz Marchant, ante las contradicciones entre el Ministro de Salud y el de Educación por el distanciamiento físico, todo en el marco de las clases 2022 ante el aumento de casos de COVID-19 que se vive en el país.
Fuente e Imagen: https://www.colegiodeprofesores.cl/2022/01/10/la-redaccion-contradicciones-en-el-gobierno-por-medidas-contra-el-covid-19-tras-el-retorno-de-las-clases-presenciales/
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