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Chile: Piñera busca impedir segundo retiro en fondos de pensiones en Chile

Piñera busca impedir segundo retiro en fondos de pensiones en Chile

El presidente Sebastián Piñera interpuso el domingo un recurso de inconstitucionalidad para frenar el proyecto que pretende permitir a los chilenos un segundo retiro de ahorros en sus fondos de pensiones y que avanza con fuerza en el Congreso con votos de la oposición y el oficialismo. La medida fue anunciada por el gobierno en un comunicado y tiene lugar antes de que el proyecto sea votado en la sala del Senado el miércoles y luego que trascendiera en los medios que podría contar con los votos para ser aprobado y convertirse en ley. La aprobación del proyecto, que permitiría un segundo retiro sin condiciones, se dio el 10 de noviembre en el Congreso de Diputados por una abrumadora mayoría (130 votos a favor de un total de 155 diputados) y se convirtió en un segundo revés político para Piñera en el tema después que su gobierno se opusiera de forma férrea al primer proyecto, que también resultó aprobado por amplia mayoría en julio. “Todas las autoridades, y en especial el presidente de la República, tienen que ser sensibles con las necesidades de los ciudadanos, y también, responsables con las decisiones que adoptan y sus consecuencias para el futuro», argumentó el gobierno. «Adicionalmente, siempre deben respetar el orden constitucional y el Estado de Derecho. Están intentando escribir una Constitución paralela, a través de proyectos de reforma constitucional que introducen artículos transitorios, sin modificar la actual Constitución”, expuso. El comunicado menciona que los chilenos se manifestaron el 25 de octubre a favor de la creación de una nueva Carta Magna. Unos 10 millones de chilenos, más del 90 por ciento de los usuarios, pudieron retirar el 10 por ciento de sus fondos de jubilación en agosto, de los que casi dos millones quedaron sin ahorros porque tenían poco dinero. El gobierno argumentó que si se aprueba el segundo proyecto de retiro otros dos millones de cotizantes quedarán sin fondos y en los últimos días ha presentado un proyecto de segundo retiro alternativo para frenar el impulsado por la oposición. La iniciativa del gobierno establece otros plazos y condiciones para retirar los ahorros. La pandemia y las medidas para contenerla detuvieron la economía, a excepción de las empresas de primera necesidad, y 1,8 millones de personas perdieron sus empleos, 800 mil vieron suspendidos sus contratos laborales y vivieron meses con su seguro de cesantía. Muchos más, en tanto, vieron disminuidos sus empleos. Según el gobierno, en los últimos meses se han recuperado unos 300 mil puestos de trabajo. El sistema de pensiones de Chile, las AFP (Administradoras del fondos para el retiro), fue impuesto hace 40 años por la dictadura Augusto Pinochet y se basa en la capitalización del ahorro individual, que entrega bajas jubilaciones a la inmensa mayoría de los chilenos. En contraste, las empresas que administran estos fondos, que pertenecen a algunos de los grupos empresariales más importantes del país, reportan beneficios. La oposición y ahora una parte importante de los diputados oficialistas estiman que el gobierno debería mantener subsidios para los más necesitados y para el sector más débil de la clase media, al tiempo en que critican que los chilenos debieran usar sus propios ahorros, en forma de la pensiones o el seguro de cesantía, para solventar la crisis. También cuestionan las bajas cuantías de las ayudas otorgadas. https://www.milenio.com/internacional/latinoamerica/chile-sebastian-pinera-busca-impedir-retiro-dinero-afp

 

Fuente de la Información: https://www.milenio.com/internacional/latinoamerica/chile-sebastian-pinera-busca-impedir-retiro-dinero-afp

 

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Chile: Presupuesto 2021

El sistema de educación superior chileno tuvo un explosivo crecimiento debido, entre otras razones, al incremento de la oferta y la mayor disponibilidad de ayudas estudiantiles, especialmente el CAE. Así, los estímulos estuvieron puestos en el aumento de la cobertura del sistema a través del financiamiento a la demanda, especialmente aquella asociada a las nuevas instituciones privadas.

La falta de atención del Estado en sus instituciones, a las que puso a competir en un sistema poco regulado hasta hace algunos años, sumado a los impulsos económicos dados a las instituciones privadas, tuvo consecuencias: en los últimos 20 años, las universidades del Estado son las casas de estudio de menor crecimiento en el sistema, pese a ser las que concentran las preferencias de los estudiantes. En otras palabras, se diseñaron políticas públicas que no han permitido a los jóvenes la real opción de elegir.

Al analizar la propuesta presupuestaria de 2021, calculando el flujo incremental (positivo y negativo) entre las principales asignaciones en educación superior, incluyendo la gratuidad, obtenemos que las universidades estatales perderían cerca de $10 mil millones en 2021, cifra similar a las instituciones del G9. En tanto, el flujo hacia las instituciones privadas aumentaría en más de $70 mil millones. En 2021, cerca del 70% de los nuevos recursos inyectados al ítem de gratuidad se irían a cinco nuevas casas de estudio privadas que adscribirían al beneficio.

La reducción de fondos basales a las instituciones estatales para repartirlo en todo el resto del sistema privado refleja ya una tendencia en las propuestas presupuestarias de este gobierno; considerando su evolución entre 2019 y 2021, la suma del AFD y del Aporte Institucional (recursos que explican más del 75% de los fondos basales) ha disminuido en un 11%, llegando a un nivel inferior al observado en 2016.

El financiamiento de la gratuidad a expensas de los fondos basales de las universidades estatales contradice el principio contemplado en la Ley 21.091 que fija un mecanismo objetivo para expandir el beneficio, basado en las condiciones macroeconómicas del país. Así, se suponía que todo avance se haría con nuevos recursos y no con redistribuciones presupuestarias. Esto se ve reforzado tanto por informes de Dipres, que sostienen que la Ley 21.091 “compromete un gasto incremental”, como con el Informe Financiero de la Ley, cuando se refiere al “mayor gasto fiscal” que significaría el avance de la cobertura.

Más allá de las cifras mismas, lo preocupante es el nulo aprendizaje que deja la pandemia y la crisis social. Se ignora la necesidad de una mayor inversión en educación superior en períodos de crisis, particularmente en investigación. Resulta esencial un Ministerio de CTCI fortalecido, la entrega de becas necesarias para crear capital humano avanzado formado en nuestras universidades, y un mayor gasto en el ítem de generación de conocimiento y desarrollo tecnológico. Como antecedente, durante el duro período de la crisis subprime en la UE, países como Alemania y Francia aumentaron su inversión en educación superior pública, particularmente en el área de investigación.

¿Qué medidas son necesarias para enfrentar esta situación? i) Revertir la rebaja presupuestaria de fondos basales y de proyectos correspondientes a las universidades estatales, para recuperar al menos el nivel que presentaban en 2020; ii) Posibilitar el acceso de las universidades a créditos de largo plazo con garantía del Estado, junto con un compromiso del Ejecutivo de permitir procedimientos simplificados y rápida tramitación. En este punto, hay una evidente desigualdad al comparar con las facilidades que tienen las instituciones privadas. En el máximo de los contrasentidos, los créditos con garantía estatal vía Fogape son accesibles solo a las instituciones privadas; iii) Cambiar la redacción de glosas sobre el uso de los excedentes del Fondo Solidario para incluir los excedentes acumulados, sin limitarlos al año anterior y sin la restricción de un máximo de 30% aplicada en 2020; y, finalmente, iv) Autorizar una mayor flexibilidad en el uso de recursos asignados a proyectos, especialmente aquellos correspondientes a bienes de capital.

Todas estas medidas darían algo de oxígeno a instituciones que están siendo muy poco valoradas por el propio Estado, pero que siguen y seguirán cumpliendo un rol crucial para el desarrollo del país.

Fuente: https://noticiasporelmundo.com/chile/presupesto-2021-noticias-chile

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Chile: Jóvenes chilenos: ¡No suelten el timón!

Jóvenes chilenos: ¡No suelten el timón!

Manuel Cabieses Donoso

El honor de encabezar el arrasador triunfo del Apruebo y Convención Constitucional hay que atribuirlo a los jóvenes, tanto a los de edad como a los de espíritu.

Fue decisiva la participación masiva de jóvenes que votaban primera vez, y de los viejos robles que desafiaron la pandemia (más de 500.000 contagiados y 14.000 muertos en el país) para expresar su voluntad.

Además -esto es muy importante-: el 78,27 por ciento que apoyó el Apruebo y el 78,99 por ciento la Convención Constituyente, son cifras que tienen un marcado ingrediente de clase.

En las comunas donde la clase trabajadora tiene importante incidencia, ambas preferencias del plebiscito alcanzaron rangos elevados. Sobre el 80 y casi el 90 por ciento en algunos casos. Son notables los resultados en regiones del norte, de larga tradición sindical y política, y también en áreas rurales conocidas por su conservadurismo. En Chiloé, por ejemplo, tradicional bastión de la derecha, el Apruebo ganó hasta en el campo.

En solo tres comunas del país, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, en la Región Metropolitana, trincheras de las élites, ganaron el Rechazo y la Convención Mixta. A nivel nacional, ambas opciones lograron 21,73 por ciento y 21,01 por ciento, respectivamente.

Antes de abandonar la numerología política -entretenimiento habitual de analistas con patente-, habría que considerar algunas situaciones que van a pesar en el cuadro político.

Una es la participación electoral. Aún cuando es la más grande de la historia, como destacara el director del Registro Electoral, ese desborde cívico alcanzó solo al 50,9 por ciento. Votaron 7.562.173 hombres y mujeres. Sin embargo, el padrón alcanza casi a 15 millones de electores. Parte de la abstención se puede explicar por diversos motivos. El temor a la pandemia, por ejemplo.

Sin embargo hay una importante cifra de la abstención que no vota por desconfianza y rechazo a los partidos cuyo desprestigio teje telarañas en los rincones de las instituciones. Hay aquí, entonces, una importante tarea que acometer en estos meses: debatir los contenidos de la nueva Constitución y promover los candidatos independientes que en abril del 2021 conformarán la Convención Constitucional.

Los candidatos que surjan desde la base, comprometidos sin ambigüedades con la voluntad de cambio, darán origen a una Constitución de origen democrático, la primera en nuestra historia.

Otra situación a considerar es la fuerza que aun conserva el reducto conservador. El 21,73 por ciento que alcanzó el Rechazo y el 21,01 por ciento la Convención Mixta, no son datos a ignorar para una estrategia destinada a reencauzar al país por una senda de democrática. Desde los años 90 la derecha retiene cerca del 40 por ciento electoral.

En el plebiscito se dividió y una porción de la clientela derechista votó Apruebo y Convención Constituyente. Se trata de una derecha consciente de lo insostenible que resulta la crisis de las instituciones de la dictadura.

Pero ese 20 por ciento de Rechazo representa una derecha recalcitrante, poderosa en lo financiero, político y militar, y –como siempre- dispuesta a todo. Las fuerzas del cambio tendrán que poner atención a los movimientos de esa derecha que no ha vacilado en derramar sangre del pueblo cuando sintió amenazados sus intereses.

Y una nueva Constitución democrática, junto con las instituciones y leyes que de ella surgirán, constituyen la peor amenaza para la ultra derecha, el militarismo y los mercaderes de la Bolsa de Comercio.

El domingo 25 comenzamos a cavar la sepultura de la Constitución pinochetista y del modelo de economía de mercado. No obstante, estamos en la fase inicial de un largo proceso. Si tenemos éxito, no solo nos dotaremos de una Constitución democrática y sepultaremos al neoliberalismo.

Ese proceso de lucha ideológica y propuestas programáticas, permitirá articular un amplio movimiento político-social que conducirá al país en los próximos años. Los jóvenes de hoy deben preparar para gobernar.

Esa es una responsabilidad histórica de la juventud chilena. Su caudalosa participación en el plebiscito -en especial de la juventud de las comunas populares- es una clara señal de aceptación de esa responsabilidad.

La votación de Convención Constituyente, incluso, superó la del Rechazo. Es otra advertencia a la casta política para que no persevere en su intento de cocinar la nueva Constitución en el fogón de la corrupción.

Construir el necesario movimiento político-social que destierre sectarismos, requerirá una etapa difícil –y en ciertos casos dolorosa- para cortar amarras con el pasado, actualizar doctrinas y cambiar métodos de organización y lucha.

Para cumplir esas tareas está justamente la juventud. Ella nace para cambiar lo que hoy estorba el paso del progreso. La juventud chilena cuenta con decenas de héroes cuyas luchas servirán de ejemplo a la actual generación. Sobre todo será la experiencia de sus luchas la que abrirá paso al futuro del país. Los próximos años nos dirán si la juventud del siglo XXI estuvo a la altura de su misión histórica.

Fuente de la Información: https://www.telesurtv.net/opinion/Jovenes-chilenos-No-suelten-el-timon-20201105-0037.html

 

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Marcha proyecto para curules indígenas en Constituyente chilena

El Senado de Chile anunció este miércoles que la Comisión de la Constitución aumentó a 24 los cupos reservados a los pueblos originarios, en la convención que redactará la nueva carta magna.

“Tras revisión final de la reforma, la Comisión de Constitución (con tres votos a dos) aumentó a 24 el total de escaños reservados para pueblos originarios”, informó la entidad legislativa chilena.

El mensaje virtual continúa especificando que, dicha decisión fue tomada por la Comisión de la Constitución “a fin de garantizar la presencia del pueblo Chango, que fue recientemente reconocido por ley”.

“En consecuencia, con esa y otras modificaciones asociadas a la inclusión del pueblo Chango, el texto será votado la próxima semana en la Sala (del Senado), de acuerdo a lo determinado por los comités parlamentarios”, puntualizó el texto parlamentario.

De este modo, en el caso de ser aprobada dicha propuesta, los pueblos originarios tendrán 24 asientos en la Comisión Constitucional encargada del debate y redacción de la nueva Carta Magna chilena.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/chile-avanza-proyecto-curules-indigenas-constituyente-20201104-0044.html

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Después de la bofetada al poder y al neoliberalismo chilenos, ¿ahora qué?

Por: Aram Aharonian

No cabe duda que los jóvenes fueron quienes encabezaron el arrasador triunfo del Apruebo y Convención Constitucional en Chile. Algunos de ellos votaban por primera vez y lo hicieron junto a aquellos ya mayorcitos que desafiaron las amenazas y la pandemia que deja más de 14 mil muertos en el país, para consolidar la ruta de salida del neoliberalismo.

Fue el repudio popular a cuatro décadas de un ordenamiento nacido de la más dura represión y, quizá, el inicio de un pasaje ordenado y moderado a la siguiente etapa, sin rupturas radicales con estas tres últimas décadas de gobiernos constitucionales pero no democráticos ni populares.

Tras el plebiscito, desde Chile y desde fuera, llegan los balanceQuiénes son los jóvenes manifestantes que mantienen las protestas en Chile? | Internacional | Noticias | El Universos (como éste). Muchos quieren imponer el imaginario de que Chile cambió nuevamente gracias a un lápiz y un papel –por la vía institucional y republicana-, en recuerdo nostalgioso y romántico del gran logro del plebiscito de 1988 que derrotó a la dictadura. Desde el gobierno, señalan que “la gran mayoría del país decidió un camino por la vía institucional”.

La falacia omite la realidad, ya que el famoso lápiz y papel fue el final –entonces y ahora- de un largo proceso que se inició en 1983 con paros y protestas y cientos de muertos, muchos de ellos de la resistencia del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. (FPMR).

Hoy intentan olvidar o minimizar el largo proceso de un año de movilizaciones continuas, muertos y mutilados, y quieren imponer el imaginario que esta historia terminó con el voto y es hora de abandonar la calle, regresar a casa y dejar todo en manos de los “expertos” de las elites. Expertos en traiciones, como lo demuestra la historia chilena de dos siglos.

El domingo 25 se abrió la ventana para la necesaria renovación de la elite dirigente, una imprescindible oxigenación generacional, de liderazgos y de ideas, pero son los mismos de siempre, los traidores con historia, que comenzaron a candidatearse para ser constituyentes el año próximo. Y lo que se necesita son nuevas voces que transmitan las necesidades del Chile real, ese que no aparece en la televisión ni en los medios.

Si bien el proceso constituyente surge de un acuerdo entre los partidos de la burguesía frente al escenario impuesto por la movilización popular, existen enormes vacilaciones y vacío programático en la clase dominante para resolver sus pugnas, ante el deplorable estado de los aparatos ideológicos (Iglesia, cúpulas sindicales, sistema de educación).

Trabajadores de Chile demandan mejores salarios y estabilidad laboral - Tarapacá NoticiasLa clase obrera venía aumentando sus niveles de actividad desde el año pasado, especialmente a raíz del estallido social del 18 de octubre: las huelgas aumentaron en un 68% en 2019 con respecto a las registradas en 2018. Debería la izquierda encauzar la acción política de la clase obrera frente a la encrucijada puesta por la burguesía, como actor autónomo e independiente con programa propio.

Lo relevante es que pese a las vacilaciones de la burguesía, el aparato de Estado propiamente tal no se ha quebrado: las fuerzas represivas siguen aglutinadas en torno al gobierno y clases populares no han sido capaces de levantar un contrapoder capaz de llevar a cabo dicho quiebre.

La nueva-vieja izquierda

Hoy se habla de una nueva izquierda, con el surgimiento del Frente Amplio en 2017 (conquistó el 20 por ciento de los votos), y del renacimiento del Partido Comunista, de la mano de  Daniel Jadue, alcalde de Recoleta. Pero las formas son las mismas: en lugar de hablar de encauzar la Constituyente, de la renovación radical de la vida política con la elección de una nueva generación de representantes, comenzaron a negociar las candidaturas presidenciales.

Mientras, el presidente Sebastián Piñera hizo un llamado a la unidad de Chile Vamos, coalición a la que solicitó preparar una lista única de candidatos a la Convención Constitucional y a todas las contiendas del nutrido calendario electoral de 2021.Daniel Jadue y Beatriz Sánchez dan gesto de unidad tras holgado triunfo del Apruebo - La Tercera

El referendo cambia el escenario político chileno, profundizando la crisis de los partidos tradicionales, tanto los de derecha, como los de izquierda, inclusive de la Convergencia Social (escindidos del Frente Amplio), abriendo espacio para una renovación. No sería raro que algunos progresistas y centristas, ausentes o expulsados de las movilizaciones populares, trataran de reflotar la vieja Convergencia Democrática, de socialistas y demcristianos, como alternativa para la derecha light y el centrismo.

Han recorrido un largo camino, muchachos

El estallido social de octubre de 2019 fue el corolario de los levantamientos de rebeldía que se han sucedido desde 2006, cuando los estudiantes secundarios (los pingüinos) mantuvieron una prolongada huelga para exigir el fin de la Ley Orgánica Constitucional de Educación.

A esto le siguieron movimientos ambientales contra megaproyectos energéticos y de reivindicaciones de regiones apartadas afectadas por el centralismo, movilizaciones populares que tuvieron sus puntos altos en 2011 con la lucha por “una educación pública libre y gratuita”, en 2017 con el propio Movimiento No Más AFP (fondos privados de pensión) y en mayo de 2018 con la Rebelión Feminista contra el patriarcado.

La Ley de Pesca, fraudulentamente tramitada en el primer gobierno de Piñera (2010-2014) y los posteriores escándalos de financiamiento ilegal de campañas, conocidos como Caso Penta y Caso SQM (Sociedad Química y Minera), revelaron una corrupción empresarial transversal a los partidos y a varios de sus parlamentarios.

La Iglesia católica, otra institución valorada por su defensa de los derechos humanos bajo la dictadura, perdió influencia y credibilidad en la población con el destape de episodios de pedofilia encubiertos por algunos de sus jerarcas, y durante el estallido social no tuvo protagonismo alguno.

El ciclo creciente de protestas,2016: un recuento de los casos de corrupción interrumpido por la pandemia del covid-19, obligó al Parlamento a aprobar una ley para que la Asamblea Constitucional -que se elegirá el 11 de abril próximo- sea absolutamente paritaria en su composición entre hombres y mujeres, que no solo reconoce a las mujeres el derecho a participar en igualdad de condiciones, sino también a escribir una nueva Carta Magna con enfoque de género.

¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución? era la pregunta de la segunda papeleta de votación del Plebiscito. Chile tendrá una Convención Constituyente para elaborar la Constitución, formada por 155 ciudadanas y ciudadanos elegidos por voto popular el 11 de abril próximo.

Marco Enríquez-Ominami, excandidato presidencial y líder del progresismo , señaló que  “no es eficiente tener dos Congresos, más aún cuando el árbitro está en contra”. Detalló que “cuando uno elige una Constituyente y tiene un Congreso al mismo tiempo, va a haber una disputa de hecho y de derecho y, por tanto, lo mejor es que tengamos un solo Congreso Constituyente”

La calle ganó el plebiscito

No se trata de una concesión de la clase política, sino de una lucha sin cuartel, donde las víctimas pertenecen a las clases populares, que durante 47 años fueron ninguneados por quienes aceptaron el pacto de transición con las fuerzas armadas. Son los mismos que desmovilizaron a la sociedad civil, traicionaron el espíritu del No en el referendo de 1988 y en 1990 se hicieron con el poder, recuerda el analista chileno Gustavo González.Los estudiantes: los protagonistas de la revolución en Chile

Por eso es imprescindible impedir que las fuerzas de la derecha logren una influencia determinante en la Convención Constitucional, y para ello los movimientos sociales y las fuerzas políticas de la renovación, gestoras del fin de la institucionalidad pinochetista, deben alcanzar una hegemonía que se traduzca en una constitución realmente democrática que signifique la superación del neoliberalismo.

Chile vive un proceso político caracterizado e impulsado por la calle, por la movilización popular, donde los púberes y jóvenes han tomado la batuta y expuesto sus vidas. Pero la amenaza latente de que el gobierno y la derecha podrán revertir su derrota si logran controlar la Constituyente.

Resulta imposible que Chile se consolide como un Estado democrático de derechos sociales, plurinacional y pluricultural, con reconocimiento de sus pueblos originarios, de igualdad de géneros, con plena vigencia de los derechos humanos en sus más amplias acepciones, sin romper con las preceptivas neoliberales del Estado subsidiario y de las instituciones que lo sustentan.

Hace más de cuatro décadas, Salvador Allende había señalado que “no es desde arriba, sino desde las raíces mismas de su propia convicción de donde debe nacer la Carta Fundamental que le dará su existencia como pueblo digno, independiente y soberano”. De eso se trata, de hacer una Constitución democrática desde abajo.

El domingo 25 se registró la mayor participación ciudadana en una elección: casi el 51 por ciento del padrón de electores, de 15 millones. La abstención se puede explicar por el  temor a la pandemia, insuflado desde la aprensa hegemónica y del gobierno, pero también por la desconfianza y rechazo a los desprestigiados partidos políticos.

Por eso se hace imprescindible el debate de los contenidos de la nueva Constitución y promover los candidatos independientes, desde las bases, que en abril del 2021 conformarán la Convención Constitucional. Aquellos comprometidos, sin ambigüedades, con la voluntad de cambio..Muere Aylwin, el presidente que devolvió la democracia a Chile

No hay que dejar de considerar la fuerza que aún tiene el polo conservador, que desde el fin de la dictadura retiene cerca del 40% electoral. El 20 por ciento logrado por el rechazo proviene de una derecha poderosa en lo financiero, político y militar, dispuesta a todo y que nunca ha dudado en derramar la sangre del pueblo cuando vieron comprometidos o amenazados sus intereses. Un nueva Constitución es la peor amenaza para la ultraderecha recalcitrante, el militarismo, los oligarcas.

Lo maravilloso de las elecciones es que el pueblo puede dar una bofetada y nadie puede responder. Mientras Piñera obtuvo el 26% del país para ser Presidente, el Apruebo obtuvo el 40%. Como votó la mitad del país (7.562.000 de 15 millones), ese 40% se transformó en 78%. El Rechazo obtuvo apenas el 11% del país, destacó Marta Lagos, directora de Latinbarómetro.

A nosotros, los que escribimos sobre “la bofetada”, también nos ha llegado un pedazo, por no haber sido lo suficientemente claros en decir las cosas por su nombre, añadió.

El domingo 25 el pueblo chileno comenzó a cavar la sepultura de la Constitución pinochetista y es la oportunidad para que los jóvenes de hoy se preparen para gobernar e ir definiendo su propio futuro. Su caudalosa participación en el plebiscito -en especial los de las comunas populares- parece clara señal de aceptación de esa responsabilidad. ¿Se los permitirán?

Obviamente hay que comenzar a construir el necesario movimiento político-social que destierre sectarismos, pero las primeras manifestaciones de los grupos políticos de la izquierda y de la centroizquierda no se ven muy proclives a intentar la unidad de acción, y mucho menos  a actualizar doctrinas y cambiar métodos de organización y lucha.

“En Chile las instituciones funcionan” señalaba permanentemente el expresidente socialdemócrata Ricardo Lagos al inicio del milenio, el siglo y la década y era un elogio a la moderada transición dirigida por los partidos de la Concertación por la Democracia, y un implícito reconocimiento a la fortaleza de la institucionalidad heredada de la dictadura cívico-militar que encabezó Augusto Pinochet entre 1973 y 1990.

Los mismos que hace un año salieron a las calles para poner fin al oprobio neoliberal son los que hoy alertan: “Desconfía de quienes nos llamen a detenernos, a desmovilizarnos, de los que llaman a la moderación, nos quieren amarrar de manos para que seamos obedientes en su cocina constitucional. El pueblo exigió, logró y votó Nueva Constitución y el Pueblo Manda”.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/10/29/despues-de-la-bofetada-al-poder-y-al-neoliberalismo-chilenos-ahora-que/

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Chile y los «dueños del poder real»

Chile y los «dueños del poder real»

 Carlos Fernández Liria

Fuentes: Público [Foto: Centenares de personas celebran en las calles de Valparaiso el resultado del referéndum en Chile por la reforma de la Constitución. REUTERS/Rodrigo Garrido]

A mis alumnos siempre les digo que para comprender en general la historia del siglo XX, para hacerse cargo de la relación entre ciudadanía, democracia y capitalismo, para entender, en suma, las dificultades a las que siempre se ha enfrentado el proyecto político de la Ilustración, desde que la burguesía logró derrotarlo imponiendo su contrarrevolución francesa en 1794, incluso para entender a Carl Schmitt y a Hannah Arendt, o para que Habermas o Savater no te empujen a decir demasiadas tonterías, para todo esto y más, conviene que vean La batalla de Chile (1), la famosa película de Patricio Guzmán.

Este 25 de octubre, el pueblo chileno ha conquistado, por fin, el derecho a romper con el legado de Pinochet. Han pasado casi 50 años desde el golpe de Estado que, en 1973, acabó con la democracia chilena y con la vida de su presidente Salvador Allende. Es verdad que, ya en 1990, Pinochet había aceptado el resultado de las elecciones que él mismo se había visto obligado a convocar, y había traspasado el poder a Patricio Aylwin, que sería así, según nos dice la Wikipedia, el «primer presidente democráticamente elegido» tras la dictadura. Así más o menos se le quiere recordar. La verdad es que este señor, un senador demócrata cristiano, aplaudió, apoyó y vitoreó el golpe de Estado de Pinochet. La verdad es que la democracia cristiana había perdido las elecciones, porque las ganó Allende. Y no estaban acostumbrados a eso. Esa gente trabajó sin descanso para dar cobertura a un golpe de Estado militar que pusiera remedio a tan grave equivocación de los votantes chilenos. Una vez corregido este desliz popular, una vez escarmentado el electorado con miles de torturados, desaparecidos y represaliados, estos vampiros que se autodenominaban cristianos, empezaron a tomar posiciones más equidistantes, distanciándose hipócritamente de la dictadura y preparándose para el futuro que finalmente llegó. En 1990 ganaron por fin las elecciones, que habían perdido en 1970. Y encima, había que celebrarlo como la resurrección de la democracia.

Esto es lo que, en otros sitios, he llamado «la ley de hierro de la democracia en el siglo XX». No la descubrió Habermas, ni tampoco Hannah Arendt, ni mucho menos Fernando Savater. La formuló al desnudo Augusto Pinochet cuando, el  17 de abril de 1989, declaró que «estaba dispuesto a respetar el resultado de las elecciones con tal de que no ganaran las izquierdas». Al contrario de lo que dijo el editorial de El País al día siguiente, tales declaraciones no tenían nada de «pintorescas». Era la lógica Aylwin, la lógica del que finalmente ganó las elecciones, y la lógica general que presidió la democracia durante todo el siglo XX: las izquierdas tuvieron derecho a presentarse a las elecciones, pero no a ganarlas. Lo mismo que ocurrió en España en 1936. Aquí tardamos 40 años en pagar el crimen de haber votado a la izquierda. Y luego hemos cargado con las consecuencias. Tras 40 años de represión no se vuelve a ser el mismo. En 1978 no se devolvió el poder a la República y al Frente popular, sino que se convocaron elecciones y, naturalmente, las ganó la centroderecha, como era de esperar tras cuatro décadas de escarmiento. Lo que pasó en Chile. Tras década y media de torturas, el pueblo ya había sido suficientemente aleccionado: ya no se podía devolver el poder a Allende y a la Unidad Popular, se votó sobre un campo de cadáveres. Y ganaron, por supuesto, los moderados, los mismos demócratas cristianos que habían alentado el golpe de Estado cuando perdieron las elecciones en los años setenta. Jamás se hará un mejor retrato de esta gente que el que hizo la Polla Records: «Hinchado como un cerdo, podrido de dinero, ¡cómo hueles! / Hiciste nuestras casas al lado de tus fábricas / Y nos vendes lo que nosotros mismos producimos / Eres demócrata y cristiano, eres un gusano/ ¡Cristo, Cristo, qué discípulos!»

Esta «ley de hierro de la democracia», antes que Pinochet, ya la había formulado el gran jurista del siglo XX Carl Schmitt, que era un nazi, pero que no tenía un pelo de tonto y, además, precisamente porque era un nazi, no tenía muchas ganas de disimular y de mentir, como no han parado de hacer nuestros apologetas de la democracia y el Estado de derecho (siempre que no ganen las izquierdas, por supuesto). Lo dijo en 1923: «Seguro que hoy ya no existen muchas personas dispuestas a prescindir de las antiguas libertades liberales, y en especial de la libertad de expresión y de prensa. Pero seguro que tampoco quedarán muchas en el continente europeo que crean que se vayan a mantener tales libertades allí donde puedan poner en peligro a los dueños del poder real.» Estaba hablando del parlamentarismo. ¿Quién va a estar en contra del parlamentarismo? Seguro que nadie… ¿pero habrá alguien tan ingenuo de pensar que las libertades parlamentarias se van a mantener si algún día osan legislar contra «los dueños del poder real», contra los poderes económicos, en definitiva? Ah, claro que sí, el 90% de nuestros intelectuales funcionan así, con esa insensata ingenuidad oportunista. Mientras no ganen las izquierdas (o mientras las izquierdas no estén dispuestas a tocar los intereses de los que detentan el poder económico), da gusto declararse progresista y de izquierdas. Si ganan las izquierdas, no tanto, porque entonces te torturan, te matan y te desaparecen.

Esta es la terrible realidad del siglo XX. Así fue todo el rato. Nos lo había advertido un nazi: la democracia se tolera con tal de que no sirva para nada, si no… se acabó lo que se daba. Y nos lo confirmó ese gran filósofo político que fue Augusto Pinochet: los comunistas tenían derecho a presentarse a las elecciones, pero si las ganaban, así lo expresó con todas sus letras, «¡se acabó la democracia!». Y lo más divertido es que luego no ha parado de repetirse que los socialistas y los comunistas nunca hemos tenido respeto por la democracia. Que allí donde hemos gobernado nunca hemos sido democráticos.  Que el «socialismo real» nunca fue democrático. Pues sí, eso es cierto, sólo que se podría haber añadido: cuando el socialismo intentó ser democrático, cada vez que intentó llegar al poder mediante unas elecciones, cada vez que intentó conservar todas las garantías constitucionales y trabajar parlamentariamente por el socialismo, siempre vino a ocurrir lo mismo: que un golpe militar acabó con la democracia, el parlamentarismo, la división de poderes y la libertad de expresión. Estos son los límites de la democracia bajo condiciones capitalistas, un paréntesis entre dos golpes de Estado, en el que ganan las derechas (o las izquierdas de derechas).

Hubo una inmensa excepción que confirma la regla. Lo que ocurrió en Europa tras la segunda guerra mundial, lo que se ha venido en llamar «el espítitu del 45» (por recordar la excelente película de Ken Loach). En realidad, la guerra había sido gestionada de forma socialista. Y si el socialismo había permitido ganar la guerra, podía también ganar la paz. Y así pareció que podía ser durante algunas décadas, hasta que, a partir de 1979, Reagan y Thatcher acabaron con ello. El Estado del Bienestar europeo fue, sin duda, un experimento socialista de primer orden. Fue la demostración fáctica innegable de que el socialismo es mucho más compatible con la democracia y el Estado de derecho que el capitalismo y el libre mercado. Hasta que lo asesinaron, el primer ministro de Suecia Olof Palme no dejó de luchar por un modelo económico que hoy en día sería considerado muy a la extrema izquierda del de Unidas Podemos. Un modelo que estaba resultando más exitoso cuanto más se lo radicalizaba.

Pero este éxito no es una excepción a la citada ley de hierro del siglo XX. Es más bien su confirmación a escala más amplia. Para comprobarlo, hay que comenzar por desmentir algunas leyendas. Para empezar, la de que Hitler ganó las elecciones en 1933. No, Hitler nunca ganó las elecciones, como tantas veces se pretende cuando quiere alertarse de los peligros de que ganen las izquierdas. Me limito a citar un espléndido artículo que Andrés Piqueras publicó en este mismo periódico hace ya años: «Hitler fue aupado políticamente y en enero de 1933 nombrado a dedo canciller por la gran industria y Banca alemana (los Bayer, Basch, Hoechst, Haniel, Siemens, AEG, Krupp, Thyssen, Kirdoff, Schröder, la IG Farben o el Commerzbank, entre otros), utilizando para ello la figura del presidente de la República, Hindenburg. Apenas un mes después el nuevo canciller provocó el incendio del Reichstag y acusó a los comunistas de haberlo hecho para conseguir que se dictara el estado de excepción, a partir del cual desató una fulminante represión contra las organizaciones de los trabajadores, cuyos partidos políticos juntos (KPD -comunistas- y SPD –socialistas-) le habían superado con creces (unos 13 millones de votos contra 11 y medio). Ilegalizó al KPD y prohibió toda la prensa y la propaganda del SPD. Después, el 6 de marzo, convocó unas elecciones y entonces ya sí, claro, las ganó». Luego, se autoproclamó Jefe del Estado.  En resumen: cuando «los dueños del poder real» vieron que podían perder las elecciones, decidieron recurrir a los nazis, para que les quitaran de encima a esos «comunistas». Y provocaron una guerra mundial, durante la cual, aprovecharon para exterminarlos en campos de concentración, junto a los judíos y a los gitanos.

La otra leyenda que conviene desenmascarar es la de que fueron los aliados comandados por EEUU los que ganaron la segunda guerra mundial. No, ocurre que fueron precisamente los comunistas los que la ganaron en toda Europa. Tanto por el avance de las tropas soviéticas, como por la resistencia interna, que en casi todos los países fue protagonizada por los comunistas. Fueron los comunistas los que salvaron la democracia contra los nazis. Se entiende así que, al acabar la segunda guerra mundial, estaban en muy buenas condiciones para negociar una paz acorde, como hemos dicho, con el «espíritu del 45», que era contundentemente socialista.

De modo que el socialismo, el de verdad, no el que tenemos ahora, dio muy buenos resultados democráticos cuando pudo sostenerse sin guerras ni golpes de Estado. Esta es la tercera leyenda que hay que desmentir, la de que el socialismo «real» siempre ha sido incompatible con la democracia. En la fórmula «socialismo real» no sólo habría que incluir a los países que, como Cuba, lograron defender el socialismo por la fuerza de las armas, sino a los países que, como Chile, lo intentaron por la fuerza de la democracia y fueron castigados por ello acabando con la democracia. Hay varias decenas de casos en el siglo XX que son ejemplos de ello, sin ir más lejos, España en 1936.

Así pues, la historia de Chile puede muy bien instruirnos para sopesar los pilares sobre los que se asienta nuestro propio sistema democrático, y alentarnos a hacer una pregunta crucial: ¿realmente hemos logrado constitucionalizar, es decir, someter a legislación, a los «dueños del poder real», es decir, a los poderes económicos que serían capaces de suspender el orden constitucional y acabar con la democracia si se vieran amenazados por el Parlamento? Muy al contrario, les hemos dado carta blanca introduciendo en nuestra Constitución el artículo 135. Ahora, los golpes de Estado financieros ya no necesitan de los tanques, como dijo Yanis Varoufakis, cuando en 2015 se le forzó a dimitir como ministro de economía. Una historia parecida a la que ocurrió en Alemania en 1990, cuando una insensatez de los votantes había logrado que nombraran ministro de hacienda a Oskar Lafontaine, una inmensa victoria para la izquierda. El sueño no duró ni un mes. El presidente de la Mercedes Benz amenazó con trasladar toda su producción a los EEUU si no se le destituía de ipso facto y en seguida quedó claro quiénes eran «los dueños del poder real». Como decía Carl Schmitt, el nazi, el poder no lo detenta quien lo ejerce, sino quien te puede cesar por ejercerlo.

Si las democracias europeas no logran encontrar la vía para constitucionalizar la vida económica, nuestros parlamentos estarán siempre secuestrados y amenazados. Continuaremos viviendo en un nuevo Antiguo Régimen, sometidos al arbitrio de corporaciones privadas, verdaderos poderes feudales, capaces de anonadar cualquier espacio público, a los que la vida parlamentaria no se atreverá a enfrentarse jamás. Una situación premoderna y preilustrada, que indica todo lo contrario de lo que se proclama como soberanía popular. La democracia continuará siendo un paréntesis entre dos golpes de Estado.

(1) . https://www.youtube.com/watch?v=NuQhPEmjUQQ

https://www.youtube.com/watch?v=lUKR_lKRoQc

https://www.youtube.com/watch?v=6kF233Ab_HM

Carlos Fernández Liria es Profesor de Filosofía de la UCM. ‘La Filosofía en canal’, https://www.youtube.com/channel/UCBz_dr-JLhp0NDJxNeigqMQ

Fuente: https://blogs.publico.es/dominiopublico/34967/chile-y-los-duenos-del-poder-real/

 

Autor: Carlos Fernández Liria

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/chile-y-los-duenos-del-poder-real/

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Chile: Docente chilena apunto de perder la vista por ataque de carabineros

América del Sur/Chile/01-11-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

«Tengo la tráquea quemada, mis córneas están muy quemadas, espero recuperarme», indicó la profesora Cártes.

La docente y brigadista voluntaria de Salud, Tania Cártes, permanece gravemente herida en un hospital de Santiago de Chile después de recibir gas pimienta en sus ojos por parte de carabineros.

El ataque por parte de carabineros contra la docente se produjo el pasado 23 de Octubre, cuando Cártes se estaba desempeñando como brigadista para atender a los manifestantes que se mantenían movilizados en la Plaza de la Dignidad en Santiago de Chile en vísperas al Plebiscito del 25 del mismo mes.

«Un carabinero me atacó cuando estaba con mi teléfono para grabar su nombre, me amenazó y me dijo improperios (…) me tiraron gas pimienta en los ojos, nariz y boca, esto produjo que perdiera el conocimiento», indica la docente Cártes.

Asimismo, la víctima señala que inmediatamente fue ayudada por el Colegio de Médicos de Chile, «tengo la tráquea quemada, mis córneas están muy quemadas, espero no ser una más de los jóvenes que han perdido en la calle», acotó.

«Tengo la seguridad que voy a salir de esta, lo voy hacer por mis hijos y familia. La lucha continúa (…) agradezco el apoyo y muestras de cariño, me están apoyando todas las instituciones defensoras de Derechos Humanos», puntualizó Cártes.

La educadora indicó que desde el pasado 18 de octubre de 2019, se desempeña en una brigada que ayuda a los manifestantes que salen a las calles a exigir la garantía a sus derechos fundamentales, «ayudamos y tratamos a los ciudadanos que permanecen en la calle», añadió.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/chile-docente-apunto-perder-vista-ataque-carabineros-20201031-0025.html

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